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20. Incógnito.

La hora de la verdad había llegado, luego de tantos años encerrado, huyendo, corriendo sin saber a dónde a dónde ir, por fin podré ponerle fin a esto. Inhalo profundamente, sin saber si estoy haciendo lo correcto. Pero, malo o bueno, podré verle la cara una vez más a quien me desgració la vida.

—Todo listo, señor —murmura el castaño.

—¿Están todo? —asiente a mi pregunta, observo mi teléfono y le indico que estacione cerca del hangar—. Los quiero a todos atentos, con esta gente no se juega.

—A sus órdenes, señor.

Todos bajamos del auto y a lo lejos puedo divisar a las personas con las que debo tratar. Son como cinco hombres, sin contar a los que sé que nos están apuntando por hacemos algún movimiento en falso.

—Vaya, vaya, el hombre muerto ha resucitado —dice aquel tipo por el cuál casi doy la vida, y al final terminó siendo una rata sucia, como todos—. No pensé volver a verte jamás.

—¿Qué te digo? Me cansé de esconderme —mis ojos se desvían hasta la mujer subía detrás de él, lo que me sorprende y me llena de furia. Sin embargo, soy capaz de soltar una risita irónica—. Vaya, hombre, ¿no te bastó con arruinar mi vida? ¿También quieres arruinar la de él?

—Esto es diferente, no tiene nada que ver contigo —espeta, y no paso por alto la mirada furibunda que me regala aquella mujer.

—Claro, jamás se trata de nadie, solo de ti —me reí de nuevo y me pasé las manos por el cabello—. ¿Qué carajos quieres?

—Ofrecerte un trato —dice.

Un trato. Una trampa, más bien.

—¿De que se trata? —me crucé de brazos.

—Sé que no terminamos muy bien la última vez, pero sé que podremos dejarlo en el pasado y concentrarnos en el futuro —comienza—. Tengo contactos, tengo gente nueva a mi disposición.

—Y tu ficha ganadora en el ojo público —termino por él, negué—. ¿Qué es lo que quieres?

—El dominio completo, pequeño —sonríe—. Tenemos todo en la palma de nuestra mano. Dinero, poder... ¿Qué me dices?

No tuve que pensar mi respuesta mucho tiempo.

—No —negué, regocijándome en su expresión de sorpresa y enojo—. Ya me apuñalaste por la espalda una vez, no volveré a caer un tu puto juego. ¿Sabes qué? Lo compadezco, aún no sé cómo sigue creyendo en ti. Eres una basura, lo estás utilizando y él sigue teniéndote en un pedestal. Ojalá algún día se te acabe la gloria, porque cuando él se entere de lo que le estás haciendo, te hundirá de la peor manera posible.






AY, AY, AY.

Tenemos a otro desconocido.

¿Quién  será?

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