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Veintiséis: Platos rotos.

― Al parecer, hiciste un gran trabajo. ― Abre carpeta negra entre sus manos, viendo las imágenes adjuntadas. ― Tu plan está yendo de maravilla. ― Lo mira un momento antes de volver la mirada a las imágenes.

En esas páginas encontró las fotos del cuerpo muerto de Manoban, de la "J" en su espalda, de la bala en su cabeza y la escena completa del tiroteo.

― Nichkhun ya no es un problema. ― Jungkook afirma, cruza sus piernas y recuesta su espalda en el sillón.

― Sin embargo, su esposa sigue viva, y ella es mucho más preocupante para mí que su esposo muerto. ― Arquea una ceja dejando de lado la carpeta. ― Te recuerdo que te estoy confiando mucho como para que esa mujer venga a arruinar todo. Dime, ¿Qué tienes planeado hacer con ella?

― Tu no te preocupes por ello, ella ya no es una amenaza ahora, está bastante dolida por la muerte de Nichkhun. ― Se estira para tomar su copa de vino. ― Yo me ocuparé.

Woong no dice nada más, pero por dentro desconfía. No teme una traición de su parte, pero sí teme los métodos que Jungkook usará, y las consecuencias que puede traer, pero tiempos en estos tiempos requiere medidas desesperadas.

― Oí que el tiroteo y la muerte de Nichkhun se hizo pública.

― Sí, salió en televisión nacional, ni siquiera pude impedirlo porque no estuve enterado. Al parecer, mis influencias se están debilitando más rápido de lo que pensé.

Jungkook frunce el ceño. ― ¿A qué te refieres?

― Gguk ha perdido influencia, estamos tratando de recuperar nuestros negocios pero no es suficiente.

Jeon asiente y pasa sus manos por su rostro, la tela de encaje raspando sus mejillas. Pensó que tenía un poco más de tiempo, al parecer no lo tiene, debe apresurarse.

― Veo que finalmente lo mataste.

Jeon abre los ojos y fija su mirada en su suegro, el hombre de canas blancas tiene su fría mirada púrpura ojeando las fotografías adjuntas en la carpeta. Entendió que se refería a su abuelo.

― Lo maté.

― Claro que sí, lo quemaste vivo. ― Sonríe de lado. ― Ya era hora.

― Se lo merecía. ― Dice entre dientes.

― No más que todos nosotros, tenemos las manos sucias, Jeon. ― Deja la carpeta de lado. ― Pero no te niego que es satisfactorio saber que ese maldito traidor está finalmente muerto.

― Se escapó una vez, pero me aseguré de que esta vez no sea así.

Woong suspira al ver ese brillo extraño en los ojos de Jungkook. ― ¿Ya estás satisfecho, no? Mataste dos pájaros de un tiro, mataste a tu abuelo y a un poderoso mafioso.

― Sinceramente... Aún no estoy satisfecho, tengo mucho por hacer.

Jungkook contesta de manera fría, dándole un trago a su copa de vino, dejando sin palabras a Woong pero no porque no sepa qué decir, si no porque prefiere no hacerlo.

― Cambiando de tema. ― Jungkook asiente. ― Llevas dos semanas lejos de tu casa, JiMin no deja de preguntarme por ti. ¿No crees que es hora de volver con él? ― Endurece su mirada. ― No quiero seguir viendo a mi hijo sufrir... Cuando me dijo que te habías ido de casa yo mismo quise golpearte. Agradece que no lo hice.

Jungkook se acomoda en su asiento bajo la dura mirada del hombre mayor. ― Tenía planeado volver hoy por la tarde... de todas formas no podía volver antes, tenía una herida de bala en el abdomen, ¿Qué hubiera dicho JiMin?

Woong asiente. ― Como sea, vuelve a casa antes de que JiMin crea que lo abandonaste y se vaya.

Jungkook forma una pequeña sonrisa incrédula. ― ¿Irse a vivir con usted?

― No hablaba de mí. ― Coloca su espalda en el respaldo de su silla de cuero. Jungkook estaba por hablar pero Woong se adelanta. ― Como sea, vuelve a casa con mi hijo, y si vuelves a dejarlo solo...

― No pasará, seré cuidadoso para no estar lejos de casa mucho tiempo. ― Se adelanta. ― De todas formas Taehyung está ahí para cuidar de él.

― Lo hace muy bien, él no lo dejaría solo y embarazado por dos semanas. ― Woong y Jungkook se miran por un momento de manera intensa. Jungkook había escuchado la indirecta en esa frase, y no le gustó para nada. ― Bien, conoces la salida. ― Señala con su mentón la puerta.

― Me retiro. Lo veré la semana que viene, le traeré más información.

― Perfecto.

Jungkook sale de ahí con los puños apretados y la mandíbula tensa. ¿Quién se cree para cuestionar la manera en la que cuida a su esposo?

Llegó y dejó su automóvil negro en la cochera, guardó las llaves en su bolsillo y pronto estaba en el interior de la casa, que comparte con su esposo desde hace unos meses. Fue bien recibido por la servidumbre, lo saludaron y le mostraron ligeras reverencias en señal de respeto, pero los susurros detrás suyo no tardaron en llegar a sus oídos.

Sabe que es una impresión para todos el que se haya ido tan de repente, y dos semanas después aparezca en casa como si nada hubiera pasado. Estaba seguro que todos en esa casa le tenían cierto rencor al haber dejado a su esposo solo, sin mi una sola llamada, ni mensaje, como si la tierra se lo hubiera tragado.

Sube las escaleras hacia el segundo piso. Cada paso se siente más pesado que el anterior, como si la culpa tratara de tirar hacia atrás su cuerpo para así impedir que llegue a la habitación de su esposo. A pesar de la extraña sensación en su pecho, logró llegar al marco de la puerta.

Cuando colocó un pie dentro de la habitación, la fuerza invisible que trató de tirarlo para atrás, se desvaneció. Todo dejó de importar cuando vio esa figura a espaldas en su cama, dormida y con los ligeros rayos del sol que se colaban por las cortinas tocaban su rostro.

Su cuerpo se relajó al instante, cruzó sus brazos sobre su pecho y se recargó contra el marco de la puerta. Admiró en silencio a su esposo durmiendo plácidamente, luciendo tan pacífico y sublime. En ese momento se dio cuenta de cuánto lo había extrañado. Cuando siente que ya no es suficiente con verlo de lejos, decide acercarse y sentarse a su lado en la cama, parece que su movimiento lo alerta pues abre los ojos y voltea para ver al hombre que tomó asiento en su cama.

Jungkook por fin, luego de tantos días, puede ver esos bellos ojos púrpuras, pero contrario a lo que esperó recibe una mirada fría de su parte. ¿A dónde se fue la calidez de sus ojos? ¿A dónde se fue la coquetería en su mirada? Tiene ojeras bajo sus ojos que no puede ocultar con maquillaje, y el cabello despeinado como si hubiera estado en cama todo el día.

― JiMin...

JiMin no dice nada, Jungkook ve como las lágrimas se acumulan en sus ojitos y su nariz se tiñe de rojo. De pronto, su cuerpo sale de debajo de las sábanas y se acerca a él para rodear su cuello con sus brazos y descansar su rostro en su hombro, Jungkook no tarda en corresponder su abrazo en silencio, oliendo disimuladamente el aroma de su cabello rizado. Inconscientemente, inhaló profundamente el aroma dulce de su esposo, en un intento de quitar de su nariz el aroma a rosas perteneciente a Manoban.

Taiyō. ― Dice bajito, aferrándose a su esposo, disfrutando del tacto que tanto extrañó.

Tenía mucho que decir, tenía tantas cosas que reclamarle pero se lo tragó todo, tragó cada gota amarga de la soledad y la incertidumbre. No diría nada, no ahora que lo tenía en sus brazos. Lo había extrañado tanto que había llegado a despreciarse.

¿Cómo puede depender tanto de él?

Sabiendo que le miente, que ha cambiado, que ha dejado de ser el hombre con el que se casó y de quien espera un hijo. Sabiendo que lo que tenían puede que jamás vuelva, y sigue sin saber el porqué.

Jungkook se aleja tan solo un poco para verlo a la cara, y lo besa. Lo besa con tanta delicadeza que hace dudar a JiMin, y por un momento olvida que su esposo es un extraño, y corresponde al beso fingiendo que besa al Jungkook de años atrás, aquel que jamás le guardaría un secreto. Se separan, Jungkook mueve sus manos de su nuca a su vientre sobresaliente, lo acaricia con una sonrisa y mira a su esposo, juntan sus frentes y en medio del silencio, Jungkook susurra.

― Perdóname... ― Se agacha y besa su barriga. ― Jamás debí dejarte aquí por tu cuenta, sin una explicación y por una estúpida pelea.

JiMin siente las palabras atoradas en su garganta, tiene tanto por decir y reclamar, ¿Dónde estuvo todo ese tiempo? ¿Por qué jamás se contactó con él? ¿Qué estuvo haciendo?

Pero solo guarda silencio y en medio de la oscuridad toma su rostro y junta sus frentes, respirando tranquilos, sintiendo sus narices rozarse. Se queda callado, por alguna razón el miedo lo invade al pensar que sus preguntas podrían alejarlo nuevamente. Asiente suavemente y susurra, como si tuviera miedo a ser escuchado, o como si realmente no se creyera a si mismo.

― Te perdono.

Pero una disculpa vacía no arregla los platos rotos, mucho menos un perdón falso.

(EDITADO: 22/07/2022)

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