✧*V : La Rose.
CAPÍTULO V: La Rose.
Sanden:
Estaba en la sala redactando el nuevo contrato y a la vez procurando que el almuerzo no se me queme, cuando sentí que me miraban, volteé y una Brittany con cara de horror y sacudiendo las manos venía dando saltitos hacia mí.
—Ya va a estar el almuerzo, llama a los niños— le pedí viendo el reloj en la pared en un intento por calcular cuánto más debería dejar cocinando la carne antes de que se queme e inconscientemente dándome cuenta por primera vez de que ya no solo era el primo mayor que cuida a sus primos pequeños, ahora también era el esposo, padre y hombre de la casa.
Mi pecho se llenó de orgullo y la sonrisa se extendió por mis labios ante esta nueva revelación.
Padre.
Esposo.
Hombre de la casa.
Estaba cocinando churrascos con puré, pero sentía que no había nada que yo no pudiera hacer. Ya no había límites, solo oportunidades...
—¡Daddy!¡Daddy!¡Daddy— Brittany continuó dando saltitos detrás de mí y volteé a verla.
Seguía sacudiendo las manos y su cara de horror se iba convirtiendo en una mueca con cada saltito que daba.
Reygi y Alonso ubicados cada uno a su lado compartían las mismas expresiones.
—¿Qué...? — tuve la tentación de llamarla esposa, deseaba hacerlo, pero no quería presionarla, una cosa era en la cama, donde disfrutaba provocarla y ver cómo se mojaba cada vez que la llamaba así. Ella no era consciente de ello y solo se quejaba, pero en el fondo sabía que le gustaba, que la excitaba que la llamase por su título, que la reclamase, pero ¿Frente a sus hermanos? No se sentiría cómoda y al menos debía respetar eso, por lo menos por un tiempo...—¿Qué sucede? — me aclaré la garganta e hice a un lado el contrato para enfocarme en ella.
—¿Recuerdas nuestro contrato? — preguntó deslizándose de un pie a otro.
—Sí— murmuré con cautela viendo como el brillo de la luz se reflejaba en sus ojos y preguntándome si sabe que la última media hora estuve trabajando en redactar un nuevo contrato. —¿Qué pasa con eso?
Tendría que cambiarlo por completo, darle un nuevo contrato con nuevas reglas que se adapten a nuestra nueva vida y a nuestro hijo.
—¿Recuerdas la parte donde dice que debes ayudarme en todo lo que necesite?
Me tensé ante eso y recordé lo que me hizo anoche al cambiar los pañales de Brisan. Ahora sabía que debía corregir la frase "El daddy ayudará siempre a su Babygirl cuando ella lo necesite" por una nueva regla que dijera "El Daddy puede optar por ayudar a la Babygirl cuando ella lo necesite".
—Sí— dije a regañadientes pensando en que algo muy malo se me venía encima.
—¡Estupendo!¡Sígueme!— Brittany tomó mi mano y tiró de mí hasta arrastrarme por los pasillos hacia nuestra habitación. Sus hermanos nos siguieron soltando risitas y los niños ya estaban esperando en la puerta y tenían la misma cara de asco que ella hace unos momentos.
Los seis comenzaron a aplaudir y a reír en cuanto me vieron.
—¿Qué está pasando?¿Dónde está Brisan? — los interrogué, pero ninguno dijo nada y se cubrieron la boca intentando ocultar fallidamente sus sonrisas.
—Ya lo verás, no te apures— Brittany nos metió a la habitación donde nuestro hijo nos esperaba recostado boca arriba sobre la cama mientras movía sus piecitos descalzos. Era adorable.
—Adelante, tú puedes— me dio unas palmaditas, un beso en la mejilla y corrió hacia la puerta a ocultarse detrás de los niños.
Frunciendo el ceño recogí a nuestro hijo que de inmediato comenzó a llorar.
Suspirando me giré hacia ella.
—Brittany, tiene hambre— le indiqué y esperé a que se acercara para ayudarla a alimentarlo, pero ella no dio ni un paso cerca de mí y cuando sacudió la cabeza, sus hermanos y los niños se le unieron soltando más risitas.
—No llora por hambre, primo Sanden— murmuró Yden y miré a mi hijo.
—¡Claro que sí!
—Que no ¿Por qué no lo hueles? — sugirió Heyd y lo hice.
Rápidamente aparté la nariz.
Todos ellos se rieron a mis espaldas.
—Tú puedes— oí a Brittany decir y maldije por lo bajo.
—Te toca a ti — me quejé, pero aún así busqué los pañales, las toallas húmedas y ropita nueva para poder cambiarlo.
—No ¿Lo oliste bien? No pienso acercar mis manos ahí, además oí que los primeros meses es horrible, así que no. Tu cámbialo...anoche te veías muy sexy, deja que te vea otra vez.
Carajo.
Debo cambiar ese contrato cuanto antes y exigir una esposa menos manipuladora.
—¿Tienes miedo, Sanden? — preguntó Heyden y lo miré lo suficientemente feo como para que optara por cerrar definitivamente la boca, aunque eso no calló las risitas de sus hermanos y mucho menos las de Brittany, Alonso y Reygi.
—La próxima te toca a ti, así que ven y presta atención, esta será la última vez que lo haré— le indiqué a Brittany y comencé a desvestir a mi bebé. Pero ella en ningún momento se acercó y decidí ignorar su murmullo, el mismo que utilizó anoche por cierto, de "La Babygirl no cambia a otros bebés".
La ropa fue fácil de quitar, tenía muchos botones, pero en cuanto saqué el pañal salí corriendo al baño a vomitar.
Hice arcadas mientras escuchaba sus carcajadas, mi estómago se revolvió mientras ellos se burlaban y supe de inmediato cómo castigaría a cada uno de ellos por hacerme esto.
Tardé varios minutos en recuperarme y tuve que ponerme un broche en la nariz, pero regresé y le cambié el pañal a mi hijo.
Cuando terminé Brittany volvió a mi lado, me besó la mejilla y cargó a nuestro hijo.
Quería castigarla, pero con ese beso me había dejado confundido ¿Era una demostración de amor o un intercambio por hacer yo lo que nadie quería hacer?
Limpié todo y tras lavarme mis manos regresé a la cocina solo para descubrir que Brittany, sus hermanos y los niños estaban sirviendo y poniendo la mesa.
—Primo, creo que el bebé necesita una sillita— murmuró Yden en cuanto me vio llegar y asentí tras ver que Brittany hacía malabares para comer y a la vez sostener a Brisan.
Me sumé a la mesa junto a ella y tomé a nuestro bebé, lo acomodé contra mi pecho y comencé a comer. Recibí otro beso por eso y luego otro cuando al terminar lavé los platos. Incluso recibí uno más cuando llegó la hora de la siesta y puse almohadas alrededor del sofá para proteger a Brisan de caerse y un último cuando le canté hasta que se durmió.
—¿Me darás besos cada vez que cumpla una tarea? — cuestioné presionando mis labios sobre la oreja de mi Babygirl tratando de descifrar qué estaba escribiendo en un papel y porqué ella y sus hermanos se habían pasado la mitad del día trabajando en ello.
—Sí.
—¿Por qué?
—Alonso dice que será buena motivación para mantenerte atrapado.
Miré a su hermano y él se encogió en su silla.
—¿Atrapado?
—Sí, ya sabes, Sanden, no te hagas. Las parejas siempre se separan luego de casarse y no quiero quedarme sin mi pollito...además, tendrás que traer mi maquillaje, necesitaré mucho balsamo labial para evitar que se sequen luego de que te bese las muchas veces que el bebé haga popó durante el día.
Carajo.
Esta noche termino sin falta ese contrato.
—No necesitas atraparme, Brittany, yo ya te atrapé a ti— le di un beso y regresé a la cocina dejándole a Brisan para que lo cuide mientras duerme.
Revisé cada artículo del contrato viejo y marqué los puntos que debía cambiar. Los cuáles eran la mayoría y comencé a cuestionarme la idea de tener un contrato.
La mayoría de los artículos debían actualizarse a su condición post embarazo. Su alimentación, horas de sueño, los cuáles debían coincidir con los de Brisan. También el tiempo que pasábamos juntos, las horas que ahora más que nunca ella iba a necesitar para distraerse e incluso los juguetes que utilizaría para darle placer.
Ya no podía utilizar tenazas de ningún tipo, sus pezones cargados de leche saldrían dañados. Las esposas quedaban descartadas, no podía atarla, ambos debíamos estar disponibles en todo momento para Brisan. Los aceites afordisíacos ya habían quedados excluídos luego de que le hicieron mal, ahora estaban expulsados para siempre, no podía permitir que su leche materna se alterara de ninguna forma, algo que también podía suceder si la ponía nerviosa y los látigos eran algo que definitivamente la ponían nerviosa, así que ese se fue, al igual que los dildos y cada juguete que se me ocurría.
Las tareas de babygirl debían ser pospuestas, también sus deberes. No podía exigirle que se arrodille ante mí, los puntos se abrirían. Tampoco debía exigirle cumplir con sus castigos, azotarla quedaba totalmente descartado. Su piel estaba sensible y no iba a dañarla.
Suspirando por el cansancio miré las pocas cláusulas que aún quedaban.
La mayoría la beneficiaban a ella.
El daddy esto y el daddy aquello. El único deber de la Babygirl parecía ser decir buen día.
—Daddy— Brittany vino dando saltitos una vez más y como ya sabía lo que me iba a decir fingí no oírla. —¡Daddy! — gritó.
Chasqueé la lengua y volteé a verla.
—No voy a cambiar otro pañal— le aclaré sintiendo aún las nauseas de la última vez.
—No es eso ¿Puedes venir? — tomó mi mano y sin esperar respuesta me arrastró a la sala.
Reygi y Alonso estaban dormidos en los sofás cercanos a Brisan, aunque no se me había pasado por alto que ninguno de los dos lo había cargado.
¿Cómo iban a ser los padrinos si no cargan al niño?
—¿Qué sucede? — pregunté y ella me señaló la pared...la cual estaba llena de papel, fotos e información sobre diferentes sujetos —¿Qué es esto?
—No te enojes ¿Sí?
—Brittany— le advertí, indicándole que no debía hacerme enojar y que ya era suficiente malo que haya dañado la pared de mis padres pegándole papelitos.
—Prometelo— me pidió y rodé los ojos, pero aún así lo prometí, preguntándome si realmente yo era su Daddy, el que tenía todo el control o ella utilizaba la misma esposa que la ata a mí a modo de correa y con ella me manejaba a su antojo.
—Lo prometo no me enojaré— dije de mala gana y esperé.
Ella me dio un beso.
No me esperaba el beso, pero fue felizmente bienvenido.
—¿Y eso?
—Otro beso— se encogió de hombros y me guió hacia la pared. —Yo...no sé como decir esto, pero ellos son mis exs. Alonso, Reygi y yo hemos descartado a tres porque su aspecto no coincidía con el de Brisan. Lo que nos dejaría con siete hombres aún en la lista ¿Crees que podrías llevarme a La Rose esta noche?
¿La Rose?
—¿Para qué quieres ir ahí y cómo sabes que existe? — le exigí saber. No hay manera de que ella conozca el club de stripper al otro lado de la ciudad.
—Fui a una fiesta ¿Cuál es tu excusa? — me exigió saber y se cruzó de brazos.
Ella no lo sabe ni se lo diré, pero con su altura, sus orejas que se ponen rojas del enojo y la forma tan sensual en que se muerde el labio hace que me vuelva loco por ella.
—¿A qué crees que me dedicaba antes de ser acompañante, Brittany? — le exigí saber y pestañeó.
Sí, mi esposa no se lo esperaba y supe que me vio con nuevos ojos cuando me recorrió de arriba a bajo.
—¿Eras stripper?
¿Por qué se sorprende? A estado en la otra parte de la casa, conoce el mundo al que pertenesco.
—Solo por un año y a modo de rebeldía.
Sus ojos se iluminaron.
—Tienes que enseñarme.
—No, mis días de stripper acabaron hace años. Así que háblame de esa fiesta tuya.
Se hacían solo dos fiestas en ese lugar.
"La Rose: Noche de nueve meses". Para festejar de una forma poco apropiada la soltería y la falta de responsabilidades.
Y la segunda "La Rose: Noche de disfraces". Donde todos iban disfrazados y te acostabas con el que hiciera pareja con tu disfraz.
Esperaba que no fuera la primera, de lo contrario sería irónico porque ¿De verdad? ¿Crear un bebé en la noche donde se festejaba no tener bebés y vivir sin responsabilidades?
—No, ahora tengo preguntas ¿Por qué eras un stripper? ¿Cuándo empezaste? ¿Eras de los que se dejaba meter mano? ¿Por qué lo dejaste?
—Y yo no quiero responderlas, Brittany. Háblame de la fiesta— le insistí y se mordió el labio.
—¿No te dejabas meter mano, verdad? Aunque apuesto a que hacías una fortuna con tan solo aparecer...— presioné mi dedo en sus labios.
—Basta, dime lo que te pedí o no te llevaré ni dejaré que vayas.
Lo cual no sucedería si yo no la llevaba. No permitiría que mi esposa pise ese lugar nunca más, mucho menos sin mí.
—Eres malo— murmuró contra mi labio y señaló los papeles. —Existe una fiesta de disfraces, se hace todos los años ahí ¿La conoces? — asentí. —Bueno, allí conocí al sujeto que no sé quién es. Pero quizás podríamos ir y pedir que nos muestren las cámaras de esa noche ¿Qué piensas?
—No te las darán a ti. Se reservan el derecho, pero tal vez pueda convencer al dueño del lugar, es un conocido mío.
—¿Hablas de Estanly? Lo conozco, es mi amigo. — Me la quedé viendo. —Vamos, Daddy, sé que tengo dieciocho años, pero he disfrutado cada segundo de mi adolescencia y mi adultes.
—¿Cómo carajos disfrutas de tu adultes si apenas tienes dieciocho? — gruñí y deseé que su madre estuviera aquí para exigirle que me diera una explicación de por qué su hija frecuentaba esos lugares.
—Con contactos y un cuerpo y cara bonita, Daddy. Primero le coqueteas al de seguridad. Ese mismo sujeto que minutos antes te dijo que no podías entrar al lugar prohibido porque eres menor de edad. Luego lo convences de que diesisiete y dieciocho no son muy diferentes, aunque realmente tienes dieciseis y por último cuando llega el dueño que normalmente lo hace tipo doce de la noche le coqueteas a él también y luego te encuentras en la zona V.I.P con tus hermanos, mucha gente divertida y bebidas gratis porque para ellos eres una belleza adinerada que dejará mucho dinero en los strippers y cuyo único problema era no cumplir con la edad adecuada.
Me la quedé viendo sin saber si sermonearla o aplaudirla.
—¿Y bien? ¿Me vas a llevar? Alonso y Reygi se quedarán a cuidar de los niños, solo debemos llevar a Brisan porque ninguno de ellos sabe cuidar de un bebé...¡No es que yo sepa tampoco! — se apresuró a decir y yo asentí.
—Bien, pero con una condición— le aclaré y tiré de su mano hasta guiarla al dormitorio.
—¿Una mamada? — sugirió y quise nalguearla por ese bocabulario sucio.
—No— gruñí y rebusqué entre mis pertenencias hasta que di con la cajita.
—Si vamos a asistir a esos lugares lo harás como mi esposa— le aclaré y saqué el anillo de mi madre. —No lo pierdas— le pedí, aunque no pude evitar quedármelo viéndolo.
Mi madre solía tener cuatro anillos. Uno por cada esposo y uno que reprentaba a nuestra familia.
Ese último le di a Brittany.
—¿Un anillo de diamantes? — preguntó boquiabierta y fruncí el ceño.
—Es el anillo de mi madre, representa a nuestra familia. Ahora te pertenece— le dije y la observé esperando ver su reacción, aunque no creí que sus ojos se llenarían de lágrimas.
Está sensible por el bebé. En el hospital nos explicaron que tendría cambios hormonales, pero no pensé que fueran a notarse tanto. En especial porque ella solo llora cuando está frustrada o tan enojada que no puede expresarlo en palabras ¿Pero de felicidad? Jamás la vi llorar por eso.
Le sequé las lágrimas y le di un beso. Luego le puse el anillo.
—No puedo, Daddy, no— retrocedió y trató de quitárselo. Estaba a punto de decirle que ya era hora de que lo usara, pero me sorprendió —¿Y si lo pierdo? Vas a volver a estar triste...no quiero eso— bajó la mirada y la abracé.
Tengo una esposa increíble.
—No lo vas a perder, sé que no— besé su frente y la retuve en mis brazos hasta que sus lágrimas se acabaron y dio un paso atrás aclarándose la garganta.
—Así que ¿Ahora me darás diamantes? ¿Te conté que siempre quise una corona?
Y ahí está la mujer con la que me casé.
—No te ilusiones— le aclaré y le entregué la cajita. —Elije el que más te guste— le enseñé los otros tres anillos.
—¿Más anillos, Daddy? — sonrió.
—No son para ti, son para mí. Son los anillos de mis padres— le expliqué y esperé.
Ella se los quedó viendo y luego alzó la cabeza.
—¿Cuál es de Focus?
Hice una mueca y señalé el último de ellos, el que estaba algo maltratado. El que tuve que recuperar de una tienda de tesoros porque el imbécil de mi padre lo vendió cuando se separó de mi madre sin importarle que cada uno de estos anillos pertenecía a la familia de ella.
—Entonces ese no, ponte los otros dos— me indicó, pero no fui capaz de moverme.
¿Los dos? Sabía que portaría al menos uno. Podía lidiar con ello, solo no tenía que pensarlo mucho. Pero llevar los anillos de dos de mis padres muertos...no sabía si podía superarlo.
—Brittany...
—A ellos les gustaría— me dijo y tomando los dos anillos restantes los colocó en mi dedo anular. —Encajan perfecto.
¿De verdad?
—Andando, Daddy, tenemos que preparar el bolso con las cosas de Brisan.
Me arrastró hacia el mueble y tomó la poca ropa de nuestro bebé. Recogió pañales, toallas húmedas, talco. El chupete que Brisan aún no utilizaba, un juguete, crema hidratante y más pañales por si acaso.
—¿Cómo sabes lo que tienes que llevar?
Ella sonrió y cerró el bolso, pero en último momento corrió a su ropa y recogió un par de bragas extra y otra crema.
—Vi un tik tok, Daddy. Aquí tienes— me dio el bolso rosa y me arrastró hacia la cocina.
—¿Para qué las bragas? No podemos tener sexo— le recordé y ella poco a poco se fue poniendo roja. Cuando no respondió, insistí. —Brittany, dime.
—Son para mí.
—Eso ya lo sé.
Suspiró y me llevó al baño, metió toallitas femeninas y papel higiénico.
—Babygirl, responde — le exigí.
—Sigo muy húmeda, Daddy— me explicó y maldije por lo bajo cuando no me miró a los ojos.
—Lo siento, no debí preguntar. Esta bién ¿Necesitas algo más? ¿Por qué no pones chocolates? Hay en la repisa ocultos detrás de los cereales que nunca te atreverías a comer.
Ella alzó la miraba y se quedó viéndome con la boca abierta.
—¿Tenías chocolate y no me convidaste?
Asentí.
—El daddy necesita sus propios secretos, Babygirl. Apresúrate. Iré por Brisan y luego veremos qué auto es mejor. Creo que mis padres aún conservan mi sillita de bebé, solo debo buscarla— le conté y me dirigí al garaje.
Tal y como pensé la sillita estaba en la vieja camioneta que mis padres compraron cuando me tuvieron.
Era un modelo viejo de miniban, de esos que fueron creados exclusivamente para llevar a los niños a cualquier parte, no estaba seguro de que anduviera, pero mis padres la habían conservado.
—¡En este!— exclamó Brittany al ver un deportivo rojo con franjas negras a los lados. —¿Puedo conducir?
—No. No lo conducirás y no iremos en ese.
—¿Por qué no?
—Porque solo tiene dos asientos y no hay espacio para la sillita de Brisan.
Ella hizo una mueca y se comenzó a pasear por el garaje alrededor de los autos.
—¡Este tiene más asientos!— señaló el amarillo con el que la llevé al hospital.
—Y trescientos caballos de fuerza, aléjate de él— le indiqué.
—Eres aburrido, Daddy— se quejó y siguió revisando hasta pararse en una camioneta, la de mi madre. —¿Y esta? Di que sí, es rosa.
—Bien— llevé la sillita conmigo y la ubiqué en la parte de atrás. Tardé porque no sabía como ponerla, pero cuando terminé senté a Brisan, guardé el bolso al otro lado del asiento y le indiqué a Brittany que se suba.
Ella no lo dudó ni por un segundo y yo fui por las llaves.
—¿Puedo conducir? — preguntó y sacudí la cabeza.
—No puedes esforzarte, lo dijo la doctora— le recordé.
—Pero es rosa ¿Quieres que todos te vean conduciendo un auto rosa? Pensarán que eres gay.
Rodé los ojos.
—Y cuando me vean con mi esposa y mi bebé paseando de la mano se darán cuenta de que no lo soy. Ponte el cinturón— le ordené y lo encendí.
El motor rugió y me pregunté si fue buena idea elegir esta. Quizás debimos tomar la ban.
—Daddy abre la puerta del garaje o nos estrellaremos— murmuró Brittany y encendió la radio, puso música y comenzó a cantar mientras se miraba en el espejo. —¡Daddy encontré un labial!— exclamó y la miré.
—Déjalo donde estaba.
—Pero es Gucci...me pregunto si tu madre tenía más maquillaje.
—Sí y me sorprende que no te hayas apoderado de él. Ponte el cinturón— repetí y por fin lo hizo.
Abrí la puerta del garaje con el control remoto y también abrí las rejas de la entrada.
—¿Necesitas la dirección?
No.
—Sé a dónde ir.
Ella soltó una risita.
—Cierto, mi Daddy es un stripper.
—No soy stripper.
—No te avergüences de lo que eres Daddy. — refunfuñé —Por cierto ¿De verdad no te molesta que utilice el maquillaje de tu madre? Puedo usar el mío, solo tienes que ir por él.
¿Me molestaba?
—Solo no lo rompas, Brittany y con una condición.
—¿Cuál? — se inclinó por sobre el asiento para ver a Brisan y luego regresó a verme, aunque yo no podía verla.
Ahora más que nunca debía ver al frente.
—Sus joyas están prohibidas y su ropa también. Solo maquillaje. El resto se queda en donde está.
Ella guardó silencio.
—No es que me queje, pero ¿Por qué el maquillaje sí?
—Tiene fecha de casucidad— le expliqué y me concentré en el camino.
Ella permaneció en silencio el resto del viaje escuchanfo música y no se apartó cuando tomé su mano.
. . .
Eran las seis de la tarde para cuando llegamos, La Rose no abriría sus puertas hasta las diez, pero desde temprano los empleados estaban adentro.
En cuanto Di, el encargado de seguridad me vio me saludó y nos hizo pasar.
El dueño, Estanly, aún no llegaba, pero los bailarines estaban aquí practicando.
Dejé el bolso en una de las mesas y tomé asiento manteniendo a Brittany en mi regazo mientras veíamos la rutina de baile.
Ella los miró y luego me miró a mí.
—¿De verdad puedes hacer todo eso? — me susurró al oído.
No respondí, solo sonreí.
Cuando los chicos acabaron se acercaron. Brittany ni siquiera los vio, ella adquirió su papel de babygirl y apoyó su cabeza en mi hombro, cerró sus ojos y yo nos mesí despacio para no despertar a Brisan.
—Mira a quién tenemos aquí— dijo Kevin al acercarse junto a Rowan y Chase. —¿Se te perdió algo, niño de mamá?
Sonreí y estiré el brazo.
Fui recibido con tres abrazos y entonces los tres se detuvieron a ver a Brittany.
—Mi esposa babygirl y mi hijo, Brisan— les conté, con ellos no debía ocultar mi relación. Estaban igual de metidos que yo en el mundo de los Daddys y las Babygirls.
—¿Tu esposa? — repitió Rowan seguido por Chase.
—¿Y tu hijo?
Asentí y por instinto dejé un beso en Brittany, ella me abrazó con más fuerza y le acaricié el brazo.
—Ajá.
—¿Y por qué los trajiste aquí? — Kevin los miró con horror —No me digas que la castigarás haciéndola bailar esta noche. La última vez que un idiota hizo eso, ella le pidió el divorcio.
Hice una mueca y Brittany abrió grande los ojos. Se inclinó a mi oído y susurró:
—Promete que luego me contarás ese chisme— me pidió y mis amigos sontaron risitas.
Yo rodé los ojos.
—No estamos aquí por eso. Necesito ver las cámaras de seguridad de hace nueve meses ¿Creen que Estanly lo permita?
Los tres se miraron e hicieron muecas.
—Sabes que lo maníaco que es ese viejo con sus cámaras, hermano. — dijo Kevin y asentí, pero aún así no me rendiría.
—Es necesario, pasó algo en la noche de los disfraces y necesitamos ver las cámaras.
Los tres se miraron y sus rostros cambiaron por completo.
—¿Te hicieron daño, hermano? ¿Pusieron algo en tu bebida?
—¡¿Estuviste en la fiesta?!— Brittany saltó y Brisan se despertó. —¡¿Cuándo ibas a decírmelo?!
—Tú no preguntaste— le recordé y mesí a Brisan para que se calmara. —Y no, todo salió bien, pero aún así necesito verlas.
Los tres volvieron a mirarse y asistieron.
—Está bien, pero rápido, Estanly llegará antes. — indicó Chase y nos hizo señas para que lo siguieramos.
El resto de los bailarines estaba en los camerinos y a medida que nos acercábamos Kevin iba cerrando las puertas para que no nos vieran.
—Vaya, nunca estuve en esta parte del club— exclamó Brittany y los tres dejaron de caminar para vernos.
—¿Ya habías venido aquí, antes?
—Sipi.
—Pero no te ves muy mayor— cuestionó Rowan y ella sonrió.
—No lo soy.
—Sigamos— los insté y continuamos avanzando, pero los tres se miraban constantemente.
Pasamos dos camerinos más y finalmente llegamos a la oficina de Estanly.
La cámaras estaban encendidas y como siempre grabándolo todo.
—Rowan, vigila— le ordenó Kevin y Chase buscó las viejas grabaciones en la computadora sobre el escritorio.
Solo se tradó tres minutos en dar con las grabaciones de esa noche y luego comenzó a adelantar.
—¿Algún sector en específico? — preguntó y miré a Brittany que miraba las grabaciones y a la cantidad de personas disfrazadas que bailaban y festejaban.
—Las habitaciones del subsuelo— nos indicó y ellos me miraron, yo solo asentí.
—Aquí— nos mostró Chase y giró el monitor en nuestra dirección.
—Si supueras la hora exacta sería más rápido— nos explicó Kevin y miré a Brittany.
—Las nueve de la noche, creo— dijo no tan segura y Chase adelantó las cámaras.
Las habitaciones no eran grabadas, pero sí los pasillos y había demasiada gente.
—¿Ves a alguien con disfraz de diablita? — preguntó y yo hice una mueca.
Había cinco sujetos con disfraz de diablo entrando a habitaciones de la mano de mujeres con disfraz de diablas.
No era original, pero los disfraces genéricos como esos aseguraban que te acostaras con alguien.
—¿Tal vez a un enmascarado?
—Todos tienen máscara— señaló Chase.
Las grabaciones avanzaron, yendo demasiado lentas y enseñando a muchas más diablitas. Pero ninguna era Brittany.
—¿Estás segura de que era a las nueve? — le pregunté y acaricié la manito de Brisan porque ya se había calmado.
—No lo sé, bebí demasiado.
—¡Estanly llegó!— Rowan entró corriendo, Chase se apresuró a poner las cámaras en su lugar y todos salimos rápidamente de allí.
Apenas llegamos a la puerta del club cuando Estanly entraba. Él se quedó viendo a Brittany, le sonrió y hubo un brillo de reconocimiento en sus ojos.
Dio un paso hacia ella, pero la atraje al calor de mi pecho.
Los ojos de Estanly voltearon a verme y fue como si recién me notara.
—¡Sanden! ¡¿Qué haces aquí?¡! ¿Necesitas trabajo? — se acercó y me dio un abrazo, pero yo seguía rodeando a Brittany y a Brisan. —¿Cómo es que se conocen? — me preguntó y yo apreté loa dientes.
Quisiera saber lo mismo y por qué carajos estuvo a punto de acercarse a ella de esa manera.
Tiene casi cincuenta años y aún así la vio como si fuera un postre.
—Es mi esposa y él mi hijo— conté y jalé de ambos hacia la puerta.
—¿Tu esposa? — su sorpresa no me gustó para nada, en especial porque volvió a mirarla y a recorrerla de arriba a bajo.
—Sí y ya nos íbamos, adiós— guié a Brittany hacia la puerta, pero ella se detuvo y miró a los chicos.
—¿Ninguno de ustedes estuvo con una diablita, verdad?
Los tres sacudieron la cabeza y ella suspiró.
—Estupendo— sonrió, saludó a todos con la mano y dejó que nos llevara fuera del club.
Ninguno dijo nada en el camino a la camioneta. Pusimos a Brisan en su sillita y durante el camino ella trató de tomar mi mano pero no lo permití.
—¿Te acostaste con él? — quise saber.
—¿Con quién?
—Brittany, no estoy para juegos, solo responde a la pregunta. — apreté las manos sobre el volante y ella volvió a tomar mi mano, esta vez la dejé.
—No, con ninguno.
—¿Y por qué Estanly te miró así? ¿Por qué casi te da un beso?
—¿Él qué? — se empezó a reír. —No me digas que estás celoso, Daddy.
—No lo estoy— apreté los dientes.
—Sí lo estás— soltó una carcajada. —Esto es gracioso.
—No, no lo es. Te lleva treinta y cuatro años.
—¿Y?
Frené en el semáforo.
—¿Cómo que y?
—Tú me llevas seis, Daddy.
—No es lo mismo. — me quejé. —Él puede ser tu padre.
—Tu eres mi papi.
—Sabes a lo que me refiero. — Ella soltó otra risita. —No es gracioso, Brittany.
—Sí, lo es. En primer lygar él no iba a besarme, iba a abrazarme.
—Sí, claro. Vi como te miró de arriba a bajo.
—Claro.
—¿Lo ves? Incluso lo reconoces.
—No, solo digo que me miró, pero no como tú lo harías. Se estaba asegurando de que no hubiera ningún moretón en mi piel. Esa mirada que viste en él, era la de un hombre mayor preocupándose por la chica a la que más de una vez vio con moretones en las piernas.
Frené, esta vez de golpe y el coche que venía atrás comenzó a tocar bocina.
Maldije y esperé a que llegaramos para continuar hablando. No podía discutir esto manejando, pero la sangre me herbía de tan solo imaginarla lastimada.
¿Cómo carajos llegó a esa situación?
—Daddy, calma— me acarició la pierna y la dejé hacerlo porque su toque me relajaba.
Tardamos veinte minutos en llegar, fue el viaje más largo de mi vida y cuando entramos lo primero que hice fue entregarle el bebé a Heyden.
—Cuídalo un minuto— le pedí y sin esperar respuesta llevé a Brittany a la habitación, ella se recostó en la cama y miró como su nuevo anillo destellaba con las luces del techo. —Dime por qué tenías moretones, Brittany.
Ella cerró los ojos y se encogió de hombros.
—No importa.
—Sí, importa. Dime.
Permaneció callada.
—Babygirl...
Ella golpeó la almohada y gritó. Luego cerró los ojos y se volvió a quedar en silencio.
Me senté a su lado y le acaricié la pierna.
—Te dije hace tiempo que tenía un novio que me avergonzaba ¿Recuerdas? — su voz fue bajando hasta volverse un susurro. —Cuando le dije que ya no quería verlo más decidió que sería bonito empujarme por las escaleras del edificio.
—Querida...
—Así que rodé todo un piso.— las lágrimas brotaron de sus ojos—Esa fue la última vez que lo vi, ahora está muerto. Tuvo una sobredosis esa misma semana o eso fue lo que Estanly dijo luego de que le pregunté porqué me había preguntado el nombre del chico— se encogió de hombros. —No es algo que me gusta contar y Estanly no me miraba de dorma lujuriosa, puede parecer un explotador, pero nunca deja que nada malo le pase a las mujeres que entran por la puerta de su club.
—Lo siento— me acosté con ella y la abracé. —Lo lamento mucho, Querida.
Me acarició el pelo y besó mi mejilla.
—¿Y ese por qué fue?
Ella sonrió.
—Por preocuparte por mí.
Me dio otro y sonreí.
—¿Y ese?
—Por verte sexy siendo celoso.
Me dio uno más.
—¿A que se debe ese?
Soltó una risita.
—Solo quería y ya, no te ilusiones.
Pero ya lo había hecho.
La abracé rodeándola tanto con mis brazos como con mis piernas y levanté su cabeza dándole muchos besos en el cuello.
—Te amo y espero que sepas que yo nunca te pondría las manos encima ni te haría daño.
—Lo sé...hmm ¡Me picas con la barba, afeitate!
Me reí y le un último beso en la mandíbula.
—Te encanta.
Me recosté a su lado y jugué con sus dedos.
—Daddy ¿Te das cuenta de que hubo muchas oportunidades en las que pudimos conocernos?
—¿A qué te refieres? — estiré sus deditos y los comparé con los míos.
Su mano era extremadamete pequeña.
—Primero en el Diamond, yo voy siempre y tú pareces conocerlo y ahora en La Rose cuando asististe a la misma fiesta que yo. Por cierto ¿Qué disfraz utilizaste?
—No importa.
Ella bufó y yo me reí y traté de imaginármela como diablita.
—¿Te acostaste con muchas chicas esa noche?
Hice una mueca, no estaba tan seguro de querer hablar de estas cosas con ella, pero aún así respondí.
—Solo con una.
—¡Igual que yo! ¡Solo un chico! — se rió y se giró. Nuestros labios quedaron a escasos centímetros y nuestros ojos se conectaron. —¿A ti también se te rompió el disfraz? Yo fui como diablita y tuve que irme como otro personaje que no conocía ¿De qué estaba disfrazada tu chica?
—No lo recuerdo, estaba ebrio.
—Eres muy mal ejemplo, intenta recordar, hazlo.
Cerré mis ojos y lo intenté, pero solo de me vino una diablita a la mente.
¿Podría ser ella?
No.
Esa chica tenía el pelo rubio. Brittany es castaña.
Por un momento la ilusión me llenó de alegría el corazón, pero no había posibilidad, incluso si nuestros disfraces coincidieran, ella de diabla y yo de El Zorro, había nuchísimas otras personas disfrazadas de lo mismo.
Era como buscar una aguja en un pajar.
Holaa! Este fue el nuevo capítulo!
Espero les haya gustado!!
Por cierto ¡Tenemos nueva cuenta de Instagram!
La anterior la hackearon. Así que hace poco inicié una nueva y haciendo un post de Sanden y sus capítulos spicy descubrí que esta historia tiene 13 capítulos +18.
Es una locura.
Así que si les gustan las recomendaciones de libros de romance con mucho spicy, aliens y fantasía, los invito a seguirme: @micaelaep1
Hasta prontooo!
Atte: MicaelaEP ❤️
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