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Epílogo [1]







Primera parte del epílogo.


























Cuatro años después.

Aisha despertó debido a un suave ruido procedente de algún lugar de la casa.

Suspiró, parpadeando un par de veces para intentar espantar el sueño. Samira permanecía atrapada entre sus brazos, en una posición de cucharita perfecta.

La pelirroja ni siquiera se molestó cuando Aisha se levantó de la cama para ir a revisar a los niños.
Ella tenía un sueño profundo.

La primera habitación en mente para revisar fue la de su hija Daniela, quien había resultado ser un perfecto terremoto.

Al entrar, observó cómo su hija y Thiago dormían plácidamente, Daniela manteniendo apresado a su omega entre sus brazos, también en una perfecta cucharita.

Aisha pensó por un momento en apagar la pequeña lamparita que mantenía la habitación levemente iluminada, pero después desechó esa idea cuando pensó en la posibilidad de Thiago despertando por cualquier motivo.

Thiago, desde que cumplió tres años, comenzó a desarrollar un profundo miedo a la oscuridad, el cual se había mantenido hasta la fecha, con cinco años y medio.

Ni siquiera Daniela conseguía calmar ese miedo irracional en él.

Una noche sucedió que la pequeña bombilla se fundió, dejando la habitación completamente a oscuras.

Thiago despertó por necesidad de ir al baño y, cuando se encontró rodeado de oscuridad, comenzó el drama.

Daniela, por más que intentaba calmar a su omega, no fue capaz de hacerlo sola. Necesitó la ayuda de sus padres para calmarlo a él y, cuando lo consiguieron, tuvieron que tranquilizarla a ella.

Daniela resultó ser una alfa con un temperamento idéntico al de su padre Aisha, Jared no paraba de mencionar cuánto se parecía a su edad de cuatro años.

Físicamente podría decirse que era una copia exacta de su madre Samira.

Era muy revoltosa y traviesa, fácilmente irritable si se trataba de algún tema relacionado con su omega y, al parecer, había heredado también la insana sobreprotección hacia su madre Samira.

A sus cuatro años de edad, había aprendido a coordinar la sobreprotección por sus dos omegas favoritos, manteniéndoles un ojo encima en cada momento.

Tanto Aisha como Samira intentaron explicarle que su madre no era omega, sino humana.

Daniela se negaba rotundamente a aceptar ese hecho, continuando así con su arduo trabajo por mantenerlos vigilados.

Obviamente, tanto Thiago como Samira, correspondían a este hecho con una gran sonrisa y satisfacción.

Aisha también respondía ante ese hecho, inflando su pecho de orgullo.

La segunda habitación que revisó fue la de sus sobrinos, Noah y Abel.
Al final, el ¡pero sólo un poquito! acabó convirtiéndose en un embarazo de gemelos.

Dos hermosos y tiernos omegas, quiénes por capricho de su padre, uno de ellos acabó recibiendo su nombre.

Ambos omegas dormían plácidamente dentro de su propio nido, dejándole ver a Aisha sólo una pequeña bolita de mantas que subían y bajaban debido a la respiración de los niños.

Lo compartían todo sin rechistar, no solamente entre ambos hermanos, sino también con sus primos.

Los gemelos se llevaban mejor con Thiago debido, en parte, a que éste compartía la misma naturaleza que ellos.

Por este mismo hecho, a Daniela le costaba un poco compartir juego con ellos, debido a que siempre acababan compitiendo por la atención de Thiago.

Los gemelos, pese a todo, seguían con su actitud altruista, compartiendo sus juguetes y absolutamente todo con la alfa gruñona.

Daniela, al contrario, no era capaz de olvidar el hecho de que ese par quería acaparar toda la atención de su omega, mordiéndolos de vez en cuando.

De vez en cuando podría traducirse en cada vez que tenía una oportunidad.

Noah y Abel estaban demasiado apegado a sus padres, hasta el punto de comenzar a suponer un problema.

Sin embargo, comenzaron solucionando el problema de dormir solos.

Abel tuvo que hacerles un nido porque ambos omegas se rehúsaban a dormir sin el olor de sus padres cerca.

Les encantaba escaquearse a altas horas de la madrugada de su habitación para correr hacia el de sus padres y acomodarse entre ambos para dormir.

Noah parecía buscar más a su madre Sean, mientras que Abel parecía buscar más a su padre Abel.

Sin embargo, cuando ambos se enfermaban, cambiaban los papeles y cada omega parecía buscar al contrario.

Abel intentaba llevarlos a su nido nuevamente, pero entonces aparecía el lloriqueo y la súplica de su omega Sean para que dejara a sus bebés quedarse con ellos.

¡Sólo tienen tres años, por favor Abel, deja que se queden con nosotros un poco más!

Y así es cómo podía verse la manipulación de tres omegas hacia un alfa, quien acababa cediendo ante sus caprichos.

Por motivos como esos, cuando algún integrante de la familia le preguntaba a alguno de los omegas quien era el mejor, ambos, sin ninguna duda, respondían ¡mi mami es el mejor!

Aisha revisó por último la habitación de su sobrino Louis, el pequeño alfa producto del amor de Cai y Anibal.

Era igual de travieso y revoltoso que su prima Daniela, pero a diferencia de ésta, no presentaba un carácter tan fuerte y tampoco parecía tener un problema para relacionarse con sus primos Noah y Abel.

Era un niño muy tranquilo cuando se trataba de conflictos, teniendo una perfecta habilidad para pasar de todo lo que no le interesaba.

Incluso solía ignorar las órdenes de su padre Anibal, haciéndole caso únicamente a su madre Cai, por el que parecía mantener una obsesiva sobreprotección, justo como Daniela.

-Aisha- ésta se giró para encarar a su padre- Supongo que te he despertado yo, pero mejor así, me iré a la otra casa con tu madre, está por entrar en celo.

Aisha asintió, cerrando suavemente la puerta de la habitación de Louis.

-Me encargaré de todo, no te preocupes- Alissa asintió con una gran sonrisa- Que suerte la mía, ahora la que tiene que salir corriendo de aquí eres tú, eh.

Su padre gruñó, un poco molesta.
Pero sabía que tenía razón.

Ahora no podía movilizar a todo el ejército que había usurpado su casa, teniendo que irse ella a la secundaria cuando así lo requería.

-Vete a la mierda- gruñó Alissa una vez más, marchándose de allí con rapidez.

De camino a su habitación, Aisha se topó con dos pequeños idénticos intentando llegar a la habitación de sus padres sin hacer ruido.

-¡Os pillé!- chilló Aisha todo lo bajo que pudo, intentando no despertar a los demás- ¿Qué hacéis que no estáis en vuestro nido?

Ambos omegas emitieron un pequeño chillido, sobresaltados por su pillada in fraganti.

-¡Tía Aisha!- chilló Noah- Nosotros vamos a buscar a mami porque Abel se está sintiendo malito.

Abel asintió enérgicamente, dándole la razón a su hermano, mientras señalaba su frente.

Aisha colocó su mano ahí para medir la temperatura del omega.

-¡Uh, es verdad!- chilló Aisha con fingido horror- ¡Estás ardiendo!

Los ojitos de Abel se agrandaron, adoptando una expresión sumamente tierna.

-¡Mami, mami estoy ardiendo!- chilló Abel, saliendo a correr hacia la habitación de sus padres, lloriqueando- ¡Mami, ayuda!

-¡Sí, mami!- chilló Noah, acompañando a su hermano- ¡Ayúdalo, no quiero quedarme sin mi hermanito!

Sean tuvo que colocarse la ropa todo lo rápido que pudo, más a Abel no le dio tiempo de colocarse siquera su ropa interior.

Sus hijos no habían visitado su habitación a la hora que siempre solían hacerlo, por lo que la pareja supuso que esa noche se quedarían en su nido y aprovecharon para tener un poco de intimidad.

Grave error.

-¡Mami, mami...- Abel se calló al ver el culo de su padre completamente desnudo- ¿Por qué papi está desnudo, mami?

-¡Mami, mami...- Noah también se calló cuando presenció lo mismo que su hermano- ¡Mira, papi también tiene calor como mi hermanito!- chilló- ¡Abel, quítate la ropita como papá para que dejes de arder!

Aisha intentó contener la risa, de verdad que lo intentó.

-¡No te rías de mi desgracia, maldita!- chilló Abel, indignado- ¡Y tú, Abel! ¡Ni se te ocurra hacerle caso a tu hermano, puedes resfriarte!

Se colocó su ropa interior con rapidez, girándose para encarar a sus hijos.

-Los dos a vuestro nido, ahora- refunfuñó el alfa, tomando de la mano a sus hijos- Hoy no le haré caso a vuestra madre.

Sean hizo un pequeño puchero, indicándole al alfa que estaba por comenzar otra rabieta.

-Pero nuestros bebés...- comenzó a decir Sean.

-Nuestros bebés dormirán en su nido- refunfuñó el alfa- Y no hay más que hablar.

Abel acabó intentando dormir en la otra punta de la cama, soportando las patadas que su hijo Abel le estaba proporcionando, dormido.

-Te amo, mi alfa- susurró Sean con suavidad, buscando la mano de su alfa para entrelazarla con la suya.

-Te amo, mi omega- susurró Abel, estirando su mano para cumplir el capricho de su omega- Ahora duérmete que mañana será un día largo...- refunfuñó- Seré la burla de Kasen por andar de caliente.

Oh, sí.

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