Capítulo 8
En estos días parecía que nos hubieran lanzado de una montaña rusa. Un conjunto de emociones, unas buenas otras malas, había más malas que buenas. Todo parecía en calma y de pronto de nuevo, el mal humor las Pesadillas y decirme que me fuera.
La herida de Marck se infectó, la negativa a ser revisado a tiempo, empeoró las cosas. Solo él tenía acceso a su historial clínico, por lo que pocos sabían que lo infectó, sólo que fue en prisión. En la clínica Marck, tenía un amigo el Doctor Wong, por él supe que fueron encontrados rastros de materia fecal, dentro de su herida.
El Dr. Era un hombre alegre y estimaba mucho a Marck, y sabía que éramos amigos desde hace años, por ello decidió decirme. Aclarando que no le dijera a él que me contó, también me indicó como tratarlo. Por eso tenía que saber, lo delicado de su situación.
Decía desconocer, como llegó eso allí, si bien, las condiciones sanitarias dentro del lugar no eran las mejores, aun así, era inverosímil que se infectara, no en de esa forma. Saber eso me hizo pensar, que otras cosas había pasado y que más callaba.
El comportamiento me decía que había sido horroroso, se retraída, hablaba poco y se quedaba ido por mucho tiempo. Los ruidos lo mantenían alertas y estar en la habitación tan pequeña lo estaba afectando.
En ese momento dormía o parecía dormir, hacía pequeñas siestas de media hora o veinte minutos y despertaba con cualquier ruido. Sentaba en el sofá, lo observaba, parecía en calma y así me recordaba al Marck que conocía. Tenía en mis manos el itinerario de las cosas que debía hacer hoy, solo esperaba a su madre o a los mellizos, para no dejarlo solo.
No toleraba mucha gente alrededor suyo, ni siquiera a su familia. La única razón por la que yo estaba allí luego de ocho días internado, era porque no le copiaba cuando me decía que me largara.
Exactamente hace unos veinte minutos me dijo que fuera, así que estaba preparada para el insulto cuando me viera aún allí. Entré a lavarme las manos y la cara, había recibido el mensaje de sus hermanos que ya habían salido hacia acá cuando escuché su grito. Corrí hacía él, tenía los ojos cerrados y las manos encima de su cabeza, las movía en todas las direcciones.
— Marck, — dije sin tocarlo, temía despertarlo, el parecía defenderse de ataques imaginarios. — tranquilo Marck estas a salvo — dije tocando su frente.
Su reacción fue tomarme por el cuello a traerme con fuerza hacia él. Sus dos manos presionaban con fuerza mi cuello, yo intentaba alejarlas de mí. Pero estaba aferrado a mi cuello como dos tenazas, golpee con fuerza sus antebrazos. Sentí que el aire era cada vez más escaso, inspiré lo poco que pude y eso me dio un poco de voz.
— Soy Mauren — Logré gritar y me alivié al ver que abría los ojos al tiempo que me soltaba.
Inspiré y solté el aire muchas veces, así logré caminar hacia la pared y apoyar mi frente allí. Intentado recuperar el aire, sentía el dolor en mi cuello y la garganta. Giré para verle, ya estaba sentado, pero no veía en mi dirección.
— ¿Qué haces acá? — habló enojado y me acerqué a él.
— ¿Estas bien? — Pregunté tocando sus brazos, que sacudió con violencia y eso hizo que mi cuerpo se echara hacia atrás.
Últimamente parecía no tener el control de su fuerza, yo por mi parte no estaba acostumbrada a un Marck agresivo. Esa reacción, no la esperaba, así que perdí el equilibrio y caí de trasero, golpeándome la cabeza en el proceso.
— ¡Qué te vayas! ¡Lárgate! — escuché el ruido de mi cabeza hacer el fuerte Toc, al llegar con violencia a la pared.
Era mejor si hacía lo que él quería y lo dejaba solo, de otra manera terminaríamos mal, yo estaba perdiendo la paciencia. No dije nada, solo me levanté, caminé hacia mí mochila y la tomé. Me quité el collar que me había dejado, saqué su móvil de mi bolsillo, dejé todo en la mesa y salí.
Yo aún no encendía mi móvil, siempre estaba con él, por lo que mamá me llamaba a su móvil. Salí a los pasillos, sentía mi cabeza vacía, el dolor era intenso y mi cuello ardía. Una de las cosas que aliviaba de Marck antes, era que no era agresivo, lo digo por su estatura y cuerpo. El que ahora lo fuera, lo hacía potencialmente peligroso, no sólo para los demás, también para él.
Llegué hasta casi la salida, cuando vi a Wong caminar hacia mí. Me apoyé en la pared y me llevé la mano al lugar que me dolía y que sentía humedad. Sentí lo pegajoso en mis dedos, al bajar mis manos y verlas mi sangre. Mi cuello seguía doliendo, eso y mi cabeza a punto de explotar me hizo solo asentir.
— ¿Vas a casa? — preguntó y miró mis manos — ¿Qué sucedió? Vamos y te reviso.
Asentí y me tomó de las manos, lo que agradecí porque presentía que caería al suelo en cualquier momento. Le hice un resumen de lo sucedido, me escuchó mientras me revisaba, iba y venía con algunas cosas.
— No hay necesidad de tomar puntos — me dijo y respiré aliviada — lamento mucho que éste pasando por esto. Estuve hablando con su abuelo, me llamaba casi todos los días. Ese cuello me preocupa un poco, espero solo sea tu piel.
— Ya pasará y a no te preocupes solo me duele, pero creo que yo me rindo, él no se controla... Es doloroso verlo sufrir, que se niegue a recibir mi ayuda. — le dije y el asintió, terminó de limpiar mi cabeza, luego se sentó a mi lado en la camilla, con un vaso y una pastilla.
— ¿Te ha dicho que tan grave fue? — preguntó, entregándome el vaso de agua la pastilla.
— ¿Qué cosa?
— Las agresiones en prisión, las Pesadillas, su renuencia a que lo vea desnudo y hombres menos, su agresividad, el miedo a los espacios cerrados...
— No. Papá dice que jamás lo dirá, pero que allá se acostumbran a las guerras psicológicas, — hice una pausa y me Tomé la pastilla y el agua y le devolví el vaso vacío.
— Él estuvo en prisión también, Marck me lo dijo — le hice un silencioso si y el resopló — le estuve preguntando al anciano Alexis. Me dijo que entraban a su celda a cualquier hora del día o de la noche, lo sacaban ataban y golpeaban, lo desnudaban y con lo que le golpeaban amenazaban con sodomizarlo. — me llevé una mano en el pecho y la otra en la boca, el hombre era de baja estatura, de padres asiáticos. Decente y muy amable, se veía la estima que le tenía a Marck, así que teníamos muchas cosas en común.
— Quieres decir que el... Que fue...
— No se sabe, es difícil que un hombre diga algo así. Es un tema tabú, el ser aparentemente el sexo fuerte nos impide denunciar. Sin embargo, el señor Ivannov dice que las investigaciones dicen sólo fueron golpes y amenazas...
— Eso no lo hace menos malo, saber que llegarán por ti en cualquier momento, no saber cuándo o como...Yo ...no puedo dejarlo solo, pero esa habitación lo volverá loco es muy pequeña — Wong asintió y se bajó de la camilla, tendió una mano hacia mí.
— Ve y respira, toma aire, vive. Si quieres ayudarlo tienes que estar psicológicamente mejor que él — dijo tomando mi mochila — tienes ocho días aquí encerrada, así que es justo que salgas.
— Pero el estará solo...
— Es lo que quiere quizás necesita estar solo, ve has tus cosas que las has detenido por estar aquí. Mientras eso pasa, nosotros lo instalamos en el último piso. Allí hay un apartamento, era del antiguo dueño. — tomó mis manos y sonrió al verme dudar.
— La verdad tenía muchas cosas por hacer y poco tiempo el día de hoy. — dije sinceramente.
— Bien, te tomas el tiempo que desees y mientras el ogro se le pasa el coraje, de paso te extraña — busqué la lista de los pendientes, pero nos los encontré — ¿Qué sucede? — preguntó al verme buscar por todos mis bolsillos.
— Hice una lista todos estos días, de lo que tenía que hacer, conforme me iba acordando y lo dejé allí... — dudé en regresar y Wong soltó una risa fuerte al verme morderme las uñas.
— Me han dicho muchas cosas tuyas, ninguna de ella figura que eres cobarde. Ven te acompañaré y de paso miro si esta de humor para la limpieza. — decidí tomar su consejo, así que fui en búsqueda de mi lista.
No era porque quería asegurarme que estuviera bien o que lo extrañaba, en realidad esa lista de cosas era necesaria. Wong tocó y entró y yo le seguí, vi a una mujer alta de cabello corto hasta los hombros abrazada a él. La conocí como Megan, por las fotos que había en su móvil.
Se estaban besando y eso no hizo más que sentirme incomoda, supe que la presencia que no quería cerca era la mía. Escuché a Wong charlar animado, con la chica y presentarse. Sentía la mirada de él sobre mí, busque con la vista rápidamente la lista.
— Tu debes ser Greñas — vi la lista en el sofá cama en el mismo instante en que escuché ese apodo salida de otros labios que no fueran el señor Frederick y Marck, sonaba despectivo. — ¿Qué le pasó a tu cuello? ¿Son dedos? Ven y te miro...
— Nada especial, ya Wong me revisó y soy Mauren Meyer — dije alzando la vista, ya con la hoja en mis manos. — es un placer.
— Soy Megan la novia de Marck, no pensé que te ofendiera el apodo. Marck siempre se refiere a ti con ese apodo ¿En serio no quieres que te mire? —negué y sonreí lo mejor que pude, ella hizo lo mismo.
— No es ofensa, solo aclaro que cual es mi nombre y yo estoy bien ya me dieron algo para el dolor de cabeza. — dije mirando de reojo al ogro.
— ¿Perfecto entonces no te importa si también te digo así? Cuando hablaba de ti, yo te imaginé... Distinta. Me ha dicho que estas en gimnasio, mi rutina es perfecta. — miré su cuerpo y si ella tenía razón, su cuerpo estaba bien torneado.
— Si eso veo, pero soy algo perezosa, siempre estoy en el taller por horas y cuando salgo como cualquier cosa — observé a Marck que me miraba en silencio y volví la mirada a Megan — debo irme, solo vine por esto.
— Desde hoy no es necesario que vengas, tengo días libres y...
— No te preocupes ya Marck y yo aclaramos que hasta hoy estoy acá. Tengo cosas que hacer y él se siente mucho mejor. — la interrumpí tendí la mano hacia ella y sonreí — espero nos llevemos bien, no te preocupes, yo si me tomo los antipsicóticos en regla y llevo control con mi psiquiatra.
La chica abrió los ojos con sorpresa, retirando las manos rápidamente, escuché la risa ahogada de Wong. Mientras que Marck solo intentaba hacer contacto visual conmigo. Pude decir que era una broma, pero ella se lo buscó por confianzuda. Pedí el ascensor, entré y minutos después salía de allí.
Tenía una reunión pendiente con la tía Edna y el tío Steve, algo atrasada y esa era la primera cosa en la lista. Tomé un taxi, di la dirección y me dispuse a tener la charla más estresante de mi vida.
****
— Pensé que tu no querías verme nena — dijo la tía Edna abrazándome apenas me vio.
— Yo la entendería que fuera así, pero entra y siéntate — el tío Steve me llevó hasta el comedor tomada de las manos.
Los recuerdos de todo lo que viví allí, me golpeó las reuniones, las piscinas, los besos robados, cuando nadie nos veía. Solté las manos de mi tío y miré a todos lados. No pude evitar que se me humedecieran los ojos. Pese a que ya no quería ese sentimiento en mí interior, él se negaba a salir.
— Creo que fue mala idea esta reunión, debiste decirnos y hubiéramos llegado hasta donde estabas tú — me senté en la silla del comedor y Sheryk la ama de llaves, me dio lo de siempre, café y panecillos.
— Algún día tengo que enfrentar todo esto, no puedo esconderme por siempre — hablé inclinando la cabeza hacia la chica para agradecer lo que me daba.
— Hemos intentado llamarte y Stephan también para saber de Marck...
— Él tendría que llamar a los O'hurn, no a mí, tía —dije mientras daba un sorbo al café.
Intenté ignorar la foto que reposaba frente a mí. Era una fotografía de Stephan, tomada por mí. Unas vacaciones de ambas familias, el día en que pidió oficialmente ser su novia. Mi pulso empezó a temblar, dejé la tasa a un lado, la tía Edna tomó mis manos, al ver mi turbación. Odiaba sentirme así, pero odiaba no poder odiarle.
— El lamenta lo ocurrido y quiere hablarte ...
— ¿Ya le aburrió la compañía? No hay una mínima posibilidad que él llegue a mi vida otra vez — dije segura y mientras dejaba a un lado el panecillo.
— Llevan toda una vida juntos, no pueden de repente ser dos desconocidos. — negué una vez más mirando a tío Steve, sabía por la nota que era el quien insistía en esa boda. — tu tía y yo también estuvimos un tiempo separados antes de la boda, pero nos amábamos...
— Vine porque creí que ustedes, querían saber cómo estaba, que estaban preocupando por mí — tomé la mochila y los vi a ambos — pero veo que solo están preocupados por su hijo y porque se case con alguien con futuro, que le ayude a salir de su mediocre existencia...
— Sé que estas dolida y tienes motivos para odiar a mi hijo. Pero créeme que nuestro deseo es que ambos sean felices, te queremos como a una hija. — resoplé con dudas en mi interior, quizás sí, pero, ellos solo querían a alguien que controlará a su hijo. Que lo hiciera responsable, algo así como una segunda tía Edna.
— Si de verdad quieren nuestra felicidad, es hora que acepten que no seré parte de su familia, por lo menos como esposa de Stephan. — hablé una vez más — está será la última vez que hablé sobre esto, me conocen y saben que no vuelvo atrás.
— Sé que él está confundido, conozco a mi hijo, le tuvo terror a no está a su altura — ellos tenían una excusa siempre para los errores de Stephan, pensé con desgana incluso por la más cruel.
— ¿Y Pretenden que me quede aquí a esperar que él se decida? ¿Que llore por los rincones, hasta que el regrese y que se canse de acostarse con Lidney? Tengo una vida que pretendo seguir, ya no deseo hacerla con Stephan...
— ¿Es por esa joven verdad? Estas con él, todos andan diciendo que te casaste con él a días de mi hijo cancelar la boda. — me alcé de hombros indiferente, que pensaran lo que se les diera la gana a mí me daba igual.
— Hoy es Marck, mañana será otro, después pueda que sea otro y otro, no se tía, he decido vivir. El mundo no se detiene y la vida sigue, un gusto verlos — me acerqué a ambos y me despedí de ellos,
El resto del día fue de ir y venir, llevar mis monstruos (así le decía a mis pinturas y esculturas a la galería) tenía que organizar la apertura y luego entregar algunos cuadros pendientes. Se supone que era a mi regreso de la boda, pero como no hubo tal boda pues decidí hacerlo antes.
Ya en la noche llegué a casa cansada, me dio tiempo hasta de ver el apartamento que Marck decía, pero no me gustó. La vista no era tan bonita, y yo necesitaba una buena vista para inspirarme. El dolor en mi cuello era más leve y me cubrí el cuello para que mis hermanos no lo vieran. En cuanto a mis papás, les diría la verdad.
— Hola mis bellos terremotos — dije a mis hermanos que ya estaban listos para dormir.
— ¿Hoy te quedarás acá? —asentí y me senté en medio de ambas camas.
— Sí, he decido que no puedo vivir sin ustedes. — Yoel sonrío, miré a Erick quien tenía en sus manos un móvil, mí móvil.
— ¿Qué haces con eso? — dije quitándoselo de la mano y él se alzó de hombros.
— El señor Vicent lo trajo y estaba sin carga... Lo puse a cargar porque pensé que lo necesitarías. — entrecerré los ojos y ambos reían divertidos.
— Por qué me late que ustedes dos han estado haciendo travesuras con esto — miré el móvil y vi varios mensajes.
Una revisión a ellos me mostró lo que mis angelitos estaban haciendo. Stephan me envió un mensaje de buenos días y ellos decían que yo no estaba. Que estaba con Marck, luego le decían que se alegraban que no nos hubiéramos casado porque eso le había dejado el camino libre a Marck.
— Es un idiota, no nos creyó y dijo que quería hablarte porque sabía que estabas llorando...
— Así que le dimos una lección y papá nos ayudó con algunas palabras ¿Por qué tendrías que llorar por ese? Nos tienes a los dos, a papá, mamá y a Marck — ambos estaban cabreados tenían esa mirada que me lanzaba mamá, cuando me encontraba el cuarto desordenado.
— Tienen razón, los tengo a ustedes no necesito a nadie más. — me quedé con ellos viendo TV, mamá y papá no estaban así que decidí luego de asearme que dormiría con ellos.
MARCK
— Gracias por hacerme compañía, Megan, pero creo es hora que te vayas. — le dije por enésima vez, mientras miraba el móvil de nuevo.
No había rastros de Mauren, desde que llegó a buscar esa lista. Megan estaba por volverme loco, se perdió todo el tiempo que duré en prisión y ahora aparecía como si nada. Parecía que se le había olvidado que me terminó y que cuando quise arreglar las cosas, me dejó plantado.
— ¡Ya es suficiente! Eres un grosero y mal educado, no agradeces mi esfuerzo ¿Crees que no tengo nada más que hacer que aguantar tus groserías? — los tres días más largos de mi vida.
Me hacía muchas preguntas, ¿porque mis Pesadillas? ¿porque mis heridas? ¿por qué no dormía? Mauren no hacía ninguna, ella solo se quedaba allí. Agradecía que no dormía allí o de lo contrario me hubiera lanzado por la ventana.
— Yo jamás te dije que te quedarás...
— ¡Te estoy haciendo un favor! — me interrumpió mientras tomaba su bolso. Yo solo quería saber cómo estaba Mauren, vi su cuello marcado ese día y no me miró mientras estuvo allí.
— Uno que jamás te pedí — grité ya al borde de la desesperación. — ¡Te dije desde el primer día que te largarás! — le grité de vuelta y recordaba una y otra vez cuando, casi asfixio a mi única amiga y luego...
No solo la había empujado, echado e insultado, Wong me contó que la había herido en la cabeza. Llamé a su mamá, que me dijo que estaba arreglando la galería. Que no me preocupara, no estaba enojada, solo que los padres de Stephan le habían pedido darle una oportunidad a su hijo y ella se había enojado. Insinuaron que no le daba una oportunidad, era porque estaba saliendo conmigo, algo que ella no negó.
—¡Eres increíble! Debes estar agradecido que yo deje todo para estar aquí. — la vi tomar sus cosas, era mejor si se iba y me dejaba solo. Así descansaría de su mirada indiscretas y de tantas preguntas.
— Es mejor si dejamos esto así, — empecé a decirle, ella se cruzó de brazos mientras me veía sería — de momento, no estoy interesado en una relación amorosa, te agradezco el tiempo compartido conmigo. Lamento mucho todo lo que Melanie te causó...
— No sigas — dijo alzando las manos y acomodando su bolso — sé por dónde va todo esto. — se acercó a mí y besó mis labios que luego limpió con la yema de sus dedos — Ocho días aquí y esa chica, no hizo ni una pregunta, yo tengo 3 y tengo miles. Eres tan grosero, tosco y malgeniado, que es un milagro que ella no te lanzará de este sexto piso. Si ni tu familia te soporta, la única que quiere estar contigo soy yo y me dices que me vaya — me miró y al verme guardar silencio negó y salió.
Solté el aire aliviado, se había ido por fin, me acosté en la cama, me sentía adolorido, la herida supuraba, aunque menos que antes. Tomé el móvil y empecé mentalmente a pensar que le diría. Cuando me decidí empecé a escribir el mensaje, y luego llegó la duda entre enviarlo o no. Cuando me decidí y estaba por darle enviar cuando los enfermeros llegaron.
— Es hora de subirlo doctor — habló uno de ellos y miró a todos lados — ¿Esta solo?
— Salió a hacer algo — me excusé, no dije que no la soporte y ella a mi menos.
Los hombres solo a sintieron y me pasaron a una camilla, me ayudaron a recoger las pocas cosas que tenía y luego salí de allí. Conocía el apartamento, pero era aún tenía el sello de mi padrino Marck Frederick y usarlo era como manchar su nombre. Una vez allí, me dejaron en la habitación más grande.
La habían adecuado con todo, lo que yo podía necesitar, era como la habitación de una de la clínica, pero más amplia. Había ventanales y puertas, ya no me sentiría encerrado, revisaron mi herida por última vez, antes de irse me preguntaron si quería que llamaran a alguien, dije que yo lo haría, luego se fueron.
La herida estaba más infectada de lo que creí en un comienzo, recordar cómo llegó a ese estado me hizo erizar la piel. Ellos al rededor mío, yo arrodillado, en el piso semidesnudo, atado de pies y manos. Uno de ellos tenía guantes sucios de eses, que metió en mi herida con violencia. Mordí mis labios con fuerza, para evitar así que me escucharan gritar.
— Así mismo lloraras cuando te penetré... — sacudí la cabeza con violencia tenía que alejar esos recuerdos.
Tomé el móvil una vez más y miré la hora, eran casi las siete, era difícil que ella atravesara la ciudad por mí. Pero no quería pasar un cuarto día solo y yo le debía una disculpa, por teléfono sería más fácil.
Busqué el contacto de ella y salió su foto de perfil, era ella haciendo una mueca sacando una lengua. Sonreí al marcar, rogué porque me aceptará las disculpas y también que quisiera volver mañana.
— Si no es urgente deje el mensaje después del biiiip — dijo con voz somnolienta.
— Lo siento no pensé que durmieras ¿Cómo estás? — vamos Marck, es Mauren puedes hacerlo mejor, me auto recriminé.
— Me duele la cabeza y el cuello, desde hace unos días y no sé muy bien la razón — Guardé silencio unos segundos, era una sutil manera de recordarme mi estupidez.
— De eso quería hablarte —. Bien, no tartamudees y suéltalo — Quiero disculparme, me comporté como un completo patán.
— Tienes razón, no te voy a decir que no es así, fuiste muy injusto y me desajustaste mi cerebro. Si me llego a enloquecer es toda tu culpa. — sonreí al escuchar la voz falsa de indignación, me la estaba poniendo fácil.
— Espero estés tomando los antipsicóticos — le recordé lo que le dijo a Megan, ella le había creído. La risa del otro lado, dijo que no estaba arrepentida de lo que hizo.
— Me llamó ¡greñas! Y no tenía la autoridad y menos la confianza. Espero te trate bien porque soy más peligrosa que Juana la loca. — esta vez no pude aguantar la risa, y ella hizo lo mismo del otro lado. — La echaste.
— ¡No! O algo así — miraba las luces por las ventanas, era la primera vez que no sabía que decirle a ella, por lo general siempre teníamos algo que decirnos o que hablar. — he intentado marcarte, pero el móvil está siempre apagado y nunca estas en casa. — la escuché suspirar y ruidos del otro lado, ella no estaba en su casa.
— Stephan está mandando señales de humo y tiene una guerra de mensajes con Papá, Erick y Joel. — la escuché reír, pero no sé porque la risa no la sentí real — papá adiestra a los chicos, según Stephan llamó a darme... Moral, pues según el estoy hecha un mar de llanto. Solo que contó con la mala suerte que mis hermanos tenían el móvil y estaban con papá jugando ajedrez.
— No quiero estar en el pellejo de Stephan cuando el señor Christopher lo agarre. Pero me alegra que lo del llanto no sea tan así. — un silencio del otro lado, quizás ella la estaba pasando mal.
— Quizás exista un poco de verdad Marck, no dejó de pensar que Lidney es más esbelta, delgada y hermosa, las razones que me dejó o por la que nunca me amó. ...
— La talla, el color de piel, de ojos, no importa cuando tu alma es negra y podrida. Eres hermosa, solo que no lo vez y tu autocritica es cruel. — evite ser rudo, pero solo a ella se le ocurría decir que la dejaron por su talla — y si el físico para ti es más importante que tu inteligencia me decepcionas.
— Estoy gorda Marck, tú me quieres porque...eres tu ¿Me ayudaras? — solté el aire y miré hacia afuera, ya empezaba a oscurecer.
— Seré afortunado de ir de la mano contigo a gimnasio, pero quiero que entiendas que como te ames, así te amarán los demás. Buenas noches greñas, — la escuché dar las buenas noches y luego colgar.
*****
La porra presionaba con fuerza mi pecho, mientras dos de los guardias me sostenían a lado y lado, me habían golpeado dormido y sacado de la celda. Intentaba soltarme, esos malnacidos habían dicho que la habían manoseado. Ella solo vino a verme y yo la sometí a esa humillación.
— Será mejor si te calmas, rubia o no saldrás sano de aquí — logré soltarme a uno de ellos, eso hizo que el otro fuera más fácil.
— Con ella no — dije lanzándome sobre él y golpeándolo contra la pared — te acercas a ella y eres hombre muerto — tenía mi antebrazo en su cuello y vi su rostro tornarse rojo. Hasta que sentí el golpe en mi espalda, eso me hizo gritar y caer.
— ¡No!— dije levántame y sentí unos brazos rodearme rápidamente.
— Es una pesadilla peque, — escuché solo su voz, quizás soñaba ahora mis sueños empezarían a cambiar, si ella estaba en ellos podía sobrevivir — No hay un fantasma en el rincón, es la ropa sucia que no has querido bajar — la escuché decir en la oscuridad de la noche.
No estaba soñando ella estaba allí y más loca que nunca. Quizás si tenía razón y ese golpe en la pared le afectó un poco. Una mano pasaba por mí espalda y la otra acariciaba mi cuello. Eso hizo que mi cuerpo empezará a calmarse, o era solo el abrazo en sí.
— Te dije que era mala idea usar pintura fosforescente, ese Freddie Mercury, parece sacado de una película de terror. — me alejé un poco de ella para verla, y la vi encender la lámpara — esa era la manera de Tiffany de calmarme. — dijo encogiéndose de hombros, me costó unos minutos entender, hasta que lo logré.
— Estas aquí...
— Un tornado pasó por mi casa y me dejó en tu cama. — dijo y me miró en silencio.
— Perdón soy un idiota, pero los recuerdos son... — me abrazó, se acostó del otro lado en que tenía la herida y se quedó en silencio.
— No tienes que decirme nada, soy tu compañía, y apoyo en tu tormenta. Necesito sentir que soy útil, no vuelvas a pedir que me aleje, pídeme que te abrace o que llore contigo... — la abracé al saber que no pedía respuestas, ella nos las necesitaba. Tampoco estaba preparado para darlas.
— Gracias por estar aquí...
— Odié la vista de ese apartamento que dijiste...
— El mio tiene otra mejor — la sentí suspirar y luego sonreír. — puedes vivir conmigo.
— Solo quería que lo supieras no pensaba pedir permiso — esta vez fue mi turno de reír — ya me mude, vivo allí desde hace dos días...
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