El cementerio de los Santos
La presión que sentía sobre el pecho se desvaneció tan pronto pronunció "Seisen Excalibur", la tierra comenzó a descrebajarse, entre el hoyo que había provocado se colaba la luz de la luna, hacia años que no veía una noche como aquella. Shura se puso de pie dando un salto fuera de aquel féretro. A los cuantos segundos, los nombres de las técnicas de sus compañeros se hicieron presentes, y con ello emergieron hacia la superficie, Shura se dio media vuelta observando la cúspide del Santuario, observó el cielo y fue entonces que las vio, aquellas luces rasgando el cielo con el zumbido en diferentes direcciones.
¡Andando, no tenemos tiempo! Mencionó el sumo pontífice con un rostro pálido echándose el manto fúnebre sobre el hombro. Shura, Afrodita, Deathmask, Saga y el caballero Camus, respondieron al unísono, desplazándose hacia el santuario.
Shura se detuvo por un momento, observó por encima del hombro hacia aquella lápida "Aioros, Caballero de Oro", la tierra emitió un sonido, la tierra se abultó como si un gusano fuera a emerger, pero finalmente nada pasó, Shura luego chasqueó la lengua y retomó el camino.
Después de tantos años aún quieres luchar por la Diosa Atenea, eh, Aioros. Pronunció hacia él mismo mientras se inundaba con las voces desesperadas de aquellos que vivían en el santuario. La guerra había comenzado.
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