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Capítulo 1: Encarcelado.

Que puta rabia me da todo.

De nuevo la estúpida ley hembrista ha hecho de las suyas y ahora me han condenado a cadena perpetua.

Oh, lo siento. Aquí narrando un tonto sin educación que no se ha presentado. Me llamo Lars Ulrich, vivo en Dinamarca, cumpliré dentro de poco mis cuarenta años de edad y he sido enviado a la cárcel para siempre, por un puto error. Ya, un par de años les creo, pero... ¿Por siempre? ¡No me lo merezco!

Odio que ahora le den tanta puta relevancia al maltrato a la mujer pero se ríen del maltrato hacia los hombres, lo único que hice yo fue defensa personal. Que ahora la víctima haya acabado en el hospital en coma, y su familia pidió que la desconectaran para que muriera sin sufrir, ya no es problema mío. Si no condenan a las mujeres que matan por defensa personal, ¿por qué a los hombres sí?

Explico: yo soy un hombre divorciado de mi expareja Skylar Satenstein, que era una puta loca manipuladora. Se robaba mi dinero, era una mantenida, ni cuidada bien de nuestros dos hijos, me mandaba a mí a hacer los fines de semana a hacer todas las tareas del hogar mientras ella flojea todos los putos días del año... era hartante, el divorcio tenía que ir sí o sí. Lo peor de todo vino cuando ella comenzó a inventar estupideces de que yo le pegaba como pretexto para que yo no vea a mis dos hijos. La relación de pareja terminó pero mi rol de padre nunca. Eso me sacaba totalmente de mis casillas todos los días; recibir llamadas de amigas y parientes suyos amenazando con denunciarme por maltratador.

Ella me seguía cuando salía de casa y cuando regresaba de mi trabajo, me llamaba constantemente para lanzarme odio y mandarme cartas con insultos. Aveces yo le pedía de buena forma que me dejara en paz o que por último me dejara ver a mis hijos. Nada, la tonta no hacía más que empeorar. Yo buscaba ayuda legal y me ponían de pretexto de que ese no era ningún tipo abuso ni maltrato... Hasta que ella venía a mí sólo para insultar. 

Yo le cortaba el rollo de inmediato, le rogaba que me dejara en paz, hasta que empeoró para dedicarse a golpearme, yo por norma de educación no se lo devolvía por nada. Hasta que una noche la rabia me superó y la estrangulé con mis propias manos, amenazándola con que la mataría de verdad si no me dejaba vivir mi vida en tranquilidad. El problema es que no medí la fuerza con la que apretaba, entonces, ella cayó inconsciente pero yo creí que sólo se desmayó por asfixia, cosa muy común.

Cuando en realidad, casi la había matado.

Usaron en mi contra toda la falsa evidencia y yo traté de defenderme con mi evidencia real que consideraron "estúpida y sin fundamento". Por ello, me condenaron a prisión de por vida tras un juicio de tres puñeteros meses. Excelente, ¿no creen?

Hoy es mi primer día en la cárcel, donde comparto celda con otro idiota más, que ojalá no me viole en las noches.

Había oído que la cárcel de mi país, a diferencia de otras cárceles del mundo, las de acá son un privilegio para el reo. Eso espero.

Apenas entré al lugar... ¿En serio tenemos una litera? Joder, que limpio era todo, había un puto televisor con canales nacionales y un sub cuarto de baño que estaba muy bonito, además. ¿Somos prisioneros o somos privilegiados? Es que he visto tantas torturas por la televisión en cárceles brasileñas que ya venía con un trauma metido en la cabeza.

Conocí a mi compañero de celda, un moreno de mi misma edad, con pelo largo y muy rizado, no habla mucho que digamos, es bastante tímido, así que no le tomé mayor importancia a ese tema. Es que no me dijo ni su nombre. Se le veía algo deprimido eso sí...

A la hora del almuerzo, nos reunieron a todos los reos en la cafetería. Literalmente, aunque hubieran hasta raciones de sobra, habían unos simios que golpeaban a los que estaban al inicio de la fila por otra ración. Por eso me sentí incómodo a medida que iba subiendo de puesto hasta que, intentaron empujarme y negué.

- Hace la puta fila como los demás -me defendí-. No eres el único cagado de hambre aquí, idiota.

Me dieron una bofetada, luego se metió otro que me pateó para hacerme caer al suelo varios aprovecharon para colarse. Excelente, otra vez a la fil...

Olvídenlo, la señora dijo que se acabaron las raciones.

Primer día y no puedo almorzar, perfecto.

De vuelta en la celda, admiré a mi compañero.

- ¿Pudiste comer? -negó con la cabeza y se tapó la cara con la manta de su cama, él dormía en la cama de abajo- Yo tampoco, ¿siempre pasa eso? -asintió- Ohh... -hice una mueca- ¿Te molesta si pongo la tele? -negó- Vale.

La puse en volumen moderado para que durmiera tranquilo mientras yo me entretenía para evitar morir de hambre en lo que quedaba de tarde. No me dejarían salir al patio a convivir con otros reos hasta pasados un tiempo de prueba para saber qué tan problemático soy. Al menos las noticias estaban buenas...

Al cabo de un buen rato, me percaté de algo; mi compañero de celda, no estaba durmiendo. Lloraba en silencio, creyendo que yo no me daba cuenta. Cosa demasiado incómoda, no sabía si preguntarle qué pasaba o no sé... Opté para hacer como que no me di cuenta y mantuve mi mente en la televisión, pero oírlo sollozar por lo bajo mientras mi estómago rugía, no era algo bueno. Me tenía inquieto.

No es tan bonito el lugar como pensé que llegaría a ser.

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