18 | Retorno a la felicidad
༺CAPÍTULO DIECIOCHO༻
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Después de todo, mañana será otro día.
Margaret Mirchell | Lo que el viento se llevó.
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ATAVIADA con su maleta y los molestos guantes que parecían no querer absorberle el sudor de las manos, la joven institutriz de melena castaña (ese día arreglada en un perfecto recogido) se puso en pie bajo una postura adecuada y se preparó para abandonar Inglaterra después de casi cinco años viviendo en sus campos. Tratando de guiar mentalmente a su persona para la travesía que la esperaba a continuación.
Atrás quedarían todas las memorias vividas con especial cariño, pues durante esos últimos cinco años, debía dar total certeza de que su vida fue un completo huracán de emociones y experiencias, pero no infelices, sino todo lo contrario. Teniendo a su alcance la oportunidad de hacer nuevos amigos, de ampliar sus horizontes, aprender más allá de las páginas de un libro, hayar el amor en los lugares menos esperados y de descubrir con el corazón pleno que la familia no siempre nace de la sangre; Rosaline se marchaba esa mañana con el corazón triste, pero conforme.
Una nueva puerta siempre se abre para todos al final de un camino, y la suya estaba justo delante, esperando por ella para atreverse a cruzarla finalmente.
Ese día, la estación de Stepney se mostraba repleta de personas, muchas demasiado absortas en sus asuntos como para siquiera reparar en lo que sucedía alrededor. Habían bocinas sonando y hombres gritando, lores que echaban a correr con sus maletas en mano por la tardanza y niños que lloraban tirando de las faldas de sus madres. Toda una orquesta sinfónica de las más molestas. Pero aún así, Rosaline continuaba paseando su vista de un lugar a otro como si esperara que alguien fuese a aparecer en cualquier momento y cuando menos lo esperara.
Sin embargo, tras largos minutos parada en el mismo sitio, sin otra compañía más que la propia y a punto de perder su tren, terminó asumiendo que nadie vendría en respuesta a su mensaje del día anterior en el periódico.
O al menos eso pensó.
━En serio no creíste que te dejaría ir sin antes despedirme.
Aquella vocecita... no sería capaz de olvidarla ni aunque sufriera de una repentina de pérdida de memoria. Porque, ciertamente, le pertenecía a una persona demasiado especial en su vida.
Al voltearse, vio a Enola Holmes dedicándole una sonrisa pequeña, de esas que rara vez se permitía regalar a cualquier otra persona. Estaba embutida en la comodidad de un vestido beige sencillo, con el cabello largo y castaño ondeando salvaje con el viento fresco, haciéndolo parecer más mundano y tosco. Toda ella era una réplica exacta de la niña que conocía en una versión más adulta, más madura...
Inevitablemente, tuvo que tomarse un instante para fotografiar esa imagen en su mente. No sabía cuanto tiempo estaría lejos, pero mientras fuera así, deseaba poder recordarla con esa expresión de felicidad, siempre con el orgullo de saber que había ayudado a forjar a una muchacha de carácter fuerte e independiente.
━Pues por un instante realmente comencé a creerlo ━exclamó en una frase que salió más atropellada de lo que habría querido, como si de la nada fuera a echarse a llorar. Seguidamente, extendió los brazos a ambos lados de sus hombros para estrecharla con fuerza, experimentado el vago deseo de sostenerla y no querer dejarla ir nunca━ No sabes lo feliz que me hace el que hayas logrado escapar de ese internado del demonio.
Aún bajo la protección de su abrazo, Enola se encogió de hombros.
━Bueno, tuve un poco de ayuda.
Ambas permanecieron de esa forma por otro corto período de tiempo, apartándose poco después. La última vez que se dijeron adiós fue en la entrada de un colegio privado, con la promesa de que volverían a encontrarse pronto; ahora en cambio, ninguna de las dos tenía certeza de cuando volverían a verse la una a la otra. Por eso, Rosaline quería asegurarse de que todo estuviese en orden con ella. Irse con la seguridad de que aún sin su presencia cerca para guiarla, ella podría seguir adelante por su cuenta.
━¿Estás... bien ahora? ━se aventuró a preguntar, aunque no hacía falta, verla era prueba suficiente para darse cuenta de que todo marchaba estupendamente. Aún así, Enola movió la cabeza para asentir.
━Lo estoy ━le aseguró, apretando las manos de la institutriz entre las suyas. Pero luego, una interrogante la invadió como por arte de magia, dándose cuenta de que casi la había dejado ir sin preguntar aquello que llevaba dando giros en su cabeza desde que lo escuchó algunos minutos atrás━ ¿Sabes? Pasé hace un momento por la Real Academia y escuché una conversación entre mis dos hermanos. Al parecer, Sherlock se hará cargo de mi custodia a partir de ahora.
Aquella información hizo que su expresión se iluminara nada más oírlo.
━Bueno, me alegro de que al final ese cabezota haya entrado en razón.
━El caso es que Mycroft mencionó algo de ti... sobre que lograbas persuadir a las personas con facilidad ━continuó diciendo la menor, siendo cohibida en cada una de sus palabras a la vez que se dedicaba a mirarla con un dije de curiosidad━ Bueno, ciertamente tu influencia cambió algo en ellos, y en parte te debo las gracias porque eso arregló toda esta disputa. Aunque todavía no logro entender cómo terminaste viendo algo más en alguien tan raro como Sherlock.
Los ojos de Rosaline se abrieron gigantes ante esto y sus mejillas se tiñeron de un cálido color rosa perla a la vez que se hacía la pregunta de qué más se habría atrevido a resaltar Mycroft de su relación con su hermano mientras era ignorante totalmente de la presencia de la niña, y a saber Dios también lo que habría alcanzado a escuchar aquella granuja mientras los espiaba.
No obstante, el repentino silencio que se coló entre las dos, más la evidente cara de susto de Rosaline, fueron todo lo que necesitó Enola para llegar a tal conclusión.
━Caracoles ¡Entonces sí es verdad!
Intentando hacerla olvidar el tema, la castaña agitó la cabeza en vergüenza y suspiró con pesadez, mas era sabido que una vez la llama de la curiosidad se encendía en el interior de Enola Hedassa Holmes luego era muy difícil volver a apagarla.
━Es que no logro entenderlo, Rosaline. Ustedes son tan diferentes de tantas maneras.
━Ni que hiciera falta, niña, estas son cosas que el ser humano jamás logrará nunca entender ━le reprendió, asumiendo que no tenía por qué dar explicaciones de nada de lo que hubiese pasado entre ella y el detective━ Los corazones son caprichosos y a menudo nos sorprenden eligiendo a las personas menos esperadas, eso es lo que pasa.
Sintiéndose inconforme con la relativa y literalmente corta parte del chisme que le fue dada, la hija menor de Eudoria tuvo que resignarse a que este era un tema que su antigua profesora prefería no tocar, por lo que no insistiría más.
Aunque eso no lograba eliminar la espinita de la duda que se le instaló entre ceja y ceja.
━Pero es en serio ¡¿Sherlock?! ━exclamó, jamás en su vida se le habría pasado por la cabeza que entre su extraño hermano y su dulce institutriz pudiese existir algo más━ ¡De todos los hombres en este planeta! ¿Tenías que escogerlo a él, Rosaline?
Ella rió, sin poder resistirse, y tomó el juvenil rostro entre sus manos para depositar un suave beso en su entrecejo. Pues le parecía extremadamente adorable lo mucho que Enola podía llegar a parecerse a su hermano en ese tema.
━Algún día lo entenderás, Enola. Más temprano que tarde por lo que veo ━le hizo saber, justo cuando la imagen de aquel conde de apellido extraño cruzó su mente como una estrella fugaz━ Por cierto, me agradó tu chico. Es muy ingenioso y me voy intuyendo que hará un excelente trabajo en la Cámara de los Lores así como lo hizo su padre.
Con una mueca de desagrado, Enola le propinó un golpecito en el hombro ante la incómoda mención de Tewkesbury, el molesto marqués de Tontolandia al que había tenido el infortunio de cruzarse en su viaje a Londres, y el mismo que la rescató heroicamente de las garras de Miss Harrison horas antes de que ella resolviera el misterio que involucraba su persecución de una vez por todas.
━Yo no lo llamaría "mi chico". Él es solo un bobo con una creciente habilidad para meterse en problemas, eso es lo que es ━masculló entre dientes, molesta porque Rosaline no quitaba aquella expresión risueña de su rostro.
━Dime ¿Es por él que decidiste pintarte los labios hoy?.
━¡Rosaline!
━Vale, ya cierro la boca ━ella levantó las manos en señal de tregua, justo en el instante que el jefe de circulación de su tren elevaba la voz para hacer el último llamado de la mañana, causando que su corazón saltara enloquecido y ella se apretara el pecho para mantenerlo en su sitio. Al voltearse, descubrió que las facciones de Enola se habían tornado casi tan tristes como las suyas. Ambas sabían que ya no les quedaba mucho tiempo para extender esa despedida━ Voy a extrañarte, cabra de montaña.
La menor de los Holmes nunca se había considerado a sí misma como una persona emocional, solo en contadas ocasiones, y esta, para mal de su orgullo, era una de esas.
━Yo también, o al menos lo intentaré.
━Oh, sé que lo harás ━dijo, sus manos yendo directamente a arreglar las descuidadas mangas de su traje, acción que la llevó a percatarse de aquel objeto pequeño y brillante que llevaba en el pecho. Ella lo tocó con sus dedos━ Todavía lo tienes.
Enola agachó la cabeza para mirar el broche de diente de león con una sonrisa. Jamás lo diría en alto, pero la verdad era que no se lo había retirado ni un instante desde que se lo regaló la tarde de su cumpleaños.
━Fue un regalo. Para la buena suerte.
Esto hizo que Rosaline elevara una ceja, incrédula:
━¿No que no existía tal cosa como la buena fortuna? ━inquirió, recibiendo otra mueca burlona por parte de su estudiante antes de que ella se inclinara y volviera a dejar otro cándido beso sobre su frente pálida. Último acto de cariño que le dedicaría a su niña especial hasta que ambas se volvieran a encontrar.
Acto seguido, se despidió, echando a correr hacia su tren, el cual ya comenzaba a ponerse en marcha, para abordar el vagón correspondiente. Nadie más entró después de ella, por lo que dedujo que se encontraría sola durante todo el viaje de regreso a su país natal.
De pronto, una idea cruzó su mente. Tan inmadura y loca como podría ser viniendo de la niña que alguna vez fue, pero que en ese momento, pareció tomar posesión de sus acciones cuando la llevó a asomar su cabeza por la ventana, agitar el brazo y despedirse gritando a todo pulmón:
━¡No hagas nada que yo no haría, Enola!
Entre risas, la aludida continuó negando para sí misma, como si de las dos de repente fuese ella la más cuerda.
━¡Eso sería morirse de aburrimiento!━exclamó a modo de respuesta, comenzando a caminar tras el tren. Rosaline por su parte, continuó agitando su brazo con fuerza.
━Hasta pronto...
Cuando su figura se fue haciendo cada vez más pequeña, perdiéndose en el paisaje de la estación y los edificios de Londres bajo el crescendo azulado del cielo, las nubes y la luz del Sol incandescente; la joven institutriz se llevó una mano al pecho y se sentó correctamente en su asiento mientras observaba los campos pasar rápidamente a través del cristal.
Echaría de menos todo eso, más también todo lo que dejaba atrás.
De un momento a otro, uno de los ayudantes de circulación del tren la interrumpió de su profunda ensoñación al entrar a su compartimento y hacerle la entrega oficial de un papel doblado que, supuestamente, una mujer le había pedido darle antes de partir.
Extrañada, Rosaline se enderezó en su sitio y se apresuró en abrirlo, solo para descubrir otra frase desordenada que la hizo a pensar en posibles remitentes.
Et adireuq sal oesed ed royam al setreus et Anilasor.
Pronto su cerebro se puso a trabajar, analizando, organziando y escribiendo cada palabra en su cabeza hasta dar con al siguiente resultado:
Te deseo la mayor de las suertes, querida Rosalina.
No llevaba firma alguna, pero en la esquina del papel alguien había dibujado de forma muy cuidadosa una flor de Hortensia, lo que provocó que en sus labios asomara una sonrisa melancólica.
Eudoria.
━¿Se encuentra bien, señorita? ━al notar la sombra que se había adueñado de su rostro, el ayudante ladeó la cabeza en su dirección, pero ella solo volvió a reír sin importar que él pensara que se había vuelto loca.
Tomó una honda respiración, y por instinto, sus ojos volvieron a perderse en el escenario fuera del tren.
━No, pero lo estaré ━aseguró, aunque no supo si fue una afirmación más para sí misma que para él.
El mundo real era amplio, sí, y ella estaba lista para adentrarse una vez más en sus campos variados de esperanzas y miedos. Siendo dueña de su destino, ya nada la detendría para decidir que quería hacer y como. Su vida era suya, y el futuro dependía de lo que estuviera dispuesta a hacer para cambiarlo.
Sythorn Hall se veía tal y como la última vez que sus ojos tuvieron la oportunidad de verlo, aquella noche en la que el cochero la arrastró en contra de su voluntad hacia la carreta que la alejaría millas de todo lo que conocía. El jardinero había hecho un gran trabajo manteniendo la hiedra fuera de las paredes, pues la casa lucía imponente e inmensa bajo los rayos del atardecer, y las flores silvestres continuaban desprendiendo el mismo aroma embriagante que hacía nueve años atrás.
Cuando cruzó la verja, el campo de pasto alto la recibió más intenso que nunca, donde, desde su niñez, los parterres crecían asilvestrados. Habían altos arbustos de romero, y su fuerte olor la acompañaba a medida que avanzaba por el sendero que la llevaría hacia la entrada.
A lo lejos, alcanzó a divisar dos cabelleras pelirrojas que se movían por el patio en direcciones distintas. Una de ellas estaba agachada junto a las plantas de manzanilla, cortando algunas ramitas para guardarlas en su cesta, y la otra corría libre, con aquel par de trenzas saltando a lo largo como una liebre.
━¿Violet? ━sus labios se movieron por instinto, y una sonrisa de absoluta dicha surgió sin poder evitarlo. Fue entonces cuando su voz se elevó por encima del sonido del viento, y la cabeza de la niña se enderezó como un resorte.
Los ojos azules le brillaron con tal descubrimiento que trajo la suerte a su casa.
━¡¡Rosaline!! ━gritó emocionada, justo antes de salir disparada hacia ella━ ¡Daisy corre! ¡Rosaline regresó! ¡Regresó!
La otra joven echó a correr también cuando se dio cuenta de su presencia, y la castaña abrió los brazos para recibirlas a las dos en un ansiado y extremadamente necesitado abrazo. Las envolvió como pudo, puesto que ambas ahora eran mas altas que la última vez, aferrándolas por los hombros mientras salpicaba sus caras con besos de mariposa.
━Oh niñas... han crecido muchísimo. Ya son todo unas mujercitas. Daisy tu rostro y Violet tu cabello... ━exclamó dulcemente, resaltando cada una de sus cualidades━ Estoy tan feliz de volver a veros.
━¡Y nosotras a tí! Tenemos tanto que contarte, ha sido una tortuosa espera ━chilló la más joven, siendo rápidamente reprendida por el rostro adusto de su hermana mayor.
━Violet no grites. Nuestra prima debe estar exhausta de su viaje y tu voz solo la puede alterar.
━Tranquila, cariño. Todo está bien ━Rosaline tocó su mejilla para que supiera que no debía preocuparse por eso, volteando su vista hacia la gran villa que la esperaba con sus luces ya encendidas━ ¿Y el tío Barnum?
━Está en su habitación, nana Maggie ya le dio su medicina ━respondió Daisy con un suspiro, que viniendo de ella, fue tan ligero como el batir de las alas de un gorrión━ Ahora está durmiendo: generalmente permanece en una especie de letargo toda la tarde hasta las seis o siete de la noche ¿Te gustaría merendar con nosotras para después subir?
━Quiero pasar tanto tiempo a vuestro lado como me sea posible ━dijo, al tiempo que las abrazaba por cuenta nueva y ellas reían encantadas por esto. Era como si el tiempo no hubiera pasado en lo absoluto, y el lazo que compartían siguiera siendo tan fuerte como cuando eran niñas.
Encontraron a nana Maggie esperándolas en el comedor, lista para tomar el té de la tarde. La pobre anciana parecía más delgada, y su piel era más arrugada que una pasa, pero había sido ella quien se encargó de mudarse nuevamente a la villa para atender al señor Barnum una vez cayó en cama a causa de su enfermedad.
Las cuatro mujeres conversaron entretenidas por largo rato, tiempo en el que Rosaline tuvo chance de hablarles sobre como había sido su vida en Inglaterra, todo hasta que llegó la hora de darle la medicina y ella misma se ofreció a llevársela a su tío, el hermano de su madre, el mismo hombre que yacía debilitado en su cama, glacial, tasiturno, como si de un cadáver se tratase.
Al estar la habitación a oscuras, Rosaline se acercó al lecho y abrió las cortinas para permitir que los últimos rayos solares del atardecer calentaran el cuarto, cuyos muebles parecieron animarse para hacerla recordar sus pasados martirios.
━¿Eres tú, Rosaline? ━escuchó una voz arrastrada, perteneciente al hombre que comenzaba a abrir los ojos.
Venciendo su repugnancia, ella fue y se sentó en el borde de la cama junto a él.
━Sí, tío Barnum ¿Cómo se siente?
Ya antes se había jurado a sí misma que jamás lo llamaría tío otra vez; pero creyó que sería un pecado no hacerlo en aquel momento. Por mucho que él pudiese haberla dañado en su niñez, siendo el tipo de tutor déspota que le azotaba cada vez que cometía una falta a sus ojos, Rosaline nunca sería igual a él. Jamás se aprovecharía de su debilidad para cobrarse todo el dolor causado, pues la venganza no formaba parte de su persona.
Él le retiró la mano que había tomado y se quejó de calor, lanzándole una mirada fría como una daga, y la cual hizo a su sobrina comprender que abrigaba la misma gratuita aversión que toda su vida había cuidado de demostrarle. Pero ella no se dejó afectar por esto, muy a pesar de su pena y su odio, continuó firme a su lado.
━Usted me llamó y estoy aquí. Así que es mi intención permanecer a su lado hasta que sepa para qué necesitaba verme.
━¡Oh, por supuesto! ¿Has visto ya a mis hijas?
━Sí, y son dos muchachas encantadoras.
Él hizo una mueca que combinaba asco y decepción:
━Algo así, Violet es un poco fea, no sé si pueda encontrar marido algún día. Daisy en cambio tiene buenos modales, pero dudo mucho que alguien se interese en ella cuando sepa que no posee ni un centavo.
Volviéndose y revolviéndose, el mayor pareció irritarse de no encontrar lo que quería decirle. En su lugar, se dedicó él mismo a analizarla de pies a cabeza, odiando con creces el solo hecho de que se pareciese tanto a ese hombre desgraciado que había tenido la osadía de robarse y desposar a su hermana, aunque evidentemente su parecido con Pauline también tenía. Ambas compartían los mismos ojos verdes y la misma mirada inocente, aunque había algo en la de Rosaline que no había tenido la de su madre. Un extraño brillo de sabiduría afilada.
━Te he odiado en esta vida más de lo que pueda imaginarse. Por la carga que me dejó tu insensata madre en las manos, y las molestias que me causabas diariamente con tu incomprensible carácter y tus repentinos arrebatos ━se cubrió el rostro con una mano━ ¡sólo Dios lo sabe! Como no podía soportarte más te envié lejos, a Atwood, e incluso cuando la fiebre se desarrolló allí; murieron varias pupilas; y tu seguiste viva. Muy a pesar de que yo habría deseado que hubieses muerto.
━Extraño deseo, tío Barnum. Pero si se me permite preguntar ¿Por qué me odia tanto?
Como si acabara de ofenderlo con su pregunta, el mayor apartó la palma que nublaba su vista y clavó sus ojos asesinos en ella.
━Siempre me había repugnado el hecho de que tu madre hubiese tenido la oportunidad de ser libre, cuando yo nunca la tuve. Y cuando murió su esposo y te trajo con ella aquí, me opuse y la odié tanto por eso. Luego, ella enfermó y en su última hora me arrancó la promesa de cuidarte.
Parecía demasiado alterado y cuando ella se dispuso a retirarse, sin ganas ningunas de seguir escuchando sus comentarios venenosos hacia sus progenitores, el señor Barnum alzó la voz:
━¡No te vayas! Hay otra cosa que quiero decirte, mi espíritu se turbará si no te cuento la verdad ━la detuvo━ Reconozco que estoy muy mal, ya ni siquiera puedo mover las piernas, y deseo en este momento librar mi conciencia, dado a que mi desconsiderado hijo mayor ya no le importo y mis hijas se quedarán desamparadas ¿Me estás escuchando, niña?
━Alto y claro, tío.
━Bien. Te he hecho daño ya dos veces en esta vida. El primero fue haber faltado a la promesa que le hice a tu madre de criarte como hija mía, y el otro... ━hizo una pausa cuando un repentino ataque de tos lo llevó a encorvarse en su lugar, su cara se contrajo por un paroxismo que Rosaline temió fuese el último y tanto alboroto atrajo la llegada de nana Maggie y Daisy, quienes intentaron calmarlo, pero él solo se mantuvo señalando a la castaña como si fuese la causante de todos sus males━ Ve a mi armario, niña, y toma de la gaveta una carta que está allí.
Así como le dijo, Rosaline fue hacia el pequeño closet de cedro y obedeció cada una de sus indicaciones hasta dar con el preciado sobre. Este contenía una carta, corta y concebida en estos términos:
Estimado señor Barnum:
Recientemente me he enterado que mi difunto hermano Gideon tuvo una hija con su esposa, Pauline, y que esta luego de su muerte pasó a su cargo. Espero tenga la bondad de enviarme la dirección de mi sobrina, y decirme como está. Mi propósito es escribirle pronto y desear que venga a reunirse conmigo y mi familia aquí en Londres.
La Providencia ha bendecido mis esfuerzos para asegurar mi bienestar; y como soy soltero y sin hijos, deseo adoptarla y dejarle cuanto poseo.
Atentamente.
W.T
Estaba fechada de hacía cinco años.
Incapaz de seguir conteniendo aquella opresión que se instaló en lo profundo de su pecho, Rosaline apretó los labios, pero sus facciones se endurecieron inevitablemente. Aquello era demasiado.
━¿Por qué? ━preguntó, girándose sobre sus talones para mirarlo con lágrimas de rabia━ ¿Por qué no he sabido nada de ésto?
━En razón de mi aborrecimiento, no podía soportar la idea de que una mano adinerada te llevase a la prosperidad y le escribí diciéndole que habías muerto de tifus en Atwood. Pero considerando mi situación actual, no podía morir sin antes dejar a mis hijas en buenas manos.
Ella no articuló nada ¿Cómo podría? Superada por la emoción de saber que tenía una familia que la esperaba en alguna parte del mundo, deseando saber de ella, dispuestos a abrigarla bajo su ala... Definitivamente era mucho que asimilar en un solo día.
Se tambaleó, mareada por las emociones y siendo rápidamente socorrida por su prima, quien se encargó de guiarla hacia una silla cerca de la cama mientras August dejaba salir todo su arrepentimiento hacia sus acciones:
━Adelante, lanza todo el veneno que tengas en tu alma. Lo merezco. Dime que soy el peor ser humano existente en la Tierra, pero por favor, no abandones a Violet y Daisy...
Exhausta, pero sin apartar sus ojos ni por un segundo de los del hombre enfermo, Rosaline se dio cuenta de que este sería, quizás, el único acto de misericordia que habría de dedicarle a su alma para que pudiera marcharse en paz a donde sea que fuera. Al fin y al cabo ¿Qué iba a ganar con el resentimiento? En el Nuevo Testamento venía explicado que el buen cristiano debía amar a los enemigos; bendecirles y hacer bien a los que le aborrecen. Pues no es la violencia quien desarraiga el odio, ni la venganza quien lava la injuria. La vida era ya muy corta para nutrir este tipo de resentimiento, así que bien a partir de esa noche, ya no quedaría ningún rencor entre ella y August.
━Ámame u ódiame como quieras, tío. Te perdono y pido a Dios que te juzgue con misericordia ━y diciendo esto, tomó su mano callosa entre las suyas y depositó sobre sus nudillos un beso para sellar este juramento━ Por otra parte, no haz de preocuparte por el bienestar de mis queridas primas. Me aseguraré de que nada les falte nunca.
Y sentido el peso de sus palabras, el enfermo regresó a su sueño, ya más tranquilo.
Los siguientes días se resumieron todos en cuidados excesivos, entre viajes al pueblo cercano de Carter Village para buscar al médico, la preparación de un remedio u otro de plantas medicinales, noches enteras en vela, y aún así, fatigada por todos los quehaceres que parecían no darle tregua, Rosaline sacó algo de tiempo en una madrugada fría para escribir la respuesta a la carta del desconocido hermano de su padre en la quietud de su alcoba cerrada. En ella, explicó que su tío por error le había informado de su supuesta muerte, pero que en realidad estaba muy viva y agradecida por saber que tenía familia.
August Barnum murió apenas un mes después de su llegada, luego de permanecer sumido en una especie de estupor hasta exhalar su último aliento. Rosaline no quiso contarle nada a sus hijas hasta la mañana siguiente. Daisy se retiró a llorar nada más ver el cuerpo, y Violet, muy a pesar de ser la más joven de las dos, apenas se mostró afectada durante ese momento y el simulado funeral al que nadie asistió.
Ahora la parte más difícil acababa de iniciar, y no simplemente porque se quedaba a cargo de dos jovencitas que dependían completamente de ella, sino porque también debía encargarse de todas las deudas y tratos que August había dejado atrás con su muerte.
━¿Qué es lo que haremos ahora? ¿Tendremos que dejar la escuela y ponernos a trabajar? ━preguntó la joven Violet una tarde en la que las tres caminaban por el sendero que llevaba al arroyo en el que solían capturar ranas y salamandras en las orillas cubiertas de hierba cuando eran niñas.
Daisy enseguida la miró mal, restregándose la nariz con un pañuelo debido al polen que desprendía la corona de flores que su hermana llevaba en la cabeza.
━No seas dramática, Violet. Es obvio que las cosas cambiarán a partir de aquí. A papá le iba mal en los negocios y nos ha dejado en la bancarrota.
━¡Qué destino tan desdichado el que nos espera!
Entre negaciones, Rosaline se cruzó de brazos y se dedicó a observarlas a las dos. Tendría que llevar a cabo una ardua labor con ambas si quería enseñarles a ver el lado bueno de valerse por sí mismas.
━Oigan, no hablen como si todo estuviese perdido. Aún nos quedan algunas alternativas ━les dijo━ Hipotecaremos la casa y nos iremos a vivir a un lugar más pequeño. El dinero será suficiente para pagar algo de sus estudios y cuando consiga un puesto como institutriz tendremos estabilidad. Claro, evidentemente no será un estilo de vida lujoso, pero sí suficiente.
━¿Y qué hay de tu familia en Londres? ¿No pueden ellos ayudarnos? ━preguntó Violet, pero dado a que había pasado más de un mes desde que envió esa carta, la castaña consideró que lo más factible sería comenzar a buscar soluciones por su cuenta.
Igualmente, no era su deseo alejarse de Escocia por lo pronto. Todavía la lastimaba el solo hecho de pensar en cierto detective de Baker Street, porque era evidente que aún habían heridas que necesitaban sanar, y ella misma necesitaba salir adelante.
━Me gustaría quedarme un tiempo aquí antes de regresar.
━Pero...
━No seas insistente, Vi. Ya Rosaline sabrá cuando se encuentre lista ━la regañó Daisy, arrugando la nariz cuando otro súbito estornudo la sorprendió de la nada. Por su parte, Violet lanzó un sollozo forzado, girando como un trompo sobre sus menudos pies mientras canturreaba:
━Voy a echar de menos nuestro hogar aquí en Sythorn Hall. Oh ¡Adiós magnífico ruiseñor! Tu canto siempre será el más encantador de todos ¡Adiós a las prímulas del campo abierto! Ningún polen se comparará nunca al suyo.
━Definitivamente eso es algo que no voy a extrañar ━agregó Daisy, y al ver sus caras tristes, Rosaline se dijo que era tiempo para que las dos asumieran la realidad de una vez por todas.
━Niñas, sé que todo esto es muy nuevo para ustedes, pero puedo asegurarles que no es tan feo como lo pintan. Los cambios no son malos, solo no son lo mismo. Además, aún nos tenemos las unas a las otras ¿Acaso eso no cuenta?
Regalándoles una sonrisa que finalmente terminó por contagiarlas, la mayor de las Barnum abrió los brazos para envolverlas a las dos mientras continuaban su paseo, todo hasta que divisaron el inicio del riachuelo al final del camino pedregoso.
Violet fue la primera en quitarse los zapatos y echar a correr hacia la orilla.
━¡Vayamos!
━No. Yo no ━Daisy dio tres pasos marcha atrás, apartándose para que el agua no llegara a tocar los bordes de su vestido.
Esta vez fue Rosaline quien, burlándose de su postura, le propinó un empujón por la espalda para hacerla avanzar.
►━Bah, no seas tonta, Daisy ¡Arriba! ¡Arriba! ━desde la orilla, la menor de las tres Barnum sumergió sus manos en el agua y las salpicó con pequeñas gotas que salieron suspendidas hasta parar en su ropa. Esto claramente puso el grito de Daisy en las nubes
━¡¡Violet mi vestido!!
Las risas de una se combinaron con las de las otras entonces, formando una sinfonía exquisita que se elevó en el atardecer hasta hacerse parte del viento, y cualquiera que hubiera pasado por aquellos lares a esas horas se habría quedado encantado, observando a las tres juguetear en el lago mientras se lanzaban agua las unas a las otras hasta quedar completamente empapadas, sin importar que aquella actitud no fuera nada propio de una dama.
El cabello rojo fuego de las hermanas Barnum ahora era más parecido al oscuro castaño de Rosaline, y sus vestidos empezaron a pesar una vez salieron a la superficie, con los pies descalzos enfangados, pero portando una expresión radiante que eclipsaba hasta el color de la flor más hermosa.
Varios días después, cuando regresaba del banco tras cerrar el trato de la hipoteca de Sythorn Hall, el cartero la detuvo para entregarle la correspondencia que tanto había estado esperando.
Una grata sorpresa oculta entre líneas y tinta, que dejó demostrado que el mundo era un pañuelo, y que las personas menos esperadas podían terminar siendo más que solo una casualidad en su vida.
Estimada señorita Barnum,
Me complace informarle que vuestro tío sigue con vida, y ahora mismo se encuentra ansioso por conocerla finalmente. De igual forma, entendemos su situación actual en Sythorn Hall, y que su presencia debe ser requerida para otros deberes. De necesitar ayuda, no dude en contactarnos nuevamente.
Por mi parte, me alegra mucho el saber que compartimos parentesco, y me despido recordándole que su familia la estará esperando aquí en Inglaterra cuando sea que decida regresar.
Con amor,
Su primo, el vizconde Tewkesbury,
actual Marqués de Basilwether
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FINAL DEL ACTO UNO
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