107
Hyungsik se tapó el rostro con las manos cuando alguien abrió la puerta. Jimin entró en una de las casas modulares en las que había estado años atrás, cuando descubrió el terrible secreto que guardaban aquellas instalaciones.
En cuanto cerró la puerta, se encendió una tenue luz en el techo. El interior estaba completamente vacío. La casa modular no disponía de una chimenea, una mesa o un baño. No había muebles, ventanas, ni siquiera un catre para dormir. Solo contaba con una puerta con barrotes, justo en el centro, que se alzaba desde el suelo hasta el techo.
—Ha pasado mucho tiempo.
Hyungsik alzó la mirada e inesperadamente para él, no era Lee Minho, su carcelero, quien había entrado por la puerta, era el hombre al que creía haber asesinado.
—Parece que no esperabas verme. Creías que estaba muerto, ¿verdad?— Jimin esbozó una media sonrisa —Debe ser muy decepcionante para ti saber que estoy vivo.
Aunque a Hyungsik se le pasó por la mente preguntar cómo había sobrevivido, no lo hizo; no quería ver como se pavoneaba y se reía de él. Ya le resultaba muy violento que lo viera en esas condiciones, no quería darle el gusto de regodearse en su desgracia.
—¿En qué mes estamos?
—Diciembre.
—¿Cuánto tiempo llevo encerrado?
—Tres años y cinco meses.
Hyungsik había usado una piedra muy pequeña para marcar los días en la pared, pero como no tenía noción del tiempo, no estaba seguro de si su cuenta era correcta. Tener la certeza de que llevaba casi tres años y medio allí encerrado, fue un duro golpe para él.
—No quiero ser grosero, pero tienes muy mal aspecto— Jimin se sentó en el suelo, apoyando la espalda contra la pared —Aunque, sinceramente, me sigue sorprendiendo que hayas sobrevivido a las quemaduras. Supongo que por eso dicen que hierba mala nunca muere.
Minho le había comentado como el fuego había hecho estragos en el cuerpo de Hyungsik. Al ser el encargado de curarlo, fue testigo de todo el proceso. A pesar del chándal gris que lo cubría, Jimin pudo ver algunas marcas en cara, manos y pies.
—Te veo muy delgado— Jimin sacó una manzana del interior de su abrigo y le dio un mordisco —¿Cómo te trata Minho hyung? ¿No te da de comer?
Hyungsik se fijó en que tenía el cabello más largo que la última vez. También se detuvo a mirar su ropa. Jimin vestía un jersey negro de cuello alto, pero lo que más le llamó la atención fue el abrigo del mismo color. Hyungsik tenía frío. Aunque disponía de una manta para taparse, no era suficiente, sobre todo en los meses de otoño e invierno.
Las condiciones en las que vivía eran despiadadas. Hyungsik no podía salir. Nunca. Tampoco tenía la libertad de bañarse. Minho lo aseaba una vez al mes con Jungkook presente. A ninguno de los dos les preocupaba que pudiera escapar, dado que la casa estaba bien preparada. El maknae solo iba allí a velar por la seguridad de Minho.
Hyungsik jamás había intentado huir. En su estado, las probabilidades de noquear a Minho y después a Jungkook, eran prácticamente nulas. Tampoco recibía mucha conversación por parte de ambos. El maknae nunca se dirigía a él. Durante los primeros dos años solo lo miró con desprecio, pero después el odio se tornó en indiferencia.
Por orden de Yoongi, Minho le daba la comida necesaria para sobrevivir. Al principio, Hyungsik pasó mucha hambre, pero con el tiempo, su cuerpo se adaptó a recibir lo mínimo. Sus necesidades las tenía que hacer en un cubo de bambú, el cual se vaciaba cada vez que le llevaban la comida. Y aunque Minho ya no lo trataba tan mal como en los primeros años, debía andarse con mucho ojo cuando estaba con él.
El día en que su estado de salud mejoró, Hyungsik buscó la manera de manipularlo como había hecho con otras personas, pero la respuesta de Minho fue inesperada para él; su carcelero lo estranguló con tanta violencia, que ese día creyó que iba a matarlo.
—Me he ofrecido voluntariamente para custodiarte, pero no te equivoques conmigo. Por tu culpa murió Hoseok. Si haces algo mínimamente sospechoso, te voy a torturar hasta que veas que quemarte vivo no fue nada en comparación, ¿me has oído? Nadie lo sabrá y nadie te ayudará porque a nadie le importas una puta mierda.
Y en ese momento supo que no debía cabrear a alguien como él. Minho realizaba su trabajo en silencio, jamás le hablaba de Yoongi o de Inyeon, ni siquiera cuando se lo pedía. Era una persona muy leal a los suyos y Hyungsik sabía que por eso le habían encomendado esa tarea.
—¿No me cuentas nada?— le dio otro mordisco a la manzana —¿Cómo te va la vida?
—¿Dónde está Yoongi?— Hyungsik trató de ignorar el sonido. Morder, masticar, tragar, le parecía insoportable —¿Por qué no ha venido a verme?
—¿Y por qué iba a venir a verte?— Jimin dejó la manzana en el suelo y la mirada de Hyungsik se fue hacia ella —Mi marido está muy ocupado, ¿sabes? Bueno, está claro que no lo sabes, así que te pondré al día.
A pesar del hambre, Hyungsik apartó la vista de la manzana y la volvió a clavar en él.
—Tenemos tres hijos maravillosos. Jjin tiene un año y siete meses, y está en esa etapa en la que hace muchos sonidos adorables. Yoongi dice que parece un director de orquesta, lo que es bastante acertado en mi opinión. Nuestra hija Yeji, tiene cinco años y es muy inteligente. Últimamente ha desarrollado un interés por la botánica, dice que de mayor quiere ser un hada del bosque.
—¿Y Junggi? ¿Cómo está Junggi?
A Jimin no le gustó el tono con el que pronunció el nombre de su hijo. A pesar de su apariencia débil, Hyungsik no había dejado de ser un tipo desdeñoso y repulsivo.
—Junggi está fenomenal, gracias por preguntar— respondió mostrando una sonrisa encantadora —Desde el año pasado le hemos estado enseñando técnicas de supervivencia y ahora está tomando clases de tiro con arco. No es porque sea mi hijo, pero se le da francamente bien.
Hyungsik se mordió la lengua de la rabia. ¿Cómo había sobrevivido el niñato? Estaba seguro de que había muerto. ¿Por qué él y su maldito padre eran tan difíciles de matar? Le ponía enfermo lo orgulloso que se mostraba hablando de su familia, pero le ponía aún peor imaginar a Yoongi con esos tres mocosos. La felicidad que emanaba de Jimin no era fingida y verlo tan contento, con su familia al completo, era su peor pesadilla hecha realidad.
—¿Enseñar a un crío a usar armas no es maltrato infantil?— soltó con sorna —El bastardo solo tiene seis años, ¿me equivoco?
Jimin se levantó del suelo, abrió la puerta de la celda con la llave que tenía en el bolsillo y cuando se acercó al prisionero, Hyungsik alzó la cabeza y lo miró con tanta arrogancia, que le metió una patada en la boca.
—¡Vuelve a llamar a mi hijo bastardo y la próxima comida que te traigan, te hará cagarte vivo!
Hyungsik se dolió del golpe, incluso tuvo la sensación de que se le desprendió un poco de piel. A pesar de la rabia, se obligó a tragársela, dado que estaba en clara desventaja.
—Ya veo que sois una familia feliz— dijo tras escupir un poco de sangre —Pero sigues sin responder a mi pregunta. ¿Por qué no viene a verme? Llevo tres años esperando por Yoongi.
Jimin cerró la puerta con llave y volvió a acomodarse en el suelo.
—¿Y por qué iba a perder mi esposo el tiempo contigo?
—Él jamás me olvidará, él jamás podrá escapar de mí.
—¿Eso crees?
—¡Él jamás me olvidará!— repitió alzando la voz —¡No vas a conseguir que me olvide!
Jimin sonrió porque no podía ocultar que la indiferencia de Yoongi lo desquiciaba.
—¿Qué vas a hacer con Hyungsik?— le había preguntado después de salir del hospital —Minho hyung dice que se está recuperando. ¿No deberíamos matarlo?
—¿Sabes lo que siempre ha tenido Hyungsik?
—¿Un problema mental?
—No me refiero a eso, Jiminie— Yoongi se sentó sobre la cama —Él siempre ha tenido el control.
—¿Piensas arrebatárselo?
—Va a estar aislado del mundo hasta el día en que me vuelva ver y cuando eso pase, todo habrá terminado.
Jimin recordó las palabras de su marido mientras percibía como Hyungsik lo maldecía con la mirada. No tenía ni idea de cuánto tiempo pensaba mantenerlo allí encerrado, pero iba a apoyar a su pareja en cualquier decisión.
—Yoongi ya no piensa en ti.
—¡Mentira!
—Ahora su vida gira en torno a ser un padre entregado, un marido maravilloso, un tío cariñoso, un cuñado estupendo y un amigo increíble.
—¡Mentira!
—En su vida no hay espacio para pensar en un insecto como tú— aseguró en un tono sereno, pero firme —Mi marido está rodeado de personas que lo aman, algo que tú jamás sabrás cómo se siente.
—¡No lo voy a permitir, Yoongi no va a olvidarme!— Hyungsik trató de levantarse, pero estaba tan débil que no pudo sostenerse —¡No puede olvidarme! ¡No puede!
Jimin observó cómo se retorcía en el suelo. Aunque seguía siendo Park Hyungsik, no quedaba ni rastro de la fortaleza que una vez tuvo. Tres años encerrado, sin contacto con otras personas, excepto por Minho y Jungkook, lo habían quebrado tal y como Yoongi había asegurado.
—Esto te lo has hecho tú mismo.
—No, yo soy una víctima... Yo soy una víctima...
—Lo fuiste en tu infancia, igual que Yoongi, pero tú elegiste el camino equivocado, Hyungsik. Tenías la libertad de elegir, igual que la tuvo mi marido, sin embargo, decidiste ser como los que te dañaron en lugar de proteger a otros de lo que te hicieron a ti.
—No... Cállate...
—Yoongi y tú no sois iguales y nunca lo seréis— Jimin se levantó del suelo y lo miró con el desprecio que merecía —Espero que disfrutes de esta prisión y no sufras por Yoongi, soy su esposo y sé mejor que nadie cómo cuidar de él.
Esas palabras le sentaron peor que la patada que le había dado.
—¡Debí matarte hijo de puta!— gritó histérico, salpicándose con su propia saliva —¡Debí apuñalarte veinte veces en la cabeza y treinta en el corazón! ¡Debí rajarte como a un puto cerdo y colgarte de una farola!
Jimin sonrió. No iba a permitir que supiera que su agresión le había hecho pasar por un infierno. No estaba allí para insultarlo, estaba allí para mostrarle que su vida era maravillosa; que él y Yoongi estaban prosperando mientras él llevaba tres años cagando en un cubo.
—Me ha encantado verte— Jimin lo dijo en un tono burlón que lo enfureció aún más —Ahora, si me disculpas, voy a pasar la tarde con mi familia.
—¡Exijo ver a Min Yoongi!
Jimin abrió la puerta, pero antes de salir se dirigió una última vez a Hyungsik.
—Por cierto, a Yoon le encanta cuando le hago el amor. Que sepas que esta noche se lo pienso hacer suavemente, que es como más le gusta.
—¡Muérete hijo de puta!— Hyungsik siguió gritando lo mismo, incluso después de que Jimin cerrase la puerta. La luz se volvió a apagar, aunque le dio tiempo de ver que había dejado la manzana en el suelo. Desafortunadamente para él, estaba detrás de los barrotes y no podía alcanzarla.
Jimin alzó la mirada hacia el cielo sintiendo que se había quitado un peso de encima, mientras que Hyungsik, entre la oscuridad, se ahogaba entre sus propias lágrimas.
—Esto es impresionante. ¿Habéis respirado alguna vez un aire tan puro?
—Eso lo dices en cada montaña que pisamos, Joonie.
—Porque el aire de montaña es el mejor que existe— Namjoon se giró emocionado y encontró a sus novios tirados en el suelo, sobre cientos de hojas de Gingko —¿Qué estáis haciendo? ¿Estáis bien?
—¿Bien? Estoy muerto— respondió Hoseok dramáticamente —No he caminado tanto en toda mi vida... Ni siquiera siento los pies... Creo que se me han caído...
—Pero doctor Jung, ¿el ejercicio físico no es bueno para la salud?
—Para la tuya, no para la mía...
Seokjin soltó una carcajada por la expresión que puso Namjoon.
—No siento los pies, Jjwan— se quejó entre pucheros —La próxima vez vayamos a pasear en coche, ¿sí? Porfi, porfi.
—No te hagas el lindo ahora, todos sabemos que sigues picado porque Nini apoyó mi plan en lugar del tuyo.
—Pero solo porque dijiste de hacer un pícnic bajo un árbol de Gingko, en ningún momento dijiste que caminaríamos siete años por el tibet.
—Estamos en las montañas de Zhongnan, quejica. Ubícate.
Seokjin comenzó a quitarle el calzado a Hoseok para ver en qué estado tenía los pies. La energía del mediano por continuar discutiendo con Namjoon, se desvaneció en cuanto comenzó a sentir el masaje.
—Jjwan, eres el mejor... Te amo...
—Nini te consiente demasiado.
—Envidioso.
Namjoon abrió la mochila para preparar el pícnic. Mientras extendía el mantel tradicional de cuadros rojos y blancos, Seokjin continuó con el masaje para alegría de Hoseok.
—Gimes más durante un masaje que durante el sexo.
—Las manos de Jjwan son puro sexo, Joonie.
—La única verdad que has dicho en todo el día.
Seokjin notó que era el centro de sus miradas y sonrió.
—¿Qué le dice un plátano a una gelatina?
—Allá vamos otra vez— a Hoseok ya le entró la risa —¿Qué le dice?
—Todavía no me desnudo y ya estás temblando.
Ambos se rieron para deleite de Seokjin. Siempre que se daba la ocasión les contaba algún chiste y la mayoría de las veces conseguía hacer reír a alguno de los dos.
—¿Qué sería de nosotros sin los chistes de Jjwan?
Seokjin se inclinó sobre Hoseok para darle un beso.
—¿Cómo están tus pies?
—Mucho mejor.
Hoseok lo volvió a besar.
—Gracias.
—Lo que necesites.
Namjoon le acercó unas toallitas húmedas para que se limpiara las manos y después llamó a Mellie a voces. La perrita apareció corriendo como el viento. Se había entretenido jugando con una mariposa, pero ahora que era la hora de comer, ya no le parecía tan interesante.
—Eres toda una aventurera— Hoseok la alzó y la perrita le lamió la cara —Cuando vuelvas a ver a tus papás, vas a tener un montón de historias que contarles.
—Hobi, te recuerdo que Mellie no puede hablar.
—Yo seré su voz, no seas tiquismiquis.
Namjoon se rió. Llevaban todo el día picándose y lo estaba disfrutando como un niño.
—En estos años hemos llenado dos álbumes de fotos de Mellie— Seokjin le pasó los sándwiches a Namjoon para que los dejara sobre el mantel —Taehyung y Jungkook también van a poder apreciar los vídeos que hemos grabado de ella.
Hoseok la dejó en el suelo y la perrita comenzó a dar vueltas sobre sí misma. Seokjin se quitó la camiseta de manga larga mientras su novio jugaba con ella. Tenía la sensación de que algo lo había picado, pero no podía verlo porque el picor venía de la espalda.
—¿Podéis mirar si me ha picado un mosquito?
Namjoon se adelantó a Hoseok y encontró una inflamación en la parte baja de la espalda. El mediano sacó una pomada de la mochila que el menor le aplicó inmediatamente.
—Conocéis el chiste de...
—Lo conocemos— respondieron a la vez —No hay chiste sobre mosquitos que no nos hayas contado ya— aseguró Hoseok.
Seokjin frunció el ceño. Si en tres años de relación se había quedado sin chistes sobre mosquitos, debía ponerse a escribir algunos para seguir haciendo reír a sus novios.
—Incluso en otoño me pican— Seokjin quiso rascarse, pero no cedió a la tentación —¿No deberían haberse ido ya?
—Las precipitaciones, la humedad y las altas temperaturas suelen prolongar diversas plagas de insectos— explicó Namjoon —Si a eso le sumamos que eres muy guapo, es normal que se fijen primero en ti.
Las palabras de Namjoon lo pillaron tan desprevenido, que no pudo hacer otra cosa que echarse a reír. El menor amaba cuando Seokjin reaccionaba así. Sus ojos adquirían un brillo tan bonito que deseaba verlo todos los días.
—Joonie usando sus conocimientos para coquetear es algo que nunca pasa de moda— Hoseok se tumbó sobre el mantel —Parece el menos descarado, pero es pura fachada.
Seokjin estaba de acuerdo, sobre todo porque el flirteo del menor siempre surgía de la nada.
—Te quedó precioso— Namjoon besó el tatuaje que Seokjin tenía en el hombro derecho —¿Ves? Te dije que lo haría.
—Nunca lo dudé.
—Mentiroso.
—¿Cuándo he dudado yo de mi hombre?— Seokjin lo besó entre risas —Estoy orgulloso de ti, mi amor.
A Hoseok también le gustaba el tatuaje que les había hecho. Eran tres pájaros negros, como los que tenía Namjoon desde el vientre hasta el costado derecho. Seokjin había optado por un diseño similar en el hombro, Hoseok, en cambio, prefirió hacérselo en el tobillo derecho.
Los pájaros reflejaban el valor, el amor y la esperanza, y cada uno tenía una postura diferente mientras volaban. El pájaro que iba en cabeza cargaba con un objeto en el pico. El de Namjoon tenía una flecha dorada, el de Seokjin un pétalo de nomeolvides y el de Hoseok un trébol de tres hojas.
—Los dos fuisteis muy valientes— Namjoon seguía impresionado con las agallas que le habían echado ese día —Sobre todo tú, Hobi. Nunca pensé que accederías a hacerte un tatuaje y menos en el tobillo.
—Ni yo, pero esto no es un tatuaje, es una prueba de amor.
Seokjin estaba de acuerdo con Hoseok. Namjoon les había dejado usar el diseño de su tía que tanto significaba para él. Era un tatuaje con un gran valor sentimental y ahora los tres lo compartían.
Mellie ladró para recordarles que era la hora de comer y que seguía esperando. Seokjin se disculpó con ella y le sirvió inmediatamente la comida. Namjoon terminó de sacar las dos últimas fiambreras y el mayor señaló el contendido de la de color morado.
—Tienes que probar la coliflor en salsa bechamel, es simple, pero está riquísima.
Hoseok no oyó la sugerencia que le hizo. Se había quedado mirando el majestuoso árbol, cuyas ramas se extendían hacia el cielo. Las hojas eran tan amarillas, que parecían gotas de oro. Y como estaba tan cansado de la caminata, su cuerpo solo quería dormir bajo tanta belleza.
—¿Jwehope?
—Está disfrutando del encanto del lugar que yo elegí.
—Tienes razón, es muy hermoso— Hoseok apoyó la cabeza sobre el regazo de Namjoon y cerró los ojos —Ahora necesito dormir un poco. Luego pruebo la coliflor, lo prometo.
Namjoon lo besó en la boca ante la mirada de Seokjin. La caminata había sido muy larga y encima se había levantado temprano para preparar la comida, por lo que estaba casi tan cansado como Hoseok. Aunque en realidad era feliz estando con ellos en casa, salir a ver mundo y tener esa clase de citas juntos, le hacían extremadamente feliz.
Seokjin alzó a Hoseok mientras el pelirrojo soltaba unos sonidos más propios de cuando Mellie se molestaba porque la despertaban. En cuanto se acurrucó con él sobre el mantel, el mediano dejó de gruñir y se abrazó a su torso desnudo.
—No te has vestido, qué bien— Hoseok apoyó la mejilla sobre su piel y volvió a cerrar los ojos —Me encanta tu olor.
—Duerme un poco.
—Luego comeré mucho— murmuró adormecido —Has trabajado duro... Me lo comeré todo...
Seokjin notó que Namjoon lo estaba mirando y ambos se sonrieron. Era evidente que Hoseok necesitaba tomar un descanso y ninguno de los dos se iba a oponer a ello. Mellie se acurrucó a los pies del pelirrojo y Namjoon decidió aprovechar la oportunidad para dedicarse a una de sus nuevas pasiones.
Aunque habían acordado pasar el tiempo como personas corrientes, Namjoon se saltó las reglas para convocar un caballete. Había encontrado amor en la pintura y le gustaba crear paisajes casi tanto como hacer retratos de Seokjin, Hoseok y Mellie.
Namjoon los dibujó durmiendo bajo un árbol de Gingko, abrazados el uno al otro y con la perrita acurrucada a sus pies; pero también se dibujó a él en el lienzo, creando esa obra de arte que, una vez en casa, colgaría en la pared.
La risa de Yeji siempre agitaba el corazón de Yoongi. Tenía la tarde libre y había decidido ir con los niños a la playa. La pequeña estaba construyendo un castillo de arena con la ayuda de Sohee y Jjin. Junggi también se encontraba entre ellos, aunque un poco más alejado porque estaba leyendo un libro.
A Yoongi le gustaba ir a la playa en verano, pero lo disfrutaba mucho más en cualquier otra estación del año. No le agradaba el calor y además no se tenía que preocupar por si los niños se quemaban o se ahogaban. En diciembre bastaba con abrigarlos bien y no perderlos de vista. De hecho, podía pasarse horas allí con ellos, escuchando sus risas y disfrutando de su genuina felicidad.
Alguien le tocó el hombro y Yoongi alzó la cabeza hacia esa persona.
—Ahora estoy contigo— Jimin lo besó en la boca —Dame un momento.
Yoongi le concedió todo el tiempo del mundo para saludar a los niños. Yeji fue la primera que se echó sobre los brazos de Jimin. Sohee lo abrazó poco después y por último Jjin, que le enseñó orgulloso lo bien que había quedado la torre. Yoongi observó con una sonrisa como intercambiaban algunas palabras más y después lo vio dirigirse a Junggi, que cerró el libro para abrazar a su padre.
Jimin tardó unos cinco minutos en tomar asiento sobre el banco de madera que había instalado Sungjae varios años atrás.
—Eres su papá favorito.
—No digas chorradas, nos quieren por igual y lo sabes— Jimin le dio otro beso en la boca —Pensé que tu hermano y el mío estarían aquí.
—Han ido a montar a caballo.
—Cierto. Es su día en pareja, ¿verdad? Se me había olvidado.
Yoongi escuchó varios gritos y miró hacia los niños. La torre de arena se había venido abajo para disgusto de los pequeños.
—¿Cómo te ha ido?
—Está justo como dijiste que estaría— Jimin apoyó la cabeza sobre su hombro —Sé que no querías que fuera a verlo, pero necesitaba hacerlo.
—No te preocupes, lo entiendo— Yoongi cogió su mano con cariño —Tú también tienes una cuenta pendiente con él.
—¿Cuánto tiempo lo vas a dejar allí?
—Todavía no ha sufrido suficiente.
—¿Y si se suicida?
—No lo hará— afirmó Yoongi sin duda alguna —Le teme a la muerte, por eso se obliga a vivir. Aunque sea en las peores condiciones, prefiere sufrir a morir.
—Siempre me he preguntado por qué no lo torturas. Sé que está pagando por lo que hizo, pero... ¿No te dan ganas de ir más allá?
—¿Y si ir más allá me impide entrar en El Umbral?— Yoongi notó que Jimin no había pensado en esa posibilidad —Volver con Jin me importa más que ese miserable. Además, siento que este castigo es más apropiado para él y también para nosotros. No quiero que nos manchemos las manos más de lo necesario.
—Tienes razón.
Junggi se acercó con el libro en la mano. Jimin se apartó de Yoongi para que el pequeño pudiera tomar asiento entre ellos. Sin decir nada, se sentó y miró hacia el mar. No era un comportamiento extraño en él, a veces le gustaba reflexionar sobre lo que había leído junto a sus padres.
—¿En qué piensas?— Yoongi le acarició la cabeza —¿No te está gustando el libro?
—Me gusta.
—¿Entonces?
—¿Algún día tendré un amigo especial? Como papi y el tío Tete o appa y el tío Koo— Junggi no los miró, pero el tono de su voz sonó triste —Creo que no existe nadie para mí y ver a los demás con sus mejores amigos, me hace sentir mal.
La pregunta les dolió, pero ninguno de los dos se dejó notar la tristeza que sentían por la soledad de su hijo. Junggi ya no congeniaba con los niños de su edad. Era demasiado inteligente para las actividades que realizaban y sus intereses por la ciencia y la medicina, le habían distanciado de los críos con los que solía jugar.
A Junggi le encantaba pasar tiempo con Yeji y Jjin. También disfrutaba jugando con Sohee, Hoseokie y Namie cuando estaban de visita. A todos los consideraba parte de su familia y él, siendo el mayor, sentía la responsabilidad de cuidar de ellos. Con los niños de su edad, sin embargo, solo se aburría.
Taehyung había aconsejado a sus padres que, aparte de las clases privadas que le daban él y Changwook, estudiara con los adolescentes, dado que las materias que enseñaban eran más afines a su madurez.
Junggi llevaba unos meses en clase y se había adaptado de maravilla, pero sus compañeros, aunque eran amables con él, no lo incluían en sus grupos. Para algunos era insultante que un niño de seis años supiera más que ellos, mientras que para otros, era difícil ser amigo de un niño al que le doblaban la edad.
Junggi no congeniaba ni con unos ni con otros, y aunque estaba rodeado de gente que lo quería, sentía la necesidad de tener un amigo de verdad. No un hermano como Jjin o una hermana como Yeji, tampoco una prima como Sohee, o primos como Hoseokie y Namie, que aunque no lo eran de sangre, los veía como tal.
—No te rindas, mi vida— Jimin lo besó en la sien —Es posible que todavía no lo hayas conocido.
—O que todavía no hayáis encontrado intereses en común— añadió Yoongi —Tu tío y yo no nos llevábamos bien cuando nos conocimos. De hecho, nos caímos bastante mal.
—¿En serio?
—Sí, pero con el tiempo nos fuimos conociendo mejor y ahora lo quiero como si fuera mi hermano— Yoongi le puso la mano en la cabeza —No te cierres en ti mismo porque sientas que nadie te entenderá. Tarde o temprano, ese alguien que buscas aparecerá en tu vida.
Jimin deseó de todo corazón que su marido tuviera razón. Su hijo anhelaba la amistad de alguien y le preocupaba que no pudiera encontrar algo tan genuino como lo que tenía él con Taehyung. Solo quería lo mejor para Junggi, pero también sabía que aunque ser superdotado era algo extraordinario, le iba a causar algún que otro inconveniente.
—Voy a jugar— Junggi le dio un beso a Yoongi y otro a Jimin —Os quiero mucho.
—Y nosotros a ti, pollito.
La sonrisa del pequeño les quitó un peso de encima. Yeji, Sohee y Jjin lo recibieron con entusiasmo cuando se unió a ellos. Estaban reparando la torre y la ayuda de Junggi, que tenía buena mano para esa clase de cosas, les venía de perlas.
La relación que tenían sus hijos entre ellos y también con su prima, era el mayor orgullo de sus padres. Jjin era demasiado pequeño para entender todo lo que ocurría a su alrededor, pero Junggi los había aceptado con tanta facilidad, y Yeji se había integrado tan rápido en la familia, que daba la impresión de que los niños hubieran estado toda la vida juntos.
—Nuestro hijo estará bien, ¿verdad Yoon?
—Es normal que anhele tener un amigo íntimo— Yoongi le entregó el libro que estaba leyendo el pequeño —Tiene una mente brillante y seguro que le da mil vueltas a todo, pero es un niño estupendo, estoy convencido de que lo encontrará.
Jimin echó un vistazo al contenido del libro y vio que la parte que estaba leyendo su hijo trataba de la genética mendeliana.
—Algún día me podrá explicar cómo salió tan inteligente porque de mí no lo sacó.
Yoongi se rió y Jimin le pegó con el libro.
—Oye, es tu turno de decirme, no cariño, por supuesto que lo sacó de ti, y no reírte a carcajadas.
—Me gusta cuando me pegas.
—Ya estás otra vez con tus fetiches raros.
—¿Quieres que enumere los tuyos?— Yoongi le devolvió el golpecito —¿Eh, Min Jimin? ¿Quieres?
—Vamos a jugar con los niños, seguro que necesitan un poco de ayuda.
—¿Estás usando a los niños para cambiar de tema?
Jimin se adelantó entre risas y Yoongi lo dejó estar. La pareja se ofreció a echar una mano para alegría de los niños. Yeji y Sohee le mostraron a Jimin lo que debía hacer mientras Jjin buscaba los mimos de Yoongi. El más pequeño de la familia no tardó en quedarse dormido entre los brazos de su appa.
Junggi, que estaba llenando un cubo de arena, notó algo en el cielo y alzó la mirada. El día estaba despejado, no se encontraba ni una sola nube en el horizonte, pero la luna estaba visible y lucía de un tamaño mayor de lo habitual.
—Es preciosa.
Dijo también un chico de ojos verdes que estaba mirando la luna desde otra parte de la isla.
Algunas personas habéis preguntado por Hyungsik, ahora ya sabéis lo que ha pasado con él. Jimin se ha quedado a gusto, ¿no? ¿Cuánto tiempo creéis que lo dejará Yoongi allí metido? 🤔
La relación entre Seokjin, Hoseok y Namjoon sigue creciendo cada día. Después de tanto drama, al final llegó la felicidad. 💜
¿Quién será el chico de los ojos verdes? 👀
Gracias por leer otro capítulo más. Sé que muchas personas no contáis con mucho tiempo, así que gracias por gastarlo aquí conmigo. Espero que tengáis una feliz semana. Cuidaros mucho. 😘
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