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009

— Mara, despierta — Escucho una voz lejana y como sacuden mi cuerpo.

— Dejame dormir — Le digo a la voz mientras entierro mi cara en la almohada.

Otra persona entra a la habitación — ¿Por qué mierda aún está en la cama?

— No se quiere despertar, está muy cansada, ¿Que quieres que haga? — Le dice la primera persona y suelto un quejido, quería dormir.

— Saca todas las cosas importantes de mi oficina y súbelas al avión, yo me encargo de esto.

Siento una manos en mi rostro y abro los ojos adormilada.

Distingo que es Samantha la que tiene mi rostro en sus manos y vuelvo a cerrar los ojos.

— Vamos, Dolcezza, debemos irnos de acá — Dice intentado levantarme.

— ¿Por que? — Dejo que me siente y la miro adormilada.

Sea lo que sea que me haya dado Sebastián, fue fuerte.

— Si nos quedamos acá, moriremos.

— Entonces déjame — Vuelvo a tirarme en la cama.

— Osvaldo está en el avión esperándote — Me dice y vuelvo a abrir los ojos, mirándola — Si no te levantas ahora mismo, no cumpliré mi palabra de no hacerle nada.

— ¿Enserio? — Murmuró sentandome.

Está rueda los ojos y bufa — No entiendo porque te preocupas tanto por el, pero si.

— Porque ha sido bueno conmigo — Tomo su mano para levantarme y hago una ligera mueca — ¿Estás celosa de que me lleve bien con el?

— Mejor cállate — Murmura y suelto una risita, aunque luego bostezo contra mi mano — Vamos, en el avión podrás dormir.

— ¿No me quieres llevar? Me duele el cuerpo otra vez — Hago un puchero.

— Ven acá — Me toma al estilo nupcial.

Escondo mi rostro en su cuello y cierro los ojos, aspirando su rico aroma.

— ¿A donde iremos? — Le pregunto.

— Una isla secreta por los momentos — Me contesta bajando las escaleras.

— ¿Quienes irán?

— Los de siempre — Contesta — Y nuestros hombres de mayor confianza, no cualquiera conoce esa isla.

— Mhm — Murmuró — ¿Quien fue la que me estaba despertando?

— Ari, aunque no lo logro — Bufa.

— ¿Y Victoria?

— ¿Esto es un puto interrogatorio o que vergas? — Dice con molestia — Creo que ya está en el avión, estaba buscando unas cosas.

— Perdón por hacer tantas preguntas — Murmuró y me quedo callada.

Pasan unos pocos minutos mientras camina hacia afuera y escucho un ruido lejano de un avión.

— Mejor sigue haciendo preguntas — Dice de repente.

— Que bipolar eres — Bufo y está suelta una leve risita, que me saca una sonrisa.

— Me gustan tus tontas preguntas.

— No son tontas, es curiosidad — Me quejo.

— Si, como sea — Rueda los ojos y me deja en el suelo.

Veo el avión muy cerca y todos están subiendo a este.

— Oye — Me toma de la barbilla — Victoria se sintió muy mal cuando te dijo eso y se arrepiente mucho, que lo sepas.

— Eso deberías decírmelo ella — Bufó.

— Lo sé, pero quiero que lo tengas en cuenta, ¿Si?

— Bueno — Murmuró.

— Ahora vamos al avión, rápido, están por atacar la casa.

Asiento rápidamente aún un poco confundida y nos subimos al avión, topandonos con todos ya arriba.

— Tienes el sueño muy pesado — Me dice Ari a un lado de Juan.

— Los medicamentos y el estrés me dejaron muy cansada — Digo encogiendome de hombros.

— Ven — Samantha toma mi mano — No nos molesten.

— Si, señora — Dice Ama con burla y Samantha solo rueda los ojos.

Samantha me lleva por unos pasillos del avión y luego entramos a una habitación, la cuál es bastante grande.

Este puto avión parece una casa.

— Siéntense, ya vamos a despegar — Dice Victoria con un libro en las manos.

Tomo asiento a un lado de Samantha y cierro los ojos, apoyando mi cabeza en su hombro.

Luego de un rato donde creo que me quedé dormida, ya habíamos despejado.

— Te estás quedando dormida en todas partes — Me dice Samantha cuando me quito de su hombro y restriego mis ojos.

— Sebastián también vino, ¿Verdad? — Pregunto y está asiente — Puedes decirle que me dé un rápido chequeo, me siento un poco mal, sobretodo por el dolor del cuerpo.

— Ire a buscarlo — Dice soltando un suspiro — No se en que momento me volví la sirvienta de nuestra supuesta prisionera, me obliga a cargarla, a buscarle el doctor, solo falta que te dé la comida en la boca.

— No me des ideas — Bromeó y la miro con una sonrisa — Gracias por todo eso, enserio.

— No agradezcas, dulzura — Me dice, aunque luego se queda pensando unos segundos — Mejor si, agradeceme pero a besos.

— Lo pensaré — Le contesto sonrojada.

— Iré a buscar a Sebastián, ya vengo — Deja un beso en mi sien y sale de la habitación.

Miro a Victoria, la cuál está concentrada en el libro entre sus manos aunque noto algo particular.

— ¿Sabes leer al revés? — Le pregunto con una ceja alzada.

— ¿Que? — Levanta la mirada para verme confundida.

— Tienes el libro al revés, Victoria — Lo apunto y está lo mira, para luego acomodarlo con las mejillas sonrojadas — Seguro fue una lectura interesante.

— Yo quería... Disculparme — Hace una mueca — Fui una idiota al decirte eso, yo sé que tú no querías pasar por esa situación, solo estaba alterada y las palabras salieron sin control, pero te juro que al instante me arrepentí.

— ¿Tu disculpandote? Tengo entendido que nunca lo haces — Digo con burla — Solo no vuelvas a insinuar nada así, Victoria, creeme que pasar por esa situación otra vez fue una pesadilla para mí.

— ¿Otra vez? — Pregunta — ¿Ya conocías a Santomé?

Antes de que conteste, la puerta es abierta y por ella entran Sebastián junto a Samantha.

— Sam me comentó que te sientes mal — Dice Sebastián entrenado con un maletín — Dime tus síntomas.

— Me duele el cuerpo — Le digo — Y tengo hambre.

Sebas suelta una risita — Eso no lo soluciono yo, linda, solo debes comer algo. Te daré un medicamento para aplacar el dolor y trata de comer algo de proteína y verduras.

— ¿Quieres pollo o carne? — Me pregunta Samantha oprimiendo un botón.

— Pollo a la plancha — Contesto.

Está asiente y abre la puerta, dejando ver a una azafata.

— Trata de no moverte bruscamente por la herida que tienes allí abajo — Dice sacando unas pastillas del maletín y Victoria me pasa un vaso de agua — Y descansa lo más que puedas.

— Bueno — Me tomo la pastilla y le regreso el vaso a Victoria.

— Debes echarte está crema allí abajo cada 4 horas, es para cicatrice más rápido — Me dice dándome un bote de crema — Lo mejor es que alguien te ayude.

Lo miro con las mejillas sonrojadas y Victoria suelta una risita entre dientes al verme sonrojada.

— Le voy a pedir ayuda a Samantha si sigues riéndote — La amenazó y está se pone sería de golpe.

— Mejor me iré — Dice Sebas riendo — Cualquier cosa, me llamas y vengo corriendo.

— Gracias, Sebas — Le agradezco.

Este sale de la habitación y Samantha cierra la puerta.

— En 20 minutos la azafata trae la comida — Informa Samantha y me mira confundida — ¿Por que estás sonrojada?

— Porque la ayudaré a echarse una crema para cicatrizar las heridas de sus partes — Dice Vic con una sonrisa ladina.

— Nadie dijo que te diría a ti — Murmuró sonrojada.

— ¿Entonces te ayudaré yo? — Pregunta Samantha con una sonrisa ladina.

— Prefiero decirle a Ari, gracias.

— Lo siento, pero no — Niega Samantha con seriedad — Ari no puede ver lo que es nuestro.

— ¿Suyo? — Pregunto con una ceja alzada.

— Ajá — Dice sentandose a mi lado — Si no quieres que lo hagamos nosotras, te traemos un espejo.

— Yo si lo quiero hacer — Se queja Victoria.

— Cállate — Le decimos Sam y yo.

Está bufa y nos quedamos en silencio, no era incómodo ni tenso, era normal.

— ¿Me ayudan las dos? — Suelto de repente.

— ¿Enserio? — Preguntan las dos sorprendidas.

— Pero, solo ha echarme la crema — Les advierto, especialmente a Victoria — Nada de meter mano.

— ¿Por qué me miras específicamente a mi? — Se queja la platina.

— La mala fama no te la quita nadie — Se burla Samantha.

— Solo te ayudaremos con eso, Dolcezza, no queremos incomodarte — Me dice Vic luego de mirar mal a Sam.

— Pero primero quiero comer.

Las dos están de acuerdo y a los minutos llega la comida, la cuál como con rapidez, tenía mucha hambre.

— Toma una papita — Me ofrece Vic y abro la boca.

— Yo también quiero una papita — Dice Sam intentado tomar una papa frita del plato de Vic, pero está aparta la mano de esta con un golpe — María Victoria.

— Las papitas son mías, Mara es la única que puede tener una.

Sam bufa y suelto una risita, mirando a Vic.

— ¿Me das otra?

— Por supuesto, Dolcezza.

La platina deja otra papita en mi boca, pero en ves de comerla, volteo mi rostro hacia Sam y acercó la papita a su boca. Está capta la indirecta y abre la boca, comiendo la papita y robándome un beso en el proceso.

— Me siento traicionada — Dice Victoria ofendida.

Suelto una risita y dejo un beso en los labios de esta, sacándole una sonrisita.

Luego de terminar de comer, la azafata retira los platos y Samantha cierra la puerta con llave.

— ¿Estás segura que quieres que estemos las dos? — Me pregunta Sam.

— Si, necesito que una me eche la crema y que la otra me distraiga de lo que esté haciendo la otra — Les digo quitándome el pantalón.

Puedo sentir la mirada de las dos bajar a mis piernas desnudas, comiendome con la mirada. Carraspeó y las miro con una ceja alzada.

— Yo me ofrezco a echarte la crema — Me dice Vic con falsa inocencia.

— Sueña — Le digo con burla y está bufa.

Bajo mis bragas y me siento en la cama, para luego quitarlas por completo.

Siento como Vic se pone detrás mío y me abraza, dejando un beso en mi mejilla.

— Necesito que abras las piernas, dulzura — Me dice tomando la crema.

Un recuerdo de los momentos que pase con Santomé llega a mi mente y me tenso, poniéndome pálida.

— Ey, tranquila — Escucho la voz de Victoria contra mi oído y cierro los ojos, soltando un suspiro — Samy solo te echara la crema y listo, no pasará mas nada.

— Relájate, Dolcezza — Samantha acaricia mis piernas con sus dedos — Tomate tu tiempo.

Luego de unos minutos vuelvo a abrir los ojos y miro a Sam, la cuál está de cuclillas frente a mi.

Abro las piernas poco a poco, dándole una gran vista a Sam de mi vagina.

Noto como está toma un respiro y relame sus labios, sus pupilas se dilatan por la vista.

Intenta centrarse en lo que tiene que hacer y luego de sacar la crema en su dedo, lo acerca a mis partes.

— Sentirás un poco de frío y como te toco, ¿Ok? — Me avisa y asiento.

Muerdo mi labio inferior cuando aplica la crema en la herida y me relajo al sentir los suaves besos de Vic en mis mejillas, y hombros.

— Te encantará la isla, es muy acogedora — Me asegura.

— ¿Podre ir por los alrededores sola? — Le pregunto.

— Si, no es como que te fueras a ir nadando en medio de la nada — Se burla y Sam suelta una risita.

Ruedo los ojos y miro a Samantha, la cuál termina de echarme la crema. Antes de que cierre las piernas, está deja un suave beso en mi muslo que me descoloca.

Jesus, María y José.

Virgen santísima.

Está pasa mis bragas por mis piernas y luego se queda mirándome fijamente con una ceja alzada.

— ¿Estás bien?

— Si — Balbuceó.

— Creo que la dañaste — Bromea Vic mientras acaricia mi espalda — Párate para ponerte las bragas, Mara.

Me levanto y Samy sube mis bragas, hasta dejarla ajustadas en su sitio y quedando frente mío.

— Muero por qué llegué el momento donde te las quité y no te las ponga — Me dice acariciando mis caderas — Iré a lavarme las manos, ponte el pantalón.

Que poeta.

Me pongo el pantalón mientras Sam se va al baño y me acuesto en la cama junto a Vic.

— ¿Cuánto falta para llegar?

— Un par de horas aún, Dolcezza — Dice está acariciando mi cabello — ¿Te puedo hacer una pregunta un tanto incomoda?

— Si, claro — Digo con el ceño ligeramente fruncido.

— ¿Cómo conocías a Daniel Santomé? — Me pregunta.

Trago saliva y escondo mi rostro en su pecho, evitado mirarla.

— Mara — Me dice intentado levantar mi cabeza.

— Victoria, déjala — La regaña Samantha.

Siento como el otro lado de la cama se unde y deduzco que es Sam.

— Cuando ella quiera decirnoslo, lo hará — Dice la rubia y asiento contra el pecho de la platina.

Me acurrucó contra Samantha cuando está toma mi cintura, abrazándome por esta.

— Duermete, nosotras te avisamos cuando lleguemos — Dice Vic acariciando mi cabello.

No tenía que pedirlo dos veces, por los mimos que estaba recibiendo y el sueño que me cargaba, ya estaba en mi quinto sueño.

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