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Scottie


La casa de su tía era muy diferente a lo que estaba acostumbrado. No había un armario lleno de trastos antiguos, ni un balcón en el que tomar el sol... ¡Ni siquiera había una sala de juegos! Scott se sentía abrumado y muy solo a pesar de que estaba con sus primos y la perrita de la tía Elinor...

Pero en realidad, era un rollo. Max y Sam eran unos plastas que sólo quería romperle las cosas. Y Chris era muy y mayor y nunca estaba en casa.

Scott echaba mucho de menos a sus padres No los había visto desde aquella noche. Y le habían dicho que no los volvería a ver porque estaban en el cielo.

Cuando entró en la cocina el primer sábado por la mañana, sus primos aún dormían y su tía estaba sentada en una banqueta al lado de la encimera.

Scott estuvo a punto de decir "buenos días", pero se detuvo al ver que ella estaba hablando por teléfono. Sabía que era de mala educación interrumpir a alguien al teléfono.

Se quedó parado frente a la puerta, la mujer aún no le había visto. Como era un niño delgaducho y bajito, se escondió con facilidad detrás de la puerta. "También es de mala educación escuchar a alguien a escondidas" pensó, desanimado. Sin embargo, se quedó ahí.

Al mirar más cuidadosamente descubrió que su tía estaba llorando. Tenía todo el maquillaje hecho un gurruño.

-Ese cabrón pagará por lo que hizo, se hará justicia –Scott dio un respingo al escuchar el taco. Aun así, sabía a quién se refería su tía con aquello... Al hombre malo que había entrado en el que había sido su hogar...

-¡Me importa una mierda dónde esté! Esto no se va a quedar así... -dijo ella. Al niño le dio miedo porque parecía enfadada y muy muy triste a la vez.

Debió respirar muy fuerte o hacer algún ruido, porque su tía se volvió y le vio allí medio oculto entre las sombras.

-Scottie –susurró. Ya no parecía enfadada. Era como si de repente tuviera un montón de ladrillos sobre los hombros, y eso que en realidad estaba sentada muy recta, como siempre. Colgó el teléfono sin dar explicaciones-. Ven aquí –extendió los brazos hacia su sobrino. Él corrió hacia ella y se dejó acunar.

-Todo va a estar bien –Elinor apoyó la barbilla sobre la rubia coronilla del niño mientras le dedicaba palabras tranquilizadoras. Scott asintió. Iba a ser todo diferente, pero estaría bien.

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