Capitulo 6
-Señor.... Diamond... no. – Me separé, él unió nuestras frentes. Nuestra respiración era entrecortada.
-Charlotte, en verdad lo siento, lo siento tanto cariño, siento tanto que lloraras por mí. Perdón por no ser lo suficiente para ti. Perdona pequeña. – Sus ojos comenzaban a cristalizarse y mi corazón se hizo pequeño.
-Tenemos que hablarlo.
-Estoy dispuesto cielo. Estoy dispuesto a recuperarte si me dejas. – Me tomó del brazo y me encaminó al comedor.
-James... señor Diamond. – Me corregí. – No aquí. Este es tu lugar y tendrás más ventaja. No quiero que el dolor nos nuble a ambos. Necesito pensar con claridad.
-Espérame un segundo, iré a cambiarme y bajamos al restaurante.
-Preferiría un lugar sin mucha gente.
-Tengo el sitio adecuado, regreso pronto.
Mientras yo me había quedado de pie en la estancia, me di tiempo para reflexionar a cerca de que es lo que le diría "James te amo y estoy dispuesta a perdonarte" no, claro que no. No podía aventarme a sus brazos como si nada hubiese pasado, no podía arriesgarme de nuevo a que me rompieran el corazón. En un santiamén regresó cambiado con jeans, camisa azul cielo, un chaleco de lana azul marino y un saco sport color negro. Un abrigo color marrón oscuro que le llegaban a las pantorrillas y sus zapatos marrones pulcramente limpios como siempre. Le daban el toque que recordaba, mi excelente profesor.
-Pensaba que pasaríamos desapercibidos.
-Hace un frío horrible afuera. Toma. – Abrió una chamarra de invierno. Sin rechistar me la puse porque en realidad mi sudadera no ayudaba mucho. Su roce con mi piel me puso de gallina. Rápidamente me distancié. - ¿Vamos? - Asentí y me puse la capucha de la sudadera. – Tranquila nadie ocupa este elevador. – Entrelazó nuestros dedos y llamó al ascensor.
Al entrar y bajar por el ascensor se me hizo la espera muy larga para llegar al estacionamiento. Gracias al cielo que no volvimos a pasar en la recepción, sino Giselle la de pechos grandes mostraría de más los pechos y me mataría con la mirada. El contacto de nuestras manos juntas me causaba conflicto, durante todo el tiempo que estuvimos juntos en Canadá, solo manteníamos contacto físico en el sexo, pero nunca nos comportábamos como lo hacen los novios.
-Esto también es nuevo para mí. – Lo escuché decir.
-No creo que sea necesario.
-Me he prometido que nunca te dejaría escapar.
-No hagamos promesas falsas. La iglesia los odia.
-No es falsa Charlotte, estoy dispuesto a volver a ganarte, no me importa si tenga que arrastrarme por el mundo hasta que tú de nuevo me aceptes.
-¿Qué pasa si yo no quiero volver?
Se quedo petrificado y el elevador abrió sus puertas en nuestro destino. Aún con las manos entrelazadas y sin respuesta de su parte avanzamos en busca de su automóvil. Nos detuvimos ante un Audi A8L negro.
-¿Esto es tuyo?
Abrió la puerta del copiloto solo con pegar su celular a la palanca de la puerta. Y me subió como todo un caballero. Algo muy nuevo de él. Me abrochó el cinturón de seguridad y al verme que no me iba a mover cerró la puerta y rodeo el auto para tomar su lugar delante del volante.
Con rugido tuene puso en marcha el automóvil y marcó en la pantalla del tablero, nuestro destino. Leí "Opportunitá" vaya, que lugar tan adecuado para nuestra situación. Por las bocinas del auto pude escuchar los acordes de una hermosa melodía, la mujer comenzó a cantar despacio y si mal no me confundía era en español.
-¿Qué dice la canción? Su armonía es hermosa, ¿Acaso es español?
Sin obtener respuesta, el siguió con la mirada al frente tomando el volante con suavidad. Por el cristal pude visualizar que entrabamos en una zona muy clásica de Italia. Los edificios se volvían más pequeños y las calles estrechas, dudaba mucho que llegásemos al restaurante o lo que fuera en auto, algo me decía que debíamos estar caminando muy pronto. Al terminar los acordes James detuvo el auto frente un pequeño lugar que se encontraba muy colorido por fuera, como si fuese primavera cuando el invierno apenas se dispersaba. Bajó rápidamente del auto y me ayudó a bajar. Otra vez entrelazó nuestras manos y ambos caminamos hacia dentro del restaurante.
-Signore Acker, è un piacere rivederti – Mencionó con entusiasmo quien parecía ser el dueño del lugar.
-El gusto es mío Archie. – Respondió James con un pulcro italiano.
-¡Vaya! ¿Qué tenemos aquí? – Su vista se poso en mí. - ¿Quién es la bella dama?
-Charlotte. – Le extendí la mano.
Como buen italiano, me besó ambas mejillas y por último la mano.
-Un gusto Charlotte, bienvenida al restaurante "Opportunitá de Archie" ¿Acaso te he visto por aquí antes?
Agaché la mirada.
-Lo dudo querido Archie. – Pronuncié bajito. – Apenas he llegado a la ciudad.
-Necesitamos una mesa de bajo perfil. – Intervino James.
Archie lo miró con la ceja fruncida y los labios torcidos.
-Martha – Llamó a una mesera. – La mesa de reservados por favor para el señor.
Martha como buena trabajadora. Nos guio por las mesas hasta llegar a una que se encontraba al fondo de todo el lugar; las paredes era lo que nos rodeaba, sin ventanas y ojos que pudiesen preguntarse que pasaba.
Cada uno se sentó en frente del otro. Yo con la espalda a la puerta y el con la vista en mí. La mesera le pidió el abrigo a James quien se lo proporcionó sin dejarme de ver. Cuando se dirigió a mi le dije que estaba bien, era mejor quedarme con el abrigo puesto que ser descubierta por todos. En un silencio incomodo, la mesera nos dio tiempo para checar el menú y hacer nuestros pedidos.
-¿Quieres algo en especial?
-He cenado con la reina antes de venir. Pero no me importaría pedir lo que fueses a pedir. El que no ha comido eres tú.
Lo miré esperando alguna respuesta, pero solo le hizo señas a la camarera para tomar el pedido.
-Dos solomillos de cerdo por favor, con una botella de Châteaux Margaux 1990.
-Señor solo tenemos del 2000 hasta 2010. – Hizo mención la mesera del año añejo del vino.
-Pues del 2000 entonces. – Su tono de voz se elevó. Y por lo poco que lo conocía sabía que estaba comenzando a enojarse.
La mesera rápidamente se llevó los menús y le brinde una sonrisa tranquilizadora cuando se retiró de nuestra mesa.
-¿Por qué no contestas a mis preguntas? – Ataqué.
-Porque no sé como vas a responder Charlotte. No sé a que atenderme contigo, cuando pienso que estamos bien, solo desapareces de la ciudad y no te vuelvo a ver en meses y gracias a tu hermano.
-Tú sabes muy bien que no me fui porque estuviéramos precisamente bien.
-Lo estábamos Charlotte, lo estábamos. Ambos teníamos algo.
-No, yo lo tenía, tú solo tenías con quien divertirte.
-Te lo he dicho, no es así. Las cosas las malinterpretaste, traté de explicártelo millones de veces y nunca quisiste escucharme.
-No fueron millones señor Diamond, y, además, ¿Qué pensaba? ¿Qué al escucharlo iría corriendo a sus brazos? Señor mis ojos no engañan con lo que miré aquella noche. Y luego lo que pasó días después, ¿Acaso creías que nunca me iba enterar? ¡Tenias una relación con la modelo! Todos los medios decían que las campanas de la iglesia ya estaban próximas a sonar.
-Todo era falso, todo era mentira, nunca tuve una relación sentimental con Nicolette, no fuimos nada.
-Pero si sexuales, ¿O me lo vas a negar?
La mesera llegó con nuestra botella de vino y nos sirvió a ambos. El ambiente se encontraba tenso que hasta la pobre me pareció que lo sentía, al tener las copas llenas se retiró. Bebí un sorbo de aquel vino tinto y sentí mi garganta quemarse, no sabía exactamente si esto me lo producía aquella bebida o eran mis ganas de gritarle todo lo que tenia en mente.
-No lo haré, pero todo eso fue antes de conocerte.
-James tú y yo al principio ni siquiera nos llevábamos bien.
-Eso era un escudo para protegernos, protegerte a ti, protegerme a mí.
-De que, ¿De tu doble vida acaso? Me he odiado cada segundo desde que pensé que esto podía ser algo más de que ambos íbamos en el mismo sentido, pero aquella noche me hizo saber que estaba muy equivocada.
-Charlotte. – Me tomó la mano por encima de la mesa. – Nunca he querido tanto algo, como que tu me perdones y me dejes intentarlo de nuevo.
La comida llegó a nuestra mesa y rápidamente aparté mi mano. La mesera nos sonrió ajena a nuestro conflicto y se retiro no sin antes preguntar si nos hacia falta algo. James no perdió tiempo en pinchar algo del solomillo, se notaba que se encontraba hambriento. En cambio, yo era la que tenía un nudo en el estómago.
-¿No vas a tocar tu platillo? – Detuvo el tenedor ante de llegar a su boca.
-Te he dicho que he cenado con la abuela antes de llegar.
-Charlotte, he visto que levantan los platillos mucho antes de que siquiera puedas probarlos bien y conociéndote, sé que aún tienes hambre, ¿Acaso vas a hacerle saber a Archie que no te ha gustado su comida?
-No es eso, sino que en realidad no tengo hambre.
-Charlotte, come... por favor.
Mirandola aun pasmada por pedir las cosas de buena manera, decidí que si le daba un bocado al solomillo tal vez se quedara conforme y más rápido nos involucráramos en nuestra conversación pendiente. El solomillo estaba delicioso y el vino le daba la combinación perfecta. Justo después de que James termino su platillo lo acabé con el mío, no sabía exactamente cuantas veces había gemido por el sabor, pero estaba segura de que a James no le importó, porque sus ojos nunca me quitaban la mirada. La mesera llegó y relleno las copas y levantó los platos ya vacíos.
-Así que te ha gustado.
-Me ha encantado, ha sido el mejor solomillo que he probado.
-¿Mejor que el estadounidense?
-Mejor. – Sonreí.
La temperatura del restaurante se me hacía muy calurosa, así que, sin importarme, me quité el abrigo que tenia encima y lo dejé sobre la silla. Solo conservaba la capucha de la sudadera.
-Charlotte, ¿Estas dispuesta a escucharme? – Comentó en un susurro. Estaba segura de que temía de mi respuesta.
-Esta bien, ¿A eso hemos venido hoy cierto?
Inhaló profundamente y exhaló despacio, relajando cada parte de su cuerpo.
-Aquella noche, no te esperaba en mi casa y mucho menos esperaba que aquello pasara. Recuerdo que Nicolette se había presentado en casa para suplicarme que asistiera a su fiesta de cumpleaños, le aseguré que entre ella y yo no había nada, que los encuentros sexuales que habíamos tenido solo eran eso, sexo, solo sexo.
>>Le pedí que se retirara de mi casa, que tenía cosas importantes que hacer y era verdad semanas atrás ya me había atrasado con el plan de estudios que me pedía semanales el señor Knigth y desde el inicio del semestre yo era el más puntual de todos, así que aquella vez solo quería ponerme al corriente con los asuntos universitarios porque pensaba pasar el fin de semana contigo.
>>En el momento que estaba por subir por un cambio de ropa para irla a dejar al aeropuerto porque ella había llegado en la tarde de sorpresa a mi apartamento, era lo menos que podía hacer, acompañarla a tomar su vuelo. En ese preciso momento que le di la espalda para depositar los platos de comida en el fregadero la vi desvestirse en la sala, le pedí explicaciones de porque lo hacía. Fui al baño busqué una bata y me acerqué a ella con la intención de dársela.
Mi corazón palpitaba con fuerza, aquel momento lo había repetido por varias noches en mi cabeza, haciéndome sufrir, la imagen se recreaba nuevamente él y Nicolette besándose ante mí. Las lagrimas corrieron sin parar.
-No, Charlotte, no, no, no llores. - Sentí su silla al lado mío y rodearme con los brazos. No dejó de relatar su versión.
>>No sé si lo notaste aquella noche, pero ella tomó la toalla con la intención de ponérsela o bueno eso creía yo, cuando de repente solo la vi abalanzarse hacia mis labios, mi cerebro apenas procesaba lo que estaba pasando, yo no creía que estuvieras ahí detrás de la puerta y cuando la separé supe que era tarde. Nunca la besé porque quisiera ella fue la que propició todo, no sabía con que intenciones y mucho menos que era lo que quería. Fui detrás de ti, pero era tarde, cuando bajé por las escaleras, tu ya estabas montada y partiendo en el taxi, no supe que hacer, estaba molesto conmigo mismo, con Nicolette, con el mundo, pero especialmente me odiaba. No tenía otra opción más que regresar a mi departamento e ir en tu búsqueda.
>>Al regresar al departamento aún seguía Nicolette ahí de pie, si, esperándome, y diciendo incoherencias no le presté atención pasé de ella, subí a mi habitación y me puse una camisa y me calce los zapatos, al tomar la llave del auto solo recuerdo que le grité que se largara de mi casa y que jamás me volviese a buscar. Ya no recuerdo si exactamente le dije algo más porque estaba muy enojado era una fiera y si no me lo crees puedes preguntárselo a mi hermano. Cuando fui a buscarte ni siquiera sabía donde podías estar, lo único que se me vino a la mente era que pudiste llegar a casa, pero al estacionarme enfrente supe que no estabas ahí, estuve tentado a bajarme tres veces, pero no lo hice, por temor a que tus padres hicieran muchas preguntas si tú no estabas ahí. Cuando las luces de tu casa se apagaron por completo supe que nunca habías llegado, algo me lo decía y al regresar a mi apartamento lo deje todo patas arriba, deshice cualquier cosa que pudiese estar aun de pie. El recuerdo de tu cara triste me siguió por toda la noche y al verte el día siguiente en clase y que no quisieras hablar conmigo los próximos días me hizo sentirme el hombre más infeliz.
>>No creo que haya necesidad de contarte el calvario que viví los meses siguientes estoy seguro de que tú también lo sentiste. Tu hermano me visitó varias veces y él puede contarte todo lo que pasó.
-Me lo contó. Lo siento.
-No cariño, no debes de disculparte, tú no hiciste nada malo, el culpable aquí solo fui yo.
-¿Puedo preguntarte algo?
-Lo que sea cariño, siempre encontraré las respuestas para ti.
-Si no estabas dispuesto a ir a la fiesta de cumpleaños ¿por qué después apareciste en todos los sitios de chismes?
-Esa es otra historia larga. No sé si fue transmitido por televisión, pero igual lo contaré. Nicolette al atar cabos de que ambos teníamos algo me amenazó diciendo que escribiría una carta al decano Knigth diciendo que teníamos una relación consentida por ambos y yo no iba a dejar que aquello tirara a la basura todos tus esfuerzos de años en la universidad, conmigo podía hacer lo que sea y ella lo sabía, pero no le permitiría que se metiera contigo. Así fue como acepté asistir a su dichosa fiesta y además estaba por atrapar a un socio, así que decidí que podía matar dos pájaros de un tiro.
>>Cuando me presenté en aquella fiesta el acuerdo era que ninguna foto se publicaría y muchos menos saldría a nivel internacional en los medios publicitarios, pero al llegar a la fiesta todo no había sido lo planeado y siempre he sido un hombre que impone respeto Charlotte o bueno hasta que te conocí. Antes de ti todo me importaba, era tan meticulosamente ordenado que después de ti nada me importó y Damián te lo puede asegurar. En aquella fiesta todo fue según mi plan no estuve ningún segundo cerca de Nicolette más que por la alfombra porque ella me obligó, era parte de su trato hacerle pensar a todos que teníamos algo cuando no era cierto. Después de pasar por ese martirio que según fue alfombra, fui por mi nuevo socio y al acordar que teníamos una cita en mi despacho la próxima semana a la cual nunca asistí me salí de aquel lugar y fui en tu búsqueda. Bueno más bien traté de llamarte porque no me podía regresar de Nueva York la empresa que estábamos inaugurando mi hermano y yo necesitaba muchas supervisiones.
>>Te llamé varias veces, deje muchos mensajes de voz y cada vez que no contestabas terminaba estropeando el celular con la pared, ya ni recuerdo cuantas veces cambié de número porque todos quedaban hechos añicos. Cuando regresé a Vancouver el director me había informado que te habías dado de baja temporal por asuntos personales y que era muy probable que no regresaras a Vancouver. No sabes cuanto me dolió saberlo. Dejé todo ahí en ese instante y me disculpe con que no me sentía bien, era verdad, el corazón se me había oprimido tanto que dolía, así que salí para buscarte por el campus y no sé como acabe en tu puerta de tu casa de nuevo. No me bajé del auto por miedo de que tus padres nos descubrieran, aunque a esas alturas ya nada me importaba, pero lo hice por ti, porque eres la única que me importa. Estuve ahí hasta que oscureció y supe que te había perdido. Nunca se abrió esa puerta ni para ver a tus padres salir o entrar y supe que ya te habías ido, que ya era muy tarde. Y mis meses fueron peores.
-Pensé que te habías olvidado de mí y que yo nunca fui algo especial.
-No Charlotte, desde tu partida, supe lo que era en realidad querer a alguien, me gustaría intentarlo de nuevo, tener algo bien.
-Creo que ya es muy tarde.
-¿Estas comprometida con el tío del banquete? – Sus ojos comenzaron a tornarse oscuros.
-No. – Puse mi mano sobre su corazón. – No sé ni siquiera que somos.
-Pues puedes dejarle muy en claro que no son nada cielo.
-No es tan fácil James, el me ayudó a sobrellevar todo esto, el peso de la corona, mi nueva vida y tu ausencia.
-Siento tanto no estar ahí para ti, pero te desapareciste de todo Vancouver que si no fuera por tu hermano aun estuviera divagando en el limbo.
-¿Cómo se conocen tú y mi hermano?
-Estudiamos juntos un año en ciencias económicas igual, tuvimos en común la carrera de filosofía, él por su titulo y yo por en ese entonces aportaciones extras a mi carrera.
-Un delicioso postre para la ragazza (Chica) – Archie nos interrumpió.
-Gracias – Pronuncié cuando dejó en la mesa un pequeño brownie relleno de chocolate derretido con helado de vainilla arriba y jarabe de fresa.
Tomé la cuchara de postre y me llevé un pedazo a la boca. Gemí de placer, el postre era simplemente delicioso.
-Acaso ¿Para el cliente más recurrente no hay uno?
Archie rio.
-Solo a las bellas damas como la ragazza, Archie concede postres gratis.
Reí bajito y eché la cabeza hacia atrás propiciando que el gorro se me cayese. Archie se sorprendió al verme.
-¡Alteza! – Dejé rápidamente el cubierto sobre la mesa y me puse el gorro lo más rápido que pude. Archie hizo una reverencia. Me sonrojé, me habían descubierto. James y yo nos quedamos viendo por unos minutos. – No se preocupe alteza, aquí no ha pasado nada. Cenen tranquilos y disfrute del postre, yo me encargo que nadie la vea.
El muy amable Archie nos dejó a solas y les pidió a los meseros que nadie se acercará a nosotros. Le debía algo grande a aquel hombre.
-Tranquila – Pronunció James al ver que me puse en modo alerta – Archie no dirá nada. Es bueno guardando secretos.
-¿Cómo lo conoces?
-Es amigo de mi padre, en sí ya de la familia. Mi madre le tiene mucho respeto, el fue quien los unió.
-¿Por eso me has traído aquí? – Regresé a comerme mi delicioso postre.
-Debía intentarlo, mi madre siempre ha dicho que este lugar es especial y lo he comprobado. – Me quedó mirando.
-¿Qué? – Dije incrédula.
-No te muevas.
Lo vi acercarse y con la punta de su lengua me limpió un poco del chocolate derretido que se me había escapado de los labios para después terminar con un casto beso.
-Creo que pudiste decirme que tenía chocolate fuera de los labios.
-No hubiera aprovechado mi oportunidad.
-Si querías probar el brownie pudiste pedírmelo.
-Me ha sabido mejor como lo obtuve.
Me sonrojé. Tomé un poco de lo que había sido el postre más delicioso y se lo introduje en la boca.
-Para que veas que no soy egoísta.
Gimió al saborear bien el chocolate con la mezcla del helado.
-Es exquisito como tú.
-¿Cómo es posible que digas tantas cosas en menos de tres minutos?
-Me haces quitar mi lado romántico.
-Dudo que eso sea romanticismo.
-Lo estoy intentando.
Después de terminar con el postre, James se ofreció en pagar, pero Archie fue quien se lo negó. Dijo que la casa invitaba. Sin insistir ambos dimos las gracias por la cena y el postre, algo me decía que aun así James se encargaría de pagar la cuenta completa y hasta dar muy buena propina.
El trayecto a su departamento fue el mismo, solo la música se escuchaba por los altavoces, al llegar al imponente edificio, tomamos el elevador exclusivo que nos dejo en la planta deseada.
-¿Quieres algo más? ¿Algo en específico? Puedo prepararte lo que sea.
-Me he quedado satisfecha con lo del restaurante gracias. – Por fin me quité la capucha y el abrigo. - ¿Podemos terminar nuestra charla pendiente?
-¿El comedor, la sala o mi habitación?
-Creo que la sala esta bien. Tu chimenea me transmite el calor necesario.
-¿Una copa de champagne?
-¿Pretendes embriagarme? – Lo vi desaparecer en la estantería de vinos.
-Pretendo que pongamos reglas.
-¿Tenemos un contrato? – Regresó a mi lado con dos copas burbujeantes. Ambos nos sentamos en el amplio sillón, uno al lado del otro.
-Sea lo que tengamos me bastará siempre que estés a mi lado.
-Si sabías que David era mi hermano, ¿Por qué en un inicio pensaste que era mi novio?
-No lo recordaba, te dije que solo nos habíamos conocido por un semestre y después él dejo la carrera y pensé que la tierra se lo había tragado, nunca intercambiamos números. – Recuerdo aquello, esa fue la temporada donde la gente descubrió que vivíamos fuera de Italia y fue lo que nos hizo cambiar de país por tercera vez. – Así que cuando te vi con él la primera vez no se me paso por la cabeza que era tu hermano.
-¿Cuándo supiste que él lo era?
-Él fue quien me buscó. Me habló después de robar el número telefónico de tu celular cuando lo visitaste, me preguntó quien era y al escuchar mi nombre, él unió cabos y terminamos recordando aquellos tiempos de jóvenes adultos. Después todo lo nuestro se volvió un caos y él estuvo de acuerdo en ayudarme a recuperarte.
-Si tu me habías ocultado tú pasado y yo me molesté, ¿Por qué tú no lo hiciste con él mío?
-Porque ya te conocía. Ya sabía quién eras, cuando llegué a la universidad de Vancouver y leí tu nombre en las listas algo me decía que te conocía, claro ahí estas solo como Charlotte Reynolds. Busqué tu información por mar y tierra, pero parecías un fantasma, todos sabían lo básico de ti, una extranjera que acaba de llegar a la ciudad para estudiar. No me creí el cuento, así que moví algunos contactos y descubrí quien eras. Y al haber pasado mis primeros años aquí ya te conocía lo bastante bien.
-¿O sea que fui tu amor platónico todo este tiempo?
-Ni yo sabía que ya me había enamorado de ti, desde hace tiempo atrás.
-Vaya mi destino ya estaba descrito desde antes que pudiera crearme una conciencia. – Bebí un poco de champagne. - ¿Cuándo pensabas contarme que eras un empresario reconocido a nivel mundial?
-No pensé que importara, antes de tomar mi trabajo como catedrático de la universidad siempre estaba sumergido en comprar acciones y expandir nuestra empresa de bienes raíces, comprar y vender. Pero un día me harté y dije que experimentaría algo nuevo, quería salir del ojo público y siendo un profesor lo cumpliría. Llega un punto en donde ya no quieres ver tu cara en revistas y mucho menos que la gente comience a asociarte con cualquier mujer, cuando solamente estas teniendo sexo. – Bebió su copa de un trago. – Por supuesto contigo es diferente, nunca creí que solo tuviéramos sexo.
-¿Piensas conservar ambas vidas?
-He renunciado a mi puesto en la universidad, por si Nicolette pretendía sacar más de mi persona, así ya no podrá hacer nada. Solo me queda la empresa y recuperarte.
-James. – Bebí otro poco. – Ahora soy una princesa, si antes me cuidaba de mis padres ahora imagínate cuidarme de millones de personas.
-No me importa viajar a otro país para solo vernos.
-No es la cuestión de solo vernos James, tú sabes que la realeza siempre debe ser el ejemplo para todos y si alguien nos vincula por tan pequeño que sea el asunto, esto se descontrolará.
-No me importa enfrentarme a quien sea, siempre y cuando estés a mi lado, si permanecemos juntos te aseguro que nada puede pasarte.
-No temo por mí. Temo por la reacción de mi abuela, la reina.
-Charlotte, has vivido casi toda tu vida fuera del palacio.
-Si, pero ahora he aceptado las responsabilidades que mi titulo y sangre conllevan. Mi hermano eligió su vida y él no tuvo que batallar tanto, míralo, ahora es futuro rey de noruega. Mientras que yo, siempre llevaré el titulo de princesa hasta que me muera y mi matrimonio debe ser aceptado por la reina.
-Cielo, no nos preocupemos por un futuro, miremos solo el ahora, el ahora es lo que importa, si tu dices que deseas darme otra oportunidad para conquistarte de nuevo te aseguro que la reina, el palacio, los títulos serán lo de menos más adelante.
-Tengo que pensarlo, han sido muchas declaraciones en una noche. Además, es tarde.
-Dime que te quedarás a dormir hoy. Solo dormiremos lo juro.
-James he salido a escondidas del palacio, al no verme en la mañana todos estarán buscándome.
-Te iré a dejar mucho antes de que salga el sol, por favor solo quédate esta noche.
Su mirada se notaba cansada y su alma pedía algo de compasión, no podía negársela, él había sufrido tanto como yo que ahora ambos necesitábamos uno del otro, necesitábamos por lo menos estar juntos una noche más.
-Esta bien. – Dije dándome por rendida.
Entrelazó nuestras manos y dejo mi copa a medio terminar en la mesita de cristal. Me guio por un pasillo del lado derecho de la sala, distinguí dos puertas, la que el abrió mostraba una amplia habitación, la cama estaba de frente al gran ventanal donde la ciudad se alumbraba a nuestros pies.
-Es precioso. – Pronuncié al ver a la multitud despierta aún.
-Una de las cosas por las que lo compre.
-¿El edificio?
-Si. Mi hermano pensó que era una mala idea, pero ahora me llama puto cabrón.
Me quedé sorprendida. Él tenía más fortuna de la que podría imaginar. Se acercó a su armario y me obsequió unos pantalones de dormir, con su camiseta blanca. Me señaló el baño sin formular la pregunta y corrí a cambiarme. El baño se encontraba en la parte derecha y la ventana era la misma que la de la habitación, solo una pared separaba ambos lados. Un yacusi se encontraba entre la unión de la ventana y la otra pared contraria de la divisora de la habitación. Una tina estaba acomodada de manera vertical entre la pared y la ventana, la ducha se encontraba en su propio cuarto de cristal, el lavabo y el inodoro se encontraban al lado de la pared de concreto.
-James... estem... - Regresé a la habitación para pedirle ayuda con las grandes persianas y lo encontré únicamente en boxers, a punto de ponerse los pantalones de pijama.
Se dio cuenta de mi presencia y se puso los pantalones lo más rápido posible.
-¿Es posible que tenga un poco de privacidad en el baño? – Señalé las ventanas.
-Cielo, estamos a más de 200 metros de altura es imposible que alguien pudiese notar que te estas cambiando. – Se acercó a la mesita de noche y pude observar su delicioso torso bien formado por el ejercicio. – Con este control, puedes correr las cortinas y automáticamente se encenderán las luces del techo. – Me mostró un control remoto que él mismo pulsó, pero yo apenas podía apartar la vista de su torso. – Señorita es mejor que usted vaya a cambiarse o no respondo.
Regresé a mi mundo.
-Oh si, claro, claro. – Me dio un beso rápido y yo aproveché para correr al baño. El cual, por cierto, no tenía una puerta para tener privacidad en la misma habitación.
Me quité la ropa que había traído y la doblé pulcramente para dejarla en la mesita de noche y ponérmela en la mañana antes de que saliera el sol, su pijama, me quedaba extremadamente grande, pero no podía quejarme, era lo más cerca que podía tener algo de él hoy. Regresé a la habitación y él ya se encontraba acostado esperándome. Ambos teníamos la misma pijama, camiseta blanca y pantalón de rayas azules y blancas. Dejé mi ropa y el celular en la mesita de noche de mi lado y me acosté en el suave colchón.
-¿Así que pijamas de parejas goals?
-En sí, es mi pijama favorito así que decidí comprar dos idénticas, a la próxima pido que me envíen una para mujer.
-¿Puedo preguntarte algo? – Quedamos de cara a cara. James no se movió ante mí.
-Dime.
-¿Por qué todo es de colores oscuros?
-Cuando el diseñador de interiores me preguntó que colores quería en todo el edificio, le dije que quería que fuera todo neutro, nunca sabes que tipos de personas pueden llegar a vivir, algunos son fríos y otros cálidos. Te asombrará saber que el único departamento con colores oscuros es el mío, lo demás tiene colores azules y blancos, neutros, sutiles. No me quejo por la elección, ya que en realidad siempre escojo este tipo de colores.
-Me imagino que se dio cuenta de tu personalidad.
-No lo pensé antes, tal vez debí de pagarle algo extra por ello. – Sus ojos comenzaban a cerrarse.
-Buenas noches señor Diamond. – Le di un pequeño beso en la mejilla.
-Buenas noches querida. – Me atrajo por la cintura y escuche su corazón latir, hasta que su respiración disminuyó, lo cual indicaba que ya estaba dormido.
Lo observé unos minutos más dormir y deslice mi indicé por su piel, tocarlo, sentirlo, me hacía pensar que todo era un sueño y que la mañana siguiente estaría llorando porque era un sueño tan hermoso.
Me desperté en medio de la oscuridad, mis piernas pedían a gritos ser liberadas. Un peso mayor las aprisionaba. Cuando me desperté del todo, me acordé donde me encontraba y miré que James y yo dormíamos de cucharita, el me abrazaba por la cintura y su torso estaba pegado a mi espalda. El peso de su pierna era lo que me molestaba. Una alarma en mi cabeza se encendió. ¡El palacio! Traté de alcanzar mi celular de la mesita y miré la hora 4:30 AM, solo me quedaba media hora para llegar a mi habitación antes de que todos se levantaran y comenzaran a hacer sus actividades. De manera sigilosa salí de la cama, me cambié el pijama por mi ropa que había llevado puesta y busqué un pedazo de papel para dejarle una nota a James.
"Lo siento, te veías muy bien dormido que no he querido levantarte.
Gracias por tener una noche especial conmigo.
Con amor
Reynolds."
Se la coloqué en su mesita de noche junto con el pijama doblado. De puntillas caminé hacia afuera de la habitación y cerré la puerta con mucho cuidado. Busqué el número de Nicolás y le llamé rápido en lo que me ponía los tenis y esperaba el elevador.
-Contesta, contesta, contesta. – Rogaba al celular, las puertas se abrieron y pulse el botón de planta baja. Las puertas se cerraron y mi corazón se oprimió.
Llamé por tercera vez a Nicolás mientras el elevador seguía bajando. Por fin contestó.
-¿Hola?
-¡Nicolas! – grité. – Necesito de tu ayuda, no estoy en el palacio, estoy en.... Otro lugar, ¿Puedes venir por mí?
-¿Sabes a que horas son? – El estaba durmiendo al parecer, primera noche que no lo escuchaba en un antro.
-Por favor, ven por mí, he salido a escondidas del palacio y si no me encuentran en media hora en mi cama, me van a regañar.
-¿Dónde estás?
-En... en... el edificio Hancok.
-¿Qué? ¿Qué haces tu ahí?
-Una historia larga, ¿Vienes por mí? – El elevador abrió sus puertas en la recepción y rápidamente me puse la capucha de la sudadera.
-Voy para allá.
Como una delincuente salí a asomarme si alguien se encontraba deambulando por ahí, para mi sorpresa Giselle la señorita de pechos grandes había sido sustituida por un chico, que al verme me dio los buenos días y el mismo portero que la noche anterior me saludó.
A ambos les regresé el saludo y me senté en uno de los sillones que tienen para esperar. Rezaba para que Nicolás se apurara y no abrieran mi habitación todavía.
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