Capítulo 07
-¿Tienes idea de lo maravilloso que es mirarte?
-Mirarme no es maravilloso—le contradijo Katheryn riéndose. Ethan y ella estaban sentados en una rama gruesa de un árbol frondoso a un metro de distancia del suelo, ambos admiraban el arroyo desde lejos, o al menos Katheryn si lo hacía.
-Por supuesto que sí—insistió él, balanceando sus pies como niño pequeño.
El vestido de Katheryn se levantó brevemente a causa de una ráfaga de aire y se tensó. Disimuló bastante bien su preocupación ya que cuando Ethan volvió a verla fijamente, ella sonrió.
-Llevamos dos horas aquí sentados, ¿no te duele el trasero, Ethan?
-No—ladeó la cabeza— ¿a ti sí?
-Tampoco pero quería sacar el tema de Heidi y Luke.
Haciendo una mueca de frustración, Ethan rodó los ojos y se dio por vencido.
-¿Qué hay con ellos, Florecilla? Por lo que vi, ellos están en perfectas condiciones.
-Ya sé, pero, ¿y si están fuera de la casa de Thorsten con ganas de ir al sanitario o de comer?
-Se las arreglarán.
-Bien—chasqueó la lengua—y…
-¿Y…?
-¿Y cuándo regresas a México?
La impaciencia en la voz de Katheryn lo sobresaltó.
-Apenas acabo de llegar. ¿Estás echándome?
-Desde luego que no pero…
-…pero Thorsten regresará y me matará—rodó los ojos y de un salto llegó al suelo. Alzó la cabeza y la miró ofendido—si no quieres que siga aquí un minuto más, le pediré a Luke que me regrese ahora mismo. No es necesaria tanta descortesía de tu parte, Katheryn. Quedamos en que nos veríamos como un par de amigos, y ahora no veo el problema para que me largue.
-Ethan, no te estoy echando—descendió de la rama con gracia y tropezó pero antes de tocar el suelo, él la sostuvo en sus brazos—gracias.
Pero él no la soltó. Se miraron fijamente por un largo tiempo. Katheryn quería apartarse pero su cuerpo estaba anclado en los brazos de Ethan, que ni si quiera podía pensar con claridad.
Estaba muy vulnerable. Él, con sus hermosos ojos verdes esmeraldas, no dejaba de verla, estaba esperando el momento de actuar.
-¿Por qué no vienes a conocer la casa de Thorsten?
Katheryn rompió el momento mágico con palabras torpes. Dijo lo primero que se le vino a la mente y supo que la había cagado cuando Ethan la soltó y se inclinó a recoger su mochila con los labios apretados y la frente arrugada. Estaba disgustado.
-No.
Katheryn parpadeó sorprendida por cuya respuesta de Ethan.
-¿Perdón?
-No—repitió—No quiero conocer su casa.
-¿Por qué no? es bastante acogedora y…
-Basta—gruñó él, dandole la espalda y apretando las correas de su mochila con tal fuerza que sus nudillos se volvieron blancos—entiendo. Ya entiendo, Katheryn.
-¿Qué es lo que entiendes?—dio un paso hacia él.
-Entiendo que fue un error cruzar medio mundo para verte. Entiendo que nunca podremos si quiera ser amigos. Entiendo que ya no sientes nada por mí y entiendo que estoy perdiendo el tiempo contigo.
-No, Ethan. Somos amigos—le dijo, con un nudo en la garganta—por supuesto que te quiero.
-¡Pero no me quieres como antes! ¡No me quieres como yo te quiero a ti!—le gritó y se dio la vuelta, encarándola. Ella retrocedió, alarmada.
Ethan tenía razón. Ya no lo quería como antes pero, ¿Qué podía hacer para hacerlo sentir mejor?
-Te voy a decir por qué ya no te amo, Ethan—espetó ella con frustración. Él dejó de apretar las correas de su mochila y tragó saliva—a partir de que Sam Blair volvió a tu vida, supe que lo nuestro ya no tendría futuro.
-No es verdad. ¡Me dejaste por Staggs!—su rostro se contrajo de ira y rabia. Algo nuevo en él.
-¡No!—gritó ella—no te dejé por él. De hecho no sentía nada por Thorsten hasta hace apenas unos meses. Además, Sam ha sido tu primer amor y es obvio que ella es con la que debes estar. Ella te ama.
-Pero yo ya no la amo a ella. Yo te amo a ti—se acercó a Katheryn y la cogió de los hombros—tú, tú, tú. Tú eres la única dueña de mi corazón—le cogió una mano y se la colocó sobre el pecho— ¿lo sientes? ¿Sientes mi corazón?
Katheryn asintió con el labio inferior entre sus dientes.
-Mi corazón solo late por ti.
Y la besó.
La besó como ansiaba besarla. Y fue correspondido por ella.
Fundiéndose en un tierno beso, los dos comenzaron a llorar, sabiendo que su amor jamás podría ser.
-Mi corazón late por alguien más—le respondió ella tras recuperar el aliento segundos después, aun sintiendo el sabor salado de las lágrimas y haciendo que el corazón de Ethan se rompiera por segunda vez.
-Por favor, no me digas eso—le suplicó, teniendo sus labios en el cabello de ella—por favor…
-Lo nuestro jamás podrá tener futuro, Ethan—se mordió los labios para no volver a romper en llanto.
-¿Thorsten te está manipulando…?
-No. Él no tiene nada que ver con lo que estoy diciéndote. No quiero herirte más. Por favor, vete, Ethan—intentó soltarse de sus brazos pero él la presionó con fuerza a su cuerpo.
Katheryn Levis, no pensé que fueras una zorra. ¿Zorra? Zorra es poco. Eres la reina de las zorras.
Leonard Shay apareció de repente en su cabeza, haciéndola saltar. Pero Ethan apenas sintió su tensión, ya que estaba ocupado sollozando en su hombro para darse cuenta.
¿Dónde está Thorsten?
Muy lejos de aquí. Es bueno que no esté viéndote con este Elegido. Se pondría furioso.
¿Dónde está?
Muy lejos.
Sal de mi cabeza.
¿Cómo infiernos le puedes gustar a Thor, siendo tan puta? O sea, ¿Por qué lo besaste? Se supone que sientes algo por Thor…
¡No es de tu incumbencia!
Tienes razón. Me importa una mierda tu vida pero tenemos un trato. Quiero para pasado mañana la llave, Levis.
El trato es para una semana…
Cambié de idea. Además, te estoy ayudando para que Thor no mate al Elegido y te sugiero que envíes a volar a tu amigo porque en un par de horas, haré que regrese.
-Recuerdo la última vez que nos vimos—el susurro de Ethan la hizo despertar del trance que Leonard le había causado y se estremeció—fue en Coatzacoalcos. Me dijiste que amabas profundamente a Thorsten y que ya no me amabas. Pensaba que quizá él te estaba manipulando y no estabas diciendo la verdad y quiero seguir pensando que es así.
-¿Por qué sigues lastimándote de esa manera?—se apartó con firmeza de sus brazos pero él consiguió abrazarla una vez más.
-¿No podrías al menos fingir que todavía te importo?—volvió el rostro a ella y la miró fijamente. Katheryn vio suplica, anhelo, dolor y esperanza en aquellos ojos verdes esmeraldas.
-Si finjo que aun te amo, eso te hará sufrir más, Ethan—se mordió los labios, incapaz de devolverle la misma mirada—te quiero, Ethan, te quiero muchísimo pero ya no te amo.
-Explícame cómo fue que te enamoraste de Staggs, te lo ruego—añadió con voz ronca—quiero saberlo todo antes de regresar a México.
-Te lo contaré si aceptas soltarme.
Ethan, ruborizado y algo decepcionado, se hizo para atrás y la soltó.
Katheryn se sentó en la hiedra en posición de flor de loto. Él la imitó, poniendo una enorme distancia entre ellos. Sintiendo que el corazón se le encogía, Katheryn comenzó a explicar algo que ella tampoco sabía.
-Quiero que sepas que no estoy cien por ciento segura de lo que siento por Thorsten.
Los ojos de Ethan se ensombrecieron en un segundo y bajó la cabeza y comenzó a arrancar la hierba de tajo con rudeza.
-Thorsten es un ser perfecto…
-¿Perfecto?—rió con ironía y elevó los ojos al cielo— ¡Es un alíen demente! Nos desgració la maldita vida a cientos de chicos, incluidos nosotros dos. Su temperamento es inestable. ¿A eso le llamas perfección?—musitó—me alejó de ti varios meses cuando la estúpida de Juno le entró el demonio con la idea de asesinarnos. Eso no es ser perfecto.
-Escucha—le aclaró—Thorsten es todo lo que dijiste, por supuesto. Pero no has conocido al otro Thorsten Staggs, al que es tierno, lindo y amable.
-No. Y tampoco tengo ganas de conocerlo.
-De acuerdo—replicó de mal humor—Thorsten es bueno. Al menos lo es conmigo. Me ha tratado de una manera especial, aunque en ocasiones el Thorsten gruñón sale pero son pocas veces y de tal manera; estoy tomándole mucho afecto. Y sin contar que él está arriesgando su vida por todos nosotros. Él va a sacrificarse por ti, por mí y por todos los Elegidos que quedan.
-Oh, por favor—gruñó— ¿Qué tontería te ha dicho para que pienses que se está sacrificando por nosotros?
-No es ninguna tontería—le ladró enfadada—hay alguien más poderoso que él que ha llegado desde su mundo con la intención de enviarlo de vuelta o asesinarnos a todos nosotros.
-¿Qué clase de basura te ha dicho? ¡Esto es una barbarie!—se levantó de un salto con indignación y ella lo imitó, fulminándolo con la mirada.
-Su nombre es Leonard Shay, Ethan—lo empujó pero él apenas se movió—hice un maldito trato con él solo para poder estar contigo a solas justo ahora. No sé qué demonios le ha hecho a Thorsten para retenerlo y no matarte pero ya estoy harta. Le he fallado a Thorsten dos veces y no quiero fallarle una tercera vez.
-¿Leonard, qué?—frunció el ceño.
-¡Vete, Ethan!—le gritó y hasta en ese momento se dio cuenta que estaba llorando y él la miraba desconcertado.
**
Desorientado, cansado y quemado por el sol, Thorsten intentaba con todas sus fuerzas volver a Rumania pero Leonard le había anulado sus poderes temporalmente y no podía hacer nada más que sentarse y esperar el regreso del maldito rubio que alguna vez consideró su mejor amigo.
El sol comenzaba a ocultarse y su pensamiento solo se centraba en una chica de cabellos plateados y ojos grises que lo saludaría perpleja al verlo.
Katheryn Levis era su timón.
Ella dirigía su vida.
Sentía algo dentro del pecho que no pudo describir pero se tranquilizó al meterse al agua fría del océano.
Se sumergió casi hasta el fondo y salió a respirar aire puro. Pero no constaba con que los ojos amarillos de Shay los estaría observando desde lo alto de una palmera con una sonrisa malévola en sus labios.
-¿Desde cuándo estás ahí?—le graznó, nadando hacia la orilla.
-Tiene 24 segundos, no te emociones—saltó espectacularmente y se postró frente a Thorsten, quién se limpiaba el rostro para verlo mejor.
-¿Por qué me dejaste tirado aquí, imbécil? ¡Devuélveme mis poderes!—apretó los puños, deseoso de estrangularlo.
-Estaba haciendo un experimento pero no resultó—chasqueó los dedos—ahí tienes. Tus miserables poderes, ahora regresa a tu casa. Nos veremos más pronto de lo que imaginas.
Y ¡PUF! Desapareció, dejándolo solo.
Cerró los ojos e idealizó materializarse en su casa de Rumania, al lado de Katheryn.
**
Ethan y Katheryn caminaron hasta llegar de nuevo al pueblo. Encontraron a Heidi y a Luke fuera de la librería, peleándose con el dueño.
Pero cuando los divisaron, dejaron hablando al señor y se apresuraron a alcanzarlos.
Ethan tenía los ojos enrojecidos y la mandíbula apretada. Katheryn estaba ruborizada con el labio inferior debajo de sus dientes superiores.
-Tardaron mucho—alardeó Heidi.
-Estábamos charlando…-empezó a decir Katheryn, pero Ethan la interrumpió.
-Luke, ¿podrías tele transportarme a mi casa? Tengo un fuerte dolor de cabeza y no quiero seguir preocupando a Sam.
Luke, que estaba a la mitad de una sonrisa, parpadeó perplejo y asintió mirando a Katheryn. Pero ella se encogió de hombros y abrazó a Heidi.
-De acuerdo—aceptó—volveré en un segundo.
Ethan agarró el antebrazo de su amigo y antes de desaparecer, miró a Katheryn a los ojos y dijo:
-Espero que Thorsten jamás te haga daño porque si lo hace, lo mataré.
Y desapareció.
Heidi, quién había retenido el aire en sus pulmones, ahogó un grito y arrinconó a Katheryn en la pared de un negocio, donde nadie las veía.
-¿Qué demonios fue todo eso? ¿De qué hablaron en nuestra ausencia?—la bombardeó de preguntas y Katheryn recordó que así era Clara Ponce con ella y se estremeció.
-Le dejé en claro que lo nuestro no puede ser.
-¿Le dijiste que el que te interesa ahora es Thorsten?—la zarandeó de los hombros con los ojos desorbitados.
-No le dije nada relacionado con Thorsten, bueno, sí—la empujó, liberándose de sus manos—pero solo aclaramos las cosas.
-Tienes que contarme que es lo que pasó.
-Ojalá Thorsten aún no haya llegado a la casa…
Sus palabras se las llevó el viento cuando postró su mirada en la de Thorsten. Él estaba de pie del otro lado de la calle, mirándola fijamente. Estaba de brazos cruzados, esperándola.
Ven aquí, Honey.
Cerró los ojos deleitándose con su voz.
-¿Qué te pasa, Kath? Te quedaste muda.
-Thorsten está del otro lado de la calle—le anunció, dejándola parada y avanzando a él.
Se echó a correr y al llegar hasta él, no pensó que la abrazaría con fuerza.
Le acarició la espalda y sintió sus músculos debajo de aquella camisa. Su aroma varonil inundó su nariz y aspiró.
-Pensé que regresarías hasta mañana—le dijo con la voz apagada. Tenía estampada la cara en su firme pecho.
-Yo pensé que no te vería nunca más.
-¿Por qué?—se tensó.
-Por nada importante, Honey—le acarició su cabello plateado sin despegarse, solo se distanciaron unos centímetros para verse— ¿te has divertido con tus amigos?
-Mucho—sonrió con timidez.
-¡Amo cuando sonríes! Por favor, no dejes de sonreír.
Y ella sonrió ampliamente.
-Ahora es tu turno sonreír, Thor.
-No es buena idea. Tengo una sonrisa poco agraciada.
-Tonterías. Sonríe.
Y él sonrió, dejándola sin aliento una vez más.
-¡Katheryn!—ambos le oyeron decir a Luke del otro lado de la calle.
Thorsten rodó los ojos y bufó.
-¿A caso Luke no sabe que estamos ocupados?
-Luke no conoce las palabras educación y vergüenza.
Ahogando una risa nasal, Thorsten la tomó de la mano y se encaminaron hacia la pareja que los miraba estupefactos.
-¿Ustedes mantienen una relación?—se aventuró a preguntar Luke con la barbilla en alto. Él apenas le llegaba a la oreja a Thorsten.
-¿Qué pasaría si te dijera que sí, Elegido?
-Nada. Solo preguntaba—balbuceó avergonzado.
Katheryn arqueó una ceja sin dar crédito a lo que miraba: Luke, siendo intimidado por Thorsten.
-Entonces si tienen una relación…-terció Heidi desafiante.
-No—respondió Katheryn apresuradamente, sintiendo el apretón de manos por parte de Thorsten.
-Aun no es oficial—añadió él, sonriendo con picardía—pero cuando sea oficial se los diremos, Elegida.
-Me llamo Heidi Delorme—le recordó sulfurada—y él es Luke Greenwood.
-Conozco a cada Elegido que he creado, Delorme.
-¿Cómo se llamaba el quinto Elegido que creaste?—lo retó burlonamente.
-Robín Mackenna. Era un chico negro de veinticinco años y originario de Malasia. Pero Juno manipuló a los Elegidos de su ciclo para que lo asesinaran en el año 800 aproximadamente.
Boquiabierta, Heidi asintió y apretujó la mano de Luke con fuerza.
-Nunca subestimen la memoria de Thorsten—les aconsejó Katheryn sonriendo. Thorsten le devolvió la sonrisa.
-¿Quieren ir a tomar un café en la única cafetería del pueblo?—todos se sorprendieron al escuchar a Thorsten invitándolos un café de muy buen humor.
-Eh… ¿en la cafetería?—balbuceó Katheryn y sus amigos rieron tontamente.
-Sí, ¿Qué tiene de malo…?—barrió con los ojos el rostro de sus amigos y se quedó un segundo en blanco antes de hacer una mueca y soltar una carcajada, dejándolos más sorprendidos—no hay ningún problema. Denme un segundo y podrán entrar.
Se soltó de Katheryn y avanzó dos calles con el trío pisándole los talones. Lo vieron entrar a la cafetería con el rostro neutro, duro e inflexible.
Se apresuraron a ver a través de la ventana. Thorsten hablaba detenidamente con el dueño y miraba a cada uno de los meseros con severidad y estos asentían mecánicamente sin decir nada, incluido el dueño.
Ya pueden entrar, Honey.
-Ya podemos entrar—anunció Katheryn con una sonrisa y tiró de los brazos de sus amigos para entrar.
Optaron por sentarse en una mesa amplia y aislada de las demás personas.
Nadie los recordaba en lo absoluto.
-¿Qué hiciste, Thorsten?—preguntó Luke con curiosidad.
-Simplemente les borré parte de la memoria. No recuerdan nada—se encogió de hombros y se dedicó a observar la carta del menú—quiero un café americano, por favor.
-Yo también—agregó Katheryn y él sonrió.
-Yo quiero un cappuccino—dijo Heidi.
-Lo mismo—terció su novio.
El mesero, arrugando la frente, anotó a toda velocidad las ordenes y salió huyendo a la cocina.
Thorsten se acomodó más junto a Katheryn mientras que la parejita cuchicheaba entre sí.
-¿Saben? Escucho claramente lo que están diciendo—añadió él, sosteniendo la mirada con Katheryn—también leo sus mentes, Heidi.
-Eso es fácil—replicó orgullosa.
Thorsten arqueó ambas cejas y asintió.
-Es un buen poder, agradéceme.
-¿Por qué lo haría?—ella también arqueó las cejas y Luke se tensó e intercambió miradas nerviosas con Katheryn.
Tranquilízate, Luke. Thorsten está jugando.
¡Ya lo sé! pero Heidi jamás se rendirá y temo a qué Thor se saque de quicio y la castigue…
Yo no le haré nada a Delorme, Greenwood. Solo estamos hablando, relájate. Y déjense de hablar telepáticamente porque los escucho muy bien.
Luke dio un sobresalto al escuchar la voz de Thorsten entrar de repente a su cabeza, dejando perpleja a Heidi.
-¿Sucede algo, amor?—le preguntó ella, dejando a un lado su conversación con Thorsten.
-No, lo que pasa es que recordé que antes de venir, dejé la tapa del váter abierta y es probable que ni Ben ni Brenton la hayan tapado.
Con una ceja levantada, Thorsten apartó la vista de la pareja y postró sus penetrantes ojos en Katheryn, quién se revolvió nerviosa en su asiento.
¿Te sientes bien, Honey?
Muy bien. ¿Por qué la pregunta?
Chasqueando la lengua en desaprobación, se inclinó a ella y le plantó un beso en la mejilla, dejando a Luke y a Heidi más sorprendidos.
Te lo pregunto porque estás muy pensativa y he tratado de leerte la mente pero no encuentro nada. Estás en blanco y eso es preocupante. Tú nunca dejas de pensar.
Mi cabeza está en blanco porque no estoy pensando nada.
¿Segura…?
-Sí, Thor. No te preocupes—le respondió en voz alta, sonriéndole cálidamente y él se relajó.
Más tarde, llegaron sus cafés. Al segundo que tocaron la mesa, Heidi se abalanzó al suyo y dandole un sorbo, se estremeció en el respaldo.
-Delicioso.
Katheryn y Thorsten bebieron un sorbo del suyo, pero solo Thor sintió el delicioso sabor, ya que ella se había quemado la lengua.
-Está hirviendo—se quejó.
-Sóplale—le indicó Luke soplándole al suyo—yo por eso no he bebido nada.
Transcurrieron los minutos. Solo el trio de amigos se la pasó charlando, olvidándose que también en la mesa estaba sentado Thorsten Staggs, su creador. Pero era como si no estuviera porque su expresión era neutra y sus ojos grises están puestos en su café, pero cada que Katheryn le rozaba por accidente el brazo, él sonreía a medias pero sin decir ninguna palabra.
Su mente no dejaba de pensar en las palabras que Leonard le dijo horas atrás. ¿La llave de la cerradura de su libro era la misma llave de la puerta de Krosper?
Tenía que ser una broma.
Leonard no podría nunca conseguir esa llave y obviamente jamás se lo permitiría.
-¿Qué es lo que te dijeron en el internado, Thor?
Parpadeó muchas veces antes de darse cuenta que Katheryn llevaba hablándole desde hacía tres minutos.
-¿Disculpa?—frunció el ceño.
-¿Qué es lo que te dijeron en el internado, Thor?—repitió poniendo los ojos en blanco.
Sintiéndose un estúpido, por primera vez en su vida se mordió los labios; señal de nerviosismo. ¿Qué habían dicho en aquella junta? Cosas importantes pero no las escuchó por culpa de Shay.
-Hablaron de los útiles escolares de los alumnos, de sus libros y de la educación brindada por el internado—respondió consternado. Dijo lo primero que recordó con vaguedad. Se sentía idiota.
-¿Hablaste con ellos?
-Sí. Les dije que les mandabas abrazos y besos.
-¿Tienes fotos de ellos?—preguntó Heidi fascinada—quiero conocerlos.
Katheryn sacó su teléfono de un pequeño bolsillo que tenía oculto su vestido y meneó la cabeza en negación.
-No tiene batería.
-El mío sí. Búscalo en la carpeta Carrete—Thorsten le entregó su teléfono a Heidi y esta, con la boca abierta lo cogió.
Tiempo después regresaron a la casa de Thorsten. No necesitaron caminar y agotarse si quiera. Llegaron en un nanosegundo.
Heidi apenas podía pensar con claridad ante la presencia de Thor. Y no porque le gustase, sino porque le intimidaba y pensaba que quizá él estuviera fingiendo para luego asesinarlos a todos.
Katheryn se sentía tensa, estresada y no sabía cómo disimularlo, pues Thorsten la ponía más nerviosa cada que la miraba a los ojos, haciéndola sentir culpable.
Tanto Heidi y Luke llevaron su pequeño equipaje a la habitación de sus hermanos de Katheryn, ya que planeaban pasar un par de días más ahí y trata de analizar el comportamiento de Staggs más detenidamente.
-Honey, ¿puedo pasar?—dijo Thorsten tocando un par de veces la puerta de la habitación de Katheryn.
-Adelante, pasa—se terminó de poner su camisón de dormir y se sentó a los pies de la cama.
Entonces él entró. Y Katheryn arrugó la frente al verle el semblante de su rostro: cansado, triste y agobiado. Algo nuevo en él.
-¿Sucede algo, Thor?
Pero él no contestó, sino que se sentó junto a ella, le cogió una de sus manos y comenzó a acariciársela con cariño; Katheryn se sintió en las nubes por unos segundos.
-Esto es el principio del fin, Honey—añadió él con voz ronca—es mí fin.
-¿Qué estás diciendo?—sobresaltada, le apretó la mano y él negó con la cabeza.
-Lo mejor será que te vayas a vivir con tus amigos. Sé que falta un mes y medio o más para el plazo de tiempo pero estaré más tranquilo sabiendo que tú estás a salvo con ese par de enamorados de la habitación continua. Aquí estás en peligro. Estamos en peligro tú y yo. Y quiero tenerte protegida por sobre todas las cosas.
Un gorjeo patético surgió de lo más profundo de la garganta de Katheryn e intentó protestar pero no encontró las palabras para decirle toda la verdad: Ella estaba colaborando con su peor enemigo y lo estaba traicionando de una manera tan cobarde y vil.
-Aunque tenga el mundo en mi contra, te estaré protegiendo—le susurró él con expresión dolida.
-¡No morirás y tampoco te irás con ese bastarlo!—le gritó ella, sintiendo los ojos llenos de lágrimas— ¡Y ni si quiera pienses que te vas a deshacer de mí tan fácilmente! Yo te quiero…
Él la miró con brusquedad. Sus ojos estaban en llamas y de nuevo su mirada oscura, siniestra y amenazadora surgió una vez más, dejándola sorprendida y a la vez deprimida.
-Ya tomé la decisión. Teniéndote aquí a mi lado será mi muerte. Y no me importa morir—se acercó a ella lo suficiente para rozar sus labios en su cuello—pero me importas tú, chica arrogante. Tú, la chica que me desespera y me dan ganas de matar a todo el mundo. Tú, la que siempre está en mi contra y que me ha hecho perder los estribos más de una vez.
-Si te importo como dices, ¿Por qué quieres alejarme de ti? Si estamos juntos nada nos pasará. Confía en mí—Katheryn deslizó una de sus manos por todo su brazo hasta llegar a la varonil mano de Thorsten, este se estremeció al instante.
-Es lo mejor y no trates de convencerme de lo contrario.
Él apartó su mano con suavidad y se puso de pie, dejándola perpleja y aterrorizada.
-Tu seguridad es lo primero. Aprovecharé al máximo estos dos días que te quedan por estar aquí—y en un arrebato de adrenalina, Thorsten se inclinó a ella y le robó un beso fugaz en los labios—mañana por la mañana tú y yo iremos a un lugar que te va a encantar. Diles a tus amigos que tienen todo lo necesario para comer y cenar durante el día, porque tú y yo no regresaremos hasta pasado mañana.
Lo vio irse a pasar firme. El sonido de la puerta cerrarse la hizo querer llorar.
Necesitaba hablar con alguien que fuera Ethan, Luke y Heidi.
Necesitaba hablar con su amigo tierno y rubio. Owen Kennedy. Ansiaba su dosis de reconfortamiento.
Sin pensarlo dos veces, buscó su teléfono entre sus cosas y lo encontró debajo de las sabanas.
Presionó el botón llamar y esperó. Se mordió los labios sopesando la idea de colgar y morir de ansiedad pero a los pocos segundos, Owen respondió.
-¿Hola?
-¡Owen, soy Katheryn!
-Oh, Hola Katheryn, lamento decepcionarte pero mi novio no ha despertado.
Era Clara y había un alto grado de veneno y reproche en su voz.
-De acuerdo. Le llamaré después y gracias…
-Aguarda, no te vayas, Katheryn.
Cerrando los ojos con fuerza, Katheryn se pegó el teléfono más a la oreja y aspiró.
-¿Qué ocurre?
-¿Por qué te fuiste? ¿Por qué decidiste abandonarme tan brutalmente? Jamás me diste una explicación razonable para al menos pensar en perdonarte algún día.
-La razón es inexplicable. No te dejé por gusto, fue por algo serio e importante, y sé qué estás en todo tu derecho de odiarme pero no puedo expresarte mis razones—hizo una pausa para seguir hablando—así que le llamaré a Owen después. Adiós, Clara.
-Quiero verte algún día. Aunque no lo creas, te sigo echando de menos.
De pronto un gruñido se oyó del otro lado de la línea. Era Owen despertándose, Katheryn no tenía duda.
¿Qué pasa, amor? ¿Con quién hablas?
-Con nadie. Es número equivocado, bebé.
Y Clara colgó. Y Katheryn rechinó los dientes furiosa.
Con la bilis amenazando en salírsele de la garganta, arrojó su teléfono a alguna parte y se tumbó a la cama con la intención de conciliar el sueño y olvidarse de todo por un rato, ya que al día siguiente se iría a no sé dónde con Thorsten. Pero sin embargo, sentía algo dentro del pecho al pensar en Ethan.
**
Horas atrás..
El brillo de los ojos de Ethan de nuevo se había esfumado.
Cuando le pidió el favor a Luke de regresarlo a México, en vez de dejarlo en su propia casa, lo dejó en el centro. Muy cerca del Zócalo. No tenía ánimos de ir a su casa y toparse con una Sam furiosa. Le dolía la cabeza y se sentía más devastado que nunca. Pensó que viendo a Katheryn se iba a sentir mejor pero fue todo lo contrario.
Se concentró en caminar hacia una cafetería y beberse un café bien caliente.
Sentado ya en la barra para personas solitarias de la cafetería, pidió un café cappuccino para aclarar sus ideas.
Y cuando pensaba que su vida era miserable, vio al pequeño amigo de Katheryn pasar por la calle con la ropa más sucia y el rostro demacrado. A plena vista el chico estaba hambriento y desorientado. En todos los meses que Ethan llevaba viviendo ahí, jamás lo había visto de nuevo.
Dejó su mochila en su asiento y echó a correr hacia la puerta. El chico paró en seco e intentó darse la vuelta.
-Espera… ¡¿Ted, Teo?!—no recordaba su nombre y la estaba cagando, porque el niño estaba horrorizado. Por un segundo pensó que estaba hablándole en inglés y por eso el niño no entendía pero no.
-Me llamo Toni—balbuceó el chico— ¿Quién eres y qué quieres de mí?
-¿Te acuerdas de Katheryn, una muchacha que hace meses se hospedó en el Hotel Cuba? Ella tenía mechones como los míos pero color plateados…
El chico parpadeó confundido pero luego el reconocimiento llegó a su rostro sucio y esbozó una sonrisita.
-Ah, la güerita. Sí, la recuerdo—de repente dejó de sonreír y optó una expresión protectora— ¿y tú quién eres? ¿De dónde la conoces?
-Soy un amigo suyo. Estaba tomando un café y te vi pasar—lo evaluó de arriba abajo— ¿quieres comer algo? no tengo acompañante esta noche.
-No estoy seguro—achicó los ojos, haciéndolo ver más indefenso—pero si eres amigo de la güerita, de seguro es porque eres buena onda como ella, güerito. Así que simón, aceptó cenar contigo.
Por otro lado…
-¡Brenton! ¡Vuelve a la cama!
-La verdad es que tuve que ocuparme de este asqueroso ratón porque tú no quisiste levantarte. No soporto el maldito ruido que hace al roer nuestras cosas.
Ben, con los ojos en blanco, se levantó de la cama y fue en su búsqueda. Lo encontró tirado en el suelo con un ojo casi metido dentro del agujero que había en la pared y que era posible que fuese la puerta de la casa del roedor.
-Pusimos trampas con queso. Vuelve a la cama, mañana verás al animal sin cabeza.
-Usa tu poder para aniquilarlo—le riñó.
-No voy a camuflarme con la oscuridad solo por un pequeño animal, amor. Déjalo por la paz y vamos a dormir—bostezó.
-En un segundo te alcanzo.
Ben le dio unas palmaditas en la espalda y abandonó la sala dejándolo solo. Brenton intentó de diversos modos de fusilar al ratón pero no lo consiguió.
Y estuvo a punto de darse por vencido cuando el ratón salió deprisa por el agujero e incluso pasó mordisqueándole su dedo meñique del pie.
-¡Ay! ¡Maldito animal!—perdió la cabeza e inició a darle de patadas a la pared.
Pero de pronto comenzó a sonar su teléfono, que por arte de magia lo tenía en el bolsillo de su piyama.
Era Heidi.
-¡Qué!—contestó de mal humor.
-¡Oye, bájale a tu genio!—le ladró Heidi a modo de respuesta.
-¡Lo lamento pero me mordió un maldito ratón!—replicó él frotándose el dedo.
-Ay, me importa un carajo tu dedo. Lo que quiero comunicarte es que, tanto Luke y yo llegaremos pasado mañana y estamos dando tomándonos un cafecito con Thorsten y Katheryn.
-¿Qué demonios? ¿En serio?
-Sí.
-Vaya… ¿y qué tal se porta con Kath?
-Bastante bien. Ahorita me escabullí al sanitario para poder hablarte.
-¿Sabías que es posible que Staggs esté oyendo nuestra conversación?
-Por supuesto que lo sé pero tenía que arriesgarme.
-Será mejor que vuelvas a la mesa.
-Desde luego que sí. Nos vemos luego.
Brenton guardó de nuevo su teléfono y se sentó en el sofá con cansancio.
¿En qué momento su vida dio un drástico giro?
**
Jack y Charlie habían quedado perplejos ante la aparición y desaparición de Thorsten en el internado. Y más por su reacción frente al sujeto rubio de atuendo ridículo.
Cuando Thorsten se largó, decidieron dejar a un lado sus amistades para hablar ellos dos solos.
-¿A dónde se fue Dorian?
-¿Cómo quieres que lo sepa? He estado contigo todo el rato, Charlie—refunfuñó su hermano.
-¿Por qué no le hablamos a Katheryn? de todas maneras ella debió venir y no Dorian.
-Escucha, Charles—musitó Jack estresado—Dorian vino en su lugar. Fue a la junta y se largó. No necesitamos molestarla, estamos bien.
Jack, con el rostro congestionado de aburrimiento, se levantó de la silla donde había estado los últimos diez minutos charlando con su hermano y se fue, dejándolo solo.
-¡Sí, regresa con tu pandilla de estúpidos!—le gritoneó Charlie de mal humor al verlo desaparecer entre los edificios.
Y cuando estuvo convencido de que su día sería una mierda, Diane apareció detrás de él, sorprendiéndolo con un beso tronado en la mejilla y Charlie no pudo evitar sonreírle.
-¿Qué te ocurre? Pensé que conocería por fin a tu hermana y en vez de eso un sujeto ha venido en su representación y dadas las circunstancias… Bennett y tú no se ven de buenas…
-No estoy de malas, es solo que Jack siempre opta por largarse con su súper pandilla y apenas hablamos.
-Es un adolescente. Está en la edad de la punzada—le picó una sien con un dedo y Charlie esbozó una sonrisa—déjalo. Me tienes a mí, tonto.
-Sí, pero…
-¿Pero qué?
-Nada. Gracias por ser mi amiga.
¿Qué haría él cuando llegara el momento de marcharse a causa de su inmortalidad? Estaba seguro que se echaría a llorar con amargura. Diane era su única amiga.
Y estaba furioso con su hermano, ya que gracias a su estupidez, Tyler escapó el día anterior para jamás regresar y se sentía terriblemente mal.
Jack ni si quiera le importó cuando se enteró, de hecho, Charlie podría jurar que se alegró de que por fin el perro se fuera, aun siendo suyo.
Se encogió de hombros y cogiéndole la mano a Diane, se encaminaron a dar un paseo.
**
Tanto Heidi y Luke no salían de su asombro. ¿Katheryn se iría un día entero a solas con Thorsten a alguna parte y que después se mudaría con ellos a México?
-Wow. ¿Estás diciendo que Katheryn se regresará con nosotros?—repitió Luke, estupefacto. Su piyama de osos la arrastraba un poco más debajo de sus pies y su cabello estaba desaliñado a causa del sueño.
-Sí—respondió Thorsten con las cejas elevadas.
-Pero, ¿A dónde van en este momento? Son las siete de la mañana—replicó Heidi sin dejar de ver las manos entrelazadas de ese par de tortolos raros.
Thor sostenía a Katheryn de la mano y aguardaban en la puerta para irse los dos solos a pasear.
-Yo no tengo idea de lo que él planea—confesó Katheryn sonrojada.
-Ese asunto es entre ella y yo—contestó Thorsten y apretujó más la mano de Katheryn—vámonos, Honey. Ustedes no salgan de aquí a menos que sea importante.
¿Por qué Thorsten quería separarse de ella? absolutamente todos estaban en peligro y él también estaba incluido.
¿Por qué no dejaba que ella se quedara a su lado para afrontar lo que estaba por pasar?
Y la pregunta más importante…
¿Por qué últimamente le importaba tanto él? ¿Por qué sentía que si él se iba, su vida ya no tendría sentido?
La respuesta era simple: Se había enamorado perdidamente de él sin darse cuenta.
El Jetta de Katheryn estaba aparcado justo fuera de la mansión. Estaba bien lavado y pulido, listo para ser usado en aquel paseo misterioso.
Thorsten la condujo en el asiento del copiloto y con elegancia rodeó el auto para deslizarse dentro en el asiento de conductor. Volteó a verla y Katheryn una vez más sufrió un espasmo al verlo sonreír de esa manera tan tierna y dulce.
-Próxima parada…—dijo él, colocándose el cinturón al mismo tiempo que ella—París, Francia.
Y un remolino conocido la embargó por completo. Sintió que flotaba y cerró los ojos con fuerza, en la espera de sentirse mareada pero esta vez no tuvo nauseas, ya que la cálida mano de Thorsten se aferró a la suya en toda la tele transportación, haciéndola sentir segura.
Cuando de nuevo supo que ya no estaban tele transportándose, abrió los ojos con cautela y se encontró con los de Thorsten. La estaba mirando con su sonrisa encantadora.
-No está tan mal, Honey—le dio un apretón a su mano—hemos llegado.
Katheryn sacó brevemente la cabeza por la ventanilla y escudriñó todo a su alrededor. Efectivamente sí estaban en París. El sol ya estaba puesto pero había bastante frío, tuvo suerte de haberse puesto ropa adecuada para ese sitio.
-¿Por qué me trajiste aquí?—le preguntó con el labio inferior debajo de sus dientes superiores.
-¿Ya habías venido antes?—él le preguntó de vuelta con las cejas fruncidas.
-No.
-Ya sé que no has venido, Honey, por eso te he traído para que conozcas París. Este país fue uno de los primeros lugares que exploré cuando hubo civilización.
-¿Por qué infiernos quieres alejarme de ti? Quiero quedarme contigo y ayudarte a escapar del estúpido de Shay.
Pero Katheryn quería protestar ante la descabellada decisión que Thorsten tomó la noche anterior al querer que ella se mudara a México con el fin de estar a salvo.
Thorsten le soltó la mano y gruñó entre dientes. Con los puños cerrados, golpeó un par de veces el volante y apretó la mandíbula. Katheryn sintió que el Thorsten antiguo había regresado y se estremeció al verlo en ese preciso instante: Aquella ira, furia y rabia habían vuelto a sus preciosos ojos grises oscuros. Su aterradora mirada estaba de nuevo ahí.
Él mantenía una lucha interna, intentando poder tranquilizarse y no ponerse violento.
-Thorsten…
-¡YA LO DECIDÍ, MALDITA SEA!—le gritó, enfurecido— ¡Tú no te puedes quedar conmigo hasta que ese maldito día llegue!
-¡Es mi decisión!
-¿No entiendes, Katheryn?—la miró bruscamente—Leonard no tendrá piedad al verte. Él te asesinará y yo no dejaré que eso suceda. Primero lo mató a él antes de que al menos te toque un cabello.
-¡Tú no entiendes, Thor!—chilló ella con desesperación. Quería decirle que ya había tenido contacto con Leonard y que por miedo tomó la decisión de traicionarlo, dandole la llave del libro de La Vida a cambio de dejarla en paz por unos días. Y que por cierto solo tenía hasta el día siguiente para entregárselo.
-Yo moriría por ti, Honey. Por eso te estoy sacando de todo esto. Quiero salvarte. Yo te di la maldición de ser inmortal y ahora deja que yo te proteja. Si yo muero, al fin podrás ser feliz con Ethan, y con tus amigos y no tendrás ningún obstáculo para seguir el curso de esta vida tan maravillosa que tienes por delante—cerró los ojos y recargó su cabeza en el respaldo—te haré mortal, Honey. A ti, a tus hermanos, a los Elegidos que quedan y a sus familiares. Les devolveré la vida que un día les arrebaté. Hasta ahora me doy cuenta que este maravilloso mundo no es para mí.
-¡Lo hiciste apropósito!—le espetó Katheryn con los labios temblorosos— ¡Me enamoraste! ¡Hiciste que dejara de amar a Ethan para luego enamorarme de esta manera, para que luego me dejaras abandonada! ¡No es justo! Y por supuesto que no quiero tu asquerosa mortalidad. No la quiero si tú no estás conmigo.
Thorsten agrandó los ojos e intentó decir algo pero no lo logró. Se quedó en silencio escuchando cada una de sus palabras.
-¡No es justo!—repetía ella una y otra vez— Ya no quiero escucharte hablar. No quiero.
Con todo el orgullo que alguna vez tuvo, Katheryn abrió la puerta de su auto, salió disparada hacia alguna parte y sin mirar atrás. Pero a través del rabillo de su ojo izquierdo, vio a Thorsten bajar también. La iba siguiendo a una distancia propia de un desconocido.
Pero ella siguió andando sin rumbo. De nuevo estaba sufriendo por un hombre. Que estúpida ironía.
Estaba sufriendo por un imbécil al que nunca pensó quererlo y mucho menos… AMARLO.
A cada segundo que transcurría, ella se limpiaba furiosamente los centenares de lágrimas que quedaban suspendidas en sus lagrimales.
Llegó al término de la segunda calle y se percató que la famosísima torre Eiffel estaba a solo cinco calles más y se apresuró a cruzar.
Tenía más de 150 años en el mundo y ese país era el único que todavía no conocía.
Miró a Thorsten por encima del hombro y su corazón se aceleró al darse cuenta que él ya no la seguía.
Volvió el rostro hacia enfrente y soltó un grito de lo más profundo de su garganta al estamparse con el firme pecho de Thorsten.
Él no esperó ni un segundo para abrazarla. La abrazó con fuerza, estrechándola a su cuerpo lo más que pudo. No iba a dejar que ella sufriera por algo que nunca podría ser.
Estaban en mundos equivocados. Y eso era el claro ejemplo que dos personas podían quererse a pesar de no pertenecer al mismo mundo y que el solo hecho de aceptarse el uno al otro, no faltaba nada para ser feliz.
Por más que quisieran intentarlo, no iba a ser posible.
Él no era humano. No tenía corazón ni alma para amar y era injusto privarla a ella—que era humana y tenía todo lo indispensable para amar—de una vida hermosa.
-Por favor, quiero disfrutar contigo este día—le susurró Thorsten con agonía. Su voz estaba ronca y queda—no pensemos en nada más. Por favor, Honey.
-Entonces no digas tonterías. Voy a quedarme contigo hasta el final—le respondió ella en voz alta sin soltarlo.
Pero él pasó por alto su afirmación.
La soltó y acunó su rostro entre sus manos para luego inclinarse a ella y besarla en medio de la calle.
Un beso lo cura todo. Aquel era un dicho muy bien empleado pero la cuestión era que, en ese momento un beso podía hacerte sufrir el doble y romperte desde dentro. Y eso fue lo que le sucedió a Thorsten al besarla. Sintió de nuevo un gran vacío inexplicable dentro del pecho pero decidió ignorarlo.
-Vamos—le dijo él en medio del beso, ella sonrió—quiero que veas un espectáculo.
La tele transportación duró apenas un segundo y para cuando ella abría los ojos, sintió que estaba volando sobre las nubes.
Estaban en lo alto de la torre Eiffel y absolutamente todo se miraba fantástico. Era como una pantalla mágica.
Él la tenía en sus brazos y ella lo tenía abrazado del cuello. Básicamente estaban en lo último de la torre. Las personas que estaban en lo “más” alto, miraban horrorizados hacia arriba a la pareja que estaba en la absoluta punta de la torre.
-¿Te gusta?—le preguntó Thorsten con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Nos vamos a caer!—chilló ella en respuesta apretando sus brazos en torno al cuello de él.
-Nunca dejaría que te cayeras, Honey—le aseguró él.
Un minuto después, ella sonrió de oreja a oreja, sorprendiéndolo.
-Te ves espectacularmente hermosa sonriendo.
Ruborizada, ocultó el rostro en el cuello de aquel chico dominante y amenazante, del que ahora estaba loca e irrevocablemente enamorada y no se había querido dar cuenta de ello hasta ese día.
-Ahora que estamos así juntitos, ¿puedo preguntarte algo, Thor?
-Adelante.
-Si dices que no puedes sentir amor, ¿Por qué me proteges, por qué me besas y por qué dices que morirías por mí?
-No sé qué responderte a eso—se mostró confundido y desvió la mirada.
Pero Katheryn le buscó de nuevo la mirada.
-¿Me amas?—le preguntó ella por fin.
Él dudó unos segundos antes de responderle.
-No sé lo que es amar, pero si me preguntas que entiendo yo por el término amar, te diría que es cuando no puedes dejar de pensar en una persona, que no puede estar ni un segundo separado de ella y que si la tienes a tu lado, no hay nada más que necesites para ser feliz. Nada. Y no sé si eso responde a tu pregunta, Honey. Pero todo eso es lo que yo siento por ti.
-Idealizaste una nueva definición del amor—le dijo en un susurro apenas audible y le depositó un pequeño beso en el cuello.
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