Capítulo 18: LA LLAMADA
Y de pronto...
En medio del hermoso cielo azul...
Un rayo de tormenta...
apareció...
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DICIEMBRE...
El mes de Diciembre apenas comenzaba. Noviembre ya había pasado sin que nada relevante ocurriera más que la confesión de Dan.
Diciembre mes de las fiestas navideñas.
Un mes en el que todos celebraban en compañía de sus familiares, amigos y seres queridos.
Había pasado casi un mes desde que Dan me dijo que me quería, después de eso no volvimos a hablar acerca del tema.
Decidimos continuar con nuestra amistad sin que nada interfiriera, solo éramos dos amigos que se querían.
Estábamos a prácticamente solo unos días para salir de vacaciones. Y eso era un alivio para mi, ya que tendría más tiempo libre y podría cuidar de mi abuela, no se sentía nada bien, casi todo el día se la pasaba acostada.
Estaba muy preocupada por ella, hace unos días la había acompañado a ver al doctor, no quiso decirme que era lo que le dijo solo que necesitaba descansar.
Había estado orando por ella, le pedia a Dios que la sanara, que quitara todo su malestar.
Hoy iría con Con Angie a comprar cosas para comenzar a arreglar para navidad.
— Hola amiga — me saludó en cuanto me vio.
— Hola Angie — Respondí con una sonrisa en el rostro — ¡vamos!
— ¡Si vamos!
Nos dirijimos hacia el centro comercial, pasamos por varias tiendas.
Compramos luces de colores, esferas de cristal, serpentinas y demás adornos.
Posteriormente cuando acabamos con las compras nos dirijimos hacia una heladería a comer helado.
Angie lo pidió de Fresa, yo en cambio elegí el de chocolate, mi favorito.
— ¿qué tipo de música prefieres? — cuestionó la peli negra que tenía frente a mi.
— no se...
— Alin, te debe de gustar un tipo de música por lo menos — dijo
— Bueno — comencé a decir — siempre me ha gustado la musica lenta y triste...
— sabias que la musica influye mucho en nuestro estado de ánimo...
— ¿cómo así? — pregunté
— es decir, si escuchas música deprimente por lógica te sentirás triste...
— creo que tienes razón...pero en mi caso disfruto escuchar música así, no se por que pero me hace sentir bien...
— ¿podemos escuchar algo de música que a mi me gusta?
— claro esta bien...— respondí
Angie tomó su celular y puso una canción muy bonita, con un hermoso mensaje.
Cuando llegaste, Me diste vida
Me alumbraste, Cuando estaba perdida
Sin condiciones, Diste tu vida
Tú te entregaste, por amor a mi...
Es tu gracia, quien me ha sustentado
Es tu amor, que camina a mi lado
Solo quiero siempre estar en tus brazos
Y vivir mi vida entera de tu mano...
Estábamos muy felices escuchando música cuando de pronto recibí una llamada...
Una llamada que lo cambió todo...
Una llamada que destruyó toda mi vida...
Comencé a llorar en cuanto escuché lo que me decían a través del teléfono.
[.....]
— ¿puede decirme dónde se encuentra la señora Elena Garza? — llegué corriendo al hospital.
Si, ese era el nombre de mi abuela.
— esta en la habitación 101 — me respondió la recepcionista del hospital.
— ¿puedo pasar a verla?
— lo siento señorita, pero tendrá que esperar, ahora mismo la señora está siendo revisada por el medico, el infarto fue muy grave...
— Okey, gracias — comencé a caminar hacia la sala de espera mientras un nudo en mi garganta se formaba.
Me dejé caer en el sillón y comencé a llorar.
<¿por qué? ¿Por qué ahora tenia que suceder esto?>
— tranquila, todo va a estar bien...— dijo Angie tratando de calmarme.
En cuanto me avisaron que mi abuela había sufrido un infarto y que había sido hospitalizada, rápidamente me diriji hasta aquel lugar, Angie se ofreció a acompañarme y allí nos encontrabamos.
— no se que haré si ella muere — cubrí mi rostro con mis manos.
— No morirá, Dios puede hacer un milagro en su vida — dijo mi amiga
— Eso espero...
— solo cree que Dios la puede sanar...
— yo lo creo...— respondí entre lágrimas.
Y así pasaron horas y horas sin tener noticias de mi abuela, intenté llamar a mis padres pero como siempre: no contestaron mis llamadas, envié mensajes y nada, ni siquiera los leyeron y quizás no lo harían en días.
Me levanté del sillón y comencé a caminar de un lado para otro, estaba desesperada.
— Alin — me llamó mi mejor amiga — Tranquila, todo estará bien. Ya lo verás.
Una enfermera venía caminando por los pasillos, rápidamente corri hacia ella:
— ¿puede darme información de mi abuela? — insistí
— Por el momento esta en cuidados intensivos así que es imposible que la vea...— explicó
Mi corazón se estrujó al escuchar aquello, solo anhelaba que mi abuela estuviera bien.
La enfermera se retiró segundos después.
Nuevamente me tocó quedarme esperando poder verla.
Mientras esperaba sentada en el sillón, él llegó, tenerlo ahí cerca de algún modo mejoró mi estado de ánimo.
— Hola Aly, Me enteré de lo sucedido, vine en cuanto pude — dijo para posteriormente darme un abrazo.
Su abrazo me transmitió calidez, me hizo sentir que todo estaría bien.
— Gracias por estar aquí Dan — unas cuantas lágrimas rodaron por mis mejillas.
— Estaré a tu lado siempre...
— no se que hacer, no quiero que ella muera...
— ella estará bien — susurró en mi oído
Me aferre aún mucho más a su abrazo y permanecimos así por varios minutos.
Después ambos nos sentamos en el sillón, Dan me miró fijamente y con sus manos limpio las lágrimas que habían resbalado por mis mejillas, luego dijo:
— hay un texto que a mi me gusta mucho, dice:
Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. ISAÍAS 43:2
— es muy lindo — respondí
— lo es — mostró una sonrisa — me hace recordar que en medio de cualquier sufrimiento que pasemos Dios esta a mi lado...y también esta a tu lado.
Sonreí, sus palabras me hicieron darme cuenta de que era verdad, aún cuando en ese momento no lo pudiera comprender, Dios estaba a mi lado...
[.....]
3 días después...
Estaba en mi casa, sola, triste y preocupada por mi abuela, aún seguía en cuidados intensivos pero al menos había tenido la oportunidad de verla hace dos días, aunque tan solo hayan sido unos minutos.
Papá vino ayer a visitar a mi abue, solo estuvo unos minutos y luego se marchó, mi madre no se apareció.
No entiendo cómo no tiene sentimientos y no vista a su mamá.
Me serví un poco de cereal y leche, prendí la televisión tratando de distraerme un poco.
Inevitablemente las lagrimas comenzaron a salir de mis ojos, sentía que todo mi mundo se derrumbaba, solo quería que mi abuela se recuperara y estuviera en casa conmigo.
Solo quería verla sonriendo y cantando cantos como siempre lo hacía.
Una gran desesperación se hizo presente en mi, mis manos comenzaron a temblar, las lágrimas salían a mares.
Me levanté de la silla y me arrodille en el suelo.
Alcé mi voz y clamé a Dios:
— ¡Dios! ¡por favor no te la lleves! ¡sanala! ¡por favor te pido...sana a mi abuela! ¡ella es la única persona que ha estado conmigo! ¡no se que haré si ella me falta!...
¡por favor...haz un milagro en su vida!
Mientras oraba, mi celular comenzó a sonar, tenía una llamada. Me levanté del suelo, tomé el teléfono móvil que tenía frente a mi.
Contesté y lo que más temía que pasara había pasado ya.
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