23. ¿Se volvió loco o qué?
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Me despierto asfixiada. Me siento aplastada y en cuanto abro los ojos me doy cuenta que Aden me envuelve en sus brazos haciéndome sudar ante su calor corporal.
Ni siquiera me doy tiempo de asimilar nada de la noche anterior, me levanto con sumo cuidado y tomo mis sandalias que están a los extremos de la habitación.
¿En qué momento me las quité? El pensamiento de Aden levantándome y yo quitándomelas vuelve a mi mente y me pongo como un tomate.
¡Él metió sus dedos en mi! Salgo a hurtadillas y antes de cerrar la puerta lo observo.
Tiene el mismo pantalón de ayer y está recostado entre todas las almohadas y la sabana de satén negra. El cabello le cae desordenado por todo el rostro y suelta respiraciones lentas por sus preciosos y carnosos labios.
Los cuales se sienten tan bien en mi piel… los vellos se me erizan y cierro lentamente la puerta cuando se queja moviéndose a un lado.
Corro por las escaleras queriendo largarme lo más rápido posible. La casa es un desastre y siento mi garganta seca.
Eso es por tus gritos en la habitación anoche.
Esa vocecita de mi cabeza me va a volver loca. Antes de escapar con mi tormento me paro en seco cuando Hayley aparece en mi visión con una caja de cereal en sus manos.
—Oh, Alice —comenta un poco confundida y yo le dedico una sonrisa de boca cerrada.
Esto no puede ser mas incómodo.
—Hayley —la saludo con la mano queriendo largarme de esa casa lo más rápido posible.
—Pensé que habían roto, tú y mi primo —asiento mordiendo mi labio inferior.
—Si… en realidad si rompimos. No nos hablamos —asiente algo confusa—, bueno, adiós.
Me despido saliendo rápidamente y una vez en la vía casi corro hasta mi casa. No lo quiero ni ver, Dios mío me muero de la vergüenza.
Es que sacó sus dedos y se los metió a la boca. ¿Que clase de pervertido hace eso?
La piel se me eriza y un escalofrío me recorre haciendo a mis piernas temblar en cuanto recuerdo todas las sensaciones que viajaron por mi cuerpo cuando hizo todo lo que hizo.
Una punzada se aloja en mi vientre y siento necesidad de darme una ducha.
Llego a casa y papá y mamá están en la sala de brazos cruzados. Pedí permiso solo para unas horas y ya amaneció.
—¿Qué son estas horas de llegar? ¿Sabes todo lo que está pasando en esta ciudad del carajo? —pregunta mamá furiosa.
—Me quedé dormida allá —admito y ella suelta el aire que estaba conteniendo.
—Que no se repita —pide papá y asiento dirigiéndome a mi habitación.
Me doy una ducha, mi cuerpo estremeciéndose con cada recuerdo de su cuerpo sobre el mio y sus dedos haciendo magia.
Dios, se sintió demasiado bien. Me pongo unos pantalones cortos negros que me quedan ajustados y un suéter de Mickey Mouse amarillo.
Me pongo medias grises subiendome en la cama con mis audífonos y reproduzco Positions de Ariana Grande.
Me acuesto en la cama y no puedo evitar pensar en todo lo que pasó. Muerdo mi labio inferior, mi cuerpo actuando extraño con esas punzadas extrañas que me hacen estremecer.
Ni en esta ni en dos vidas me olvidas Alice Cooper, ni que sueñes, ni que borren tu memoria diez veces, ni cuando mueras. Porque tu eres mía por siempre. ¿Si entiendes?
El recuerdo de sus palabras me pone peor. ¿Por qué me ponen así sus palabras posesivas? Debería haberlo golpeado, pero es que me olvido de todo cuando veo su precioso rostro.
Es tan… frustrante no poder apartarlo. Creo que ayer me sentí mejor que en este último mes, a pesar de estar llorando como una boba. El alcohol es mi enemigo número 1.
Mamá se asoma por la puerta y me quito los audífonos.
—Un tal Lucas te está buscando —frunzo las cejas recordando que ayer lo besé.
—Dile que no estoy —abre los ojos en sorpresa.
—Le dije que estabas aquí en cuanto preguntó —murmuro cosas molesta levantándome.
Me pongo mis pantuflas y bajo los escalones después de hacerme un moño desordenado.
En la puerta está el pelirrojo con las manos en los bolsillos de su pantalón.
—Hey —lo saludo una vez llego y cuando sus ojos se cruzan con los míos veo la molestia en los de él.
Papá y mamá se retiran hacia otro lado y lo invito a pasar por lo que se sienta en el mueble pero yo me quedo levantada.
—Ayer… te desapareciste —dice algo molesto y no puedo evitar sonrojarme ante el recuerdo de porque lo hice.
—Si, tuve una discusión con Aden —soy sincera y sus cejas se fruncen ligeramente.
—¿Se acostaron? —pregunta algo brusco y abro los ojos en sorpresa.
—¡Oh por dios no! —niego rápidamente, o sea casi, pero no.
—Lo siento, es que hay rumores de que te quedaste en su habitación.
Por dios, ¿me vieron? —Bueno no, no me acosté con él. Pero si me quedé en su habitación ya que estaba muy borracha. Me vine en cuanto desperté pero él no durmió conmigo —miento para sonar un poco más… sana.
¿Quién va a pensar que dormí con él sin hacer nada? Además, si es una mentira o no, no es asunto de nadie.
—Alice, en verdad me gustas.
Me ve con sus ojos oscuros y evito cualquier contacto visual.
—No quiero salir con nadie Lucas. Lo siento —se levanta algo molesto.
—¿Es por él, cierto?
¿Qué le pasa? Me cruzo de brazos, —No, es por mí. Por favor sal de mi casa.
Señalo la puerta y él agacha la cabeza para caminar hasta la misma. Una vez allí me da una mirada triste.
—Deberías alejarte de él. Un consejo como amigo.
—¿Cómo amigo o como dolido porque no quiero estar contigo? —mis palabras son fuertes, pero a él no parece molestarle.
—Da igual, cuando te vuelva a romper el corazón no me pidas ayuda a mí. Rompo contigo, Alice Cooper —sale sin más y respiro sentándome una vez se ha ido.
Estoy molesta, confundida y aún dolida. La vista se me nubla con las lágrimas y me levanto de golpe tomando las llaves del auto y lo tomo sin permiso conduciendo.
Una hora después me detengo en la cascada a donde viene Aden cuando se siente mal.
Me siento en el borde del abismo viendo como el agua cae y respiro hondo dejando que las lágrimas me empañen la cara.
¿Debería dejarlo entrar de nuevo? Él mismo dijo que no debía hacerlo porque siempre me herirá para alejarme. No sé que hacer, mi corazón dice una cosa y mi mente otra.
Y seguir al corazón no es una buena elección.
—¿Estás bien? —escucho una voz y volteo a ver a un lindo chico, tal vez de 19 o 20 años.
El cabello negro azabache le cae desordenado en el rostro. Tiene una camisa blanca y un pantalón de vestir negro. Es muy lindo y sus ojos azules me recuerdan a los de Aden.
—No —digo sincera y él sonríe mostrando unos lindos hoyuelos.
Observo el auto que está detrás de él, es un Ferrari super costoso, dos chicos y una chica están junto a él esperándolo.
Se sienta a mí lado y me pregunto quien diablos es él.
—¿Te piensas tirar de este acantilado? —pregunta con una sonrisa ladina, es muy lindo pero mi corazón es de otro.
—Solo estoy pensando. ¿Quién eres? —sus ojos azules son fenomenales y me da la mano que estrecho.
—Tobías Lodge —pronuncia con su ronca voz.
—Alice Cooper —me sonríe para ver la cascada.
—Es un lindo lugar donde pensar. Estoy de paso, voy a otro lugar mas lejos de este, aquellos son mis primos. Soy el mayor de todos con 22 —alzo las cejas en sorpresa.
—Es raro que hables con extraños —él vuelve a fijar su vista en mí.
—Lo hago siempre, no sabes cuanta gente se quiere tirar de un acantalido o ponerse una soga en el cuello. O solo clavarse un cuchillo para acabar con su tormento —su semblante se pone triste en cuanto dice lo último—, mi abuelo me enseñó a ser bondadoso. Creo que lo mejor que puedo hacer en estos momentos es evitar que algunas personas caigan como lo hizo mamá —se levanta dejando las manos en los bolsillos de su pantalón.
—Eres muy tierno —murmuro una vez que se levanta y él sonríe volviendo a mostrar los lindos hoyuelos.
—Tu eres muy linda. Cualquier cosa por la que estés pasando, pronto pasará. Te lo aseguro porque no sabes cuantos tormentos tuve que pasar y aquí estoy. Un placer conocerte, Alice Cooper.
—Igual, Tobías Lodge —vuelve a su costoso auto, una chica de cabello y ojos negros le mata con los ojos y luego me ve a mi para hacer lo mismo.
Gruñe un montón de cosas y luego su auto desaparece. Eso fue bien raro.
Tuvo que pasar por muchos tormentos ¿eh? Así fue conmigo. Me levanto sacudiendo la tierra de mis pantalones cortos y luego vuelvo al auto con la mente un poco más clara.
Conduzco nuevamente hasta llegar a la casa y una vez estaciono veo la motocicleta de Aden. El corazón se me dispara y me bajo entrando en la casa y él está hablando con Alondra. ¿Desde cuando se hablan esos dos?
—Hey —saluda mi hermana mayor y la mirada de Aden se oscurece mientras me recorre todo el cuerpo sin ningun pudor.
El rostro se me coloca rojo y Alondra alza una ceja viéndome cómplice.
—¿Qué tal? —miro a todos lados buscando a papá y mamá.
—Salieron —responde Alondra casi leyendo mi mente y asiento mordiendo mi labio.
—Iré a mi habitación.
—Alice… tienes —murmura Aden levantándose, sus ojos fijándose en mis labios.
Me pongo nerviosa con el corazón a mi y las mejillas rojas. Las piernas me tiemblan ante su cercanía, de hecho todo mi cuerpo lo hace.
Me quita algo del cabello sacando una pequeña rama y cuando se aleja puedo respirar por fin.
Me voy sin más subiendo los escalones para encerrarme en mi habitación.
Dios esto… no puede estar aquí. Tenerlo lejos es una cosa para olvidarlo, pero tenerlo así de cerca… no me ayuda en una mierda.
Me quito la camisa quedando en brasier para ponerme otra cosa y la puerta se abre con Aden en ella.
—¡Tienes que tocar! —grito molesta y sus hermosos ojos se abren en sorpresa.
—Yo… —tartamudea mirándome descaradamente y cierra la puerta poniéndome más nerviosa.
—Fuera… —murmuro retrocediendo y el pasa saliva por sus labios con los ojos oscuros.
Lo odio por ser tan sexy y descolocarme de tal forma. Lo odio por eso y miles de cosas.
Me toma de la nuca en cuanto me alcanza dejándome a centímetros de sus labios.
—Perdóname —pide en un susurro y niego apartándolo.
No me volverá a hacer lo mismo de ayer, no volverá a meterse en mi corazón y si es necesario partirme en mil pedazos con eso lo haré.
—Aden, esto va a en serio tal y como hace un mes. No quiero volverte a ver, estoy saliendo con alguien —miento haciendo que su semblante cambie por uno frío, distante, molesto y a la vez triste.
—¿Quién? ¿Cómo se llama? —las venas de su cuello se tensan hasta tal punto que pienso se van a romper en cualquier momento.
Me sorprende verlo en ese estado, Aden nunca ha sido impulsivo e incluso siempre ha mantenido la calma. Ni cuando discutimos por lo de la bofetada que le di se puso en tal estado.
—Su nombre es Tobías —¿que carajos estoy diciendo?—, tiene 22 y lo conocí el día que nos dejamos. Solo viene unas veces hacia aquí, y quiero que te alejes de mi porque no pienso engañarlo de nuevo —se pone furioso.
—No hablas en serio —murmura pasándose la mano por la cara molesto,furioso y a la vez confuso.
El corazón me martillea terriblemente, quisiera abrazarlo, besarlo y decirle que todo es mentira. Pero no lo haré.
En un momento se endereza y me mira con una dureza que no me creo.
—Bien hecho Cooper. Si eso quieres me alejaré de ti y si te sirve de algo ya rompiste mi corazón. Oh, falta un round más ¿algo más que decirme para romperme?
—Acabo de perder mi virginidad con él cuando salí —abre los ojos como platos, las palabras se me salieron solas, completamente solas.
—¿Qué? —pregunta acercándose a mi y retrocedo.
—Tu y yo no somos nada así que te pido que te vayas.
—¡¿Te acostaste con él?! —alza la voz haciéndome dar un respingo en mi posición.
La puerta se abre con Colin y Evan en ella.
—¡Respóndeme! —me grita Aden y me armo de valor para mirarle fríamente.
Retrocede decepcionado en cuanto lo miro y suelto cada cosa que sé lo va a derrumbar.
—Lo amo. Quiero que te vayas de mi vida porque lo amo y ya te superé. Bastante me costó e incluso en el momento que nos besamos pensé que aún sentía algo por ti, pero me di cuenta que no en cuanto me levanté a las horas. Antes sentía mil mariposas en el estómago si te veía durmiendo pero hoy no sentí absolutamente nada. Ahora solo siento odio hacia a ti y te quiero fuera de mi vida, oh y ya que estamos de mi casa. ¿Que creías Aden? ¿Que no me acostaria con otro solo por tus dedos? —su expresión fría me corta la respiración y cuando voy a abrir la boca para romperlo más, sale empujando a los chicos por lo que me dejo caer en el suelo con las lágrimas empapando mi rostro.
—¡Alice! —los chicos se acercan y Gigi me toma del rostro.
—Lo siento, tenía que decirle esas cosas para que me dejara en paz —asiente besando mi frente y no lloro más.
Me prometí que no lo haría más, y siempre que él aparece lo hago. Pero ya no más. Basta de Aden en mi vida, de sufrimiento, celos y lágrimas. No lo merece, simplemente no me merece.
Me acuesto en la cama deseando que este día termine lo más rápido posible. Todos se van, así que me permito escuchar algo de música para cerrar mis ojos.
Aún no me creo la frialdad en su mirada. Como si no sintiera nada. A decir verdad eso fue lo que más me dolió. Y que creyera que yo sería capaz de acostarme con otro, menudo idiota.
No podría hacerlo nunca.
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La semana pasa sin novedades, los desaparecidos siguen en eso y la policía de aquí parecen unos imbéciles que no saben hacer un estúpido trabajo.
Me puse a investigar yo misma en la semana que tenía libre ya que estoy de vacaciones.
Busqué información en todos lados y tengo una cartelera informativa sobre los posibles secuestros.
—Creo que están muertos —le comento a Alondra quien come una pizza sobre mi cama.
—También yo, la pregunta es ¿quién los asesinó? —exactamente hermanita.
—Tengo posibles sospechosos —dejo tres imágenes en la cartelera y sus ojos se abren.
—Él no —señala al pelinegro y la miro mal.
—¿Ya sentiste su sed de sangre, Alondra? Fue la peor, tan fea como la de papá —gira los ojos.
—¿Los otros dos por qué?
—No lo sé, siento que algo se traen entre manos. Tal vez piensen que de los últimos que piense sean ellos, pero son mis primeros sospechosos.
—No me caen bien, sobre todo ese pelirrojo —asiento mirando la foto.
—Algo se traen entre manos.
No he sabido nada de Aden. Ni nos hemos visto gracias al cielo. Después del montón de cosas que le dije debe estar odiándome mucho.
Prefiero que sea así, que me odie toda su vida si es necesario para así no tener que lidiar con todo lo que implica estar a su lado.
Bostezo una vez me da sueño. Ya es media noche, pero mi mente ha estado en ese misterio y sobre todo en el de Brenda a quien aun no he podido localizar.
Tengo que hablar con ella y preguntarle de quien huía, por eso mañana emprenderé un viaje con Alondra en su búsqueda. Es lo mejor que se me ocurre para descubrir los misterios que están aquí.
Mi mente vuelve al día en que Aden jugó con sus dedos en mi y me estremezco.
Una vez que Alondra me deja sola me pongo a pensar en hacer lo mismo que él a mi. No debería, ¿verdad?
Pero… rozo mi zona mojada de tanto pensar en ese momento. La saliva se me vuelve agua y vuelvo al lugar donde era él quien me hacía esto.
Muerdo mi labio inferior gozando de mi intimidad mientras pequeños gemidos se me escapan.
Después de un momento siento que voy llegando y la puerta suena haciéndome levantar de inmediato con las mejillas rojas y el corazón a mil. Me acomodo rápido, quitando cualquier rastro de excitación de mi cuerpo.
Abro la puerta recibiendo a papá, quien quería hablar de cosas sobre su trabajo.
A la una lo despedí sintiéndome mal por lo que estaba haciendo antes de que llamara. Que situación más incómoda, ahora me volví una ninfómana, que lindo.
Suelto un suspiro, eso fue muy extraño. Me acuesto en la cama y Aden vuelve a invadir mis pensamientos. ¿Que estará haciendo? ¿Me extraña como yo a él?
No lo sé y no puedo preguntarle. Esto es tan difícil, ¿como decirle al corazón que deje de quererlo? Es imposible.
No puede evitar latir como loco cada que lo vemos, cada que me toca, cada que me besa. Es simplemente imposible.
No puedo perder mi dignidad una vez más. No he derramado más lágrimas por suerte, pero quisiera escuchar su voz solo una vez más…
¿En qué estoy pensando? Él no me ha llamado y fui yo quien cortó nuestra relación, así que no puedo…
Justo en ese momento el teléfono vibra en mi mesilla.
El nombre ojos grises aparece y contesto después de un momento intentando calmar a mi corazón.
El pecho parece me va a estallar y escucho su respiración errática.
—¡Te odio! —es lo primero que dice con voz ronca y borracha ciertamente—, pero a la vez no te odio y odio sentirme así. Yo creo que te amo Alice Cooper y esto me va a matar. ¿Como te atreves a acostarte con otro? ¡Tu eres mía!
—A ver Aden, cálmate —trato de hablar bien ya que no puedo con lo que me causa escucharle decir eso, y me levanto.
—Calmarme, claro. ¿Sabes que me calmará en estos momentos? Tus besos y sentir tu piel contra la mía —la piel me pica con sus palabras, me visto rápidamente con un vestido y sandalias.
—¿Dónde estás?
—¿Vendrás a verme?
—Solo dime —expreso agotada.
—En el colegio. Si pudiera matarme lo haría —la lengua se le enreda y no sé que estoy haciendo.
Pero sin dudas no puedo dejarlo en ese estado y menos en el colegio. ¿Se volvió loco o qué?
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