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15. Recuerdos robados.


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Vuelvo a casa con la cabeza gacha. Papá me espera de brazos cruzados, las fotos están en todos los medios y se tomaron el descaro de enviárselas directamente a papá

Casi había golpeado a las amigas de Brenda de no ser que Aden estaba conmigo, agradezco que lo estuviera.

—¿Me explicas las fotos que están en todos lados? —reclama casi echando humos—. Estás castigada.

Asiento derrotada y no doy explicaciones. Pronto mamá aparece con un té en sus manos y se lo da a papá quien se sienta temblando.

—Hija, hay personas que quieren verte mal. Así que necesito que seas prudente —me dice mamá—, y lamento decir esto pero tienes prohibido hablar o interactuar con Aden.

Justo en este momento mi mundo se paraliza. Me quedo de piedra mientras la cabeza me da vueltas e intento asimilar lo que me acaban de decir.

—¿Qué? —es lo único que pronuncio tocando mi cabeza ya que el intenso dolor que se produce en la misma me hace caer de rodillas.

—¡Alice! —es lo último que escucho antes de que la densa negrura se extienda por mi mente.

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Las luces del techo me hacen parpadear un par de veces. Me levanto de golpe y un dolor en la frente me hace quejar llevándome la mano a la cabeza.

Miro mi mano la cual tiene sangre y pronto la puerta del que supongo hospital se abre.

Papá y mamá entran por ella al igual que mis dos hermanos mayores y mi amiga.

—¿Estás bien? —pregunta Gi abrazándome y asiento tocando mi adolorida frente.

—Tuviste una pequeña crisis. Les pasa a los Cooper cuando… los alejan de aquellos que aman —miro a mi mamá confusa para recordar lo que me dijeron de Aden.

—¡No me pueden alejar de él! —grito molesta y forcejeo con lo que sea que tengo en mis pies.

Las imágenes de mis hermanos desaparecen y veo el truco que me acaban de meter en la mente.

—¡No uses tus poderes conmigo papá! —le grito al hombre a mi frente.

Mamá se acerca tocando mi mente y por más que forcejee llore o patalee no puedo evitar que quiten mis mas preciados recuerdos.

Dios, ellos son unos verdaderos monstruos.

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Me despierto en mi habitación bostezando. La cabeza me duele un poco y el último recuerdo que tengo es una discusión con mama y papá debido a que me había escapado de clases.

No me sorprende, siempre lo hago. Pero me sorprende no recordar bien la discusión. Veo la hora en el reloj y ya son las diez de la noche por lo que tomo mis lentes para bajar y tomar un vaso de leche.

Ojos grises azulados.

El dolor de cabeza se intensifica y el recuerdo de unos ojos me confunde más de lo que ya estoy.

La luz de la cocina se enciende y mamá con su pijama me ve ladeando su cabeza y apretando sus labios.

—¿Qué haces despierta? —me pregunta algo cansada y yo me encojo de hombros.

—Me desperté sin sueño. ¿Y tú?

—Vine por un té para tu padre. Está algo enfermo con dolores de cabezas por lo del trabajo —asiento sintiéndome mal por mi papá.

—¿Puedo verlo? —asiente ante mi petición y busco la habitación de papá que está en el primer piso.

Entro en la misma, él está en la cama con su pijama y los ojos cerrados.

—Hola papi —saludo cerrando la puerta y él abre los ojos sonriéndome.

Me abre los brazos y camino a donde está acostándome en sus piernas para abrazarlo.

Besa mi cabeza y escucho el suspiro que suelta.

—¿Estás bien? —pregunto viéndolo con una pequeña sonrisa y asiente besando mi frente.

—Lo estoy. Cuéntame sobre tus días, los últimos ya que habías estado distante de tu padre —giro los ojos.

—Es que los trabajos me han mantenido ocupada —respondo automáticamente para detenerme a pensar.

¿Los trabajos? ¿De cuándo a acá yo me retraso con trabajos? Lo miro algo desconcertada y me levanto de inmediato.

—Tengo que volver a mi habitación —me excuso aún con la mente confusa—, nos vemos luego papá.

—Te amo Alice, duerme bien —sonrío yendo hacia la puerta y allí me detengo mirándolo de nuevo.

—Te amo papá —los ojos le brillan y puedo ver las lágrimas que descienden de sus ojos.

¿Por qué lloras papá? Queria preguntarle, pero sé que no me responderá, por lo que cierro la puerta y voy a mi habitación.

Una vez dentro veo al perro que yace en mi cama y lo desconozco.

—¿De quién eres? —pregunto sentándome a su lado y él me huele como si ya me conociera.

Me olvido del tema acostándome y cuando siento frío me levanto a cerrar la ventana.

En la misma siento un inmenso nudo en la garganta así como ganas de llorar. La imagen fugaz de alguien entrando en mi habitación me desconcierta y vuelvo a tocar mi cabeza pensando que mi mente me está jugando una muy mala jugada.

Vuelvo a la cama, no me ayuda en nada pensar en estas cosas.

▪️

Despierto vistiéndome con el uniforme y veo al perro quien me persigue a todos lados. No digo nada en cuanto bajo las escaleras, todos parecen estar en su mundo, Gigi con Colin jugando a lanzarse frituras a la boca.

Evan con vendas en su torso y quejándose a cada nada. Mamá cocinando más té para papá. Y papá pues… hace lo de siempre mirándome con ternura.

—Te amo —le recuerdo entrando en la cocina donde tomo una manzana y la muerdo.

—Dijo que en cuanto llegaras te diera una. Algo de que eran tus favoritas.

La cabeza me vuelve a doler, pero no digo nada sobre el perro o sobre mis dolores. Me gusta analizar las cosas y algo me ocultan papá y mamá, así que guardo mis dudas en el fondo de mi mente para actuar como si nada hubiese pasado.

Borraron mi memoria, no tengo ni la menor duda. La pregunta es… ¿por qué?

Me sirven el desayuno con huevos, tocino y pan y después de desayunar voy al colegio con Gigi y Evan ya que Colin está trabajando en una ciudad cerca de aquí.

Mis clases comienzan y paso desapercibida como todos los años. Nada de miradas extrañas, murmullos o secretos entre estudiantes y me alivio de no haber hecho el ridículo.

Sigo en la búsqueda de mis recuerdos, decirle a mamá o a papá que sé que lo hicieron solo hará que quiten todo rastro que quedó de mis viejos recuerdos, así que pedirlos de regreso no es una opción.

En el pasillo impacto con el cuerpo de alguien más. Levanto el rostro encontrándome con… ¿ojos grises azulados?

Es lo primero que viene a mi mente y otro furioso dolor me hace retroceder.

—Ojos grises azulados… —murmuro viéndolo y él frunce las cejas.

—¿Nos conocemos? —pregunta para mi sorpresa y me quedo de piedra.

—No —respondo titubeando y él asiente siguiendo su camino.

Una rara sensación me recorre el cuerpo al ver su espalda y me toco los labios por inercia para luego ver mi acción confusa.

¿Qué acabo de hacer? ¿Quién es él? Meneo la cabeza, no puedo seguir haciendo análisis siempre.

Vuelvo a mi clase y al final del día en la escuela voy a la cafetería. Tomo mi almuerzo sentándome apartada de todos y pronto mi único amigo se sienta a mi lado con una sonrisa divertida.

Arthur, el hombre atractivo a mi frente hace un pequeño gesto cuando ve mi almuerzo.

—Eso es basura diosa de la muerte —giro los ojos comiendo con delicadeza mi comida.

—¿Cómo estás, Dios de la vida? ¿Ya cayó tu presa? —señalo con los ojos a mi frente la chica de cabello rubio quien lo ve tímidamente.

—Es muy dulce para mí gusto. Ya sabes, me gustan las mujeres como tú —el rojo tiñe mis mejillas y él sonríe con diversión ante mi reacción—, calma diosa, no te besaré ni nada. Además, tú ya tienes dueño.

Lo miro desconcertada y antes de poder abrir la boca se levanta yendo directo hacia la chica que dijo era muy dulce para su gusto.

Me pongo de mal humor dejando la comida entera y salgo del colegio para adentrarme en el bosque que está cerca de por aquí.

Camino con las manos en los bolsillos de mi falda, el sonido de unas ramas al crujir me ponen alerta y cuando volteo es el mismo chico saliendo no sé de donde con un cigarrillo en los labios.

Cuando su mirada se detiene en mi abre los ojos con asombro. Luego frunce las cejas como si le molestara verme.

—¿Qué haces aquí? —reclama tirando el cigarrillo que tiene en sus labios y su pregunta me molesta a pesar del cosquilleo que me recorre en la piel al verlo a sus ojos.

—¿Disculpa? —respondo ofendida para cruzarme de brazos—, el bosque es libre ojos grises azulados —me cubro la boca en cuanto las palabras abandonan mis labios y él me dedica una sonrisa ladina.

—Aléjate de mí, Alice. Créeme, es lo mejor para ti —camina hacia otro lado y lo sigo por inercia tomando su brazo.

Él suelta un suspiro como si supiera que era lo primero que iba a hacer.

—¿Cómo sabes mi nombre? —le pregunto curiosa y él voltea a verme haciéndome perder en el mar y la tormenta conjunta en sus ojos.

—Lo escuché por ahí. Te di mi consejo, no me busques que en sí esto ya es difícil para mí.

—¿De qué diablos estás hablando?

—¡De esto! —se señala a sí mismo y a mí—. Es difícil y sé que no lo vas a entender, pero por tu bien espero que pronto te olvides de toda esta estúpida conversación. Hasta luego, Cooper.

Me quedo de piedra verlo irse. Sus ojos, su aroma, su sonrisa, su voz. Todo parece tan familiar pero a la vez tan distante.

La cabeza me comienza a doler nuevamente y regreso por donde vine pensando en las palabras de ese chico. Pareciera que fuera a explotar en cualquier momento y cuando llego a casa la discusión de Colin, Evan, mamá y papá aumentan mi jaqueca.

En cuanto entro en la cocina todos callan y yo abro la nevera sacando un zumo de naranja viéndolos con las cejas fruncidas.

—Ya que no dicen nada yo hablaré —inquiero tomando de mi jugo para verlos tensarse desde mi puesto—. ¿Se supone que hablaban de mi?

—Claro que no cariño, solo es una discusión —responde mi mamá y me meto en su mente intentando ver los recuerdos de la discusión, pero misteriosamente están bloqueados—. ¡No vuelvas a hacer eso! —reclama mientras yo los veo a todos incrédula.

—¿Por que bloqueas tus recuerdos? —rebusco en la mente de todos y lo mismo.

—Es que… —intenta hablar Colin pero se detiene sin encontrar las palabras.

—¿Dónde está Gretchen?

—Alice… —intenta regañarne mi padre pero exploto gritando.

—¡No me traten como una niña y díganme ya que ocultan!

—No queremos hacerlo otra vez, no puedo —mamá susurra con lágrimas en los ojos y corro escaleras arriba buscando a mi mejor amiga en todas las habitaciones pero no la encuentro.

Se la llevaron. Tal vez para que no me dijera la verdad. Las lágrimas me empañan la cara, puedo sentir el vacío llenar mi pecho mientras soy consumida por una especie de negrura que me hacen ver todo de blanco y negro en la habitación.

Papá aparece en mi línea de visión y se queda de piedra ante mi estado. Mi mente es un caos e intento recuperar mi memoria por mi sola pero no puedo.

Lo mejor es huir, y en mi actual estado podría matar hasta a mi padre.

—Alice…

—Estoy en el peor estado. Lo sé, ambos ojos están negros y lo único que siento ahora es sed de sangre, así que mira como la estoy conteniendo —clavé mi uña con mi propio veneno paralizante por varios minutos.

Como dije, en mi actual estado lo podría hasta matar. Esto solo me ha pasado una vez y quien sufrió mi ira fue Colin ya que me había dañado a Chesuus.

—Hija…

—¡Fuera de aquí! —le grito consciente de que pronto acabará el efecto y podría matarlo sin saberlo, ya que la ira es quien domina mi cuerpo—. Por favor, todos salgan de aquí —asiente bajando las escaleras y yo suelto varios suspiros intentando calmarme.

Cierro los ojos pensando en mis hermanos, lo mucho que los amo. Recordando cualquier cosa que me llene de paz y consigo calmar mi estado.

Caigo sobre mis rodillas una vez calmada y toda la adrenalina que sentí deja a mi cuerpo exhausto. Respiro entrecortadamente para pronto ponerme de pie y escapar de casa.

No puedo seguir aquí, no quiero que vuelvan a borrar mi memoria y no quiero olvidar de nuevo. Es un vacío en tu mente que solo causa tristeza y ansiedad y es horrible sentirse así.

Corro por el bosque por horas, y cuando me doy cuenta estoy en otra ciudad. El nombre Seattle se hace presente mientras camino por las calles para buscar a la única persona que me puede ayudar en estos momentos.

Los dolores de cabeza no paran de llegar y cada vez me siento más débil, como si comenzara a olvidar todo para siempre.

Me adentro más en la ciudad hasta llegar a un bar donde obviamente no me dejan entrar por lo que tengo que modificar la mente del hombre.

Hago lo mismo con los otros tres y pronto me llevan al lugar subterráneo donde se encuentra ella.

Me abren la puerta de acero y una muy linda morada se hace presente. Los colores rojo y negro adornan las paredes y una ligera música de jazz inunda la sala.

Camino hasta abrir la cortina que oculta una parte del lugar dándome a mostrar a la mujer a la que tanto detesto, pero necesito en estos momentos.

El cabello castaño claro y los ojos azules me reparan, una sonrisa macabra se forma en sus labios. Reposa en un mueble de cuero rojo con las piernas esbeltas estiradas.

Tiene solo ropa interior de lencería puesta y se sienta para poner los codos sobre sus rodillas.

—Me viniste a visitar. Eso si que es una sorpresa.

—Alondra, solo vine porque necesito tu ayuda con algo. De otra forma a ti sería la última persona que visitaría, no sabes cuanto te odio —escupo todo mi odio hacia ella pero la misma solo se dedica a sonreír para volverse a acostar en el sofá.

—Entonces… ¿para que soy buena, Alice?

—Tuve problemas con mamá y papá —confieso tomando asiento en un sofá a su frente y ella me mira frunciendo las cejas.

—Me sorprende que se metieran contigo, a decir verdad nunca pensé que te tocarían.

—No lo hicieron físicamente. Se metieron con mis recuerdos, así que huí de casa temporalmente. Lo último que pensarán es que vine a visitarte, ya saben lo mucho que te detesto y que nunca te pediría ayuda, y precisamente por eso te la estoy pidiendo.

Se levanta poniéndose algo de ropa, supongo que lo que le dije le interesó porque empieza a tomarse el asunto con más delicadeza, o con más seriedad.

Se cubre con un kimono negro y se sienta en el mueble con una copa de vino tinto en sus manos. Sus ojos azules me reparan de arriba a abajo, como si no creyera que estuviese de aquel tamaño.

Y me imagino que es normal considerando que no nos vemos desde que tenia diez.

—¿Te los quitaron? Los recuerdos —aclara bebiendo de su copa y yo suelto un suspiro.

—Estoy segura que sí. ¿Recuerdas la habilidad que poseo para meterme en la mente de las personas? Lo intenté con todos ellos, mamá, papá, Colin y Evan pero la conversación que habían tenido estaba bloqueada así como muchos recuerdos. Ellos literal tomaron medidas para combatir con mi poder, y quiero de vuelta mis recuerdos porque… —el fuerte dolor de cabeza me calla y me quejo.

—Tu mente sabe que hay un vacío —me aclara Alondra—, por eso te dan esos furiosos dolores de cabezas. Tal vez Anabel sea muy buena borrando recuerdos, pero no puede borrar todos los rastros de recuerdos en una Cooper. Por eso te dan dolores y los recuerdos falsos que seguramente te implantó Harold se empezarán a desmoronar ya que eres difícil de manipular.

—¿Como recupero mis recuerdos? Sé que mamá los tiene, pero no puedo pedirlos. No me los dará, volverá a borrar mi mente quitando los rastros y papá seguirá metiendo cosas en mi cabeza, será un maldito ciclo y necesito terminarlo —ella asiente bebiendo más de su copa.

—Lo entiendo, hay una forma de recuperar tus recuerdos, pero necesitamos a tu madre para robárselos.

—¿Puedo hacer eso? —vuelve a asentir.

—Yo puedo hacerlo.

—También necesito protegerlos para siempre, que no me los puedan volver a robar ni ellos ni nadie.

—Puedo enseñarte a hacerlo, no es muy difícil y siendo tú lo aprenderás en un par de horas. ¿Alguna sospecha de por qué borraron tus recuerdos? —pregunta curiosa y yo pongo los codos sobre mis rodillas exponiendo mis dudas ante ella.

Ciertamente no le tengo mucha confianza, pero confío más en ella que en mis padres en estos momentos. Solo porque ella sabe bien como son ellos, también porque…

—Hoy me vi con un chico. Las sensaciones me parecen conocidas, como si ya lo hubiese visto. Él dijo que no me conocía pero sentí que mentía. ¿Por qué mis padres me separarían de un chico? —le pregunto exponiendo la duda que me carcome desde que vi a esos ojos grises azulados.

—Tus padres no quieren que te enamores, ni tú ni ninguno de los chicos, ellos piensan que el amor te hace débil, y de cierta forma es cierto ya que tanto Cooper 's' como Dead 's'  son más vulnerables al sentir el amor. Por ejemplo Harold los ama a ustedes, y ustedes son su prioridad ¿cierto? —asiento y ella da un largo sorbo a su copa de vino—. Ustedes son la máxima debilidad de Harold porque son su añoración, así como tu madre lo es. Supongo que él se siente débil ya que si a ustedes los hieren también lo hieren a él, así que no quiere esa debilidad en ustedes, por ello los aleja del amor.

Eso tiene algo de sentido, pero no es razón para eliminar nuestros recuerdos. Debería dejar que todos tomemos nuestras propias decisiones, no tomarlas por nosotros. Se que ambos quieren lo mejor para nosotros, pero no me agrada la manera en la que lo hacen.

—Lo entiendo, entiendo tu punto aunque me resulta extraño que los defiendas —se rie suavemente dejando su copa a un lado.

—¿Defenderlos? ¿Después de todo lo que pasé con ellos? Por supuesto que no Alice, solo sé diferenciar entre lo bueno y lo malo y aunque ellos sean totalmente malos tienen sus momentos buenos, pero es solamente con ustedes —suelto un suspiro.

—Bien, Alondra. Me enseñarás como proteger mis recuerdos y luego iremos a enfrentar a mis padres. Recuperarás mis recuerdos y luego los sellaré para que nadie más los toque nunca —llena su copa de vino con una sonrisa malévola que me hace entender que esto es un verdadero Dead.

—Muero por ver la cara que pondrán mami y papi cuando vean que su desertora hija vuelve a casa. ¿No es así, hermanita?

La miro frunciendo los labios, tal vez esto sea un error. Pero recuperaré mis recuerdos robados a como dé lugar.

Así tenga que utilizar a mi lunática hermana mayor, o más bien el mayor fracaso para mamá y papá.

Pero una muy buena herramienta para mi

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