XIII
Mi corazón da un vuelco, aquella mujer tiene un aspecto de la época colonial su cabello rojizo está recogido en un moño elegante, su tez es completamente blanca, sus mejillas son rosadas pero pálidas, su vestido es de un color azul marino con detalles color crema, sus ojos azules me causan temor, ella me recuerda mucho a la muerte... Preciosa pero peligrosa.
Me examina, el único sonido que emite es el de sus tacones que resuenan por toda la habitación. Aún no me explico como ella llego aquí, su mirada tiende a ser intimidante, llena de intriga y miedo.
Lleva un medallón de oro con las notables iniciales de L.P & A.M
—No temas, aún no tengo decidido matarte.-Sus tacones rechinan por toda la habitación—Por ahora.
Su voz es algo empalagosa y atrevida.
—¿Quién eres?—Digo temblorosa.
—Que malos modales los míos.—Dice acercándose a mí—Soy Lucrecia Patherson.
—¿A qué has venido?—seco mis lágrimas, para luego levantarme del suelo.
—Vengo a advertirte, una pequeña cosa.—Su tono pasivo paso a seco—Mantente alejada de mi hombre.
Yo la miro confundida.
¿Su hombre?
—Conoces a Alfonso.—Retoma la palabra, percibo su mirada fija en mí-Haz caso a lo que él te ha dicho, existen muchos hombres con quienes puedes estar querida.
Con una rapidez inexplicable, me toma del cuello y me aprieta contra la pared. Mi respiración se hace dificultosa, el corazón me duele inmensamente me siento engañada por parte de Alfonso...
—Sé cada uno de tus pasos.—Vocifera golpeando su aliento contra mi rostro—Pero yo estoy adelante cuando tú das un paso, ya yo he dado seis niña.
Sus ojos se tornan de un tono escarlata, su pupila se dilata ampliamente.
—Apenas te equivoques, estaré deseosa de consumir tu alma.—Sonríe maliciosamente.
Me falta el oxígeno, mi fuerza está debilitada.
Lucrecia me suelta de golpe, y aterrizo en el suelo bruscamente malogrando mi brazo.
—¿Qué eres?—Digo en voz alta.
Lucrecia camina seis pasos al frente de mí.
—Averígualo tú misma, niña.—Finaliza.
Sus ojos se oscurecen por completo, luego ella desaparece delante de mí, se esfuma, una neblina gris aparece en la habitación. Es asfixiante, como el humo de un incendio.
Salgo corriendo de mi habitación y corro a la de Thomas, abro de un portazo y lo despierto de su profundo sueño.
—Gu...bby—Las palabras se traban en mi garganta—En mi-mi, cucu... cucuar... cuarto.
Thomas sigue exaltado, se dirige hacia mí me mira confundido.
—¿Qué ocurre?—Dice ofuscado.
—Alguien.—Chillo—entro en mi cuarto, no sé cómo.
Thomas aparta el cabello de mi cuello.
—¿Y esas marcas?—Analiza mi nuca.
Me veo en el espejo, unas marcas rojizas aparecen en mi cuello las veo superficiales, por lo tanto no les presto demasiada atención.
—No lo sé.—Balbuceó dando vueltas por la habitación—Me ha tomado del cuello bruscamente.
Me miro nuevamente en el espejo, y la veo.
Lucrecia está detrás, sus ojos negros están clavados sobre mí.
—¡Thomas! —Grito tumbándome al suelo—¿No lo ves?
Thomas me mira confundido.
—¿Qué cosa?—Dice exasperado.
Una neblina gris inunda el cuarto.
Sé que significa.
Tomo del brazo a Thomas sacándolo de la habitación, corro con fuerza, pero tropiezo con el escalón y ruedo por los veintitrés escalones.
Me duele la cabeza, veo todo borroso Thomas corre hacia mí... A lo lejos vislumbro a Lucrecia parada en el umbral de la escalera, lleva una sonrisa victoriosa en su rostro.
Tocó mi cabeza y mis dedos quedan llenos de aquel color carmesí.
Desisto de mis esfuerzos por levantarme.
Thomas me toma entre sus brazos.
—Estarás bien.—Musita Thomas, limpiando la sangre con sus dedos—Ernesto, por favor llama a un médico.—Vocifera Thomas.
Cuando estoy a punto de cerrar mis ojos, y a lo lejos, veo a mi tía Daphne su mirada contiene preocupación.
Resiste.
Es la única palabra que logro descifrar de sus labios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro