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CAPÍTULO 9:

Decido caminar porque creo que es buena idea. Hoy se parece más a un día de verano, el sol calienta pero sopla una brisa suave que juguetea cariñosamente con las puntas de mi chalina, es agradable poder sentirme en mi lugar aunque sea por un momento, simplemente dejarse llevar, es....disfrutable. Hay poca gente alrededor, alguna que otra persona que decidió pasear al perro o hacer un par de compras. Por ahora está tranquilo, las casas y locales que durante la noche rebosan de vida se adormecen en el día, apagados y silenciosos.

La biblioteca está a unas cuantas calles de aquí, pero no demasiado creo yo, al menos no en este momento.

Tengo un caminar regular y mi respiración es ondulante, como si estuviese durmiendo, incluso puedo sentir los músculos de mi cara tirado imperceptiblemente para revelar una sonrisa, sip, estoy feliz.

Y cuando creo que voy a regalarle al mundo mi autentica felicidad un idiota pasa a mi lado y lanza un chiflido mientras se aleja a mis espaldas.

Ni me molesto en voltearme, simplemente apresuro el paso, aunque es imposible ocultar mi expresión contrariada y greñuda. No es que sea una odia-hombres, pero necesito mi privacidad.

<< ¿Ves? a nosotros nos gustas vistiendo así. >> Espera..., ¿dijo nosotros?

– ¿Nosotros?–. Arqueo una ceja.

<<Eh... ¡Mira, la biblioteca! >> Puedo notar su nerviosismo desde aquí, sonrío para mis adentros, ¿quién pensaría que se podrían invertir los papeles?

Nunca antes había estado en esta biblioteca, ni siquiera tenía idea de que fuese tan grande: Repisas y más repisas repletas de libros viejos de diversos colores y tamaños. Todos muy bien ordenados por orden alfabético y temático.

Una especie de silencio sabiondo invade el lugar, junto con el polvo, que parece formar filigranas con los rayos de luz que atraviesan el ventanal enorme del segundo piso.

<<Así que esta es la guarida de los inadaptados sociales. >>

–Y eso lo dice un muero–. Espeto.

<<Buen punto. >>Admite.

En la entrada está el supuesto escritorio del bibliotecario, creo que lo mejor sería preguntar si tienen por casualidad diarios de 1850 o algo así...lo que sea que sirva.

Me acerco y solo cuando estoy por llegar me cercioro de que allí hay una persona. El anciano es tan pequeño y encorvado que puedes confundirlo con un pisa papeles.

–Disculpe, –digo en susurro, el señor ni se inmuta, sigue absorto en su libro–disculpe–intento más alto pero no hay respuesta– ¡Señor disculpe!– ahora casi grito, eso da como resultado los chistidos molestos de los lectores apasionados que exigen silencio, pero al menos consigo la atención del abuelo:

–Buenos días, señorita, ¿qué desea?–. Tiene unos lentes sumamente gruesos y una voz baja y frágil, lo último sobre todo.

–Buenas, quisiera saber si aquí tiene periódicos de 1850.

El anciano sonríe despreocupadamente, presionando sus muchos pliegues faciales:

–Lo siento, pero soy medio sordo querida–. Se apunta con énfasis ambas orejas.

Aclaro mi garganta y alzo la voz:

– ¡Que si tiene periódicos de 1850!–. La gente vuelve a recriminarme, yo volteo y me encojo de hombros, en definitiva el señor es sordo y tengo que preguntar.

–Oh no, no, querida–realiza ademanes agitados con las manos mientras sacude la cabeza en negación–esos ejemplares son ya muy antiguos como para exponerlos a la luz o tocarlos, me temo que no puedo enseñárselos – hace una pausa muy pronunciada para recordar algo y mueve con ritmo su torcido, calloso y arrugado dedo índice–sin embargo, en el computador ese que ustedes los jóvenes usan, puede verlo si quiere.

Le agradezco por la ayuda y me muevo hacia donde lo indica, paso por entre las mesas con algunos lectores procurando no tocarlos, pues ya los he molestado bastante y lo que menos quiero es que un montón de eruditos comiencen a golpearme.

Cuando por fin llego descubro que la mayoría está fuera de servicio, solamente queda una y no es precisamente una hermosura.

<<Ya sabía yo que con ese bibliotecario no existe tal cosa como la tecnología...oye ¿y si le preguntamos a él?, ¡puede que sea mi padre!>>

Lanzo una risa disimulada, primero porque no quiero hacer más ruido y segundo porque no pienso admitir que lo que dijo fue gracioso.

Me coloco en la silla y enciendo el cacharro, el cual tintinea en respuesta. Escribo 12 de agosto, 1850 en el buscador bibliográfico e instantáneamente surgen docenas de noticias de quien sabe qué, una debe ser la nuestra.

Antes de comenzar con la búsqueda me doy la vuelta para reunir mi último conjunto de datos:

–Por última vez, ¿no recuerdas nada?–. Digo sin irritarme demasiado, es que resulta exasperante hacer esto de cero, con solamente una foto y una moneda vieja.

<<Nada de nada. >>

Me quedo pensando un instante hasta que decido colocar ambas cosas sobre el escritorio.

–Mientras busco míralas, tal vez algo vuelva a esa cabeza tuya.

<<Sí señora. >>

Ahora mi atención se deposita en la PC, estoy prácticamente dos horas buscando hasta que una leyenda llama mi atención, tiene a la casa donde lo encontré como referencia:

"En el día de la presente fecha ocurrió un desafortunado acontecimiento en la residencia Dankworth, un joven asesinó a la hija del conocido prestamista, James Dankworth. El prometido acudió en su ayuda pero ya era tarde. Entonces, luego de vengarla, se suicidó por la desdicha de perder a su amada. (...) "Es una gran pérdida para todos, amaba a mi hija y espero que el culpable esté ardiendo en el infierno", palabras textuales del señor prestamista.

Yo me recuesto a la silla sin aliento, pasmada e incapaz de decir una palabra. No puedo creer que en ese mismo lugar hubiese ocurrido algo tan escalofriante. Sin embargo algo me huele raro, en mi interior hay una voz sofocada que grita con desesperación, pero está tan hundida que solo escucho un susurro inentendible.

<<Ahora que lo pienso...>>

– ¿Qué?–. Creo que voy a esperar para revelarle la verdad, soy dura, pero no tan insensible como para no notar que es una noticia horrible.

<<Tú...cuando caías me llamaste Kevin, ¿quién es?>>

Mi mente da un chispazo, el sueño, la caída, aquel nombre que he mencionado un par de veces vuelve a la vida como si nada, Kevin, Kevin...vamos sé que es algo importante, vamos, vamos. Finalmente puedo contestar:

–Creo...creo que de alguna manera, al estar contigo, tus recuerdos del subconsciente aparecen en mi cabeza mientras duermo, como una especie de conexión.

<<Cómo, ¿tú sueñas con mis recuerdos?>>

Abro los ojos, dicho por otro suena ridículo...ni yo sé bien lo que pasa.

Respiro profundo para ordenarme.

–Algo así...al menos que se te ocurra otra idea, es lo único que tenemos.

Un muchacho pequeño con lentes enormes se me queda mirando como "Oh por Dios, una loca contaminando nuestro delicado ambiente social.", le devuelvo la mirada y mete la cabeza en su libro mientras camina apresurado. No sé qué problema tiene, es completamente normal hablar sola frente a un computador...supongo.

<<Ok, me quedo con el apodo. >> Dice en forma jovial y determinante.

No esperaba su respuesta, siquiera pensé que pudiese aceptar tan fácilmente un nombre que yo le di por unos sueños locos que tuve y una situación extrema en la que me salvó... ¿Qué estoy diciendo?

– ¿Ninguna objeción?

<<Bah, peor es Juanita. >>

Nos reímos en voz baja, pero hay mucho más por hablar, así que corto con esta comedia:

–Dime, ¿pudiste recordar algo con las cosas que encontramos?

Siento que se ha puesto serio de repente:

<<Con la foto no tengo idea, está demasiado borrosa. Pero la moneda...ésta moneda simboliza algo, era importante para mí. >>

Arqueo una ceja:

–En serio, ¿una moneda?, ¿sabes cuantas de estas cosas se fabricaron?, ¡millones!, ¿y me dices que es importante?–. No sé si intentar golpearlo o golpearme a mí por querer ayudarlo.

Tarda unos cuentos segundos en responder:

<<Esta era única, era la nuestra>> Su voz se agrava en forma nostálgica.

La tomo pero solo está fría, tan fría como un tempano. Eso es todo.

–No sé qué puede tener esta cosa, pero si significa algo para ti...–. La deposito en el morral nuevamente.

Entonces una nube fría invade mi espacio, como un leve soplo helado:

<<Veamos qué has podido averiguar. >> Se oye divertido, pero temo que si ve el diario su estado de ánimo decaiga...y en esta investigación no podemos ser dos deprimidos, de eso ni hablar.

–Eh...nada importante–me apresuro a cerrar la página–deberíamos volver a casa para indagar sobre todo este asunto, tal vez encontremos algo nuevo.

<<Creo que estás ocultando información. >>

En mi pecho surge una pequeña punzada de culpa, pero no tengo los escrúpulos necesarios para revelar tal cosa, no aquí y no ahora.

–Ya te dije todo–. La culpa regresa, pero me la trago.

<<De acuerdo. >>Dice no muy convencido.

Estamos saliendo cuando el señor me detiene:

–Disculpe querida, ¿halló lo que buscaba?

Trato de sonar lo más casual posible:

–No, pero no se preocupe–me encojo de hombros–buscaré en otra parte.

Giro pero me toma por el brazo:

–Tenga cuidado en donde husmea querida, no vaya a ser que se quede atrapada. –el anciano tiene una expresión de alarma que pone los pelos de punta, me deshago de su agarre y retrocedo unos pasos por si acaso.

–Eh, adiós señor.

Atravieso la puerta casi corriendo mientras escucho detrás al bibliotecario:

– ¡Está advertida!

Una vez nos alejamos varias cuadras me relajo por fin.

<<Wow, eso fue raro..., ¿viste su cara?, parecía que iba a infartar. >>

Mis ojos se abren ante la idea:

–Pareció haber visto un fantasma, ¿crees que...?

<<Es posible, los ancianos son como los niños al fin y al cabo, pero, ¿por qué lo de la advertencia?>>

Lanzo un suspiro resignado:

–No tengo idea.

Por fin llego al apartamento, papá está afinando su bajo y Ambar pintando un lienzo, los dos metidos en sus pasiones...yo no tengo pasión, soy más bien una... mata pasiones. Sí, esa clase de persona que no sobresale en ninguna tarea artística en particular, simplemente sigo las reglas que la sociedad dicta y punto...aunque últimamente como que no las respeté mucho que digamos, pero da igual. El hecho es que no hago nada productivo con mi vida, no es que sea vaga, el problema es que no me importa.

Ambos desvían la mirada para saludarme y regresan a su mundo...hay momentos en que me gustaría tener el mío.

Voy a mi cuarto, tiro el morral en la cama y enciendo la PC, Henry, que estaba durmiendo en ella se da tal susto que cae con golpe sordo al suelo. Luego me observa con mirada acusadora.

–Lo siento–. Me encojo de hombros, bastante hago al disculparme con él...ni siquiera sé si lo entiende pero es su problema.

Me siento frente al buscador de google, la barrita tintinea esperando por mí; lanzo un suspiro de cansancio y escribo prácticamente mi situación: UN FANTASMA ME SIGUE.

<<Hummm, concreto. >>Comenta a mi lado, creo.

Saltan todo tipo de páginas, decido entrar a un blog con el título de "Cómo saber si el espíritu que te acompaña es maligno o benigno".

Ingreso y me encuentro con un test..., ¿por qué no?

PREGUNTA 1: ¿Es una mujer o un hombre?–HOMBRE

PREGUNTA 2: ¿Puedes verlo?–NO

PREGUNTA3: ¿Puedes sentirlo?–SI

PREGUNTA 4: ¿Ha intentado matarte?–Si hacerme cosquillas con la intención de provocarme espasmos musculares extremos no es intento de asesinato, entonces no, no ha intentado matarme–NO

PREGUNTA 5: ¿Te habla? – ¿Existen fantasmas mudos?, maldita sea mi suerte. –SI

PREGUNTA 6: ¿Dice cosas como "TE VOY A MATAR" o LÁRGATE"?–Dice cosas menos serias y con altas probabilidades de obscenidad en algunos casos, pero no eso precisamente–NO

PREGUNTA 7: ¿Te acompaña siempre?

Me doy la vuelta, lo necesito para responder:

–Oye, ¿siempre me acompañas?

<<Solo cuando vas al baño o te cambias, ahí sí que tengo los ojos bien puestos. >>

Ruedo los ojos y vuelvo a mi trabajo, no sin que antes mi boca ejerza el suspiro correspondiente. –SI

Una vez presiono intro la pantalla muestra un cartel con mi resultado: Tu espíritu es prácticamente un pan de Dios, no tienes por qué temerle.-BENIGNO.

<<Oh, soy un pan, que decepción. >> Parece no aguantar la risa y tiene razón. No pude caer tan bajo como para reducir el asunto a un test, pero los test nunca se equivocan, al menos eso dicen.

Pienso que es mejor intentar en otro lado, ingreso a uno que dice: "Fantasma que te sigue" pero resultó ser un creepypasta, voy a la siguiente: "¿Por qué un fantasma te sigue?" al menos el título es prometedor, comienzo a leer en voz alta:

–"...Los fantasmas o entes son en realidad personas que han dejado este mundo en circunstancias poco agradables, por eso algunos de ellos pueden actuar agresiva o territorialmente, incluso atacarte si los provocas..."

<<Hey, ni que fuéramos animales. >>

–Espera, deja leer. "

Normalmente cuando uno ingresa a un lugar encantado la temperatura puede bajar unos grados, estos son síntomas obvios de su presencia..."

Paso al siguiente subtítulo:

"...Cuando uno de estos entes se adhiere a tu vida debes tener ciertas precauciones, si es de naturaleza bondadosa no habrán mayores problemas, pero si llegase a ser malvado consulta inmediatamente a un demonólogo (...) Cuando un espíritu benigno contacta contigo puede ser por la necesidad de alguien que le ayude, ya que no puede encontrar su camino, en todo caso debes preguntarle que quiere. Otra de las razones es que puede ser que tengas algún parentesco con él, alguna conexión por la cual no está dispuesto a abandonarte, si lo conoces debes dejarle en claro que ya no pertenece a este plano, déjalo irse. Si no es el caso, busca dicha relación, tal vez sea esa la respuesta (...)".

–Tenemos algo.

<<Sí, ahora a buscar esa conexión, ¿no?>>

–Me pregunto..., ¿qué relación podría haber entre tú y yo?, por algo tus recuerdos llegan a mi cabeza y por algo te me uniste aquella noche–. Continúo pensando por mi cuenta pero inmediatamente, como de costumbre, me interrumpe:

<<Tal vez una tátara abuela o abuelo, o un tío abuelo multimillonario que ni siquiera conoces. >> Siento una risa baja cargada de sarcasmo y resignación.

Me recuesto a la silla y cruzo los brazos:

–Sé que es frustrante y parece no tener salida, ¡pero hago lo que puedo!, no creas que todo esto es tan sencillo.

<<Mira, no eres tú, más bien es mi maldita cabeza fantasmal la que no quiere funcionar, y eso me genera...–su tono va en aumento, pero está conteniéndose–me genera>> En ese momento escucho un golpe sordo contra el escritorio que hace vibrar los lápices de mi recipiente, me levanto sorprendida con los ojos como platos sin dejar de ver el lapicero...ah, olvidé que parte de convivir con un espíritu es escuchar pasos y ver flotar objetos, prácticamente lo mismo que con la locura ,o la ingesta de hongos coloridos...ojalá hubiese comido hongos.

Aun así me veo en la obligación moral y personal de preguntar:

– ¿Fuiste tú el que lo movió?–. Intento volver a mi postura semi encorvada de chica depre a la que todo le importa un pomo...maldición creo que hasta perdí mi toque...que desgracia.

Sé que continúa molesto, incluso percibo un tinte de tristeza, genial, no puedo permitir de ninguna manera que él tome mi puesto de depresivo, en esta casa no hay espacio para dos, así que o lo animo rápido o tendré que acostumbrarme a llamarme "Ju de Fru"...voy a vomitar.

<< ¡No, fue el perro!>> Su sarcasmo es tan drástico que parece estúpido, pero solo los que huimos constantemente de situaciones incómodas podemos usarlo de forma aceptable, y eso lo digo porque cualquiera que esté con mi padre puede considerarse un maestro en esto.

Vamos Juliet, piensa, piensa algo gracioso, invéntate algo que lo haga reír como aquella vez con el cereal, date prisa:

–Es posible...sus gases poseen el poder supremo– ¿Gases?, ¿eso es todo?, ¡ya los he usado!, todo mi esfuerzo mental, toda mi masa cerebral y mis años de vida, ¿para esto?...no merezco vivir.

Primero escucho una especie de ronquido y al instante un estallido de risa sonora y hasta cierto punto contagiosa..., ¡es un milagro! Sonrío levemente por mi eficiencia.

– ¿Ves?, puedo ser graciosa–. Cruzo mis brazos para completar mi réplica.

Una vez termina me responde como si fuese una infante:

<<No, amor...tú no eres graciosa, tu intento por serlo lo es. >>Y dicho esto torna a la risa risueña y yo por mi parte ladeo los ojos y suelto un bufido molesto, bueno, al menos vuelve a ser él.

t+

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