1.- Vampiro
Halloween.
Otra vez.
Esta época del año no es algo que me apasione. No cuando los protagonistas siempre son los mismos. Los seres sobrenaturales.
No es que odie esta época del año. Solía gustarme. Adoraba Halloween. Pero ya nada es lo mismo. Ya nadie se asusta con un buen disfraz.
A nadie le llama la atención un chico disfrazado de vampiro, lobo, de hada o de bruja. Como van a llamar la atención, si los verdaderos seres sobrenaturales caminan entre nosotros como si fuese lo más normal del mundo.
Claro. Olvidé mencionar lo más importante. Dos cosas en realidad. La primera es que vivo en New Orleans, así que ya se imaginan la segunda. Los cuentos de hadas y las historias supernaturales no son solo eso. Todo es real.
Hace dos años, justo en medio del Festival Voodoo, en City Park, se abrió un portal en nuestra ciudad, por el que cruzaron todos estos seres que antes solo habitaban en los libros y en las fantasías. Así que ya todos son miembros de nuestra comunidad.
Hoy es viernes.
Dentro de una semana será el último viernes de octubre, y comenzará el festival que se extenderá durante todo el fin de semana. Así que será una locura en el barrio francés y todos sus alrededores.
Por suerte, la luna llena fue hace dos días, así que al menos no tendremos problema con los lobos, ni con ninguna criatura sobrenatural durante el festival. Es conocido que todas las criaturas sobrenaturales tienen fascinación por la luna llena. En especial los lobos. Esos no me caen tan mal. Pero los vampiros, ya esos son otra historia. Sé que tengo pocos conocimientos de las criaturas mitológicas, pero conozco lo importante y más necesario.
Los vampiros no son como ninguno que haya conocido en las historias que he leído. No brillan con el sol, tampoco se queman con este. El ajo, les gusta en realidad. Lo único que se mantiene igual que en todas las historias, es que beben sangre. Eso al parecer, es lo único en común. Al menos eso es lo que conozco de ellos. Lo que me han contado. No suelo relacionarme con muchas criaturas sobrenaturales.
Trabajo en un bar llamado Isla Tropical, en Bourbon St., justo en el centro del barrio francés. Aquí la vida nocturna no tiene para cuando terminar. Y hoy me toca cerrar.
Son casi las 2:00 am, y aún queda un cliente en el bar. Está sentado a la barra y a pedido más tragos de los que puede soportar. En estos momentos su cabeza descansa en la barra. Parece que ya colapsó.
—¿Quieres que me encargue de él, Lizzy? —me dice Robert señalándolo mientras carga unas bolsas de basura hacia la salida.
—Yo me encargo, ten una buena noche. —le digo a modo de despedida.
—Para ti también. —y se marcha con las bolsas de basura.
Termino de acomodar las sillas en las mesas haciendo tiempo de que sea la hora de cerrar para espabilar a mi cliente dormido y montarlo a un taxi. Aunque dudo que consiga uno a esta hora.
Miro el reloj, ya pasan de las 2:00 am. Camino hacia mi cliente borracho e inconsciente. Es bastante grande y fornido. Lleva una chaqueta de cuero negra y unos jeans ajustados. Tiene el cabello largo, rubio oscuro, recogido en una coleta baja. Creo que es un motorista que está ahogando sus penas porque su adorada moto se estropeó.
—Amigo, es hora de que te marches. — lo muevo por el hombro.
—Hum...—es lo único que obtengo como respuesta.
—Vamos, es hora de cerrar, te acompañaré hasta la salida. —le digo tratando de tirar de su brazo, pero es imposible, es demasiado pesado para mí.
Siento la campanilla de la puerta que avisa de un nuevo cliente.
—Lo siento, estamos cerrados. —contesto de espalda a la puerta mientras intento tirar de la manga de mi último cliente para que se marche.
Y entonces siento algo duro y frío presionando contra mi nuca. Y se con exactitud que es a pesar de que nunca he estado en esta situación.
—Dame todo lo que está en la caja—me dice una voz a mi espalda. Y en ese instante un frío recorre todo mi cuerpo. Tengo miedo. Miedo de lo que me va a suceder cuando él vea que la caja está vacía. Me suelto de la chaqueta de cuero negro de mi cliente borracho, que ni se ha enterado de nada—. ¡Qué esperas! —grita—. ¡La caja! ¡Ahora! —presiona el cañón de la pistola aún más en mi nuca y me empuja hacia adelante. Camino lento rumbo a la caja intentando retrasar lo inevitable. Cuando llego allí la abro igual de lento y me aparto a un lado—. ¡Nada! —grita furioso—. ¡Dame todo lo que tienes!
—¡No tengo nada! —le grito mientras intento alejarme de él.
Pero no llego muy lejos cuando el me golpea en el rostro con la culata de la pistola haciéndome caer al suelo.
—¡Auch! —grito de dolor.
Siento algo caliente corriendo por mi rostro. Llevo la mano a la sien y me froto en donde me golpeó. Al retirar la mano veo sangre en ella. El asaltante camina en mi dirección. Y yo retrocedo por el suelo, huyendo de él.
—Oh, sí. Si tienes algo. Y me voy a cobrar contigo. —dice mientras me mira con lascivia.
Conozco esa mirada. Es la que tienen los depredadores sexuales.
—¡No! ¡Por favor! ¡No! —le suplico mientras retrocedo hasta la pared.
No tengo escapatoria. Y a esta hora, nadie me va a escuchar gritar. Ni siquiera el borracho de la barra se enterará de nada.
—Grita todo lo que desees. Eso solo hace que me excite más. —responde mientras se zafa el cinto de sus pantalones.
Este es mi final. Cierro los ojos.
—Deja a la señorita en paz.
Abro los ojos de repente cuando escucho esa voz. Mi asaltante se gira hacia quien habló. Mi cliente borracho ha despertado y está parado a unos metros de él, oculto en las sombras.
—Sigue durmiendo, borracho. —le dice él mientras se gira una vez más hacia mí y me sonríe perverso mientras se acerca de forma peligrosa sobre mi cuerpo.
—¿No me escuchaste? Te dije que la dejes en paz. —mi asaltante se separa de mí.
—Primero me haré cargo de ti y después la haré gritar a ella. —responde mientras se gira ahora hacia mi cliente borracho.
—Hay algo mal con tu plan. —murmura él en respuesta.
—¡Ah sí! No creo que estés armado. —le dice apuntándole con el arma en la cabeza mientras le sonríe sabiéndose el vencedor de esta disputa.
—Creo que te equivocas. —le dice con voz grave.
Mi cliente borracho alza la mirada que tenía oculta. Y solo entonces lo comprendo. Sus ojos rojos relucen en la oscuridad del local mientras le muestra una sonrisa radiante que deja a la vista sus dos colmillos afilados y listos para morder.
Y todo sucede muy rápido. El asaltante presiona el gatillo y dispara mientras el vampiro desaparece y se materializa detrás de él.
—Nunca hagas enojar a un vampiro. —le susurra en el oído mientras el asaltante se gira y dispara a donde proviene la voz.
Grito cuando el disparo resuena en el local y pasa cerca de mí. El vampiro vuelve a materializarse detrás de él y en un rápido movimiento hace desaparecer la pistola de su mano. Lo agarra por el cuello y lo levanta en el aire.
—¡Por favor! ¡Te lo suplico! ¡No me hagas daño! —puedo sentir el miedo en su voz.
—¡Silencio! —le grita haciéndolo callar—. Ya tuve suficiente con que hayas maltratado a Lizzy e interrumpido mi meditación. Ahora vas a pagar por lo que has hecho—. Le muestra los colmillos ahora con más ferocidad que antes.
—¿Pensé que ustedes no se alimentaban de nosotros sin permiso? ¿Qué vivíamos en paz?
—Y así es. Pero acabo de llegar, estoy molesto y hambriento.
Y sin decir nada más acercó sus colmillos rápido al cuello del hombre y los clavó en él arrancándole un grito desgarrador de dolor. Me aferro a mis piernas y me hago un ovillo en la esquina mientras observo la escena sin poder apartar la mirada. El vampiro succiona su sangre como si no le importara nada su vida o los desesperados gritos de dolor que emite. Intento cubrirme los oídos, pero no puedo. Mis manos se niegan a soltar mis piernas.
Y entonces los gritos del hombre se detienen. Aún está vivo, pero es como si ya no sintiera dolor alguno. De alguna forma el vampiro ha logrado que su presa deje de gritar. No sé por cuanto tiempo bebe de él. Solo sé que no dejo de mirar horrorizada y fascinada al mismo tiempo la escena. Esto es mucho mejor que ver una película en IMAX. El vampiro desclava los colmillos de su cuello y lo suelta, dejando que se tambalee hacia los lados, débil por la falta de sangre en su organismo. Lo sostiene un instante por las solapas de su chaqueta y lo mira a los ojos.
—No de nuevo. —murmura suplicante sin poder hablar apenas.
—Márchate de la ciudad. Si me vuelvo a cruzar contigo, no te dejaré con vida—lo suelta de repente. El hombre, como si estuviese hechizado, se marcha sin mirar atrás y tan siquiera recuperar el arma. Observo desde mi esquina como el vampiro desliza el dedo pulgar y el índice por la comisura de sus labios quitando los restos de sangre. Después se los lleva uno a uno a la boca y los chupa—. Esa ha sido la comida más repugnante que he comido en un milenio. —dice sin mirar en mi dirección.
¿Un milenio? ¿Tan viejo es? Pero si luce como si tuviese poco más de treinta. Luce demasiado bien como para tener esa edad. Y lo que acaba de hacer. No tengo idea porque, pero me ha resultado excitante verlo chupar sus dedos cubiertos de sangre.
Definitivamente estoy en shock.
¿Cómo puede parecerme excitante eso?
Es el primer vampiro que conozco, no puedo dejarme engañar por su belleza deslumbrante. Porque no sé el resto de vampiros, este, tiene una belleza que es de otro mundo. Literal. No dejo de observarlo mientras él sonríe y alza la vista hacia mí. Camina en mi dirección y se detiene justo frente a mí.
«Ardiente y atractivo»—esa es una buena definición para él.
—¿Te encuentras bien? —me pregunta tendiéndome la mano.
No quiero ser descortés. Pero es un vampiro, y acabo de ver cómo le succiona la sangre a ese tipo. Pero también me ha salvado la vida. Si él no hubiese estado aquí, no sé qué habría ocurrido conmigo. Bueno si lo sé, pero no quiero que mi mente vaya en esa dirección. Así que después de dudarlo unos segundos. Estiro mi mano y tomo la suya.
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Espero les haya gustado este primer capítulo. Es la primera historia de este género que escribo así que espero les guste y me dejen sus votos y comentarios.
Xoxo
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