•Tu propia y singular historia•
14. Tu propia y singular historia
*Este capítulo contiene temas sobre droga y algunos otros temas que puedan ser no aptos para personas sensibles o menores de trece años*
Las amistades buenas no necesariamente son las que empiezan desde que son pequeños, no son aquellas que te dan dinero cuando lo necesitas o cuando lo quieres, no son aquellas que te hacen sentir mal y luego te dicen que fue por tu propio bien. Las amistades reales son las que no son perfectas, pero son las que te forman como persona, las que te enseñan que en el mundo se vale equivocarse y se vale perdonar. Son las que, aunque no se conozcan desde la cuna, darían y harían cualquier cosa por la otra persona. Son las que te enseñan que el ser humano tiene una maravillosa habilidad de relacionarse con una o varias personas de una manera increíble.
Eso era lo que pensaba Spencer. Pero Chris jamás habia pensado en aquello alguna vez. Su único amigo, con el que alguna vez pasó tiempo en su casa y en la de él, con el unico que había compartido secretos y preocupaciones. Blue era su amigo; pero no sabía si seguían siendo amigos.
—¿Chris...?– pronunció el rubio ceniza sin poder creerlo. Blue estaba bastante distinto; la última vez que lo vió tenían trece o catorce años.
Blue tenía una pequeña pero algo notoria barba que apenas crecía; ahora el centro de su respingada nariz iba adornada con un piercing dorado, y aunque su cara pareciera no haber cambiado, se veía como un muchacho grande.
Era mas bajo que Chris, pero seguía siendo bastante alto para Spencer, que miraba asombrada al chico enfrente de ella. Y como buena y responsable adolescente hormonal que era, no pudo evitar pensar lo lindo que era.
El castaño quiso decir algo, pero de su voz no salía nada. Spencer se adelantó.
—Hola... Soy Spencer, amiga de Chris. Creo que ustedes ya se conocen.– dijo amablemente la rubia, extendiendo su mano, y Blue, un poco confundido, sacudió su mano y le regaló una sonrisa. Spencer se sonrojó.
—Nunca pensé que Chris tuviera una amiga. ¿Me perdí de mucho?– preguntó Blue, ahora mirando al castaño. Pero éste solo frunció el ceño.
—¿Que haces aquí, Blue?– preguntó Chris tajante. Spencer sonrió al escuchar el nombre del chico.
—Bueno, creo que no me extrañaste.– soltó Blue con una triste risa. Chris miraba los ojos cafés del chico con rencor. Spencer solo observaba callada.
—¿Se suponía que debía extrañarte después de que me abandonaste sabiendo que te necesitaba en esos momentos?– espetó Chris entre dientes. Blue frunció el ceño.
—Ey Chris, tranquilo amigo...
—¿Amigo? Un amigo era lo que necesitaba en ese momento y tú me abandonaste, te alejaste de mí. ¡¿Cómo mierda quieres que te extrañe?!– interrumpió Chris furioso.
—¿Ahora dices que yo te abandoné? ¡Tu eras él que me alejaba cuando intentaba acercarme a tí! ¡Claro que sabía por lo que pasabas, pero no tenías porque tratarme como mierda!– reclamó Blue, haciendo que Chris soltara humo por la nariz. La rubia se alejó un poco de los dos chicos, definitivamente no entendía nada.
—¡No te trataba mal! Estaba pasando por un mal momento y por eso me comportaba así. ¿Por qué no podías entender eso?
—Pero yo no tenía la maldita culpa por lo de tu padre. Yo sólo quería ayudar.– soltó el chico rubio. Chris apretó los puños y se acercó a Blue, pero justo Spencer intervino.
—Chris..., Blue. Tranquilos. Cual sea su problema, pueden hablarlo después y sin necesidad de golpes.– dijo la rubia, colocandose en medio de los dos chicos.
Los dos se callaron. Chris seguía mirando a Blue com cierto odio, mientras que el rubio, miraba con curiosidad a la chica.
—¿Por qué están chorreando agua?– preguntó Blue, soltando una risa. Spencer se sonrojó de nuevo, llevando sus frías manos a sus calientes mejillas.
—Fue un accidente...– respondió Spencer tímidamente evitando los ojos marrones del chico.
—No respondiste mi pregunta, ¿Que haces aquí? Pensé que te habías mudado a Nueva York.– espetó Chris, frío como siempre. Y al contrario del castaño, a Blue no le importaba contarles la verdad a aquellos dos.
—Sí, nos mudamos para allá. Pero mis padres tuvieron un problema en el trabajo y bueno... creo que regresamos momentáneamente.– contestó Blue sin problema o vergüenza alguna. Era una de sus características, era directo.
—¿Pero por qué demonios dormías aquí?–preguntó Chris. Blue soltó una risa opaca. Spencer seguía muda.
—Nunca me he llevado con mis padres y lo sabes. Ahora que estamos aquí, tuvimos que rentar un departamento pequeño y barato, porque por si no te lo conté, vendieron la casa. El departamento solo tiene un maldito cuarto y a mí me toca dormir en el sillón. Pero no puedo vivir ahí si mis padres están... están drogandose toda la puta noche y peleando como idiotas.– respondió Blue, hablando más pesadamente. Spencer no pudo aguantarse y habló.
—¿Dro-drogándose?– le preguntó la rubia un poco nerviosa. Blue sonrió triste y se encogió de hombros. Con sus brazos se apoyó en la mesa donde antes dormía, para poder elevarse y sentarse sobre ella.
Chris se cruzó de brazos. Recordaba que sus padres eran un asco de personas, pero jamás habia imaginado que se drogaran.
—Sí. Antes pensaba que solo era una medicina lo que se inyectaban, hasta que llegué al instituto y conocí lo que era la heroína. Mis padres no solían hacerlo muy amenudo, pero luego empezaron los problemas económicos y eso los destrozó; aunque no tanto como a mí. Ahora se pelean todos los días y creo que no hay noche en la que mi padre no abuse de mi madre y yo no salga con golpes en el cuerpo por tratar de detenerlos. Así que preferí dormir aquí, no tengo dinero para rentar una habitación de hotel, así que es mi única opción. Agradecería que no se lo mencionaran a nadie.– dijo Blue. Vaya, el chico sí que era valiente para decie todo eso sin miedo o vergüenza.
Spencer se sentía muy mal por Blue, tenía ganas de abrazarlo y decirle que todo estaría bien. Pero no parecía necesitarlo o eso hacia creer. El rubió le regaló una sonrisa a la ojiazul que portaba una mirada de lástima.
—Siento que tengas que vivir así, Blue.– dijo la rubia con tristeza.
Chris estaba mudo. Se sentía, por primera vez, la peor persona del mundo por no estar para él en esos momentos. Aún le dolía que su único amigo lo haya dejado años atrás, y aunque a Chris debería de no importarle, aún sentía cariño hacia su amigo. Necesitaba hacer algo por él y arreglar sus problemas.
—Puedes quedarte en mi casa. No creo que sea problema para mi madre y tengo una habitación extra.– dijo el castaño, hablando tan rápido que no le dio tiempo ni de pensarlo; trató de sonar cortante, en el fondo seguía molesto. Blue dibujó una sonrisa en su cara.
—Lo agradecería bastante. Hace mucho que no veo a tu madre, es una señora muy simpática.– comentó Blue con un poco de nostalgia en su voz. Spencer sonreía por el lindo gesto de Chris.
Los chicos hablaron un rato más. Realmente a Spencer le parecía que Blue era una persona realmente fuerte e interesante. Pero nada le comía más la cabeza que las ganas de saber el pasado de Chris y él.
Chris se sentía... bien. Reencontrarse con su amigo era algo que llenaba un espacio de su vacío ser. Blue sentía lo mismo.
•
Cuando el reloj ya marcaba las siete, Chris llevó a Spencer y a Blue en su auto –que realmente era el auto rentado que aún no regresaba–, a su casa. Primero dejó a la rubia en su puerta, se despidieron de ella y Chris siguió conduciendo hacía su casa.
—Spencer es guapa.– soltó Blue durante el camino una vez que ya habian dejado a la chica. Chris se puso tieso, pero trató de fingir y siguió manejando tranquilo.
—Es sólo Spencer.– contestó secamente. Blue rió.
—Claro, por eso mismo es guapa. Además de que es una linda persona.—comentó el rubio. Chris sentía hervir su sangre pero lo disimulaba.
—¿Por qué tan interesado? ¿Te gusta? Apenas la conoces, verás que es insoportable.
—Cálmate, hermano. No trato de robartela, sólo decía que es linda.– contestó Blue entre risas. Eso era algo de lo que, muy en el fondo, Chris extrañaba. Su risa.
—¿Robarmela? Ni si quiera es mía. No me gusta. Para nada. Ni si quiera me cae bien.—balbuceo Chris tan rápido que Blue casi no le entiende.
—Claro, amigo. En ese caso entonces puedo coquetear con ella...
—¡No!– gritó Chris de repente, haciendo que Blue lo mirara extrañado pero divertido. El castaño seguía sin despegar su mirada del camino.
—¿No?—preguntó Blue. Chris se aclaró la garganta y se removió en su asiento.
—Quie-quiero decir, que no deberías, Spencer es un peligro.—dijo Chris algo nervioso. El rubio ceniza decidió cambiar de tema, aunque sabía que ese tema no estaba terminado aún.
Después de un rato, llegaron a la casa de Chris. El chico estacionó y los dos salieron.
—¡Mamá, llegué!– gritó Chris cuando los dos pasaron por la puerta. El castaño cerro la puerta atrás de él, mientras que Blue miraba la grande y bonita casa con la boca abierta.
Chris siempre había tenido más recursos que Blue. Cuando se conocieron en tercer grado, Blue siempre llevaba los mismos zapatos, mientras que Chris traía unos nuevos cada semana. Al castaño nunca le importó eso, se hizo cercano a Blue por otras razones.
Unos pasos apresurados sonaban bajando las escaleras. Blue tragó saliva.
—Chris, ya te he dicho sobre no gritar cuando...
La voz de su madre se detiene cuando sus ojos se posan sobre el chico rubio ceniza a lado del cuerpo de su hijo.
—Hola señora Robinson.– dijo Blue con una gran sonrisa en su boca. Ella no lo pensó mucho y rápidamente se acercó al chico para abrazarlo.
—¡Blue! ¡Que bueno volver a verte! ¡Ha pasado tanto tiempo!– exclamó la señora felizmente.
La madre de Chris le habia cogido mucho cariño a Blue. No sólo porque fuera el único amigo de su hijo, sino porque ella sabía lo dura que era la vida de ese niño y por eso lo trataba como su otro hijo.
—Mamá, no le dejas respirar...– soltó Chris rodando los ojos, llevando el bolso de Blue colgando el el hombro.
La madre de Chris soltó a Blue, ahora posando sus manos en los hombros del chico y regalándole una feliz sonrisa.
—¿Qué te trae por aquí, Blue? No sabía que habían vuelto aquí, desde que tus padres se mudaron a Nueva York perdí todo contacto con ustedes...– admitió la señora Robinson, mirándo con cariño al chico rubio y cansado en frente de ella.
—Hemos venido momentáneamente, mis padres han tenido que venir a arreglar un problema de su trabajo.– dijo el chico encogiéndose de hombros y mirando al suelo con una desganada sonrisa.
—Oh, espero que tarden en solicionarlo, porque me alegra mucho verte por aquí.– dijo la señora simpática, Blue rio.
Chris se removió incómodo y habló.
—Se quedará con nosotros unos días. Puede quedarse en la habitación de invitados.– soltó el castaño, interrumpiendo la conversación de su amigo y su madre.
La señora de cabello rubio y canas frunció el ceño, confundida. Pero luego cambió su expresión, entendiendo algo que Chris le comunicaba con la mirada.
—¡Pero claro! Será un placer tenerte aquí, Blue.– declaró su madre. Blue agradeció en sus interiores el hecho de que no haya preguntado el porqué.
•
Cenaron tranquilos. La mesa estaba callada. El silencio no era incómodo. Su madre se encontraba en la cocina,y su hermano había saludado contento para luego irse a dormir.
Sólo eran Chris y Blue. Cada uno guardaba las ganas de decir algo. De preguntar algo. De confesar algo.
—Tu casa sigue igual de bonita.
—¿Irás a la misma escuela?
Los dos hablaron al mismo tiempo. Blue rio. Chris se rascó la nuca, nervioso.
—Eso haré.
—Gracias.
Lo volvieron a hacer y ahora rieron. Terminaron de jugar con el poco de leche que quedaba en sus platos de cereal y los dos se levantaron de la mesa para llevar los platos a la cocina.
—Yo los llevo.– dijo Chris, ofreciendo su mano para que Blue le entregara el plato.
—No, lo haré yo, ya hiciste mucho por mí hoy.– dijo Blue, imitandoa acción previa de Chris.
—¿Sabes qué? No voy a discutir, porque nadie me gana en una discusión, así que dame eso y sube al cuarto. Iré en un rato para darte toallas y otras cosas.– dijo Chris, tomando el plato de las manos del rubio. Blue rio.
—Claro, mamá.– se burló el chico, y el castaño rodó los ojos para luego entrar a la cocina.
Minutos después Chris se encontraba subiendo las escaleras hacia el cuarto donde se suponía que Blue se encontraba.
Abrió la puerta y encontró al rubio, mirando por la ventana de espaldas al castaño y sentado en la cama.
Esa escena removió algo en el corazón de Chris. Le hizo recordar muchas cosas, muchas muchas cosas. Su niñez era lo primero que se le venía a la cabeza; fue la única época de su vida en la que se divertía. Pero no es algo de lo que este orgulloso, o de eso se quiere convencer.
—Blue...– Chris lo llamó, el chico rubio volteó y le regaló una sonrisa. El castaño no sabía si devolvérsela.
—¿Servicio a la habitación, eh? Que buen servicio.– comentó Blue, haciendo énfasis en las toallas y ropa que traía Chris cargando en los brazos, que de hecho estaban perfectamente dobladas. El castaño se encogió de hombros y se acercó a él.
—Mamá me dijo que te lo trajera.– dijo mientras le entregaba las cosas a su amigo. La vista de Chris viajó al bolso aún sin desenpacar de Blue.—¿Por que no has sacado nada?
El rubio miró hacia donde se posaba la vista de Chris. Blue se quedó callado por un momento, para luego hacer viajar su mirada por todo el cuarto gris.
—Estaba mirando el cuarto. Ya sabes, recordando.– dijo Blue, sonriendo de nuevo. La mirada de Chris, cobarde, evitaba los ojos del rubio en todo momento. —Recuerdo que aquí solías contarme historias, cuando mis papás peleaban y yo venía a jugar a tu casa. Eran buenas historias.
Chris recordaba cada una de esas historias, y no podia negarlo, eran buenas. Pero había algo sobre eso que le hacía sentir dolor, y es que eran historias que su padre le contaba.
El castaño se aclaró la garganta y guardo sus manos en los bolsillos de su pantalón. Se sentía algo incómodo.
—Sí, eh... yo igual recuerdo. Bueno, creo que iré a mi cuarto y...
—Siempre supe que eran de tu padre.
Eso calló la voz de Chris de tirón. El castaño frunció el ceño, no entendiendo muy bien o más bien no quería hacerlo.
—¿Qué?– preguntó, tratando de guardar la postura.
—Las historias. Siempre supe que te las contaba tu padre. Cada vez que me las contabas, adoptabas una posición distinta, exactamente igual a la de tu padre. Tus ojos brillaban con orgullo. Sí, lo recuerdo bastante bien.
Chris apretó los puños.
Su padre...
—Creo que estas imaginando cosas.– espetó Chris y Blue negó con la cabeza repetidas veces.
—No, estoy seguro de eso. Chris, que tu padre se haya ido no significa que antes no lo quisieras...
—No voy a tener una conversación sobre mí padre, Blue. No otra vez.
—Chris, lo que pasó con tu padre te cambió por completo, tal vez deberíamos...
—¡No!– gritó el castaño, furioso. Odiaba hablar de su padre, lo odiaba.
—Pero Chris...
—No, Blue. Basta. Que nos hayamos reencontrado no significa que te tenga la misma confianza que antes y mucho menos que quiera hablar sobre ese tema contigo.
El castaño se giró y cuando estuvo antes de salir de la habitación, Blue habló.
—¿Es porque yo también tengo un padre de la mierda? Tal vez hablar de como mi padre se mete mierda todos los días y se droga hasta que olvida que tiene un hijo me haga sentir mejor ¿no? Claro que no. Estoy consciente de como te sientes, pero si no tratas de superarlo o mejorar como persona siempre te quedarás estancado en algo peor que tu padre. Tu tienes la suerte de que no tienes que vivir con ello día a día. Chris, yo te sigo teniendo la misma confianza, pero el que tu hayas cambiado no es culpa mía. A la unica persona que a la que has perdido la confianza es a ti mismo. Esta es tu propia y singular historia, no sigas viviendo como si fueras a convertirte en tu padre.
Y así, Chris salió del cuarto furioso, dolido pero, sobretodo, reflexionando.
Tenia razón, pero él no quería aceptarlo.
Aún le duele.
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