13. Secuestrados
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Fredrick
Mi sentido del olfato se activa, lo primero que huelo es... Humedad, sangre y... ¿Semen?
Se que no estoy en Steecwood, porque el olor de la nieve no aparece en mis fosas nasales, solo huelo suciedad, humedad, sangre y fluidos masculinos.
No puedo ver nada, todo a mi alrededor esta oscuro. Siento como alguien a mi lado ronroneo como si de un gatito se tratase, luego escucho pasos. Son pasos pesados, pasos que arrastran algo.
De pronto, me termino de despertar por la cantidad de agua fria que me termina empapando por completo haciendo que me altere en segundos y no pueda respirar bien. Logro tomar un poco de aire poco a poco, miro a mi alrededor encontrandome con tres figuras masculinas, las cuales no las logro reconocer por el agua que obstruye mi vista.
Escucho el agua ser arrojada hacia la persona que esta a mi lado quien parece buscar oxigeno de manera desesperada. Demasiado desesperada.
—¿Bonita siesta, querida? —pregunta con sarcasmo uno de los hombres.
—No, ¿Sabes por que? —es ella... La chiquilla sigue conmigo.
Escucho los pasos de aquel hombre que no lograba reconocer hasta que acerco su rostro a la luz que nos iluminaba.
—¿Por que?
—Porque soñe contigo —contesta ella.
—¿Tan malo crees que soy? —se rie cinicamente.
—He conocido peores —lo menosprecia para sacarlo de quicio.
El agua se va secando poco a poco y logro visualizar lo que sucede. El general tiene a la princesita tomada del cabello jalando asi su cabeza hacia atras.
—No sabes nada de mi, soy peor de lo que te imaginas —le advierte el general.
—Lo dudo, nos hemos criado juntos, ¿Crees que no se de lo que eres capaz, Wilber? —recrimina la princesa.
Acerca su rostro al suyo con furia mientras la sigue tomando fuertemente del cabello. Yo sigo siendo un expectador ante toda la escena que estan montando estos dos en mi presencia.
—Para que veas que te tengo misericordia, te hare un favor y claro, me lo debes —la suelta y le hace una seña a sus hombres para que nos quiten las cadenas.
Nos mantenemos parados, no hacemos ningun movimiento ya que ambos estamos muy heridos, aunque... Su rodilla esta vendada, pero parece que se lo acaban de curar.
—Nos vemos, alteza —se despide Wilber.
Mi primer instinto es correr hacia la puerta y tratar de encontrar una maldita manera de abrirla, pero es inutil ya que no tiene perilla por dentro, solo puede abrirse desde afuera. Miro a mi alrededor tratando de encontrar algo para intentar abrir la puerta, pero no hay nada, solo basura.
—¿Que intentas hacer? —su voz era lo ultimo que queria escuchar en ese momento.
—Oh, pues, intento, no lo se salir de aqui —digo con obviedad.
Ella revolea los ojos dejando claro que no me seguira molestando. Voy hacia una de las mesas para buscar algo que nos ayude a salir de aqui, veo el arma que esta sobre la mesa y le disparo a la puerta, pero no funciona. Intento otra vez, pero el arma se quedo sin balas.
Maldita suerte la mia.
La princesita se levanta del suelo y toca con cuidado la puerta para verla de cerca.
—Es Proteus —murmura frunciendo el entrecejo.
¿Proteus?
—¿Que carajos es Proteus? —inquiero.
—Es un metal imposible de romper u alterar —responde aun con su vista en la puerta —. Solo los alemanes y britanicos lograron crear esta composicion de metales...
—¿Y eso es malo?
—Lo malo de esto, es que Wilber lo tenga bajo su poder —parece confundida.
—¿De donde crees que lo consiguio?
—Seguramente hizo un trato con los alemanes —concluyo ella al suspirar con frustracion.
Esto se sale de control con el paso del tiempo.
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No se cuanto tiempo llevamos aqui, pero por la humedad que se siente en el aire, parece que ya es de noche. Estoy sobre lo que se supone que es una cama, pero de hecho es solo un cobertor viejo y agujereado, pero he dormido en cosas peores que esta, a excepcion de la señorita princesa que no hace mas que mirar al suelo estando sentada en el piso cubierto de sangre seca.
—¿Te gusta el piso por algun fetiche raro o...? —me fulmina con los ojos —. Solo fue una pregunta.
—No estoy para juegos.
—Pues, yo tampoco, asi que ya somos dos, princesita —me burlo en su cara.
—No me llames asi —me ordena.
—No es mi culpa que seas "la princesa Lundin", a menos que en realidad no lo eres y solo estas ocupando un puesto porque Wilber te lo pidio despues de la muerte de los reyes —suelta una risa sarcastica.
—Wow, entonces dime, ¿de donde salio esa brillante teoria? —la miro con duda —. ¿Acaso fueron los rumores?
¿Como sabe...?
Comienza a reirse a carcajadas como si esta conversacion le causara gracia, algo que no me provoca en este momento.
—Dejame decirte algo, los primeros rumores que empezaron a crearse dentro de Steecwood luego de la muerte de los reyes, que fueron gracias a los noruegos que estuvieron infiltrados en aquellos años —estoy atento a todo lo que dice —. Si, asi es. Ellos se encargaron de hacer ver que el legado de los Lundin habia acabado conmigo cuando naci, no les convenia que nadie volviera a mencionar a los Lundin asi que por eso prefierieron hundirse para evitar el escandalo de la muerte de mis padres. Yo me mantuve escondida por un tiempo en otra parte de Suecia donde nadie me reconocia y fue ahi donde conoci a Wilber, nos criamos juntos...
Hace una pausa apretando los puños para contener la rabia que la carcome poco a poco por esta traicion que recibio de el.
—Fue el peor error de mi vida, pero debo admitir que fue muy astuto —confiesa.
Se va a sentar en el suelo otra vez, dudo un poco al principio, pero luego me decido por sentarme a su lado con las rodillas pegadas a mi pecho siendo abrazadas por mis brazos. Suspiro para tomar aire y soltar la cabeza que me carcome en este momento.
—¿Por que no saliste del castillo jamas?
—Siempre estuve vigilandolos a todos desde los ojos de Wilber, no lo veia necesario hasta que... —hace una pausa.
—¿Hasta que...?
—Hasta que llego aquella carta —menciona como si yo supiera y ella se sume en sus pensamientos.
—¿Cual carta? —inquiero con curiosidad.
Me acerco inconscientemente mirandola con atencion, ella vuelve su mirada hacia mi; me mira con algo que no descifro en sus ojos, empiezo a sentir un extraño escalofrio al tener frente a mi esos ojos frios que me miraron con lujuria la primera vez que los vi. Esos recuerdos hacen que mi cuerpo sienta mucho calor de repente.
Trago con fuerza, no quito mi mirada de sus ojos, estoy a punto de dar el paso, pero ella detiene mi accion con algo que me descoloca por completo.
—De mi abuelo —responde mi pregunta.
—¿Tu abuelo? —inquiero.
Escuchamos la puerta abrirse.
—Es hora de divertirnos, querida —Wilber la mira a ella con una malicia que me causa pena.
Ella me mira con sus ojos oscuros pidiendo auxilio, pero soy incapaz de decir nada ya que me colocan una mordaza en la boca y me llevan a la fuerza al fondo de la bodega colocandome las cadenas que tenia hace unas horas.
—Alteza, quisiera que sea amable conmigo y me haga el honor de decirme lo que quiero escuchar desde hace muchos años —veo como la maltrata tomandola del brazo con fuerza, ella forcejea, pero el es muy fuerte —. Se que quieres decirmelo, pequeña puta.
—Puta tu abuela, idiota —la abofetea provocando que termine en el suelo.
—Pense que serias mas indulgente, pero veo que debo ser un poco menos amable contigo —se coloca unos guantes de cuero y toma un latigo —. Si no me dices lo que quiero, entonces tendre que cobrar todos tus caprichos con tu amiguito el soldado.
Mi terror en este momento se encendio causandome escalofrios en el cuerpo, ella me mira por unos minutos que se volvieron los mas largos de mis vida esperando a que hiciera algo.
En serio, comienzo a pensar que...
Tengo muy mala suerte.
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