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Capítulo 17

— ¡Mamá! ¡Papá! ¡Ayuda!

Ha sido un terrible accidente lo he visto. He visto como el auto resbaló con el hielo y salió dando vueltas por la carretera antes de detenerse volcado. Y entonces he corrido hacia allí para ver qué ha sucedido. Lo primero que hice fue sacar a la niña de diez años que se encontraba en la parte de atrás y lo único que hace es gritar de dolor. Y después regresé a donde estaban sus padres.

La sangre corre por sus rostros, irreconocibles, mientras yo intento en vano que se muevan. No puedo hacer nada y me siento impotente mientras veo a aquellas personas desconocidas allí. Intenté zafar su cinturón, pero no pude, están atorados. Llevé mis dedos hacia su cuello, pero su pulso es casi imperceptible. Regresé donde está la niña con mi ropa y manos cubiertas de sangre. Traté de buscar mi teléfono, pero no pude marcar con las manos llenas de sangre.

¡Mierda!

— ¡Que alguien me ayude! —grité desesperada mientras la nieve cae sobre mí.

— ¡Mamá! ¡Papá! —gritaba la niña en un susurro apenas audible.

— ¡Que alguien me ayude! —grité una vez más.

Abracé a la niña pequeña e intenté consolarla mientras gritaba por ayuda...

—Kate, despierta. —la dulce voz de Daniel hizo que escapara rápidamente de mi sueño.

Me acomodé en el asiento sintiéndome un poco mejor que cuando había subido al avión. El vuelo me ha resultado más que reparador. El hombro no me duele tanto, sin embargo, mi cabeza duele a montones, como alguien martillando constantemente dentro.

Salimos del aeropuerto cerca de las 3:00 pm. Afuera, el cielo de Chicago estaba encapotado, toda la carretera está cubierta por una ligera capa de nieve que imagino que se debe a la noche anterior o a esta mañana.

Intenté recordar lo que soñé, pero me es imposible.

— ¿Sucede algo? —me preguntó Daniel mientras examinó mi rostro.

—Nada, es solo que soñé algo y siento que es importante, creo, algo que debo recordar, pero por más que lo intento, no puedo.

—Ya lo recordarás, pero no fuerces a tu cabeza, si es tan importante cuando menos te lo imagines los recuerdos olvidados regresaran a tu mente. —me dijo mientras yo reí ante su comentario.

Continuamos caminando hasta llegar junto a un hombre trajeado mostrando las llaves de un auto.

—Hicimos todo lo que nos pidió, sus cosas ya están en el hotel como ordenó.

— ¿Los pudieron localizar?

—Sí señor, los seguimos hasta donde se hospedaron. Tenemos todas las cámaras vigiladas y hemos colocado otras, en cuanto se muevan lo sabremos. —le dijo mientras le tendía una laptop.

—Gracias, manténganse en línea, en cuanto haya movimiento me pondré en contacto con ustedes. —dijo mientras tomaba las llaves y la laptop de la mano del hombre.

—Sí, señor. —contestó con un asentimiento mientras sacaba unas tarjetas magnéticas y se las entregaba a Daniel.

—Gracias Steve—Daniel entrelazó sus dedos con los míos—. Vamos.

Daniel tiró de mi mano y me condujo rumbo al parqueo. Presionó el mando del auto y las luces de un Ford mustang de color gris y negro parpadearon frente a nosotros.

— ¿Un mustang?

—Es lo mío, deportes extremos, velocidad, adrenalina...—lo interrumpí.

—Sexo salvaje y desenfrenado—continué mientras montaba en el auto.

Daniel montó y se me quedó mirando con una sonrisa.

—Sí, ya entendí. —terminé sonriéndole mientras el arrancó el auto.

Para mi sorpresa Daniel condujo hasta el Hotel Drake.

— ¿Algún motivo especial por el cual nos quedemos en el Drake? —le pregunté cuando caminábamos rumbo a los ascensores sin siquiera pasar por la recepción.

Al parecer ya se ha encargado de todo.

—No. —me contestó con esa sonrisa de hoyuelos que tanto amo.

Subimos hacia nuestra habitación en total silencio. Y cuando el ascensor se detuvo en el último piso, llamó mucho mi atención. Pero no dije nada, tal vez es una coincidencia.

Pero cuando nos detuvimos frente a la misma habitación en la que yo me quedé cuando el baile de máscaras, una sonrisa se extendió por mi rostro.

— ¿No tienes nada que confesar?

—Nop. —me dijo deslizando la tarjeta para que la puerta abriera.

Daniel entró detrás de mí. Puedo sentir sus pasos mientras yo hago mi camino hacia la habitación. A un lado de la cama hay dos maletas.

—Necesito un baño. —murmuré mientras me zafé el cabestrillo y bajé mi brazo. Ya puedo moverlo sin quejarme de dolor.

No me giré hacia atrás. Pero puedo sentir la respiración de Daniel acelerándose mientras dejé caer al suelo las capas de ropa que traigo encima, incluyendo el chaleco. Me toqué el hombro con cuidado mientras observé un cardenal morado comenzar a extenderse.

Continué mi camino hacia la ducha y la abrí. Cuando el agua estuvo bien caliente me metí debajo de ella. Esto sí que es relajante. Después de todo lo que ha sucedido, esto es justo lo que necesito. Una cálida ducha. Mojé mi cabeza y dejé que el agua corriera por todo mi cuerpo. Ya puedo sentir como mi cuerpo tenso comienza a relajarse poco a poco. Sonrió mientras siento sus brazos en mi cintura, abrazándome por detrás. Ahora esto es mucho más relajante.

—Siento haberte involucrado en todo esto Kate. —me dijo mientras apoyó la cabeza sobre el hombro que no está lastimado y su ligera barba raspa contra mi piel.

—Tú no me has involucrado en nada, lo hice yo misma por mi propia voluntad, además, luce peor de lo que es en realidad. —le contesté para reconfortarlo mientras me giré entre sus brazos.

Lo miré fijamente a los ojos mientras el agua cae sobre nosotros.

—Pero no puedo evitar pensar que quizás si no nos hubiésemos acostado, nada de esto hubiese sucedido. —¿de verdad estamos teniendo esta conversación, en la ducha?

—Voy a pretender que te sigo la corriente. Supongamos que no nos hubiésemos acostado, por segunda vez. ¿No crees que hubiese sucedido todo de igual manera? Al final, yo he estado contigo en todos los lugares y te recuerdo que cuando ocurrió lo de New York aún no estábamos juntos.

— ¿Juntos? —inquiere el alzando una ceja.

—Sí, aún estoy buscándole un nombre al tipo de relación que tenemos.

Daniel me sonrió ahora ampliamente. Al parecer he logrado que olvide todo lo que ha sucedido en las últimas semanas.

—Con respecto a eso—me dijo pegando sus labios a los míos—, creo que tengo el nombre perfecto. —me dijo mientras cuidadosamente empujaba mi cuerpo contra la fría pared de la ducha.

— ¿Has decidido etiquetar nuestra relación y no me lo dirás? —inquirí con curiosidad.

Pero en lugar de hablar comenzó a besarme y yo me rendí a sus besos lentos, sensuales y delicados. Me besa como si no hubiese un mañana, y como si este momento fuese a terminarse o interrumpirse en cualquier instante.

—Sí, pero primero—murmuró entre besos—, déjame cuidar de ti. —depositó un dulce beso en mis labios antes de separarse de mi en busca de la esponja y el gel de baño.

Daniel hizo exactamente lo que prometió. Se encargó completamente de mí. Y yo, aunque él se negó, hice lo mismo con él. Cuando terminamos y después de envolverme en un albornoz y el ponerse una toalla por la cintura, me cargó en sus brazos, como es costumbre ya, y me llevó hacia la cama. Y me le quedé mirando entrecerrando los ojos.

—Estoy esperando mi respuesta, no creas que se me ha olvidado.

— ¿Qué respuesta? —me preguntó mientras se alejaba de mi y se dirigía hacia las maletas.

Colocó una en el suelo y comenzó a buscar algo en su interior. Y yo me quedé allí mirándolo, preguntándome que está buscando. Abrí y cerré los ojos varias veces. Los lentes me están molestando de tantas horas puestos, necesito quitármelos urgentemente, pero si lo hago no veré nada. Al cabo de un rato buscando, me tendió mis gafas y el recipiente de las lentes.

— ¿De dónde han salido? —pregunté mientras los cogí de sus manos.

Pero el no me respondió. No necesitaba saberlo, imagino que sus agentes, hicieron el trabajo.

Me saqué las lentes y las sustituí por las gafas. Qué alivio descansar de ellas. De vuelta a la normalidad con mis cómodas gafas de pasta. Puse las lentes a un lado mientras observé a Daniel aun buscando algo en la maleta.

— ¿Qué estás buscando?

—Creo que lo encontré. —dijo mientras sacó la mano cerrada de la maleta.

Regresó donde yo estoy y se sentó frente a mí en el borde de la cama. Tiene una mano detrás de él, impidiéndome ver qué es lo que ha sacado de la maleta. Con la otra mano tomó una de las mías, mientras me miró fijamente a los ojos.

—Sé que desde que nos conocimos no he hecho nada bien, y debo admitir que deseaba desesperadamente acostarme contigo...

— ¿Deseabas? —lo interrumpí levantando una ceja.

—Aún te deseo Kate, y no creo que eso vaya a cambiar en un buen tiempo.

—Me alegra escuchar eso. —le contesté mientras ambos reímos.

—Pero, a pesar de los secretos, las mentiras y el peligro en el que te has visto envuelta, tú nunca te has apartado ni un segundo de mi lado—¡dios! Todo lo que él me está diciendo solamente hace que me ponga nerviosa —...y me has hecho ver la persona que intentas ocultar de los demás. Valiente, atrevida, sexy, romántica— ¿A dónde quiere llegar con todo esto? ¿Qué es lo que está ocultando detrás en su otra mano? —. Es por eso que quiero hacer oficial nuestra relación. —dijo sacando su otra mano de la espalda y abriéndola frente de mí. Dentro de su mano están sus chapillas identificativas colgando de una fina cadena de acero inoxidable. Me quedé mirando fijamente las chapillas sin entender que tiene que ver con nuestra relación—. Todo lo que hemos pasado en las últimas horas, me ha hecho darme cuenta de algo—me dijo sin apartar los ojos de los míos. Me soltó la mano y se puso de pie—. No quiero pasar ni un segundo más de mi vida lejos de ti Kate. —me dijo mientras se arrodilló en el suelo delante de mí. ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! Esto no puede significar lo que yo me estoy imaginando. ¿Por qué todo va tan rápido cuando apenas hace unas horas me ha confesado sus sentimientos? —. Sé que nuestra relación ha sido cualquier cosa menos normal, sé que, aunque no hallamos etiquetado nuestra relación nunca, hemos pasado por las diferentes etapas de las misma. Y también sé que te mereces más, mucho más. Te mereces un brillante anillo de diamantes en lugar de mis viejas chapillas, y te mereces mucho más de lo que yo, con el estilo de vida que llevo te puedo ofrecer—dios se me van a salir las lágrimas—. Así que esta es la forma que he encontrado para pedírtelo. Las chapillas llevan mi verdadero nombre, y tú, de entre todas las mujeres que he conocido, eres la única que lo conoce. De esta forma, aunque yo esté lejos de ti, siempre estaré contigo, junto a tu corazón—me dijo tomando la cadena con ambas manos y colocándola delante de mí—. Te prometo que no habrá más secretos, ni mentiras. Te amo Kate, cásate conmigo.

¡Oh dios! ¡Oh dios!

Esto es demasiado. El tiene razón cuando dice que nuestra relación nunca ha sido ordinaria. Ni siquiera la forma en que nos conocimos lo fue. Pero sé exactamente que responder a su pregunta. Porque a pesar de todo por lo que hemos pasado, no cambiaría absolutamente nada. Pero ahora que lo pienso, eso no ha sido una pregunta, más bien ha sido una orden, una exigencia.

¿Acaso me lo está exigiendo?

¿Pero exactamente con quien me estaré casando?

—A pesar de que los amo a los dos, creo que solamente le debo contestar a uno. ¿Cuál de los dos será? —pregunté mientras él reía ante mi ocurrencia.

—A Daniel, debes responderle a Daniel.

— ¿Es una pregunta, o una orden Sr. Cooper? —le pregunté utilizando por primera vez su apellido.

— ¿Qué tal se le da cumplir órdenes Srta. McClean? —me preguntó enarcando una ceja.

—Estupendamente Sr. Cooper.

—¿Entonces?

—Si Daniel, me caso contigo. —respondí mientras él se levantaba del suelo.

Me colocó en el cuello la cadena con sus chapillas y después tomó mi rostro entre sus manos pegando su frente a la mía.

—Debemos celebrar con nuestros amigos y champagne y más tarde, para culminar, algo de sexo desenfrenado.

—Eso no está nada mal.

—Pero temo decirte que no podemos poner en peligro a más personas, así que los amigos pasan. Y no puedes beber champagne en estos momentos pues debes estar 24h sin ingerir bebidas alcohólicas por una de las pastillas que tomaste. Así que tendrás que conformarte con algo de sexo desenfrenado.

—Puedo vivir solamente con eso. —respondí sonriendo mientras Daniel pegó sus labios a los míos.

Sus manos se deslizan por mi cuerpo hacia el lazo del albornoz, el cual zafó rápidamente. Sus labios bajaron dando besos por mi cuello hasta llegar a mi pecho. Y fue inclinándome hasta hacerme quedar acostada en la cama.

—Pero hoy no quiero sexo desenfrenado—murmuró contra mi piel mientras yo respiro entrecortadamente—. Hoy quiero hacerte el amor como te mereces, sin prisas, con calma. Quiero cada detalle de tu cuerpo tatuado en mi mente, escucharte gemir con solo mis caricias y también cuando esté hundido en ti. Que nos fundamos en uno solo. Quiero escuchar mi nombre como escapa de tus labios—me dice mientras va dando besos por todo mi cuerpo, bajando cada vez más y yo me retuerzo de placer debajo de él, por sus palabras y sus caricias. Su barba hace que toda mi piel se ponga hipersensible—. Quiero hacerte mía de tantas formas, que no sé por dónde comenzar.

—Pues hasta ahora vas por buen camino. —respondí en un jadeo mientras lo sentí reír contra mi cintura.

—Y pienso continuar descendiendo un poco más. —su lengua se desliza cada vez más abajo.

Enredé mis dedos en su cabello, y cerré los ojos, sintiendo el calor de su boca haciendo estragos hacia abajo por mi cuerpo. Entonces se detuvo y abrí los ojos.

—Pero se me acaba de ocurrir algo mejor. —dijo levantándose del suelo.

Me senté en el borde de la cama mientras lo vi deshacerse de la toalla de su cintura. Me tomó por la mano y se sentó en la cama.

—Hoy quiero que me hagas perder el control—me dijo mientras me hacía sentarme a horcajadas sobre él. Nos miramos fijamente a los ojos. Daniel subió una de sus manos y la deslizó por mi mejilla, y después por mis labios—. Así que te lo cederé completamente a ti. —me dijo mientras metió el cabello detrás de mi oreja.

— ¿Completamente?

—Sí, eso es lo que uno hace cuando ama a alguien incondicionalmente.

— ¿Incondicionalmente? —repetí abriendo mucho los ojos.

—Sí. Y eso es lo que haré esta noche. Ya te he entregado mi corazón y mi alma, así que ahora—me dijo mientras se dejó caer en la cama y yo me quedé sentada sobre él apoyando las manos en su pecho—...te entrego mi cuerpo y me rindo completamente a ti. —me dijo dejando caer sus manos a los lados en la cama.

— ¿Lo dices en serio?

—Muy en serio Kate, hazme lo que desee, soy todo tuyo. —contestó mientras me sonrió abiertamente.

La sonrisa que tanto me gusta, la que muestra los hoyuelos de niño travieso. Esta es mi oportunidad de hacerle lo que quiera sin que él me interrumpa, o decida tomar el control nuevamente como lo ha hecho ya en una ocasión.

Acerqué mi rostro al suyo y sonreí contra sus labios mientras le robé un ligero beso, tirando de sus labios. Su barba raspa mis labios mientras bajo dando besos por su mejilla rumbo a su cuello y después hacia su oreja.

—Entonces espero que estés listo. —le susurré en el oído.

—Contigo, estoy listo para lo que sea.

Y yo solamente reí contra su cuello mientras mis besos se escurrían por su cuello y su pecho. Detrás de mis labios, mis uñas iban arañando ligeramente su piel. Puedo sentir sus abdominales tensarse debajo de mi boca traviesa y mis manos temblorosas.

Cuando llegué a su miembro, me apoyé en su abdomen y me quedé mirándolo fijamente. Bajé una de mis manos y lo acaricié lentamente sintiendo su calor y su palpitar. Alcé mi vista hacia Daniel y le sonreí brevemente.

—¿Listo? —pregunté mientras el asintió.

Aparté mi mirada de la suya y bajé mi boca sobre su miembro. Escuché claramente como se le escapó una maldición. Y esto solamente me hizo sentir más poderosa, y sonreí contra su miembro mientras continué con mi labor. Deslicé la lengua por la punta, lentamente, saboreándolo., deleitándome con su sabor, su dureza y su calor. Comencé a darle vueltas en círculo con mi lengua mientras con la mano masajeaba ligeramente arriba y abajo.

— ¡Dios Kate me vas a matar! —esa es exactamente la idea.

Lo miré desde mi posición. Daniel tiene el torso ligeramente levantado mientras se apoya en los brazos.

—¿Pensé que podías leer el rostro? —pregunté haciendo una ligera pausa.

—Sí pero no creo que en este momento pueda hacerlo.

—Que mal para ti, porque sabrías exactamente cuál es mi intensión en este momento.

Nos miramos fijamente a los ojos mientras yo me mordí el labio inferior ligeramente.

— ¿Matarme de placer? —le sonreí ante su pregunta.

—Precisamente. —respondí mientras volví a deslizar mi lengua sobre su miembro.

Daniel se dejó caer sobre la cama cuando deslicé la lengua desde la punta hasta la base. Y repetí el mismo movimiento varias veces. Me siento extremadamente poderosa y excitada. Después de varios lengüetazos a lo largo de su miembro y cuando él menos se lo esperó lo introduje en mi boca.

Daniel dejó escapar un gemido audible.

Y comencé a chupar, una y otra vez. Deslicé mi mano arriba y abajo sobre su miembro mientras lo enterré hasta lo más profundo de mi garganta. Puedo sentir su dureza incrementarse cada vez más. Puedo sentir las venas gruesas palpitando contra mis labios. Chupo y deslizo la lengua por mis labios mientras siento el sabor del líquido pre seminal. Y esto solo hace que me encienda más. Chupo fuertemente. No creo que pueda tener suficiente de él. Necesito más, mucho más.

A medida que demando más de su cuerpo, el mío comienza a traicionarme. Puedo sentir la excitación creciendo cada vez más en mi interior, al compás de la suya. Aprieto mis muslos cuando las manos de Daniel se enredan en mi cabello. Sé que le falta poco y a mí también. Continúo introduciendo su miembro ahora mucho más profundo en mi boca, deslizo la lengua por este, y lo muerdo ligeramente. El agarre de su mano se hizo más fuerte en mi cabeza y su miembro se endureció más.

— ¡Kate! —gritó en un gemido alto y claro.

Y se dejó ir. Sentí su sabor salado y dulce al mismo tiempo inundando mi boca y mi garganta. Pero no me detuve. Continué demandando ahora mucho más de él, tragando todo lo que me ofreció. Exigiéndole más a medida que mi placer se arremolinaba aún más en mi interior. Dejé escapar un gemido contra su miembro mientras deslicé una mano por su abdomen, tratando de aferrarme a algo.

¡Dios!

Nunca me imaginé que esto fuera posible. Su sabor me ha resultado delicioso y adictivo, necesito más de él. Y se me escapó otro gemido más cuando me vi perdida en un delicioso orgasmo sin el siquiera estar en mi interior. Sentí a Daniel aflojar el agarre de su mano en mi cabeza. Saqué su miembro de mi boca y subí por su cuerpo dando besos por todo su torso. Me encanta el sabor de su cuerpo. Gimo contra su abdomen mientras continúo subiendo lentamente por su cuerpo hasta llegar a sus labios. Me siento nuevamente sobre él.

Introduzco mi lengua en su boca deleitándome con su sabor. Nuestras lenguas juguetean. Las manos de Daniel se aferran a mi cintura y aprietan mis nalgas. Su miembro cobra vida una vez más debajo de mí. Y sonrío contra sus labios antes de separarme de él. Deslicé una de mis manos hasta su miembro y lo introduje en mi interior de una sola vez. Ambos gemimos mientras comencé a moverme rápidamente sobre él.

— ¡Daniel! —grité su nombre en un gemido ahogado mientras me aferré a su pecho.

Mis paredes se apretaron más a su alrededor. Esto es demasiado intenso. ¿Cómo es posible que ya estuviese a punto del orgasmo una vez más? Con unos cuantos movimientos más mi cuerpo rápidamente comenzó a estremecerse de placer.

Continué con mis rápidos movimientos mientras Daniel aferró ahora más fuerte sus manos a mi cintura. Me dejé caer contra su pecho extasiada de placer, y sin fuerzas.

— No puedo... —pero él no me dejó terminar la frase.

Aferró fuertemente mi cuerpo y comenzó a moverse contra mí buscando su propio placer. El orgasmo que se desvanece rápidamente es remplazado por otro, otro mucho más intenso en mi interior. Apenas ha transcurrido un minuto desde que me recosté en su pecho, cuando mis paredes comienzan a apretarse nuevamente a su alrededor.

Me senté una vez más sobre él. Ahora Daniel retiró sus manos de mi cintura y las entrelazó con las mías, dándome un mejor apoyo. Esto se siente celestial.

Comencé a moverme rápidamente mientras miré el rostro de Daniel comenzar a descomponerse de placer debajo de mí. Su miembro cada vez más duro en mi interior. Mis movimientos son rápidos, mis gemidos audibles, los suyos, maldiciones y exclamaciones inentendibles. Y entonces lo sentí. Sentí como se derramó en mi interior. Como me llenó completamente mientras mi cuerpo convulsionó una vez más y me desplomé sobre él, extasiada de placer.


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Xoxo
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