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Capítulo 5. Diversión total

Kimberly.

Llevaba más de una semana durmiendo en esa casa mugrosa. Compartía la mayor parte del tiempo con Ronald: el chico que me había "secuestrado" y mi ¿hermana?...

Agatha, que era el nombre de ella, se había mantenido todo el tiempo a mi lado. Nos contabamos de todo: desde los detalles de nuestros nacimientos hasta si nos comiamos los mocos de pequeñas. Queríamos recuperar el tiempo perdido, por lo que llegó un momento que yo supe todo de ella y ella todo de mí.

Ahora se encontraba viviendo en la casa. ¿Motivo?...pues me había arrastrado con ella hasta su hermosa mansión para reclamarle a su familia por mentirle. Su padre que no comprendía nada intentó localizarla, pero ella la ignoraba.

Ahora yo estaba mucho más perdida, ¿quién era mi verdadero padre?, ¿qué había pasado con nostras al nacer?, ¿alguien más sabía sobre esto?... miles de preguntas y cero respuestas. Lo cierto era que el padre de ella estaba muy, muy asombrado con todo esto.

Algo raro había pasado con nosotras, y alguien debía conocer lo sucedido.

A parte de todo eso, me sentía mal conmigo misma. Odiaba la vida que le había tocado.

Ella era muy hermosa, y aunque sabía que éramos identicas yo no me consideraba como tal. Estudiaba en una escuela privada, tenía todos los lujos del mundo, era muy seductora...en fin, todo lo que me hubiese gustado haber sido.

Mi madre... me había ocultado que tenía una hermana. Siempre deseé tener una, y ahora que la tenía frente a mí, la odiaba y la envidiaba. Deseé haber sido yo a la bebé que hubiesen abandonado, o dejado en el hospital o cualquier otra cosa.

Sabía que no era su culpa pero la odiaba. Tenia una vida tan perfecta cuando yo había sido abusada por mi propio padre. Odié a mi madre por haberse quedado conmigo, a lo mejor es que éramos tan iguales físicamente que daba lo mismo una que otra.

El sonido de la puerta abriese me sacó de mis pensamientos de odio; abrí mis manos, las cuales hasta ahora no había notado que tenía cerradas con tanta fuerza que mis uñas se clavaron en ellas. Limpié una lágrima rebelde que se había escapado y sonreí fingidamente.

—Aquí esta la respuesta —Ronald miró el sobre que tenía en la mano para mirarnos luego a Agatha y a mí—. ¿Quieren que las deje solas?

—¡No! —exclamamos ambas al unísono, al parecer se nos estaba haciendo costumbre.

—Es mejor que lo abras tú. —Agatha le sonrió y se sentó a mi lado en la cama.

Me agarró la mano y la sentí temblar, la miré para sonreírle y luego asentir para Ronald. El chico abrió el sobre con torpeza y leyó la hoja frente a el. Nos miró con una sonrisa nerviosa y habló.

—98,99% de consanguinidad.

Agahta me miró con los ojos llorosos y me abrazó, Ronald también se acercó para unirse al abrazo.

—Así que somos hermanas. —Me separé del abrazo y los mire.

—Era un poco obvio ¿no? —Agatha sonrió nerviosa.

—¿En serio crees que solo "un poco"? —Los tres nos miramos y estallamos en una carcajada.

Los días pasaron y Agatha, después de que su padre rogara y rogara tuvo que regresar a su casa. Mi única compañia era Ronald. Todas las tardes salíamos a recorrer las calles.

+++

Era domingo y él había decidido llevarme al Central Park, en Manhattan. El día transcurrió muy rápido y ya en la noche estábamos de vuelta.

Nos bajamos del coche y entramos a la casa. Nos despedimos en las escaleras y cada uno se dirigió a su dormitorio. Me metí en la ducha y al salir me puse un pijama de los tantos que me había dejado mi querida hermana.

Me acosté en la cama y sin querer mi mente viajó al día que tanto había disfrutado, exactamente a la parte del día en la que Ronald me besó.

—¡Corre! —Ronald me agarró de la mano para entrar al parque.

Cuando ya no pude seguir el ritmo me detuve.

—Es-esperate... —mi pecho subía y bajaba frenéticamente y mis pulmones ardían—, solo cinco mi-minutos.

—Deberías ejercitarte más. —Algunos cabellos estaban pegados a su frente por el sudor.

Lo miré levantando una ceja para luego dejarme caer sobre el césped. Extendí mis manos y contemplé el cielo lleno de esponjosas nueves mientras intentaba recuperar el aire. Ronald también se acostó a mi lado. Podía sentir el peso de su mirada en mi rostro.

—¿Qué? —Giré mi cara y me encontré con sus ojos.

—Nada, ¿seguimos? —Se apoyó en su codo y giró de lado.

—Dame solo unos minutos.

—¿Más? Después no te quejes cuando nos tengamos que ir.

Lo miré desde mi posición y sin saber porqué mi cara comenzó a quemar y no era por la calor, o bueno, no por la calor del sol. Se veía jodidamente atractivo y no podía evitar mirar sus labios que eran algo rellenos y rojos. Tragué saliva cuando lo vi morder su labio inferior.

—Ya estoy bien, vamos —Me levanté de un brinco y le di la espalda.

—¿Segura? Creo que aún sigues roja. —Se paró frente a mí sacudiendo sus manos.

—Pasara luego...vamos.

Caminamos un buen rato hasta llegar al lago. Se podia ver a la gente monatdas en los botes mientras difrutaban del paseo.

—¿Quieres subir? —preguntó al notar mi cara de asombro.

Asentí y en menos de cinco minutos estabamos navegando en el bote. Metía mi mano en el agua y cerraba los ojos para sentir la brisa en la cara. Todo iba perfecto hasta que un furte golpe me hizo caer sobre Ronald.

Mi corazón latía a mil por horas y otra vez mi cara ardió. Bajé mi mirada a sus labios y el hizo lo mismo. Me acerqué a su boca y lo besé, el correspondió el beso y de pronto...

—¡Hey, están bien!

Salí de encima de Ronald y levanté mi cabeza, al parecer otro bote nos había chocado. Ronald se levantó y solamente asintió. Ninguno dijo nada y volvimos a tierra firme. Terminamos nuestro paseo caminando por la Gran manzana y comiendo hamburguesa.

Toc* Toc*

Alguien tocó la puerta y mis pensamientos cesaron. La cabeza de Ronald se asomó para luego meter su cuerpo y cerrar la puerta tras él.

—¿Te desperté?

—No...

—¿Puedo pasar?

—Ya estás dentro.—Me senté en la cama y el hizo lo mismo.

—Kimberly yo...

—No le diré nada a mi hermana, no te preocupes. —Le interrumpí, no quería oír su monólogo de arrepentimiento.

—No iba decir eso —Enarcó una ceja y sus manos subieron hasta sus caderas—. Aunque es obvio que no le vas a decir a tu hermana que besastes a su novio.

<Otra cosa que envidiaba de ella: Ronald >

—¿Qué ibas a decir entonces? —Rodé mi labio inferir en mi boca.

—Te iba a decir que...—Tragué saliva al ver que se acercaba.

—¿Qué? —Le invité a seguir.

—Que si no le vas a contar lo del beso, tampoca deberías contarle lo que va a pasar esta noche. —Me miró con cierta picardía mientras mordía su labio inferior.

—¿Y qué se supone que vaya a pasar esta noche? —Me dejé caer hacía atrás para quedar apoyada en mis codos.

—Esto...

En un movimiento rápido Ronald se tiró sobre mi y comenzamos a besarnos desesperadamente, mis piernas se enredaron en sus caderas. En esa posición podía sentir el bulto que cada vez se hacía más grande y rozaba en mi entrepierna.

Lo deseaba, y en ese momento, en lo menos que pensaba era qué me iba a follar al novio de mi gemela.

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