Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

{07}

Plan de Escape


-Saldremos de aquí-

        Fueron las primeras palabras dichas por mi, luego de tomar asiento la mañana del jueves en el desayuno, un tema que había estado dando vueltas por mi cabeza desde mi encuentro con Nora. Los hermanos al frente mío en automático dejaron caer los cubiertos sobre el plato como si ambos compartieran el mismo cerebro, quien había mandado la orden a sus manos para realizar tal acción al mismo tiempo.

—¿Escapar dices?—menciono primero Santiago luego de carraspear con la garganta.

Pero más que sonar como una pregunta hacia mi, pareció una para sí mismo. Como si tratara de convencerse de que él hacerlo era tan siquiera posible.

—Creo que ya lo perdimos—susurró Ithan al oído de su hermano.

—Puedo escucharte—le dije mirándolo con los ojos entrecerrados—Y si, tal vez lo estoy, pero no creo que sea imposible salir. ¿No lo han intentado jamás?

—Ni siquiera cruzó por nuestras cabezas—contestó el chimuelo.

—¿No? Pero si pudimos entrar, ¿Por qué no podríamos hacer lo contrario?—continue.

—¿Y como planeas hacer eso listín oportunista?—soltó Santi luego de digerirlo—Tú optimismo no es suficiente para hacer algo como eso. Pudimos entrar gracias a malas acciones que nuestras malas decisiones nos condujeron, pero ¿Salir? ¿Estás de joda? No se puede salir, el rector no lo permite, cada rincón de este maldito internado está vigilado por sus guardias, cada hora programada, cada minuto ocupado por su estupido e inservible sistema educativo, pudimos entrar, si, pero salir. Non credo che possiamo uscire (no creo que podamos salir)—susurro algo alterado—A menos que...¿Tienes un plan?

—Bueno, aún no tengo un plan. Recién decidí que quiero escapar y no esperar a que papá me saque, algo que no tenía planeado—respondi dejándome caer en el respaldo de la silla—Pero si sé que debe haber una manera de quitarle las llaves tal vez. ¿Han intentado pasar por los barrotes? ¿Caben?

—No—se apresuró a contestar—Es decir, él nunca se separa de ellas y, bueno, lo de los barrotes no lo había pensado antes, quizá Ithan quepa, es el más delgado de los tres. Dame un segundo—murmuro midiendo la muñeca del rubio con sus dedos.

Me quede observando a Santi luego de un par de segundos mientras llevaba sus dedos a su barbilla, quizá para una mejor concentración, antes de apartarla y mirar cómo Ithan se perdía mirando su comida.

—La única manera de vencer lo imposible es creer que es posible—murmure sonriendo para escucharme más incitante.

—Santi—susurró el rubio como si alguien hubiese prendido un foco en su cabeza.

—Sólo, déjenme pensar—le respondió su hermano sin siquiera mover un músculo.

—Santi—insistió.

—¡Ithan! ¿Podrías cerrar la puta boca por un momento?¡No ves que trato de pensar!.

—Pero Santi.

—¡¿Qué?! ¡Qué es tan importante escuincle!—clamo haciéndome sobresaltar.

—Sé cómo podemos salir.

—Los ingredientes para los menús semanales llegan
una vez al inicio/final de cada semana. ¿No es cierto?.

—Tengo entendido que si—respondí.

—Bien, una camioneta los trae desde el centro de la ciudad ¿No? Un lugar muy concurrido—cuestionó el chico señalando con su vara el apunte que había realizado en la pared con su bolígrafo—Y esos son, los domingos. ¿Me cachan?

Parecía una escena donde muestran ese tipo de reuniones, esas que salen en las películas de acción antes de ejecutar cualquier plan. Sólo que en lugar de tener una increíble pizarra, y un buen puntero extensible, teníamos una especie de mapa conceptual plasmado en la pared y una varita que habíamos recogido del jardín, sin embargo, peor era nada.

—Así es, el proveedor del chef principal acordó eso con el señor Ignacio—respondió Santi sentado a mi lado, prestando la misma atención—Precisamente para que los lunes nunca falte la comida.

—Bueno, pero eso, ¿Eso en que nos beneficia? La comida es un asco, tú mismo lo dijiste—señalé sin comprender aún nada.

—Déjame ilustrarte mi querido amigo. Eso quiere decir que los domingos se abre la puerta por la noche, y hay una oportunidad para salir.

—Bien—alargue tomando interés—Continua por favor.

—La cocina está cruzando el pasillo de los salones, es la parte donde menos personal hay—explicó mientras anotaba—Pero si queremos hacer esto y que salga bien, debemos realizar una investigación a fondo.

—Perfecto. La operación: Escapar del lobo, comienza—hable ladino.

Los próximos días fueron para llevar a cabo la planeación de nuestra escapada. Teníamos al señor Masini completamente medido, por las mañanas luego del desayuno se perdía en su oficina mientras estábamos en clases hasta la hora del almuerzo, después seguía con su discurso del tema diario escogido, ya sea acerca de la disciplina, los modales, la educación o para recordarnos lo patéticos y miserables que éramos al estar encerrados bajo su mismo techo, antes de la merienda era el encargado de la oración y de elogiar al coro que la señorita Erika llevaba, para finalmente retirarse a sus aposentos para su delicado sueño de belleza. Ya nos sabíamos su rutina al derecho y al revés.

—¡No voy a hacerlo Gotti!—me reclamo el castaño oponiéndose rígidamente.

—¡Sólo es un bendito espejo Santiago!—le reclame por su falta de voluntad—Ithan ya quito el clavo suelto de la puerta.

—Tal vez ustedes los italianos o chinos no lo saben o no creen, pero en mi rancho de México, romper un espejo te trae siete años de mala suerte. ¡Siete! Jeon, no uno, ni dos, ¡Sette!

—Primero, soy de descendientes coreanos, no chinos, y segundo, eso es sólo una falsa creencia.

—No cuestiones mis creencias, Jungkook.

—¿Es que acaso no quieres salir? ¿Regresar a México con tus padres?

—Si quiero.

—Pues para eso, necesitamos saber cuantos guardias se encuentran alrededor de la cocina, y cuales son sus horarios para cambio de turno.

—¡Carajo!—exclamó entre dientes antes de tomar su piedra—Bien, como decía mi ama: "El que quiera azul celeste, que le cueste"—dijo antes de aventar aquella roca, que al estrellarse dejó el espejo hecho trizas.

Luego de inspeccionar que ningún mosquito chismoso estuviera cerca, Santiago se dedicó a vigilar los pasillos con la ayuda de un pedazo de lo que era su espejo, eso le facilitaba el no ser visto. Cuatro guardias se encontraban alrededor del radar de lo que era la cocina constituida por el chef, el pinche, dos cocineros, uno encargado de lavar y el otro de cortar los vegetales, y finalmente terminar con el lavaplatos, claro que no contábamos a las criadas encargadas de repartir los platos ya servidos, esas sólo se hacían presente durante las tres comidas del día. Cuando el camión con los nuevos y frescos ingredientes llegaba, el cambio de turno lo hacía consigo, y sólo el chef se hacía cargo, eso significaba que teníamos al menos veinte minutos en lo que el siguiente vigilante llegara a su posición, tiempo suficiente para salir, subir a la parte trasera del camión, y salir de aquí, todo eso sin ser vistos.

Las maletas estaban listas ese domingo por la noche, el mensaje para Dionora había sido entregado, todo estaba preparado para esa noche de domingo. El señor Masini tenía que encontrarse ya en su habitación, al igual que las otras institutrices, las almohadas en nuestra cama estaban en posición para engañar a nuestros otros compañeros. Los pasillos eran oscuros excepto uno: El de la cocina.

Casi era hora. Así que uno detrás de otro, haciendo todo el menor ruido que era posible, nos dedicamos a caminar hasta él a la espera del siguiente cambio turno. El camión anunció su llegada cuando las luces se asomaron mostrando su brillo por la puerta, y aprovechando que el chef y el distribuidor se encontraban ocupados, ambos nos deslizamos hasta afuera para subir al camión.

—Apúrate Ithan, no tengo todo el tiempo del mundo—le presiono Santiago mientras el otro intentaba quitar el candado que mantenía cerradas las compuertas de atrás.

—Lo intentó ¿Si? Pero escucharte no me está ayudando mucho que digamos—le reclamo el rubio dejando a su hermano más ansioso, introdujo el clavo en la cerradura y luego comenzó a moverlo con los nervios de punta —¡Lo logre!—exclamó cuando el candado cayó y la puerta se abrió.

Ambos se apresuraron a entrar, sin embargo yo no subí a él.

—¡Jungkook! ¿Qué estas esperando?—susurro Santi.

—Dionora, ya debería estar aquí.

—¿Qué? ¿Cómo que Dionora?

—Si, le mande una nota diciendo que la vería aquí—admití observando hacia todos lados, con la esperanza de mirarle llegar.

—¿Y por qué no dijiste nada?

En ese momento, el motor del transporte prendió causando que la ansia me terminara de invadir.

—Mira, amigo. Olvídate de ella y sube al camión de una buena vez, es nuestra única oportunidad—me dijo insistente esta vez Ithan.

—No, no puedo irme sin ella. Le dije que la sacaría de aquí. Se lo prometí.

—Gotti, escúchame—susurro Santigo tomando mi hombro—Se que esa chica te gusta, y lamento ser yo quien deba decirte esto, pero ella no vendrá. Conocerás a otra chica, de hecho, hay una chica esperando por ti, ¿Sophie? ¿Lo recuerdas?

—Pero...

—¡Ustedes tres!—se escuchó un grito a mis espaldas haciendo que nuestro corazón se detuviese al instante.

Habíamos sido descubiertos. Y Dionora...

Nora nunca apareció.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro