Parte 4
Penúltimo capítulo chicos y chicas!!!!
$después de esto cuando regresaremos?? u.u
Sólo dios lo sabe :v bueno la advertencia es que hay muerte de un personaje
$a algunos les gustará ewe
No es algo muy descriptivo pero por las dudas... Lean bajo su propio riesgo e.e.e
$eso es todo :v
No tengo mucho que decir, espero que les guste ;)
Hasta la próxima :*
Pensamiento o recuerdo: hola (cursiva)
Llamadas o audios: hola (negrita)
Carta o nota: hola (subrayada)
~Comienza~
–Yo...– tartamudeo incapaz de decir algo más..
Entonces un gruñido tan feroz como la bestia que lo soltaba se expandió por casi todo el bosque. Los arboles resonaron más un mecer de las hojas. Daba a entender que nada natural pasaría. La guerra entre los demonios de mundos opuestos. Sangre no fue derramada en vano.
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En la cueva donde se encontraba una muy preocupada mujer. El niño de bellas esmeraldas abría apenas los ojos sintiéndose inquieto al no tener a su pareja a un lado. Ella le sonrió de manera dulce, pero que mostraba melancolía. Cosa que le resultaba amargada. Se sentó apenas en su lecho, sin despegar la mirada de Lucí.
–¿Donde esta Chimuelo?– fue lo primero que murmuro. Su cuerpo pareciera que saldría a correr por si solo. Como si debería estar en otro lugar.
–No lo sé– se sincero siendo incapaz de mentirle, pero se supone que debe cuidarlo –sin embargo apuesto a que volverán pronto– agrando más su sonrisa intentando calmarlo.
–No lo creo– se levanto empezando a caminar por los túneles.
–¡Espera!– se levanto de inmediato. Estaba preocupada –¿A donde vas?– caminaba a su lado. Sentía que si no lo acompañaba algo realmente malo pasaría.
–No sé– respondió. Tan solo caminaba.
–Tengo miedo– confeso deteniendolo. Lucí solo podía temblar sintiendo como si se largaría a llorar en cualquier momento.
El castaño se volteo con una sonrisa gentil –yo también– pero no negaría lo obvio –y aun así debo ir... Chimuelo me necesita– volvió con su caminata.
Ella no supo porque se sentía así. Era un niño tan pequeño que sabia lo que debía hacer. Aunque estuviese asustado, un líder natural quiso catalogarlo, pero ninguna palabra serviría de algo en ese momento.
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La mujer rubia levanto su hacha al escuchar como el viento era cortado en dos. Un sonido que le hizo cosquillear la lengua en una necesidad de sangre. El muchacho retrocedió cuando vio a la criatura decender en medio de ambos. Como si lo sacara de una pelea innecesaria. Le gruño a ella dejando ver sus filosos dientes y un humo de sus fauces.
–¿Como es posible que aun sigas con vida?– murmuro muy sorprendida.
Este soltó un sonido ahogado como si fuese una carcajada. Poniéndola más en alerta –siempre reaccionan así– empezó a caminar hacia un lado rodeándola. Le siguió con la mirada –eres igual a ellos, Astrid– la muchacha sonrió.
–Me alegra que aun me recudes, Chimuelo– respondió la muchacha sorprendiendo ahora al hombre que solo se mantenía en el suelo. No creía que ambos se conocieran –Tú lo tienes ¿Verdad?– él no respondió solo gruño –su alma me pertenece a mí– amenazo apretando más el mango de su arma.
–En aquella vida... quizás– se burlo haciéndole entender que ni siquiera lo consideraba –pero ahora es mío... por el resto de nuestras vida– ambas fieras se miraban desafiantes listos para atacar.
–Me lo quitaste una vez, no voy a dejar...– dijo la mujer para luego ser callada por una carcajada.
–¿Yo te lo quite?– ambos sintieron como un frió sobrenatural les recorrió las columnas de manera amenazante –Si mal recuerdo tu fuiste la estúpida que se vendió a su primo y lo traiciono... lo perdiste por tus propios medios–volvió a burlarse.
–Lo sé... pero ahora te matare y lo tendré solo para mí ¡Es por eso que lo traicione!– grito de la nada casi haciendo temblar al testigo por su acción –¡Él solo te prestaba atención a ti, yo no existía por más de ser esposa!– de inmediato la mujer levanto el arma yendo a la criatura listo para atacarlo.
Con su cola logro apartarla reviviendo solo un rasguño. Ella se haba vuelto más fuerte con el tiempo. Simón observo todo estupefacto. Era como estar en una película para nada normal. Ellos se conocían desde antes, se esperaban para matarse algún día.
Por nada el nombre de Hipo era igual al de aquel heredero asesinado por su propia sangre. Algo en realidad no tan impresionante considerando la época. Ahora lo entendía todo, la historia tenia cada vez más sentido alado de lo que él ya sabia, pero aun así era realmente difícil de aceptar.
–Muere y déjanos ser feliz– lanzo una bola de plasma. La chica fácilmente lo esquivo.
–No te lo mereces... ninguno de nosotros lo merecemos– respondió esta saltando de nuevo para clavarle el arma en el cuello. Por suerte este lo esquivo –recuperare lo que es mio– porque aunque fuese injusto para ella era simple.
–Esta mal– murmuro ahora el muchacho sintiéndose en un remolino –¿Quien aquí es el malo?... es difícil... al final esta historia solo tiene que ver con la venganza ¿Verdad?– aunque no le hablara a nadie sintió que debía decirlo en voz alta.
–Te equivocas– pero lo escucharon y eso era más importante –es un juego... nosotros somos un entretenimiento– se volteo mirando al pequeño castaño de hermosos ojos verdes.
–¿Hipo?– se sintió atrapado. Más que nunca en su vida.
Lucí miraba aterrada la escena.
–Somos un entretenimiento– repitió empezando a llorar pero sin imitarse –pero no es Chimuelo quien debe acabar este juego– le explico al mayor quien solo pudo fruncir el ceño.
–¿A que te refieres?– su cuerpo estaba inmóvil. Sentía que si movía un solo musculo todo en lo que creía se caería en mil pedazos.
–¡Hipo!– es grito vino de Astrid quien se acercaba a él con la clara intención de lastimarlo. En un ultimo intento de evitar ser asesinado el menor saco una espada logrando detenerla –¿me recuerdas?– interrogo con calma sintiendo una pequeña alergia.
–No– aunque fue sincero le resulto le resulto insuficiente –pero me eres familiar– murmuro sacandole una sonrisa.
–Por supuesto...– se inclino un poco hacia adelante casi quedando sobre el nevoso chico –es porque soy tu esposa– abrió sus ojos sorprendido ante la confección logrando así bajar sus defensas.
En un acto de sorpresa lo beso a la fuerza. Él ni se movió no sabia que hacer solo permitió que aquello lo cual no le causo ninguna sensación, pero a su dragón si. Soltó un fuerte gruñido lleno de furia ante la imagen de esa rubia oxigenada tocando lo que es suyo. Ignorado las heridas que llevaba encima salto en contra de la mujer. Nadie tocaba a Hipo él solo le pertenecía al dragón así como Chimuelo al humano.
–¡Maldita perra!– grito casi en un gruñido tan feroz que incluso asusto a su pareja. Quien cayo de rodillas apretándose la cabeza con ambas manos –te destrozare– todos sabían que estaba dispuesto a lo que sea.
–Yo lo haré primero– Astrid intento lastimarlo como la guerrera que alguna vez fue en su vida. Debía demostrar que ella no era una niña.
–Chimuelo...– murmuro el menor mirando con terror todo. La escena era más de lo que él podía soportar. Jamás espero todo aquello desde el día en que opto en creer en esa criatura necrosa.
Porque fue quien lo recibió con amor y jubilo, quien sonrió en la oscuridad en donde se encontraba. Quien le hizo sentir calor apenas abrió los ojos ¿todo aquello era verdad? sentía un terrible dolor en su pecho.
–¿Hipo?– ahora fue la chica quien lo susurro. Se abrazaba a su esposo como si no hubiera un mañana.
–Lucí... este mundo no es nuestro ¿verdad?– su mente le jugaba aquello. Era un juguete pero ¿de quien?.
Un nuevo gruñido le llamo la atención. La mujer rubia levanto el hacha intentando clavarlo en el cuello del demonio. Quizás no le había dicho la verdad pero eso no quitaba que era su amor y el ser al que se había entregado en esa vida. Era hora de actuar.
Se paro sosteniendo su espada decidido.
–¿Qué harás?– interrogo Lucí sintiendo temblar todo su ser.
–Voy a acabar con todo– respondió tan frió que incluso les resulto desagradable.
–¿Como?– esta vez fue su esposo intentando mantener la calma –Hipo no arriesgues tu vida en vano– era obvio lo claro de sus intenciones. Querían protegerle entre ellos aunque no fuesen una familia real.
–No hay vida... no para mí– les miro y sonrió con la misma emoción que les transmitía confianza desde un comienzo –váyanse, agradezco todo lo que hicieron por mi– entonces corrió.
–¡Hipo!– y ellos solo pudieron gritar por aquel pequeño sin alma.
Los ignoro. Ahora nadie importaba en el mundo. Debía detener a esa mujer que se hacia llamar su esposa y saber que paso hace tiempo. Solo tenia una manera. Corrió a su lado clavandole la espada en el abdomen.
Ella le miro sorprendida, pero no tardo en separarse. Se levanto de inmediato llevando la mano a la herida.
–¿Por qué...?– su voz se entrecortaba debido a la sangre que se salio por los labios. Su vista empezó a nublarse sintiendo que la bendita conclusión por fin se acercaba.
–¿Por qué no?– respondió desinteresado. Aun sosteniendo la espada en alto listo para acabar con ella de una vez.
Chimuelo observo el monstruo que había creado. Siempre con el corazón de un niño, ahora lleno de oscuridad. Corrompido hasta lo más profundo de su ser. Temía que eso fuese peor, sin embargo si se salvaba a él no le importaba.
–Tú... me amabas– el castaño sintió compasión y aun no desistió.
–¿Te amaba?– murmuro mirando a la rubia. Luego a la criatura la cual sintió un terrible escalofrió en todo su escamoso cuerpo –no lo recuerdo, ahora soy solo Hipo... ¿lo entiendes?– claro más que el agua imposible. No era un niño aun después de lo que aparentaba.
–No– respondió ella sonriendo con amargura –no lo entiendo– intento pararse aunque chorreara sangre a por montón –¡No entiendo porque prefieres a un monstruo como ese que a mí!– grito furiosa. Se negaba a comprender todo aquello.
–No es necesario– entonces el golpe fue dado.
Litros de liquido carmesí fueron expandidos por toda la tierra a su alrededor. La miraba vacía de un niño con ojos verdes se podía mantener.
El dragón intento acercarse a él siendo detenido por la hoja de la espada del niño. Su corazón se detuvo ante la expresión de tristeza y traición que tenía su pareja. Sabia que nada de hay iba a terminar bien, pero aunque sea debía hacer un intento.
Consiguió tanto para perderle en ese momento.
–Hipo...– apenas pudo murmuras empezando a ronronear para calmarse a si mismo.
–Dime todo... la verdad o te asesinare y luego moriré aquí– sabia que no mentía. La sinceridad en su voz era más que suficiente para hacerle comprender.
–Me odiaras después de eso– agacho la cabeza derrumbándose aunque aun estaba parado.
El castaño sintió un terrible dolor en el pecho. Sobre la cicatriz.
Suspiro soltando la espada, para luego acercarse a abrazarlo por el cuello –Lo que hiciste ¿por qué?– lo murmuro tan despacio que a la pareja le resulto difícil de oír.
–Por amor...– aquello no siempre era bien visto. Sin embargo él lo acepto.
–Si es así jamás te odiaría– le regalo una sonrisa que se tenso al ver la expresión de Chimuelo.
–Un amor unilateral Hipo– respondió congelando la sangre del pequeño. Sintió que su corazón se detuvo junto a la respiración. No supo si había muerto o solo se paralizo ante el terror.
–¿Qué?–
Continuara...
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