Interludio de Ultima
Archipiélago Sevii, Isla Secunda...
Los habitantes de las Islas Sevii frecuentemente hablan acerca de una anciana que vivía sola y era la guardiana de los llamados Movimientos Definitivos. Todos la conocían como una entrenadora muy poderosa, que vivía en el Cabo Extremo de Isla Secunda. Nadie sabía desde hacía cuántos años vivía en ese lugar (ni su edad real), pero los locales la veían con gran respeto, y muchos viajeros venían al Archipiélago Sevii solamente para ser entrenados por la anciana. Sin embargo, era muy exigente a la hora de escoger a los sucesores de sus técnicas; pocas personas podían presumir de haber aprendido Anillo de Fuego, Planta Feroz o Hidrocañón en Isla Secunda. El nombre de esa anciana era Ultima.
En aquel momento, Ultima se encontraba en el puerto, esperando un entrenador. Esto de por sí era algo inusual en ella, pues siendo que normalmente eran pocos los entrenadores que aceptaba como sus discípulos, eran todavía menos a aquellos en los que tomaba un interés particular. Sin embargo, este era un caso... especial. Ultima había investigado algunas cosas sobre este entrenador. Por lo visto provenía de la lejana región de Kalos. El chico consiguió las ocho medallas en los gimnasios más fuertes de la región y tuvo una notable participación en la liga, siendo derrotado en las semifinales. Para haber quedado en el Top 4 en su primera competencia importante, el muchacho debía ser remarcablemente fuerte. Pero no era por eso que Ultima había aceptado enseñarle, después de todo ya había rechazado a entrenadores mucho más destacados.
El Ferry Seagallop se acercaba a lo lejos. El barco no tardó en detenerse en el pequeño puerto de Isla Secunda, y de él bajaron un chico y una chica de más o menos 17 años. El chico vestía un saco azul con un jean celeste, tenía el pelo oscuro cubierto por una gorra y unas extrañas marcas con forma de Z en las mejillas. Su acompañante era una chica de cabello rubio y largo atado a una cola, con ropas bastante extrañas: un traje de combinación blanco y negro cubría todo su cuerpo, además de llevar casco y lo que parecían alas entre sus brazos. Ni bien llegaron a tierra firme, la chica comenzó a jalar efusivamente a su compañero para acercarse a la anciana.
- Tú debes ser Fitzdane. – dijo al reconocerlo. El muchacho asintió, y Ultima enfocó su atención en la chica. – ¿Quién es tu amiga?
- Mi nombre es Ciel, soy la novia de Fitz. – se presentó efusivamente la chica. – Es un placer conocerla.
- Hemos recorrido todo este camino desde Kalos por sus técnicas definitivas. – dijo el chico, Fitzdane, o "Fitz", como lo llamó ella. – Por favor, enséñeme. – agregó inclinándose con sumo respeto.
- Debo advertírtelo, solo enseñaré a aquellos a quienes juzgo dignos de heredar mis grandiosas habilidades. – dijo la anciana. – Dime, muchacho, ¿crees que eres digno?
- Júzguelo usted misma. ¡Sal ahora!
El entrenador invocó a un gran Pokémon azul en forma de rana que usaba su larga lengua como bufanda. Se trataba de Greninja, inicial de agua en la región Kalos. Ultima estaba algo sorprendida, era la primera vez que veía uno de estos en persona. Normalmente, los entrenadores que venían en busca de sus técnicas definitivas le traían a los iniciales de Kanto y una que otra vez a los de Johto. De cualquier manera, con una sola mirada ella era capaz de determinar si estos tenían potencial, y el Greninja del muchacho se veía realmente prometedor.
- Antes de entrenarte, quiero saber algo, muchacho. – le dijo con seriedad. – ¿Por qué quieres aprender una de mis técnicas definitivas?
- Yo... quiero ser fuerte, necesito hacerme más fuerte. – Fitzdane puso una expresión seria. – Perder en la Liga de Kalos me hizo darme cuenta de que necesito fortalecerme.
- Entiendo. – Ultima asintió. – De acuerdo, comencemos desde el principio. Los movimientos definitivos son: Anillo de Fuego, Planta Feroz e Hidrocañón. Los ataques más poderosos de los tipos Fuego, Hierba y Agua respectivamente. Muchos entrenadores han traído a sus iniciales ante mí para aprender alguno de estos movimientos, pero muy pocos lo han logrado. Y menos todavía, los que logran utilizarlos a su máximo poder.
- ¿Qué quiere decir? – preguntó Ciel con cierto interés.
- La mayoría de entrenadores solo han logrado desarrollar un 50 % del poder de estos ataques. – explicó la anciana. – Pero si superas mi entrenamiento, muchacho, podrás sacar el 100 % de su verdadera fuerza.
- Devastador... – dijo Fitz, tratando de imaginárselo.
- Por supuesto, hay una razón por la cual acepté entrenarte. – dijo mirando a los ojos al joven. – ¿De verdad eres uno de ellos? ¿Aquellos a los que llaman Bloodliners?
Al hacer esta pregunta, los entrenadores frente a Ultima cambiaron su expresión y se dieron un rápido vistazo. El chico se quedó mirando un poco pensativo, antes de contestarle.
- Así es, tanto Ciel como yo somos Bloodliners. – dijo de forma seria. – Permítame mostrarle.
Fitz comenzó a generar una esfera de agua entre sus manos, la cual comenzó a tomar forma, hasta asemejarse a una gran cuchilla. Lentamente se tornó más densa hasta volverse casi sólida, convirtiéndose en una estrella de cuatro puntas. La anciana miró fijamente, sin decir una palabra, pero asintió evidenciando que estaba realmente impresionada.
- Shuriken de Agua, una técnica exclusiva de Greninja. – explicó Fitz, mientras su Greninja imitaba la técnica. – Con mi habilidad puedo usar todas las técnicas que un Greninja puede hacer.
- Y Greninja es uno de los Pokémon elegidos capaces de aprender el Hidrocañon. – dijo Ultima con su propuesta en mente. – Muy bien, muchacho. Este será nuestro trato: yo le enseñaré el Hidrocañon a tu Greninja, y a cambio tú me ayudaras a comprobar mi teoría. Vamos a ver si mis técnicas definitivas también pueden ser aprendidas por un Bloodliner. ¿Aceptas?
Ultima extendió su mano, y Fitz con una expresión decidida, sin dudarlo se la estrechó. La anciana sonrió, y sin decir más, sacó un pequeño brazalete de su bastón y lo puso en la muñeca del chico.
- ¿Qué es esto? – preguntó el entrenador confundido.
- Este brazalete posee todo el poder del Hidrocañon. Es la fuente de poder de las técnicas definitivas, muchos consideran estos brazaletes como una de las primeras formas de encapsular movimientos Pokémon. Con la tecnología actual esto ha ido evolucionando a lo que ahora conocemos como MTs. – explicó Ultima.
- Qué interesante. – dijo Ciel. Aunque la chica parecía impresionada por la historia, a Fitz le preocupaba otra cosa.
- ¿No debería ponerle esto a Greninja en lugar de a mí? – le preguntó.
- Es lo difícil con estas técnicas, muchacho. – dijo Ultima. – Si de verdad tienes un fuerte lazo de amistad con tu Greninja, el poder de Hidrocañon pasará a través de ti y será transferido a tu Pokémon. Además, como eres un Bloodliner, en teoría tu cuerpo debería ser capaz absorber la energía suficiente como para poder usar este movimiento.
- Entiendo. – dijo el entrenador algo pensativo.
- Te espera un duro camino, y tendrás que superar unas difíciles pruebas. – le advirtió la anciana. – Te lo preguntaré por última vez, porque una vez que aceptes, no habrá vuelta atrás. ¿Estás listo?
- Más listo imposible, señora. – dijo el muchacho. Tenía entusiasmo, y eso siempre le agradaba de ver en los jóvenes a Ultima. Después se volteó a ver a la rubia.
- ¿Qué hay de ti, niña? ¿No quieres obtener alguna técnica definitiva? – le preguntó.
- Me gustaría, pero... no tengo ningún Pokémon capaz de aprenderlas. – replicó Ciel con una risita inocente.
- Entiendo. Muy bien, vamos a comenzar con el entrenamiento ahora mismo. – le dijo. Pese a que aparentaba estar tranquilo, Ultima notó en los ojos que Fitzdane estaba impaciente por comenzar. – Tu primera prueba, será llegar hasta mi casa.
- ¿Su casa? – Nuevamente los entrenadores quedaron confundidos.
- Esta isla no es para debiluchos. – La anciana comenzó a reírse. – Mi casa está al otro lado de la isla, en un lugar llamado Cabo Extremo. Para llegar hasta ahí, tendrán que pasar un largo camino.
Dicho esto, Ultima comenzó a caminar, mientras que a Fitz y Ciel no les quedó otra que seguirla. De acuerdo, caminar hasta el otro lado de la isla, ¿qué tan difícil podría ser?
(--0--)
Un poco más tarde aquel día...
Contrario a lo que Fitz y Ciel pensaban, el camino hasta el Cabo Extremo no resultó ser una simple y aburrida caminata. Cuando la anciana le dijo que las pruebas que le esperaban no iban a ser fáciles, eso fue infravalorarse. "Difícil" no era la mejor forma de describirlo, "brutal" sería más apropiado.
La primera prueba consistía en correr durante varios kilómetros mientras saltaban y un piso mecánico se movía hacia atrás bajo sus pies. Al principio parecía fácil, pero tras los primeros kilómetros, los entrenadores comenzaron a sentir el cansancio, avanzando por pura fuerza de voluntad. Afortunadamente pudieron descansar sus piernas en la segunda prueba, pues avanzaron montando a unos Dodrios, mientras atrapaban las bayas que caían de los árboles, entrenando sus brazos y precisión. Por fin habían llegado a la tercera fase, y ahora solo restaban unos mil metros para llegar al Cabo Extremo. Para entonces, ambos entrenadores estaban agotados, sobretodo Ciel, que respiraba con dificultad.
- ¿Ciel, estás bien?
- No... te preocupes... – La chica lentamente recuperó el aliento. – Aunque creo que esto lo voy a sentir mañana...
- Gracias por haberme acompañado, me alegra que hayas estado a mi lado. – dijo Fitz causando un leve sonrojo en la chica.
Ultima miró a la pareja, bastante impresionada. Veintidós años antes, a un entrenador le tomó ocho horas completas llegar hasta el segundo nivel, pero estaba tan exhausto cuando llegó al último trecho que no tardó en desfallecer. Comparado con eso, estos dos lo hicieron mucho mejor. Quizá el ser Bloodliners les daba una ventaja.
- Muy bien, los felicito. ¡Ahora, vamos al próximo nivel!
Los entrenadores se acercaron al siguiente corredor, que poseía un letrero que decía: "Camino de Batalla". Con un nombre como ese, no había que ser un genio para saber lo que venía ahora. Pero antes de entrar, Ultima miró severamente a Ciel, tenía que decirle algo importante.
- Jovencita, me temo que esta prueba es solo para los que quieran aprender las técnicas definitivas. A partir de aquí ya no podrás acompañar a tu novio.
- Vaya... – La chica sintió un rápido desánimo ante esto.
- No te preocupes, estaré bien. – aseguró Fitz. – Muy bien, vamos de una vez, ¿con quién debo enfrentarme?
- Tu oponente está justo frente a ti. – dijo Ultima sorprendiendo a ambos.
- Espere, ¿acaso quiere decir que...? – Fitz ya intuía lo que vendría.
- Así es, te enfrentarás a mí. – afirmó la anciana con una sonrisa, claramente divertida con su expresión. – Y más vale que te lo tomes enserio, niño. Si no consigues vencerme, no te enseñaré mi Movimiento Definitivo.
Ultima parecía confiada, no había tenido un combate decente en un buen tiempo y esperaba que su nuevo alumno no la decepcionara. Fitz se lo pensó un poco antes de responder.
- Muy bien, si no consigo derrotarla, nunca mejoraré mis habilidades. – dijo con determinación. – Vamos de una vez.
- Buena suerte Fitz. – dijo Ciel sonriendo a su compañero.
- Oye, muchacha, ya no tienes que seguir corriendo. ¿Quieres que te preste a mi Dragonite para que te lleve hasta Cabo Extremo?
- No gracias, tengo mi propio método para movilizarme.
- ¿En serio?
- Bueno, no sé si haya escuchado de esto, pero este es el equipo usual de los Entrenadores Aéreos. – explicó Ciel. – En Kalos, las Batallas Aéreas son un deporte muy popular.
- Batallas aéreas? – Ultima la miró confusa. Definitivamente al vivir en una isla en medio de la nada, se perdía una o dos cosas.
- Usamos las corrientes de aire para surcar el cielo junto a nuestros Pokémon Voladores, luchamos codo a codo. – dijo Ciel sonriendo mientras mostraba las alas de su traje. – Es muy emocionante, déjeme mostrarle. ¡Sal, Fletchinder!
La chica invocó un Pokémon pájaro de color rojo, al principió Ultima estaba sorprendida al encontrar un Pokémon que nunca había visto, pero le pareció aún más sorprendente cuando una corriente de aire soplo prácticamente de la nada, elevando a Ciel por los aires. Mientras la entrenadora aérea daba algunas piruetas por el aire junto a su Fletchinder, Ultima no pudo evitar ver con admiración esta práctica. Incluso parecía que las corrientes de aire obedecían la voluntad de la chica, y la anciana tuvo el presentimiento de que así era.
- ¡Esfuérzate, te estaré apoyando, Fitz! – La chica le guiño un ojo a su novio antes de salir volando con las corrientes de aire, este último por su parte intentó ocultar un sonrojo, para entrar en el Camino de Batalla seguido de Ultima.
El Camino de Batalla estaba dividido en la mitad por una pequeña cerca, Ultima fue a un lado y Fitzdane se quedó en el otro.
- Será una batalla doble. Puedes usar a cualquiera de tus seis Pokémon cuando quieras. El piso debajo de nosotros se moverá, y cada vez que uno de nosotros reciba daño, el piso del oponente se acelerará. ¡Quien llegue primero al final del corredor será el ganador!
El chico se acomodó la gorra, preparándose para el combate, mientras la anciana se montaba en uno de sus Dodrios. Como ya no estaba en sus épocas, con eso se ahorraría un dolor de espalda. La anciana sintió ganas de reírse de su propio chiste, pero no había tiempo para bromas ahora.
- ¡Que comience la batalla!
Ambos invocaron a sus Pokémon al mismo tiempo, Ultima sacó un Meganium y un Typhlosion, mientras que Fitzdane comenzó con su Quilladin y su Tyrantrum. La anciana no reconoció al dinosaurio grandote, pero estaba segura que el verde evolucionaba en uno de los elegidos para usar Planta Feroz. Ambos comenzaron a correr y el combate dio inicio.
- ¡Meganium, Día Soleado! ¡Typhlosion, Lanzallamas!
El Meganium arrojó una gran bola de energía hacia el cielo, provocando un brillo artificial, que incremento el poder del Lanzallamas. El ataque iba directo a Quilladin, aunque Tyrantrum lo interceptó, soportando el fuego sin aparentes problemas. La anciana lo vio con interés, para haberlo resistido así de bien, debía de ser un tipo Roca. Y gracias al ataque, el lado de Ultima comenzaba a ir más rápido, mientras que Fitz y sus Pokémon tenían que correr para alcanzar a la anciana.
- ¡Tyrantrum, prepárate con Danza Dragón! ¡Quilladin usa tu Bomba Semilla! – ordenó Fitz. Mientras Tyrantrum reforzaba sus poderes, Quilladin comenzó a arrojar semillas de gran potencia.
- ¡Eso no servirá! ¡Meganium, Pantalla de Luz!
Meganium levantó un gran campo de fuerza, que lo protegió junto a su compañero, reduciendo el poder de Bomba Semilla. Pero esa no fue la única sorpresa que recibió Fitz, pues un aura roja comenzó a rodear a Tyrantrum dañándolo.
- ¡¿Qué?! – El entrenador tardó un poco, pero al fin entendió que ocurría. El Lanzallamas había sido poco efectivo, pero dejó unas útiles quemaduras. Ultima se rio ante su predicamento. – ¡No podemos rendirnos! ¡Tyrantrum, usa tu Colmillo de Fuego en Meganium!
- ¡Protégelo, Typhlosion!
Typhlosion comenzó a correr para interceptar el ataque, pero fue golpeado por Quilladin y su movimiento Rodada, dejándole espacio a Tyrantrum para que diera una potente mordida hacia Meganium con su mandíbula cargada en llamas. Esto resultó en un gran daño para los Pokémon de Ultima, por lo que el piso de Fitz comenzó a acelerar, sobrepasando al de su oponente.
- No está mal, muchacho, pero ya basta de juegos. ¡Contempla la furia del Anillo de Fuego! ¡Y la grandeza de Planta Feroz!
Ultima había decidido que el muchacho merecía una muestra de los movimientos definitivos. Meganium invocó unas raíces gigantescas desde el suelo, mientras que Typhlosion generó una gran explosión de fuego. Fitz quedó anonadado, eran más fuertes que cualquier ataque que había visto antes, pero la impresión rápidamente dio lugar al pánico.
- ¡Tienen que esquivarlo, rápido! – les gritó.
Pero era tarde, el ataque fue demasiado poderoso, la potencia creó una explosión bastante grande y parte del suelo estaba destrozada, cuando el humo se disipó, Quilladin y Tyrantrum estaban noqueados. No tuvo más remedio que regresarlos.
- Hicieron un buen trabajo. – les dijo, guardando sus Pokébolas.
- ¿Qué te pareció eso, muchacho? – dijo Ultima, que se sorprendió al ver una sonrisa en su oponente.
- Ya quiero aprender esos movimientos. ¡Adelante Noivern, Fennekin!
Los siguientes Pokémon de Fitz fueron un gran dragón murciélago y un pequeño zorrito amarillo y rojo.
- ¿Un Fennekin? ¿Piensas luchar con un Pokémon sin evolucionar? – dijo una confundida Ultima. – Esperaba más de ti, muchacho.
- No la subestime, ya tiene el nivel suficiente para ser una Delphox. Pero por su orgullo, esta pequeña no quería evolucionar. – replicó Fitz. Ultima se percató de que tenía un sujetador en el cuello, y este llevaba lo que parecía una Piedra Eterna. – ¡Noivern, muestra tu supremacía aérea y dispara un Pulso Dragón!
Noivern voló a gran velocidad, posicionándose frente a sus oponentes para dispararles una gran esfera de energía. La anciana creyó que perdía su tiempo, pues la Pantalla de Luz de Meganium protegería a sus Pokémon, pero al ver de nuevo, se sorprendió de ver que sus Pokémon habían recibido el impacto completo del ataque, y el suelo de Fitz comenzó a acelerar todavía más.
- ¿Pero cómo...?
- Mi Noivern tiene la habilidad Infiltrador, movimientos como Pantalla de Luz no podrán protegerlos. – replicó Fitz.
- Imposible. ¡Pero esto no ha terminado! ¡Meganium, Planta Feroz! ¡Typhlosion, Anillo de Fuego! ¡Derriben a ese murciélago!
Los dos Pokémon de Ultima estaban a punto de lanzar sus ataques definitivos de nuevo, pero tanto ellos como su entrenadora se llevaron una sorpresa al ver a Fennekin frente a ellos. En la confusión después del ataque de Pulso Dragón se había escondido en el lomo de Noivern, y ahora había saltado.
- No hay defensa perfecta que no pueda romper. – dijo el entrenador con una sonrisa. Él y la pequeña zorrita intercambiaron una mirada, y Ultima notó cierto brillo en los ojos de su oponente. – ¡Justo ahí, Fennekin! ¡Usa tu Giro de Fuego en medio de su cuello!
Fennekin abrió su hocico y lanzó una espiral de fuego que salió a gran velocidad, concentrándose en un punto cerrado en lugar de envolver al oponente. Al estar cargando sus ataques, ninguno pudo reaccionar, la espiral de fuego golpeó a Meganium justo en su garganta, dejándolo noqueado de inmediato.
- ¡Meganium!
- ¡Todavía no hemos terminado! ¡Usa Psíquico!
Justó cuando Typhlosion estaba por arrojar el Anillo de Fuego, Fennekin le cerró la boca con su fuerza psíquica. Al no poder liberar todo su poder, la energía que Typhlosion había acumulado en su boca, estallo al instante, cuando el humo se disipó, el Pokémon de Ultima estaba noqueado, acelerando el piso bajo Fitz. Al terminar su trabajo, Fennekin saltó al lomo de Noivern, que la llevó al lado de su entrenador.
- No está nada mal, muchacho, nada mal. – Mientras Ultima regresaba a sus Pokémon, pudo notar que el brillo en los ojos de Fitz había desaparecido y el entrenador respiraba de forma agitada. – ¿Algún problema?
- No se preocupe... solo estoy algo cansado. – respondió Fitz mientras intentaba recuperarse. La anciana no pareció tragarse lo que dijo, pero si quería continuar, tenía que seguir.
- ¡Adelante, Feraligatr, Dragonite! – La anciana invocó a al gran y feroz lagarto azul de Johto, y al legendario dragón final de Kanto. – ¡Ahora Dragonite, Draco Meteoro! ¡Feraligatr, derrota a Fennekin con tu Hidrobomba!
- ¡Noivern, vuela para evadir! ¡Fennekin, esquiva la Hidrobomba y contraataca con Psicochoque!
El cocodrilo de agua disparó un gran cañonazo de agua, pero Fennekin la evadió con facilidad y disparó una ráfaga de energía psíquica, que lo resistió sin mucha dificultad. Por desgracia, Noivern no tuvo la misma suerte que su compañero, pues uno de los meteoros de energía le impacto en el ala, haciéndolo caer duramente contra el piso.
- ¡Feraligatr! ¡Ataca con tu Colmillo Hielo!
- ¡Noivern, defiéndete con tu Garra Dragón! ¡Fennekin, ayúdalo!
- ¡Dragonite, no dejes que Fennekin se meta en el combate!
Fennekin corrió a ayudar a su compañero, pero Dragonite la detuvo con un poderoso ataque de Ciclón, por otra parte, Noivern y Feraligatr chocaron sus ataques, siendo el Pokémon de Ultima el vencedor, noqueando al dragón de Fitz.
- ¡Regresa, Noivern! ¡Yo te elijo, Heliolisk!
Fitzdane remplazó a su Noivern por un extraño Pokémon eléctrico. Otro desconocido para Ultima, este duelo se ponía cada vez más interesante. Se estaba divirtiendo bastante, debía admitir que el chico era un gran oponente.
- ¡Heliolisk, usa Trueno!
El Pokémon de Fitzdane arrojó un potente relámpago, pero Dragonite y Feraligatr consiguieron evadirlo. Ultima decidió acabar primero con Fennekin, usando el tercer movimiento definitivo, aquel por el cual el muchacho había venido en primer lugar.
- ¡Usa Hidrocañon!
- ¡Cúbrelo, Heliolisk!
Feraligatr disparó su movimiento definitivo, un potente cañonazo de agua energizada que se dirigía a gran velocidad a Fennekin, pero Heliolisk se puso en medio, recibiendo el impacto, y se produjo una tremenda explosión. Ultima estaba segura de que eso sería suficiente, por muy fuerte que fuera, ese Pokémon no debería poder resistir un movimiento definitivo. Pero cuando el humo se disipó, Ultima pudo ver desconcertada a Heliolisk, no solo seguía en pie, sino que también parecía estar sin daño alguno. ¿Cómo pudo soportar tan tremendo ataque?
- Piel Seca, la habilidad especial de Heliolisk. – explicó Fitz al ver su expresión de desconcierto. – Los movimientos de tipo Agua no le harán daño alguno.
- Interesante. – murmuró la anciana. Este chico no dejaba de sorprenderla. Y claro, estaba el hecho de que al terminar Hidrocañon, su Pokémon necesitaba recuperar fuerzas.
- ¡Combinen Ola de Calor y Electrificación!
Fennekin disparó una gran lluvia de cuchillas de fuego, mientras que Heliolisk lanzó una onda eléctrica. Una vez que los ataques se fusionaron, las cuchillas de fuego pasaron a ser de electricidad, causando un daño superefectivo contra Feraligatr, lo suficiente para dejarlo fuera de combate.
- Sorprendente, pero apenas estoy calentando. ¡Sal, Tyranitar!
El siguiente Pokémon de Ultima invocó un tornado de arena gigante apenas entró al campo, golpeando a Fennekin y Heliolisk. Fitz apretó los dientes: con un solo vistazo pudo notar que ese era un Pokémon de alto nivel. Fennekin y Heliolisk tendrían dificultades.
- ¡Combinen sus Híperrayos! – ordenó Ultima.
- ¡Contraataquen con Ola de Calor y Aire Cortante! – replicó a su vez Fitz.
Los intimidantes Pokémon de Ultima dispararon sus ráfagas de energía, Fennekin intentó combatirla con sus ondas de fuego, mientras que Heliolisk disparó pequeñas cuchillas de viento. Ambos movimientos chocaron, pero la combinación de Híperrayo consumió a los movimientos de sus oponentes, golpeándolos de lleno, causando que la velocidad del suelo de Ultima se incrementara.
- ¡Fennekin! ¡Heliolisk! ¡¿Están bien?! – Ambos Pokémon se levantaban con dificultad, pero Ultima aun no terminaba su ataque. Ya había decidido dejar de contenerse, sentía tanta emoción que se estaba dejando llevar por el duelo.
- ¡Termínalos con Terremoto, Tyranitar!
- ¡Deben esquivarlo! – gritó Fitz. Un golpe como ese los derrotaría a ambos.
Tyranitar golpeó el suelo con una fuerza tremenda, causando que todo se estremeciera. Y como su Dragonite podía volar, no recibiría daño, al contrario de los dos Pokémon de Fitz. O eso fue lo que creyó: la anciana vio sorprendida como de un gran salto, Fennekin había llegado a agarrarse de uno de los pies de Dragonite, salvándose de milagro. Y no fue el único, Heliolisk estaba flotando en el aire rodeado de una extraña aura azul, Fennekin lo había salvado levitándolo con su Fuerza Psíquica.
- Eres astuto, y para que un Fennekin tenga tanto control psíquico aun sin evolucionar, significa que está bien entrenado. – La anciana mostró una gran sonrisa. – Pero cometiste un error fatal.
- ¿Qué cosa?
- Mientras continúe levitando de esa manera, estará inmovilizado. ¡Brazo Martillo!
Aprovechando que Heliolisk no podía moverse, Tyranitar le impactó un gran puñetazo, mandándolo a volar y dejándolo noqueado, y al mismo tiempo Dragonite logró deshacerse de Fennekin. Cuatro de los seis Pokémon de Fitz ya estaban fuera del juego, pero aún tenía una esperanza.
- ¡Ahora todo depende de ti! ¡Adelante, Greninja, Shuriken de Agua! – Apenas salió, Greninja comenzó a arrojar sus Shurikens hacia Tyranitar, pero Ultima ya estaba preparada.
- ¡Cúbrete con tu arena!
Tyranitar concentró toda su arena a su alrededor en forma de tornado, protegiéndose del Shuriken de Agua. Fitz se sorprendió, nunca antes había visto a alguien usar así la habilidad de un Tyranitar.
- ¡Atactrueno, Dragonite! – ordenó la anciana.
- ¡Greninja, protégete con Sustituto! ¡Fennekin, Psicochoque!
Como si de un verdadero ninja se tratase, Greninja desapareció y el ataque impactó a un pequeño tronco que salió de la nada. Por su parte Fennekin aprovechó para saltar encima de Dragonite y dispararle sus ondas psíquicas, pero Dragonite parecía no sentirlas en absoluto.
- ¡Sacúdetela con Carga Dragón!
- ¡Greninja, Cuchilla Nocturna!
Justo cuando Dragonite se estaba cargando en energía para acabar con Fennekin, Greninja dio un gran salto y lo interceptó, golpeándolo con una cuchilla de sombras, para después sujetar a su compañera y alejarla del peligro.
- ¡Bien hecho, amigos! – Fitzdane le sonreía triunfante a sus Pokémon.
- ¿No te olvidas de alguien? – señaló Ultima.
Al estar ocupados con Dragonite, no notaron que Tyranitar cargaba un Híperrayo, hasta que fue demasiado tarde. El ataque los golpeó de lleno; Greninja consiguió reponerse sin mucho problema tras el ataque, pero Fennekin tenía dificultades para volver a incorporarse, y justo entonces el Pokémon de Fuego fue rodeado por un aura roja. Mar de Llamas, ya debía estar al límite. Fitz sabía que tenía que actuar rápido; con sus Pokémon tan debilitados no podía pasar a la defensiva, pero tampoco podía arriesgarse atacando con la defensa que Ultima había formado. Solo le quedaba un último recurso. Tyranitar tenía resistencia contra los ataques de Fuego y podía controlar la Tormenta de Arena para protegerse de los de Agua. ¿Qué podría hacer?
- No hay defensa perfecta que no pueda romper. – Un brillo nuevamente apareció en los ojos de Fitz, y a su oponente no se le escapó. – Ya lo tengo. ¡Fennekin, usa Giro Fuego contra Dragonite!
- ¡No servirá de nada! ¡Usa tu Carga Dragón, Dragonite!
Mientras Fennekin se recubría de fuego, Dragonite se envolvía de energía, ambos estaban por chocar sus poderes, pero en el último momento Fennekin evadió a Dragonite.
- ¡¿Cómo?!
- ¡Justo ahí, Fennekin! ¡En medio de las alas! – ordenó Fitz.
El Pokémon miró con confianza a su entrenador, para luego chocar su Giro Fuego concentrado en la espalda de Dragonite. Con esto no solo dejó a su oponente en estado de quemado, sino que también desequilibró su vuelo, por el daño crítico a sus alas.
-¡Vamos, Greninja! ¡Ahora es cuando! – exclamó.
Con un rápido movimiento, Greninja saltó a la espalda de Dragonite junto a Fennekin. Dragonite trató de sacudírselos pero no pudo hacer nada, volaba sin control. Y entonces Greninja comenzó a dirigirlo a base de jalones, haciendo forzándolo a elevarse a gran altura.
- ¡Ahora, Greninja! ¡Bombardea a Tyranitar con tus Shurikens de Agua! – gritó Fitz. El Pokémon de agua preparó sus estrellas ninja, y Ultima reaccionó al instante.
- ¡Cúbrete con tu arena!
La arena de nuevo se concentró en un un remolino alrededor de Tyranitar para protegerlo del ataque, pero Fitz se anticipó a eso. Las Shurikens de Agua atravesaron justo por el ojo de la tormenta, golpeando a Tyranitar sin que este pudiera detenerlas. Cuando la arena se disipó, Ultima solo alcanzó a ver que su Pokémon ya estaba fuera de combate, y de inmediato el suelo de Fitz comenzó a acelerar. Al ver que Dragonite se recuperaba, Greninja sujetó a Fennekin y bajaron de un salto a festejar su pequeña victoria. Entretanto, el entrenador había perdido el brillo de sus ojos y respiraba con notable cansancio.
- Es hora de que participes en la batalla, Dodrio. – Ultima había llegado a su Pokémon final y estaba satisfecha, nunca había visto estrategias como las que su oponente acababa de usar.
- ¡Ya casi lo logramos, amigos, solo le quedan dos Pokémon!
- Quizá, pero esta batalla no se trata de a quién le quedan más Pokémon. Se trata de llegar primero a la meta. – le recordó Ultima. Efectivamente, ya casi estaban al final del camino. – ¡Dragonite, usa Atactrueno! ¡Dodrio, Tri-Ataque!
Ambos ataques tomaron a Greninja por sorpresa y lo impactaron, provocándole un gran daño y haciendo que el suelo de Ultima igualara al de Fitz. Estaban tan cerca, podían perder ahora. ¡Tenían que llegar primero a la meta! Fennekin y Greninja veían a su entrenador, esperando la siguiente orden.
- No nos queda de otra. ¡Greninja, usa Hidrocañón!
Los ojos de la anciana se ensancharon ante esto. ¿Intentaría usar el movimiento definitivo? Pero una parte de ella sonrió, esta era una excelente oportunidad de comprobar si el lazo con su Pokémon era lo bastante fuerte para invocar el Hidrocañon tan pronto. Greninja formó una gran esfera de agua con sus manos, ya faltaba poco para llegar a la meta.
- ¡Ahora, Greninja! - gritó Fitz.
El Pokémon expulsó todo su poder, disparando su ataque, al principio parecía que todo iba a estar bien, pero el movimiento salió muy inestable y estalló en medio del aire. Con todo, la onda de la explosión alcanzó a golpear a Dragonite, y por poco también alcanza a Fennekin, pero Greninja la cubrió, resistiendo el ataque. Dragonite, por su parte, no solo fue golpeado por la onda, sino que también se resintió por las quemaduras. Eso fue todo, finalmente habían llegado a la meta, Fitz respiraba con dificultad por el cansancio, pero parecía feliz.
- Ganamos... por poco... pero conseguimos ganar...
Greninja ayudó a su entrenador a levantarse, mientras que Fennekin estaba tan alegre que comenzó a lamerles la cara tanto a su entrenador como a su compañero Pokémon.
- Buen trabajo, chico. – dijo Ultima satisfecha con la batalla. – Y pensar que pudiste usar Hidrocañón tan pronto, es impresionante.
- Pero no pude controlarlo. – susurró el entrenador, algo desanimado.
- Ya mejorarás con la práctica. – Ultima comenzó a reírse. – Y si me permites decirlo, me impresiona que hayas logrado desbloquear la habilidad por ti mismo.
Justo en ese momento, Ciel descendió del cielo con su Fletchinder, y lo primero que hizo la chica fue ir a abrazarlo.
- ¡Estuviste increíble, Fitz! – le dijo. El chico se sentía casi sin aliento, así que apenas lo que hizo fue sonreírle a su novia. – Tranquilo, ya estoy aquí, puedes descansar.
- Gracias... – Tras decir esta única palabra, Fitz cayó inconsciente, teniendo que ser atrapado por su novia y su Greninja.
- ¿Qué le ocurre? ¿Está bien? - preguntó Ultima con preocupación.
- No se preocupe. Solo se esforzó demasiado, pero nada que con una buena noche de sueño no pueda arreglar.
- No lo entiendo. Aunque sí parece bastante agotado. – La anciana no comprendía lo que pasaba ¿El entrenamiento había sido tan intenso para el pobre chico? Al ver su expresión, al principio Ciel dudó un poco, pero al ver que la anciana le parecía de confianza, decidió decírselo.
- Bueno... lo que sucede es que Fitz tiene otra habilidad además de la de Greninja. Lo malo es que siempre que la usa queda agotado y tiene que dormir para recuperar fuerzas.
- Ya veo. – dijo Ultima. A pesar de sus años, las habilidades de los Bloodliners seguían siendo todo un misterio. – Muy bien, ya estamos en Cabo Extremo, así que no queda mucho camino para llegar a mi casa. Lleva a tu novio ahí y podrá descansar todo lo que necesite.
(--0--)
Cabo Extremo, casa de Ultima...
Al caer de la tarde, Fitz todavía seguía durmiendo. Ultima lo había dejado en su cuarto de huéspedes, todavía algo preocupada por el chico. Lo extraño era que sus Pokémon parecían actuar como si fuera algo normal, tras recuperarse del combate, Greninja había salido a practicar su nuevo ataque acompañado de Fennekin, quizá para sorprender a su entrenador en cuanto despertara.
Según lo veía Ultima, el equipo Pokémon de Fitz ya estaba acostumbrado a esta situación, la anciana se acercó al cuarto de huéspedes con curiosidad. Ciel se había quedado junto a su novio en todo momento, aunque tampoco ella parecía preocupada. Simplemente lo veía con una expresión protectora y algo nostálgica, por lo que Ultima decidió acercársele.
- ¿Todavía duerme?
- ¿Qué? – La chica pareció sorprenderse un poco por la presencia de Ultima, pero no tardó en volver a su actitud alegre de siempre. – No se preocupe, para mañana estará como nuevo.
- Tu novio es un buen entrenador. – dijo la anciana. – Bloodliner o no, es digno de aprender el Hidrocañon. Apenas puedo esperar para enseñarle la técnica.
- ¿Le puedo preguntar algo, señora? – dijo Ciel. – ¿Por qué tiene tanto interés en las habilidades Bloodline?
- Es una buena pregunta, jovencita. Esto se remonta a hace varios años. Como sabrás, yo vengo de una época distinta, una en la cual no había muchas personas como tú. Yo al igual que muchos otros consideraba la existencia de los Bloodliners como una simple leyenda, me parecía demasiado para ser real. Claro que todo eso cambió hace aproximadamente unos quince o dieciséis años.
- ¿Qué pasó aquel entonces? – preguntó la rubia.
- Como sabrás, Isla Secunda está rodeada por fuertes remolinos de agua, que dificultan la entrada de los barcos.
- Es cierto, fue un viaje algo turbulento. – Ciel soltó una risita al recordar lo fácil que se mareaba su compañero mientras pasaban por los remolinos.
- Pues en aquella época, me encontraba entrenando en la playa y vi algo muy extraño. Había una chica, quizás de la misma edad que tú tienes ahora, intentando cruzar los tornados simplemente a lomos de un Pokémon. Eso era una locura; muy pocos Pokémon tienen la fuerza necesaria para cruzar esos peligrosos remolinos. La chica estaba metida en un buen lío, y estuve a punto de ir a ayudarla, pero hizo algo que no me esperaba.
- ¿Qué cosa?
- Comenzó a arrojar lo que reconocí como Rayos de Hielo desde sus manos. – dijo Ultima simplemente. – La chica intentó congelar los remolinos, pero las corrientes de esta isla son muy fuertes, y terminó por caer al mar y tuve que ir a rescatarla.
- ¿Y qué pasó después?
- La dejé descansando en mi casa y fui a traerle algo de comer. – dijo Ultima. – Por desgracia, para cuando volví ella ya se había ido.
- ¿A dónde fue?
- Nunca lo supe, simplemente agarró sus cosas y desapareció. Supongo que Isla Secunda no era su destino al fin y al cabo, y viendo que iba en dirección este cuando la vi, quizá se dirigía a Isla Tera o Isla Quarta.
Ultima suspiró, aquella simple experiencia la había marcado. Le hubiera gustado hacer más por aquella jovencita. Entretanto, Ciel pensó para sí misma, teniendo una ligera idea del por qué esa chica se había ido sin más. Ella estaba consciente de las dificultades que un Bloodliner tenía que vivir día a día.
- Durante años no le di mucha importancia a ese encuentro, pero luego sucedió el incremento en la población de Bloodliners. Cuando todo el mundo comenzó a hablar sobre ellos, recordé a aquella chica y mi curiosidad se despertó. Verás, tengo muchos amigos por todo el mundo, muchos de ellos investigadores y científicos. Recientemente se han hecho varios descubrimientos sobre los Bloodliners, así que estuve leyendo sobre un tipo en particular. Aquellos a los que llaman de tipo Especie.
- Como Fitz. – dijo Ciel.
- Exacto. Se supone que pueden aprender todas las técnicas de un determinado Pokémon. Así que comencé a preguntarme, ¿los Bloodliners tipo Especie serían compatibles con mi técnica ancestral? Gracias a tu amigo estoy a punto de descubrirlo.
- Ya veo. Por eso aceptó entrenarlo, ¿verdad? – dijo Ciel, y Ultima asintió.
- Debo admitir que sus habilidades son asombrosas. Fitzdane y tú son muy afortunados.
- No somos tan afortunados como cree. – La anciana pudo notar que la sonrisa de Ciel estaba apagándose. – La gente nos odia y nos teme, siempre tenemos que estar huyendo.
La anciana ladeó la cabeza, como si creyera que estaba exagerando un poco. Le costaba creer lo que acababa de decir. Ciel casi le leyó el pensamiento, pues lo siguiente que dijo fue esto:
- No es broma, ha sido así desde que tengo memoria. – La chica puso una expresión más seria, mientras contenía algunas lágrimas. – Cuando mis padres descubrieron mis poderes, no dudaron un instante en abandonarme a mi suerte. Si no hubiera encontrado a Fitz, no sé qué habría sido de mí.
- Lo siento, no tenía idea. – Ultima se sorprendió con esto. ¿Qué clase de padres abandonarían a un hijo por un detalle tan minúsculo como una Bloodline?
- Pero eso no es nada comparado con lo que le pasó a Fitz.
- ¿Qué le ocurrió? – La curiosidad se apoderó de Ultima ¿Acaso ese muchacho había pasado algo peor que el abandono de sus padres?
- A diferencia de mí, Fitz sí tuvo una madre que lo quiso a pesar de sus poderes... – La chica se detuvo por un momento, pero finalmente decidió continuar. – Por desgracia, los habitantes de su pueblo no pensaban lo mismo, creían que él era un monstruo. No sé todos los detalles, pero... por lo poco que me dijo, su madre fue asesinada tratando de protegerlo.
Ultima estaba anonadada ante lo que Ciel le estaba contando. ¿Cómo podría la gente hacerle eso? ¿Intentar matar al niño por el único pecado de nacer diferente? A los ojos de Ultima, esos aldeanos eran los verdaderos monstruos.
- Tiempo después nos encontramos, y hemos estado viajando juntos desde entonces. – La chica se secó las lágrimas que le estaban saliendo, antes de continuar. – No podíamos confiar en nadie más, solo nos teníamos el uno al otro. Era duro, debíamos ocultar nuestros poderes, si alguien descubría lo que éramos, nos atacaban. Pero a pesar de todo, Fitz y yo decidimos cumplir nuestros sueños. Yo siempre quise ser una gran entrenadora aérea. Aún recuerdo cuando Fitz me regaló mi traje, fue el día más feliz de mi vida.
- Y supongo que el sueño de tu amigo es el de convertirse en Maestro Pokémon. ¿Verdad?
- Algo así... lo que Fitz de verdad quiere es convertirse en un entrenador realmente poderoso. Quiere tener la fuerza suficiente para que lo que le pasó a su mamá no se vuelva a repetir. – dijo Ciel. – De hecho ingresó a la Liga Kalos solo para probar su fuerza.
- Y efectivamente es un entrenador muy fuerte. – Tras haber combatido con Fitz, Ultima estaba convencida de la fuerza del muchacho.
- Sí, pero en la Liga Kalos también habían otros entrenadores poderosos. – Ciel recordaba emocionada los grandes combates que presenció. – Fitz estaba muy confiado de sus habilidades, con ayuda de Greninja comenzaron a tener una victoria tras otra. Pero cuando llegó a las semifinales, enfrentó al entrenador más duro con el que había peleado hasta entonces. Al principio él tenía la ventaja, pero su oponente supo defenderse, y cuando finalmente llegó a su último Pokémon, le dio la vuelta totalmente.
- ¿Cómo lo hizo? – preguntó Ultima.
Ciel comenzó a relatarlo. El último Pokémon del oponente de Fitz era un Delphox. Este no solo estaba bien entrenado, logrando derrotar a Fennekin y Noivern, sino que cuando a Fitz solo le quedaba Greninja y parecía que este estaba a punto de ganar, Delphox ejecutó una transformación que le dio más poder. Algo similar a lo que se conocía como Mega-Evolución, pero esto era diferente. El Delphox cambió de color volviendo azules todas las partes de su cuerpo que eran rojas, y lanzando llamaradas también azules. La batalla fue intensa, Fitz y Greninja pelearon con todo, pero al final ese Delphox fue superior.
- La liga Pokémon no es nada fácil jovencita, muy pocos ganan a la primera. – trató de consolarla Ultima.
- Sí, pero perder la liga le ha afectado bastante, comenzó a dudar de su fuerza. – dijo Ciel. – Fue entonces que escuchamos hablar de usted.
Para Ultima ahora todo cobraba sentido. El muchacho había sido lastimado, y quería volverse fuerte para que lo que le pasó no volviera a sucederle. Para poder protegerse a sí mismo y a sus seres queridos de quienes quisieran hacerle daño. Tenía un lazo muy fuerte no solo con sus Pokémon, sino también con esta muchacha.
- ¿Y por qué me cuentas todo esto? – preguntó la anciana después de mucho rato de silencio.
- No lo sé. – Ciel se quedó pensando un instante. – Supongo que porque usted ha sido la única persona que sabe que somos Bloodliners y aun así quiere ayudar a Fitz.
La anciana solo le sonrió a la entrenadora aérea. Había sido un largo día y los dos necesitaban un buen descanso, así que se retiró para no quitarles más tiempo. Ciel le dio las gracias de nuevo por ayudarlos, y se quedó junto a su novio por el resto de la noche.
(--0--)
Tiempo después...
El entrenamiento de Fitz resultó ser realmente complicado: el Hidrocañon era un ataque realmente difícil de dominar, sin mencionar que Ultima era una maestra bastante exigente. Por su parte, Ciel apoyaba a su amigo y también aprovechaba para practicar sus combates aéreos con su Fletchinder. Tras mucho tiempo y duro esfuerzo, Greninja finalmente había conseguido invocar un Hidrocañon con todo su poder.
- ¡Bien hecho, Greninja! – Fitz abrazó a su Pokémon, cansado, pero orgulloso de sí mismo.
- Nada mal muchacho, conseguiste perfeccionar el Hidrocañón en tiempo récord.
- Sí, pero Greninja se ve muy agotado, ese último ataque drenó todas sus fuerzas. – observó el chico.
- Es un pequeño precio a pagar. Todo poder viene con un precio, pero ya te acostumbrarás a él. – explicó la anciana. – Lo único que te resta ahora es practicar la precisión del ataque, y lo habrás dominado.
- Me alegra. – Fitzdane estaba contento, tanto entrenamiento había dado sus frutos.
- Por otra parte, tenemos un pequeño problema. – dijo Ultima mirando esta vez a Fitz.
- Lo sé... – El entusiasmo del muchacho se apagó.
A diferencia de Greninja, Fitz tenía dificultades para invocar el ataque, simplemente no podía concentrar su Bloodline lo suficiente. En el tiempo que había pasado, en teoría debería poder como mínimo invocar el poder del Hidrocañón; sin embargo, no había tenido ningún avance. Siempre que lo intentaba, el chico lograba formar una esfera de agua energizada con sus manos, pero en lugar de liberar el Hidrocañon, la esfera siempre estallaba, arrojando chorros de agua por distintas direcciones, y dejando al entrenador empapado y de espaldas en el suelo.
- ¡Más cuidado, muchacho, casi me das! – dijo Ultima, esquivando el agua disparada.
- Lo siento. – dijo Fitz volviendo a incorporarse.
Ultima observó a su discípulo. El chico tenía entusiasmo, pero era como si algo lo bloqueara, algo que le impedía acceder a su poder. Miró después a Greninja, que ya había logrado aprender el ataque casi a la perfección. Si su bloodline era la misma que la especie de Greninja, ¿no deberían tener el mismo poder en teoría?
- Chico, ¿qué tal si lo intentas junto a Greninja? – sugirió Ultima. – Intenta imitar sus movimientos.
- Está bien. ¿Listo, Greninja? – Su compañero Pokémon solo asintió con la cabeza. – ¡Hidrocañón!
Entrenador y Pokémon tomaron la misma postura y comenzaron a generar esferas de agua con sus manos. Fue entonces cuando la esfera de Greninja se comprimió y disparó una enorme corriente de agua energizada, que se perdió entre los cielos, estallando y cayendo después de vuelta como lluvia. Por otra parte, la esfera de Fitz simplemente le estalló en la cara, igual que siempre. Después del ataque, Greninja cayó agotado tras liberar toda su energía restante en el movimiento, mientras que Fitz por su lado yacía en el suelo empapado. Eso no salió nada bien.
- Creo que será mejor que tú y Greninja se tomen un descanso. – dijo la anciana. – Continuaremos con el entrenamiento después.
Tras decir esto, Ultima comenzó a alejarse de forma pensativa. Estaba algo desconcertada, para este punto ya esperaba que Fitz pudiera invocar al menos un Hidrocañón imperfecto. Los resultados estaban por debajo de lo esperado, quizá su técnica no funcionaba en Bloodliners después de todo... No, Ultima no estaba dispuesta a perder la esperanza todavía.
Fitz y su debilitado Greninja aprovecharon el descanso para ir con Ciel y el resto de su equipo Pokémon, que se encontraban comiendo. La chica le pasó un Poképuff que ella misma había preparado, pero su compañero estaba tan desanimado que no parecía ni de humor para comer.
- Oye, no te desanimes. Ya verás que lo lograrás. – le dijo
- A decir verdad, no estoy seguro de si seguir con todo esto.
- ¿Qué quieres decir?
- No sé si aprender este ataque sea buena idea. Además, vine aquí para fortalecerme como entrenador, no como Bloodliner. – Fitz había aceptado los términos de la anciana para que Greninja aprendiera el ataque. Lo de aprenderlo él parecía al principio un valor agregado, pero ahora... ya no estaba tan seguro.
- Tú eres un entrenador muy fuerte. – le aseguró Ciel. – Si tuvieran su revancha ahora, ese Delphox no sabría qué lo golpeó.
Fitz sonrió. La muchacha siempre sabía qué decirle para subirle los ánimos. Una de las muchas cosas que amaba de ella. Ella tenía razón, mejor descansar, ya después podría pensar en el Hidrocañón. La muchacha gustosamente le ofreció su regazo como almohada para que reposara, mientras observaba a su equipo Pokémon. Greninja se encontraba comiendo para recuperar fuerzas junto a Fennekin, Quilladin intentaba quitarle algo de comida a sus compañeros, pues ya había terminado la suya. Tyrantrum y Heliolisk se habían dormido en el césped, mientras que Noivern estiraba sus alas.
A la distancia, Ultima observaba a ambos chicos y sus Pokémon con una sonrisa en la cara. Se notaba que tenían un gran lazo, incluso parecían una familia. Y de cierta manera lo eran: por lo que Ciel le había contado, esos muchachos no tenían a nadie más, solo confiaban el uno en el otro. Con algo de nostalgia, Ultima recordó su propio equipo de amigos cuando era joven, también habían sido como una familia para ella. Claro, esos días habían pasado hace mucho, ahora eran ancianos y cada uno había tomado su propio camino. De hecho tras exiliarse en Isla Secunda, no había vuelto a reunirse con sus amigos, a lo mucho recibía llamadas ocasionales de su viejo amigo Samuel, ya convertido en un famoso investigador.
Sin embargo, Ultima no tuvo mucho tiempo para recordar, pues al cabo de unos minutos, vio en la distancia lo que parecía ser una columna de humo. Al ver más detenidamente, la anciana vio parecía que provenir de la dirección donde estaba su hogar. No quería asumir lo peor, pero si algo estaba pasando... tenía que ir de inmediato.
- ¡Fitzdane, Ciel! ¡Esperen aquí, volveré enseguida! – La anciana sacó una Pokébola rápidamente. – ¡Deprisa, Dragonite!
Sin perder tiempo, Ultima montó su Dragonite y emprendió vuelo hacía Cabo Extremo, dejando desconcertados a Fitz y Ciel. ¿Habría pasado algo? Fue entonces que en la dirección del Cabo Extremo vieron la columna de humo, y donde hay humo... a pesar de la advertencia de la anciana los dos fueron detrás de ella, en caso de que necesitara ayuda.
Para cuando Ultima llegó hasta la fuente del humo, pudo ver a un pequeño grupo, media docena de sujetos a los que solo conocía de pasada en la isla, algunos con Pokémon de Fuego que se encontraban arrojando sus ataques a su casa. La anciana inmediatamente invocó a su Feraligatr e hizo que utilizara Danza de Lluvia, y un diluvio inmediatamente ahogó las llamas, empapando a todos en el área.
- ¿Se puede saber qué diablos sucede aquí?
- ¡Maestra Ultima! – gritaron Ciel y Fitz. Y ni bien apenas, llegaron, los rufianes de inmediato fijaron sus miradas en ellos.
- ¡Ahí están! ¡Mátenlos, deprisa!
Los sujetos comenzaron a enviar a sus Pokémon para atacarlos, unos tras otros. Ultima respondió mandando a los suyos propios y estos rápidamente se hicieron cargo de los agresores, pero los entrenadores no se amilanaron por esto, y agarraron lo que tuvieran a mano, ya fuesen solo palos o piedras, para empezar a atacarlos directamente.
- Maldición, ¿qué les pasa? ¿Por qué nos atacan? – exclamó Fitz.
- ¡Cállate, fenómeno! – le dijo el sujeto al frente, con los ojos llenos de odio. Esos que tantas veces había visto en todas partes.
- ¡Los malditos Bloodliners no invadirán las islas Sevii! – exclamó otro arrojándole piedras a Ciel, que tenía que cubrirse con las alas de su traje.
- ¡Ya verán, monstruos!
Fitz frunció el ceño, no era la primera vez que la gente lo agredía solo por ser un Bloodliner. ¿De dónde vinieron estos sujetos? Había oído que Isla Secunda tenía su propia ciudad, lejos del Cabo Extremo. Ciel por su parte, no se tomó esto tan bien, ya estaba cansada de tener que escapar de cada lugar al que llegaban.
- ¡Ya estoy harta! – La chica sorprendió a su compañero poniéndose entre él y los Pokémon que estaban por atacarlo. – ¡¿Cómo pueden juzgarnos sin siquiera conocernos?! ¡Nosotros nunca hemos lastimado a nadie!
Y alzando los brazos, una potente corriente de viento empujó a los agresores, haciéndolos volar por los aires y caer a buena distancia. Los que quedaron fijaron la vista en Ciel como si de una bruja malvada se tratase. La chica sintió que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. ¿Por qué les pasaba esto? Ellos nunca quisieron hacerle daño a nadie, solo querían que los dejaran en paz. Ultima entretanto, se percató de esto, y al ver que no había manera de razonar con ellos, solo quedaba una alternativa.
- Fitzdane, Ciel, yo me encargaré de ellos. Ustedes váyanse y escóndanse, los iré a buscar después.
- Pero...
- ¡Háganlo! – insistió la anciana. – ¡O daré por terminado tu entrenamiento aquí y ahora!
Con algo de resignación, Ciel invocó corrientes de aire y usó su traje para emprender el vuelo, mientras Fitz llamaba a su Noivern para que lo sacara de ahí. La chica no estaba feliz con esto, estaba cansada de escapar. A Fitz tampoco le gustaba, en especial al ver llorar a su novia, pero no quería que le hicieran daño. Cuando estuvieron a buena distancia, Ultima dirigió su atención hacia los sujetos, que parecían estar a punto de ir a perseguir a los muchachos.
- ¿Los quieren a ellos? Antes tendrán que pasar por mí.
- ¡Apártese, abuelita, esto no le incumbe!
Pobres idiotas. Ultima no tenía problemas con que alguien la llamase "abuelita", siempre y cuando fuese de manera afectuosa o por cariño. Pero el tono despectivo y de menosprecio, como si solo por ser una anciana la tendrían fácil con ella, eso jamás. Estos sujetos merecían un rudo y muy doloroso despertar.
Entretanto, los dos jóvenes bloodliners surcaban el cielo encima de los bosques, tratando de alejarse de sus agresores. Le estaban muy agradecidos a la anciana por defenderlos, pero se sentían realmente culpables por dejarla así. De hecho, se sentían tentados a regresar para ayudarla, después de todo, la atacaron solo porque intentó protegerlos a ellos. ¿Por qué siempre tenía que pasar eso? A dondequiera que fuesen era igual, había al menos alguien que trataba de atacarlos solo por ser... diferentes, y si alguien trataba de ayudarlos, terminaba siendo arrastrado a la línea de fuego y en el peor de los casos, con consecuencias fatales.
Sin embargo, no tuvieron tiempo para seguir lamentándose, ya que de repente, vieron un resplandor que salió de entre los árboles, y luego un rayo de energía naranja, les pasó rozando peligrosamente cerca. Los dos maniobraron para esquivar, pero un segundo hizo que se alejaran más, y un segundo después, algo de color púrpura se lanzó hacia Ciel, atacándola por sorpresa.
- ¡AAAAAAAAAAHHHH! – gritó la chica al sentir los colmillos.
- ¡Ciel! – gritó Fitz.
El agresor era un Crobat, que se lanzó a morderle el cuello a la chica, usando lo que era claramente un ataque de Chupavidas. El shock del sorpresivo ataque le impidió hacer nada para poder defenderse. Empezó a sentirse demasiado débil, y para empeorar, un Fearow también apareció poco después, rasgándole una de las alas de su traje con un Pico Taladro. Esto, combinado con su evidente pérdida de fuerzas por la mordida hizo que comenzara a caer. Fitz trató de volar hacia ella para atraparla, pero al hacerlo se descuidó a sí mismo y Noivern fue alcanzado por otro Hiperrayo que lo derribó. Tras un forzoso aterrizaje, Fitz regresó a su Noivern y de inmediato corrió hacia donde Ciel había caído. Al parecer, las espesas copas de los árboles aminoraron (solo un poco) la caída de la chica.
- ¡Ciel! Por favor dime que estás bien. ¡Di algo, lo que sea! – Fitzdane derramaba lágrimas de impotencia y furia.
- Fitz... lo siento, ese Crobat... me chupó la sangre....
Y dichas estas palabras, la rubia quedó inconsciente. Fitzdane la abrazó para luego mirar a su alrededor, en busca del atacante o atacantes que le había hecho eso. Usando su poder, enfocó su visión, determinado a hacerlo pagar.
- ¡Sal de una vez! ¡Da la cara, sé que estás ahí!
En respuesta, de repente un chorro de agua de alta presión lo golpeó con fuerza y lo estampó contra un árbol. Fitz no tenía duda, alguien lo había golpeado con Hidrobomba, semejante corriente de agua concentrada en un solo punto habría matado a un humano ordinario. Él solo sobrevivió porque al ser bloodliner estaba hecho de algo más duro que los humanos normales. Soportando el dolor, se esforzó por volver a levantarse, pero el peligro todavía no había terminado.
- ¡Híperrayo!
El chico vio como un gran destello dorado se acercaba hacía él, si lo impactaba estaba acabado. Reaccionando por instinto, apenas consiguió sacar un Sustituto justo antes de que el ataque lo impactara. Pero esa última alerta dejaba las cosas claras. Había alguien ahí dirigiendo a los Pokémon que lo estaban atacando. Alguien venía por su cabeza.
Aprovechando el cese al fuego, Fitz tomó la oportunidad para ocultar a Ciel lo más fuera de vista posible, esperando que nadie la encontrara y poder volver por ella más tarde. Quienquiera que fuese el agresor, si no había más remedio que darle un objetivo al cuál dispararle... mejor que fuese él y no ella.
- ¡¿Quieres un pedazo de mí?! ¡Sal y pelea, aquí estoy!
Como única respuesta, un extraño dispositivo esférico cayó enfrente de Fitz. Su primera reacción fue saltar para evitar la inminente explosión, pero esta no llegó: el dispositivo únicamente emitió una especie de onda electromagnética que Fitz sintió como un hormigueo por todo el cuerpo, pero no pareció haberle hecho daño en lo más mínimo. Hasta que se dio cuenta que al parecer el verdadero objetivo del aparato no era herirlo a él.
- ¿Qué rayos? – Las Pokébolas de Fitz estaban emitiendo chispas eléctricas y el botón activador se había puesto intermitente, impidiendo que pudiese presionarlo.
- Ya no podrás ocultarte detrás de tus Pokémon, maldita abominación. – dijo una voz masculina, cargada de odio y desprecio.
De entre los arbustos, flanqueado por el Crobat y el Fearow que atacaron a Ciel, dos Rhydons, un Manectric y un Octillery, apareció un sujeto. Aparentaba unos treinta y tantos años, y sus ojos estaban cargados de un odio como muy pocos había visto. Ya había visto ese odio en personas que se contentarían con hacer que simplemente se fuera lejos, pero este... este sujeto claramente lo que quería era matarlo. Lo veía como si fuese un monstruo.
- ¿Quién eres tú? ¡¿Por qué nos atacas, qué te hicimos?! – preguntó Fitz.
- ¡Calla, abominación! ¡Ataquen!
Los Pokémon del sujeto lanzaron sus ataques al mismo tiempo, y Fitz tuvo que lanzarse a una zanja para evitarlos. No tenía más alternativa. Pelear en este lugar iba a ser demasiado difícil con poco lugar para moverse. Lo mejor que podía hacer era irse a campo abierto.
- ¡Vayan tras él, que no escape! – oyó gritar al sujeto. – ¡Olvídense de la chica por ahora, él tiene que ser la prioridad!
Fitz se preguntó por qué le daba más importancia a él que a Ciel, pero no iba a quejarse. Entre más lejos estuviese de su novia, mejor para él.
(--0--)
Poco después...
Los sujetos que incendiaron la cabaña de Ultima no fueron pieza para los Pokémon de la anciana maestra, y salieron huyendo tan rápido como podían, gritando maldiciones acerca de lo malvados que eran los bloodliners y que no les pagaron lo suficiente por haber hecho ese trabajo. Pero pronto se hizo evidente el por qué resultó tan fácil. Ella no era el verdadero objetivo, y estos sujetos habían cumplido su propósito al distraerla.
A lomos de su Dragonite, Ultima no tuvo más que seguir los ruidos de los ataques, y pronto alcanzó a ver explosiones que eran el claro resultado de una pelea. Quienquiera que fuese el agresor, había acorralado a Fitz hasta el borde de un precipicio. El muchacho estaba peleando valientemente, arrojándoles Shurikens de Agua a los dos Rhydons que intentaban atacarlo, mientras a sus pies yacían derrotados un Fearow y un Octillery. Un Crobat revoloteaba a su alrededor mientras un Manectric parecía aguardar el momento para hacer su parte.
- ¿Qué es lo que pasa allá abajo? – preguntó la anciana. – Da igual. ¡Dragonite, haz llover un Draco Meteoro sobre ellos, pero no lastimes al chico!
Dragonite abrió la boca y disparó el gran meteoro hacia el cielo, que estalló haciendo llover sus fragmentos por todo el lugar. Gracias a su entrenamiento siempre podía determinar dónde caían y evitar que dañaran a los aliados en caso de atacar a múltiples objetivos, como ahora. Los dos Rhydons, tomados por sorpresa por este ataque imprevisto cayeron presa fácil de las Shurikens de agua de Fitz, que los atacó con ellas como si fueran espadas, mientras el Crobat fue aplastado por un meteoro particularmente grande y quedó fuera de combate. El Manectric logró escapar poniéndose a cubierto, y Ultima alcanzó a ver que invocó un Trueno para que le cayera encima al chico. Este se retorció de dolor y por un milagro no perdió la conciencia. Ultima lanzó la Pokébola de su Tyranitar, y este se materializó frente a ellos para recibir un segundo ataque justo antes de que este rematara al indefenso muchacho, que respiraba con dificultad. Acto seguido, ella y Dragonite descendieron para plantarle cara al agresor.
- ¿Estás bien, muchacho? – preguntó la anciana.
- Maestra Ultima... – Fitz se sorprendió bastante. Por un instante vio pasar su vida enfrente de sus ojos, casi no podía creer que siguiera con vida.
- ¿Dónde está tu novia? – le preguntó al no ver a Ciel por ninguna parte. – No importa, iremos a buscarla después. Por ahora, déjame el resto a mí.
- No, estoy bien. – aseguró el chico. – Todavía puedo pelear.
Ultima se preguntaba por qué estaría peleando él solo, sin utilizar a sus Pokémon, pero tuvo que admitir que lo hizo bastante bien hasta que ella llegó. Por ahora, iba a centrar su atención en el verdadero agresor. El sujeto era un hombre de unos treinta y tantos años, con la cara dura y los ojos llenos de odio. Parecía alguien tan endurecido por la vida que las arrugas en su rostro lo hacía ver incluso más viejo. Antes de decirle nada, el sujeto tomó la palabra:
- Apártate, anciana. Mi problema no es contigo, ese con ese monstruo detrás de ti.
- ¿Monstruo? El único monstruo que veo aquí está justo frente a mí. – replicó la anciana. – ¿Fuiste tú el que mandó a esos idiotas a quemar mi casa? Muy divertida tu broma, pero se acabó.
- Esos idiotas, les dije que tenían que crear una distracción el tiempo suficiente. – El hombre bufó con notable molestia. – Da igual, no me hagas repetirlo, apártate de mi camino. ¡Ese monstruo debe morir!
- ¿Quieres al chico? Antes tendrás que pasar por encima de mí. ¡Adelante, Meganium! – La anciana se disponía a arrojar su Pokébola, pero el sujeto se le adelantó y arrojó otro objeto que Fitz reconoció al instante.
- ¡Maestra Ultima, espere!
Pero fue demasiado tarde. El aparato que lanzó el hombre se activó primero, y la Pokébola que contenía a su Meganium echó chispas y no se abrió para dejarlo salir. La anciana miró la bola sorprendida y después al hombre.
- Ese disruptor no la dejará activar ninguna Pokébola por al menos un par de horas. – dijo el sujeto. – Así que ni se moleste en tratar de sacarlos.
- Traté de advertírselo. – dijo Fitz. – Hace un momento usó uno de esos conmigo.
Ultima por fin entendió lo que pasaba. Un truco bastante ingenioso, aunque fuese muy sucio, para dejar a su oponente incapaz de llamar a sus Pokémon por ayuda. Por fortuna, Tyranitar y Dragonite todavía estaban afuera y podían pelear, y con un solo gesto, estos se pusieron enfrente para encarar a su adversario, que parecía ponerse más furioso por momentos.
- Estúpida anciana. ¿Por qué proteges a ese monstruo?
- Vuelvo a decirlo, el único monstruo aquí eres tú. ¿Qué tienes en contra de este niño?
- ¿Niño? Por favor, esa cosa ni siquiera es un ser humano. – dijo el hombre. Ultima puso una expresión molesta al escuchar esto. – ¡Manectric, usa Lanzallamas!
- ¡Tyranitar, Defensa de Hierro!
El canino eléctrico arrojó un potente ataque de fuego, pero Tyranitar se interpuso en su camino adquiriendo un revestimiento metálico, soportando el ataque sin mayores dificultades. Dragonite permanecía en espera, aguardando el momento de actuar.
- No me gusta dañar seres humanos, pero haré lo que haga falta para limpiar al mundo de esas amenazas. – dijo el hombre.
- ¿Amenazas? – dijo la anciana. – ¿Quién demonios eres, y qué tienes en contra del chico? ¿Qué te ha hecho?
- ¡No es lo que ha hecho, es lo que él y los de su clase harán en el futuro! – exclamó el hombre, dejando cualquier pretensa de tranquilidad. – ¡Deja de entrometerte, anciana, estoy en una misión divina!
- ¡Misión divina mi trasero! ¡Estas atacando a un chico inocente!
- ¿Inocente? ¡Está maldito! ¡Esa bestia es cualquier cosa menos inocente! ¡Ni siquiera es un ser humano, es solo una abominación que atenta contra la naturaleza de Arceus! ¡El mundo necesita ser liberado de estas abominaciones!
Ultima no podía creer las palabras que este hombre estaba diciendo, había escuchado que existía gente que temía y odiaba a los Bloodliners, pero no se imaginaba esta magnitud. ¿Qué esos chicos no eran humanos? Ultima no estaba de acuerdo, había convivido con ellos lo suficiente para ver que tenían los sentimientos y valores de cualquier chico de su edad. Por desgracia no tuvo mucho tiempo para pensar. Manectric se entró en una pelea a dientes y garras contra Tyranitar, ya los dos habían empezado a pelear por su cuenta como un par de bestias salvajes sin tener que escuchar a sus respectivos entrenadores.
- ¡¿Acaso no lo comprendes, anciana?! ¡Intento salvar el mundo!
- ¡¿Asesinando a un pobre chico piensas salvar el mundo?! ¡Qué estupidez!
- ¡Los Bloodliners son unos monstruos! ¡Van a destruir el planeta entero! Lo he visto, cada noche lo veo una y otra vez. – El hombre se agarró la cabeza con desesperación. – He visto el futuro, esos monstruos van a traer consigo una gran guerra. Arrasarán el planeta entero, muerte, destrucción, la vida como la conocemos va cambiar por culpa de estos fenómenos...
Al escuchar estas palabras, Ultima no pudo más que pensar que su oponente estaba loco. ¿De dónde sacaba eso, de ver el futuro, o de que los bloodliners iban a provocar una guerra? La anciana no se atrevió a hablar, así que Fitz tomó la palabra.
- Eso es ridículo. Ciel y yo no le haríamos daño a nadie.
- ¡Silencio, fenómeno! ¡Tú serás uno de los principales causantes de esta destrucción, después de todo, tienes la marca de la bestia!
- ¿La marca? – Ultima estaba confundida por este pequeño detalle.
- Eso que tienes en las mejillas, esas marcas en forma de Z. – Cuando el hombre dijo esto, inconscientemente Fitz se tocó las susodichas marcas. No sabía por qué las tenía, siempre habían estado ahí. – ¡Aquellos con la marca de la bestia serán los líderes en la guerra de Bloodliners! ¡Son los más peligrosos, destruirlos es mi prioridad! ¡MANECTRIC, USA TRUENO!
Con un poderoso rugido, el Pokémon Eléctrico invocó un rayo que cayó con tal fuerza sobre el joven bloodliner que no pudo mantenerse en pie más tiempo y se desplomó en el suelo. Ultima se quedó inmóvil, totalmente en shock. Un rayo como ese tenía que haberlo matado al recibirlo de esa manera.
- Eso es todo. Ahora iremos por la chica. – declaró el sujeto, disponiéndose a marcharse.
Sin embargo, por sorprendente que pareciera, Fitz volvió a moverse, y sacando fuerzas de donde no las tenía, se empezó a incorporar de nuevo, con una ligera aura azul brillando a su alrededor. Esta se fue volviendo más y más intensa hasta que lo envolvió por completo. Al abrir sus ojos, estos estaban brillando con la misma energía.
- ¡AAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!
Ultima supo de lo que se trataba. En los Pokémon iniciales de agua, esa era la habilidad Torrente. Si un Pokémon era capaz de soportar el daño, activaría un poder de emergencia que potenciaría los ataques de tipo Agua. Fitz fue juntando las manos poco a poco, reuniendo energía y formando una esfera de agua concentrada. Esa era la energía de un Hidrocañón, un Hidrocañón perfecto.
- Yo... no permitiré... ¡QUE LASTIMES A CIEL!
Y con esto, disparó el chorro de agua energizada a toda potencia. Ultima jamás había visto un Hidrocañón tan perfecto, ni siquiera potenciado por Torrente. El muchacho acababa de probarle su teoría. Pero hizo mucho más que eso: el ataque golpeó con tanta fuerza al Manectric que lo lanzó de vuelta hacia los bosques a una distancia de por lo menos cincuenta metros, haciendo que se desplomara inconsciente. Con eso había caído el último Pokémon del agresor.
- ¿Cómo... cómo diablos puedes seguir vivo después de eso?
- El muchacho tiene alguien por qué vivir. – dijo Ultima. – No va a morir tan fácilmente.
Efectivamente, Fitz estaba de pie, jadeando y agotado por el esfuerzo, pero todavía combativo. Una de las cosas que había aprendido a hacer con el tiempo era canalizar la energía del Torrente y dispersarla por todo el cuerpo como una forma de reponerse al menos temporalmente. Viéndose sin más Pokémon restantes, el agresor sacó lo que parecía ser un bastón eléctrico, y presa de una furia desmedida, inmediatamente se abalanzó hacia el muchacho.
- ¡Acabaré contigo cueste lo que me cueste! ¡Las abominaciones deben morir!
En respuesta, Fitz materializó una gran Shuriken de Agua, pero en vez de lanzarla la hizo tan densa cómo fue posible para usarla como arma de combate cercano, colisionándola contra el bastón del sujeto, que estaba totalmente fuera de sí y lo atacaba como una bestia salvaje. En un arranque de desesperación y tratando de quitárselo de encima, Fitz alzó la shuriken sobre su cabeza y se dispuso a bajarla encima de su adversario. Este saltó hacia atrás para esquivarla, pero Fitz no midió la fuerza del golpe, y sumado a que estaba potenciada con el Torrente, cuando esta impactó contra el suelo provocó una gran grieta, y el trozo del borde donde en ese momento estaba parado el agresor se desprendió. Estaban encima de un barranco de más de trescientos metros por encima del mar, si se caía...
Presa del horror, dándose cuenta de lo que estaba a punto de suceder, Fitz inmediatamente se adelantó, al igual que Ultima, pero solo alcanzaron a ver que había podido agarrarse de milagro a un borde que terminaría de desmoronarse en cualquier momento. Ultima no supo qué hacer, pero Fitz, sin dudarlo, se inclinó y le extendió la mano.
- ¡Rápido! ¡Toma mi mano! – le dijo. Ultima se sorprendió de este gesto. El joven Bloodliner intentaba salvar a su enemigo. Pero este no le correspondió en lo más mínimo, solo seguía viéndolo con esos ojos llenos de odio. – ¡¿Qué diablos estas esperando?! ¡DAME LA MANO!
- ¡NO DEJARÉ QUE ME SALVE UNA ABOMINACIÓN!
Y dichas estas palabras, el borde se terminó de deshacer, con lo que el hombre se precipitó irremediablemente hacia el mar. Fitz y Ultima se quedaron en shock, especialmente el primero. Aquel hombre había intentado matarlo, pero aun así, el chico no creía que mereciera morir de esa forma. Pero no tuvo tiempo de sentirse culpable, ya que en ese momento las fuerzas lo abandonaron y cayó inconsciente.
Ultima observó lo que había sucedido sin decir ninguna palabra. Todo ya había terminado, y ahora que no había peligro, colocó a Fitz en la espalda de su Dragonite y le ordenó que se lo llevara a su caso para que pudiera descansar. Lo que quedaba ahora era buscar a Ciel y asegurarse que estuviera sana y salva.
(--0--)
Algunos días después...
Tras aquella horrible experiencia, Ultima otra vez estaba en el puerto de Isla Secunda, acompañada por los dos jóvenes bloodliners. Si algo bueno salió de todo lo sucedido, fue que Fitz efectivamente logró utilizar el Hidrocañón y con ello probar que su teoría era acertada. Con todo y aunque no podían olvidar lo ocurrido, había llegado el momento de despedirse.
- Lo hiciste muy bien, muchacho. – dijo la anciana. – Gracias a ti, finalmente pude comprobar mi teoría. Siéntete orgulloso; eres el primer Bloodliner que ha heredado una de mis técnicas definitivas.
- Muchas gracias, maestra Ultima. – dijo Fitz con viva gratitud. – Fue una experiencia increíble.
- Y ahora que finalmente comprobó su teoría, ¿qué piensa hacer? – preguntó Ciel. – ¿Planea enseñarles las técnicas a otros bloodliners?
- Por supuesto. Las antiguas tradiciones deben adaptarse a los tiempos modernos. – declaró Ultima. – A partir de ahora no solo transferiré mis técnicas a Pokémon poderosos, sino también a bloodliners que considere dignos de ellas. Aunque dudo que lo hagan tan bien como tú. Eres uno de mis alumnos estrella, ya no hay nada que pueda enseñarte.
- ¿Oíste eso, Fitz? La maestra Ultima te está halagando, eres un entrenador muy fuerte. – dijo Ciel, abrazándolo con fuerza y haciendo que se sonrojara.
Ultima había pasado los últimos días ayudándoles a reparar la ropa de ambos. En particular, Fitz se tomó con mucho esmero arreglarle las alas al traje de Ciel, dejándolo incluso mejor que antes. Era bueno verlos tan llenos de vitalidad, tal vez más que cuando llegaron.
- ¿Y qué piensan hacer ahora? – dijo Ultima. – ¿Volverás a intentarlo en la Liga Kalos?
- Por el momento no. – dijo Fitz negando la cabeza. – Quisiera intentarlo en otros lugares, tal vez en Kanto o Johto.
- Bueno, si decides ir a la región de Johto, puedo sugerirte un par de lugares. Tengo algunos buenos amigos ahí.
- ¿En serio?
- Si van a Pueblo Azalea pueden visitar a Kurt, el fabricante de Pokébolas. También podrían pasar por la guardería Pokémon de la Ruta 34. Solo díganles que van de parte de Ultima y los recibirán con los brazos abiertos.
Justo entonces, el Ferry Seagallop llegó al puerto. Ahora sí, había llegado el momento de decir adiós.
- Le agradezco mucho todo lo que hizo por nosotros, maestra Ultima. – dijo Fitz. – Y sentimos mucho los problemas que ocasionamos en su isla. Por nuestra culpa quemaron su casa.
- Oye chico, no tienes por qué disculparte. – dijo la anciana. – Solo tendré que reforzar un poco mis medidas de seguridad a partir de ahora.
- De todas maneras. – dijo Fitz. – Fue corto, pero me divertí con su entrenamiento, la voy a extrañar.
- También yo a ustedes. Pero no se olviden, jovencitos, si algún día tienen problemas o necesitan confiar en alguien, siempre tendrán una amiga en Ultima de Isla Secunda.
Ambos bloodliners sonrieron a Ultima, Fitz se despidió con un apretón de manos, mientras que Ciel abrazó a la anciana. Tras despedirse, Ciel tomó a su novio del brazo y subieron al Ferry Seagallop. El barco zarpó, y se llevó al que hasta ahora era su mejor aprendiz en busca de nuevas y emocionantes aventuras.
(--0--)
Tiempo después en Isla Tera...
Ya habían pasado un par de semanas desde que Fitz y Ciel abandonaron Isla Secunda, pero Ultima aún seguía pensando lo que había pasado. Por supuesto, el alboroto que causaron esos sujetos no iba a pasar desapercibido, pero la anciana ciertamente no se esperaba que apareciera en su puerta un agente de la Policía Internacional para preguntarle de estos eventos.
Los dos acordaron reunirse en uno de los restaurantes de Isla Tera, y ahora la anciana disfrutaba de poco de leche Moo-Moo, hasta que un misterioso sujeto se acercó a su mesa. Ella no pareció sorprendida, de hecho, juzgando por su expresión, parecía que lo estaba esperando.
- Perdón por hacerla esperar, señora Ultima.
- No se preocupe, Agente Looker.
El agente se sentó frente a ella y pidió a la camarera que le sirviera un café. Después de tomar un sorbo, decidió empezar de una vez con la razón por la cual estaba allí. Sacando una fotografía, la puso frente a Ultima.
- ¿Este fue el sujeto que la atacó? – le preguntó.
- Sí, era él. – dijo Ultima. – Vamos al grano, agente. ¿Exactamente a quién me estaba enfrentando?
- Aunque ha utilizado varios alias para evitar seguirnos el rastro, nuestras investigaciones han determinado que su nombre original es William Stronger. – dijo Looker. – Sin embargo, la mayoría de la gente lo conoce como el "Cazador de Bloodliners". Es un sujeto bastante peligroso.
- ¿Cazador de Bloodliners? – preguntó Ultima. Aunque no entendía del todo, con un epíteto como ese, podía tener una ligera idea del por qué perseguía al muchacho.
- Es un asesino serial que ha causado problemas a la Policía Internacional por un buen tiempo. – explicó Looker. – Tenemos un total de ocho víctimas confirmadas en su historial, además de seis sin confirmar. Lo único que tenían en común era que todos ellos eran bloodliners, y la mayoría de ellos ni siquiera eran mayores de dieciséis años.
- Eso es terrible. – dijo Ultima. De no haber estado ahí, Fitz y Ciel se hubieran convertido en dos víctimas más.
- Y lo crea o no, Stronger tiene bastantes seguidores a lo largo del mundo. Así se las ha arreglado para evadirnos hasta ahora. – Looker tomó otro sorbo de su café. – Gracias a usted, pudimos capturar a una gran cantidad de ellos.
- ¿Y qué hay de Stronger? ¿Acaso ya...?
- No estamos seguros. – respondió Looker. – Enviamos varios equipos de búsqueda, pero su cuerpo sigue desaparecido.
- Nadie podría sobrevivir a una caída así. – Ultima soltó un suspiro. – Si necesitan a alguien responsable de su muerte, asumiré toda la culpa.
- No tiene que preocuparse, usted solo actuó en defensa propia. – dijo Looker. – Además no podemos presentar cargos si no hay confirmación de su muerte.
- Él... estando colgado en el precipicio, prefirió soltarse antes que aceptar la ayuda del chico. – La anciana tomo un sorbo de su leche. – ¿Por qué? No consigo comprender por qué lo hizo. ¿Tanto detestaba a los bloodliners que prefirió morir antes que dejar que uno de ellos le salvara la vida?
- Los bloodliners son un cambio radical en nuestra forma de vida. – dijo Looker. – El hombre le teme a lo que no entiende.
- No era solo miedo, era odio, un odio desenfrenado. – dijo Ultima. – Cuando peleé con Stronger pude verlo en sus ojos, de verdad los odiaba, pese a ser solo un par de chicos que no le harían daño a nadie.
- Sé que debió ser muy difícil para usted. – dijo Looker. – Pero habló con Stronger, cualquier información que tenga, por irrelevante que parezca, servirá de algo. Incluso aunque él se haya ido, puede que haya otros allá afuera como él.
La anciana pensó por un instante. Al principio creyó que no había nada, pero entonces recordó algo que había mencionado.
- No sé si sirva de algo, pero recuerdo que mencionó algo acerca de ciertos bloodliners que tienen una marca en su rostro, y que ellos eran su principal objetivo.
- ¿Qué clase de marca?
- Fitzdane tenía unas extrañas marcas de nacimiento en forma de Z en sus mejillas. – dijo Ultima. – Stronger mencionó algo sobre erradicar a los que la tengan. Dijo algo acerca de que en el futuro traerán calamidades y guerras a este mundo.
- Ya veo. – Looker se quedó pensativo. En ese momento no se lo dijo, pero la parte de las marcas en las mejillas... eso le sonaba muy particular. Él conocía a alguien con esa descripción. ¿Podría acaso ser uno de ellos? – Eso ya es todo. Muchas gracias por su tiempo, su información nos será de mucha ayuda.
- Un placer poder ayudarle. – replicó Ultima. Looker ya se iba a marchar, pero se detuvo por un momento para decir una última cosa más.
- Maestra Ultima... es un honor conocer a uno de la primera oleada de entrenadores legendarios.
Ultima solo esbozó una sonrisa, mientras Looker se retiró lentamente con las manos en los bolsillos. Tenía bastante que investigar, los datos que le dio Ultima lo tenían intrigado.
El incremento de los bloodliners en el mundo, el rechazo a estos y el conflicto que parecía inminente a estallar en cualquier momento. ¿Hacia dónde irían todos estos acontecimientos?
FIN.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro