Hemos recorrido caminos oscuros, 
donde el dolor era un eco persistente, 
donde el peso de las sombras nos era seguro, 
y el futuro parecía distante y tembloroso, casi indiferente.

Cada cicatriz, cada herida, 
ha marcado una historia, una verdad, 
no se trata de un cuento de hadas, 
sino de la vida en su crudeza y realidad.

El poemario que tienes en tus manos 
es más que palabras, es un reflejo, 
de que a pesar de lo roto, lo caído, 
siempre hay un camino, siempre hay un deseo.

Ser estrellas de nuevo no significa 
que todo será perfecto ni sin dolor, 
sino que dentro de cada noche más oscura, 
hay una chispa de esperanza, una promesa de amor.

No busques más en las páginas escritas, 
encontrarás que la respuesta está en ti. 
No se trata de evitar el sufrimiento, 
sino de reconocer que aún puedes resplandecer, aquí.

Cada estrella que se alza ha sido fragmento, 
de un cielo que una vez fue gris. 
No es cuestión de magia o ilusiones falsas, 
sino de encontrar fuerza y seguir el viaje sin fin.

Sí, ser estrellas de nuevo es posible, 
aunque el camino haya sido duro y desigual. 
Es una señal, un recordatorio claro, 
de que en cada final, hay un nuevo amanecer real.