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PERTENECER

Primero que nada debo de decir que esta historia es un pedido de LuisaPaz4 

Es la primera vez que exploro esta pareja, tambien que; aunque no lo crean, la escribi hace casi un mes, por lo que fue una gran sorpresa cuando me di cuenta de las noticias acerca de una nueva temporada.

Asi que es mi primeritita vez, en fin. Quien leea esta cosa experimental muchas gracias y espero no defraudarles.
Por cierto planeo una segunda parte que será el final definitivo.

Lean.





El calor consumía de una forma voraz su cuerpo.

Sabía las reglas, sabia la forma y el lugar en el que se encontrarían. No le fue difícil escapar de Kagome, convenientemente su ciclo de calor había comenzado cuando ella había cambiado de épocas.

Llegar al lugar le fue difícil, encontrándose con quien consideraba un perro sarnoso, haciéndole preguntas incomodas sobre un peculiar aroma a hembra encima suyo, que si había tenido acción o algo por el estilo.

Inuyasha solo le maldijo, continuo su camino lejos a las montañas a pesar de que Koga intentase seguirle, una pista falsa sobre Kagome y solucionado el problema.

Cayo en sus rodillas cuando llego al punto de encuentro, el aún no había llegado de nuevo. Como pudo elimino de su cuerpo la ropa, puesto que su piel picaba por el calor.

Si había algo que odiaba de si mismo eran esos días en los que ya siendo un híbrido, pierde sus poderes demoníacos periódicamente y se convierte en un chico humano normal de cabello negro. Para él, este momento de debilidad ocurre durante las noches de luna nueva, mas eso no es todo. Un par de días antes de ello ocurre otra cosa y es la que mas odia de todo ello.

De ser un mestizo, de no poder controlarlo, de ser abandonado cuando su cabello negro y su humanidad aparecen y sobre todo el necesitar la ayuda de él.

Su hermano.

Inuyasha llega a su objetivo, la estola de Sesshomaru esta acomodada en medio de la cueva, en un lugar que no es demasiado frío o caliente. Se acurruca en la suavidad de esta y casi maúlla del placer por el aroma que aún perdura en ella.

Sesshomaru es un hombre serio, dominante, frío y decidido. Y desde que tiene esos momentos pese a lo que pase entre ellos, pese a lo que le diga o no le diga, está ahí para él.

Ya no sabe si está bien o está mal. Incluso si quisiera sabe que podría confiar en esos humanos a los que ya llama sus amigos. Pero no puede, no quiere a nadie más que no sea su hermano. Se cansó de preguntarse a sí mismo porque lo hacía, que si por deber o porque de verdad era algo que le gustase. Por supuesto que no iba a preguntarle, no perdería su orgullo por una respuesta que no estaba seguro de querer escuchar. El calor iba en aumento hasta que escucho un sonido casi imperceptible al comienzo de la cueva.



Tan eficiente como es al asesinar, su hermano llego hasta su posición agarrándolo con fuerza por los brazos y le besándolo fuertemente, alzándolo de su cómodo lugar para luego medio tirarlo de nuevo en su estola y comenzando a desvestirse con rudeza.



—Hueles a perro ¿Tan sencillo te fue reemplazarme?— su voz sonaba molesta, sentía la sensación de su aliento olerle cada centímetro de su cuerpo, dejando su propio aroma por sobre el diferente que tenía encima.

Era imposible que alguien como el siendo estoico y casi carente de emociones, mostrara algún sentimiento más allá del deber con él, como su hermano.

—Eso no es...—

Inuyasha quiso explicar lo sucedido pese a que era algo que no le debía e intentaba zafarse pero no podía evitarlo, Sesshomaru era más fuerte que el en esas circunstancias, más grande, más todo...

Le tomo del rostro, apretando con algo más de fuerza que lo habitual, besándole de nuevo con fuerza, sintiendo como su esfínter se contraía, dejando salir de este ese líquido que denotaba la condición que tanto odiaba.



—Sessho... espera... —



Estaba siendo más rudo de lo habitual colocándole boca abajo con rapidez, Inuyasha sentía ya una gran excitación; pero por otro lado realmente no lo quería así, era su hermano, eso estaba muy mal. Mas su mente nublada ya en el pico del calor le hicieron perder la razón, lo necesitaba lo quería y sabía que lo obtendría.

Sesshomaru paso su verga entre sus nalgas, pudo sentir lo caliente que la tenía, lo dura que estaba y lo grande que era, sentía como palpitaba, le rozaba y le rozaba en un afán de torturarlo, hasta que hizo un poco de fuerza en su agujero entrando todo de una sola embestida, Inuyasha sentía un placer increíble, no podía evitar que unas lágrimas se le salieran, eran de un poco de dolor y también de rabia. Queria saber que era lo que pasaba por los pensamientos del demonio mayor. Era algo que le venía atormentado desde hacía tanto tiempo.

Después de 50 años de estar sellado, de no haber sentido esa necesidad esta volvía con más fuerza, a pesar de que los ciclos de sus calores eran trimestrales o en dado caso hasta más largos, ahora eran incluso a penas separados por solo 3 semanas.

No podían seguir de esa manera, Inuyasha temía ser tomado con la guardia baja y antes moriría si fuera alguien más que su hermano quien le poseyera. Sesshomaru jadeaba y jadeaba como nunca antes le había escuchado, su culo se acostumbró a su verga y podía escuchar sus respiraciones agitadas debido al eco de la cueva en la que se encontraban.

Inuyasha no pudo evitar gemir con fuerza al sentir como su largo cabello era tomado entre una de las manos del demonio mayor, la otra mano se aferraba con fuerza a su cadera, sintiendo como su duro pene se bamboleaba solitario, duro y dolorido por no poder darle el placer que necesitaba. La posición en la que se encontraba, con el culo levantado y siendo follado de esa forma le impedían tocarse como quería. Un golpe por demás experto en su interior le hizo terminar con un gruñido satisfecho, llenando sus muslos del semen que derramara su hermano en su agujero cuando le apretó el culo alrededor de su pene.

—Aun no es suficiente — le escucho decir en voz alta.

Sesshomaru nunca le había pedido o insinuado siquiera hacerlo de otra forma que no fuera esa, dándole la espalda, mordiendo su propia estola que les sirviera de suave cama. Mas en esa ocasión un aroma emanaba de su hermano, un aroma picoso pero agradable. Uno que le hacía enloquecer y llenar su cuerpo de placer e irrevocable necesidad de obedecer en cualquier pedido que este le diera.

Sesshomaru entonces le empuja y le obliga a verle a la cara, Inuyasha se tumba e instintivamente levanta las piernas.



Ve los poderosos caninos descender en las encías de su hermano, haciéndole gemir y ladera la cabeza con rapidez. Siente el aliento tibio rozarle la piel del cuello y; dejando la fortaleza blanda de entre sus manos se aferra a la espalda blanca del demonio que le sigue poseyendo con fuerza, hasta que sus vientres se humedecen nuevamente por el semen del demonio más joven, gruñendo frases incoherentes por el placer que le embarga.

Inuyasha esta cansado cediendo poco a poco a la sensación de sueño post orgasmo, pero el aroma persistente que proviene de su hermano le sigue llenado de placer inesperado cada vez más, sale en oleadas de él, como una droga que le insta a pedir más, a ofrecer su cuerpo para el disfrute de su hermano.

—Mas... Sesshomaru... mas...—

—Nadie que te viese podría decir que te conviertes en eso cada vez que nos encontramos—  le dice — No sabe si el tono que uso es de condescendencia o de orgullo mismo, puesto que todo lo que sale de boca de su hermano es eso, orgullo —Ven aquí si así lo quieres o ¿No te crees capaz de hacerlo?—

Sesshomaru sale de su interior e Inuyasha no hace más que asombrarse al verle el miembro aun levantado y duro como una roca, relame sus labios con ganas de sentir esa carne entre sus labios, pero la obvia burla a su resistencia le llena y calienta la cabeza, gateando tambaleante, embriagado de placer a donde su hermano se ha recostado, toma ambos miembros entre sus manos, notando la diferencia de tamaño mientras le mira con una sonrisa egocéntrica.

—Puedo con esto y más, no me creas tan débil—

Era ya una situación de mucha adrenalina, Inuyasha cerraba los ojos para concentrarse en todo el placer que le daba el demonio mayor, empalándose poco a poco hasta ganar rapidez, de pronto este le dio una fuerte nalgada haciéndole gemir con fuerza y apretarse sintiéndole aún más duro si se podía, él nunca había hecho eso e Inuyasha se sentía totalmente entregado a él, comenzó a entender que ya no se pertenecía, si no que le pertenecía él, a su hermano.

Como no dijo nada con la acción, su hermano continuó dándole nalgadas, Inuyasha ya no puso objeción, continuo con la cabalgata con todas sus fuerzas, enterrando sus uñas en la espalda ajena, a pesar de que en ocasiones anteriores se ganara un golpe con ello, podía sentir los movimientos frenéticos dentro debido a su accion.

Inuyasha quería que Sesshomaru hiciera con él lo que quisiera, el cabello también platinado del demonio mayor se pegaba a su rostro y hombros, y el propio ondeaba al compás de los golpes en su interior. De un momento a otro fue atraído a la boca ajena, sintiendo como era devorado, como sus labios parecían encajar de manera perfecta. Gimió en medio del beso, de los pocos momentos en los que lograba una respiración medio decente, hasta que un increíble y caliente dolor le lleno completamente uno de sus hombros, lanzando chorros y chorros de su semen como una erupción entre sus cuerpos y como el calor llenaba su agujero.

Inuyasha temblaba de placer ahora boca abajo en la estola, sintiendo como a pesar de las garras en los dedos de su hermano este los hundía en su interior, siendo remplazados nuevamente con su dura verga, la tibieza del semen en su interior ya se desbordaba entre sus muslos, sintiéndose viscoso, húmedo y muy lleno.

—Ya no... mas...—

Alcanzo a medio balbucear, escuchando el más potente gruñido nunca antes escuchado de la garganta de su hermano.

—No es suficiente— le escucho decir —Necesito asegurarme...—

Inuyasha no lo entendió y tampoco le importo cuando el vaivén se reanudo, el placer le nublaba de por si los sentidos, llevando ambas manos a cada uno de sus pezones erectos y sensibles.

—Por favor...—

Sesshomaru nuevamente hundió sus colmillos en el hombro ya lastimado, haciéndole sentir al demonio menor un placer inmenso ensuciando nuevamente la blanca y húmeda estola.

Sus ojos comenzaron a cerrarse contra su voluntad, sintiendo la calidez de la piel de su hermano contra la suya.

Inuyasha estaba seguro que solo era un sueño; el hecho que se quedara aunque fuera un poco de tiempo a su lado, puesto que este siempre terminaba con su deber como siempre le decía, se marchaba dejándole solo.

Más a la mañana siguiente cuando despertó; aunque solo, se hallo limpio y vestido sabiendo que las cosas serían diferentes de ese momento en adelante.

Quizá Sesshomaru se había marchado al amanecer, pero de alguna manera le sintió cerca, los latidos de su corazón sonando en sus oídos al compás del suyo.

No fue hasta que se encontró con el viejo Myôga que lo supo.



Definitivamente Inuyasha ya no se pertenecía a si mismo.

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