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☬ 𝑑𝑜𝑠 ☬

𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 2
𝐻𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜 𝑎 𝑢𝑛𝑎.

—Bueno, es hoy.

Hablo para mí misma. Me levanto de la cama. No pude dormir bien anoche por la preocupación de qué pasará en la misión. Tengo un mal presentimiento, pero no tengo la menor idea de por qué. Me aterra la idea de que algo malo pueda pasarnos en el viaje.

Aún con el camisón puesto, me encamino hacia la puerta de la habitación. Tengo demasiado sueño. Me espabilo como puedo y voy directo a despertar a mi pelotón. Ellos durmieron en el castillo ya que sería muy pesado que se fueran a sus casas y luego volvieran al amanecer.

Lo más justo sería que se quedaran.

Y es por eso que están aquí.

Ayer memoricé las habitaciones en las que cada uno se había quedado. Fui puerta por puerta, buscándolos. Sin embargo, ninguno estaba en donde deberían estar. Pasó un rato hasta que por fin los encontré en la cocina, acompañando a Pryma. Entre todos hacían el desayuno.

Los observé un rato. Estaban vestidos con el uniforme de la Academia Santors. En un rincón, noté que habían dejado las armas, para que no molestaran en sus tareas culinarias. Me sorprende que no hayan hecho un desastre.

Me fijo en Hiram, pensando en el sueño que tuve. El uniforme ceñido al cuerpo resalta los moderados músculos marcados que posee. Él se ve muy bien. Su cabello negro está desordenado y aún así me parece... ¿Sexy? Miré sus labios y de repente me sentí en la necesidad de recibir un beso de él.

Pero, ahora no hay tiempo para eso.

Me centro en lo que de verdad importa: la misión. Repaso el plan en mi mente unas cuantas veces. Nada puede salir mal si actuamos con la estrategia correcta.

—Nevesk... Quiero decir, princesa Yvett —corrige rápidamente—. Por fin despierta. Necesito hablarle sobre algo.

—Claro, acompáñame.

Siento las miradas de todos posadas en nosotros cuando él y yo nos marchamos en busca de un lugar más privado para hablar. Me pregunto a qué se debe todo este misterio y silencio por parte del chico.

Al estar lo suficientemente alejados de todos, Hiram toma mi mano. Mis ojos se encuentran con los suyos un segundo antes de que él me haga acercarme a su cuerpo y sus labios choquen con desesperación contra los míos. Sin despegarse de mí, el chico agarra mis muslos y me eleva haciéndome colocar mis piernas alrededor de su cintura.

Para mí no había más mundo que él y yo en este momento. El chico me pega a la pared y sus labios se apartan de los míos. Sus manos continúan en mis muslos y ese simple contacto hace que sienta una corriente peligrosa por todo mi cuerpo. Mis ojos buscan a los suyos y me pierdo en ese mar tan azul.

—Te quiero, Nevesk.

No me dejó responder. Volvió a besarme y su lengua se adentró en mi boca. Creo que ya no soy tan mala como lo era antes.

De repente, toda la magia del momento desapareció. Escuché a alguien carraspear. De reojo vi a un rey enfurecido con los brazos cruzados. Hiram y yo intercambiamos una mirada. Nos atraparon. El chico me bajó lentamente.

—Espero que esta pequeña situación no afecte a la misión, Yvett. Recuerda todo lo que está en juego. —Diciendo esto, el rey se marchó por donde mismo vino.

Me aparté de Hiram, aunque quería seguir a su lado. Era momento de ponerme en marcha para llevar a cabo la misión.

• • •
L

os Flyggers emprenden el vuelo. Esto es de suma importancia así que decidimos que las mascotas no podrían venir. Sería una gran preocupación y no podíamos permitirnos distracciones.

La frontera está considerablemente lejos del castillo —y aunque el dragón de Mabelle pueda aguantar—, este viaje es sólo con las bestias de guerra. Ese es el propósito de los Flyggers en otras palabras, para eso nos hacen vincularnos con ellos.

Nos tomará al menos dos días llegar a la frontera. Para cuando llegáramos, las mascotas estarían demasiado cansadas.

Y ellos son muy importantes para nosotros, así que aunque nos duela dejarlos, era un mal necesario.

Aterrizamos en tierra firme al ver que la noche comenzaba a caer luego de horas de viaje. Humanos y Flyggers estábamos exhaustos. Necesitábamos un descanso. Al amanecer saldríamos de nuevo.

—Estén alertas —ordené, bajando del lomo de Yerreag—. Nunca se sabe lo que puede pasar.

Tahla se acercó a mí con un rostro preocupado. Supe que había algo mal en ese mismo instante. Esperé a que ella dijera algo.

—Yvett, ¿podemos hablar un momento? —inquirió.

Su tono era preocupante. El miedo era notable en su voz.

—Claro que sí —murmuré. Me volteé hacia los demás para dar una orden—. ¡Chicos, instalen el campamento, por favor!

La hermana de Hiram y yo nos apartamos un poco del grupo para hablar con más libertad. No tenía la menor idea de lo que querría ella.

Quizás es algo de hermanos pedirte que vayas para besuquearte con ellos.

Ja, ja, qué graciosa. Pero, no creo que sea eso.

La chica me miró. Ella se ve aterrada.

—Todo va a estar bien, ¿verdad?

—Por supuesto que todo va estar bien. Nada malo pasará —contesté para hacerla sentir un poco más segura.

—¿Nadie va a morir hoy? —Ella me estaba poniendo nerviosa con estas preguntas.

—Nadie morirá, Tahla.

—Promételo.

—Te lo prometo, amiga. Nadie va a morir porque todo estará perfecto.

Eso era lo que yo quería creer también. Pero, ese mal presentimiento...

La chica y yo regresamos con los demás. Había tanta calma que me parecía sospechoso. Y un segundo, todo acabó.

—¡Nos atacan! —gritó Sia justo antes de que una lluvia de flechas cayera sobre nosotros.

El caos estalló en un instante. Caímos en otra maldita emboscada de astracanos. Hay unos que poseen arcos y lanzas, mientras que otros llevan espadas y dagas. No sé cuántos hay exactamente, nos superan en número.

—¡Yordrick! —Tahla lo llamó, su voz sonaba llena de pánico mientras intentaba protegerlo de un ataque.

Ella era valiente; siempre lo había sido. No pude evitar sentir un nudo en el estómago al ver cómo se lanzaba hacia él. La chica haría lo que siempre ha hecho: sacrificarse por esos a los que quiere.

El tiempo pareció detenerse mientras una lanza volaba en dirección a Tahla. Todo sucedió tan rápido que mis instintos de ayudar fueron en vano. Se le escapó un grito ahogado cuando su corazón fue atravesado por la lanza.

—¡Tahla! —Yordrick se volteó y vió a su chica en ese estado.

Mi corazón se hundió en mi pecho. Esto es mi culpa. Yo los arrastré a esta misión.

—¡Hermana! —Hiram notó lo ocurrido y corrió hacia allá.

Algo dentro de mí se rompió en el instante en que vi al chico tomando en brazos el cadáver de su hermana. No podía quedarme de brazos cruzados mientras alguien a quien conocía estaba sufriendo. Sin pensarlo dos veces, me lancé hacia donde estaban Yordrick, Hiram y Tahla.

—No puedes dejarme así, hermana…

La imagen de Tahla, tan llena de vida momentos antes, ahora yacía inmóvil en el suelo, me atravesó como un puñal. La rabia y el dolor se mezclaron en mí mientras sentía que el mundo se desmoronaba.

—Debemos llevarla a otro lugar, chicos. Yo... —No sabía muy bien qué decir.

Todo esto era doloroso para mí también.

Hiram se encargó de apartar la lanza clavada en el cuerpo de su hermana. La cargó en sus brazos y la llevó a una de las tiendas que estaban armadas. No permitió que Yordrick se acercara a ella.

Hemos perdido a una de nosotros en esta maldita misión y todo es culpa mía. Tahla murió salvando la vida del chico que amaba. Ella no merecía esto.

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