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34: Bien para ti.

Pensamiento Jeannette:

Abro los ojos, con un dolor de cabeza impresionante. Voy a dejar de beber. Bueno, lo que acabo de decir no me lo he creído ni yo. Ejem.

Giro sobre la cama y me encuentro con una melena rubia. Él se gira y abre ligeramente los ojos. Lleva una mano a su cabeza y por la cara que pone creo que le duele casi igual o más que a mí.

—Dios bendito... —resopla.

—Lo sé, duele como el infierno —meto mi cabeza bajo la almohada y aprieto fuerte los ojos cuando un pinchazo recorre mi cabeza entera. Siento como si cientos de monos de juguetes con platillos estuvieran aplaudiendo en mi cerebro.

Sus manos abrazan mi cintura y saco la cabeza para colocarme frente a él, mirándole a los ojos.

—Anoche pasamos una buena locura.

—Y tanto —reímos y después nos quejamos.

Ayer Jensen y yo tuvimos un arranque de pasión en la playa. Creo que no lo voy a olvidar, sobre todo por la arena que tengo en el pelo. Sus manos recorriéndome, sus labios por todo mi cuerpo, nuestras caderas encajando, la banda sonora de las olas del mar, la única iluminación de la Luna... aunque hay partes que no recuerdo porque iba como una cuba. Pero como una completa cuba.

Me levanto y voy a la ducha, cuando salgo él todavía está dormido. Me visto, dejando caer la toalla. Cuando me estoy poniendo la ropa interior con la maleta encima de la cama, me giro, para verle con un ojo cerrado y otro abierto. Se ríe y yo le tiro lo primero que pillo. Lástima que no me dé cuenta de que le he tirado un tanga de la maleta.

—Vaya que regalo —lo mira. Resopla.

—Dámelo —le digo riendo.

—Esto te tiene que sentar... —muerde su labio mientras me recorre de arriba abajo sin ningún pudor. Después resopla y alza las cejas negando— Bendita imaginación.

—¡Jensen! —me tiro encima de él y consigo quitarle el tanga. Cuando voy a levantarme me agarra de la cintura sin dejarme ir.

—Hueles muy bien —recorre mi cuello con su nariz y tengo que sujetarme de sus hombros.

—Sí. Me he duchado. Cosa que tú tienes que hacer. Hueles a pez —miento mientras le miro.

—¿Ah sí? —alza las cejas y sonríe. Vuelvo a intentar levantarme, pero no puedo. Esta vez me rodea con sus brazos y me hace pedorretas en el cuello.

—¡Vale! —rio a carcajadas y pataleo— ¡Ya, ya! ¡Me rindo! —por fin para. Quedo con mi cabeza apoyada en su pecho.

—Me acabas de reventar la cabeza. Pero te quiero igual —deja un beso en mi cabeza y levanto la vista.

Con mi dedo índice recorro su nariz, deslizándolo por la suave piel. Él me observa con sus enormes ojos verdes. Lleva su mano a la parte de mi cadera, recorre la cicatriz que tengo ahí. Fue de una operación de apéndice, de la cual se me quedo esa marca.

—Marcas de guerra —le digo. Él niega y lleva mi mano a su corazón.

—Marcas de guerra —frunzo el ceño. Luego le comprendo. Marcas de guerra de amor. De pelea contra sí mismo.

—Se me ha ocurrido una cosita súper guay —le digo mientras le miro a los ojos.

—¿Qué cosita es? —contesta con voz aguda. Le doy un manotazo y me levanto. Saco el móvil y me conecto a Spotify, para darle al play de mi lista de reproducción. Al ritmo de las canciones me pogo a bailar, mientras Jensen se lamenta porque (a parte de que canto fatal) le duele muchísimo la cabeza. En un momento, "good for you" de Selena Gómez comienza a sonar. Me encanta como canta esta chica y creo que me se todas sus canciones.

Jensen la escucha en silencio, mientras yo la voy traduciendo en mi mente.

"Tengo 14 quilates, Soy de 14 quilates.

Lo hago como el Rey Midas.

Dices que tengo algo tan bueno, tan bueno, que hace que nunca quieras marcharte,

así que no lo hagas, no lo hagas.

Voy a ponerme ese vestido que te gusta, muy ajustado,

voy a ponerme el pelo bonito, realmente bonito,

y acompasar mi piel con el latido de tu corazón."

Toso. Él se revuelve al escuchar el estribillo. Cuando llega la otra parte de la letra me mira con fuego en su mirada.

"Dices que te doy duro, mucho, mucho,
que hace que nunca quieras marcharte,
yo no lo haré, yo no lo haré.
Voy a ponerme ese vestido que te gusta, muy ajustado,
voy a ponerme el pelo bonito, realmente bonito,
y acompasar mi piel con la forma en que tú respiras."

Sonrío. El eleva las cejas divertido.

—¿Te gusta?

—No sabes cuánto. ¿Nosotros también le vamos a dar así de duro? —rio ante su exclamación y cambio de canción. Dejo mi lista de reproducción puesta un rato mientras tarareo y voy vistiéndome, tras tomarme un ibuprofeno. Opto por unos pantalones negros cortos, pegados a mí, una camiseta roja, cruzada por mi pecho y mi espalda. Todo lo acompaño con unas sandalias muy altas, que se atan en la rodilla con dos tiras negras. Me voy al espejo y me maquillo. Base, ojos y pintalabios rojo.

Me acerco a Jensen, le doy un beso.

—Voy a desayunar.

—Yo bajaré un poco más tarde, me duele muchísimo la cabeza.

—Descansa —sí. Aun me duele la cabeza, pero siendo amiga de Jade esto es lo menos. Voy a la habitación de Maggie y toco a la puerta. Cuando me abre la veo con unas ojeras enormes y el pelo como un nido de pájaros.

—Hola —me dice con una mano en la cabeza.

—Hola, cariño —me deja pasar y me siento en su cama— No te voy a decir cómo te encuentras, porque yo estoy igual.

—Esto es horrible, ¿cómo te puedes poner en pie?

—Soy amiga de Madeleine, créeme, estoy entrenada —ríe y se tumba en la cama.

—Hoy no tengo ganas de nada exclama, con la cabeza hundida en la almohada.

—Otra en modo perezoso —resoplo— Entonces, ¿No bajas?

—Ni bajo ni subo. Hoy me quedo en la cama —se tapa la cara con un cojín y gruñe. Cuando la retira, me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla.

—Yo voy a desayunar. Descansa, si necesitas algo, llámame —asiente. Se acurruca en el mismo momento en el que me levanto y me voy de su habitación. Genial. Súper guay. No tengo nada que hacer.

Por supuesto, no me quedo plantada. Voy al ascensor y me voy al restaurante del hotel. Desayuno fruta, algo de leche y marchando. Salgo del hotel y me voy a un pequeño recinto que tienen. Hay algunos chiringuitos y mesas donde sentarse a tomar algo.

Entre la gente logro ver a Sharli, descalza, con una larga falda y un top que deja ver su cintura. El pelo rizado le cae hasta la parte baja de la espalda y su piel morena brilla al color del sol. Esta apoyada en un chiringuito, con una bebida en las manos. Cuando me ve, me saluda y me indica que vaya con ella. Lo hago.

—¡Hola Bárbara! ¿cómo te encuentras? —me pregunta con una sonrisa.

—Pues bien, con dolor de cabeza de ayer, pero bien.

—¿Quieres algo de beber? —me pregunta.

—No sé qué bebidas son típicas de aquí.

—¿No? —niego— ¡Johina, ponme un Liquituri! —le pide a una mujer que está dentro del pequeño chiringuito.

—Oh no, no... no quiero nada de alcohol...

—No lleva alcohol, tranquila —me traen el vaso. Cuando doy un trago, un sabor como a fresa invade mi paladar.

—Joder, que bueno —exclamo bebiendo más.

—Es mi favorito —sonríe— ¿Por cuánto tiempo vas a estar en la isla? —me pregunta dando un trago a la pajita de su vaso.

—Nos vamos dentro de poco, el domingo por la mañana ya nos vamos al aeropuerto —chasqueo la lengua—. No quiero irme de aquí.

—Kayatura es una isla mágica. Ya verás, no vas a olvidarte de ella, aunque estés en la otra parte del planeta. Sus estrellas y su mar te atrapan como el canto de una sirena a un marinero —es curioso como habla.

—Se nota que crees en que esta isla es encantada por como la describes.

—Lo es. En esta isla se desvelan verdades, todo es puro y limpio. No hay mentiras. Es una isla para ser feliz.

—Concuerdo contigo —le contesto, recordando cuando le solté toda la verdad de Carolina a Jensen. Sharli lleva la mirada a un sitio de la playa y no puedo evitar mirar. Es el chico castaño de ojos azules del otro día, que se quedaba mirándola embobado y se fue con ella— ¿Es tu chico? —gira la cara hacia mí y se pone roja.

—¿Mi-mi chico...? No... él es solo... un amigo que se marchara dentro de poco —da otro trago a su bebida, esta vez seria.

—A mí no me mientes. He visto como le miras y como te mira. Os gustáis —le doy un golpecito con el codo y ella sonríe.

—Bueno, puede que haya atracción física, pero nada más... —suspira— Tú y tu chico sí que se nota en el aire —sonrío. Ella me mira y abre la boca para decir algo, pero luego se calla y la cierra. Aunque al final, la suelte— ¿Te puedo preguntar algo?

—Claro —me giro dándole la cara y ella me mira fijamente frunciendo el ceño.

—¿Qué se siente estando enamorada? —cojo aire. Vaya pregunta más difícil de contestar.

—Se sienten demasiadas cosas. Sientes que la otra persona encaja contigo, que es con lo que tú te ves feliz. Es algo raro aquí en el pecho que te hace pensar en lo mejor para el otro y para ti. Ya no eres tú sola, ahora hay dos. Piensas que los latidos de su corazón son la mejor melodía para tus oídos y que su ser es justo lo que combina con el tuyo —ella asiente —vaya que me he puesto intensa, no pensaba que esas palabras podían salir de mi boca.

—Gracias —musita—. Yo nunca he podido sentirlo y estoy muy aterrada de... bueno...

—No hay de que. Y solo déjate fluir, Sharli. Los sentimientos llegan, no los persigues —ella me observa, asintiendo, abstraída en su vorágine de pensamientos. Se despide de mí, diciéndome que tiene que irse a unos recados y me quedo bebiendo el batido.

Me quito las sandalias, con la mano que no sujeto el batido las aguanto. Me voy a la orilla y dejo que el mar moje mis pies. Hacia tanto tiempo que quería pisar una playa de este estilo que ahora que estoy en frente parece irreal.

—Bárbara —me giro al oír esa voz, esa misma voz que puede causar demasiados problemas. Me quedo flipando al ver que ha tenido la cara de volver aquí, a presentarse en este hotel.

—¿Que haces aquí, Ángelo? —me voy hacia él y se queda mirándome—. Sabes que no eres bienvenido.

—He venido... —abre la boca y la vuelve a cerrar— No sé ni a que he venido.

—Ah. Muy bien. Lo aclaras todo mucho más —una sonrisa irónica se instala en su cara. Hay que reconocerlo, es muy guapo.

—Si te digo la verdad, no sé qué narices he hecho —yo creo que Carolina sí lo sabe.

—Pues has hecho algo que está mal. Pero lo has hecho. Ya está. No hay marcha atrás.

—¿Sabes una cosa? —se coloca a mi lado y veo que va descalzo— Tiendo a destruir el entorno de todos los que me rodean. Los agrieto, los destrozo. Cuando ya solo quedan pedazos, los convierto en cenizas que se pierden en el aire —hostias, eso sí que no me lo esperaba—. Soy un niñato inmaduro que piensa que todo debe estar a sus pies y a vece son pienso en el daño que puedo hacer a las demás personas de mi alrededor.

—Algo me huele que no estás tú muy bien —me giro hacia él—. Dime algo Ángelo —gira su cabeza y me mira—, ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué Carolina y no otra?

—Porque soy imbécil. Solo quiero elevar mi ego y pensé que era la manera. Y me he cargado un matrimonio —ah no. Eso sí que no.

—Ahí no te confundas, Ángelo —me planto frente a él y le miro a los ojos—. Tú no rompiste ese matrimonio. Lo rompió ella aceptando y lo rompió él porque no estaban bien. No ha sido culpa tuya.

—¿Tú lo crees así?

—Yo y todos Ángelo. Jensen no te quiere ver, porque le recuerdas el hecho de llegar al límite en una ruptura, que son los cuernos. Perfectamente podrían haberse sentado y haber roto, pero han preferido eso. Allá ellos. No puedo decir que él te odie a muerte, porque no amaba a Carolina. Pero tampoco quiere verte.

—Lo entiendo —le sonrío, mientras él hunde los pies en la arena.

—Pues ya está —respiro hondo—. Me voy a ir. Tengo que hacer cosas. Pero no te culpes por eso.

—No lo haré. Gracias, Bárbara —me sonríe—. Por cierto, mándale recuerdos a Madeleine de mi parte —eso sí que consigue hacerme sonreír. Vaya, vaya, parece que mi mejor amiga ha dejado huella.

—Lo haré —con las sandalias salgo de allí. Limpio mis pies en las mini duchas de la salida y me coloco los zapatos.

Después subo a mi habitación, para encontrarme un Jensen recién duchado, con el pelo húmedo y muy, muy, muy guapo.

—Que buen recibimiento —le digo. Me acerco a él y le acaricio la nuca. Llevo mis labios a su barbilla y muerdo el pequeño rastro de barba que ha ido apareciendo estos días. Después lamo su cuello y me levanto de puntillas para morder su lóbulo.

—Creo que el tuyo le gana —suspiro. Agarra mis caderas y las atrae hacia él, mientras deja un reguero de besos por mi cuello. Al separarnos, abrazados, nos quedamos mirándonos a los ojos. Estoy preocupada porque no sé cómo se va a tomar el que Ángelo haya estado aquí.

—Nos quedan apenas tres días juntos y tendremos que enfrentarnos a la realidad —musito.

—Sinceramente, no me asusta. La he respetado más que ella a mí. He hecho lo que he sentido y lo que he podido.

—¿Te arrepientes? —le pregunto mirándolo. El lleva su mirada a mis ojos y besa mi nariz.

—Jamás, jamás lo haría —lo hará. Lo hará el día en el que le diga que se entere yo solo quería romper su matrimonio. Que supuestamente, todas mis palabras eran mentira. Que está solo completamente, con el corazón roto. Le diré que todo era falso, que no sentí nada... para que pueda olvidarme.

—No me sueltes —musito, abrazándole y hundiendo la cabeza en su pecho. Me da un beso en mi cabeza.

—No lo haré —acaricia mi pelo.

Cansada como me encuentro ahora, decido echarme una siesta mientras Jensen está con su ordenador, mirando cosas que imagino son de la empresa. En este estado de letargo, al final acabo completamente dormida.

Cuando despierto, huele muy bien. Realmente bien. Veo que mi puerta está abierta y Jensen está hablando con alguien al otro lado. Mi chico entra con un carrito y cuatro bandejas.

—Buenas tardes, preciosa —me guiña un ojo mientras entra el carro.

Rody es quien está al otro lado, reconozco su voz. Jensen le da algo de propina y se va.

—¿Has pedido algo para comer? —digo, incorporándome en la cama.

—¿Comer? —sonríe— Ya es hora de cenar —junto mis cejas y miro el reloj. Las nueve menos cinco.

—¡¿Pero cuántas horas he dormido?! —exclamo.

—Pues unas cuatro, cinco. Estabas tan mona durmiendo que me ha dado pena levantarte para comer —me sonríe.

—¿Qué has pedido para cenar? —me levanto, poniéndome una de sus camisetas, que encuentro tirada a los pies de la cama. Él me mira, mordiéndose el labio. Antes de acostarme me he quitado todas las prendas de mi cuerpo, menos las braguitas. Aquí hace muchísimo calor.

—Nunca una camisa mía me había parecido tan sexy —doy una vuelta sobre mí misma y él se acerca. Me besa y me pega a la pared entre besos. Sus manos recorren mis muslos y le rodeo con mis brazos.

—Jensen, se va a enfriar la cena —le digo pegada a sus labios— ¿Todavía te quedan ganas después de lo de anoche? —rio y él conmigo.

—Contigo siempre tengo ganas.

—Eso son las relaciones al principio.

—Y al final. Me vuelves loco. Completamente loco. Y voy a hacerte el amor todas las veces que pueda —y sí. Me lo dice mirándome a los ojos. Se que me pongo roja cuando su sonrisa se amplía.

—Venga campeón, a cenar —le doy un golpecito en el hombro y él se retira.

Cenamos dándonos de comer uno al otro. Si me viera desde fuera, potaría arcoíris. Tengo que decirlo, no me siento ni sucia, ni mala... me siento inocente. No de esa inocencia de cuando eras pequeña en la que decías "¡culo!" y te reías. Inocencia de saber que esto es amor. Amor puro por su parte y de mi parte estoy dando todo lo que puedo.

—Ahora no tengo sueño —le digo.

—Normal, con lo que has dormido... —alza las cejas y pone las bandejas en su sitio. Después se gira hacia mí— Yo puedo mantenerte despierta toda la noche —me dice levantando las cejas. Le tiro el cojín que esquiva riendo.

—Quiero bajar esta noche también a la playa.

—Pues vamos, si te apetece —me dice, encogiéndose de hombros.

Nos cambiamos de ropa y me pongo una falda larga, blanca como la nieve. Un top cortito a conjunto adorna mi pecho, mientras el pelo suelto cae por mi espalda. Conjunto con unas sandalias y vamos al hall. En esta isla hace mucho calor, así que ver a la gente con poca ropa es lo más normal del mundo.

Al ver a Rody nos acercamos a él.

—¡Hey! —nos saluda.

—Hola, Rody —le saludo amable— ¿Sabes si van a hacer algo esta noche?

—Sí, pero esta noche es especial —nos dice riendo—. Hay lluvia de estrellas —mis ojos se agrandan y mi boca se abre.

—¡Qué guay! —me sale solo de la boca.

—¿Dónde hay un buen sitio para verlo? —le pregunta Jensen.

—Aquí es frente se va a reunir mucha gente, si subís un poco más arriba hacia los espigones, no habrá nadie, y hay muy buenas vistas.

—Está bien. Muchas gracias.

—¿Sabéis donde está Maggie? He acabado ya mi turno y quiero verla —me alegro de que Maggie haya encontrado a este chico. Por lo que se le ve es muy alegre. Y si se lo están pasando bien, pues adelante.

—Creo que sigue en la habitación.

—Iré a ver —me dice.

Salimos cogidos de la mano, al llevar mi vista al cielo ya veo la primera estrella

—¡Jensen mira! —le señalo el cielo y sonríe. Corriendo subimos a los espigones y nos tumbamos. Cogidos de la mano observamos el cielo

—¡Mira, ahí! —le señalo el cielo, donde una estrella fugaz acaba de pasar— ¿La has visto?

—Sí, claro.

—¿Te gusta?

—Más que eso, me encanta. Me tiene loco por ella —cuando giro la cabeza hacia él, puedo ver que no está mirando al cielo. Me está mirando a mí. Le sonrío y me acurruco junto a él para quedarme mirando el cielo—¿Dónde estabas hace años? Si te hubiera conocido antes, todo sería muy diferente —me pregunta.

—Estaba intentando encontrarte, pero el tiempo es sabio y nos hemos juntado ahora por alguna razón. Por cierto, eres un moñas—me abrazo a él y me rodea con sus brazos, mientras su pecho se sacude por la risa.

Al final nos levantamos cuando nos cansamos de estar ahí sentados, volvemos a dirigir al hotel. Quiero hablar con él, así que le arrastro a tomarnos algo en la terraza al lado del hall.

—¿Qué quieres? —le digo. La camarera está a mí lado.

—Me apetece un zumo de piña.

—Que sean dos —exclamo. La chica desaparece y vuelve con dos zumos y dos vasos. Lo abro, vierto el contenido en el vaso y doy un trago. Adelante— Hoy he visto a alguien que no te agrada demasiado —junta las cejas. Es cuando cae en cuenta de que me refiero a Ángelo.

—¿Ha venido a molestarte? —me pregunta serio.

—No Jensen, él... necesitaba hablar. Quería pedirte disculpas —le digo mirándole a los ojos— ¿Acaso te molesta?

—No, no me molesta. Pero no puedo evitar que no me agrade verlo. Quiso hacer negocios conmigo después de lo que hizo. Eso es una falta de respeto. Me vio la cara de imbécil.

—Si te lo hubiera contado hubieras reaccionado igual —musito.

—Sí, pero no podría recriminarle nada. Porque eso lo han hecho los dos, Carolina y él. Ahí no me meto, porque no la quiero. Pero que me haya tratado de idiota sí que me molesta y bastante.

—Él se está echando toda la culpa. Cree que él ha roto vuestro matrimonio.

—Mi matrimonio estaba roto hace mucho. Él solo fue la gota que colmó el vaso —respiro hondo— ¿Podemos dejar el tema?

—¿Acaso la sigues queriendo? Te noto bastante molesto, como si te importara más de lo que dices —las palabras salen solas de mi boca al ver la reacción que ha tenido. Hay un momento de silencio entre los dos, en el que él suspira.

—No. Te quiero a ti. Desde que te he conocido he sabido el significado de querer. Antes estaba engañado. No sentía nada de esto. Las ganas de besarte no se me quitan ni durmiendo —me sonrojo. Joder, y me lo dice tan serio mirándome a los ojos que... que me entran ganas de tirarme a sus brazos. ¿Cómo puede hacerme cambiar tan rápido de parecer?

Nos levantamos y me acerco a su oído.

—Ahora mismo quiero subir a la habitación contigo —él tose y me mira, sorprendido de que sea yo quien ha dicho eso. Pero digo la verdad.

Subimos al ascensor donde no hay nadie. Me estampa contra la pared del y me besa. Salimos prácticamente tropezando de este lugar.

Abro la puerta precipitadamente y seguimos enredados en besos. A zarpazos nos quitamos la ropa y caemos enredados en la cama. Le miro a los ojos, tan verdes que me hacen recordar las enredaderas de las casas antiguas.

—Tus ojos ahora parecen casi azules —me dice sonriendo. Besa mi nariz y me abraza entre sus enormes brazos. Con sus codos a los lados de mi pecho. Acerca sus labios a los míos.

Esta vez solo hay palabras de amor. Ese que me quema por dentro. Juntos, siendo solamente uno, llegamos a la cima. Desnudos, relajados, enamorados... Odio ya el día en el que me tenga que ir de su lado, y eso que no ha llegado. No quiero oír romperse su corazón.

***

☆= Ñe. 

★= Yo quiero marcha, marcha...♪♬♩ 
Hoy ya no hay fiesta 😭

Tengo muuuuuuchos planes para esta novela, y voy a poner un reto, ¿Podremos llegar a los 4'5K de votos en la novela?

Si llegáis os dare DOS capítulos extra. Ahora a avisar a amigos, amigas, primos, primas😂😂

OS AMO CON TODA LA PATATITA❤

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