ESE LUNAR OCULTO
Marte, Molina y Paola Bermúdez.
Entre la espera de que llegara de ese viaje de ver a Victor dejé que tuvieran unos días libres y se fueran todos a distraerse. Molina ya tenía pareja y ella lo tenía todo atontado. Ya no era ese que iba a apostar a los casinos aunque siempre tenía su costumbre de esos videojuegos violentos, pero esta vez no tenía interes alguno en ello, sino de estar con el amor que volvió a su vida cuando pasó lo de la captura de Jhon.
Hacía mucho calor y decidieron viajar hacia el lago mas cercano, conduciendo por mas de dos horas ya Javier estaba fastidiado ya que su mujer estaba dormida por jugar toda la noche con González en línea, Javier ya estaba harto hasta que al fin divisó el lago y suelta un suspiro sacando la pesadez del viaje y ver como duerme su novia.
— Ya despierta que ya llegamos — sacude muy suavemente Javier a su mujer — despierta anda, pero tenías que pasar toda la noche jugando con Eva ¿No?
No pudo despertarla, era casi medio día y el calor era casa vez mas inclemente, decide colocar la casa de campaña, bajar todo del vehículo mientras ella dormía. Encuentra un árbol con una sombra enorme y se sienta al pie de el con la hielera al lado, toma una botella de cerveza la abre y ve aquel paisaje pensando en a ver a que hora se le ocurre despertar a su mujer. Dos horas después y varias cervezas despierta Bermúdez, le despertó el apetito ya que no almorzaron antes de salir de casa.
— ¿Qué hay de comer?
— Si, hola Javier — responde molesto porque lo primero que se le ocurre decir a ella es eso.
— Perdón amor — dijo mientras se frota los ojos por apenas despertar — no fue mi intención dormir tanto pero ya sabes que los viajes así me adormecen.
— Esta bien, hay sándwich en el bolso, sientate a mi lado que yo igual tengo hambre así los dos comemos juntos.
Comieron y después de un rato a ella se le ocurre entrar al lago, se quita toda la ropa menos el brasier y las pantaletas, Javier se queda mudo, mirando el cuerpo de una manera algo apenado, no le había visto así aunque llevan años saliendo casi no habían tenido intimidad y pocas veces le vio en el día con poca ropa. De repente siente que algo le traiciona, una erección se le hizo al verle, mas cuando vio hacia el trasero de ella y miró fijamente un lunar que no le había visto.
— Amor...
— Si ¿Qué pasa? — responde Javier.
— Entra conmigo a nadar que a eso venimos.
— Ammmm... Si ya voy — su rostro se puso rojo.
— ¡¡¡Jajajaja!!! — suelta risa Bermúdez — ¿Por qué te pusiste así de rojo?
Se levanta y ella se dio cuenta del por que, vio que su hombre estaba excitado pero aun ni siquiera le hacía algo.
— Oh ya veo — sonríe de una manera maliciosa — mira bien.
Comenzó a acercarse pero a paso lento, se sienta sobre sus piernas y comienza a moverse frotandose en aquello que Javier ya tenía tan duro que pariera que fuera a romper el pantalón, Javier lleva sus manos hacia ese trasero para para que se pegara mas a él, Bermúdez comienza a gemir pero muy bajo, disfruta cada roce y se nota que está excitada. Comienza a mojarse cada vez mas, pero aun no quería que él entre en ella, comienza a desabrochar el pantalón de Javier para sacar su pene y comienza a acariciar, le sacude suavemente al inicio para hacerlo sufrir un poco.
— ¿Qué haces traviesa?
— No digas nada bebé.
Le baja el pantalón y se agacha para llevarse a la boca aquello, él solo cierra los ojos y se deja llevar por el placer que le está dando su mujer, era la primera vez que ella lo hacía, era una experiencia nueva en su relación. La sensación de como con su lengua jugaba con el miembro le provocó tal placer que no pudo contener la eyaculación.
— Disculpa amor, ppperdona — estaba abochornado por aquello Javier.
— No te preocupes, pero veo que aun sigue tu amiguito feliz — contesta Bermúdez sonriente.
Ella le pide se desnude completamente y ella hace lo mismo, él trae una manta y la coloca en la grama, se recuesta y ella se va sentando sobre él lentamente mientras toma el miembro y lo mete muy despacio, ya una vez todo dentro el comienza a mover su pelvis haciéndola gemir muy rico, se recuesta sobre quedando su boca cerca de su oído, sus gemidos provocan que el arremeta mas duro cada vez, ella de tanto placer comienza a pasar sus manos en el por donde puede, le rasguña el pecho cuando llega a su orgasmo pero el no para, sigue arremetiendo y cambia de posición ella no dice nada, le gusta eso, están tan excitados que no pararán hasta quedar saciados uno del otro. Él lo mete muy bruscamente pero ella no sintió tanto dolor, quiere que se lo haga duro, el ver el rostro de su hombre, que se nota el deseo por ella le hace gozar cada embestida, ella vuelve a tener otro orgasmo pero él aun no para, ella no quiere detenerle, quiere que la tome a placer. Al fin después varios orgasmos de ella él termina, sus cuerpos sudados, cansados pero satisfechos de ser uno para el otro.
— Oye Javier.
— ¿Qué sucede amor?
— ¿Qué fue lo que provocó que tuvieras esa erección? — ya no aguantó la curiosidad.
— Ese lunar que apenas asomaba de tu panty, no lo había visto o mejor dicho apenas me di cuenta de él y eso me excitó.
Ella sonríe, se levanta y jala del brazo a Molina.
— Vamos ahora si a nadar mi amor.
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