Capítulo 54. 💙
"Hay heridas que en vez de
abrirnos la piel, nos abren los ojos".
—Pablo Neruda.
Hunter
Aquella mañana recibí la llamada de Frank indicando el lugar donde nos íbamos a encontrar. Sugirió dejar que fuera él solo y esperar que ellos se hicieran cargo, pero se podía meter sus malditas advertencias por donde no le daba el sol. Iría a ese lugar sin importar nada más, porque quería ser yo quien la sacara de ahí.
Maykel se quedó en la casa con Danielle, le pedí cuidar a Callie por si algo malo llegaba a pasar. La pequeña rubia estaba ansiosa por ver de nuevo a su hermana y a su madre. Yo también anhelaba verla, abrazarla y decirle lo mucho que la había extrañado todos estos días, quería tenerla en mis brazos una vez más. De Serena me encargaría después, con todas las pruebas que tenía en su contra, podía echarla a la calle sin darle ni un solo centavo partido por la mitad.
Al llegar al punto de encuentro, Blake se encontraba ahí junto a Lowell. Detuve al auto y lo apagué, miré mi entorno. Este lugar estaba prácticamente abandonado, no había nada alrededor y era perfecto para traer a dos personas y que nadie supiera nada de ellas. Al bajar saqué el arma que llevaba conmigo, la metí en mi espalda y caminé hacia ellos. Saludé a Blake con un beso en la mejilla y a Lowell con un apretón de manos.
—Te dije que no era necesario venir —le dije.
—Y yo te dije que iba a estar aquí —puso su mano en mi brazo —. No te voy a dejar solo —le sonreí.
—Gracias, a los dos —Lowell me regaló una sonrisa. Frank se acercó y sus hombres se quedaron a una distancia prudente.
—Ellos están ahí —levantó el brazo y señaló un complejo. Estábamos a espaldas del lugar —. Me informaron que se encuentran en esta zona —llevaba con él una tableta y en la pantalla estaba dibujado el mapa del lugar —. Vamos a entrar por aquí —señaló de nuevo —. Esta zona está despejada y podemos entrar sin problema alguno.
—¿Ellos son todos tus hombres? —le pregunté mirando a cada uno de ellos.
—Cerca de los alrededores hay más.
Menos mal.
Solté un suspiro cansado.
—¿Qué estamos esperando? —inquirí.
—Una señal —no entendía a que se refería. Se alejó dejándonos solos.
—¿Te puedo pedir algo? —miré a Lowell y este se alejó para dejarnos solos, cosa que agradecí.
—Dime.
—No le digas a mamá que nos encontramos, por favor.
—¿Por qué no? —frunció el ceño.
—Se va a decepcionar de mí, más de lo que ya está. No quiero que sepa que su hijo no ha cambiado en todos estos años. No quiero que se dé cuenta de que he cometido estupidez tras estupidez, que ya no tengo salvación.
—No le puedo ocultar las cosas —negué.
—Blake, por favor. No le digas nada, te pido, te ruego que no le digas nada.
—Me estás pidiendo mucho, Hunter —estaba apoyada del auto —. No me gusta mentirle a nuestra madre. Ella sería tan feliz si le digo que nos encontramos...—la interrumpí antes de que siguiera con esta tonta ilusión.
—No podría vivir sabiendo que está enterada de todo lo que he hecho, de las malas decisiones que he estado tomando a lo largo de estos años.
—Ahorita estás haciendo lo correcto —puso una mano en mi brazo —. Sería tan feliz al saber que eres feliz con una mujer que te ama y que amas —la pequeña sonrisa que mantenía sobre los labios se dibujó de a poco al ver que no decía nada —. Hunter.
—Hice lo correcto nada más. La amo demasiado como para dejarla en manos de ese demente, no me puedo ni imaginar que le ponga un dedo encima. Te juro que si le hizo daño lo voy a matar, le haré pagar su osadía —apreté la mandíbula.
—Hay que pensar que las cosas van a salir bien, Hiro irá a la cárcel y va a pagar todo lo que ha hecho hasta ahora. Angel va a regresar a tu lado y serás feliz con ella.
Ojalá fuera tan fácil.
—¿Lo harás? —la miré a los ojos —. Dime que lo harás, no le vas a decir nada —insistí.
—No te prometo nada, sabes que me puede leer a la perfección. Es mi mejor amiga, la única que tengo —puse mi mano encima de la suya que seguía en mi brazo.
—Solo inténtalo, no te pido más. Si se llega a enterar voy a afrontar las consecuencias, pero necesito que por ahora no sepa nada.
—¿Dices esto por tu salida de los negocios sucios? —asentí.
—No va a ser fácil y temo que haya represalias en mi contra o contra las personas que me rodean. Van a pensar que hago esto porque los voy a traicionar.
—Pero esto no tiene nada que ver con traición, lo hiciste porque te obligaron a hacerlo —suspiré.
—Lo sé, tú lo sabes, pero ellos no lo van a ver así. Será difícil hacerles entender que me alejo por otras razones. Solo espero que comprendan que me voy —le sonreí.
—Espero que las cosas salgan bien de ahora en adelante —murmuró.
—Todo va a estar bien, lo sé —Su mirada era de desconcierto, sin embargo, no preguntó nada más y lo agradecí.
—¡Listo! —gritó Frank —. Nos vamos —nos acercamos a ellos y nos pidieron ponernos un chaleco para estar protegidos. Me puse este debajo de la chaqueta. Esto podía ayudar, pero no era seguro no salir heridos ahí dentro.
Llegamos a la parte de atrás del complejo caminando para no llamar la atención, saqué el arma que llevaba conmigo, Blake me miró y ya no se sorprendió al ver el arma en mis manos.
—¿No esperarás que entre sin un arma con la que defenderme? —enarqué una ceja.
—No, la verdad se me hacía raro que no trajeras una —estaba delante de mí, cerca de la puerta esperando las órdenes de Frank. Se llevó la mano a la oreja y asintió.
—Vamos —murmuró.
Las puertas se abrieron desde dentro y entramos sin hacer mucho ruido. El lugar era un pasillo largo y oscuro por el que apenas se alcanzaba a distinguir lo que había enfrente, olía a humedad y viejo, el paso de los años hizo estragos en este lugar. Avanzamos por el corredor uno detrás del otro, pegados a la pared sin separarnos mucho. Blake iba delante de mí, era pequeña, pero tenía una gran fuerza y no se amedrentaba con nada ni con nadie.
—¿Dónde están? ¿Cómo vamos a saber que es el momento de atacar? —le pregunté a Frank en un susurro.
—Lo vas a saber y ya —seguimos avanzando con las armas en alto. Nos detuvimos antes de dar vuelta en una esquina. Frank revisó algo en su móvil, de nuevo se llevó la mano a la oreja donde tenía un comunicador —. Bien.
—¿Ahora qué? —pregunté.
—Esperar —dijo como si nada.
—¿Esperar? ¿Ese es tu maldito plan? ¿Esperar y ya? —estaba a nada de soltarle un golpe y yo mismo buscar a Angel por mi cuenta.
Maldito incompetente.
—Tengo hombres dentro y ellos me van a informar cuando sea hora de atacar, no podemos ponerlas en peligro solo porque no te puedes esperar un poco más —espetó.
—¿Qué más quieres que espere? Maldita sea. No sabemos qué les puedan estar haciendo, es un demente asesino —mascullé.
—Tú también lo eres —no aguante más y me acerqué al otro lado del pasillo para sostenerlo del cuello de su camisa y estrellarlo contra la pared. Su sonrisa de satisfacción me desconcertó.
—No sabes cómo tengo ganas de romperte la cara ahora mismo —mi agarre en sus ropas se hizo más sólido.
—Hazlo —su sonrisa se ensanchó —. Demuéstrales a todos aquí la clase de persona que eres. Solo un asesino y criminal —su comisura derecha se elevó.
—Hunter, no hagas esto —Blake estaba a mi lado —. No ahora.
Miré de nuevo a Frank y su maldita sonrisa me incitaba a golpearlo una y otra vez hasta dejarlo inconsciente en el suelo. Pero esta vez pensé las cosas y lo solté, me aparté de él y regresé a mi lugar, Blake hizo lo mismo.
—Sabia decisión —me estaba provocando nada más.
Cogí mi arma con ambas manos y me pegué lo más que pude a la pared. No pasaron muchos minutos cuando a lo lejos escuchamos disparos y entendí lo que Frank quiso decir, esa era la señal.
—Vamos —dijo y lo seguimos por otro pasillo, solo que este no era tan largo y se alcanzaba a ver mucho más que allá atrás. Los disparos se escuchaban cada vez más cerca mientras más nos acercábamos.
Los gritos en la distancia me decían que las cosas no iban a terminar bien, sin embargo, aquí mi responsabilidad era sacar a Angel con bien sin importar lo que pasara a nuestro alrededor.
Llegamos a una zona donde había solo puertas y más puertas a cada lado, algunos hombres de Hiro nos recibieron con disparos y nos tuvimos que esconder detrás de una pared. Las balas nos rozaron un par de veces sin hacernos daño. Blake junto a Lowell salieron de su escondite para disparar a diestra y siniestra, sin importarles resultar heridos en el proceso. Ver a mi hermana así me confirmaba que ella había heredado la valentía de nuestro padre. Los disparos cesaron y todo se sumió en un silencio aterrador. Me asomé y en el pasillo solo había cuerpos regados por el suelo, algunas balas fueron a dar a las paredes dejando agujeros en estas.
—Vamos —continuamos por el pasillo esquivando los cuerpos y nos detuvimos en una puerta, me detuve y del otro lado escuché la risa ronca de Hiro.
—¡Hunter Dagger! Qué bueno que llegas —mis manos se asieron mucho más a la pistola —. Quiero que veas como mato a tu mujercita —di un paso, pero antes de avanzar más sentí un tirón por la espalda, al mirar era Blake quien me estaba jalando.
—Hunter...—me zafé de su agarre y di un paso, otro más. Me escondí la pistola en la espalda y me detuve bajo el umbral de la puerta. Levanté las manos en señal de paz.
Del otro lado de la habitación estaba Hiro, varios de sus hombres yacían muertos en el suelo, algunos a sus pies. Estaba de pie y frente a él mantenía a Angel arrodillada, la sostenía del cabello. Miré a un lado encontrando el cuerpo sin vida de Serena. La mirada vacía de Angel me dijo que estaba sufriendo en demasía.
Maldito hijo de puta.
—Déjala ir —di un paso. Los dedos de Hiro se enredaron en la melena negra de Angel, haciéndole daño —. Esto es contra mí —seguía con las manos en alto —. Ella no tiene la culpa de nada.
—Ya sé que no —Hiro se quejó —. Pero verte sufrir es mucho más divertido que matarte —una gran mancha de sangre empezó a cubrir su camisa blanca que estaba salpicada de carmín.
—Hiro, déjala, esto es contra mí. Arreglemos esto —di un paso más. Presionó el cañón del arma contra su sien —. ¡Déjala, maldita sea! —me acerqué un poco más —. ¡Ella no tiene la culpa! —Estaba al borde del colapso, en cualquier momento me le iba a ir encima y lo mataría a golpes.
—No Hunter, ¡no! Tú no haces las reglas, no eres el maldito rey —levantó el arma y la agitaba por los aires —. ¡Maldita sea! Estoy harto de ti, de tus malditas reglas para con esta ciudad —escupió con rabia —. Estoy harto de ti y te quiero ver muerto, pero antes de eso voy a matar a la zorra de tu esposa. Quiero que veas como ruega por su vida, quiero que tú te arrodilles y me pidas que la deje. ¿Sabes qué? No lo haré —detrás de mí estaban Blake, Lowell y Frank con sus hombres.
—Haré lo que me pidas, pero déjala ir, me voy a arrodillar si me lo pides —su sonrisa se ensanchó.
—Hazlo. Arrodíllate —movió el arma señalando el suelo.
—Lo ves, haré lo que me pidas con tal de que la dejes ir —estaba a una buena distancia, pero cualquier movimiento en falso podría salir contraproducente, Angel saldría herida y nada de esto iba a valer la pena.
—¡Arrodíllate! —gritó y obedecí. Lo hice lentamente como él lo pidió.
Sabía que no tenía que confiar en él, era un malnacido inestable que siempre cambia de opinión, así que no se me hizo raro que levantara el arma en mi dirección y disparara dos veces contra mí, el dolor se hizo presente en mi pecho, pero antes de caer al suelo saqué la pistola detrás de mi espalda y le disparé a Hiro en la pierna y la mano, la pistola voló por los aires cayendo al suelo junto con uno de sus dedos.
—¡Ah! —gritó horrorizado, cayó de rodillas y aproveché para correr hacia Angel. Blake junto a Frank se acercaron a Hiro sometiéndolo y apuntando el arma contra su espalda.
—¿Estás bien? —puse mis manos en sus mejillas. Estaban sucias y seguía llorando.
—Estoy bien —repartí besos en su rostro, tenía que confirmar que ella estaba bien. La revisé de pies a cabeza y estaba bien, no tenía heridas o algún indicio de que le habían hecho daño —. Estoy bien —más hombres entraron a la habitación.
Abracé a Angel y la apreté con cuidado. Miré a Hiro y sentí una rabia inmensa recorrer todo el cuerpo, Frank lo jaló de un brazo y lo puso de pie, estaba herido, sin embargo, no borraba de su rostro esa estúpida sonrisa. Ahora más que nunca quería matarlo a golpes. En silencio le juré que esto lo iba a pagar con su vida.
Aparté a Angel con cuidado y pasé a su lado para acercarme a Hiro y Frank, antes de que lo pusiera de pie arremetí contra él, le solté un puñetazo en el rostro que lo arrojó al suelo.
—¡Hunter, no! —gritó Blake. Me puse a horcajadas encima de su delgaducho cuerpo y lo tomé del cuello de su camisa para azotarlo contra el suelo una y otra vez.
—¡Te dije que si te metías con alguien de mi familia lo ibas a pagar! —mi agarre se hizo firme en sus ropas —. Te lo dije, te lo advertí —estaba lleno de ira y dolor —. Y tú te metiste con la mujer que amo —espeté rabioso. La sangre corría a través de mis venas y esta parecía veneno que me estaba matando por dentro.
—Hunter, suéltalo —Frank me sostuvo la chaqueta y me quiso apartar. No sabía de donde había sacado esta fuerza, pero lo aparté de mí, quizá era el coraje que estaba sintiendo en ese momento, era un incentivo para querer matarlo de una vez por todas.
—¡Te lo dije, Hiro! Te voy a matar, te juro que lo haré —golpeé su rostro varias veces con mi puño, mis nudillos se rompieron y empezaron a sangrar.
—¡Basta, basta! —intervino Blake arrodillándose a mi lado —. No vas a ganar nada con matarlo —sostuvo mi mano —. No te manches las manos con la sangre de este imbécil.
—Secuestró a Angel, la amenazó y se atrevió a tocarla —mascullé sin mirar a mi hermana.
—Lo sé, pero no ganas nada con matarlo. En la cárcel va a recibir su merecido —Frank me apartó y Blake me ayudó a ponerme de pie —. Ella te necesita —con la cabeza señaló a Angel que estaba agazapada en una pared mirando la escena. Fui con ella y de nuevo la abracé.
Salimos de ese asqueroso lugar y afuera esperaba una ambulancia. Angel insistía en que no le había pasado nada, que no estaba herida, pero yo era mucho más necio que ella y al final terminaron revisándola.
Frank se acercó a mí mientras atendían a Angel en la ambulancia.
—Lamento lo de la madre de tu esposa —me pasé la mano por el rostro —. Le cortaron la garganta. Se la van a llevar para hacerle la autopsia.
—No puede ser todo esto que está pasando —miré de reojo a Angel.
Mi pobre bebé, has sufrido demasiado por mi culpa.
—Tienes que asegurarme de que ese maldito imbécil no va a salir de prisión en su asquerosa vida —miré a Frank con odio —. Porque si no es así iré por ti, Frank Smith y te juro que me va a importar poco quien seas.
—Hiro tiene muchos cargos y va a pasar el resto de su vida en prisión. Lo tienes que demandar por el secuestro de tu esposa —sugirió.
—Eso haré —antes de alejarse dijo algo.
—Más te vale no jugar sucio, Hunter Dagger —le señaló.
—No soy idiota —mascullé. Se alejó y miré la ambulancia donde atendían a Hiro, lo llevarían al hospital en calidad de detenido. Sería muy difícil que saliera libre con todos los cargos que había en su contra.
—¿Nos podemos ir? —Angel llegó a mí. Una manta cubría sus hombros.
—Vámonos de aquí —caminamos a mi auto donde Blake y Lowell esperaban.
—¿Ellos quiénes son? —rodeé sus hombros con mi brazo.
—Ella es Blake, mi hermana y él es su compañero —me miró con los ojos bien abiertos —. Después te contaré todo —asintió, aturdida.
Llegamos al auto y lo primero que hice fue abrazar a Blake, sin ella aquí no sé cómo hubiera terminado todo. Ella y Lowell fueron de gran ayuda y pude sacar a Angel de este infierno. No estaba dispuesto a que le volviera a pasar lo mismo.
—Gracias —murmuré y dejé un beso en su mejilla —. Por todo.
—No fue nada —respondió. Nos separamos dando un paso atrás.
—No te vayas sin antes hablar, ¿sí? —asintió. Miré a Lowell y le sonreí —. Gracias —palmeé su brazo.
—No fue nada —usó las mismas palabras que Blake.
—Nosotros nos vamos, pero tienes que ir a mi casa antes de que regreses a Boston.
—Lo haré —se apartaron y le abrí la puerta a Angel para que entrara, cerré y entré del otro lado. Les dije adiós a los dos y me devolvieron el gesto con la mano.
—Llévame a casa, Hunter, por favor —me pidió Angel.
—Vamos a casa, cariño —mi mano descansó en su pierna.
El recorrido de regreso a casa no fue tan pesado. Angel se quedó dormida en el asiento e intenté ir despacio para no despertarla, estaba cansada y tenía que dormir. Al llegar a la casa se despertó, abrió los ojos lentamente y miró a través de la ventanilla. Sonrió al ver que estábamos en casa.
—Vamos, cariño —le abrí la puerta y entramos juntos. En ese momento Amara y Callie salieron de la sala, lo primero que hicieron fue correr hacia mi Angel quien extendió los brazos dejando caer la frazada que cubría sus hombros.
—¡Angel! —chillaron Amara y Callie. Su amiga llegó muy temprano para asegurarse de que su amiga estuviera bien al regresar a casa.
—Angel te extrañé tanto —Callie abrazaba a su hermana —. No me dejes, por favor —abrió los ojos y miró detrás de mí. Quizá estaba esperando a su madre.
—Callie —Angel se apartó de ella.
—¿Dónde está? —preguntó. Se limpió debajo de los ojos —. ¿Dónde está ella? —se apartó de su hermana y se acercó a mí.
—Lo siento —murmuré. Negó con la cabeza repetidamente y sollozó con dolor.
—No, no, dime que no es cierto —la sostuve cuando casi cae al suelo —. ¿Por qué? ¿Por qué ella?
—Callie —Angel se acercó y abrazó a su hermana —. Ella te amaba y mucho —mi ángel no paraba de llorar —. Dijo que te ama.
—No es justo, no —se abrazó a Angel y juntas lloraban la muerte de su madre.
—Lo sé, ya sé que no es justo...—pasaba la mano por su cabello rubio.
—Quiero verla —suplicaba con dolor.
—Eso no se va a poder, al menos no hoy —murmuré y las dos me miraron —. Le harán una autopsia para demostrar que murió en manos de Hiro —Callie se echó a llorar.
—Vamos arriba —dijo Angel y junto con Amara subieron las escaleras.
—Voy a preparar té —Marie tampoco estaba bien. Se alejó para ir a la cocina. Fui con Maykel y Danielle a la sala.
—Menos mal que todo terminó —me senté en uno de los sofás. Me dolía el pecho por las balas, el chaleco me salvó, si no lo hubiera llevado puesto ahora mismo estaría muerto.
—Esto no ha terminado —hablé —. No está cerca de terminar. Tengo una reunión con esa gente y terminar esto de una vez por todas. Angel y Callie siguen corriendo peligro y no estoy dispuesto a que pasen por este infierno, ya no —negué mirando a la nada.
—Hunter...—Danielle se sentó a mi lado —. No es tu culpa.
—Sí, sí lo es. Todo es mi culpa y no puedo hacer nada para cambiar las cosas. Angel pasó por toda esta mierda por mi culpa, porque yo provoqué a Hiro, yo lo golpeé y amenacé. Fui yo, no ustedes. Pero esto no se va a volver a repetir, ya no —Maykel y Danielle se miraron cómplices.
—Lo que decidas nosotros te vamos a apoyar —les sonreí a los dos y cogí sus manos.
—¿Angel sabrá lo que hizo su madre? —indagó Maykel.
—No sé —exhalé.
—¿Le vas a decir?
—No tiene caso que sepa la verdad de su madre. Para ellas fue una buena madre y es mejor que sigan pensando que lo fue, aunque los demás sepamos que no es cierto.
—¿Le vas a mentir? —indagó Danielle —. ¿Lo harás?
—Será una mentira piadosa y nadie volverá a decir nada de esto, ¿entendido? —los señalé.
—Entendido —respondieron al mismo tiempo.
****
Amara y Callie se quedaron con Angel hasta que llegó la noche. Marie les subió de comer, pero ella se negó a probar bocado alguno.
—¿Ya te vas? —me puse de pie cuando Amara apareció bajo el umbral de la puerta.
—Angel se ha quedado dormida —musitó —. No quise despertarla —tomé sus manos entre las mías.
—Gracias por venir, gracias por estar aquí para ella —le agradecí con sinceridad infinita. Sin ella no sabría qué hacer, Amara conocía mejor que nadie a Angel.
—Es mi mejor amiga, es una hermana para mí y no voy a dejarla sola.
—Esta es tu casa y puedes venir cuando quieras.
—Gracias, Hunter —solté sus manos cuando Maykel llegó a mi lado.
—Uno de mis hombres te puede llevar a tu casa —Maykel dio un paso y se quedó a su lado.
—Gracias, Hunter, pero yo llevaré a esta hermosura a su casa —rodeó sus hombros con su brazo.
—Con cuidado —lo señalé.
—Sí, papá —ambos sonrieron y salieron de la casa.
—Yo también me voy —Danielle llegó a mi lado —. Me alegra que Angel ya esté en casa.
—Gracias por estar aquí. Cuando esto termine te voy a dar unas merecidas vacaciones y yo pagaré ese viaje que tanto quieres hacer —hizo un puchero.
—Eres el mejor jefe que cualquier chica pude tener —me abrazó unos segundos y se apartó.
—Alexander te va a llevar a casa —fue por su bolso a la oficina.
—Sí, papá —repitió lo que dijo Maykel.
Cuando Danielle se fue subí las escaleras y recorrí el pasillo en silencio. Marie y Callie iban saliendo de nuestra habitación.
—Está dormida —informó Marie.
—Me voy a dormir —suspiró Callie. Nos despedimos con un beso en la mejilla y entró a su habitación.
—Descansa, pequeña rubia.
—Tú también, gruñón —respondió yendo a su habitación.
—Angel nos dijo que vio como mataban a Serena, le cortaron la garganta y la obligaron a verlo todo —pasó saliva —. Mi niña ya ha sufrido mucho, Hunter.
—Juntos la vamos a ayudar, ¿sí? No la vamos a dejar sola cuando más nos necesita. Ella va a salir de todo esto —le aseguré. Ya no haría más promesas que no iba a cumplir, por más que intentaba cumplir lo que juraba, la vida se empeñaba en que rompiera todas y cada una de mis promesas.
—Eso espero —musitó.
—Ve a dormir, yo me quedo con ella —asintió con la cabeza.
—Hasta mañana, Hunter.
—Hasta mañana, Marie.
Al entrar a la habitación cerré la puerta. La contemplé desde la distancia, se había duchado y su cabello estaba desparramado por la almohada, solté un suspiro y fui al baño. Dejé la puerta abierta cuando me di cuenta de que en el cesto de la ropa sucia estaba su ropa y esta tenía sangre por todos lados, era la sangre de su madre.
—¿Hunter? —me acosté a su lado, cuando lo hice se movió en su lugar.
—Sí, soy yo —rodó a mi lado —. Aquí estoy, cariño.
—Abrázame —pidió y obedecí.
—Claro que sí —metí la mano bajo su cuello y la atraje a mi cuerpo. Dejé un beso en su frente y la escuché suspirar —. No voy a permitir que nadie te haga daño, ni siquiera yo.
—Tú nunca podrías hacerme daño —murmuró.
No pasó mucho para que se quedara dormida en mis brazos.
Era una cosita dulce y pequeña, tan frágil e indefensa que me daba miedo que alguien más le pudiera hacer daño. No lo iba a permitir, no habría una segunda vez. Antes de eso me iban a matar antes de llegar a ella.
Angel y Callie no volverían a pasar por algo así. Este era un juramento que sí iba a cumplir a cómo diera lugar.
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