
𝒊𝒊𝒊. sweet dreams, didi
oiii. dulces sueños, didi
𖥻 capítulo tres !
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❪ 🌊 ❫ Quirón había llevado a la castaña a su oficina ──de nuevo── sin darle una razón aparente. Ella tomó asiento en la silla frente a él, confusa por la situación y reexaminando todo lo que hizo en las últimas veinticuatro horas y si se considerarían una falta grave, posiblemente si.
──Viviste en el Inframundo hasta los nueve años ¿Cierto?── el centauro se paseó por la sala, repicoteando sus dedos.
──Mhm.── asintió Dione, dudosa.
──¿Y consideras que conoces lo suficientemente bien el lugar como para entrar al castillo de tu padre pasando desapercibida?── se colocó frente a la castaña, mirándole con los ojos entrecerrados.
──¿A qué se debe to-
──¿Sí o no, Dione?── el moreno la silenció.
──Supongo... Sí, bueno, puede.── Dione se encogió de hombros, asintiendo con la cabeza.
──Muy bien.── le sonrió. ──Ve y empaca tus cosas.
──¿Qué?── frunció el ceño la castaña. ──¿Por qué?
Era poco común que Quirón se tomara cosas a la ligera, y sinceramente ella comenzaba a creer que la estaba echando del campamento.
──Mañana Percy Jackson seleccionará a dos semidioses para irse a una misión.── explicó. Dione había oído algo al respecto, pero como estaba ocupada perfeccionando su tiro al arco no le había nado suficiente importancia, y no se sentía lista para ir a una misión, así que iba a fingir estar enferma y quedarse en la cabaña para no darles la oportunidad de escogerle.
Ella asintió.
──Y en el caso de que no le elija... Tendrás que ir de todas formas.── le aclaró.
──¿Voy a ser una guía turística? ¿De verdad?── incrédula preguntó.
──Mañana por la tarde. No hay excusas.── la señaló con el índice, entrecerrando los ojos con desconfianza. ──Esta vez no me convencerás de estar enferma.
Y con eso, la sacó de la oficina y le ordenó empacar sus cosas en una pequeña valija.
Había sido de las cosas más confusas que le había tocado vivir en el campamento. Primero, Quirón le hizo preguntas sin contexto y luego la obligó a ir en una misión suicida; segundo, al día siguiente ni siquiera la dejó salir de su cabaña para ver si Percy la escogía, cuando él le había dicho que llevarsela era solo por precaución de que no la escogiese.
No le quedó más opción que guardar lo que era estrictamente necesario: ropa ──no soportaría usar la misma por más de diez horas──, su anillo, la katana que usaba siempre, auriculares, un cassette con la mejor colección de canciones de Taylor Swift, y por último, robar pastel de chocolate en la noche.
Por qué sí, la hija del dios del Inframundo hacia todo bajo la sombra de la luna.
Dione se escabulló por detrás del mostrador en la cocina, abriendo cajones con velocidad y sigilo. Su cabello castaño oscuro se escondía detrás de la caperuza de su suéter, y sus ojos brillaban con una luz traviesa mientras guardaba pedazos de pastel en su mochila.
Se detuvo en seco cuando unos pasos crujieron tras ella, cerró los ojos con fuerza. Tenía dos opciones: salir corriendo, o asumir las consecuencias; y ya estaba lista para la primera hasta que la persona habló.
──¿Estás robando pastel?── preguntó, su voz baja y burlona, Dione dejó de reprimir aire cuando lo reconoció: Percy Jackson.
Ella se dio vuelta, su ceño fruncido fingiendo indignación. ──¿Yo? Pff, eso está prohibido ¿sabías?── su sonrisa amplia delató su culpabilidad.
Percy se rió, con una mirada divertida. ──¿Y por qué lo estás haciendo?
Dione se encogió de hombros.
──¿Siempre respondes a las preguntas con otras preguntas?
La sonrisa del rubio se agrandó.
──¿Y tú?
Dione negó con la cabeza, regresando a su tarea de guardar pasteles. ──¿Qué haces aquí?
Percy sonrió.
──Vine por los cupcakes de cobertura azul. Pero no tengo idea de dónde están.
Ella le devolvió la sonrisa, señalando hacia una estantería. ──Tercer cajón.
Percy se dirigió hacia la estantería y abrió el tercer cajón, encontrando los cupcakes de cobertura azul que buscaba. Sonrió y se volvió hacia Dione, que seguía guardando cajas de pastel en su mochila.
── Gracias por la ayuda.── le dijo Percy, sosteniendo un cupcake y llevándoselo a la boca. ─ ¿Por qué estás robando tanto pastel?
──Vamos a sobornar con esto a Caronte, ¿No te conté?── bromeó Dione, sacando un pastelito de su mochila y luego cerrándola, la cargó en su hombro.
──Oh, claro. Todo el mundo sabe que Caronte ama los pasteles de chocolate.── Percy dijo, haciendo notar su claro sarcasmo.
──Exacto.── se acercó más a él, levantándose del suelo. ──Y si no funciona tengo suficiente encanto para convencerlo.
Percy se apoyó en el marco de la puerta en la entrada, sonriendo abiertamente.
──Sí, por qué nada dice 'encanto' como una niña con una mochila llena de pasteles robados.
Ella le dio una mirada juguetona, acercándose a la salida.
──Bueno, ricitos de oro, nos vemos mañana.
──Mañana.
Los cuatro jóvenes se encontraban viajando hacia la estación de autobuses, donde empezarían su camino hacia Los Ángeles.
Percy y Dione observaban por la ventana los grandes edificios de la ciudad, mientras Annabeth se burlaba de ellos.
Dione jamás había salido del campamento, entonces no conocía el exterior, para ella era algo totalmente nuevo.
El taxi que estaba llevándolos paró junto al lugar donde comprarían los boletos para viajar en autobús. Dione estaba por bajar de última cuando Percy entendió su mano con una sonrisa para ayudarla a subir, ella la tomó con una sonrisa.
Cerró la puerta detrás de ella, mirando hacia el lugar frente a los chicos. Todos empezaron a caminar hacia el lugar a pasos acelerados.
──¿Estás nerviosa?── el ojiazul preguntó, llamando la atención de la hija de Hades, Dione miró al chico, negando con la cabeza. Percy señaló sus muñecas. ──¿Segura?
──Oh, eso.── sorprendida dijo, pues era un detalle difícil de notar ya que siempre trataba de esconderlas cuando se sentía nerviosa o presionada. ──No es nada.
Ella agachó la mirada hacia sus manos temblorosas, ocultó estas en los bolsillos delanteros de su pantalón. Percy desvío la mirada, poniendo sus labios en una linea fina para no hablar de más.
Annabeth y Grover se acercaron al mostrador para comprar los boletos del transporte mientras Percy y la castaña tomaban asiento en las sillas del portal.
El rubio notó como la pierna de Dione se movía ansiosamente, haciendo el suelo sonar con el picoteo de sus zapatos, por lo que trató de hablar con ella para distraerla y calmar sus nervios.
──¿Es tu primera misión?── fue lo primero que vino a su mente, Dione lo miró de reojo con una sonrisa burlona, aún con la mirada en el suelo.
──No, es como la décima del mes.── bromeó un poco, finalmente mirando al rubio sentado junto a ella.
──Cool.── le respondió antes de soltar una pequeña risa.
Un silencio se mantuvo entre ellos durante unos segundos, los dos sin mirarse, hasta que el rubio decidió acabar con el.
──No sé cómo hacer esto.── habló con un poco de molestia en su voz, refiriéndose a la misión y como terminarla.
──A veces no lo entiendes hasta que llega el momento.── se encogió de hombros, mirando al chico Jackson. ──O bueno, eso dice Annie, es muy filosófica.
El rubio volvió a reír.
──Si, supongo...── agachó la mirada con una sonrisa en su rostro al ver que consiguió que las piernas de Dione dejarán de temblar nerviosamente.
──Me gustan tus ojos, me recuerdas a un amigo que tenía en el inframundo.── le dijo Percy, el cuál frunció el ceño y la miró con una sonrisa.
──¿Viviste en el Inframundo? No parece un lugar para niños.
──No lo es.── aseguró la hija de Hades. ── Hay muchas furias volando por ahí.
──¿Qué es una furia?── preguntó desconcertado, ella había olvidado que él era nuevo en todo eso, así que no conocía muchas criaturas.
──Mmm.── pensó durante unos segundos sobre como explicarlo sin que suene tan mal. ──Son como dragones humanos que tratan de matarte si un dios se los pide.
──Oh.── exclamó con una mueca que logró hacer reír a la castaña.
──Sí, oh.── repitió ella entre risas. ──Supongo que no es lo que esperabas.
Percy negó con la cabeza, desentendido, pero adoptando una sonrisa gracias a la risa de la castaña; sus ojos se clavaron en los de ella.
Annabeth y Grover se aproximaron hacia ellos con los boletos en las manos; se los extendieron a los chicos frente a ellos.
──Tomen sus boletos.
El ojiazul dejó de observar a la castaña frente a él para poder prestar atención a lo que Annabeth decía.
──Si, los que Annabeth me obligó a comprar.── dijo el moreno, remarcando el nombre de la chica con un rostro y tono molestos.
──Parecen niños chiquitos. Ya vámonos.── pidió la castaña mientras se levantaba del asiento y se dirigía hacia la estación donde llegaban los autobuses
Annabeth iba a su costado, hablaban sobre lo emocionada que la de rastas estaba porque finalmente consiguió la misión que esperaba hacia tiempo; Percy y Grover venían detrás de ellas.
──Y... ¿De qué hablabas con Dione?── preguntó de forma curiosa y chismosa Grover mientras caminaban.
Él se encogió de hombros.
──Solo le pregunté si era su primera misión.
Grover detuvo sus pasos, volteando a ver al hijo de Poseidón con una cara estresada. Restregó su rostro con ambas manos, molesto y estresado.
──Esa es, probablemente, la pregunta más tonta que alguien le hizo.── dijo, caminando de nuevo.
──Bueno, al menos bromeó sobre eso.── defendió el ojiazul. Grover solo negó con desaprobación.
──¿No podías hacerle preguntas normales?── pregunta el moreno, con las manos metidas en sus bolsillos delanteros del suéter.
──¿Qué son las preguntas "normales"?── le devolvió la pregunta. Grover alzó la cabeza como si pensara algo, y luego volvió a mirar al chico.
──Su color favorito, que artistas le gustan, su relación con su padre...── el sátiro fue interrumpido por un rubio negando con la cabeza.
──No eso no, no parece gustarle mucho que le pregunten sobre su padre.── mencionó con una mueca.
Annabeth se giró sobre sus pies y los miró a los dos con una sonrisa burlona.
──Tienes razón, no le gusta.
La castaña les dio una sonrisa de labios cerrados, ambas compartieron miradas y las risas por parte de Annabeth se hicieron presentes; y tras eso subió al autobús, con Dione pasando detrás de ella. Los chicos se miraron avergonzados y agacharon la cabeza con los ojos cerrados.
Dione estuvo a punto de sentarse junto a su mejor amiga, pero esta la interrumpió colocando su mano sobre el asiento.
──Grover, siéntate aquí.── miró al mencionado, que obedeció a la chica y tomó asiento junto a ella.
La castaña los miró extrañada y confundida, pero de todas formas tomó asiento en el lugar a lado de ellos, sentádose junto a la ventana y apoyando su cabeza en esta.
Percy le dio una mirada a Grover antes de tomar asiento en el lado izquierdo de Dione.
Lo pensó unos segundos, y comenzó a hablar.
──¿Escuchaste todo?── preguntó nervioso.
──Un poco.── mintió, sabiendo que había oído cada palabra. ──Pero está bien, ricitos.
Percy la miró durante unos segundos, luego suspiró con alivio y sonrió para si mismo.
La castaña estaba agotada, por lo que no demoró mucho para que sus ojos comenzaran a cerrarse.
Al notar el rubio lo incómoda que era aquella posición, se acercó a ella para suavemente acomodar su cabeza en su hombro, teniendo cuidado de despertarla. Ella se acomodó sobre el hombro del chico, colocando sus manos en su regazo.
Percy la miró durante unos segundos con una sonrisa en el rostro.
──Dulces sueños, Didi.
Dione pudo sentir su corazón dar un salto de alegría al oírlo, sonrió aún con los ojos cerrados.
──Gracias, ricitos.
Percy se sobresaltó cuando la escuchó; creía que ella estaba en un profundo sueño. Embozó una sonrisa mirando a la chica finalmente dormirse. Los pensamientos en su mente divagan, centrados únicamente en las palabras del oráculo hacia él y sobre como alguno de ellos lo traicionaría, lo mataba el poder creer que Dione sería quien lo traicionaría.
Muy en el fondo, le rogaba al universo que ella no lo hiciera, que no lo traicionara.
Las horas pasaron y la castaña fue abriendo sus ojos poco a poco, parpadeando varias veces para acostumbrarse a la luz que invadió sus ojos. Se levantó del hombro del chico, y su mirada notó como Annabeth se levantaba de su asiento para ir a comprar, el autobús había parado frente a una gasolinera con tienda de comida.
──Ey.── murmuró Percy para la castaña, cuándo ella se acomodó en su asiento para ver mejor a la morena.
──Ey.── le dio una sonrisa y regresó su mirada hacia Annabeth.
──Iré contigo.── habló el hijo de Poseidón, a punto de levantarse de su asiento e ir con la de rastas.
──No, tú te quedas.── dijo Annabeth firmemente, negando con la cabeza.
──¿Qué? No, el baño apesta.── alegó molesto, a lo que Annabeth señaló el lugar mencionado antes de hablar.
──Los monstruos no te perciben por eso, así que aquí te quedas.
──Yo voy contigo, Annie.── intervino la hija de Hades, caminando hacia la morena después de levantarse de su asiento.
Antes de salir, sacó su katana de la maleta que traía y la puso en su espalda junto a su respectiva saya; gracias a que era un objeto mágico, no podían verlo los humanos.
El ojiazul miró mal a la de rastas.
──Quiero votar. ¿Quién cree que deberíamos ir a tomar aire y comprar snacks?
La castaña bufó con frustración, eso le solía suceder cuando acababa de despertar, se ponía de mal humor.
──¿Saben que? Sigan peleando, me voy.
Salió del autobús y empezó a caminar hacia la tienda. Llegó y una campana sonó sobre su cabeza, la mujer de la tienda la saludó amablemente. Sus ojos se abrieron con sorpresa, había un cierto brillo de ilusión en ellos.
Se detuvo frente a un estante lleno de todo tipo de papitas, tomó sus favoritas y las de Grover. Caminó en todos los pasillos y tomó algo en cada uno de ellos, los guardó en una canasta que tomó de la entrada.
Sus manos viajaron hacia una barra de chocolate frente a ella, decidiendo cuál de ellos escogería, para ella y para el rubio con el que viajaba.
Una mujer se posicionó detrás de ella, estás vestida con un traje blanco por completo y una bufanda gris.
──Los snickers siempre fueron tus favoritos, ¿Por qué dudas?
La castaña cerró los ojos con fuerza al saber de quién se trataba. Dejó las cosas que cargaba en sus manos sobre el suelo, y comenzó a ojear los tipos de chocolates.
──¿Qué quieres, Oizys?── habló Dione, tomando una de las barras de chocolate y abriendo su empaque. ──Deberías decirle a mi padre que cambie de furias, las últimas que mandó fueron muy fáciles de atrapar.
La mujer volteó hacia la castaña, mirando con enojo hacia esta, que aún no se giraba a verla.
──Se lo diría yo pero, ya sabes, no me habla.── habló con una sonrisa amarga.
──Cuando llegue el momento deberás tomar una decisión, mi niña.
La castaña suspiró ante el apodo, recordando que de esa forma solía llamarla su padre antes de desaparecer. La furia comenzó su caminata hacia la salida del pasillo; Dione giró levemente su cabeza para verla marcharse.
Tomó todos los chocolates que pudo y recogió la canasta con las cosas que llevaba, aceleró el paso hacia el mostrador de la cajera.
──¿Podría cobrar esto rápido?── pidió, viendo a Annabeth acercándose al mostrador para compartir una mirada asustada con la castaña, indicando que otra furia se apareció en su camino.
──Vamos.── exclamó a nada de correr hacia el autobús, bastante asustada. Ambas mestizas corrieron hacia el transporte.
Al subir, Annabeth se volteó para observar a una mujer, notó que esta era otra de las furias y observó a la castaña para que continuara el camino.
La vio desvanecer bajo la gorra de su madre y caminó hasta quedar frente al ojiazul y Grover.
──Entonces...── habló, sacando dos bolsas de snacks de la funda que llevaba y mostrando estas a los chicos. ──¿Papitas ácidas o saladas?
──Saladas, siempre.── el hijo de Poseidón habló, logrando que la rubia le diera una sonrisa de labios cerrados, con emoción.
Ella extendió una bolsa de papas ácidas hacia el moreno en el otro asiento, y se sentó junto a Percy. Abrió la bolsa en sus manos y ambos comenzaron a comer.
Annabeth llegó corriendo hasta ellos.
──¡Debemos abrir la ventana, ahora!
──No creo que estas ventanas se... Ay, no.── exclamó el sátiro al ver una furia acercarse hacia ellos.
La hija de Hades se levantó de su asiento apresurada, tomó un puñado de papas en su mano y las metió a su boca de un solo golpe.
Golpeó la ventana con el mango de la katana en su espalda.
Todos en el autobús comenzaron a salir de este cuando se escuchó a la ventana romperse. Annabeth parecía estar en un trance, pues no se movía y miraba fijamente a la furia.
──¡Annabeth!── la agitó Dione para llamar su atención.
Tomó el brazo de la chica y la jaló hacia la ventana para salir del lugar, pero logró ver a una figura voladora a punto de estrellarse frente a ella, tomó a Percy del hombro para hacerlo retroceder; sus ojos se abrieron con sorpresa en cuanto aterrizó en el suelo del autobús.
La de rastas llamó la atención de la criatura, lanzando una daga en su dirección y logrando que se desvaneciera al instante. Annabeth recogió el arma y salió por la ventana, con Grover, Percy y Dione detrás de ella.
Dione tuvo un mal aterrizaje; sintió la piel de la palma de su mano al abrirse tras golpear el suelo, observó el lugar con dolor al mismo tiempo que la sangre comenzaba a salir. Un jadeo escapó de sus labios por el dolor, y con dificultad se levantó del suelo y corrió con el grupo de chicos hacia el bosque.
Se paró con las manos en sus rodillas después de correr por varios minutos seguidos, agotada por el esfuerzo. Se paró de nuevo e hizo un esfuerzo por continuar.
──¿Estás bien?── preguntó Percy, retrocediendo sus pasos para alcanzarla.
──Podría estar peor.── sonrió, para luego sacar la mano de sus bolsillos delanteros y observar la sangre con una mueca.
──Ven.── se acercó hacia uno de los árboles, se arrodilló frente a este para abrir la maleta que cargaba y comenzó a rebuscar dentro de esta.
Le pidió a la castaña que se acercara y ella obedeció, imitando su acción. Él sacó una venda dentro de su mochila y comenzó a enrollarla alrededor de la palma de Dione con mucho cuidado; le dio varias vueltas antes de asegurar la tela bajo las miradas extrañadas de Annabeth y Grover.
Dione conectó sus ojos con los de Percy y sonrió suavemente.
──Listo.── Percy le devolvió la sonrisa, ayudando a la hija de Hades a levantarse del suelo; retomaron el camino sin rumbo fijo.
──Más adelante esto se convierte en una vereda de sátiro.── Grover mencionó, captando la atención de sus compañeros de mision.
──¿Qué es eso?── pregunta el hijo de Poseidón con curiosidad.
──Es una senda a través de la naturaleza; los exploradores las usan.── aclaró para todos, mientras Annabeth y Dione observaban los árboles y pájaros a su alrededor.
» Son difíciles de rastrear.
──Bien, pero ¿Si vamos por la naturaleza encontraremos un teléfono?── la de rastas giró con un tono molesto y curioso hacia Percy.
──¿Un teléfono? ¿Para qué?── preguntó, mirando mal al ojiazul después de la pregunta.
──Llamar al campamento.
──¿Y por qué llamaríamos al campamento? Para ser hijo de Poseidón te conectas suficiente con la naturaleza, ricitos.── Dione se unió a la conversación, caminando junto a la de rastas, igual de sorprendida por la intención del rubio.
──Pedir ayuda.── el tono del rubio dio a entender que era algo obvio, pero los tres restantes aún no sabían para que quería eso.
Annabeth frunció el ceño.
──No la necesitamos. Estamos bien.
──¿Estamos bien? Ni siquiera llegamos a Trenton, y estamos vagando por un bosque. Ni siquiera sabía que había bosques en Nueva Jersey, pero encontramos uno, diría que esto es lo opuesto a bien.
Dione suspiró pesadamente al saber que de nuevo empezarían una pelea.
──Fuimos enviados a una misión por el Oráculo, por los dioses.── exclamó irritada la morena. ──¿Creíste que sería fácil?── pregunta, volteando a verle.
» Debe ser difícil, por eso solo pocos son elegidos. Si los llamamos, es básicamente decir que fue un error elegirnos.
──Yo me siento cómodo con eso.── admitió el rubio, sosteniendo la caja en sus manos.
──Nosotras no, es la primera vez que salimos del campamento en años, Percy.── habló Dione, sin mirarlo. ──Algunos jamás hemos visto el mundo fuera del campamento.
Percy se encogió de hombros.
──Todos se equivocan.
Annabeth se giró molesta.
──¿Por qué le temes tanto a quién eres?
──¿Qué?
Grover se alarmó al instante, tratando de detener la pelea; Dione solo los observaba con los brazos cruzados.
──Lo interesante de esta vereda de sátiro es que mi tío Ferdinand siguió cuando emprendió su misión.
Percy lo ignoró y volvió a tomar la palabra.
──¿Qué significa eso? ¿Miedo a quien soy? No tengo miedo.
──Sí, es obvio. No eres un niño ordinario.── Annabeth habló con molestia. ──Un niño ordinario no hace lo que le hiciste a Clarisse en el campamento.
» Un niño ordinario no hace que Hades envie a sus secuaces a raptarlo. Tú... tú formas parte de algo más grande de lo que entendemos por ahora. Tenemos que avanzar, aunque te guste o no.
──Si no quieres llamarlos, bien, al menos llamemos a tu mamá.── el ojiazul dijo con un tono más calmado.
Annabeth lo miró molesta.
──¿Disculpa?
──¿Pueden dejar de pelear?── pidió la castaña.
──Llamaría a mi padre, pero no nos estamos hablando. Por lo del abandono de que nací y eso.
».Pero tú y tu madre son cercanas, hay que pedirle ayuda.
──Grover, ¿puedes explicarle a tu amigo que ya no diga esas cosas?── miró al mencionado.
Los chicos continuaron peleando un durante un tiempo, incluso mencionaron el hecho de que Grover no siempre fue el sátiro de Percy, si no también de Thalia, Annabeth y Luke; lo que molestó a Percy pues el no lo sabía hasta ese momento, en tanto Grover solo evadía las preguntas, mencionando a su tío.
──¿Ya vieron que lindas esas flores de ahí?── habló Dione, tratando de distraerlos para que dejaran de pelear pero solo tuvo una mala mirada de Annabeth y una sonrisa del rubio.
──¿Oigan huelen eso?── todos lo miraron con desgana.
──Ya lo intenté, Grover, no hay forma de distraerlos.
La silenció y volvió a hablar, olfateando algo.
──Hamburguesas.── comenzó a caminar lejos del grupo, siguiendo el olor en su nariz; lo siguieron.
Tras unos minutos de caminata Annabeth preguntó que era lo que el sátiro hacía.
──Alguien prepara hamburguesas en medio de la nada, en un sendero de sátiros.── habló, deteniendo sus pasos. ──Sea quien sea, es de nuestro mundo.
Observaron con curiosidad el lugar que tenían frente a ellos, como una especie de jardín con esculturas de piedra; lo que hizo a Dione fruncir el ceño. Al ver el nombre de la dueña en una pancarta, supo de quién se trataba.
──Rayos.── dijo la castaña, retrocediendo hasta chocar con el ojiazul.
──¿Qué?── preguntaron todos a la vez, logrando que ella les rodara los ojos.
── A veces dudo que de verdad seas hija de Atenea.── miró a la de rastas. ──Miren, "La tía Eme" es obvio que se refiere a la letra eme ¿Alguno de ustedes recuerda a una criatura mágica que empiece por esa letra y convierta seres en piedra?
Grover estuvo a punto de responder, cuando una furia que había estado siguiéndolos apareció detrás de ellos, alertando a Annabeth y Dione. La castaña sacó la katana y la sostuvo con fuerza.
Percy le entregó a Grover la caja en sus manos, y sacó la espada dorada que Quirón le había dado, poniéndose delante de Dione.
──Debiste aceptar mi oferta cuando tuviste la oportunidad.── miró a Annabeth, haciendo que los niños hicieran lo mismo.
──¿Oferta? ¿De qué oferta está hablando?── el rubio la miró con curiosadad.
Una voz detrás de ellos hizo que Dione cerrara fuertemente sus ojos al instante, mientras Percy y los demás volteaban, imitando la acción de la castaña al notar quien era, el rubio solo los siguió a pesar de no entender aún nada.
──Hoy no amigos. No en mi entrada.
Incluso la furia cubrió sus ojos al ver a la mujer con un velo en su cabeza. Todos apretaron sus párpados con miedo.
──Si tienen algo que resolver, ¿por qué no entran y los ayudo?── se posicionó frente a los niños, con una sonrisa en el rostro. ──Alecto ¿Nos acompañarás?
La furia no se movió de su lugar.
──No, me lo imaginaba. No va a molestarlos mientras estén conmigo.── habló mirando a los chicos. ──Pero tampoco se irá, significaría reportar el fracaso en capturar al hijo de Poseidón y sin darle noticias a Hades de su hija.
──¿Cómo...?
──Un hijo prohibido fue reclamado, y vino acompañado de la hija de Hades ¿Cuánto creiste que duraría el secreto?
» Es un placer estar frente a ti, hijo de Poseidón. Soy Medusa.
Un silencio reinó por unos segundos, Percy abrió sus ojos, siendo regañado por Annabeth.
──Percy, no. Es un monstruo.
──Nosotros elegimos a nuestros monstruos, pero ahora ella quiere destrozarlos y hacerlos pedazos, y yo les ofrezco comida. Ustedes eligen.
La mujer empezó a caminar dentro de su casa, con el hijo de Poseidón a punto de caminar detrás de ella.
──Oigan, confiemos en ella, no puedo explicarlo. Mi mamá solía contarme su historia, ella no es lo que el mundo cree y yo confío en mi mamá.
Los tres chicos lo miraron extrañados, con cierta duda ante las palabras del rubio.
──Voy a entrar. Hagan lo que quieran.── y con eso desapareció por el sendero hacia la casa de la mujer.
Dione hizo una mueca aún dudosa de su decisión, pero eligió seguir a Percy hacia la casa de Medusa; se aproximó lo más rápido que pudo para alcanzarlo.
──¡D!── gritó Annabeth, tratando de llamar a su amiga, pero esta solo hizo una seña para que fueran con ellos.
Volteó a ver a Percy, que la miraba extrañado.
──¿Tu mamá te contaba mucho de este mundo?── preguntó una vez estuvo junto a él.
Percy dudó unos segundos en responder.
──Bueno, si, pero... Pensaba que solo era una fantasía.
──Es una fantasía.── asintió, señalando con una sonrisa hacia las criaturas convertidas en estatuas.
Se adentraron en el lugar, observando los alrededores de la casa.
author's note !
[ Editado ]
Holi ¿cómo están?
¿Qué opinan? ¿Qué piensan sobre Didi? ¿Ya la aman tanto como yo? JAJAJA
Este capítulo era MUCHO más largo jsidjwj, y ahora tiene una escena extra de Dione y Percy que antes no estaba, ojalá sea de su agrado, a mí personalmente m encantó :3
El siguiente capítulo vendría siendo una continuación de este!
No olviden votar y comentar sus opiniones, espero les haya gustado <3
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