Capítulo IX
"Azul como una mariposa morpho revoloteando en una pradera"
—¡Lucas! —afirmó ella, sus ojos brillando, su expresión de tristeza había quedado en el pasado.
—Peter— corrigió Christopher.
— ¿Peter? — repitió ella con confusión. Él estaba muerto, su padre se lo había dicho... De hecho, el ser ante ella había sido el responsable de esa tragedia.
Christopher observó como la sonrisa se borró de su bello rostro.
— ¿Por qué deseas engañarme?— inquirió ella molesta, no era suficiente con que la apartara de su familia, también quería burlarse de su desgracia.
—No es un engaño — soltó una tercera voz en la habitación.
Annelisse cambió el enfoque de su mirada a la tercera persona en la habitación.
Peter estaba ante ella, en carne y hueso, pero no parecía el mismo.
Su piel poseía la misma tonalidad que la Christopher, sus ojos poseían el mismo gris pálido de siempre pero lucía mayor, no en apariencia, sino por la seriedad en su rostro mostrando una expresión impávida, excepto por la calidez que desprendía al mirarla.
Annelisse soltó un aliento anonadada, no es posible. Adrián había sido muy claro sobre la muerte de su hijo mayor.
Ella se frotó los ojos sin poderlo creer, tal vez la falta de sueño estaba causándole alucinaciones, la felicidad nadó en su corazón y se abalanzó sobre él en un instante, abrazándolo por la cintura.
Los perfectos reflejos de Peter le permitieron atrapar a su hermana, ella lucía nostálgica y parecía haber envejecido en un par de días, además, había perdido peso. Pero, la vitalidad y el amor en su mirada estaban intactos.
Él sonrió y acarició la espalda baja de Annelisse cuando su menudo cuerpo comenzó a estremecerse por los sollozos apenas contenidos.
— Creíamos que habías muerto, Peter — pronunció Annelisse como pudo con voz temblorosa.
Las miradas de Peter y Christopher se encontraron, ambos pares de ojos se tornaron ambarinos ante la tensión que se formó pero Annelisse no lo notó, ya que tenía el rostro oculto contra el pecho de su hermano.
Peter apenas podía contenerse ante el tentador olor de la sangre de Annelisse, el olor levemente oxidado como hierro se coló en sus fosas nasales tentando al depredador en él.
Christopher sabía que tenía muchas cosas por enmendar, en especial el corazón herido de Annelisse, ella es su principal prioridad en este momento.
Peter detectó la incomodidad en el otro vampiro, le guardaba rencor por haberle convertido pero debía admitir que se sintió libre en el momento que culminó su transformación gracias a su compañera.
Él encontró a la nómada vampiro y ella accedió a darle de su sangre para terminar su transformación... A cambio de convertirse en compañeros de sangre y cumplir con uno de sus deseos.
Peter no pudo negarse, era terriblemente doloroso estar atrapado en una conversión parcial, para terminarla debía beber de la sangre de otro vampiro.
Synneva Dahl es su compañera de sangre y la mujer que le salvó de un agonizante dolor.
Los ojos de Peter siguieron a Christopher mientras él salió de la habitación, dejándolos solos a él y su hermana.
Christopher no podía forzarse a ver a Annelisse abrazando a Peter, deseó que ella pudiera ser así de expresiva con él, pero tendría que hacerla sentirse segura a su alrededor primero.
Cuando llegó a la primera planta del castillo el observó a la hermosa vampiro que conoció hace muchos años. En una época oscura que no deseaba recordar pero que no podría olvidar.
—¿Y Sedric?— inquirió él al verla, llevaba un vestido suelto color esmeralda que resaltaba sus ojos perlados y su cabello rubio, casi blanco, suelto.
Ante la pregunta por su leal sirviente pero vio la risa en su mirada antes de que hablara.
—Christopher Jakov, ese es el peor saludo que podría recibir una dama — soltó ella caminando en su dirección y dejando caer su pequeña mano sobre su pecho. Aparentaba ser una mujer pequeña pero poseía una fuerza desmesurada común entre los vampiros —. Tu sirviente y su caballo no son rivales para velocidad de un vampiro y lo sabes.
—Entonces lo dejaste por su cuenta — concluyó él apartando la curiosa mano de su cuerpo.
— Comprende, teníamos que llegar aquí antes del amanecer o convertirnos en ceniza, para nuestra suerte, estábamos cerca — ella cerró el tema y luego se dirigió a las escaleras pero él la detuvo — ¿Dónde está Peter?
Christopher no podía dejarla pasar, Peter y Annelisse necesitaban un tiempo para hablar a solas y para que él le hablara sobre lo que realmente había sucedido.
— Con su hermana, Annelisse Anhgel.
— Tu pequeña mascota humana — se burló Synneva soltando una pequeña carcajada — Sabes que no puedo apartarme de él, seguramente estaré algo débil los próximos meses.
Christopher frunció el ceño, dándole vueltas a sus palabras y no tardó en comprender, miró su abdomen oculto por la espesa tela del vestido.
— ¿Qué le pediste a cambio de terminar su conversión? — preguntó él toscamente, aunque ya conocía la respuesta.
Ella solo sonrió.
— Algo que deseaba hace décadas — murmuró ella, sus ojos se tornaron ambarinos por un instante pero luego tomaron su tonalidad original.
Annelisse trataba duramente de comprender las palabras de Peter, pero resultaba imposible, ella simplemente no podía creerlo.
Christopher Jakov había convertido a su hermano como castigo por intentar robarle.
Ahora Annelisse comprendió perfectamente porque su padre estaba tan nervioso antes de que ella los dejara, habían sido atraídos por las riquezas en el castillo y habían intentado hurtar.
Christopher la pidió a ella a cambio de las vidas de sus familiares como retribución por su atrevimiento.
Miró a su hermano, quien por alguna razón, evitaba mirarla.
—¿Qué sucede, Peter?— inquirió ella con curiosidad.
Él le dio un vistazo antes de señalar el armario.
—Podrías ponerte algo menos revelador — La determinación en sus palabras la dejaron sin la menor duda de que se trataba de una orden.
Sonrojándose. Annelisse tomó un vestido rosa y entró en la pequeña habitación natural. Dejó el camisón sobre una roca diciéndose a si misma que lo recogería más tarde y salió.
Cuando Peter le ofreció su brazo, ella lo tomó riéndose y sus miradas se encontraron; dos tonalidades grises parecidas pero con matices diferentes.
—¿Por qué tus ojos no son ambarinos? — preguntó mientras bajaban las escaleras, abajo estaba Christopher hablando con una hermosa mujer, un nudo molesto se formó en el estómago de Annelisse.
—Sólo se tornan de ese color cuando estamos sedientos y deseamos hincarle el diente a alguien o cuando nuestros sentimientos son demasiado fuertes.
Su respuesta le hizo pensar en la primera vez que había visto a Christopher, tal vez él estaba sediento y ella había corrido gran peligro, pero desde entonces el había tenido los ojos ambarinos, por lo cual, ella pensó que ese era su color natural.
Tal vez no era así. Se empeñaría en saber cuál es el color de ojos de su captor.
Cuando ellos llegaron a la primera planta, los ojos de la mujer brillaron y se movió rápidamente hasta estar al lado de su hermano, abrazándose a su cintura.
—Annelisse, ella es Synneva Dahl, una vieja amiga — la presentó Christopher tendiéndole una mano, ella se sentía incomoda al lado de su hermano con esa mujer, así que tomó la mano de Christopher y él la atrajo contra su cuerpo.
Las mejillas de Annelisse se tiñeron de rojo.
Nota de la autora: ¡Hola! Gracias por leer, votar y comentar ¡Hemos llegado a 3k en lecturas! Celebren conmigo (^.^)
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