—Despierta.

Hay unos dedos delineando el abdomen de Rin, desfilando por su clavícula y acariciando su barbilla.

—Despierta, Rin.

Hay un beso en la unión del hombro y el cuello, otro en el inicio de su mandíbula, uno más en su frente.

—¡Despierta!

Y ahora hay un Isagi justo sobre Rin, sentado en sus piernas, con las manos a los lados de la cabeza del pelinegro junto a una risa burlesca que nace desde el fondo de su garganta. Los ojos turquesa del menor lo miran con una molestia abismal, a Yoichi le sorprende que no le haya gritado aún. Si fuera Bachira seguramente ya estarían rodando en el piso peleando.

—¿Por qué carajos me jodes tan temprano en la mañana?

—Porque estoy aburrido. Llevo rato despierto, me cansé de verte dormir.

—Eso es aterrador.

—Eres lindo dormido. No tienes cara de intento de villano.

Un ceño fruncido aparece en el rostro de Rin, quién con rapidez sujeta al mayor por la cintura haciendo un giro veloz, y quedando ahora Itoshi sobre Isagi.

—No soy un intento de villano.

—Pff, claro que lo eres. No dañarías ni a un gatito.

—¿Por qué carajos dañaría un gatito? Soy un villano, no un mounstro.

Hay una risa de Isagi, y ahora Rin también ríe. Ambos son bastante tontos, ridículos para la vista de cualquiera, y se quitaron las ganas, desquitandose el mal sabor que le dejó al menor la discusión que tuvo con la señora.

El cuerpo de Rin estaba cubierto de marcas, el de Isagi también. Y ahora actuaban como una pareja de años aunque la historia de ambos se remontaba hasta hace más o menos un mes.

El tiempo es algo subjetivo, la vida es corta y ellos dos son un par de impacientes que hacen las cosas al ritmo que quieren y no a aquel que impone la sociedad.

Ahora está ahí, sobre sábanas blancas, almohadones negros, una cama que fue testigo de la pasión que desprenden mientras se ríen, se besan, y disfrutan de otras pasiones.

Porque ambos son raros y de alguna forma, fuera de toda lógica, combinan perfectamente.

Tal vez ese sea el inicio de su historia de amor.