08| Verdad incompleta
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Busan, Corea Del Sur
JungKook caminaba rápidamente hacia la puerta de entrada del edificio donde trabajaba. Era temprano y casi nadie había llegado, solamente aquellas mujeres que siempre llegaban antes por tener el puesto más importante de la planta baja.
Esas mujeres lo miraron con sorpresa al verlo tan temprano por esos lados, y cuando llego a ellas fue cuando supieron el motivo.
— Necesito hablar con ustedes tres. — las chicas notaron el semblante serio en el pelinegro. Aunque siempre era gruñón, hoy estaba aún más; incluso se le veía molesto.
— Díganos señor ¿En qué podemos ayudarle? — YoonAh, la mayor de todas respondió con cordialidad.
— ¿Desde cuándo trabajan aquí, cada una? — preguntó directo, mirando a cada una de las chicas.
— Bueno señor, yo tengo más tiempo, llevo aquí cuatro años, lo recibí cuando llegó por primera vez ¿No recuerda? — YoonAh volvió a hablar.
— Cierto.
— Yo tengo tan solo cinco meses. — dijo JiSuk con un tono tímido. Era la más joven de las tres.
— Yo llevo tres años ¿Pero por qué la pregunta? — habló confundida InHa.
— YoonAh, InHa, a mí oficina. JiSuk, ocupa sus lugares mientras no están — ordenó y las tres hicieron una reverencia con su cabeza— Las espero en diez minutos.
Asintieron de acuerdo. Y cuando esos minutos transcurrieron y él estaba detrás de su escritorio mirando a cada una en silencio y con sus ojos entrecerrados volvió a hablar:
— No saben porqué están aquí ¿verdad? — ambas negaron sin darle la mirada a su jefe gruñón. JungKook miró a SooHyun que estaba al fondo— Puedes irte. — la chica asintió seria y salió de allí— Ahora, les explico. Están aquí porque quiero hacerles una pregunta, una que quiero que me contesten con la verdad. — ambas asintieron— Ambas estuvieron trabajando aquí hace tres años. Quiero que me respondan ¿Quién atendió a una chica muy hermosa de cabello plateado? — las dos lo miraron con incredulidad.
— Señor disculpe pero ¿Es una broma? Ocurrió hace tres años ¿Cómo podríamos recordarlo? — preguntó YoonAh con una queja suave. JungKook la miró con seriedad— durante estos años han pasado tantas personas que...
— Pasa que no les hablo de los tres años transcurridos, sino de hace tres años. Las personas en ese tiempo no tienen nada que ver. — mencionó con rudeza hacia la castaña.
— Pero señor...
— ¿Cabello plateado dice? — preguntó hacia su jefe quien asintió— Claro... Ella — susurró.
— ¿De qué hablas, InHa? — preguntó.
— Fui yo, señor. Yo atendí a una chica con esa descripción hace tres años — asintió y de pronto el pelinegro se puso nervioso.
— Cuénteme. — ordenó y la chica asintió.
— Lo recuerdo porque era mi primera semana de trabajo aquí en la empresa. — comenzó con su mirada perdida— Recuerdo que una chica con el cabello plateado llamó mi atención, pero no tanto por eso, sino porque traía el rostro descompuesto, parecía estar pasándola muy mal. Me extrañó y... La atendí amablemente porque pensé que necesitaba una buena atención en esos momentos. — el pelinegro comenzó a hiperventilar, se sentía molesto e impotente— Preguntó por usted, pero ese día estaba en una reunión en el extranjero. Entonces se lo dije y... Parecía decepcionada, lo ví en su rostro. — hizo una pausa. JungKook calmó las ganas de llorar al darse cuenta que nunca supo de eso y no sabía porqué.
— Continúe — ordenó mientras se levantaba y se dirigía hacia el ventanal. No quería que lo vieran así, aflijido, destruído.
— Ella me dejó una carta para que se la entregara, señor. Recuerdo que se llamaba EunJi, lo sé porque lo decía al costado de la carta. — JungKook se giró y la vio cabizbaja.
— ¿Y a dónde fue a parar esa carta? — preguntó entre dientes, mostrándole a ambas lo molesto que estaba.
— Espere ¿Qué? ¿Usted nunca la recibió? — levantó el rostro y lo miró sorprendida.
— Si se lo estoy preguntando es porque esa carta nunca llegó a mí. Así que responda ¿Dónde está la carta? — preguntó.
— Señor, yo... Ese día vine a su oficina a guardarle la carta, pero como no estaba, SooHyun se ofreció a guardarla y entregársela cuando volviera.
JungKook se sintió frustrado, y esta vez la molestia aumentó hasta convertirse en ira.
— No se vayan aún. — les indicó y ellas asintieron. Caminó a la puerta y la abrió, allí vio a SooHyun en su escritorio con su rostro algo nervioso cuando lo miró. Había escuchado.— Entra. — le ordenó con su mirada intensa.
Segundos después estaban las tres frente a él, este estaba recostado en el escritorio y con sus manos apretando el borde del material se propuso a preguntar:
— ¿Dónde está la carta? — preguntó con mirada filosa hacia SooHyun.
— Señor ¿De qué carta habla? — su pregunta con falsa expresión del desconocimiento le causó más ira.
Golpeó con su puño el escritorio y se levantó para acercarse a ella con peligro. La mayor de las tres le tomó un brazo y lo detuvo.
— Deja de hacerte la tonta ¿Dónde mierdas dejaste la carta? — le exclamó más que molesto, respiraba con dificultad y su rostro estaba rojo de la ira.
— Señor, No. — YoonAh le detuvo con suavidad cuando vio el rostro más que furioso de él.
Gracias a los dioses que ella lo detuvo porque no sabía que podía hacerle a SooHyun en ese estado.
— Sabes de qué carta hablo porque escuchaste nuestra conversación. Así que habla. — ordenó esta vez más calmado.
SooHyun se puso aún más nerviosa y comenzó a respirar cortamente. Lo miró y abrió su boca sin poder hablar.
— Eh... El señor JungHyo me vio recibiendo la carta y me di.. dijo que iba a viajar a donde estaba usted y... Se ofreció a entregársela. Lo siento — agachó la cabeza y suspiró.
— JungHyo... No es extraño que no me sorprenda. — miró a las recepcionistas— pueden irse. — ordenó y ambas salieron dándole una mirada compasiva a la joven secretaria.
Cuando ya estaban sólo ellos dos JungKook la miró seriamente y colocó los brazos en jarra.
— Desobedecer mis órdenes se ha vuelto tu hobbie — fue directo, ella no le dió la mirada.— tu deber es obedecer mis órdenes, trabajar para mí; es por eso que tienes el cargo de secretaria más importante del edificio. ¿Por qué demonios le entregaste la carta a mi hermano si tu deber era entregarme personalmente ese recado? — le exclamó.
— Yo... Lo siento, señor. Confié en él porque es su hermano, yo... Creí que la recibiría. — contestó con su tono bajo, sabiendo lo que le esperaba.
— ¿Sabes cuan importante es aquella mujer para mí? — No contestó y se colocó aún más incómoda— Es el amor de mi vida, y quién sabe qué habrá querido decirme. — se giró y caminó hacia la caja fuerte, la abrió y volvió a ella al cerrarla. Le tendió el sobre y ella lo tomó.
Él había preparado eso con anticipación, pero estaba esperando un motivo más fuerte para hacerlo.
— Señor... ¿Qué es esto? — preguntó con un temblor en su voz cuando observó el interior del sobre.
— Es tu liquidación. — Ella lo miró con sus ojos brillosos y buscó hablar— estás despedida, SooHyun.
Se giró y caminó a su escritorio, se sentó y la miró nuevamente.
— Pero señor, yo...
— Debiste acatar mis órdenes, soy muy exigente con mis empleados. Soporté todos tus errores sólo por ser buena en tu trabajo. — vio caer de sus ojos unas lágrimas y continuó sin sentirse mal. Ahora mismo estaba cabreadísimo— Debiste hacerme caso cuando te aclaré que no sucedería nada entre nosotros; en cambio, decidiste tratar de insinuar ante mí nuevamente. No te despedí... Pero con esto ya es suficiente. — le habló de forma ruda— Ya te puedes ir.
Sin poder interponer una queja se giró y salió de allí para observar a las mismas recepcionistas, ellas la miraban con decepción; aún más YoonAh, que la recibió cuando llegó a la empresa. Sin más se fue de allí.
Por otra parte, JungKook estaba decepcionado de sí mismo, de todo lo que lo rodeaba. Su propio hermano le ocultó algo de importancia para él, no lo toleraría. Salió de su oficina y allí vio a las recepcionistas que le sonrieron con amabilidad. Miró a YoonAh y le sonrió suave.
— YoonAh, a partir de ahora has ascendido de puesto. Quiero que mañana mudes tus cosas para acá, serás mi nueva secretaria — la mayor asintió con una reverencia respetuosa y una sonrisa más que feliz. Luego de cuatro años al fin tenía un buen puesto, y todos estaban claros en que esa mujer se lo merecía.
— Gracias, señor. — respondió y la más joven la zarandeó dándole sus felicitaciones.
— ¿Mi hermano dónde está? — preguntó y ambas cambiaron sus expresiones.
— Salió a una reunión en China, vuelve dentro de unos días. — JungKook asintió pensativo. Debía ir a Las Vegas por el contrato que firmaría con JungHyuk. Allí podría tener su tan esperado reencuentro con EunJi.
Allí podría preguntarle personalmente lo que decía esa carta, y pedirle perdón por todo el malentendido que ocurrió entre ambos. No le preguntaría directamente a su hermano porque no le diría y le pondría sobre aviso de su investigación.
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Las Vegas NV, U.S.A.
— Hija, mañana vendrá el presidente de la nueva empresa gastronómica con la que firmaremos contrato.
Su abuelo la miró con emoción y EunJi frunció el ceño.
— ¿Qué empresa abuelo? No me habías dicho. — preguntó llevando la pluma a su boca para morderla suavemente.
— ¿No lo recuerdas? Fui a verte para contarte y me dijiste que luego te lo dijera. Lo olvidé y hoy que me llamó para confirmar lo recordé. — sonrió cálido y EunJi asintió sin darse cuenta que sus pensamientos estaban en otro mundo.
En ese mundo donde recordaba cada segundo que duró parada al lado del teléfono, pensando en cómo comenzar una conversación con la persona que la dejo hace tres años, de la cual vivió decepcionada durante ese tiempo. Pensarlo era difícil y le provocaba un temblor en sus manos.
— Sí, cierto. — parpadeó varias veces y el mayor la vio curioso.
— ¿Te sientes bien? — se acercó un poco.
— Sí ¿Por qué? — sonrió y su abuelo la imitó con burla.
— Te conozco, algo te atormenta. — dijo con suavidad y EunJi bajó la cabeza— ¿Me dirás? — se sentó en la silla frente a ella y esperó una respuesta.
— Es posible que... JungKook nunca supiera que YuGyeom nació, ni siquiera que estuve embarazada... Todo es tan confuso, abuelo. — tapó su rostro mientras se apoyaba del escritorio con sus codos.
— ¿Y quién te dió esa posibilidad? — Preguntó con curiosidad.
— Estuvo en la casa de Sook y Jimin, ella me contó... Estaba muy deprimido y... No mencionó que tenía un hijo, o al menos que supiera de su existencia.
— Y conociendo a Sook, supongo que hizo lo posible por averiguar si él lo sabía... — completó y EunJi asintió.
— Sí... — contestó en un susurro— Ambos están seguros de que JungKook no sabe que tenemos un hijo. — golpeó levemente el escritorio con sus manos— ¿Te das cuenta? La que cometió el error fui yo, no hablé con él personalmente para dejarle en claro que estaba embarazada.
Su voz se cortó se inmediato, haciendo que soltará sollozos bajitos.
— Querida... — el mayor posó su mano por encima de la de ella y la acarició— No llores... Todos cometemos errores, y tú estabas dolida... No pensabas con claridad y el embarazo te afectó mucho emocionalmente.
— No es excusa, abuelo. — lo miró con sus ojos brillosos por las lágrimas— le privé el sentimiento de ser padre, nunca supo sentir cada patadita que su hijo daba, el latido de su corazoncito, su llanto al nacer... Nunca me lo voy a perdonar.
— No digas eso. Sé que te sientes culpable, pero tú creíste que él lo sabía, no tienes culpa EunJi. — negó y la chica desvió la mirada.
— ¿Crees que él me pueda perdonar? — preguntó mirando hacia la ventana.
— Si no lo hace mirando tu tristeza, lo hará por la hermosa sonrisa de su hijo... — EunJi lo miró esperanzada y él sonrió— Aunque no lo creas... YuGyeom es la cura para la tristeza y decepción de ambos.
Ambos se miraron fijamente, EunJi agradecida por tener a ese viejito apoyándola en los momentos difíciles, mientras que el mayor la veía orgulloso de lo que crió. Eran una familia muy fuerte.
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Seúl, Corea Del Sur
Caminó por la recepción del complejo de apartamentos, quería llegar rápidamente a ese apartamento que tanto extrañaba. Pero cuando estaba frente a la puerta se sintió nervioso, tocó tres veces y luego la puerta fue abierta.
— JungKook, querido ¿Cómo has estado? — preguntó EunRa con una amplia sonrisa para luego abrazarlo.
— Muy bien, EunRa. ¿Ustedes cómo están? — preguntó adentrándose a su antiguo hogar luego del gesto que le hizo la mujer.
Vió a su alrededor, y aunque todo estuviera de otro color y la decoración de otra forma ese lugar seguía sintiéndose su hogar.
— Estoy bien, dentro de lo que cabe... — sonrió y le indicó el sofá. Luego de sentarse le sonrió esperando que continuara— Jackson está muy bien, salió hace un momento a comprar unas cosas para la alacena, pero no debe de tardar.
— Me contenta que esté bien y más activo. — dijo con sinceridad.
— Bueno cuéntame ¿Qué te trae por acá con todo y maletas? — preguntó burlona al ver el gran equipaje.
— Ah... — miró también su equipaje— voy a Estados Unidos para firmar un contrato, me quedaré un tiempo más de lo estimado... Así que vine a saludarlos antes de irme. — la mujer asintió y en ese momento la puerta se abrió.
— Llegué, te traje lo que pediste, mamá. — la voz de su hermano mayor resonó y le provocó una sonrisa.
— Hijo tienes visita. — su madre le habló y este se giró confundido.
Sonrió amplio al ver al pelinegro que le sonreía de igual forma.
— ¿Qué haces aquí, pensé que nos habías olvidado? — preguntó con burla y se acercó hasta estrecharlo en un fuerte abrazo.
— Vine a visitarlos, es obvio... Además jamás olvidaría tu fea cara, me has traumado de por vida.
Ambos rieron fuertemente y luego de unos segundos se sumieron en una amena conversación mientras EunRa preparaba un poco de café.
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Busan, Corea Del Sur
— ¿Jeon JungKook? — preguntó hacia la linda chica del mostrador.
La pelinegra sonrió amable y entrelazó los dedos sobre el mostrador.
— Lo siento. — dijo con pesar— El presidente Jeon JungKook salió hace unas horas a Seúl, tomará un vuelo hacia Estados Unidos para una reunión.
— Entiendo... ¿Cuándo vuelve? — preguntó y la chica negó pensativa.
— Ahora que lo menciona, él no dijo nada al respecto, pero creo que será por mucho. — el rubio asintió y agradeció para luego despedirse.
Estando fuera resopló molesto. Quizás allá sea más fácil conseguirlos a ambos.
Caminó con apresuro hacia su auto y condujo hacia el aeropuerto. En el camino llamó a su secretaria y le ordenó que comprara un boleto de avión.
Tal vez si encontraba a ambos sería una gran suerte del destino.
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