Dictamen
Pequeñas gotas caían incesantes, apagando la llama que ardía en sus corazones. Soplos de viento corrían endebles, agotando el vigor que les caracterizaba. El suelo erosionado solo fue una prueba más para el dictamen.
La humanidad era culpable. Su castigo: la destrucción del mundo, algo que ellos mismos habían engendrado.
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