𝄡04. Los misterios del amor.
CAPITƲLO CƲATRO: Los misterios del amor.
❝ Porque tú eres la razón por la que
creo en el destino, eres mi paraiso.❞
ENTRE MÁS APOYO MÁS RAPIDO LOS CAPITULOS. ¡GRACIAS POR TODO! ♥
⸻ ❝LA DONCELLA ENCERRADA ESTÁ PERO UN PRINCIPE LA RESCATARA❞, O eso solía murmurar entre los sueños la segunda de los vástagos del rey. Es así que los dioses benévolos bendijeron a uno de los tres hermanos cuyo corazón se embalsamaba de inocencia, un don le fue entregado al alma más pura de los siete reinos, Helaena Targaryen.
En cierta medida dicha habilidad la marginó al paso del tiempo, la apartaron por susurrar palabras supuestamente incoherente tanto que su madre e hermanos la miraban con cierto temor, aunque se cohibían en lanzar algún comentario que podría herir a la niña. No obstante, cuando estaba aceptando el destino que la amenazaba a sus cortos trece años ; ❝te casaras con tú hermano mayor❞ fue en el momento que menos espero que lo vio.
Un hombre de apariencia que gritaba peligro, aun así con la puerta del alma abierta pues, aquellos ojos bicolores sostenían los más grandes pesares. Lo vislumbró por primera vez al momento de entrar en el salón principal del palacio de la serpiente marina, un desconocido que prontamente su nombre se colaría en los más ensoñadores pensamientos de la niña.
Helaena fue testigo como aquel que se trataba de su tío Daemon le lanzaba miradas inapropiadas a ese que defendió a su hermano menor, el ambiente consternó a la niña.
Sin embargó, imagino que ese día (afortunado) era el último que lo vería puesto que él adulto se había quedado mientras ella había partido directo a la prisión. Las semanas transcurrieron como lo habitual, iba de aquí para allá, los maestres se aseguraban de instruir bien a la joven soñadora, su padre raramente le prestaba atención cuando iba a conversar por las noches con él y su madre deseaba entender el comportamiento de su única hija.
Pero, una tarde que bajaba las escaleras dispuesta a los aposentos del rey ( con la inocente petición de que deshiciera el caótico compromiso cual le impusieron) un singular sollozo la detuvo, y se quedo perpleja al reconocer casi inmediatamente el dueño de aquel doloroso llanto.
Fue imprudente acercase tal como si se tratase de una conocida de todo una vida aunque aquel impulso simplemente nació y ella no combatiría con lo que tanto empezaba anhelar, quizás, estaba agradecía por el acto heroico que hizo por su hermanito menor, si, eso.
—Mis sueños me señalan que un ser sufrirá y que mi deber es usar mi don de curar — el hombre levanto la cabeza— Es raro, te encontré aquí llorando.
Las palabras danzaron por si solas a lo que el semblante del contrarió se suavizo al verle.
Helaena se permitió tallar el rostro del ajeno en sus pensamientos; rostro afilado, un par de ojos de tonalidades disparejas, hebras plateadas cubría la cabeza y una belleza envidiable. ¡Por los siete dioses! se sintió impura a una edad tan corta. Se despertó del ensoñamiento tras el breve hipeó y una sonrisa por parte del opuesto.
—¿Sueños, princesa? — inquirió. Disimuladamente retiró el liquido que empapaban las mejillas.
La niña notó como las cejas enarcaron, y sus labio hicieron un inusual puchero como si tratara de rememorar algo.
—Soy Helaena Targaryen— dijo apresuradamente—me susurran, dicen que posiblemente los dragones pueden morir atravesados.
Pensó que él la tomaría por loca ya que , la mayoría de gente con la que entablaba alguna conversación solía verla con desconcierto y luego pasaba aun leve temor hasta cierto punto, él fue diferente al instante de soltar una pequeña carcajada, no era burla, no, no, no se comparaba nada de eso. Continuaron dialogando hasta que la poca luminosidad del exterior se fue extinguiendo y los guardias viniesen a buscar a la princesa.
— Eres peculiar, princesa —le estiró delicadamente las mejillas de la más joven— has hecho que mi tristeza permaneciera dormida.
Un inocente acercamiento que provoco que la dulce soñadora se agitará por primera vez, quizás, los cuentos que su madre solía relatarle de esos que los príncipes rescataban a las doncellas en verdad existían y, pueda que ella sea una de esas.
Esa misma noche antes que el Morfeo sedujera a la Targaryen, apretó las manos contra el pecho con todo el vigor que aun guardaba.
❝Deseó ser feliz, dioses, anhelo un final digno.❞
Alicent (la reina consorte) que entraba para desearle las buenas noches a su niña quedó asombrada. Nunca había percatado en aquel brillo o en esa sonrisa genuina que compartía con las estrellas.
¡Su dulce niña!
Bondadoso los site dioses o tal vez, la antigua Valyria aun reconoció las plegarias desesperadas de los suyos. Días prósperos llegarían a la vida de la soñadora que se encomendó a los grandes, sin darse cuenta ya conocía al hombre con el que compartiría los mejores momentos al igual esos amargos que se camuflan en menos dolorosos.
Tiempo más tarde, Helaena escuchaba las calumnias de las cortesanas o de las jovencitas que le servían: " el rey que debe ser, cortejaba a la princesa Helaena, hija menor de Viserys." " Ya vi esta historia y se como terminara, él rey los alejara así como el príncipe canalla con la delicia del reino." Y los miedos en la niña se desplegaron como peste.
— ¿Tengo que casarme, madre? — susurró bajamente que Alicent le costo descifrarle. Le estaba trenzando el cabello platinado a su preciosa niña.
— Es el deber, hija mía— suspiró.
Helaena asintió, retraída.
— ¿Qué pasaría sí alguien que no fuera mi prometido me interesa? — cuestionó. Sumiendo la atención en la araña que recorría por sus falanges.
Alicent boqueó. ¿Qué le podría responder?, ¿debía reprender por tales pensamientos o averiguar quien se trataba?, no sabía con exactitud que hacer porque nunca esperó un comportamiento así de ella.
Sin contestarle y dejando en duda a la menor, Alicent abandonó la habitación, tal vez, contactar con Larys Strong seria una excelente idea. Para Helaena los encuentros inesperados con su tío, el príncipe Percy, continuaban pese que al inició se trataba coincidencias al toparse por los jardines pero luego, se convirtieron en un pasatiempo el estar juntos.
Fua allí en una de sus tantas conversaciones que la princesa expresó el temor de contraer nupcias con su hermano Aegon, el joven que la miraba con despereció a pesar de portar la misma sangre, se burlaba a sus espaldas con los escuderos que lo acompañaban o la trataba de demente. Heleana le temía aquel que era un "hermano" era muy prepotente a diferencia de Aemond que la trataba con decencia.
Una tarde mientras recolectaba pequeños insectos, unos botas negras se coló en el campo de visión obligando a que levantara la vista.
— ¿Qu-qué ocurre, tío? — frunció el ceño al atisbar como las botas del mayor había asesinado cruelmente un indefenso insecto.
— Me complace informarte, princesa — el hombre la miró de reojo— que no te casaras con Aegon.
La niña se levantó y con sus manos limpió el vestido.
— Deja de bromear, tío.
El adulto sonrío por las muecas ajenas, tierna.
— Yo seré tu esposo, princesa, el rey me lo ha concedido — colocó una mano sobre la cabeza de la menor.
Helaena sonrió mostrando la dentadura. ¿Acaso los ruegos habían sido escuchados?, sin embargo, cuando creyó que la ceremonia seria pronto esta fue aplazada debido aun improviso viaje que se le ocurrió a su tío ahora prometido.
No negaría que extrañó su dragón aun así, era una sensación reconfortante que el príncipe le abrazara por la cintura y descansara su mentón en el hombro, una escena que guardaría en los más bellos recuerdos. Percy desconocía del impacto que estaba causando en la pequeña princesa y de la nueva libertad que le estaba otorgando.
Viajaron por diversos lugares de poniente; Percy presentó a sus aliados a la princesa Helaena como su futura esposa y aquellos que tenia más confianza o una deuda le pedían mano de los hijos que tendría.
Libertad.
Y en su última travesía antes de retornar al desembarco, Helaena, conoció a una comunidad que se aliaban demasiado con su prometido, los Dothraki.
— Gracias, tío — dijo la menor al instante de dirigirse juntos, hacia el dragón de su futuro esposo.
— ¿Mmm?
— Me has brindado la sensación de libertad que tanto añoré.
Percy le contestaría en cambió quiso conmemorar aquella sonrisa inocente. Por otra parte, el día que pisaron la fortaleza roja a las pocas semanas organizaron el matrimonió salvo que esta vez fue una boda sencilla (a petición de Percy) y con los ropajes de la antigua Valyria, uniendo su sangre en un ritual, siendo así oficialmente uno solo, una sola persona que se dividía en dos, Percy y Helaena.
— Shh— el muchacho le tapo la boca con la mano a su compañera— manchare las sabanas con mi sangre así pensaran que tú virtud es mía.
La menor con el rostro sumamente carmesí asintió; ella tenia miedo y Percy la entendió a la perfección. Muchos rumores se tejieron en cierto modo, el más bochornoso se trataba que el príncipe era estéril supuesto que, no había rastro de un hijo engendrado. Si bien, fueron varias las lenguas que amordazaron cuando al siguiente año y la princesa yacía con catorce años (un poco más) había quedado en estado de embarazo.
La primera vez de ambos no fue una pesadilla, ni un encuentro sumamente vergonzoso, simplemente sus cuerpos danzaron en la oscuridad, Percy la acariciaba con tanta fragilidad, no era brusco, ni ordinario ( muchas veces vio a su madre llorar al salir de los aposentos del rey, quizás, ella sufriría el mismo destino) pero, se equivoco.
Disfrutó aquella sensación tan mágica.
Al momento que su cuerpo empezó a cambiar, Percy la acompañó en cada faceta e incluso soportó cuando el malhumor se apoderaba u le complacía cada antojo que tenia. No dejaba ni por un segundo sola.
— ¿Como se llamara? — indagó la menor entre tanto le acariciaba la cabeza del ajeno que reposaba en su regazo.
— Jaehaerys es un buen nombre ¿no? — respondió— un varoncito muy fuerte.
— ¿Y Baelon? — Percy abrió un ojo debido al nombre que dijo su esposa— es lindo, sí, seria en memoria de tú padre y mi abuelo.
Percy se reincorporó y se acomodo al lado de la jovencita, sonrió.
— Bueno, se llamará Baelon — posó la mano sobre el vientre abultado— y si es la princesita me gustaría que fuera Alyssa.
— Baelon y Alyssa, me gusta — Helaena le apretó las mejillas a Percy— has hecho que mi tristeza durante los últimos años haya desaparecido.
Fue la ternura, la inocencia y los gestos gentiles que terminaron enganchando al príncipe a su princesa. Pueda que Helaena fuera la primera en fijarse en el príncipe roto, sin embargo, Percy estaba cayendo más fuerte.
— ¡Quítate, Aegon! — gritó el príncipe al cargar a Helaena en brazos— ¡un lado, Aemond!, ¡ chicos insolentes que ya seré papá!
Los mencionado se hicieron aun lado, asustados, y atónicos al ver pasar a su tío/cuñado con su hermana gritando blasfemias más encima maldiciéndolo por haberle echo eso. Sin embargo, todo el dolor que atravesó la princesa y la inmensa fuerza que adquirió tras apretarle la mano a su esposo (juro que moriría el pobre) por fin, de una larga espera se escuchó un llanto.
Baelon Targaryen nació primero y a los pocos minutos le prosiguió (entre maldiciones) Alyssa Targaryen.
Grandes, fuertes y con la característica apariencia Targaryen pese que la niña poseía los ojos bicolores siendo recibida en medio de lagrimas por el rey Viserys. Helaena observaba la sonrisa tan grande de Percy al sostener a sus primogénitos, los acunaba, les daba besos cada segundo que pasaba.
— Me arrodillo ante usted, mi dulce princesa — se giró al verla— pueda que yo sea un desalmado pero, aquel trabajo que hiciste ni el más osado lo podría hacer.
Una declaración de amor que culminaron en sellarla con un sutil beso en la comisura antes de que los bebes alzaran en un poderoso llanto.
Y en el año 127 d.C el mundo recibió aun pequeño infante llamado: Aerion Targaryen, un nuevo amor para sus padres.
¡Bendito sea el misterio del amor y los sacrificios que traería! escribió el Bufón de la corte.
Quería que Percy y Helaena tuvieran hijos propios,aaa, los mellizos Jaeharys y Jaehaera le pertenece al canon. Espero que no se molesten.
¿quieren ver la faceta modo padres de Percy y Helaena ?
¿Qué perspectiva les gustaría leer?
Dejen nuevas teorías aquí jajaja.
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