Capítulo 4. ¿Me Quiere?
(Uzi mi animal espiritual)
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Las cocinas de la mansión bullían de actividad. Era un espacio amplio y bien iluminado, con encimeras de mármol reluciente y estantes repletos de ingredientes y utensilios de cocina. El aire estaba impregnado con el delicioso aroma de diversas comidas en preparación, una mezcla embriagadora de especias, hierbas frescas y el tentador olor del pan recién horneado. Las grandes ventanas dejaban entrar la luz natural, creando un ambiente cálido y acogedor, casi hogareño, a pesar de la grandiosidad del lugar.
(ya me dio hambre-)
Cyn, N y V estaban ocupados cumpliendo sus tareas. Cyn, con sus característicos cuatro coletas, llevaba bandejas con comida y copas de agua y vino. Sus movimientos eran precisos y eficientes, producto de la práctica y la necesidad de mantener todo en perfecto orden. A su lado, N y V trabajaban de manera similar, aunque con un aire más relajado, aprovechando la ausencia de humanos para charlar animadamente mientras cumplían sus deberes.
—¿Entonces te gusta S? —preguntó N, mirando a su hermana con una sonrisa traviesa mientras V llenaba varias copas de agua.
La pregunta sorprendió a Cyn, quien casi dejó caer una de las copas que sostenía. Un leve sonrojo apareció en sus mejillas, delatando sus verdaderos sentimientos. Aunque intentó ocultarlo, no pudo evitar que sus pensamientos divagaran hacia S, recordando momentos compartidos, risas y miradas que habían intercambiado.
—Es una amiga —dijo Cyn, aunque sus palabras sonaron débiles incluso para ella misma—. Pero...
—¿Pero? —intervino V, alzando una ceja mientras continuaba con su tarea.
Cyn se mordió el labio, luchando por encontrar las palabras adecuadas.
—Digo, no me gustan los chicos, eso lo tengo claro... pero no sé... ¿Y si a S no le gustan las chicas?
N soltó un pequeño resoplido que sonó como una risa nasal, atrayendo la atención de Cyn y V.
—S es bisexual —explicó N—. Nunca lo ha ocultado, hasta se ve orgullosa de decirlo a los cuatro vientos.
El rostro de Cyn se iluminó suavemente, como si una nueva esperanza se hubiera encendido dentro de ella. La posibilidad de que S pudiera corresponder a sus sentimientos hacía que su corazón latiera con fuerza. Una nueva puerta llena de posibilidades se abría ante ella, y esa idea la emocionaba y aterrorizaba al mismo tiempo.
—¿Pero le gustaré? —dijo Cyn suavemente, mirando a su hermano con una mezcla de emoción y miedo. La adrenalina corría por sus venas, haciéndola sentir viva y ansiosa.
V y N se miraron, como intentando descifrar algo y encontrar las palabras correctas para tranquilizarla.
—Se nota a kilómetros —dijo V finalmente, mientras acomodaba suavemente el saco del traje de N, quitándole el polvo que tenía.
Cyn alzó una ceja, una chispa de travesura en sus ojos.
—¿Cómo ustedes? —dijo con claros propósitos de molestar a su hermano y su cuñada.
N respondió con una sonrisa divertida antes de darle un suave coscorrón a Cyn.
—Ah... así que la niña se rebela —dijo en tono de juego.
La conversación continuó en ese tono ligero, pero dentro de Cyn, las emociones se arremolinaban como una tormenta. Se sentía una mezcla de esperanza, nerviosismo y una pizca de miedo. ¿Y si realmente tenía una oportunidad con S? La idea la hacía sentir como si flotara en las nubes, pero también la aterrorizaba pensar en la posibilidad de un rechazo.
Mientras seguían trabajando, Cyn no podía evitar que sus pensamientos vagaran hacia S una y otra vez. Recordaba la forma en que S la había mirado la última vez que habían estado juntas en el jardín, cuando Cyn le había peinado con tanta ternura. Había algo en esos momentos que hacía que el mundo pareciera detenerse, algo que la hacía sentir segura y querida. ¿Podría ser que S sintiera lo mismo?
El entorno en la cocina se mantuvo animado, con los tres drones hablando y riendo mientras trabajaban. Las paredes blancas y brillantes reflejaban la luz de las lámparas colgantes, creando un ambiente acogedor y alegre. Las ollas y sartenes colgadas en las estanterías añadían un toque hogareño, mientras que el constante zumbido de los electrodomésticos proporcionaba un fondo de ruido reconfortante.
—Cyn, ¿puedes pasarme esa bandeja? —pidió V, interrumpiendo los pensamientos de Cyn.
—Claro —respondió Cyn, entregándole la bandeja con una sonrisa.
Mientras trabajaban juntos, la conversación se desvió hacia otros temas, pero la mente de Cyn seguía volviendo a S. Pensaba en cómo sería confesarle sus sentimientos, cómo sería compartir esos momentos especiales con alguien que la comprendiera y la apoyara. La idea la llenaba de una mezcla de temor y emoción, pero sabía que, pase lo que pase, tenía a su familia y amigos para apoyarla.
Al terminar con sus tareas en la cocina, Cyn se tomó un momento para respirar profundamente y calmar sus pensamientos. Miró a N y V, que seguían charlando animadamente, y sintió una ola de gratitud por tenerlos en su vida. Sabía que, sin importar lo que pasara con S, siempre tendría a su familia para apoyarla y animarla.
—Gracias por estar siempre ahí para mí —dijo Cyn, su voz llena de sinceridad.
N y V la miraron con sonrisas cálidas, y N respondió con un tono cariñoso.
—Siempre estaremos aquí para ti, Cyn. No importa lo que pase.
(ay ajá, todos sabemos lo que pasó después, ¿verdad? piu piu solver madres planeta muerto drones de desmontaje JAJAJA)
Cyn sonrió, sintiendo una calidez en su corazón que le dio la fuerza para enfrentar sus miedos. Sabía que tenía que ser valiente y dar un paso adelante, sin importar el resultado. Con ese pensamiento en mente, decidió que hablaría con S, que le confesaría sus sentimientos y vería qué pasaba. Pase lo que pase, sabía que estaba rodeada de amor y apoyo.
—Vamos, tenemos una cena que servir —dijo V, rompiendo el momento con una sonrisa.
Cyn asintió, tomando una última bandeja y dirigiéndose hacia el comedor, donde los invitados esperaban. Sentía que estaba lista para enfrentar cualquier desafío, sabiendo que tenía a sus seres queridos a su lado. Mientras caminaba, la esperanza y la determinación crecían en su interior, preparándola para lo que estaba por venir.
Las cocinas de la mansión se quedaron en silencio una vez que salieron, pero el eco de su risa y conversación aún flotaba en el aire. Para Cyn, ese momento fue un recordatorio de la importancia de la familia y la amistad, y del poder del amor para superar cualquier obstáculo. Con una sonrisa en su rostro y una nueva determinación en su corazón, se preparó para enfrentar lo que el futuro le deparara.
Una vez en el comedor, el ambiente era diferente. Las luces eran más tenues, creando una atmósfera más íntima y elegante. La mesa estaba cuidadosamente arreglada con una vajilla fina y centros de mesa florales. Cyn, N y V se movían con gracia y precisión, sirviendo a los invitados con profesionalismo y una sonrisa en el rostro.
A medida que la noche avanzaba, Cyn no podía evitar buscar a S con la mirada. Finalmente, la encontró al otro lado del salón, charlando animadamente con otros drones. Su corazón dio un vuelco al verla, y decidió que no podía esperar más. Tenía que hablar con ella.
Esperó a que S estuviera sola, y luego, con una profunda respiración para calmar sus nervios, se acercó. S la miró con una sonrisa, y Cyn sintió que su corazón se aceleraba.
—S, ¿podemos hablar un momento? —preguntó Cyn, tratando de mantener su voz firme.
S asintió, su expresión curiosa.
—Claro, Cyn. ¿Qué pasa?
Cyn señaló el jardín cercano, sus ojos brillando con una emoción contenida, invitando a S a seguirla. Ambas se dirigieron hacia el jardín, un oasis de belleza y tranquilidad en medio de la mansión. Al cruzar el umbral hacia el exterior, el aire nocturno las envolvió con su frescura, llevando consigo una mezcla embriagadora de fragancias florales.
El jardín se desplegaba ante ellas como un paraíso encantado. Estaba lleno de vida, un refugio de serenidad y maravilla. Los senderos de grava blanca serpenteaban entre macizos de flores exuberantes, cada uno una explosión de colores vibrantes bajo la tenue luz de la luna. Las lámparas de papel, estilo asiático, colgaban en hileras armoniosas, sus colores variados reflejando suavemente en los pétalos y hojas circundantes. Las luces de las lámparas oscilaban con la brisa, creando un suave baile de sombras que parecía dotar al jardín de un pulso propio.
Las luciérnagas añadían un toque de magia al ambiente, sus luces parpadeando como diminutas estrellas errantes. Volaban cerca de las fuentes, cuya agua cristalina reflejaba las luces en un resplandor hipnótico. El sonido del agua fluyendo proporcionaba una melodía de fondo serena, como un susurro constante que hablaba de paz y armonía.
El aroma del jardín era una sinfonía en sí misma. Las rosas, en pleno florecimiento, liberaban su perfume dulce y embriagador, mientras que las jazmines y lavandas contribuían con sus notas más frescas y herbáceas. Una suave brisa nocturna traía consigo el olor terroso de la tierra húmeda y el sutil toque cítrico de los árboles de limón cercanos. El aire estaba lleno de vida y promesas, envolviendo a Cyn y S en una atmósfera de pura magia.
Cyn y S avanzaron despacio, cada paso un placer sensorial. Los helechos y plantas trepadoras bordeaban los senderos, sus hojas susurrando mientras se movían ligeramente al ritmo del viento. Los arbustos de hortensias y camelias añadían matices de azul, rosa y blanco al paisaje, creando un cuadro natural que parecía sacado de un sueño.
El cielo nocturno, despejado y lleno de estrellas, completaba la escena. La luna, llena y resplandeciente, iluminaba el jardín con una luz plateada, dándole un aura etérea. Las constelaciones titilaban en lo alto, como si quisieran unirse al baile de las luciérnagas, y el aire se llenaba con la serenidad que solo una noche clara y despejada puede ofrecer.
Las fuentes eran el corazón del jardín, sus aguas brillando con reflejos de plata bajo la luz de la luna. Una de ellas, la más grande, tenía una estatua de mármol en el centro, representando a una diosa antigua vertiendo agua de una jarra. El sonido del agua cayendo en la base de la fuente era un mantra relajante, una canción de cuna para el jardín y sus visitantes.
Cyn y S se detuvieron cerca de una de las fuentes más pequeñas, un rincón apartado y acogedor rodeado de enredaderas de glicinia cuyas flores lilas caían en cascada, llenando el aire con su delicado aroma. El lugar parecía hecho a medida para momentos de intimidad y reflexión, un refugio dentro del refugio.
Cyn tomó la mano de S con delicadeza, sus dedos entrelazándose naturalmente, como si siempre hubieran pertenecido juntos. S sintió un cálido cosquilleo recorrer su piel, una sensación de conexión profunda y sincera. Se miraron a los ojos, y por un momento, el mundo exterior dejó de existir. Solo estaban ellas dos, en ese jardín mágico, rodeadas de naturaleza y belleza.
—S, hay algo que he estado queriendo decirte desde hace tiempo. Tú eres muy importante para mí, más de lo que puedas imaginar. Y no sé cómo te sientes al respecto, pero quería que supieras que... te quiero.
El tiempo pareció detenerse mientras Cyn esperaba la respuesta de S. Sus palabras habían salido con tanta emoción y sinceridad que se sentía vulnerable, pero también liberada por haberlas dicho. S la miró con sorpresa, pero luego una sonrisa suave y cálida se extendió por su rostro.
—Cyn, yo también te quiero —respondió S, sus ojos brillando con emoción. —He estado esperando el momento adecuado para decírtelo, y estoy tan feliz de que hayas sido tú quien lo hiciera primero.
El alivio y la felicidad inundaron a Cyn, y sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia S, abrazándola con fuerza. Sentir los brazos de S alrededor suyo, el latido de su corazón contra el suyo, hizo que todo valiera la pena. Era un nuevo comienzo, una nueva etapa en su relación, y Cyn no podía estar más emocionada por lo que el futuro les deparaba.
Mientras se abrazaban, las luces del jardín brillaban suavemente, y el murmullo de la conversación continuaba a su alrededor. Para Cyn y S, el mundo exterior se desvaneció, dejándolas en su propio pequeño universo de amor y felicidad.
Al final de la noche, mientras caminaban juntas por el jardín donde habían compartido tantos momentos especiales, Cyn se dio cuenta de que este era solo el comienzo de algo hermoso. Con la mano de S entrelazada con la suya, se sintió más fuerte y más segura que nunca. Juntas, sabían que podían enfrentar cualquier desafío, y con el amor y el apoyo de su familia y amigos, nada podía detenerlas.
El jardín estaba iluminado por la suave luz de la luna, las flores brillaban con un resplandor etéreo, y el sonido del agua de las fuentes proporcionaba una música de fondo tranquila y relajante. Cyn y S se sentaron en el banco donde habían pasado tantas noches hablando y riendo, y se miraron a los ojos, sabiendo que su futuro estaba lleno de promesas y posibilidades.
—Gracias por ser valiente —dijo S, acariciando la mejilla de Cyn con ternura.
—Gracias por estar a mi lado —respondió Cyn, con una sonrisa que reflejaba toda la felicidad que sentía.
Y así, bajo la luz de la luna, comenzaron su nuevo viaje juntas, con el corazón lleno de amor y esperanza.
Cyn y S se sentaron sobre el borde de la fuente, el sonido del agua proporcionando una melodía serena que acentuaba el momento íntimo que estaban compartiendo. La luna brillaba intensamente sobre ellas, bañando el jardín en un resplandor plateado. Las lámparas de papel y las luciérnagas continuaban su danza de luz, creando un ambiente mágico y etéreo a su alrededor.
—Cyn... —dijo S suavemente, rompiendo el silencio mientras jugueteaba nerviosamente con sus manos—, ¿tú besarías a una chica?
Cyn giró la cabeza para mirarla, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Tomó un momento para considerar la pregunta, su mirada desviándose hacia la luna que colgaba alta en el cielo, como buscando una respuesta en su luz tranquila y constante.
—Quizá... —respondió Cyn, su voz un susurro lleno de pensamientos no dichos.
—¿Me besarías a mí? —continuó S, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.
Cyn la miró nuevamente, esta vez con una intensidad que parecía atravesar todas las capas de inseguridad y duda. Su respuesta vino sin vacilación, clara y firme:
—Sí.
Incluso Cyn se sorprendió por la firmeza de su respuesta, pero en su corazón sabía que era verdad. Besaría a S sin dudarlo, sin una pizca de indecisión. S sonrió suavemente, una sonrisa que contenía toda la ternura y el cariño que sentía por Cyn. Se acercó despacio, cada movimiento lleno de intención y cuidado, y levantó una mano para acariciar la mejilla de Cyn.
La caricia de S fue ligera, como una pluma rozando la piel de Cyn. Ambas sintieron una corriente de electricidad recorrer sus cuerpos, una sensación que las conectaba en un nivel profundo y casi espiritual. El jardín a su alrededor parecía desvanecerse, dejando solo a ellas dos en su pequeño universo de emociones y sensaciones.
S podía sentir la calidez de la piel de Cyn bajo sus dedos, y su corazón latía con un ritmo acelerado pero constante. Quería besarla en ese momento, quería borrar todo lo demás y centrarse únicamente en el amor y la conexión que compartían. Se acercó más, sus ojos fijos en los de Cyn, llenos de un cariño y amor indescriptibles.
Estaban tan cerca que S podía sentir el suave aliento de Cyn en sus labios. Podía ver cada pequeño detalle en sus ojos, cada destello de emoción y deseo. Sin embargo, S no dio el último paso. Sabía que este sería el primer beso de Cyn y quería que fuera ella quien tomara esa decisión final, quien diera el último paso para cerrar la distancia entre ellas. Así que esperó, paciente y amorosa, dándole a Cyn el tiempo y el espacio para decidir.
Cyn parpadeó, sorprendida por la proximidad y por la oportunidad que se le presentaba. Miró los labios de S, luego sus ojos, encontrando en ellos una promesa de seguridad y amor. Su corazón latía desbocado, pero no era un latido de miedo, sino de pura emoción y anticipación. Cerró los ojos suavemente, tomando una profunda respiración para calmarse, y con un cuidado infinito, inclinó su cabeza y unió sus labios a los de S.
El contacto fue suave y delicado al principio, como el roce de un pétalo de rosa. Pero en ese momento, el mundo entero pareció detenerse. S soltó un suspiro de alivio y victoria, cerrando sus ojos mientras sus dedos se deslizaban por el cabello de Cyn, su mano posándose en la nuca de Cyn para mantenerlas más juntas.
El beso fue una explosión de sensaciones y emociones. Cyn podía sentir el calor de los labios de S, la ternura de su toque y el amor que emanaba de cada pequeño movimiento. Era como si todas sus dudas y miedos se disiparan, reemplazados por una certeza y seguridad que nunca había sentido antes. Los labios de S eran suaves y acogedores, y cada segundo que pasaba en ese beso hacía que Cyn se sintiera más segura, más amada.
Para S, el beso fue una confirmación de todos los sentimientos que había estado guardando en su corazón. El toque de los labios de Cyn era todo lo que había soñado y más. Sentía una conexión tan profunda que casi podía oír los pensamientos de Cyn, sus esperanzas y sueños entrelazándose con los suyos. La mano en la nuca de Cyn se afianzó, atrayéndola más cerca, queriendo sentir cada parte de su ser en ese momento perfecto.
A medida que el beso continuaba, la intensidad aumentaba. S deslizó su otra mano por la espalda de Cyn, trazando pequeños círculos con sus dedos, sintiendo cómo el cuerpo de Cyn respondía a su toque. Cyn, por su parte, dejó que sus manos encontraran su camino alrededor de la cintura de S, acercándola aún más, sintiendo el calor de su cuerpo a través de la delgada tela de su ropa.
El jardín a su alrededor parecía cobrar vida con una energía renovada. Las flores parecían brillar más intensamente, las luciérnagas aumentaron su danza luminosa y el sonido del agua de la fuente se convirtió en una sinfonía que celebraba su amor. Los aromas de las flores se mezclaron en el aire, creando un perfume embriagador que las envolvía, haciéndolas sentir como si estuvieran en un sueño.
El beso se volvió más profundo y apasionado, sus labios moviéndose en una danza sincronizada de deseo y amor. Cada vez que se separaban brevemente para tomar aire, sus ojos se encontraban, llenos de promesas y secretos compartidos. La conexión entre ellas era palpable, un lazo invisible que las unía de una manera que ninguna de las dos había experimentado antes.
Finalmente, el beso se rompió, pero solo porque ambas necesitaban respirar. Se separaron lentamente, sus frentes aún tocándose, con los ojos cerrados y sonrisas de pura felicidad en sus rostros. Abrieron los ojos al mismo tiempo, mirándose con una mezcla de amor y sorpresa.
—Eso fue... —empezó a decir S, su voz apenas un susurro lleno de emoción.
—Perfecto —terminó Cyn, su sonrisa reflejando toda la alegría que sentía.
Se abrazaron, manteniéndose cerca mientras el jardín a su alrededor continuaba siendo testigo de su amor. El momento era perfecto, una cápsula de tiempo que recordarían por siempre. Se quedaron allí, abrazadas, sintiendo el latido de sus corazones sincronizados, sabiendo que este era solo el comienzo de algo hermoso y duradero.
Bajo la luz de la luna y rodeadas de la belleza y la magia del jardín, Cyn y S encontraron en ese beso la promesa de un futuro lleno de amor, confianza y momentos inolvidables. Juntas, sabían que podían enfrentar cualquier cosa, porque tenían lo más importante: el amor incondicional y el apoyo mutuo que las unía.
Ese hermoso sentimiento se saber, que quieren a la otra y el cariño es devuelto de la mejor manera posible, saber que ambas se quieren.
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3308 PALABRAAAAAAAAAASSSSSSSSSS
LAS AMO LESBIANAS
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