Epilogo: Final dos
El silencio dominó el lugar antes de que varios murmullos desesperados comenzaran a escucharse, seguidos por la aparición de varios habitantes del mundo subterráneo que asustaron a los humanos.
Uno de ellos se acercó a los presentes, haciendo que todos retrocedieran excepto Doraemon. —Señor Doraemon, ya tenemos preparada una nave para ir a la superficie... tenemos que ir a ayudarlos—, dijo con urgencia.
Doraemon asintió y comenzó a seguirlos, siendo seguido por Tamako y Nobizuke. Subieron a la nave que comenzó a ascender
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Doraemon, Tamako y Nobizuke, acompañados de los habitantes subterráneos, llegaron al campo de batalla donde encontraron a Nobita y a sus amigos gravemente heridos. El corazón de Tamako se retorcía de dolor al ver a su hijo y a los demás luchando por sus vidas, sus rostros pálidos y llenos de dolor.
—N-No puede ser...— murmuró Tamako, con la voz quebrada por la angustia, mientras se acercaba al cuerpo maltrecho de Nobita. —Mi querido hijo... por favor, no nos dejes...—
Doraemon miraba a Luna, Luka, Flock, Sarah y Sophia, cada uno de ellos luchando por mantenerse con vida. Sus ojos estaban llenos de lágrimas mientras observaba cómo los doctores subterráneos realizaban tratamientos desesperados para estabilizarlos.
—¡Nobita...chicos!— exclamó Doraemon con desesperación en su voz. —Por favor, aguanten. No pueden dejarnos... no pueden...—
Los doctores del mundo subterráneo intercambiaban miradas preocupadas mientras trabajaban febrilmente para salvar a los heridos. El monitor cardiaco de Nobita emitía pitidos alarmantes, indicando la gravedad de su condición.
—¡Tenemos que mantenerlos con vida!— exclamó uno de los doctores con urgencia, su voz resonando en la sala. —No podemos permitirnos perderlos...—
Tamako se aferraba a la mano fría de Nobita, sus lágrimas cayendo sobre su rostro. —Por favor, hijo... por favor, despierta...— suplicaba con desesperación, mientras los doctores continuaban con sus esfuerzos.
Nobizuke se unió a Tamako, su rostro lleno de impotencia y dolor. —No... no podemos perderlos a todos...— murmuró, sus ojos llenos de lágrimas mientras observaban impotentes a su hijo y sus amigos luchando por sus vidas.
El tiempo parecía detenerse mientras los doctores luchaban contra el tiempo y la gravedad de las heridas. Cada segundo era una eternidad de agonía y desesperación.
De repente, el sonido continuo del monitor cardiaco de Nobita llenó la sala, seguido por los latidos débiles pero audibles. Un destello de esperanza iluminó las caras de los presentes mientras los doctores redoblaron sus esfuerzos.
—¡Tenemos pulso! ¡Está volviendo!— exclamó uno de los doctores con alegría y alivio, su voz llena de emoción
Tamako y Nobizuke se miraron entre ellos con lágrimas de alivio y gratitud en sus ojos. —Nobita... Luna... Luka... Flock... Sarah... Sophia...— murmuró Tamako con voz temblorosa, sus manos temblando mientras sostenía la mano de Nobita.
Sin embargo, la alegría duró poco cuando, repentinamente, el monitor cardiaco de Nobita volvió a emitir un pitido continuo. Los doctores se miraron con horror, su expresión reflejando el temor de perderlo nuevamente.
—¡No, no puede ser!— gritó uno de los doctores, sus manos temblando mientras intentaba reanimar a Nobita.
Los doctores decidieron tomar medidas drásticas. Separaron a Tamako de Nobita y comenzaron a administrarle electroshock, utilizando los equipos del hospital subterráneo con desesperación. Las descargas eléctricas atravesaban el cuerpo de Nobita, su piel pálida convulsionando bajo el impacto.
Tamako gritaba de dolor y desesperación mientras veía a su hijo sometido a este tratamiento extremo. —¡Por favor, no! ¡Deténganlo!— suplicaba, pero los doctores continuaban con su desesperada lucha por recobrar el pulso de Nobita.
Los segundos parecían horas mientras los doctores continuaban con las descargas eléctricas. El cuerpo de Nobita se agitaba violentamente, su pecho subiendo y bajando con cada intento de los doctores por revivirlo.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el monitor cardiaco de Nobita emitió un débil pitido, seguido por otro, y luego un ritmo constante y fuerte. Los doctores dejaron escapar un suspiro colectivo de alivio y alegría, sus rostros empapados en sudor y lágrimas.
—¡Lo logramos! ¡Está de vuelta!— exclamó uno de los doctores con alegría, su voz temblorosa por la emoción.
Tamako se arrojó sobre el cuerpo de Nobita, abrazándolo con fuerza mientras lloraba lágrimas de alivio y gratitud. —¡Mi querido hijo... gracias a Dios estás vivo!— murmuró entre sollozos, sus manos acariciando su rostro pálido.
Doraemon y Nobizuke se acercaron con emociones encontradas, sus rostros llenos de alivio y gratitud. Juntos, observaron cómo los doctores seguían trabajando para estabilizar a Luna, Luka, Flock, Sarah y Sophia, quienes también estaban mostrando signos de mejora.
Después de un tiempo, cuando todos estuvieron lo suficientemente estables, los subieron cuidadosamente a la nave que los llevaría de regreso al mundo subterráneo.
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Gigante dejó escapar un bufido cargado de fastidio al escuchar los estridentes gritos de celebración por la estabilización de Nobita y los demás. Su ceño se frunció con tal intensidad que parecía querer hundirse en su frente, mientras observaba con desdén cómo su hermana abrazaba a su madre entre lágrimas alegre por ver que Nobita no moriría.
—Siempre intentando llamar la atención—, murmuró con enojo mientras se alejaba del bullicio y regresaba al apartamento que le habían dado. Dentro de su mente, la pequeña vocecita que le gritaba que él también podía lograrlo se hacía más y más fuerte.
Un poco más alejado, Suneo estaba junto con sus padres y hermano, quienes se abrazaban entre lágrimas de alegría porque Nobita estaba bien y todo había terminado finalmente. Suneo dejó escapar un suspiro mientras escuchaba a todo el mundo celebrar por lo que él creía que no era más que un personaje extra. —Qué envidia...— murmuró. Él quería eso, quería ser fuerte como Nobita, quería tener una novia tan bonita como Sophia, quería ser parte de la realeza. —Sin embargo...— agregó, volviendo a ver lo herido que había quedado Nobita. —No creo tener la misma fuerza para pasar por todo lo que él tuvo que soportar para obtenerlo—. Su hermano lo abrazó, y Suneo hizo todo lo posible por sofocar su envidia y devolverle el abrazo.
Un poco más apartada, Shizuka prácticamente se encontraba encogida, con las rodillas pegadas al pecho, llorando. Tenía tanto dolor en su corazón que apenas podía respirar. —Están bien, qué bueno...—, murmuró intentando limpiarse las lágrimas. Quería ver a Nobita, quería abrazarlo y reconfortarlo. —Sin embargo...—, su llanto empeoró. —No creo que él me quiera cerca—.
Dekisugi la miró con tristeza al ver las lágrimas que ella derramaba por Nobita. —Al parecer, nunca fuiste mía—, murmuró con tristeza. Su vista se posó en la pantalla viendo a Nobita. —Has ganado, Nobita... has ganado—, dijo alejándose. No quería estar allí cuando Nobita y los demás llegaran.
La nave descendió con un zumbido sordo, levantando polvo y creando una atmósfera de anticipación en el aire. Los humanos que observaban desde la distancia se acercaron lentamente, con la esperanza de vislumbrar a quienes se habían convertidos en sus héroes.
Sin embargo, antes de que pudieran llegar más allá de unos pocos pasos, los habitantes del mundo subterráneo emergieron de las sombras. Eran criaturas de aspecto extraño y miradas serias, sin decir una palabra, formaron una especie de barrera humana, creando una pasarela improvisada y protegida por sus cuerpos.
Fue un momento extrañamente surrealista para los humanos que observaban, pero pronto las camillas comenzaron a deslizarse por la pasarela, empujadas con suavidad por las manos de los habitantes del mundo subterráneo. En esas camillas yacían Nobita y los demás, visiblemente agotados y heridos, finamente llegaron al hospital en el que serian cuidados hasta que estuvieran sanos.
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En el campo de batalla, después de que la batalla había terminado y la polvareda comenzaba a asentarse, los miembros de la Cruz Roja se movían con cuidado entre los cuerpos caídos. El sol se ponía lentamente en el horizonte, arrojando una luz dorada sobre el campo de batalla, creando una atmósfera sombría.
Los médicos y voluntarios de la Cruz Roja, con rostros cansados y ojos llenos de tristeza, levantaban con cuidado los cuerpos sin vida de los soldados. Cada movimiento era lento y cuidadoso, como si temieran romper el frágil silencio que envolvía el lugar. El sonido de sus pasos sobre la tierra, mezclado con los sollozos apagados de los heridos que aún luchaban por su vida, creaba una melodía triste.
Un soldado herido, con el rostro lleno de dolor y los ojos vidriosos, era levantado con cuidado por los médicos. Su cuerpo temblaba con el esfuerzo de mantenerse con vida, pero su mirada perdida reflejaba la desesperanza y el miedo. Los médicos trabajaban diligentemente para estabilizarlo, sus manos expertas y su corazón compasivo tratando de salvar una vida que parecía deslizarse entre sus dedos.
En otra parte del campo de batalla, un grupo de soldados se reunía alrededor de un joven caído, su uniforme desgarrado y su rostro aún marcado por la determinación de la lucha. Uno de los soldados, con la voz temblorosa por la emoción contenida, levantó una bandera en señal de respeto mientras los demás observaban en silencio, sus cabezas inclinadas en honor al sacrificio del joven soldado.
Cada cuerpo levantado por los médicos de la Cruz Roja era una sombría confirmación del costo de la guerra, una recordatoria de la fragilidad de la vida humana. El silencio era abrumador, solo interrumpido por los sollozos y los susurros de los heridos que aún luchaban por sobrevivir.
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Un mes pasó, un mes marcado por el luto y el dolor. Todos los caídos recibieron todos los honores posibles y fueron enterrados con el respeto y la solemnidad que merecían. Durante ese tiempo, a pesar de haber logrado la victoria, nadie celebró. ¿Cómo podrían hacerlo después de que tantas personas hubieran perdido la vida?
En el hospital del mundo subterráneo, Luka abrió los ojos lentamente, sintiendo su garganta completamente seca. —¿Qué...— murmuró, su voz apenas un susurro? Una enfermera se apresuró a acercarse a él con un vaso de agua, que Luka aceptó con gratitud. —Los demás... ¡¿dónde están los demás?!— preguntó, su preocupación evidente en su voz, antes de fruncir el ceño por el dolor que recorría su cuerpo.
La enfermera le sonrió con gentileza y señaló a su costado, donde varias camillas estaban ocupadas por su hermana y sus amigos. —Están bien... aún no han despertado, pero están bien. Tú ya lo has hecho, y ellos no deberían tardar mucho—, dijo con voz calmada y reconfortante.
Luka dejó escapar un suspiro de alivio. —Qué bueno que estén bien—, murmuró mientras se recostaba nuevamente en la cama. Sentía un peso enorme levantarse de sus hombros al saber que sus seres queridos estaban a salvo, aunque aún no estuvieran conscientes.
Unos minutos mas tarde Sarah despertó con un sobresalto, su corazón latía con fuerza mientras miraba a su alrededor con ojos preocupados. Su mente estaba llena de imágenes de la batalla, de las caras de sus amigos y de su hermano Flock. Con manos temblorosas, se incorporó lentamente en la cama, buscando con la mirada a sus seres queridos. Su corazón se apretó en su pecho al ver a Flock aún inconsciente en la camilla junto a ella. Una mezcla de alivio al verlo allí y preocupación por su estado la invadió.
—Flock...— murmuró suavemente, extendiendo una mano hacia él, sintiendo el nudo en su garganta. Sabía que debía mantenerse fuerte por él y por los demás, pero verlo así la llenaba de angustia.
Mientras Sarah estaba sumida en sus pensamientos, una voz somnolienta se escuchó desde la camilla de al lado. —¿Sarah...?— Fue la voz de Flock, débil pero reconocible.
Sarah se volvió rápidamente hacia él, sus ojos llenos de lágrimas de alivio. —¡Flock, estás despierto!—, exclamó con voz temblorosa, tomando su mano con suavidad. —¿Cómo te sientes?—
Flock le devolvió la mirada con ojos cansados pero llenos de determinación. —Me siento... mejor—, respondió con esfuerzo, apretando su mano débilmente. —¿Y los demás?—
Antes de que Sarah pudiera responder, una risa suave se escuchó desde la siguiente camilla. Luna había despertado, y al ver a su hermano Luka despierto y hablando con Sarah, una sonrisa radiante iluminó su rostro.
—Luka, ¡estás bien!— exclamó Luna, sus ojos brillando de felicidad mientras se levantaba de la cama y se acercaba a él. Luka extendió los brazos y la abrazó con ternura, sintiendo un profundo alivio al tener a su hermana a salvo junto a él.
En ese momento, un murmullo de preocupación interrumpió la alegría. Sophia, que había estado observando en silencio desde su camilla, se había despertado y ahora miraba con angustia a Nobita, quien aún estaba inconsciente.
—¿Nobita...?— murmuró Sophia, su voz temblorosa mientras se acercaba a él. Sus manos temblaban ligeramente mientras acariciaba su rostro con delicadeza. —Por favor, despierta... necesito que despiertes...—
El ambiente en la habitación del hospital estaba lleno de un silencio tierno mientras Sophia se sentaba junto a la cama de Nobita, sosteniendo su mano con suavidad. Sus ojos estaban llenos de lágrimas de alivio y amor mientras miraba el rostro sereno de Nobita, deseando con todo su ser que despertara pronto.
Finalmente, después de un tiempo que pareció una eternidad, los ojos de Nobita comenzaron a parpadear lentamente. Un suspiro de alivio escapó de los labios de Sophia mientras veía cómo sus ojos se abrían, revelando una mirada confusa al principio que pronto se iluminó al ver el rostro preocupado y amoroso de Sophia.
—Sophia...— murmuró Nobita con voz suave y débil, su mirada encontrando la de ella con ternura.
Sophia no pudo contener su emoción y se inclinó hacia adelante, abrazándolo con delicadeza, pero con fuerza. Sus lágrimas caían libremente mientras sus brazos rodeaban el cuerpo de Nobita. —Nobita, oh, Nobita...—, susurró entre sollozos, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho.
Nobita respondió al abrazo con ternura, sintiendo la calidez y el amor que emanaban de Sophia. Él acarició suavemente su espalda, sintiendo la suavidad de su piel bajo sus dedos. —Sophia...—, susurró él también, su voz llena de amor.
Se quedaron así, abrazados en silencio por un momento. Las lágrimas de felicidad y alivio seguían fluyendo, pero esta vez eran lágrimas de alegría. Habían pasado por tantos desafíos juntos, y ahora, en este momento, se sentían más unidos que nunca.
Después de un momento, Sophia se apartó ligeramente para poder mirar a los ojos de Nobita. Sus miradas se encontraron y se perdieron en un océano de amor y gratitud. Sin decir una palabra, sus labios se encontraron en un suave y dulce beso, sellando su amor.
Cuando finalmente se separaron, Sophia se quedó mirando a los ojos de Nobita con una sonrisa radiante. —Te amo, Nobita—, dijo con voz suave pero llena de emoción.
Nobita tomó su rostro entre sus manos, acariciando sus mejillas con ternura. —Y yo te amo, Sophia, más de lo que las palabras pueden expresar—
Sophia se río suavemente, sus ojos brillando con diversión. —¿Sabes, Nobita? Después de todo esto, me pregunto si deberíamos considerar la idea de tener hijos—, dijo con una mezcla juguetona y cariñosa en su voz.
Nobita se quedó sorprendido por un momento, luego una sonrisa juguetona apareció en su rostro. —Oh, ¿ahora quieres que empecemos con eso?—, bromeó él, sus ojos brillando con diversión.
El sonido de varias toses forzadas los sacó de su ensueño, rompiendo la burbuja de amor en la habitación del hospital. —Cielos, realmente se pierden en su mundo—, dijo Sarah con una sonrisa burlona, mirando a Nobita y Sophia, quienes se sonrojaron levemente ante la interrupción.
Luna sonrió ampliamente, divertida por la escena. —Realmente se aman—, comentó, observando cómo la sirena y su novio intercambiaban miradas cómplices. —Pero recuerden que nosotros también estamos aquí—, añadió en tono juguetón, haciendo que Nobita y Sophia rieran suavemente.
Flock y Luka simplemente se unieron a las risas, compartiendo la alegría del momento. —Es bueno... realmente es bueno ver que las cosas han vuelto a la normalidad dentro de lo que cabe—, comentó Flock con una sonrisa, mirando a sus amigos con cariño.
Luka asintió, sintiendo una oleada de gratitud y alegría. —Sí, después de todo lo que hemos pasado juntos, es un alivio poder reírnos y estar juntos otra vez—, dijo, su voz llena de emoción
En ese momento, la puerta de la habitación se abrió suavemente, y en ella entraron dos figuras que llenaron la habitación con una energía familiar y amorosa. Tamako, la madre de Nobita, con sus cálidos ojos llenos de lágrimas contenidas, y Nobizuke, el padre de Nobita, con una sonrisa de alivio y gratitud en su rostro, Doraemon también entro sin embargo permaneció un poco mas alejado.
—Nobita, mi querido hijo—, susurró Tamako emocionada mientras se acercaba a la cama, sus manos temblando ligeramente. Sus ojos se posaron en la figura de su hijo, ahora despierto y sonriente. —Estamos tan felices de verte bien.—
Nobita se sentó un poco más en la cama, extendiendo los brazos hacia su madre. —Mamá—, dijo con voz emocionada, las lágrimas asomando en sus ojos. Tamako se abalanzó sobre él, abrazándolo con fuerza mientras las lágrimas caían libremente por sus mejillas.
Nobizuke se acercó también, su mirada llena de emoción y alivio mientras observaba a su hijo. —Nobita, mi hijo—, dijo con voz temblorosa, poniendo una mano sobre el hombro de su hijo. —Estamos tan orgullosos de ti, de la valentía que has demostrado.—
Sophia miraba la escena con ojos llenos de lágrimas de felicidad y gratitud. Se levantó de la cama y se acercó a los padres de Nobita. —Señora Tamako, señor Nobizuke—, dijo con voz suave, los dos adultos la miraron y de inmediato la abrazaron, aliviados ella era prácticamente de la familia.
Nobita sonrió al ver cómo Doraemon estaba visiblemente cohibido, sus ojos llenos de emociones contenidas. —Doraemon...—, murmuró extendiendo los brazos hacia su querido amigo robot. Doraemon no pudo contenerse más y comenzó a llorar, abrazándolo con fuerza mientras pedía perdón entre sollozos.
—Está bien, Doraemon, ya está todo bien—, dijo Nobita con voz suave, devolviendo el abrazo con cariño. —Y mi hermana—, agrego con una sonrisa, buscando la mirada de su madre.
Tamako sonrió cálidamente. —Es muy pequeña y no le permitieron entrar a visitarte, sin embargo...—, sacó su teléfono y realizó una video llamada. —Mamá, Nobita ya despertó—, anunció con alegría a la mujer en la pantalla.
—¿Qué bueno! ¿Él está bien?—, preguntó la mujer desde el otro lado de la pantalla, con los ojos llenos de lágrimas de alivio.
—Sí, está bien—, respondió Tamako con una sonrisa. —Puedes poner a Humiya frente a la pantalla—, pidió, refiriéndose a su pequeña hija.
La mujer asintió y pronto la pequeña Humiya apareció en la pantalla, con una sonrisa brillante y ojos curiosos. Tamako sostuvo el teléfono frente a la niña, quien balbuceaba y movía los brazos con entusiasmo al ver a su hermano en la pantalla.
—Nobita—, murmuró Tamako, inclinándose hacia la pantalla para que Humiya pudiera verlo mejor. —Mira, Humiya, es tu hermano mayor Nobita. Está bien y despierto.—
Humiya emitió sonidos de alegría y agitó los brazos, intentando tocar la pantalla para llegar a su hermano. —¡No...bi..ta!—, balbuceó con una sonrisa amplia y contagiosa.
Nobita sintió un nudo en la garganta al ver a su hermanita tan feliz y emocionada de verlo. —¡Humiya!—, respondió él con cariño, acercando su rostro a la pantalla como si estuviera tratando de abrazarla. —Te extraño mucho, hermanita pronto estaremos juntos —
Tamako y Nobizuke observaban con los ojos llenos de lágrimas de felicidad al ver a sus hijos tan felices y conectados, aunque fuera a través de la pantalla
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Una semana había pasado desde aquel día en el hospital, y para sorpresa de los doctores, Nobita y el resto estaban completamente recuperados. Aunque para ellos, estaba claro que tenía algo que ver con esa misteriosa luz que se unió a sus cuerpos.
Gigante se paró frente a ellos con una expresión seria. —Nobita, así que ya estás bien— murmuró, caminando directamente hacia él, ignorando a los demás.
Nobita suspiró, sintiendo la tensión en el aire. —Ya pasamos por esto... ¿de verdad quieres hacerlo de nuevo?— murmuró con fastidio, recordando la confrontación anterior.
En unos minutos, sus padres llegarían, y tendría que contarle a Doraemon su plan para reconstruir la tierra. Era un momento crucial, y Nobita no quería seguir perdiendo el tiempo.
Luka miró a Nobita con sorpresa mientras procesaba la información. —Así que esto ya había pasado—, dijo a modo de pregunta, recibiendo un asentimiento de su amigo. —Supongo que le pateaste el trasero—, añadió con una sonrisa.
Nobita sonrió con modestia. —No solo yo, Sarah y Flock también, incluso Suneo estaba ahí—
Su atención volvió a posarse en Gigante, quien temblaba de rabia. —Mira, no tengo tiempo para esto—, dijo Nobita, comenzando a caminar.
Gigante frunció el ceño, sintiendo el deseo de venganza arder en su interior. —Eso fue solo suerte, como todo lo que hiciste... ¡nada más que suerte!—, gritó mientras corría hacia Nobita con furia.
Nobita se apartó a un lado con agilidad, haciendo que Gigante se desequilibrara y cayera al suelo. Rápidamente, Nobita se puso encima de él, sujetándolo con fuerza para evitar que se levantara —Ya es suficiente, Gigante— dijo Nobita con seriedad, su voz resonando en la habitación. —No quiero lastimarte, pero tienes que entender que no podemos seguir así.— Gigante luchó por liberarse, pero la fuerza de Nobita era demasiado para él en ese momento. Nobita decidió que necesitaba una lección, con determinación en sus ojos, levantó el puño y lo soltó con fuerza al costado de la cabeza de Gigante, creando un pequeño cráter en el suelo con el impacto.
Nobita soltó un suspiro y empezó a caminar dejando a Gigante completamente petrificado en el suelo.
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Departamento de los Nobi
Después del cálido recibimiento de sus padres, Nobita y los demás se encontraban sentados frente a Doraemon en la sala. —Recuerdas que te dije que iba a necesitar tu ayuda al final—, dijo Nobita, mirando a Doraemon, quien asintió con curiosidad. —Necesito que me prestes el cohete de salvamento espacial, el molino de copias, la linterna reparadora, la linterna aclimatadora y la litera maximizadora—, enumeró.
Doraemon asintió con confusión mientras sacaba los inventos de su bolsillo. —Pero, ¿para qué los necesitas?— preguntó, intrigado por los planes de Nobita.
Nobita sonrió misteriosamente. —Si quieres saberlo, tendrás que venir con nosotros—, dijo enigmáticamente mientras tomaba los inventos con la ayuda de sus amigos.
Utilizando la puerta mágica recién reparada, salieron del mundo subterráneo y subieron a la nave espacial, la cual despegó rápidamente dejando atrás la Tierra.
Una vez en el espacio, Nobita y sus amigos comenzaron a utilizar los inventos. Hicieron suficientes copias de las linternas reparadoras y las maximizaron con la litera maximizadora, convirtiéndolas en hiper mega grandes. Luego, utilizaron la linterna aclimatadora para ajustarlas a las condiciones del espacio.
Nobita miró a sus amigos con determinación. —Es hora de empezar—, dijo mientras activaban las linternas gigantes.
Las linternas reparadoras emitieron una luz brillante y poderosa que bañó la Tierra. En cuestión de horas, todos los edificios que habían sido destruidos durante la batalla volvieron a su estado original
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Finalmente, los humanos subieron a las naves en las que habían llegado para regresar a la superficie, cada uno de ellos contento de que sus hogares estuvieran bien. Dekisugi miró a Nobita y se acercó a él antes de que él y su familia subieran a la nave. —Supongo que te las arreglaste para reconstruir arriba—, dijo con algo de molestia. Nobita suspiró y asintió. —Las cosas se pondrán difíciles... Me pregunto cómo harán para juzgar a tantos militares—, agregó. Nobita lo miró incrédulo antes de reír. —¿Qué es tan gracioso?— preguntó enojado.
—Lo estúpido de tu pregunta—, dijo Nobita. —Ninguno de ellos era un santo para que Lewa les permitiera unirse; primero tenían que matar a su familia y si a eso le sumas el hecho de que prácticamente traicionaron a su raza... Es obvio que cada uno de ellos recibirá cadena perpetua—.
Dekisugi lo miró con incredulidad. —No puedes...— murmuró, con voz llena de incredulidad. —Cada uno, sin importar el mal que haya hecho, merece un juicio justo—.
Nobita frunció el ceño en respuesta. —Levantaron sus armas contra los humanos, desencadenaron una guerra en la que murieron miles. El castigo tiene que estar a la altura de sus acciones, solo así nos aseguraremos de que nadie más vuelva a intentar algo así otra vez—.
Dekisugi empezó a sudar, su preocupación evidente en su rostro. —Aun así, no creo que haya prisión en el mundo lo suficientemente grande como para contenerlos—, dijo, con la esperanza de que esta realidad los detuviera.
Luka frunció el ceño, pensando en una solución. —¿Por qué no consideramos la prisión en la luna? El lado de la luna que siempre ve a la tierra está deshabitado. Allí podríamos construir una prisión especial—. Describió el plan: las celdas serían tan pequeñas que solo podrían estar sentados, luego se conectarían a sondas y se les pondría un casco que manipularía su percepción de la realidad, haciéndoles creer que están viviendo un infierno. —No despertarían de esta pesadilla hasta el día de su muerte—, concluyó.
Luna sonrió con una chispa de entusiasmo. —Con la ayuda de los conejos lunares, podríamos terminarla en apenas una semana—.
Dekisugi palideció ante la idea. —No pueden hacerles eso... son criminales, pero aun así son humanos—, murmuró, sintiendo las miradas de ceño fruncido sobre él.
Sarah soltó un bufido exasperado. —Me molestan las personas como tú—, dijo con enojo. —Tan moralista, siempre defendiendo a los criminales—.
Sophia negó con la cabeza —debemos irnos aun hay muchas cosas por hacer— les dijo a sus amigos quienes asintieron dejando atrás a Dekisugi
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El mundo comenzó a recobrar lentamente la normalidad. Los líderes de cada raza y reino se reunieron en una cumbre histórica, donde Nobita, Sophia, Flock, Sarah, Luka y otros sobrevivientes destacados fueron invitados como símbolos de la valentía y el sacrificio durante la guerra.
En esa cumbre, se forjaron tratados de paz y acuerdos comerciales entre los humanos y todas las razas y reinos que habían participado en la alianza. Los habitantes del mundo subterráneo ofrecieron tecnología avanzada y recursos naturales, las sirenas compartieron sus vastos conocimientos sobre los mares y océanos, los del mundo canino ofrecieron su lealtad además de ayudar con metales, los celestiales contribuyeron ayudando can varias especies que o se habían extinguido o estaban en proceso de hacerlo, y los señores del viento proporcionaron su control sobre el viento para impulsar la energía renovable.
Estos acuerdos fueron un salvavidas para la economía debilitada de los humanos después de la devastadora guerra. El intercambio comercial floreció, los recursos y la tecnología del mundo subterráneo ayudaron a mejorar la infraestructura, y la colaboración en la investigación y desarrollo llevó a avances que beneficiaron a todas las razas y reinos involucrados.
Nobita, Sophia, Flock, Sarah, Luka y los demás sobrevivientes se convirtieron en embajadores de la paz, viajando por los diferentes territorios para promover la amistad y la cooperación entre todas las razas.
Tres años habían pasado desde el final de la guerra que cambió el curso de la historia. En este tiempo, Nobita, Sophia, Luka, Luna, Flock, Sarah, los padres de Nobita y Undine, la abuela de Sophia, se encontraban en el reino de las sirenas. La paz y la prosperidad se habían afianzado en las tierras, y las diferentes razas y reinos trabajaban en armonía gracias a los tratados de paz y comerciales que se habían establecido.
En el majestuoso reino submarino de las sirenas, en el corazón de un exuberante jardín de coral y algas marinas, se llevaba a cabo un evento muy especial. Nobita y Sophia estaban frente a frente, rodeados de sus seres queridos y amigos. En la sociedad de las sirenas, no era necesario casarse, pero Sophia había descubierto esta tradición humana y había deseado llevarla a cabo como una muestra de amor y compromiso ante todos.
Nobita, con una mirada llena de amor y dedicación, tomó suavemente la mano de Sophia. Sus ojos brillaban con una ternura profunda mientras intercambiaban votos de amor y fidelidad frente al mar cristalino. Las palabras que pronunciaban estaban llenas de promesas eternas, de cuidarse y amarse en las buenas y en las malas, en los mares tranquilos y en las tormentas.
Sophia, radiante como el sol reflejado en las olas, sonreía con una felicidad desbordante. Sabía que tenía a su lado a un compañero valiente, amoroso y leal. Nobita, por su parte, sentía que su corazón se desbordaba de gratitud y amor por Sophia, la luz de su vida y su mayor inspiración.
En medio de la ceremonia, Doraemon estaba presente, con una pajarita elegante y una sonrisa de oreja a oreja. Había echo las cosas mal sin embargo se había esforzado por arreglarlo.
Durante la ceremonia, Doraemon estuvo allí junto a los demás, emocionado y feliz por Nobita y Sophia. Sus ojos brillaban con emoción mientras observaba la unión de sus amigos. En un momento especial durante la ceremonia, Doraemon sacó de su bolsillo un pequeño regalo para la pareja.
—Para Nobita y Sophia, en su día especial—, dijo Doraemon con una voz suave, extendiendo el regalo hacia ellos. Nobita y Sophia tomaron el regalo con curiosidad y lo abrieron con cuidado. Dentro encontraron un par de anillos especiales que brillaban con un resplandor suave.
—Estos son los anillos 1+1=1, representan la unión y les servirá para conversar entre ustedes en caso de que estén lejos de otro —, explicó Doraemon con una sonrisa cálida, Nobita y Sophia miraron los anillos con gratitud, y se los colocaron con ternura el uno al otro.
Después de la ceremonia, durante el banquete submarino, Doraemon estuvo en el centro de la diversión. Utilizó sus inventos para crear momentos mágicos y entretenidos para todos los presentes. Los niños y adultos por igual se maravillaban con las creaciones de Doraemon, llenando el ambiente de risas y asombro.
Al final de la noche, cuando la música bajó y la celebración llegó a su fin, Doraemon se acercó a Nobita y Sophia con una sonrisa. —Estoy tan feliz por ustedes dos—, dijo con sinceridad. —Que su amor sea eterno y que siempre encuentren alegría el uno en el otro.—
Nobita y Sophia abrazaron a Doraemon con gratitud, agradeciendo su presencia y su amistad. Juntos, los tres amigos se sumergieron en un momento de profunda conexión y amor, sabiendo que habían sido bendecidos con una amistad que perduraría para siempre.
Así, con Doraemon como testigo y amigo cercano, Nobita y Sophia celebraron su boda en una atmósfera de amor, alegría y amistad. El reino de las sirenas se llenó con la dulce melodía del amor verdadero, y en ese momento, todo parecía estar en perfecta armonía bajo las profundidades del mar.
Sin embargo, en la superficie, la boda de Nobita y Sophia fue mucho más que un evento local. Fue un acontecimiento mundial, transmitido en vivo para que millones de personas alrededor del mundo pudieran presenciar el amor y la unión de esta pareja extraordinaria. Desde las pequeñas aldeas hasta las grandes ciudades, todos estaban sintonizando para ser testigos de este momento único.
En Japón, las calles estaban llenas de personas que se habían reunido alrededor de pantallas gigantes en plazas y parques, emocionadas por ver la boda Shizuka, en medio de la multitud, observaba la transmisión con una mezcla de emociones. Su corazón estaba lleno de felicidad por Nobita, pero también estaba destrozada al verlo unir su vida para siempre con otra persona. Sabía que Sophia era una mujer increíble y que se merecía toda la felicidad del mundo, pero no podía evitar sentir un profundo pesar por lo que podría haber sido.
Un año mas tarde la primera hija de Nobita y Sophia, la primera hija de los dos, llegó al mundo con una sonrisa radiante y unos ojos llenos de curiosidad. Era una niña hermosa, con una chispa de aventura en su mirada y una ternura que derretía los corazones de todos los que la conocían.
Después de mucho pensarlo y considerar la importancia de su herencia tanto en la superficie como en el reino de las sirenas, Nobita y Sophia decidieron llamar a su hija —Aqua—. Este nombre no solo representaba la conexión especial entre los dos mundos de su hija, sino que también simbolizaba la fuerza y la serenidad del agua que los rodeaba, recordándoles siempre su amor y sus lazos familiares.
La pequeña Aqua llenó la vida de sus padres con risas y alegría, trayendo una nueva luz a su hogar. En el reino de las sirenas, las celebraciones por su nacimiento continuaron durante días, con canciones y bailes que llenaban el aire de emoción y felicidad.
A medida que Aqua crecía, demostraba ser una niña curiosa y valiente, explorando los rincones de su hogar tanto en la superficie como en el reino de las sirenas. Nobita y Sophia la miraban con orgullo mientras descubría el mundo que la rodeaba, siempre protegida y amada por sus padres.
Y así, la princesa Aqua, con su nombre que resonaba con el poder y la belleza del agua, creció en un ambiente de amor y felicidad. Su presencia unía los dos mundos de su familia, recordándoles siempre la importancia del amor, la unidad y la aventura en sus vidas.
Pasaron los años y el tiempo trajo consigo cambios significativos para el grupo de amigos que una vez luchó juntos en la guerra. Luka y Luna, decidieron dedicarse al estudio y la exploración del espacio. Con su profundo conocimiento se convirtieron en científicos reconocidos. Su investigación llevó a descubrimientos sorprendentes sobre los misterios del cosmos, y sus nombres se volvieron sinónimo de excelencia en el campo de la astronomía.
Por otro lado, Flock y Sarah, quienes habían demostrado un talento excepcional durante la guerra, también se embarcaron en una carrera científica. Juntos se dedicaron a estudiar la naturaleza y a buscar soluciones para los desafíos ambientales que enfrentaba el mundo. Sus investigaciones los llevaron a convertirse en científicos ambientales reconocidos, comprometidos con la preservación y la protección del planeta.
Mientras que el resto, Shizuka trabaja con contadora, Gigante se hizo cargo de la tienda de sus padres, y Suneo se hizo cargo de la empresa de sus padres, mientras que Dekisugi lidero un movimiento para intentar que los cargos d ellos militares presos en la luna se redujeran algo que no llego a nada es mas ensucio su nombre por lo que a lo único que puedo aspirar es a ser cocinero en un McDonald.
Durante ese tiempo Doraemon regreso al futuro uno que debido a la unión de la humanidad ya no era tan lejano
El sol brillaba en lo alto del cielo, y la brisa marina traía consigo el sonido relajante de las olas rompiendo suavemente en la orilla. En la playa, los padres de Nobita, Undine y Sophia se encontraban disfrutando de un día tranquilo junto al mar. Se habían reunido para pasar tiempo juntos y recordar los momentos de felicidad que habían compartido a lo largo de los años.
Nobizuke y Tamako, los padres de Nobita, estaban sentados en la arena, construyendo un castillo de arena con risas y alegría. Undine y Sophia se encontraba sentadas disfrutando de un momento tranquilo.
Sophia, con una sonrisa radiante en su rostro, observaba a su hija Aqua de 10 años jugar en el agua. Aqua, con su cabello azul brillante y sus ojos negros llenos de curiosidad, saltaba de alegría mientras las olas acariciaban sus pies. Detrás de ella, Humiya, la de 15 años, la observaba con cariño cuidando de que no se hiciera daño.
— ¡Mamá, papá, miren lo que encontré! —exclamó Aqua emocionada, sosteniendo en sus manos una concha marina brillante.
— ¡Qué hermosa, Aqua! —respondió Sophia, acercándose para admirar la concha marina—. Parece un tesoro que el mar ha dejado para ti—
Nobita sonrió— hasta el mar te da regalos—dijo con una sonrisa mientras revolvía el cabello de su hija
Mientras tanto, Nobizuke y Tamako terminaron su castillo de arena y se unieron al grupo cerca del agua. Todos compartían risas y alegría mientras disfrutaban del hermoso día juntos.
— ¿Qué tal si vamos todos a dar un paseo por la playa? —propuso Undine, mirando a su alrededor con una sonrisa
El grupo estuvo de acuerdo, y así, con Aqua saltando emocionada adelante y Humiya caminando con elegancia a su lado, comenzaron a caminar por la suave arena de la playa. Nobizuke tomó la mano de Tamako, recordando los años en que habían sido jóvenes
Sophia y Nobita caminaban detrás, con una mirada de amor y gratitud en sus ojos. Habían pasado por tantos desafíos juntos, pero también habían encontrado tanto amor y felicidad en su camino.
El sonido de las olas y las risas de los niños llenaba el aire mientras caminaban, creando un ambiente de paz y armonía. El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y rosados mientras el día llegaba a su fin.
Finalmente, encontraron un lugar tranquilo para sentarse y observar el espectáculo de colores en el cielo. Aqua y Humiya jugaron juntas en la arena, creando castillos y dibujando formas con palos.
♥
Siglo XXII
Tamako sonrió mientras miraba las estatuas de Sophia y Nobita —hola queridos ancestros...hoy empiezo a trabajar nuevamente— dijo con una sonrisa mientras recordaba sus rostros —les prometo que hare que se sigan sintiendo orgullosos de mi—
Y fin.
Gracias, mil gracias a todos los que leyeron mi historia, gracias por lo cometarios realmente me alegraba el dia leerlos
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