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14- El espejo maldito


Veía una luz, al final de un pasillo, era brillante y se iba aclarando conforme el tiempo pasaba, al igual que sus alrededores.

Pronto la cada vez más potente luz llegó a encender el espacio en el que se encontraba, si podía llamarse así.

Era el interior de una casa, pero no la misma en la que se encontraba antes.

Esta era mucho más acogedora, casi le resultaba familiar.

Se encontraba en el porche de la casa, que daba a un precioso jardín. En él jugaban un padre y su hija, la elevaba en brazos, daba vueltas en el aire con ella y la pequeña no hacía más que reír.

Salió una mujer, la que supuso que era la madre de la niña, pero no pudo distinguir su silueta, era una mancha oscura y borrosa, al igual que el padre y la hija.

Solo escuchaba sus voces y risas, las cuales sentía que las conocía.

El lugar ante sus ojos volvió a cambiar, ahora no estaba en el jardín de una casa, se encontraba de nuevo en el espejo, atrapada en este, se veía a sí misma en el interior del cristal y en el pasillo de antes estaba su otro yo burlándose de ella.

Golpeó el cristal con todas sus fuerzas, su reflejo que antes se encontraba donde ella estaba encerrada ahora se alejaba por el pasillo atravesando la puerta pintada en la pared con la que antes se había chocado.

Después de eso todo volvió a sumirse en oscuridad.

Las luces parpadeaban, era un pasillo infinito que por más que corriese nunca llegaba al final, estaba en una especie de bucle. El suelo empezó a derretirse, pronto se volvió pantanoso, como arena movediza que empezó a hundirla, intentaba salir por todos sus medios, pero nada daba resultado.

Si se movía iba a peor, nadaba, pataleaba, saltaba intentando agarrarse de algún mueble del pasillo, pero esto no hacía más que empezar.

La arena poco a iba cubriendo su cuerpo, engulléndolo, y cuando ya llegaba a su cabeza y pensaba que se ahogaba el lugar ante ella volvió a cambiar.

Ahora estaba otra vez en el espejo, la arena la había tragado y escupido en una cajita de cristal que daba su reflejo manchado entero de barro.

La caja era formada por cuatro espejos muy estrechos que hacían de pared en la cual ella era prisionera.

Golpeó el espejo, no se rompía, repitió el golpe, nada, una vez más, en esta ocasión el reflejo tembló, como una ilusión óptica, y apareció otra vez la Emily de sonrisa macabra.

Enfurecida y asustada dio puñetazos al cristal con más ganas hasta hacer sus nudillos sangrar, la Emily malvada no hacía más que reír a carcajadas.

Estaba poniéndose muy nerviosa, y eso no era bueno. Sus niveles de estrés subían cada vez más.

Golpeó repetidas veces con furia el cristal hasta que un ligero crack se escuchó, seguido de más, pronto grietas empezaban a aparecer por todas partes.

El sonido del cristal rompiéndose la aturdió, todo calló encima suya haciéndole pequeñas heridas.

Era como un volcán explotando cristales, los cuales se incrustaban en su piel y cortaban esta.

Había logrado salir de su prisión, pero lo que la esperaba ahora era mucho peor.

El cristal ya se había roto pero se seguían escuchando crujidos por todas partes. Miró a su alrededor, se iban haciendo boquetes.

A pesar de que ya este roto y haya caído sobre ella daba la sensación de que aún quedaba más.

Corrió por un pasillo de espejos rompiéndose y estallando en mil pedazos, los cuales no tardaron en dañarla, el pasillo no tenía fin, parecía ser infinito.

Miró detrás suya, tampoco tenía final, había millones de espejos reflejando una chica asustada y sangrando por sus heridas.

Se sentía tonta, impotente, asustada, enfadada.

No podía controlar sus emociones al igual que no podía controlar lo que estaba sucediendo.

No había salida, las paredes estrechas se cerraban y cuando intentaba avanzar un millar de chicas iguales a ella lo hacían igual.

Al parecer ahora el juego había cambiado.

Ahora el espejo mostraba su reflejo multiplicado en millones de trozos rotos del cristal haciendo cada vez mayor el número de reflejos a medida que se rompían.

Era todo muy confuso.

Primero se metía en el espejo, luego veía a una familia y luego estaba metida en una caja de cristal que estallaba con ella dentro, se metía en un pasillo con cristales rotos por todas partes y ahora su reflejo malvado multiplicado la perseguía.

En todos los reflejos malvados estaba ella, aún con su sonrisa siniestra avanzando a la vez, en la misma dirección y acorralándola.

Gritó asustada cuando uno de los reflejos la cogió del brazo, a partir de ahí todas se abalanzaron cogiéndola de todas partes tirando de ella, arañándola, hasta que lograron tirarla al suelo y hacer una montaña encima suya, aplastándola.

Las manos tapaban su cara, ojos y boca haciendo que sus gritos se ahogaran, acabaron inmovilizándola, las manos estaban en todas partes, las sonrisas y miradas resaltaban entre la oscuridad, todos los reflejos con la misma mueca como si fueran muñecas inanimadas, la levantaron entre todas y la arrastraron sin saber a dónde, no veía nada.

Ella se resistió con todas sus fuerzas, pataleó, peleó, arañó, hasta mordió.

La llevaban arrastrándola por el suelo y ella en un intento desesperado arañó el suelo intentando librarse haciendo sangrar sus uñas en el proceso.

De repente un golpe seco se escuchó haciendo eco y las manos desaparecieron, las sonrisas y caras sin vida se esfumaron quedo únicamente una llave, una muy extraña, diferente a alguna que había conocido, una energía que nunca había visto desde que llegó.

Desprendía un fulgor dorado como el marco del espejo en el que estaba encerrada, y, como toda la magia que había visto en aquel mundo hasta ahora, la llave al igual que el espejo la llamaba, la susurraba cosas sin sentido.

Eran muchas voces, como le había pasado en la planta principal de esa extraña casa.

Todas a la vez, no se les entendía, pero las sentía susurrar en su oído, tan cerca suya que sentía su aliento en el cuello.

Era escalofriante.

"Emily", esa vez no fue la llave quien pronuncio su nombre, era una voz grave y preocupada.

Giró en su dirección encontrándose con Axel al final del pasillo oscuro, ella lo veía desde dentro del espejo, lo golpeaba una y otra vez con más frenesí, él no podía verla, miraba hacia el espejo y solo veía su propio reflejo.

En un parpadeo todo volvió a la normalidad.

Cuando volvió a mirar tras su espalda ya no estaba atrapada en el espejo que la había intentado matar, sino en el pasillo sin luz de antes, miró una vez más el espejo -ahora sin brillo- con desconfianza y se acercó al chico con cejas arrugadas y expresión de preocupación.

- ¿Dónde estabas? – parecía realmente asustado por ella.

La chica no hizo más que abrazarle ignorando su enfado de la mañana, pensaba que moriría por su propio reflejo, era algo que no quería repetir jamás.

Él correspondió su abrazo, envolvió su cuerpo en sus brazos confundido, era extraño viniendo de Emily, solo lo hacía cuando había pasado algo de verdad.

Se guardo sus comentarios sarcásticos para después y se quedaron un rato así, pero en cuanto se separaron la rubia lo primero que hizo fue alejarse de allí, pasaron por el pasillo esta vez con puerta, evito mirar cada espejo siniestro de este y se concentró en salir cuanto antes.

-No quiero volver aquí.

La miró unos instantes, estaba muy callada, ni siquiera le había dicho nada grosero, eso no era normal en ella.

No dijo nada, se limitó a coger su mano y largarse de ahí.

Su amigo le había tendido una trampa y Emily había salido perjudicada.

No sabía qué le había pasado, pero estaba seguro de que algo muy malo.

Se fueron de ahí lo antes posible, la chica seguía sin decir nada y él empezaba a preocuparse, miraba todo el rato al suelo, no respondía a sus tonterías con comentarios sarcásticos, no se fijaba en su entorno.

Era extraño.

Sacudió su mano frente a su cara y ella arrugo la nariz molesta, se veía adorable.

"Concéntrate Axel"

- ¿Qué pasa?

-Nada.

-Claro, y yo soy feo.

-Lo eres.

Se llevo una mano al pecho ofendido.

-Claro que no.

-No estés tan seguro.

-Te mueres por mí y lo sabes.

Ella por primera vez en todo el camino se giró para mirarle raro.

-Tu ego un día de estos va a tocar las nubes.

Él sonrió orgulloso, la había hecho reír un poco.

Aunque era para reírse de él.

Era un avance.

Llegaron a casa y pasaron allí el día, después de eso Emily dijo que no quería salir, él seguía sin saber qué había hecho que estuviera así, pero por mucho que preguntara no obtenía respuesta, prefirió no presionarla.

Si él no le contaba las cosas no podía pedir lo mismo de ella.

Le parecía justo.

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La persona que más comente será  a la que le dedique el próximo capítulo.

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