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Ignorando que el desconocido ahora llamado Adam estuviera al frente mío, atendí la llamada de mi hermano al instante.

— ¿Qué sucedió? —pregunté.

Nova, ¿sigues en el hospital? —preguntó Aaron desde la otra línea.

Parecía muy alarmado y había murmullos detrás de él, lo cual hacia que me pusiera mucho más nerviosa. Largué un suspiro tembloroso y contesté:

—Sí, estoy en el estacionamiento.

Genial, espéranos ahí —dijo.

Sabía que estaba por cortar la llamada cuando hablé.

— ¿Qué sucedió con papá? —pregunté.

Aaron suspiró cansado y la bocina del auto se escuchó detrás seguido de la sarta de insultos que por como escuché son de Luka. Miré a Adam para luego mirar hacia un costado.

Lo mismo de siempre —suspiró Aaron.

Corté la llamada y guardé mi teléfono. Tenía que esperarlos en la entrada, o mejor me quedó aquí y espero a papá.

— ¿Qué sucede? —preguntó.

Me volví a mirar al protagonista de esa voz. Adam me estaba viendo preocupado, parecía casi interesado en el tema, si es que ya no lo está. Aproveche para verlo mejor, tenía el cabello castaño despeinado y sus ojos verdes parecían cansados.

Me crucé de brazos. Tal vez no sea tan falso eso de una simple "casualidad".

—Mi padre —dije y miré mi teléfono—, nada importante. ¿Tú qué haces aquí?, y no me vengas con el pretexto de la casualidad.

—Vine a visitar a mi hermana —respondió—, te conté sobre ella la noche que nos conocimos.

Rodé los ojos frustrada.

—No recuerdo nada de esa noche.

—Lo sé.

Asentí convencida de su respuesta al momento en el que escuché el motor del auto de Luka. Caminé rápidamente hasta él encontrando a papá dentro desmayado. Eliminé el sentimiento de angustia y ayudé a mis hermanos a sacarlo del auto.

Me volteé a ver alrededor y Adam había desaparecido.

Llevaron a papá dentro del hospital entre Luka y Aaron y yo iba detrás de ellos nerviosa. Apenas entramos unas enfermeras se hicieron cargo de papá acostándolo en una camilla mientras les hacían preguntas a mis hermanos.

— ¿Cuándo se desmayó? —preguntó una enfermera alta.

— ¿Cómo vamos a saber eso? —mascullo Luka.

Le di una mirada de advertencia a lo que el rodó los ojos.

—Luka...

—Ni que tuviéramos un maldito cronómetro cada vez que se desmaya papá —se quejó.

Asentí aceptando ese hecho. Cada vez que le ocurre algo a papá estamos más nerviosos con la idea de que le ocurrió a pensar en cuanto tiempo pasa.

—Como hace media hora —respondió Aaron ignorando nuestra conversación.

Luego de un par de preguntas más, las enfermeras acompañadas de un doctor desaparecieron en una de las habitaciones. Nos quedamos en silencio, solo se escuchaban los pitidos a lo lejos y el murmullo de las personas.

Me dejé caer en una de las sillas de plástico incómodo y Luka se sentó a mi lado, por su parte, Aaron se quedó parado caminando de un lado al otro.

— ¿Le avisaron a mamá? —le pregunté a los dos.

—No, me avisaron los gemelos —respondió mamá entrando por el pasillo.

—Ma, ¿Y Germaine? —preguntó Luka.

—Esta con los gemelos y Jarek —respondió—, ¿les dijeron algo de su padre?.

Los tres negamos con la cabeza haciendo que mamá suspirara y se dejara caer en la silla a mi lado.

Pasó cerca de una hora donde no nos decían nada acerca de papá. Ya casi todos nos estábamos frustrando al ver que se hace de noche y que no volvimos a ver a papá desde que entró con los doctores a una sala.

Nos sumergimos en un silencio sepulcral hasta que Luka miró a los costados y se levantó. Los tres en la sala miramos a mi hermano como se acomodaba la ropa y luego el cabello.

— ¿Qué harás imbécil?.

Él me dedicó una sonrisa ladina y se volvió a acomodar su cabello castaño claro.

—Me encargaré de averiguar cómo está papá.

—Ya intentamos eso, idiota —se quejó Aaron pesadamente.

—Pero no a mi manera, honey —contestó Luka.

Los únicos tres en la sala vimos como Luka se acercó a la mesa de entrada donde está una enfermera joven atendiendo. De seguro está usando su estúpido encanto ya que la chica sonríe y mira en nuestra dirección. Mi hermano se apoya en recibidor y le regala una sonrisa baja bragas y le dice algo que no escuchamos causando que la chica se ría y niegue con la cabeza.

Suspire y miré a Aaron quien estaba sentado al frente nuestro y veía, al igual que todos, la escena que causaba nuestro hermano mayor con cierta atención.

— ¿Lo conseguirá? —pregunté.

—No lo creo, pero dejemos que lo intente —contestó Aaron con la vista fija.

Asentí y me encogí de hombros. Puede que lo consiga, Luka es conocido especialmente por saber ligar.

Observamos unos instantes más cuando la enfermera le dijo algo a Luka mientras anotaba, este asintió y recibió un pequeño pedazo de papel y sonrió, pero ese gesto era solo de cortesía. Una vez acabada su conversación caminó lento hacia nosotros.

— ¿Y qué te dijo hermano? —preguntó Aaron cruzándose de brazos.

Luka le entregó el papel con el ceño arrugado y Aaron lo aceptó confundido. Incluso me daba risa su expresión de fastidio de Luka cuando nuestro hermano abrió el papel.

— ¡¿Puedes creer que pidió tu número y no el mío?! —se quejó y se sentó a mi lado.

Aaron observó el pedazo de papel arrugado unos segundos para terminarlo guardando en el bolsillo de su pantalón.

—No tengas un ataque de diva ahora, Luka —advirtió mamá.

— ¿Cómo no quieres que lo tenga madre? —Se llevó la mano al pecho—, me siento rechazado.

Aaron rodó los ojos y yo no pude contenerme que suelto una escandalosa carcajada. Me callo al instante en el que mamá me da una mirada de advertencia.

—Y lo peor de todo —continuó Luka—, me rechazó por Aaron.

—No tengo la culpa de que la enfermera tenga buen gusto, hermano —respondió este levantando la vista de su teléfono.

Y hay que aceptarlo, en la familia Jones corren buenos genes, lo cual no haría que me sorprenda el hecho de que, al igual que Luka, Aaron también tenga atención por parte de la población femenina. Pero a diferencia de nuestro hermano mayor, Aaron no es tan mujeriego y se centra más en su estudio que en las chicas.

—En todo caso —corté el juego de miradas furiosas de mis hermanos—, ¿conseguiste algo acerca de papá?.

—Sí, le están haciendo los estudios de siempre y, según dice la enfermera, lo pasaran en un rato a una habitación —contestó Luka más serio.

Asentí ya un poco más calmada.

Nos quedamos los cuatro en silencio a la espera de poder ver a papá. Él hace tres años le detectaron a papá insuficiencia cardíaca, todos, absolutamente todos, tratamos de que se hiciera los tratamientos adecuados, y funcionó, solo un año y luego lo dejó alegando que no podíamos por nuestra situación económica la cual solo es una estúpida excusa. No es que seamos ricos pero tampoco es que estemos en la pobreza además que no nos molesta hacer ciertos recortes para su tratamiento, pero él se sigue negando haciendo que todos nos preocupemos el doble y mamá el triple.

Pasaron algunos minutos cuando el doctor Yenkins, el doctor de cabecera de papá, apareció.

— ¿La familia Jones? —llamó.

Los cuatro nos levantamos al instante de nuestros asientos y miramos al doctor para que continuara.

—Bueno, logramos estabilizar al paciente —dijo y miró algo en su portafolios y volvió la vista hacia nosotros—, pero les recuerdo que necesita un buen tratamiento.

—A eso ya lo sabemos —siseo mamá.

A ella no le caía tan bien el doctor de cabecera de papá. Ninguno de nosotros sabe la razón, pero no puede verlo sin evitar arrugar la nariz.

— ¿Ya podemos entrar a verlo? —preguntó Aaron cortando el silencio incómodo.

El doctor Yenkins asintió y luego de darle una última mirada a mamá desapareció por el pasillo. Sin esperar a que se fuera salimos casi trotando hasta la habitación de papá. Apenas entramos lo encontramos recostado en la cama blanca y con una vía intravenosa.

—Hola pa —saludé con una sonrisa.

Los cuatro entramos a la habitación y mamá se sentó al instante en la silla al lado de nuestro padre. Luka, Aaron y yo nos quedamos parados alrededor de la camilla.

Papá nos sonrió y se quiso mover. Cuando notó en el lugar donde estaba murmuró algo totalmente molesto.

—Hola niños —saludó—, ¿es completamente necesario estar con una aguja en mi brazo?.

Me reí y los tres asentimos haciendo que papá rodara los ojos casi frustrado. Mamá golpeó suavemente su cabeza pero su expresión parecía como si quisiera hacerlo de nuevo y mucho más fuerte.

—Es necesario Jones —reprochó mamá—, obviamente no lo sería si aceptaras hacer el tratamiento.

—Amor, solo tuve una recaída, no es tan serio como para un estúpido tratamiento.

Suspire viendo como nuestros padres discutían y crucé una mirada con mis hermanos. Mamá le repetía como siempre sobre el tratamiento y papá le contradecía diciendo que no necesitaba tal. Quiero mucho a papá pero sé en estos casos que él no tenía razón.

***

Me quedé con mamá en el hospital y mis hermanos volvieron a casa para vigilar a Jarek, los gemelos y a Germaine, o en todo caso, Aaron trataría de controlarlos y Luka le llevaría la contra.

Veía desde la punta de la cama a papá mientras me hablaba sobre unos nuevos modelos de autos cuando la misma enfermera que Luka intento ligar hace una hora atrás ingresó a la habitación con una sonrisa amable y el doctor Yenkins aparecía detrás de esta haciendo que mamá bufara.

—Venimos para un pequeño control, señor Jones —explicó la enfermera mientras se acercaba.

Papá asintió mientras se acomodaba en la cama. Mamá estaba por refutar algo cuando el doctor Yenkins nos volteó a ver y habló.

—Necesitaríamos que salieran de la sala.

Mamá estaba por quejarse cuando la tomé suavemente del brazo y papá le hizo un gesto con la cabeza.

Salimos de la habitación cerrando la puerta detrás de mí. Una vez que nos sentamos en las sillas negras incómodas mamá bufo y miraba hacia un punto fijo de la pared que nos separa de papá con cierta rabia y enojo.

—No entiendo el porqué de tu odio hacia el doctor, mamá —me encogí de hombros—. Pero creo que papá está bien con él.

— ¿Acaso no lo ves, Ivanova? Es un hombre arrogante —se quejó y suspiró—, pero no estoy enojada y mucho menos por eso.

— ¿Entonces...? —pregunté.

Me volteo a verla esperando alguna respuesta coherente. Mamá miró a los costados como si nos estuvieran espiando hasta que por fin me vio.

—Sabes que las cosas no están tan bien últimamente, Nova —explicó mamá—. Este mes no estamos tan bien que digamos y no sé si llegaremos a poder darnos el lujo de pagar esto del hospital.

Suspire y asentí. Entendía bien la situación económica por la que mis padres estaban pasando, no es que estemos en la pobreza extrema, pero últimamente no hemos podido darnos algún lujo y no creo que eso pueda pasar en algunos meses más. ¿Me preocupaba? Obviamente, tanto Jarek, Aaron, Luka como yo buscamos algún trabajo de medio tiempo para ayudar en casa. Sé que se vienen tiempos difíciles, pero también tengo conciencia de que podremos salir de ellos fácilmente. Es cuestión de algo de pocos meses, espero.

—Sé por lo que están pasando mamá —fue lo primero que dije—, pero estoy muy segura de que saldremos de esto.

Mamá me miró y me regaló una sonrisa para pasar un brazo por mis hombros y me atrajo a ella.

— ¿En qué momento creciste tanto? —dijo y nos reímos.

El doctor Yenkins salió y nos separamos para verlo. Este asintió para luego ver a mamá por unos segundos y luego irse. Lo seguí con la mirada hasta que desapareció por la esquina del pasillo.

Compartí una mirada con mamá para luego levantarnos y adentrarnos en la habitación de papá.

Busqué una silla y me senté al otro lado de la cama y él me vio con una sonrisa cargada de cansancio.

—Hola niña —saludó con voz ronca.

Lo tomé de la mano y le regalé una sonrisa.

—Que susto nos diste pa —me reí.

—Si niña —contestó papá—, lo siento, quería hacer una cena para ti y para tus hermanos antes de que volvieran a la universidad.

Le sonreí. Me había olvidado de la universidad y de la tradición. Papá siempre hace una comida distinta cada año, el último día del verano, tanto para mí como para Aaron y Luka antes de irnos a Berkeley. Él dice que le gusta comer en familia antes de que cada uno ya vaya tomando su camino.

—No importa pa —dije jugando con sus dedos—, tu salud es mucho más importante, ¡¿quién más nos haría las comidas cada año?!.

Él se rió débilmente para luego toser. Mamá se puso a hablar con papá acerca de las locuras de Germaine con solo dos años de edad. Aprovechando esto, aproveche para salir a buscar algo para comer.

Caminé por los pasillos en total silencio hasta que llegué al subsuelo donde quedaba la cafetería. Ahí pedí dos cafés y me apoyé en la barra sin notar que alguien me observaba fijo.

Los dos cafés salieron y el cantinero me los entregó y yo pagué. Alguien se acercó haciendo que me sobresaltara teniendo que hacer malabares al instante para que no se cayeran. La persona que me sobresalto me ayudó e impidió que uno de los café se cayera.

—Lo siento, no quería asustarte —se disculpó nada más ni nada menos que Adam.

Lo miré confundida unos instantes para luego sonreírle de cortesía. No podía insultarlo, se había disculpado y salvo mi preciado café.

—No importa —sonreí—. Pensé que ya te habías ido.

—Pensé lo mismo, Cenicienta —sonrió de vuelta.

Algo irreconocible creció en mi estómago y se alojó en mi pecho. Genial, Adam causaba ese raro efecto en mí, además de que todavía está la duda de si yo soy la verdadera cenicienta.

Aunque ahora todo guía a que si...

Abrí la boca para agregar algo más cuando noté que alguien entró casi corriendo a la cafetería quien al instante reconocí como mi madre

Ella me miró con preocupación y solo le bastó cinco palabras para que me alertara.

—Nova, tu padre tuvo otra recaída.

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Espero que les haya gustado el capítulo estrellitaas 🌟

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