Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❈•≪21. Al día siguiente≫•❈

Hongjoong suspiró y sobre su cama rodó, bostezó y cuando un extraño pinchazo sintió en su vejiga, supo que era momento de levantarse, necesitaba usar el baño. Con rapidez se quitó las sábanas de encima y se levantó con brusquedad, apenas sus pies hicieron contacto con el frío suelo, cayó.

Sus piernas temblaban y un extraño como nada agradable dolor nacía en la parte baja de su espalda, en su trasero más precisamente. Gruñó y una de sus manos colocó sobre el colchón, tras respirar hondo, se impulsó, consiguiendo sentarse en la suave superficie.

Notando así, varias cosas que, ridículamente, había ignorado. Bueno no, que le fueron desapercibidas. El jodido dolor en su espalda baja, fue el primero. El que se encontrara completamente desnudo, el segundo. Y la ausencia de Mingi, el tercero. Como también recordó que era viernes y tenía que ir a clases.

Gruñó por segunda vez y con sus ojos, buscó su ropa interior. No estaba lejos, aún así y teniendo aquel dolor, le parecía lejana. Resopló y se forzó a ir por ella, tomándola entre quejidos y de manera torpe como ardua, consiguió colocársela.

Miró hacia el buró que junto a su cama tenía, en busca de su móvil y para su suerte, allí yacía. Pero para su sorpresa también habían más cosas; un vaso de café, tal vez, no sabía. Unos panecillos, una nota doblada y una pastilla. Con su ceño fruncido, se acercó, tomando la nota.

"Me fui a eso de las 7, siento por no avisarte pero, estabas durmiendo y tenía que hacerlo, mi madre llamó y bueno, fue inevitable. Antes de realmente irme, te compré un café, panecillos y volví. ¡Ah!, tienes una pastilla para el dolor. Nos vemos en clases, si despiertas y vas, claro".

Minky^^.

Hongjoong se alarmó, pensando en que, si el menor se fue a eso de las siete y él acababa de despertar, no podía ser temprano en la mañana como esperaba que fuera.

Ansioso tomó su móvil y lo encendió, 8:45 am, ¡llevaba casi dos horas de retraso!, palideció y trastabilló, iba muy tarde, ¡más que tarde!

Dejó la nota sobre el mueble y tomó la pastilla, tragándosela sin mucho cuidado, tambaleante y crispado, fue por su uniforme, desesperado corrió (realmente no, caminó) hacia el baño. Encerrándose en éste y abriendo la llave con rapidez, quitándose la única prenda que poseía. No se lavaría el cabello, era demasiado tarde como para hacerlo, se agradecía por siempre organizar su mochila el día antes. Ahora no había tiempo que pudiese gastar.

Duchado y rogando, para sus adentros, que la pastilla haga un efecto más inmediato, salió. Hosco y torpe, se vistió. Volvió a su habitación y tomó su mochila, la abrió y en ella guardó la bolsa con los panecillos, la cerró, tomó su móvil y el café. Tras cerciorarse de que nada le faltaba, corrió (otra vez, no, caminó) por el pasillo de siempre hacia la sala.

Suspiró y sus labios torció, con cada paso que daba, por más suave y cuidado que fuera, su dolor punzaba. Haciéndose notar.

—Maldito sea yo y...

—¿Por qué cojeas?— asustado y ahogando un grito, Hongjoong se volteó, su madre salía de la cocina, ceja enarcada y taza en mano. Inquisitiva—. ¿Te pasó algo?

Sus mejillas ardieron, por supuesto que le había pasado algo y aunque en el momento fue placentero, sumamente excitante, el después era una mierda. Se sentía como una al menos para él.

—Sí, bueno... umh, me caí y creo que me torcí el tobillo.— murmuró con nerviosismo, endeble.

Sonhee frunció su ceño y ladeó su rostro, escéptica—. ¿Saliste anoche?

—No, camino a mi habitación.— y Hongjoong supo que su madre no le creyó, tenía aquella mirada tan suya, analítica—. Voy tarde.— pronunció poco después, viendo hacia la puerta.

—Como sea, saluda a Mingi.

—Sí, adiós... espera, ¿Mingi?

La mujer alzó la taza y cubrió sus sonrientes labios con ella, asintiendo—. Me refiero a si lo ves, también a Seonghwa.

No respondió y desconfiado fue hasta la entrada, una pequeña bola de incertidumbre se había formado en su estómago, su madre había sonado y lucido muy sospechosa para él, como si hubiese pronunciado aquellas palabras con un doble sentido que él, tontamente, no podía comprender.

Era muy sospechoso, demasiado para su gusto.

Su cabeza meneó y se dejó caer en el suelo, mala idea, pésima de hecho.

Había olvidado su, no muy ligera molestia, por lo que, ante su descuidado sentar, ésta punzó. Se intensificó. Presente. El pelinegro apretó sus dientes y siseó, para luego maldecir. Cuestionándose por qué iba a clases siquiera.

«Era viernes y llevo dos horas de retraso, pero claro, tengo que ser responsable. Mierda».

⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫

Lo más difícil para Hongjoong no fue disculparse con el profesor de turno por llegar tarde, ni oír su poco cordial discurso sobre la responsabilidad y las obligaciones que, como un supuesto aplicado estudiante, tenía. Las interesadas y curiosas miradas de sus compañeros sobre él, tampoco le fueron muy difíciles de soportar.

No fueron nada.

Lo más complejo para él fue caminar con normalidad, aparentar que todo estaba bien, como debía de estar y que, en realidad, no tenía un punzante y molesto dolor en su trasero causado por haberse acostado con un caliente y atractivo chico.

¿Y sentarse?, bueno, eso le significó un martirio. Puesto a que, apenas tocó el asiento, su rostro se desfiguró en una mueca como el ardor le azotó, enrojeció y su labio inferior mordió. Quería llorar sin realmente querer hacerlo.

«Voy a matarlo en cuanto lo vea».

—¿Estás bien?— preocupado, Lee murmuró.

No respondió, su voz no quería salir y estaba seguro que, de hacerlo, sería aguda, por lo que asintió. Tampoco se forzó a sonreír de manera convincente, puesto a que, es lo que menos conseguiría.

—¿Seguro?, no luces bien...

—Seguro.— insistió sin verle, respirando hondo—. Tranquilo.

Lee seguía sin creerle, lo sabía y no le importaba. Es lo que menos le importaba en ese momento.

Las siguientes dos horas de clases, Hongjoong no pudo prestar atención, y lo intentó, poco y de manera vaga, pero lo intentó.

Su mente se negaba a procesar o retener las palabras de aquel hombre frente a él, era como en las caricaturas que en algún tiempo lejano vio, las palabras entraban por una oreja como salían por la otra, no quedando nada. Sólo vacío. Silencio.

Él mismo se encontraba fundido y poco funcional, incompetente. Por suerte su dolor había cesado considerablemente, ¿aún lo sentía?, sí, pero en menor levedad y eso era bueno. Sensacional. Y aunque se bebió el café que Mingi le compró, cabe señalar que su sabor era exquisito y el agregado de canela, perfecto. No fue lo suficientemente potente como para despabilarle, puesto a que, sus ganas de acurrucarse en los firmes y suaves brazos de Morfeo, eran mayores. Persistentes.

Bostezó y el puente de su nariz masajeó, antes de que siquiera pensara en hacer el amague de cerrar sus ojos por unos segundos, la campana sonó. Fuerte y clara, ruidosa. Sobresaltándole.

Suspiró y se hizo hacia atrás en su asiento, cerrando su no usado cuaderno, viendo a sus compañeros levantarse y marchar fuera, alegres y activos, todo lo contrario a él. Meneó su cabeza y sacó su móvil, yendo a su contacto más recurrente.

Hongjoong
¿Viniste? ¿estás en clases?
Ven a mi salón, por favor~.

11:27 am.

Guardó el aparato y su rostro restregó, realmente no había un motivo del porqué quisiera que el pelirrojo fuera a su salón, no tenía algo para decirle o reclamarle, sólo... ¿quería verle?

«Fantástico, lo que me faltaba».

—¿Por qué luces como si alguien te hubiera dado una mala noticia?

Tras que un horrorizado grito abandonase su garganta y un ligero brinco diese en su asiento, Hongjoong se volteó, viendo con grandes ojos a su castaño compañero mientras colocaba una de sus manos sobre su pecho, sintiendo las desbocadas palpitaciones de su agitado corazón.

—¿No te habías ido?— cuestionó en un agudo tono.

Lee ríe y niega con suavidad—. Nunca me moví. Siento haberte impresionado.

—Es mi culpa, estoy algo distraído.— menciona tras realizar un suave ademán con su mano izquierda, restándole importancia.

—Últimamente lo estás.— concuerda con un ligero asentir, sonriendo y viéndole con mayor detenimiento—. Tengo curiosidad por saber algo, ¿Mingi sigue ayudándote a estudiar?, son pocas las ocasiones en que los he visto juntos y bueno, como ya mencioné, tengo curiosidad.

—¿Por qué algo como eso te genera curiosidad?— inquiere con su ceja izquierda, levemente, enarcada.

—Son pocas, realmente, escasas las veces que lo he visto almorzando con ustedes.— responde tras escogerse de hombros.

Y de las diversas cajas y muebles que Hongjoong en su mente tiene para organizar sus ideas y recuerdos, una brilla y es abierta. Aquella que contenía un sólo recuerdo, o mejor dicho, una fugaz idea que, tiempo atrás, surcó su mente.

Aquella vaga idea de que, tal vez y sólo tal vez, el interés que Lee mostraba sobre conocer aspectos de Mingi, tales como, de qué solían conversar, qué solían hacer cuando estaban juntos, o qué hacía éste cuando no lo estaban, podrían deberse por un interés, romántico o sexual, que hacia éste tiene.

Aquella idea había vuelto a él. Y no le gustaba. Inconscientemente, arrugó su ceño y frunció las comisuras de sus labios, disgustado.

—Tiene amigos y cosas que le mantienen ocupado, entretenido.— murmura poco después, escogiéndose de hombros y empleando un tono neutro, impersonal.

Lee sonríe y estira su brazo, atrapando entre sus dedos el cuello de la camisa de Hongjoong, tirando de éste hasta bajarlo un poco, dejando a la vista aquellas frescas y moradas marcas.

—Sin dudas que se entretienen demasiado, ¿eh?

Abrupto aparta la mano contraria, volviendo a acomodar el cuello de su camisa, desconcertado—. ¿Qué...? ¿Qué estás insinuando?

—Nada.— susurra en un falso tono de inocencia—. Una vez los vi salir del salón disfuncional, de ese que pocas veces es usado por sus desperfectos— murmura mientras, momentáneamente, arruga su ceño. Recordando—. El salón 5, sus apariencias..., ¿cómo decirlo?, eran bastante reveladoras.

—¿A dónde quieres llegar?— masculla crispado y algo confundido, no comprendiendo la actitud de su compañero.

—Toda esa introducción tiene un propósito, ¿eres gay?— en un pasado, Hongjoong, hubiese negado con rapidez, afirmado que no era gay, incluso, hasta insultaría a Lee por traer a colación algo que, según él, ya había sido aclarado. Pero ahora, estando allí sentado y siendo viernes, encontraba aquellos actuares inútiles, poco apropiados—. ¿No lo sabes?, luces trastornado.

Y el pelinegro suspiró y su cabeza meneó—. No lo sé.

—Es lo que quería saber.— suavemente murmura Lee, palmeando su hombro—. ¿Qué tal si te beso?, digo, para sacarte de dudas.

Hongjoong expande sus orbes al, repentinamente, tener la presencia de Lee muy cerca de su cuerpo, invasivamente sobre él. Enrojece y sus labios separa, queriendo pronunciar una clara negativa pero se encuentra tan nervioso y sorprendido que, nada sale.

Ya se había fijado una vez en Lee, en su apariencia y en todo él, concluyendo que no estaba mal. Es decir, tenía lindas facciones y se lo podría considerar un chico lindo pero no, definitivamente no.

Lee no le provocaba nada, en ningún sentido.

Habían tres razones por las que no besaría a Lee, aunque fuera experimental, para comprobar si otros chicos podrían revolucionar sus sentidos como Mingi lo hacía. Aunque fuera para "sacarle" de dudas con respecto a su sexualidad. No se besaría con él

Primero, porque no le atraía ni le gustaba ni un poco. Segundo, si bien entre él y Mingi no existía nada, una no relación como tiempo atrás Seonghwa dijo, extrañamente y sin ser dicho por alguno, se tenían una peculiar fidelidad, el pelirrojo no mostraba interés por nadie ni coqueteaba con nadie que no fuera él y bueno, a él no se le ocurría hacer nada con alguien diferente.

¿Y tercero?, en su mente sólo estaba Mingi, quien le crispaba de la misma forma que le excitaba, con quien había hecho cosas que nunca imaginó hacer, quien le gustaba.

Hongjoong colocó su mano en el pecho ajeno y se hizo hacia atrás—. Lo siento pero, umh, no. Paso.— exclamó y su cabeza meneó—. Me gusta Mingi.

Prefería estar en aquella interminable duda entre, si realmente era gay o si simple, y llanamente, le gustaba Mingi. No los chicos en general, sino Mingi, aunque fuera uno.

Lee asintió y se apartó—. De las veces que me insinué a ti, esta es la más directa y la más desastrosa, no me esperaba a ser rechazado porque, resulta, te gusta otro chico, siempre creí que eras heterosexual.

«Espera un segundo, un jodido segundo, ¿le gusto a Lee?... ¿no le gustaba Mingi?».

—Pe-Pero... Mingi..., ¿no te gustaba?

Lee carcajea y se levanta, meneando su cabeza con diversión—. Claro que no, ni siquiera me agrada, ¿por qué me gustaría?, es atractivo, sí. Pero prefiero... otro tipo de chicos.

Hongjoong no responde, no sabe qué decir y tampoco puede exclamar que le alegra, extrañamente, oír aquello. Simplemente ve a su compañero salir, suspira y su rostro restriega, hundiéndose en su asiento.

Estaba desconcertado, aliviado y algo desorientado. Jamás pensó que podría gustarle a Lee, o a un chico siquiera,y aunque quiere analizar la situación con propiedad, siente que no debe hacerlo por lo que, menea su cabeza. Deshaciéndose de cualquier incógnita innecesaria.

Realmente no había nada que analizar, nada en lo que pensar.

Se agacha y de su mochila, saca la bolsa con los panecillos, viéndolos con brevedad para tomar cualquiera y llevárselo a la boca, sus ojos se agrandan con ligereza y su garganta emite un pequeño quejido, complacido. Tiene relleno.

—¿Sabe bien?

Aunque Hongjoong brinca en su asiento, sorprendido, no es la razón principal por la que, ferviente, su corazón comienza a galopar dentro de su pecho.

—Sabe bien.— asegura tras virar su rostro y fijar sus castaños ojos en los contrarios—. Pensé que no vendrías.

—Estaba desayunando cuando mandaste el mensaje.— responde y, tranquilamente, toma asiento a su lado.

El pelinegro frunce su ceño y da otro mordisco al panecillo—. ¿Desayunando? pero si..., aguarda, ¿estabas durmiendo?— cuestiona con incredulidad, recibiendo un asentimiento—. Pero si te fuiste de mi casa a las 7, ¿cómo te dormiste?

—Me duché y recosté en mi cama unos segundos.

—Unos segundos que se hicieron horas.— corrige el de blanca tez con desaprobación, ignorando la risa contraria.

—¿Qué tal te sientes?— inquiere el pelirrojo con suavidad y notoria curiosidad.

—¿Con respecto a...? Oh, ya— su rostro arde y su mirada rehuye de la ajena—. La pastilla cumplió su función.— masculla en un bajo tono, torpe. Avergonzado.

—Bien. No sabía si te gustaba el café por eso el agregado de canela...

—Sabía bien— asegura como interrumpe—, ¿por qué actúas raro?— cuestiona mientras se voltea, abiertamente, viéndole.

Mingi ladea su rostro y niega—. No est...

—Lo estás.— corta al instante, tragando los restos del pan en su boca—. Luces ¿nervioso?— duda y su cabeza menea—. Inquieto.— corrige más firmemente—. ¿Por qué?

—Quiero tocarte.— confiesa tras encogerse de hombros. Hongjoong se voltea con rapidez, brusco y se lleva otro panecillo a la boca. No respondiendo. Mingi suspira—. ¿Querías verme por algo en especial?

«Invéntate algo, vamos, pero no metas la pata».

Hongjoong se levanta, sorprendiendo al chico a su lado por lo abrupto e inesperado de su actuar, y aún más sorprendido se muestra cuando, con aparente calma y naturalidad, aparta la mesa unos pocos centímetros para así, poder tomar asiento, cómodamente, sobre sus piernas. Su rostro no se incendia ni arde, como normalmente haría, su mirada no se encuentra fija en algún otro sitio, sino en sus ojos. Firme. Confiado.

—Ah.— pronuncia mientras coloca una mitad de su segundo panecillo frente a sus regordetes labios, queriendo dárselo—. Di 'ah'.

Mingi obedece y abre la boca, recibiendo aquel dulce pan con suavidad—. Supongo que no quieres decirme.— murmura a la vez que mastica y sus manos coloca en las caderas impropias.

—Supones bien.

—Tampoco me estoy quejando.— asegura con una pícara sonrisa, riendo ante el rodar de ojos contrarios.

—¿Querías tocarme, no?— cuestiona con su ceja enarcada.

—No es lo que tenía en mente.— objeta con diversión.

—Hazlo como tenías en mente, entonces.

Y Mingi no piensa mucho en ello ni demora en actuar como Hongjoong no se resiste.

El chico de dorada tez coloca su gran mano en la nuca contraria, tirando de ése hasta que sus labios colisionen, y lo hacen, toscamente. Pero ninguno se queja, porque les gusta.

Sus bocas se abren a la contraria de la misma forma que se entregan, explorando cada área y rincón con devoción y fervor, aunque ya lo hubieran hecho anteriormente, era una tarea que no les cansaba ni aburría. En lo absoluto. Y el dulce toque otorgado por el pan, hacía todo aún más placentero y memorable para ambos.

Cuando la necesidad por respirar se les hace presente e innegable, tienen que apartarse, no sin antes Hongjoong, clavar, sutilmente, sus dientes en el labio inferior de Mingi, tirando de éste con extremada suavidad y lentitud. Sintiéndose satisfecho ante el notorio gruñido que el pelirrojo no evitó que en su garganta sonara, claro y vibrante.

Mingi estaba más que fascinado, y su frenético corazón le daba la razón. Ciegamente.

—Así sólo haces que quiera tener, ahora mismo, sexo contigo.

Hongjoong se quema, y granates banderas se posan en sus blancas mejillas, delatoras—. Pervertido.

Mingi se ríe y sonríe de manera torcida—. No tienes idea.

Y el mayor de ambos se convence, o quizá se miente, pero se repite tantas veces que su dongsaeng está jugando y que, realmente, no tendría sexo con él en su salón, con la campana a punto de sonar, porque no era un pervertido como él insinuaba que era.

Y las palabras ya no fluyen porque, honestamente, no son necesarias. El silencio los envuelve y es tan agradable como cálido, por lo que ninguno hace amago de romperlo.

Hongjoong se mantiene sobre las piernas de Mingi mientras termina de comer los panecillos que aún le quedan y, de vez en cuando, alimenta a su menor con alguna considerable porción. Éste le observa atentamente mientras él mantiene sus ojos clavados en su cubierto y fuerte pecho, intimidado como avergonzado.

El momento que se encontraban compartiendo era demasiado cálido y, peculiarmente, íntimo.

«Necesito hablar con Seonghwa».






💜~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro