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Capítulo dos:


Has de entender que todo lo que hago es porque te quiero.


Roslindale era un lugar sencillo dentro de la opulencia de una gran ciudad como Boston. Así lo hacía ver la arquitectura dispareja de sus casas, los murales pintados por artistas callejeros y el hecho de que todos se conocieran. Estas tres características a su vez le daba el aspecto de pueblo. 

No estaba considerado como uno de los mejores barrios para vivir pero, por lo menos, la delincuencia no se había desatado tan ferozmente como en otras partes de la ciudad. Vivíamos tranquilos, pues como los mismos residentes solían decir: era gente buena. Sin embargo, dentro de una pequeña o gran sociedad siempre habrá escorias queriendo corromper el progreso y Roslindale no escapaba de ello, porque lo cierto es que en el mundo hay tanta mierda regada que así limpiaras quedarían rastros de ella. Demasiadas personas aparentando ser ovejas cuando son simples lobos con lana como disfraz.

Cuán hermoso sería poder ver los corazones de las personas, así sabríamos a qué atenernos con ellas y no nos sorprenderíamos ante los hechos que hacen a escondidas de los demás. Lo digo porque me he llevado una sorpresa al pasar por una calle y ver a las dos hijas del hombre a quien la mayoría consideran recto maltratando a la hija de, como todos la conocen, la chismosa —una mujer que está pendiente de la vida de los demás y descuida la de su familia. Rachel, así se llama la chica, llora y asiente a algo que no logro escuchar mientras las otras dos la amenazan.

Lo que más deseaba luego de un tedioso día de universidad era descansar, por lo mismo no intervengo y decido caminar los pocos kilómetros que me faltan para llegar a casa.

Suspiro.

Es cierto que la puedo defender hoy, pero mañana no estaré para hacerlo y entonces todo se pondrá peor. Todo acabará cuando ella entienda que no es menos que nadie y se valore como lo que es, una persona igual de valiosa que las demás.

Detengo mis pasos al observar a la madre de la chica sentada frente a su casa conversando demasiado relajada con otras vecinas, mientras su hija seguramente estaba siendo golpeada.

— Oh, las hijas del señor Rupert son todo un amor— las otras asienten.

Y yo quiero reír por ese comentario. Estaban hablando precisamente de las dos chicas que acababa de ver, pero no podía culparlas cuando hasta hace minutos atrás también creía en su bondad fingida.

— ¡Hola, Brad!— saluda al verme — ¿Vienes de la universidad?

— Correcto.

— Oh, además de ser una excelente nieta eres una chica tan responsable con sus estudios — le sonrío por educación.

Pero es cuestión de asentir y darle la espalda cuando está hablando mal de mí. O para ser más preciso, de mi madre. La relación con esta no es la mejor, pero el hecho de que mi madre le haya fallado a mi padre y a mí no le concernía a nadie más que a nosotros. 

— ¿Por qué mejor no se calla y va ayudar a su hija que en estos momentos ha de estar siendo golpeada por las dos chicas que está idolatrando?

Vale mierda faltarle el respeto a una persona mayor porque ella no se lo merece.

— ¿Qué estás diciendo? Mi hija ha de estar en el instituto.

— Entonces supongo que fue a su clon a quien vi en el callejón del vecindario.

— Les dije que esas chicas no eran buenas— es lo que dice a las demás y no le da importancia a lo verdaderamente importante — .Sabía que esas caras de moscas muertas que tienen... —dejo de escuchar y sigo mi camino.

Vaya madre. Lo más probable es que al ver que su propia familia no le da el trato que merece es que la chica no ha encontrado su lugar en el mundo. La compadecía, con esa familia ya yo hubiera echado a correr y alejado de ella.

A veces me parece injusto que algunas personas se le haya dado el privilegio de tener hijos cuando no lo merecían y a otras se le haya negado uno cuando se merecían hasta el mundo.

Es cuestión de minutos para llegar a mi hogar y quedarme viendo como una tonta sus alrededores. Para tres personas resultaba ser demasiado grande, demasiado ilógica y muy poco artística pero, no obstante, había buenos gustos en la forma en que Ellen, mi tía, terminó decorándola en un estilo minimalista y elegante.

Me preparo unos sándwiches y subo a mi habitación.

* * *


— Vaya — la voz de Hannah cerca de mi oído me asusta. La miro con sus ojos en la computadora y una sonrisa de burla—, no puedo creer que estés stalkeando el Facebook de Sean para ver qué publica. Me has decepcionado, Brad.

— ¿Cómo entraste?— cuestiono.

Ella en serio se tomó lo que le dije de que estaba en su casa la primera vez que vino, porque no duda en quitarse sus zapatos, prender la tv y lanzarse en mi cama.

— Por la puerta— dice sonriendo hacia a mí.

— No seas idiota, me refiero a que no sentí tus pasos o cuándo abriste la puerta.

— Eso es porque estabas concentrada en asesinar a Elvira con la mirada. 

Llevo mis ojos nuevamente hacia la computadora y ahí sigue lo que estaba viendo antes de que Hannah llegara.

— ¿Puedes creer que la maldita se haya atrevido a postear una foto de ella agarrándole el trasero a mi Sean?— pregunto empuñando mis manos como si fuese a conseguir algo con ello. Estúpido — ¡Que sin vergüenza! Lo peor es el encabezado, escucha: Todo lo que me como por las noches. Eso es como una indirecta para mí, solo faltó etiquetarme.

Eso no logra molestarme tanto como recordar que desde el día en que decidí pegar un balón en la cara de la chica ellos se fueron de vacaciones a alguna parte de América del sur.  Tal vez Colombia, Venezuela o Brasil, no lo recuerdo con exactitud.

— Bueno, qué iba a saber ella que te la ibas a pasar investigando el Facebook de su novio.

— No es el de Sean, es el de ella — aclaro —. La muy atrevida se atrevió a enviarme una solicitud de amistad. No pude creerme que fuera ella y por eso entré para ver si se trataba de la misma Elvira y joder que sí. Me parece realmente jodido que haya hecho eso cuando sabe que me gusta su novio.

— Yo voto porque la aceptes y luego la bloquees.

— Esto no es una democracia — inquiero, pero solo obtengo una sacudida de hombros de su parte —. Además, no quiero tener mierda en mi Facebook.

— Como quieras.

La miro escribiendo algo en su teléfono y niego con la cabeza.

Seguramente le escribe a su novio, a quien conocí hace como dos semanas. No es un mal tipo, pero no termina de convencerme porque cuando él había empezado a disfrutar de los placeres de la vida ahora era que mi amiga comenzaba a gatear. 

No era un vejestorio precisamente, de hecho se conservaba bien, pero en unos cuantos años más el pobre estaría masticando el agua.  Calculo que le lleva por lo menos treinta años de edad y muchas arrugas que no van bien con su belleza, porque vaya que Hannah era hermosa. 

No sé si es por el hecho de que es mi amiga y es obligatorio que me parezca de esa manera, pero consideraba que con sus expresivos ojos verdes, su fino rostro y las buenas curvas que se gastaba podía tener a sus pies a cualquier hombre y no a quien dentro de poco parecerá a la momia de Ramsés II. Pero eran sus gustos y los respetaba.

— Hablando de la foto ¿crees que debería reaccionar con un me divierte o un me enoja?

— Un me entristece estaría mejor — Ignoro su comentario.

Decido cerrar sesión para dejar de martirizarme y a cambio abro el documento de Word donde se halla el trabajo que debería enviarle por correo a un profesor. 

— Me gusta tu habitación— mi vista viaja por el lugar y termino asintiendo.

Mi habitación era grande, mucho a decir verdad. Las paredes son blancas a excepción de la color vino que se encuentra frente de la puerta. La cama se halla en el centro de dicha pared y un poco más arriba de ésta una pequeña estantería de pared donde estaban todos los libros que se ha encargado Vanessa de prestarme; a lado izquierdo una sencilla mesita de noche donde reposaba una lámpara, y el closet en un espacio algo separado de la misma; a lado derecho estaba la computadora frente a un delgado pero alto ventanal que me permitía ver hacia la habitación de Sean y un mediano tocador; en una de las esquinas estaba el baño y en la otra una mesa con el plasma. El resto era espacio vacío por donde a veces me daba por desfilar tal cual miss en Miss Universo.

— Tal vez le diga a Ellen que decore la mía— sigue con su mirada perdida en aquel aparato—. ¿Tú que opinas?

— Que deberías ser educada y mirarme mientras preguntas  — la escucho resoplar mas no dice nada —. Con respecto a tu pregunta, ya sabes que mi tía dejó de hacer eso y ahora está enfocada en la pequeña cafetería que piensa montar.

— Cuánto talento desperdiciado.

Le doy la razón. Sin embargo, estaba de acuerdo con la decisión de mi tía de dejar de decorar interiores, porque aunque amara lo que hacía también le dolía el hecho de recordar que por medio de ese trabajo conoció a quien ella suponía era el amor de su vida pero en realidad fue su más grande error. 

— Hablando en serio, no sé qué le ves a ese chico — habla luego de unos minutos y sé que empezará a enumerar los puntos por los cuales no me conviene Sean—. Primero, no es muy guapo. Segundo, su rostro se asemeja al de un bulldog de lo ancho que es. Tercero, no tiene buen cuerpo. Cuarto, es un poco bajo, por lo tanto serás tú quien deba inclinarse para besarlo. Y quinto, y esto es lo más importante, con lo desabrido que es estoy segura que no sabrá cómo tocarte.

No me sorprende o enoja lo dicho, porque sabía perfectamente que Sean no era santo de devoción de Hannah, por lo mismo no es la primera vez que le lanza mierda.

— Ante mis ojos es perfecto — es lo que digo.

— Eso es lo malo de enamorarse, no encuentran defectos y si los hallas hasta lo vuelven virtudes — suspira —. Claro, eso es solo por algunos meses o dos años, porque después te das cuenta que está más defectuoso que ese muñeco diabólico de aquella película, eh... creo que se llama Chucky — rio un poco.

>> Vamos, Brad, necesitas un hombre que sepa lamer tus pezones, arrancar tus bragas con los dientes y darte buenas folladas. Sean apenas es un niño. ¿Porqué no buscas alguien mayor y experimentas un poco?

— Porque no deseo eso, quiero a Sean y a él es a quien tendré.

— Brad, en el mundo hay diversos planetas y no recuerdo que alguno se llame Sean. Aunque yo no hablaba de un viejo precisamente, te dije que te conseguiría una cita con Evan.

— Favor de recordarme quién es Evan — siento un golpe en la cabeza, me doy cuenta que me ha lanzado la almohada pero no le tomo la mayor importancia porque debo terminar la bendita conclusión.

— No puedo creer que preguntes eso cuando te lo he dicho muchas veces. Evan es mi hermano mayor — ahora lo recuerdo —. En repetidas ocasiones me dijiste que no saldrías con él. Eso te hace una doble perra, mira que no aceptar salir con el hermano de tu amiga.

— Lo siento, no recordaba que era tu hermano. Evan,— pruebo el nombre en mis labios— suena como nombre de chico malo, me gusta.

— Pues será solo el nombre, porque aunque no es un pan de Dios menos un chico malo  — la escucho reírse y sé que es debido a algo que ha leído en el mensaje—. Bueno, como te decía, dije que conseguiría una cita para ti con él pero te has negado en todas las ocasiones — ruedo los ojos, eso ya lo ha dicho—. Necesitas ver mundo Brad y empezar a despegar tus ojos del culo de Sean. Aunque bueno, también le he dicho que tengo una amiga super hermosa que desea conocerlo y arrancarle la ropa.

— Gracias por hacerme ver como una necesitada.

— De nada. Pero siguiendo con el tema, el hecho es que él también dice que no porque ya tiene a alguien. Lo irónico es que no lo he visto con alguna chica, solo con las perras de Mandy y Abby.

— ¿Quién mierda son esas?

—Mandy, una perra sin huesos que quiere comerle los labios cada que lo besa y Abby, la perra flaca que lo sigue a sol y sombras, pero tengo claro que no siente algo más que una amistad por ellas. Lo peor es que las dos perras son primas.

— Has dejado en claro que son unas perras, no hay necesidad de decir esa palabra en lo que queda de mes — declaro —. Pero asumo que ambas chicas no te agradan.

— Mandy no  — hasta gruñe al decir el nombre de la chica—. El caso de Abby es diferente, es buena chica, solo me caga que se la pase pegada del rabo de mi hermano. El pobre no se puede tirar un pedo sin que ella se lo huela.

— Eso es asqueroso — digo riendo.

— Creo que hasta se droga con eso — informa y yo río un poco más—. Bueno, retomando el caso, el hecho es que estoy empezando a creer que Evan es gay.

— ¿Y tienes algún problema con eso?— pregunto mirándola; sigue con la vista fija en su teléfono. Llevo nuevamente la mía al trabajo esperando una respuesta.

— ¿Por qué tendría yo algún problema con eso? Es su pene en caso de que decida ser activo y es su culo en el caso que sea el pasivo.

— Me encanta tu sutileza.

— A mí la tuya, más cuando dices la palabra mierda porque siento que somos verdaderas hermanas.

— Porque es tu palabra favorita.

— No, mi palabra favorita es perra. Las perras son lindas, aunque no mucho cuando le cae pulgas. A Rihanna una vez le cayó.

— ¿La cantante?

— No, idiota, la perra que está en casa de mis padres. Tuvimos que echarle su hermosa cabellera abajo, se veía fea la condenada.

— ¿Cómo es que empezamos hablando de la cita con tu hermano y terminamos en el corte de cabello de una perra? 

No sé para qué pregunto. Conocía a Hannah y siempre terminamos en lo mismo. Empezamos hablando de algo y ella termina dándole la vuelta. De hecho, puede hacer de un tema pequeño algo grande y viceversa.

— Cosas de la vida mi querida Brad, eso puede suceder.— concuerdo— Ahora, mueve la mano con lo que sea que haces en esa computadora y vayamos a visitar a Vane y amargarle la vida a su madre — asiento.

La madre de Vanessa es el ser más insoportable que hay en el mundo. No sabía lo que le hizo la vida para ser de esa manera, pero algo grande tuvo que ser como para odiar a sus propios hijos. 

En algún momento termino, envío el trabajo y salimos de casa. Se me hace extraño que mi abuela no haya estado en la sala cuando salí, pero recuerdo que hace días me comentó que estaría ayudando a mi tía con el papeleo para su negocio.

Como pensé, cuando llegamos a buscar a Vanessa Ebba no las niega. O eso es lo que creemos, porque al enviarle un mensaje para que salga nos avisa que está con su novio.

— Bueno, vayamos tú y yo a alguna parte — propone Hannah.

— Mejor nos quedamos en casa — mi respuesta no la convence y por ello es que la tengo enganchada a mi brazo.

— Oh, vamos, Brad, ¿la amistad dónde queda?

Aish, con eso siempre terminaba convenciéndome porque eso era lo mismo a decir que era una mala amiga.

* * *


Me gusta la casa de mi padre; no es muy grande pero tampoco pequeña. Tiene lo necesario para vivir cómodamente. Además, el aire que se respira es de alegría y no uno de tristeza en el que de solo entrar ya quieres salir corriendo.

Había llegado hace minutos luego de una llamada que recibí de su parte de que lo fuera a visitar porque tenía que decirme algo, pero como ese hombre es loco cuando llegué él no estaba porque había ido a comprar algunas cosas a la tienda de conveniencia cercana. 

Toquesitos en la mesa me hace llevar la mirada hacia los dos niños que se encuentran observándome mientras sonríen con complicidad: Tyler y Tyler, los gemelos que se llaman igual. No sé qué le pasó por la cabeza a Alice, su madre, para ponerles el mismo nombre, solo sé que por su culpa es que parezco tonta cuando digo el nombre y los dos niños me responden, por eso he decidido llamarlo por sus segundos nombres que por suerte no eran los mismos.

No me consideraba una excelente hermana, pero hacía lo que podía. Por ejemplo, ahora estaba hablándoles de la importancia de los estudios a unos niños que apenas tenían cinco años y que lo más probable es que no entiendan de lo que estoy hablando, pero fingen que sí.

— Bien, como les decía, deben estudiar para que saquen a su madre adelante. Ella ha hecho mucho por ustedes aún cuando era madre soltera, por eso deben ser grandes y darle lo que se merece — río cuando los dos aplauden como si hubiese dicho algo muy sabio.

En realidad, los gemelos no eran hijos de mi padre, pero al ponerse a vivir con Alice tres años después de divorciarse de mi madre y al ser la única figura masculina que tuvieron lo hicieron su padre y a mí su hermana. Ellos hasta lloran cada que me despido luego de una visita. 

Para hacer el cuento corto, mis padres ya van para cinco años que se divorciaron luego de que mi madre le fuera infiel a éste. En aquel entonces vivíamos en casa de mi abuela ya que al estar mi tía casada y viviendo lejos, lo más recomendable era eso porque no queríamos dejarla sola y ella menos quería estarlo.

Después de su infidelidad, mi madre nunca ha vuelto a poner un pies en casa de mi abuela luego de que ésta dijera palabras hirientes. Creo que ninguna hija merece ser llamada por su propia madre perra, pero pienso que fue producto del momento de encontrarla en la propia casa con otro hombre que no era su esposo que dijo lo que dijo, porque aunque mi abuela puede ser demasiado recta se arrepiente de lo que en su momento salió de su boca.

Por su parte, pese a que mi abuela le rogó que no lo hiciera, mi padre decidió irse a vivir hacia otro lugar porque no veía recomendable eso de estar viviendo en la casa de la madre de quien ahora es su ex-esposa. Al principio tenía pensado irme a vivir con él, pero sabiendo que trabajaba y no tendríamos mucho tiempo juntos decidí quedarme con mi abuela.

— Deben encontrar una excelente esposa, tener hijos y ser muy felices — mi padre con una enorme sonrisa y con la camisa más fea que he visto entra por la puerta—. También deben comprarle camisas a su padre, porque esa que trae puesta parece color mierda de perro.— asienten.

— Te escuché — grita yendo a la cocina.

— Lo dije para que me escucharas — le digo cuando lo veo llegar, y se sienta a mi lado. Los gemelos no esperan para sentarse cada uno en una pierna— Hombre, casi me salen raíces aquí esperándote — su risa me reconforta porque llevaba tiempo sin oírla.

Hace unos años cuando apenas iba al instituto pasaba constantemente a verlo, eso cambió ahora que he entrado a la universidad y he conseguido un trabajo. No lo veo mucho que digamos, por eso aprecio los momentos esporádicos que llegamos a tener.

— ¿Cómo estás?— Pregunta, depositando un beso en mi frente.

Me mira, esperando una respuesta, pero yo en todo lo que puedo pensar al observarlo es que físicamente tiene un leve parecido con Ryan Reynolds, pero no el Ryan Reynolds detrás de la foto impresa de Ashton Kutcher en Deadpool, sino el de la vida real. Claro, con menos edad, cabello y dinero, pero con más arrugas que el actor. 

— No muy bien, porque Sean sigue sin hacerme caso — respondo, finalmente.

— ¿Qué hay de la vida de los demás?

— Nada trascendental ha ocurrido. Ellen haciendo que su cafetería tenga frutos cuando la abra; mi abuela terca como siempre; Hannah, loca, por cierto que debiste verla en la cocina volviendo igual de loca que ella a Alice y molesta contigo por haber interrumpido nuestra salida con tu llamada  — él ríe — y Vanessa con el inepto de su novio y con una madre que pelea por todo. 

— ¿Drew?

— No empieces con eso — digo, prestándole atención por segundos para empezar a jugar con un cubo rubik 5x5 que se halla en la mesa —. Drew y yo no tenemos algo más que una hermosa amistad.

— Solo pregunté cómo estaba.

— Claro. Está bien, aunque no lo veo mucho. Empezó a trabajar y eso le quita tiempo. Algunas veces va a casa de su madre y luego me va a saludar y se va.

Drew es quien hace el papel de mejor amigo, es un completo idiota pero al fin y al cabo es mi amigo y eso ya hace que lo quiera. Todos lo que nos conocen aseguran estamos enamorados, que tarde o temprano nos daremos cuenta y nos volveremos novios y hasta que terminaremos casados. Pero eso solo está en sus cabezas, en la de nosotros tenemos claros que solo existe una amistad.

— Pero, cambiando de tema, ¿para qué me llamaste?— finalmente he colocado cada pieza del cubo donde debería — Tienes cinco minutos porque tengo que irme a trabajar.

— Tu madre regresará en algunas semanas, tal vez un mes — todo lo que hacemos es mirarnos.

— Que emoción. 

Ironía.

— Ya veo que estás brincando en una pata.

— Soy feliz de que vuelva, pero eso no cambia en nada mi vida. Hablo con ella constantemente y hasta la veo a través de video llamadas.

— No es lo mismo. Ella dijo que quería verte cuando llegara.

— ¿Y por qué no me lo dijo a mi?

— Tal vez tiene vergüenza.

— Siente vergüenza para llamar a su hija y pedirle verse, pero no tiene vergüenza de llamar al hombre a quien le pegó los cuernos.

— Oye, eso me hizo sentir como un venado— río levantándome del sofá.

— Pues ya tengo que irme, Bambi — me burlo.

— Ven a vernos más seguido, los gemelos siempre preguntan cuándo vendrá a verlos su adorada hermana.

— Veré qué puedo hacer, porque tu hija es una mujer con una agenda muy ocupada, padre — dándole un beso a él y a los gemelos, voy en busca de Hannah a la cocina y me despido de Alice. 

Escucho a los gemelos llorar, pero no puedo hacer nada para calmarlos.

Ya estando en el auto de Hannah esperamos que en el semáforo aparezca la luz verde para seguir nuestro camino hacia el trabajo. Ladeo mi cabeza hacia un lado y veo a un chico parado en la acera, a unos cuantos metros de distancia de donde estaba el auto de Hannah, él solo mira hacia donde estamos y cuando la luz alumbra en verde le saco el dedo grosero para que deje de vernos tan insistentemente. 

* * *


Sean llegó y con él su estúpida novia tomada de su mano. Ambos están más bronceados que de costumbre y lo peor es que a ella le sienta muy bien. Los veo conversar con su madre, lo más probable es que les estén contando anécdotas que les sucedieron en Brasil.

Ashi no, Bad — una dulce voz parece recriminarme.

Llevo mi vista hacia la pequeña persona llamando mi nombre y río viendo a Seth con su cara toda sucia de papilla. Por estar viendo a aquellos dos se me había olvidado le estada dando de comer a mi cuñado, quien ahora me observa molesto porque en vez de que fuera por la boca lo alimenté por las mejillas y nariz.

— Oh, perdona a Brad, bebé — me da ternura verlo con sus bracitos sobre su pecho y haciendo un puchero con sus labios— Vamos Seth, ¿no perdonarás a Brad?

— No she — dice quitando de mis manos el plato y empezando a comer por sí solo.

Como no tengo más nadie con quien conversar, porque ni loca me acerco hacia donde está la pareja que es capaz de dar diabetes apenas los ves, decido hacerlo con el pequeño aunque no me entienda ni vaya a responderme como quiero que lo haga.

— Seth— él me mira—, necesitamos un plan para separarlos.

— No she — no puedo evitar decirle que me iré como siga diciendo esas dos palabras que he escuchado de su boca desde que llegué. Pero me arrepiento cuando sus ojos se ponen llorosos y su labio inferior tiembla, él está por arrancar el llanto así que cargándolo evito que lo haga.

— Es mentira, puedes decir todos los no she que quieras.

Suspiro cuando ríe. Pese a tener apenas tres años, él es algo manipulador. Bien, supongo que debía pegársele alguna mala maña al estar tanto tiempo conmigo.

Mientras sigo viendo a la feliz pareja, creo planes realmente estúpidos en mi cabeza. Planes que luego le comento a Seth y siempre obtengo como respuesta las dos palabras que no sé quién se ha encargado de enseñarle.

Es una hora después que Elvira finalmente se va, pero como la felicidad es corta igualmente en una hora la tengo llamando a la puerta. Lamentablemente para ella soy yo quien le abre y primero muerta a decirle que Sean se encontraba en casa para que terminaran saliendo como tenían planeado.

— Él salió a buscarte a tu casa unos minutos atrás.

Sean en estos momentos está en su habitación. Ha bajado constantemente para ver que ella llegara y así salir, pero al darse por enterado de que aún no lo hacía se dirigía a encerrarse, porque al parecer no quería ni verme y mucho menos hablarme. Lo sé porque en varias ocasiones he intentado acercármele, pero termina huyendo como si yo tuviera alguna enfermedad contagiosa.

— Oh, pero él sabía que yo vendría a buscarlo, no él a mí.

— Bueno, tardaste demasiado y como a veces es impaciente fue en tu búsqueda.

Espero que me crea y cuando me da la razón de que ciertamente ha tardado demasiado se despide con una sonrisa en su rostro y yendo en búsqueda de su amado a su casa. Ilusa, como si lo fuera a encontrar.

Vuelvo a la sala para jugar con Seth a dibujarle relojes en las manos. La inocencia de un niño es tan pura que hasta se emocionan porque les pinten con bolígrafo un reloj sin forma, aunque el que le he pintado tiene forma de oso y eso lo ha puesto tan contento que aplaude mientras se ríe y va a mostrárselo a su madre que está en la cocina.

Siento correr a alguien por las escaleras y no hay necesidad de girar para saber que se trata de Sean. Reparo en su apariencia cuando se posiciona frente a mí: se ve bien con un simple jeans, una camisa a cuadros y ese cabello levemente desordenado.

— ¿Elvira no ha llegado?— pregunta, metiendo sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón.

Ahora resulta que existo.

— Lo has dicho, no ha llegado — Seth llega corriendo y subiéndose a mis piernas. Yo río cuando pasa sus brazos por detrás de mi cuello y besa mis mejillas una y otra vez en agradecimiento por haberle "comprado" el reloj.

Pienso que mi mentira acabará justo en el momento en que Sean saca su celular para intentar llamar a su novia, pero al verlo caminar de un lado a otro y sin emitir palabra alguna sé que el cielo hoy está a mi favor.

— No contesta — dice sentándose a mi lado y viendo aún el celular con la esperanza de que aquel feo nombre aparezca en la pantalla.

— Tal vez del cansancio por el viaje terminó durmiéndose.

— ¿Tú crees?

Por supuesto que no. Ella vino y se fue, pero eso tú no tienes porque saberlo.

— Es lo más probable — tengo ganas de reírme, pero en cambio se me ocurre algo —. ¿Por qué no la dejas descansar y en cambio salimos con Seth al parque cercano?— un rotundo no es lo que obtengo como respuesta— Bueno, yo sí saldré con Seth.

Empiezo a caminar hacia la puerta y me complace verlo llegar a mi lado. No me sorprende, lo conocía tan bien que sabía no me dejaría salir sola con su hermano cuando era de noche. Hoy me he salido con la mía.

En el parque no hay muchas personas, pero eso no es realmente importante, sino que la estamos pasando bien mientras cargo a Seth en mis piernas y Sean nos columpia. Jugamos por alrededor de una hora hasta que la suerte se me acaba. Elvira ha llamado, le ha contado todo y por eso él me mira con resentimiento.

— Vuelvan a casa — es lo único que dice antes de marcharse.

Bien, las mentiras tienen patas cortas y esta llegó a su final. 


|***|

Si has llegado hasta aquí significa que el capítulo no te aburrió y le darás una oportunidad a la historia. De verdad gracias por ello y ten presente que ya te ganaste un pedacito de mi corazón y espero que la novela al terminar se quede en el tuyo.

Por cierto, si te ha gustado el capítulo no te olvides de comentar y dejarme tu estrellita. No es obligatorio, pero ayudaría a que la historia se diera a conocer.

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