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Cap21: Falso y cierto

Jeremy mira al cachorro dormido para luego mirarme a mí y cruzar sus brazos.

—¿Un lobo, esto es lo que querías que viese? —dice él volteando a verme.

—Se puede convertir en humano, aunque no lo parezca. No te quería decir que hice o como fue de verdad la misión porque trata temas que no parecen normales para todos —digo tras un largo suspiro y tratando de ser lo más claro posible, llevándome a mi mismo a dar explicaciones qué normalmente no doy.

—Látigo, deja de mentirme —dice Jeremy volviendo a ver la jaula—. Esto ya son fantasías, tienen que serlo.

En lugar de irse se queda observando mi rostro, esperando algo. Sin embargo, su mirada me trae de vuelta a los recuerdos de lo que pudo haber hecho, de que él fue quien desató a Daga y la curiosidad del enano.

—Sé que lo viste —digo tomando su mano—. Posiblemente solo me lograste ver llevando algo en un saco, sin mucho más, pero lo juro, Jeremy, no era algo que estés acostumbrado a ver.

—La mujer que llevaban tu y Daga. Lo sé, sé que te dedicas a esas cosas, pero... Ese teatro fue muy raro —comenta Jeremy haciendo que algo no cuadre en mí.

—¿Teatro? —respondo ante su lógica—. ¿Crees que fue algo que montamos para ti? Es estúpido, no haría eso, no complicaría más todo.

—¿Entonces la respuesta es que existen bichos extraños? No, no, puede ser —responde él bajando la mirada topándose con el niño despierto y ahora transformado en humano—. No puede...

El pequeño se aleja en la jaula con notorio temor, nos gruñe sin atender a un idioma real, solo al miedo. Jeremy se agacha delante de él para luego mirarme.

Yo solo quiero saber que hace que se acerca tanto a la jaula, lo peor de todo es que toma rápidamente las llaves qué cualgan en la tienda y abre la puerta de metal.

—Aléjate, es más fuerte que tú —le digo jalando su brazo bruscamente para alejarle.

—Es un niño, no puede estar encerrado —susurra Jeremy huyendo de lo que ve.

—¡Sabes lo que es, deja de estarte negando las cosas! —grito pateando con mi pierna la puerta para que el animal no se atreva a salir.

—¡Ya lo sé, sé que es una bestia, pero ahora luce como un puto niño! —grita Jeremy empujándome para volver a abrir la salida y observar al niño.

Salgo de la tienda molesto, no porque lo cuide, sino por la forma descuidada en que lo hace donde pone en riesgo su propia seguridad. Ese animal podría morder su cuello, hacerle daño, transmitirle alguna infección.

Que haga lo que quiera, siempre hace lo que le dan sus impulsos y es agotador tratar de abrirme para decirle las cosas y que me ignore.

Miro el cielo para luego cerrar los ojos tomando aire, expulsandolo por la boca. Termino por entrar de golpe para asegurarme de que no le pase nada al niño de Jeremy, pero se ve muy tranquilo intentando hacer de mamá del lobezno.

—No tienes que interactuar conmigo, si quieres huir hazlo —dice él apartandose a un lado, dejando que el niño avance unos pasos, dudando de su buena fe.

Bestia, es una bestia que debe ser domada y podría dañarle.

—Es un niño, Látigo —dice él, sin perder su vieja costumbre de intentar leer todo lo que pienso, aunque a veces falla, ya mayormente acierta—. Dejemosle ir con sus padres, justo como Lucía tiene que hacer, estar contigo.

Tomo a Jeremy por la cintura para cargarlo y dejarlo en mi hombro como un saco. Lo secuestro para mí saliendo del lugar.

—¿Qué haces? —dice él pataleando un momento, solo unos segundos hasta que se rinde y solo voltea a verme desde su posición.

—Dejaste la puerta abierta, si se quiere ir que se marche. Te aparto de lo que te puede lastimar —respondo sin detener mis pasos, alejándome de todo, camino a la carpa de Jeremy.

—No me va a lastimar, es un... —dice él y le interrumpo.

—¿Tú que sabes? —respondo en voz alta para luego bajar mi tono—. Jeremy, me estoy esforzando ahora mismo.

—Lo sé, no estoy molesto —responde él llevando una mano a mi cabello, acariciando mi mejilla mientras trata de dejar una sonrisa—. Es que es... difícil de creer todo y... no tengo esa facilidad para aceptar las cosas, Látigo.

—No dejaré que veas nunca más nada de esto si te hace sentir mejor —respondo deteniendo mi paso.

—Dímelas, quiero ser parte de tu realidad y no de la mentira que me creas. Aunque algunas cosas me den miedo y otras... no las apruebe —dice Jeremy impulsando su rostro hacia mí en un suave beso, el cual no logra mantener mucho tiempo por la torcion que debe hacer su cuerpo.

No me logro mover, solo le observo sin entender por que demonios paralizó mi cuerpo entero. Deseos de tirarnos al suelo y tomarlo aquí mismo. Deseos de besarlo, de encerrarlo en una habitación sin que nadie más tenga la llave, de que sea solo mío.

Lo dejo en el suelo y pego contra mi pecho en un abrazo. Su cabeza queda justo en el por su altura y no le suelto. Llega a decir que no logra respirar por la posición, pero no me importa.

—Jeremy, eres mio —respondo dejando que levante la cabeza.

—¿Ya éramos pareja, no?

Hago silencio un largo rato sin entender completamente lo que estoy sintiendo. Quiero mantenerlo así durante un largo tiempo, uno muy largo.

Levanto su mentón y beso sus labios de forma posesiva, apretando su cintura contra mí sin intención de tomarlo ahora. Solo disfruto su sensación y lo cálido de su lengua.

—¿Papá? —siento una voz que me hace abrir los ojos rompiendo lo mágico momento.

Lucía nos observa desde la puerta de su tienda mientras llama a Jeremy. Quien se voltea terminando el beso y se va de mi lado para ir junto a ella tratando de ocultar todo. Aun así, antes de que se marche, tomo su mano fuertemente para ir a su lado hasta donde está la niña, mi hija.

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