A veces siento que mi cuerpo se desmorona, por algo tan simple toque.

Mi estomago, él me está gritando desde sus entrañas. Que pare de comer al menos por un segundo, que ya no aguanta las arcadas que me produzco.

Pero también me implora que le brinde algo de alimento. ¿Quien mierda lo entiende?

Yo ya no, pero todos los malditos días me sigue recordando que se encuentra demasiado adolorido por cada una de las punzadas que provocan las dagas de los fantasmas que han pasado a ser parte solo un fragmento más memoria, ya no recuerdo la última vez que usé aquel inhalador del cual siempre dependi.

Y es que si les era sincera no importaba ya.

Los recuerdos me van disparando, sin fallar, desde todas direcciones. Clavándose como agujas en mi débil estómago y pecho.

Y aunque se lo prometí a mi estómago aquí ando, vomitando por... Tal vez décima vez.
 
Pero no es mi culpa. Estos nervios me están consumiendo de a poco.
Siento muchas voces, las que día a dia causan el dolor en mi cuerpo y mente,
Se convierten en la ansiedad de una vida que he cargado con tristezas y alegrías intermitentes.​

Convirtiéndome en una persona,
Una persona indefensa
Como la más tierna de los infantes,
Una persona que se siente a la deriva en esta pequeña isla
Flotando entre este mar infestado de peligros, esta isla, que algunos llaman vida

La percepción nula de la muerte
Que va encerrada en la palabra vivir,
La ignorancia de los seres y el golpe repentino que te hace caer en la oscura realidad.
La pérdida constante y la negación interminable, el fantasma de la muerte de un mejor amigo.
De un familiar.
De un especialista.

¿Debería acaso morir un creador?
¿O es que se paga así,
llevar una vida jugando a ser Dios?​

La gente no entiende, prefieren       hablar sin saber, no me conocen lo      Suficiente y no saben nada de mi trastorno. Ya me andan diciendo que exagero. Sabía que la gente era  ignorante, pero no creí que tanto.

Espero que algún día, pare de contar las veces que atente contra mi misma y que todo se arregle pronto en mi cabeza.