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36.- Atentados:

IKE.-

Saludo con una inclinación de cabeza a Camila, quien va camino al salón donde será la reunión entre ministros, donde se firmará un tratado de paz entre estos países fundadores y la ciudadela.

Me siento nervioso, simplemente quiero que todo esto termine. He repartido sonrisas forzadas y apretones de mano durante toda la mañana. Noah se pasea por el lugar, sin descuidar mi espalda, si se acerca alguien con hoscas intenciones, él se encarga de alejarlo. Le agradezco por ello.

Al salir del palacio, los curanderos salieron a despedirme y a desearme suerte. Andrea me dijo que tuviera cuidado y Dayana me dijo que le gustaría visitar la resistencia algún día. No sé qué trama, pero supongo que el simple hecho de haber pertenecido a los radicales, le cierra las puertas de la resistencia.

Mis manos están sudorosas y las limpio en el pantalón sin que nadie se dé cuenta. No tengo porque estar nervioso, sólo diré unas cuantas palabras, Joel y Evelyn harán la mayor parte.

El ministro de rusia, Nóvikov se acerca a dónde estoy, pero antes de que llegue, Noah ya está en medio, regalándole una sonrisa falsa. Yo mejor que nadie sé que ellos se odian, aunque si me preguntaran, diría que la culpa es de Noah, por haber mantenido relaciones con la hija del ministro. La pobre chica estaba devastada cuando su padre se enteró.

Respiro profundo y me dirijo a los baños en el fondo de la sala, dónde sé que voy a estar en soledad por unos momentos. Me equivoco ya que al abrir la puerta, puedo ver a Joel Wagner rociando su cara con agua. Dirijo mis pasos al lavamanos de enseguida y abro la llave con cuidado, él me mira con algo de sorpresa.

―Disculpa, creí que iba a estar solo―digo para romper la tensión del momento.

Él se recompone rápidamente, se seca la cara con una de las toallas y se arregla el cuello del traje. Vamos vestidos de una forma similar. Un pulcro traje de color negro, como si fuera un funeral en vez de un tratado de paz.

―El evento comenzara pronto―comenta y se dirige a la salida.

―La paz puede ser algo muy frágil ¿Cierto? ― Ya no me abstengo de hacer este tipo de comentarios.

―Lo que sea que ocurra hoy, Ike, no creo que la paz que buscamos sea uno de esos caminos. La paz no es algo frágil, es algo inexistente.

Asiento lentamente y aprieto la mandíbula, comprendo sus palabras y ahora sé que está tan nervioso como yo.

―La ministro Shepard estaba por comenzar con su discurso―digo como despedida.

Joel asiente y se marcha.

Me inclino sobre el lavamanos y vierto agua fría sobre mi cara, me miro en el espejo. Soy Ike Rosendelf y puedo controlar lo que sea.

―Luces patético―dice alguien en la puerta.

Giro para ver a Noah, tiene un pie recargado sobre la pared y juega con sus manos de manera distraída.

―Estoy nervioso―digo mientras me limpio los residuos de agua con la manga del traje. Al diablo la etiqueta.

― ¿Por qué?

―Estamos por firmar un tratado de paz con las naciones que pueden definir el futuro del mundo. En este salón están encerradas las personas más importantes.

Noah avanza hasta donde estoy, y después de darme un golpe en el brazo se sienta sobre la barra de los lavamanos.

―Yo estoy nervioso por otro motivo.

― ¿Los celos paternales de Nóvikov?

Se ríe de mi comentario, pero no parece divertido.

―No. Admito que el tipo me odia y me matará en cuanto tenga la oportunidad, pero no está en mi lista por el momento.

― ¿Que pasa?― pregunto y miro a la puerta para asegurarme de que nadie está escuchando.

Mi amigo frunce el ceño.

―Los radicales no aceptaron la invitación. Le envié un mensaje a Ulises hace tres días y no obtuve respuesta, tampoco hemos tenido noticias sobre el evolucionado que se contaminó.

―Dominique―aclaro.

―No me importa―suspira y me mira―. Ningún radical está en la reunión.

― ¿Crees que van a intentar algo?

Niega un par de veces.

―No lo sé. Es decir, estamos en Canadá, es uno de los lugares más seguros del mundo, pero tú lo dijiste, las personas más importantes están aquí, y si algo conozco de los radicales, es que están en contra de toda forma de poder y autoridad.

―Bien, entonces no intentarán nada.

―Eso espero. Isaac no lo habría hecho, pero Ulises siempre ha sido de impulsos.

― ¿Crees que debemos advertirlos?

― ¿Y dejar que los ministros se den cuenta de que ya no tienes el control de las zonas bajas de la ciudadela? ¿Cuando piensas decirles que están en cuarentena?

―Camila lo sabe―digo.

― ¿Y?

―Me recomendó que no dijera nada hasta después de que la paz esté firmada.

Noah salta hacía el suelo y juntos salimos del lugar, caminamos por el pasillo con dirección a la sala de conferencias, para sentarnos al lado de Joel Wagner. Noah me detiene del brazo y habla muy despacio.

―Quédate cerca ¿Si?

Me permito sonreír.

―Te estás volviendo paranoico.

―Dios sabe que tuve que aprender algo de los evolucionados.

Me dirijo a mi asiento y miro a Evelyn Shepard avanzar al estrado. Ella es la seguridad en persona, no duda en sonreír ni siquiera a aquellos que considera sus enemigos, diario me he preguntado si estoy en esa lista. Ella mira a todos por encima del hombro, estamos en su territorio y aquí son sus reglas.

―Bienvenidos―dice en el micrófono y su voz se estrella con las paredes y rompe respiraciones dentro del lugar―. Hace años, cuando se formaron las alianzas, hubo una reunión elegante, igual que esta. Seis países que decidieron rescatar al mundo, después de haberlo roto y separado. Estos años, hemos sido testigos de que no se puede llegar a un tratado sin dejar de lado nuestros rencores y diferencias. Y no hablo solo por mi país, hablo por el mundo, por los inmunes, por los contaminados y ¿Por qué no? Hablo en nombre de los evolucionados.

Escucho como todos en la sala contienen la respiración. Todas estas personas que no tienen nada que temer, se asustan por la simple mención de aquello que ellos crearon. Veo a los consejeros y ministros, veo a los representantes de cada área de estos países. A mí, el único que me acompaña es Noah, pero a muchas de estas personas, las acompañan las familias ricas y poderosas de la ciudadela.

Evelyn continua hablando, ella cuenta la historia sobre cómo se llegó a esta situación. Sobre los evolucionados y dice estar en contra de los laboratorios y campamentos. No menciona a esa nueva especie, ella no quiere que ellos sepan de los híbridos.

Miro de nuevo a todos los presentes y aprieto las manos al reconocer a Khoury en una de las esquinas del salón, claro que su puesto de consejera le exige estar aquí. La acompaña ese sujeto que nunca habla, el que tiene una mirada de loco.

Vuelvo la vista al estrado y me pregunto lo que estará sucediendo en la ciudadela, por mi mente pasan mil imágenes, en todas ellas, los curanderos están siendo liberados por Velika y sus compañeros. Aun recuerdo cuando le hablé sobre mis planes a Lousen. Él se mostró feliz al saber que los curanderos serían libres, pero no podía sacarlos de ahí sin provocar una revuelta, ya que los radicales los querrían para ellos y la zona rica estaría enfadada por ya no poder utilizar sus servicios.

Espero que todo vaya bien, que las cosas salgan según lo planeado y que todas las miradas estén en esta reunión y no en la misión que llevan a cabo los de la resistencia para sacar a los curanderos de la ciudadela.

Sacudo la cabeza y miro de nuevo a Evelyn. Ella tiene un documento extendido sobre el escritorio, primero llama a Girtab, el ministro de Suiza para firmar, cuando él baja, y después de una serie de aplausos, sube Nóvikov y después Steel, la suplente de Raven, ministro de Estados Unidos.

Siento que mis hombros bajan poco a poco, conforme los ministros firman el tratado. Entre más rápido termine esto, todo será mejor.

Camila sube al estrado, es su turno de firmar, ella se toma el atrevimiento de mirarme y hacer un guiño. Uno de sus puntos buenos es que no le importa los que los demás piensen.

Estoy a punto de reír, cuando se escucha un horrible ruido en toda la sala. Es como si arañaran un cristal, me llevo las manos a los oídos, para evitar escuchar eso. Veo a todos los demás hacer lo mismo. Algunos gritan y los más viejos sangran por las orejas. Siento que la respiración entra forzada y como si no hubiese ocurrido nada, el sonido se detiene.

Nadie se atreve a hablar, todos miran un punto fijo, al cristal detrás de los ministros que ya han firmado.

En el cristal comienza a formarse una figura, es una imagen parpadeante, algo tarde me doy cuenta de que es un holograma y conozco a la persona que lo proyecta. Hay un zumbido en mis oídos, pero puedo escuchar lo que dice.

―Ustedes, montón de estúpidos. Con sus casas grandes y sus cosas de ricos―. Ulises escupe las palabras como si acabara de tragar el veneno más letal del mundo―. Hay un virus que se está propagando por cada parte de la ciudadela en estos momentos. He puesto a mi equipo a llevar esta mutación del virus hacia las zonas altas. Y a ustedes―. El holograma del chico levanta una mano y apunta a los presentes―. A ustedes les espera un final más rápido que una simple muerte por enfermedad, pero espero que algunos sobrevivan, para ver a los radicales tomar el poder.

Y el holograma se apaga. Miro a los ministros, todos lucen asustados, todos excepto Evelyn. Escucho una risa al fondo del lugar, y sé que no debo mirar en esa dirección, hace mucho tiempo que Charlotte Khoury perdió la razón. Me siento como un imbécil aquí de pie.

Los radicales están esparciendo el virus en la ciudadela y no puedo hacer nada. He considerado a la mayor como el otro jugador principal, aquella que mueve las piezas a su antojo, pero ¿Los radicales donde quedan? No son piezas mías, ni de Khoury ¿Que demonios he hecho al subestimarlos?

―Debemos mantener la calma―dice Evelyn en voz alta.

Y como si esa frase hubiese sacado a todos de un trance, las personas se ponen a gritar, a maldecir y tratan de ir hacia la salida, me dirijo a los ministros, pero alguien me sostiene del brazo.

―Es momento de irnos―murmura Noah y tira del agarre.

―No me voy a ir, no voy a huir como un cobarde.

―Sé lo que son capaces de hacer, Ike, y esto no es la mínima parte. Nos largamos de aquí.

― ¡No!

―Bien, no me escuches a mí, escucha esto. Acabo de recibir un mensaje de Haru ¿La recuerdas? ¿Existe en tu memoria el hecho de que ella ve el maldito futuro?

― ¿Vio mi... muerte?

Noah suelta una risa.

―No, vio mi muerte, por tratar de salvar tu jodido trasero, así que nos vamos.

― ¿Que fue exactamente lo que ella vio?

Él abre la boca, pero pronto ya no hace falta una respuesta.

Me siento aturdido y no me puedo levantar, lo más curioso es que no recuerdo como llegué al suelo. Me duele la cabeza y mi cuerpo está muy pesado. El zumbido en los oídos se ha hecho más fuerte, tanto que no puedo escuchar nada alrededor. Quiero levantarme, pero un dolor horrible me recorre todo el brazo, el simple hecho de moverlo me provoca nauseas. Sé que hay mucho movimiento, hay personas sobre el suelo, algunos tienen heridas graves, otros ni siquiera se mueven, a mi lado está Noah, con una herida bastante grande en la frente, creo que está muerto, pero veo que su pecho sube y baja, está respirando. Con mucho esfuerzo me siento sobre el suelo, y todo alrededor se desmorona.

El mareo llega con más fuerza, y lo último que puedo ver, es el desastre causado por una explosión y el cuerpo de Evelyn Shepard atravesado por miles de cristales.

Veo que alguien entra, personas tiran la puerta, pero no me molesto en saber si es amigo o enemigo, dejo que el dolor ceda y caigo de nuevo. Nunca me puse a pensar en que los techos de las habitaciones pueden tener diferentes formas o figuras. Este en especial, es una imagen bastante particular. Una capa de tierra separa a personas trabajadoras de aquellos privilegiados, me quedo mirando esa imagen, sintiéndome de pronto como uno de los de abajo.

Esto no es un tablero de ajedrez, es la vida real. Estas no son piezas, son personas que pueden dejar de respirar. Y no soy un jugador principal, soy parte del tablero.

...........................................................

― ¿Todo bien?― preguntó Cheslay.

Velika se encogió de hombros como respuesta. Ellos habían viajado en deslizador hasta la ciudadela. El equipo casi completo, Sander admitió que Day se veía más... desequilibrada que de costumbre.

Entraron al palacio por un pasadizo que el mayordomo de ese lugar los ayudó a abrir. Para Sander, Ike Rosendelf era sólo una persona que manejaba demasiadas responsabilidades, pero el saber que tenia alguien que lo apoyaba dentro del palacio, lo hizo sentir un poco inferior en rango, luego se recordó que el sujeto era el gobernante de la ciudadela y se sintió totalmente estúpido.

― ¿Cuándo llegarán los refuerzos?― susurró Dylan, sin dejar de avanzar.

―Estarán aquí pronto.

― ¿Refuerzos? ¿Para que?― Sander se sentía extraño por sostener un arma entre sus manos, pero habían dicho que eran necesarias.

Lo único que sabía de esa misión era que debían guiar a los curanderos a la salida y transportarlos en los deslizadores hasta la resistencia, donde estarían a salvo. Erick les había dicho, que según el informe, los curanderos estaban en muy malas condiciones, la mayoría ya había perdido alguna parte del cuerpo. Eso hizo que el estomago del tres se apretara con un nudo que no se había deshecho hasta ese momento.

―Solamente tenemos un deslizador. Vamos a ver que la misión sea segura y entonces vendrán los demás. Deberían alegrarse, incluyeron a Amanda y Andy―dijo Velika mientras se ocultaba detrás de una de las paredes laterales del laberinto por el que los guiaban.

Sander admitió que por unos momentos se sintió como en casa, como en los túneles, luego se dio cuenta de que lo acompañaba un equipo totalmente diferente. Pronto llegarían los refuerzos y eran personas que él conocía, a las que estaba acostumbrado.

―Concéntrate, tres―dijo Juliette a su espalda―. No queremos que nos atrapen por sorpresa.

El mayordomo les había dicho que camino podían seguir para llegar al ala del palacio donde se encontraban los curanderos. Ahora Erick tenía un mapa y los dirigía, pero tenían que detenerse por si había algún encuentro no deseado. Sander sabía que estaba mal desconfiar, pero ¿Que pasaba si era una trampa? ¿Podía realmente confiar en Ike Rosendelf? Lo último que supo de él, era que estaba en una especie de reunión para establecer la paz entre las alianzas y la ciudadela. Esas cosas de política lo tenían sin cuidado. Jamás las entendería.

Siguieron avanzando hasta llegar a un pasillo amplio, donde Erick le hizo una señal. Sander asintió y se separó del equipo para concentrarse en la energía que mantenía las luces encendidas. Él la atrajo hacía si mismo con un solo movimiento de manos. Controlar su habilidad se había hecho sumamente sencillo.

―Lentes de visión nocturna―ordenó Erick y ellos obedecieron.

Avanzaron con sumo cuidado, cuando pasos los alertaron de que alguien se acercaba, únicamente la oscuridad los mantenía ocultos. Y Sander pudo ver a la persona, ella se guiaba con las manos contra la pared. Había leído muchas cosas sobre diferentes épocas y no pudo evitar pensar en la época victoriana. Era una chica que usaba un largo vestido lleno de holanes, y un extraño peinado que lucía pesado e incomodo. Sus pisadas sonaban inseguras debido a un par de zapatos muy altos. El tres no pudo evitar soltar una risa ante tal imagen, pero alguien lo pellizcó fuerte en el brazo para que callara. Se dio cuenta de que era Cheslay.

La chica terminó de pasar y todos soltaron la respiración.

―Espero que no sospechara nada―murmuró Velika.

―No lo hizo. Ella pensaba en cosas como que su estúpido primo olvidó pagar las cuentas del palacio.

― ¡Es Anel!― exclamó de pronto Velika.

― ¿Quien?

―Es prima de Ike.

―Entonces pudimos ayudarla―comentó Marco.

― ¿Es preocupación?― se mofó Juliette.

―Precaución.

Sander no pudo evitar soltar una risa. Él no sabía que Ike Rosendelf tuviera más familia que Lucy, pero al parecer se equivocaba.

Llegaron hasta una puerta de metal grueso, donde pasaron una tarjeta dorada que el mayordomo les había dado. Erick les dio una mirada significativa antes de que la puerta comenzara a abrirse.

Un pasillo muy solitario los esperaba. El líder de la élite envió un mensaje por su intercomunicador para que enviaran al siguiente equipo, al que los ayudaría a transportar a los curanderos a la resistencia.

Sander se sentía extraño de ir por ese lugar, ya que sus botas rechinaban contra el limpio azulejo, se preguntó que pasaría si tenían un ataque justo ahí. Ese palacio quedaría reducido a nada en un santiamén si él decidía utilizar aquella energía, pero eso lo hizo sentir algo extraño, es decir, uno de los monumentos conservados por la humanidad, reducido a cenizas en unos minutos porque un evolucionado se salió de sus casillas. Tal vez por eso los tres se suicidaban, por el hecho de no soportar hacer daño a otros, quizá el preocuparse por los demás era algo que tenía que ver con su categoría y no simplemente por ser Sander.

Respiró profundo y cortó los pensamientos, necesitaba estar completamente centrado en esa misión ¿Cuantos de los curanderos estarían con sus últimas fuerzas? ¿Cuantos de ellos serian como Olivia?

Erick les indicó que se detuvieran cuando llegaron a una puerta muy grande de madera, él llamó dos veces, tal y como André, el mayordomo, se los había pedido. Esperaron unos minutos que se le hicieron eternos, y la puerta se abrió.

Parado en la entrada estaba un chico, parecería tener entre veinte o veinticinco años, cabello castaño y ojos un poco claros, bueno, uno de sus ojos lo era, el otro parecía estar completamente perdido.

― ¿Son de la resistencia?― preguntó. Para sospresa de Sander, su voz fue bastante fuerte.

― ¿Podemos pasar?― Erick dio un paso adelante al tiempo que formulaba la pregunta, ellos lo siguieron y la puerta se cerró a sus espaldas.

Sander sintió que mucha de la esperanza que creía perdida, regresaba. En esa sala había por lo menos cien curanderos, eso sin contar a los que estaban en los demás cuartos. Muchos de ellos, todos parecían estar enfermos de algo, pero eran de categoría tres, igual que él.

―Pero que mierda...―murmuró Juliette mientras paseaba la vista por la habitación.

―Soy Martin―dijo el chico que los recibió en la entrada. Quiso estrechar la mano del más cercano a él, quien era Marco, pero el chico retrocedió. Martin sonrió―. No estamos enfermos... al menos no con algo contagioso.

―Él es un idiota―dijo Dylan avanzando y empujando a Marco, para estrechar él la mano del curandero―. Y me temo que su estupidez no tiene cura.

― ¡No pueden tratarme así!―espetó Marco―. Si mi hermano...

―Sorpresa, tu hermano no está aquí―. Day le regaló una sonrisa de todos los dientes, la que parecía de gato.

―Por lo menos está vivo―. Sander creyó que esa fue la peor elección de palabras que Marco pudo haber hecho.

Con un gruñido de furia, Day se lanzó contra Marco, siendo únicamente detenida por Velika, quien se colocó en medio de ambos.

―Sé cómo te sientes, Day, pero no es el momento.

―Déjala que venga―. Marco tenía su arma lista, apuntando a la gemela.

Los curanderos en la habitación habían retrocedido varios pasos para no ser víctimas de algún ataque.

―Tú y yo nos arreglaremos luego, en la resistencia―espetó Velika―. Ahora sé un buen perro y compórtate.

―No eres mi jefa.

Velika se permitió sonreír, pero no se apartó. Sander sabía lo que una pelea le haría al equipo en ese momento. Todos estaban a punto de estallar. Erick no tenia control sobre muchos, pero lo obedecían cuando era necesario, Day carecía de prudencia, Dom estaba en una área aislada de la resistencia, Marco era un idiota con demasiada palabrería, Velika estaba enfadada con Cheslay porque creía que ella cometía traición con Raphael. Y Dylan estaba sonriendo mientras observaba la escena. Era el único que podía encontrar lo divertido a algo así.

Sander se tronó el cuello de manera audible y suspiró, esto se parecía un poco a los problemas que tenía que resolver cuando estaba en los túneles.

―Muy bien, todos―exclamó dirigiéndose a los curanderos―. No llevarán posesiones, en la resistencia les darán todo lo que necesiten. Van a llevarnos hasta sus compañeros, aquellos que estén en una situación crítica. Nuestro paramédico los ayudará para que lleguen al deslizador, sanos y salvos. Afuera nos estará esperando otro equipo. Sé que por ahora no parecemos mucho, pero todos y cada uno de nosotros dará la vida por ustedes ¡Andando!

Juliette le regaló una sonrisa que Sander supuso era orgullosa. Dylan le hizo una señal obscena con la mano que el tres se resistió en responder. Erick asintió en su dirección, y Day decidió dejar a Marco por el momento. Cuando Velika pasó al lado del chico, lo golpeó a propósito con su brazo robótico, dejándolo sofocado por unos segundos.

Pusieron en orden a los curanderos y los guiaron por los pasadizos del palacio, primero fueron aquellos que estaban demasiado enfermos como para ir por si solos, Sander se quedó a organizar a los demás en el área residencial en la que Ike los había instalado cuando los sacó del servicio de la zona rica. Dylan ayudaba a poner algunos en camillas, Cheslay los hacía dormir, para que su traslado fuera menos doloroso. Juliette curaba heridas con una precisión y rapidez que a Sander le pareció asombrosa. Los demás ayudaban cuanto podían.

―El segundo equipo está esperando afuera―anunció Erick a través de los intercomunicadores.

―Ya era hora―dijo Dylan e hizo una señal para que los curanderos los siguieran.

Sander fue al frente en ese lugar tan silencioso. Avanzaron con cuidado, los demás siguiéndolo, nadie se atrevía a hablar, se encontraron con una mujer que los ignoró por completo, pasando frente a ellos mientras tarareaba. El tres negó con la cabeza ante las rarezas que podían encontrar en ese sitio. Llegaron a los pasadizos sin más contratiempos. Sander avanzó hasta que el último de los curanderos estuvo dentro, una parte de él se sintió extraña, ya que la forma en la que se movían, le recordó su infancia en una granja, cuando cuidaba el ganado. Sacudió la cabeza y el recuerdo se disolvió rápidamente.

Saludó a Andy con una gran sonrisa cuando se encontraron en la salida del pasadizo. Amanda simplemente le dio un asentimiento y todos los demás continuaron subiendo a los curanderos en los deslizadores.

―Parece que con dos será más que suficiente―comentó Erick con un asentimiento de satisfacción.

―Creo que es la primera vez que nos va bien en una misión como equipo―. Dylan se veía más aburrido que orgulloso.

―El equipo no está completo―. Velika señaló a Day, quien simplemente estaba de pie, apartada del grupo.

Sander quiso decir o hacer algo al respecto, pero se contuvo, no tuvo mucho contacto con Dominique, es decir, el sujeto le había robado recuerdos por orden de Lanhart, pero no parecía un mal tipo.

Cheslay se unió a ellos, Amanda y Andy caminaban a su lado, los tres hablaban sobre algo que Sander no podía escuchar. Dylan dio un paso al frente para recibir a la mentalista. El tres se dio cuenta de que todos ya estaban relajados, sabían que la misión estaba completa en ese momento, pues los curanderos estaban a salvo en los deslizadores. Todos a excepción de ese chico, el líder, Martin. Sander tenía muchas preguntas para él, pero sintió que no era el momento de hacerlas. Quiso acercarse al chico, pero su intercomunicador comenzó a sonar, creyó que era alguna orden de Lanhart, pero se dio cuenta de que no sólo el de él estaba sonando, si no los de todo el equipo. Sander sacó el aparato y leyó los mensajes. Claro que la misión había sido demasiado fácil. Se sintió muy pequeño mientras leía las órdenes de Lousen sobre volver a la resistencia.

Sander miró a sus compañeros, Andy estaba a su lado, mirándolo y el tres sabía lo que eso significaba, su amigo esperaba instrucciones, pero no de Erick, las esperaba de él. Se mordió el interior de la mejilla ¿Que podía hacer? Esto no estaba en sus manos.

―Todos al deslizador―ordenó Erick con incertidumbre.

― ¿Que está pasando?― preguntó Martin, quien no llevaba un intercomunicador con él

―Hubo un atentado, muchas personas murieron y otros están heridos―explicó Dylan.

― ¿Ike?― Velika parecía fuera de sí, leyendo una y otra vez el texto en su aparato.

―Haru habría visto, si algo malo le sucediera...― dijo Andy para calmarla.

Ella sacudió la cabeza.

―No, me largo de aquí―espetó y se dirigió a uno de los deslizadores.

― ¡No!― Erick se puso en su camino―. Nuestras órdenes son guiar a estos evolucionados a la resistencia, no vas a ir a otra parte en este momento.

―Muévete―. Ella sacó su arma y apuntó a Erick, quien se quedó completamente sorprendido.

Sander sintió ese escalofrió recorrerlo, aquel que sintió cuando se dio cuenta de que Dexter lo había traicionado en los túneles. Y luego fue el silencio. Se atrevió a echar un vistazo a todos y cada uno. Day había comenzado a reír como una loca, Marco y otros tres apuntaban a Dylan y Cheslay, Velika a Erick y el mismo seguía impactado. Para sorpresa de Sander, Amanda apuntó al líder de la élite.

― ¿Qué demonios?― preguntó Juliette.

―Vete―dijo Amanda a Velika, la cual parecía sorprendida.

―Estás amenazando a un oficial superior―. La voz de Erick había recobrado autoridad.

Amanda sonrió ligeramente.

―Lárgate antes de que esto se ponga peor―continuó hablándole a Velika, la cual asintió y corrió en dirección a uno de los deslizadores―. Y tú― dijo en dirección a Erick y quitó el seguro a su arma―. Pronto comprenderás que es más fuerte la lealtad que una cadena de mando.

―Bien...― Martin avanzó dos pasos hacía el grupo―. Esto no parece ser correcto... ¿Por que no nos calmamos?

―No te metas― espetó Marco―. Los hermanos estarán muy agradecidos cuando les entreguemos este botín.

― ¿De que demonios hablas?― inquirió Dylan, avanzando un paso al frente, cubriendo a Cheslay de la vista de los demás.

―Acepté esta misión por una razón―dijo y sonrió, no era una sonrisa amistosa―. Mi hermano decidió dejarme en la resistencia para hacer un pacto, su hermano a cambio de la paz― escupió en el suelo―. Pero que estupidez. Así que yo hice un trato con sus enemigos. Los radicales estarán contentos por quedarse con los curanderos... aunque sólo sean la mitad de ellos, Velika no debió marcharse... En fin. Sus cabezas y los curanderos vivos me asegurarán un ejército de radicales.

―Justo cuando pensé que no podías ser más estúpido―. Dylan dio dos pasos al frente y luego se detuvo en seco.

Marco alzó la mano derecha y en ella había un aparato. Sander lo reconoció, era luz cegadora, una como aquella que había utilizado en la sede de cazadores.

―Fuiste tú―dijo Sander―. Tú colocaste esa cosa en la bolsa...

―Y tardaste en descubrirlo. Siempre supe que los de categoría tres eran fuertes para pelear, pero lentos para pensar.

Sander se permitió sonreír con ironía. Había algo en la situación que le parecía muy gracioso, pero había algo mas y eso lo sacaba de quicio, el hecho de que Day no dejaba de reír, incluso había comenzado a cantar en medio de sus risas, una pequeña canción que decía que todos caerían, de un mundo hecho de cenizas. Tal vez ya había perdido la razón.

― ¿Quieres callarte?― gritó Cheslay. La gemela se limitó a reír más fuerte.

― ¿Sabes cuál ha sido tu peor error en todo esto?― preguntó Sander. Marco alzó más alto la luz cegadora. El tres suspiró pesadamente―. El suponer que soy lento―dijo y la velocidad hizo su trabajo. Marco ni siquiera tuvo la oportunidad de presionar el botón, Sander ya la había quitado de su mano y estrellado contra las rocas.

―Los radicales tratarán de tomar el palacio―murmuró Martin. El tres se había olvidado de su presencia por un momento―. No puedo irme... ¿Que si el gobernante necesita ayuda?

―Él tiene razón―dijo Amanda, guardando su arma―. Ahora más que nunca necesitará aliados. Vayan a la resistencia.

― ¿Que haces?― Erick la miraba extrañado―. Desobedeciste las órdenes y amenazaste a un superior.

―Bla, bla, bla―. Amanda tomó a Martin del brazo, para ayudarlo a volver al pasadizo―. Si sobrevivo a esto, volveré por un castigo. Aunque, hay algo que debe quedarte claro―dijo y comenzó a cerrar la puerta al pasadizo, aquella que sólo podía abrirse desde adentro―. Cuando llegué a la resistencia, nunca pedí ser un soldado, no he firmado nada y mi placa no es diferente de la de los civiles, así que ten eso en cuenta cuando expongas tu queja―. Le dio una media sonrisa y cerró la compuerta.

Cheslay se encargó de dejar inconsciente a Marco y sus compañeros, ellos si se enfrentarían a un juicio por traición. Sander subió al segundo deslizador con el resto de su equipo. Llegaron a la resistencia sin más contratiempos, Juliette avisó al equipo médico para que los ayudaran a guiar a los curanderos.

Al bajar del deslizador, el tres se quedó sorprendido. En el lugar reinaba el desastre, había caos. Las personas iban de un lugar a otro, y los deslizadores entraban y salían del hangar.

― ¿Que demonios está pasando?― preguntó Dylan cuando Josué fue a recibirlos.

―Murieron las Ministros Shepard y Suker. Wagner está vivo por el momento. Nos quedamos sin aliados.

― ¿Rosendelf?― Preguntó Cheslay.

Sander no podía encontrar su voz para hacer las preguntas necesarias, se sentía como si estuviera debajo del agua.

―Está vivo, es todo lo que sabemos. Velika trajo a los curanderos y luego se largó en su deslizador. Si yo fuera ustedes, no me acercaría a Raphael hasta que ella regrese.

―Por lo menos sabemos que tiene un pequeño sentido de la responsabilidad―murmuró Dylan.

―Pero... tiene que saber―. Sander al fin pudo hablar―. Hay radicales entre nosotros, Marco...

―Yo me hago cargo de los traidores en este lugar―indicó Josué con paciencia.

Sander asintió, le daba miedo pensar en cómo se hacía cargo él de las cosas. El sonido de varios deslizadores llamó su atención. Miró de nuevo hacia la entrada del hangar. Day se colocó a su lado, mirando en la misma dirección. Del deslizador bajaron varios guardias, los cuales armaron una fila para que alguien más pasara, estaban protegiendo a una persona. Era una mujer joven, vestía con un elegante traje de color azul fuerte, un cabello rubio caía hasta su cintura y un par de ojos azules evaluaban todo el lugar.

Day dio un paso al frente, parecía tan desconcertada como todos los demás. La mujer pasó a su lado y le dio un pequeño asentimiento como saludo. Uno que la gemela no se molestó en responder, ni siquiera con su sonrisa de gato.

Sander no sabía que estaba sucediendo.

― ¿Que está pasando?― preguntó.

―Algo muy malo.

―Explícate―exigió Dylan.

Day apuntó a la mujer joven, que ahora subía las escaleras en dirección a la oficina de Lousen.

―Evelyn Shepard tenía una pequeña aprendiz. Supongo que ella se hará cargo a partir de ahora.

― ¿Y por qué eso es malo? Sigo sin comprender que pasa.

La gemela no parecía nada divertida con la situación, como solía mostrarse ante todo.

―Vanesa, eso pasa.

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