— ¿Estás muy cansado, Ddeonu? — preguntó Sunghoon, el pelirosa asintió, sus ojitos se cerraban y tenía un puchero cansado que era adorable, estaban en un taxi camino a su departamento—. Tranquilo, puedes dormir y te despierto cuando lleguemos.

El pelirosa se acurrucó más contra él, abrazando su musculoso brazo, que también era muy cómodo para dormir.

Incluso al llegar, Sunoo seguía bastante dormido, así que el pelinegro decidió cargarlo en brazos hasta su departamento, claro que subieron hasta el quinto piso en ascensor, porque por más que Sunghoon tenía un excelente estado físico y Sunoo no era muy pesado, moriría si tenía que cargarlo por las escaleras.

Al entrar a su dulce hogar fue directo hacia él cuarto y dejó al dormido joven sobre la cama, su pequeño mayor estaba muy dormido, cada tanto se despertaba un poco para soltar un ruido de queja y volvía a dormirse, era adorable.

El pelinegro le quitó su calzado, unas botas negras que le sumaban un par de centímetros a su altura, también los jeans que llevaba, y lo molestó un poco al quitarle su abrigo, dejándolo solo con una remera para que pudiera dormir mejor.

— Sunghoonie... — murmuró Sunoo, entre abriendo los ojitos, estiró su mano hacia el pelinegro, que se estaba colocando su remera de pijama.

— Ya voy, Ddeonu, no seas impaciente— respondió el menor —. Aún tengo que ir al baño y cepillarme los dientes, si estás muy cansado puedes cepillarte los tuyos mañana cuando te despiertes, ¿Si?

— Hoonie.

— Amor.

— Eres muy lindo — murmuró, haciéndolo sonreír.

— Tú eres más lindo, Ddeonu. Eres mi lindo Sunoo.

— Ven~ — palmeno la cama para que fuera hacia él, el menor obedeció con una sonrisa en el rostro, y fue hacia él para dejar un casto beso en sus labios.

Las manos de Sunoo fueron hacia su cuello, y subieron para acariciar sus mejillas, Sunghoon estaba casi a horcadas sobre él, una mano fue hacia la cintura del mayor, para dejar caricias con su pulgar mientras profundizaba el beso.

Al separarse, Sunoo respiró pesadamente contra los labios del menor, sentía mucha vergüenza como para hablar, Sunghoon prefirió no decir nada porque no quería lastimarlo, ni pensar cosas inadecuadas.

— Mi Hoonie... — el mayor pasó sus manos hacia su cintura, se deslizaron debajo de la remera del pelinegro y acariciaron su piel, sintió algo de cosquillas cuando las pequeñas manos de su novio fueron a tocar sus abdominales.

— ¿Sunoo? ¿Qué haces? — preguntó el pelinegro, cuando notó al menor levantar cada vez más su remera, como si lentamente quisiera quitársela.

El mayor habló en un tono algo avergonzado.

— A veces... Me acuerdo de algunas cosas que hacíamos, Sunghoonie, son recuerdos de hace mucho... Y son viejos pero... Incluso cuando lo recuerdo, se siente muy bien — confesó.

Sunghoon no sabía cómo tomarse aquello, quizás podía ser algo muy bueno o muy malo, intentó no pensar mucho al respecto porque su corazón estaba muy acelerado y en cualquier momento tendría una erección si Sunoo seguía tocandolo de esa forma, lentamente iba haciendo camino hacia su pecho.

— Me gustaría... No sé, intentarlo, al menos — añadió el rubio.

— ¿Ahora?

— Si... — el pelirosa bostezó ampliamente, y llevó sus manitos lejos de la cálida piel de Sunghoon para cubrir su boca y frotar sus ojitos posteriormente.

Sunghoon sonrió con cierta ternura, dejó un beso en su frente.

— Ddeonu, creo que estás un poco cansado para intentar eso hoy— murmuró, en un tono bajo y cariñoso que le dió al mayor aún más sueño—. Duerme, podemos intentarlo otro día, no hay ningún apuro.

— Pero-

— Nada de peros, bebé— dijo Sunghoon, volviendo a acomodarse sobre la cama, en su lugar—. Duerme. A mimir.

— Bueno— aceptó Sunoo, en tono de derrota, antes de acurrucarse contra él, como de costumbre, y murmurar un cansado "Te amo", antes de quedarse dormido.