Capítulo 1
•|15 de marzo de 2019, Melbourne, Australia|•
Carlos
Salgo de la ducha y me pongo una toalla alrededor de la cintura para luego salir del baño y tumbarme en la cama del hotel. Es increíble lo cansado que me siento hoy. Ahora puedo respirar un poco de tranquilidad después del día que he tenido.
Pero mi descanso se ve interrumpido por una llamada de teléfono, que al ver que es mi hermana respondo rápidamente, preocupado porque me llame cuando literalmente estamos a cinco habitaciones de distancia.
- ¿Qué pasa? ¿Estás bien? - Pregunto seguido.
- Sí, tranquilo... Adivina quién está este fin de semana en el Grand Prix - me dice con un tono extraño, enigmático quizá.
- No sé... Ilumíname - respondo encogiéndome de hombros.
- Allison - espeta.
- ¿Qué? - Exclamo sorprendido. - ¿E-en serio está a-aquí? - Tartamudeo nervioso.
Mi corazón ha dado un vuelco al oír su nombre. Una tonta sonrisa aparece en mi rostro. La chica más bonita que jamás he visto y que me gusta desde hace dos años está aquí.
- Sí, acaba de pegar en mi puerta por error - me informa. - Es ella, te lo juro por mi amor a Tom Holland - añade para darle seriedad al asunto.
- Genial, ahora estaré nervioso todo el tiempo - bufo fingiendo molestia.
- Venga va, hombre, no seas así. Todo este tiempo queriendo que yo salga con Lando y tú llevas dos años detrás de ella como un idiota, lánzate a por ella - me anima.
- No sé, Irene...
- Sí lo sabes - me interrumpe. Yo suspiro.
- Dudo que siquiera sepa quién soy - replico, buscando una excusa.
- Como no eres famoso ni nada - dice con ironía. - No te atreves con ella porque no tienes agallas - me intenta molestar. Pero no caeré en su juego.
- Mentira, si quisiera le pediría salir cuando quiera - digo con orgullo.
Ella permanece en silencio varios segundos, probablemente buscando un argumento o una burla.
- ¿De veras? Pues no hay huevos a invitarla a cenar después de la clasificación - me reta, usando el argumento que más le importa a un español.
El no hay huevos es sagrado, y si lo dicen, hay que hacerlo sí o sí. Mi orgullo me obliga a hacerlo.
- ¿Me estás retando?
- Sí, ¿hay huevos o no? - Presiona.
Me quedo pensando. Voy a aceptar, pero si va a arrastrarme por el fango, ella vendrá conmigo.
- Si tú le pides a Lando lo mismo, sí - digo entonces.
- Vale. Yo se lo pido a Lando y tú a Allison, una cita doble - sentencia. - ¿Trato?
- Trato - asiento. - Hasta mañana, peque - me despido.
- Hasta mañana hermanito - responde para luego colgar los dos a la vez.
Dejo el teléfono en la mesita de noche y dejo escapar un suspiro. Conociéndola no va a suponer ningún problema atreverse con Lando, pero yo no soy tan valiente como quisiera ser, y sé que me va a costar pedírselo. Y otro problema será Daniel: su hermana es intocable. No quiere que ningún piloto se acerque a su hermana, y eso me va a complicar todo.
•|16 de marzo de 2019, Melbourne, Australia|•
Mi hermana, Lando y yo estamos de pie hablando, y me quedo mirando a Daniel y Allison hablar tranquilamente. Si Daniel no estuviese siempre a su alrededor sería más sencillo hablar con ella... Pero parece algo imposible.
- ¿Cuándo piensas hablarle? - Me presiona mi hermana entonces, devolviéndome a la realidad e interrumpiendo lo que le estaba contando a Lando.
- Cuando Daniel se separe de ella... Que al parecer será nunca. Ya sabes cómo es con su hermana - me intento excusar, pero ella solo me mira enarcando una ceja.
- Mira, yo le distraigo y tú hablas con ella, ¿sí? - Propone dándome una palmada en el hombro.
Lando nos mira tratando de comprender, pero como estamos hablando en español no se está enterando de nada.
- Vale, ve - asiento empujándola hacia ellos.
Ella camina en su dirección, y dos segundos después ya se está alejando con Daniel, al que ha agarrado de la camiseta y está arrastrando lejos de Allison.
- Corre, que te quedas embobado - me empuja entonces Lando.
Tímidamente me acerco a Alli, que mira con el ceño fruncido a mi hermana, y yo capto su atención saludándole con la mano.
- Ey... Ho-hola Allison - saludo titubeando.
- Hola, Carlos - responde ella mostrándome su hermosa sonrisa. - Tu hermana me ha robado a mi hermano - bromea fingiendo celos.
- Así es Irene... - digo riendo nervioso.
- ¿Querías algo? - Inquiere mirándome fijamente a los ojos, consiguiendo que me flaqueen las piernas.
- Eh... Yo... Bueno... Me preguntaba si... - Mis intentos de formular una frase fracasan por completo y ella empieza a reírse.
Muy agudo, Carlos, se está riendo de ti.
- Eres muy lindo - comenta sonriendo y haciendo que me sonroje.
- Gra-gracias... - Tartamudeo patéticamente. - Intentaba decirte que si te apetecería venir conmigo, Irene y Lando a cenar por ahí. Ya sabes, algo informal... O formal, como tú prefieras - consigo decir.
- Oh, Carlos, yo... Tengo novio. Lo siento - niega ella, haciendo que una parte de mí quiera morirse.
- No es una cita - intento convencerla. - Solo seríamos un par de amigos que salen...
- Otro día, ¿vale? - Replica sonriendo incómoda.
Eso se traduce como: nunca.
- Vale. Perdón por insistir. Adiós - me despido regresando hacia Lando, que ríe por algo que le está contando mi hermana.
- ¿Y bien? - Pregunta Lando.
- Tiene novio - susurro realmente triste.
- Ay no - se lamenta mi hermana. - Pobrecito... Bueno, seguro es un cabrón y lo acaban dejando - me asegura.
- Que macabra - murmura Lando con una sonrisa divertida.
- No pasa nada... Lo superaré - digo poco convencido.
- No te la crees ni tú - se burla ella.
- Es solo una chica - intento autoconvencerme.
- Carlos, llevas sin follar desde que la conociste. ¡No me jodas! - Me grita. Lando empieza a reírse a carcajadas.
- ¡Y tú qué sabrás sobre mi vida sexual! - Respondo yo en español.
- ¡Me lo contaste, pedazo de inútil! - Replica hablando en español también.
- Era un secreto, cabrona - le reprendo avergonzado. Lando nos mira sin poder entender nada.
- Bueno, vale, perdón... Sabes que guardo muy mal los secretos, no es mi culpa.
Me abraza y yo no me niego. Y ya está, todo arreglado. Es curioso lo rápido que nos perdonamos y lo poco que aguantamos enojados mutuamente.
- ¿Me explican? - Pide Lando.
- Nada importante, una pelea de hermanos - le explica mi hermana con una sonrisita. Él asiente y se da por satisfecho.
- Bueno, me voy a mi habitación - comento metiendo las manos en los bolsillos de mi pantalón. - Suficientes humillaciones por hoy... - Murmuro alejándome del par de tórtolos.
La verdad es que está siendo un inicio de temporada de puta pena. Primera carrera y ya me ha rechazado la chica que me gusta y me ha ido fatal en la qualy. ¿Por qué las cosas no me pueden salir bien por una vez? ¿Acaso estoy pidiendo demasiado? Yo creo que no, pero quién sabe...
Camino desanimadamente hacia el ascensor, y cuando llego y pulso el botón de subida, me sorprendo al ver a Vettel y Charles dentro, charlando. Que yo sepa no se llevan demasiado bien.
- Hola - saludo entrando al cacharro de metal.
- Hola. ¿A qué planta vas? - Pregunta Sebastian educadamente.
- A la 3 - murmuro apoyándome en la pared del elevador.
- Como nosotros - señala Charles con una sonrisa.
El ascensor empieza a subir lentamente y me es imposible quitarme de encima la mirada de Charles.
- ¿Ocurre algo? - Inquiero mirándole también.
- Irene me ha contado todo - dice sonriendo. - ¿Has triunfado o no?
- Ha ido de pena - confieso encogiéndome de hombros.
- ¿De qué hablais? - Pregunta Vettel con curiosidad.
- Nada, Seb. Temas amorosos - le quita importancia Charles. - Suerte la próxima vez - murmura dándome una palmada en el hombro y saliendo del elevador cuando las puertas finalmente se abren.
Vettel le sigue y yo dejo que se alejen varios pasos para salir también y continuar caminando hasta mi habitación. Mi plan es encerrarme ahí hasta mañana por la mañana y pedir room service para cenar. No me apetece nada hoy.
Cuando al fin estoy en la seguridad y tranquilidad de mi habitación, me acuesto en la cama, cansado física y mentalmente, y trato de pensar en otra cosa que no sea mi deprimente intento de salir con Allison. Tiene novio, y aunque no lo tuviese dudo que se interesara en mí. No soy demasiado guapo y tampoco se me da bien ligar. Bueno, generalmente sí se me da bien ligar, pero con Allison es distinto. Ella me gusta de verdad.
Y es normal. ¿A quién no le puede gustar una chica así? Es preciosa, y tiene un cuerpo espectacular. No es demasiado alta, pero eso a mí me da igual. Aunque mi hermana se burla mucho de su estatura. Bueno, en realidad mi hermana se burla de todo el mundo. Pero sin desviarme del tema... Allison es la mujer más hermosa que jamás he visto. Y puede que no sea una modelo con piernas kilométricas, pero para mí es perfecta tal y como es.
Y todo esto va más allá de su físico. Es graciosa, amable, un poco enojona, aunque es divertido verla enfadar. Es sensible, atenta, un poco torpe en ciertos aspectos, cosa que contrarresta con su talento para otras cosas. Tiene una habilidad increíble con el piano, y su voz angelical es todo lo que está bien. También se le da bien componer canciones, y bailar... Mierda, los videoclips de sus canciones en los que sale bailando son mis favoritos. Se le da genial y puede que los haya visto cien veces cada uno.
Entre tanto pensar en esa preciosa chica, me da sueño, y acabo durmiéndome, con su imagen en mi mente. Con suerte sueñe con ella. Supongo que mis sueños son el único lugar en el que ella puede ser mía, al menos en cierta parte...
°°°
Me despierto y el cielo ya está oscuro. Miro el reloj y son las diez de la noche. Me planteo seguir durmiendo, pero no tengo sueño y me apetece comer algo. Así que como tenía planeado pido room service y al cabo de media hora ya me han traído lo que he pedido.
Los spaghetti con salsa boloñesa casi rebosan del plato, y los engullo como si llevase décadas sin comer. Ni siquiera me paro a beber, dado que lo único que me han traído es vino y no me apetece emborracharme. Sé controlarme, pero mejor no correr ese riesgo innecesario.
Cuando acabo de comer, me pongo a ver la tele, pero es como si la botella de vino me estuviese llamando. Llevo un día de mierda, así que una copa o dos no hacen daño a nadie... No, no puedo. Pero parece de calidad...
- A la mierda - bufo finalmente tomando la botella y abriéndola con el sacacorchos.
Me lo sirvo en la copa y le doy un pequeño trago. Me lo tengo que tomar con calma, o no acabará bien.
Me quedo mirando al techo, escuchando la tele de fondo y dando algún que otro trago cada rato. A veces me pregunto qué hice para merecer estar así de solo. Quiero decir, tengo a mi familia, tengo a la peque, tengo a Lando que es un gran amigo, pero aún así me siento tan solo... Mi madre me dice muy a menudo que lo que necesito es alguien a mi lado. Y tiene razón. Siempre he estado cómodo solo, con algún que otro ligue sin importancia, pero ha llegado un momento en el que quiero sentar cabeza, encontrar una chica, más bien una mujer, a la que querer incondicionalmente y que ella me quiera así también. Y el idiota de mi corazón no deja de estar enamorado de la misma persona. Me da asco el amor platónico, el amor no correspondido. ¿Por qué somos tan autodestructivos los humanos? ¿Por qué nos obligamos a amar a quien no nos ama? Es una mierda, es cruel, y es doloroso.
Necesito olvidar a la Ricciardo, necesito que otra mujer ocupe mis pensamientos, y sobretodo debo dejar de hacerme ilusiones cada vez que me mira. Me siento como una adolescente de instituto que se enamora del chico popular inalcanzable para ella. Genial, soy como una pringada de instituto. Y yo que veía ese papel mejor para mi hermana...
Tocan en mi puerta, asustándome y sacándome de golpe de mis pensamientos. Estaba muy concentrado en compadecerme de mí mismo como para esperarme una interrupción así.
Me levanto y por un momento me mareo. Miro la botella y me sorprende verla medio vacía. ¿Tanto he bebido? No tiene importancia. Camino hasta la puerta y la abro, para encontrarme a la castaña de ojos marrones que tanto me gusta.
- ¿Qué haces aquí? - Es lo primero que me sale preguntar.
- Quería disculparme por lo de esta tarde - murmura mirándome directamente a los ojos.
- No tienes que disculparte por nada, Alli...
- Sí que tengo - me interrumpe dando un paso adelante. - Carlos, tú eres un hombre muy agradable, guapo, y... Y de veras que me caes bien. Yo y mi novio nos hemos dado un tiempo, así que técnicamente no somos novios. De modo que... Que en realidad sí quiero salir contigo. Simplemente me acobardé antes - explica hablando rápido.
- ¿Salir cómo? ¿Ahora? - Pregunto aturdido. El alcohol me va a jugar una mala pasada.
- No necesariamente - responde encogiéndose de hombros. - No te voy a engañar, me gusta ser sincera: me atraes físicamente más que nada - espeta de pronto.
No estaba preparado para esa declaración. Me duele y me alegra a partes iguales. Con eso me da a entender que le importa una mierda mi personalidad pero que se acostaría conmigo... Bueno, no suena tan mal, ¿verdad?
- Oh, entiendo. ¿Entonces...? - No me da tiempo a terminar la frase cuando tengo sus labios sobre los míos.
Hostia puta.
No me voy a hacer la víctima, me ha encantado. Tanto que le he seguido el rollo. Pero ponte en mi lugar, si te besa la persona que te gusta no se lo niegas.
El alcohol me da el empuje suficiente como para no desmayarme de la emoción y poder controlar la situación. La sujeto por la cintura y la pego a mí, añadiendo la lengua al beso y acelerando el ritmo. No voy a perder esta oportunidad.
Ella no da señales de rechazo alguno, es más, ella medio toma la iniciativa y nos adentra en la habitación.
Y lo que pasará sólo lo sabremos estas cuatro paredes, ella y yo.
•|17 de marzo de 2019, Melbourne, Australia|•
El sonido de una puerta cerrándose me despierta, y después de frotarme los ojos miro a mi alrededor, tratando de ubicarme. Estoy desnudo en mi cama y estoy solo, así que Allison probablemente ya se haya ido. Miro el reloj y apenas son las cinco de la mañana. Pero ya no voy a poder dormir. Demasiadas cosas que asimilar sobre lo que pasó anoche.
Lo que tengo claro es que ni mi hermana, ni Lando, ni nadie se puede enterar de esto. Prefiero olvidar que esto ha pasado y continuar con mi vida. Sé que esto sólo ha sido sexo para ella. Pero ha sido tan mágico... Yo sabía lo que ella quería, y ahora me arrepiento de haberlo hecho. Esto solo ha servido para hacer que la desee más, y sé que ella ya no busca nada más de mí.
Es frustrante cuando quieres algo de una persona pero no está dispuesta a dártelo. A pesar de que tú sí se lo darías sin pensarlo... Maldita Allison Ricciardo, ¿por qué me tuve que enamorar de ti?
Lo peor es que ahora debo hacer como si nada y continuar con mi vida pretendiendo que no me muero por dentro cada vez que veo a la hermana de Daniel. Ella siempre será esa meta imposible de alcanzar, esa carrera imposible de ganar. Y me frustro mucho cuando no puedo ganar una carrera. Pero lo peor es que ni siquiera puedo luchar por ella. Es tan inalcanzable que lo mejor será olvidar y continuar viviendo.
•|24 de febrero de 2020, Woking, Inglaterra|•
Espero impaciente a que mi hermana se una a la videollamada. Hace una semana que no sé nada de ella, sé que ha estado ocupada con algunos asuntos, la universidad y todas esas mierdas, así que no he querido molestar. Pero ya va siendo hora de ver qué tal le va.
Finalmente veo su cabellera negra con mechas moradas aparecer en la pantalla, y sus ojos grises miran hacia otra dirección. Dice algo en alemán y entonces me dirige la atención por primera vez desde que se ha unido a la llamada.
- Hola, peque - saludo sonriéndole.
- Hola hermanito. Siento no haberte escrito - suspira y me medio sonríe. - ¿Has visto lo de Allison? - Inquiere.
- Sí. Ahora la veré en todas las carreras - murmuro desanimado. - No creo que me haga bien verla caminando por el paddock con su novio y su hija - opino entristecido.
- Es lo que hay, hermano... Cada uno se arruina la vida como quiere. Yo le jodí la vida a Lando y ella ha tenido un bebé - se encoge de hombros y sonríe. - Y tú te estás arruinando la vida al esperarla.
- No la estoy esperando. Intento pasar página, y ya está. Pero no puedo por algún motivo.
- Nada te une a ella, Carlos. Olvídala. Ella tiene una hija con ese tal Jonathan y tú no pintas nada ahí.
- Lo sé, lo sé... ¿Podemos hablar de otra cosa? - Pregunto exasperado.
- Por mí vale, está claro que diga lo que diga no me vas a hacer caso - se queja rodando los ojos.
- Intento hacerte caso, pero no puedo.
- ¿No puedes o no quieres? - Replica enarcando una ceja.
- ¿Tal vez ambas? - Respondo con otra pregunta y ella se encoge de hombros.
- Lo que he dicho: cada uno se arruina la vida como quiere - dice sonriendo. - Hagas lo que hagas, al menos que sea por tu propia decisión...
- Lo que tú digas - bufo.
Ella empieza a reírse por un motivo que desconozco, y sin embargo acabo riéndome con ella.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro