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diecinueve

Jennie no supo qué contestar al respecto, se ruborizó y solamente alcanzó a tartamudear un poco antes de observar cómo la menor empezaba a reírse a carcajadas mientras intentaba ocultarlo con una mano sobre su boca. La observó reír y sintió como, sin querer, un pesado suspiro la hizo volver a respirar de manera correcta. Su corazón había latido de una manera que describiría como peligrosa y preocupante.

—¡Solo bromeaba! —se abalanzó sobre ella, presionando su abdomen sobre el apoyabrazos del asiento para poder rodearla con sus brazos—. Oye, ¿por qué tu corazón va tan rápido? Tranquila —y volvió a soltar otra carcajada.

Jennie se giró un poco para hacer contacto visual y sonrió apartando un mechón de su cabello.

—¿Cómo esperas que no se me acelere el corazón ante una pregunta como esa viniendo de ti? —soltó una suave risa y dejó un beso corto en su frente.

No volvieron a hablar más del tema, pero ambas sabían que era una posibilidad realmente adorable y que les hacía mucha ilusión. Pero no ahora.

***

Rosé esperaba sentada leyendo una interesante revista sobre platillos españoles, mientras que Jennie se registraba con la chica encargada del lobby del hotel, cosa que estaba tardando más de lo esperado por un pequeño problema con la hora de llegada, pues al parecer la habitación aún no estaba lista.

—Hey, ¿cómo estás? —escuchó una voz masculina hablándole en inglés detrás suyo.

Rosé levantó su mirada un poco asombrada por la reciente aparición de ese chico, quien al verlo, pudo notar una amable sonrisa en su rostro, así que decidió sonreír y musitar un pequeño saludo para él.

—¿Puedo sentarme? —preguntó, señalando un considerable espacio a su lado en el cómodo sofá en el que se encontraba.

—Claro.

—Veo que no eres de por aquí —comentó, sentándose a su lado—. ¿Cómo te llamas?

—Me llamo Chaeyoung. ¿Tú? —colocó la revista en su lugar de nuevo, mostrando respeto hacia el otro, que parecía querer iniciar una conversación con ella.

—Choi Jiung, es un gusto conocerte —respondió cruzando una pierna encima de la otra—. ¿De dónde eres, linda?

—Soy de Corea. ¿Tú también, no? —preguntó con una media sonrisa.

—Así es —respondió, asintiendo—. He vivido en Estados Unidos por muchos años debido a mi padre, pero tengo nacionalidad coreana.

—Oh, eso explica el acento, claro —mencionó divertida.

—Sí, aunque tu inglés suena bastante bien también —reconoció.

El inglés de Rosé era un poco improvisado, pero sabía desenvolverse de manera correcta, aunque hacía ya mucho que no lo practicaba.

Jiung se acercó un poco más a la rubia.

—Dime, ¿con quién vienes? —intentó seguir con la conversación sin tener en cuenta que sería interrumpido por una voz femenina apareciendo.

—Chaeng, está todo listo, ¿nos vamos? —apareció Jennie cruzada de brazos frente a ambos chicos—. Veo que ya hiciste un amigo... —Jiung sonrió y saludó con la mano a Jennie, quien sonrió de lado, pero no saludó de vuelta—. Puedes quedarte si quieres, este es el número de la habitación y-

—¡No! Podría perderme buscándola y... No, ni loca —exclamó, poniéndose de pie rápido del sofá.

—Yo podría ayudarte a buscarla luego... Digo, si quieres y no le molesta a tu amiga que te quedes conmigo un rato más, sabes, para conocernos y eso.

—Jiung, yo... —miró a Jennie por unos segundos antes de continuar—, realmente debo irme con mi... Amiga, sí. ¿Te parece si nos vemos luego?

Jennie entrecerró sus ojos y sonrió disimuladamente mientras observaba las reacciones de Chaeyoung ante la situación. Jiung asintió y pasó sus dedos por su cabello, haciéndolo hacia atrás en un acto encantador, característico de él.

—Claro, no te preocupes. Solo espero volver a verte por aquí, linda —él también se levantó del sofá y se acercó para tomar gentilmente la mano de Rosé, en la cual depositó un delicado beso—. Adiós, chicas.

Y se fue sonriendo, no sin antes guiñar un ojo a ambas. Jennie, aún cruzada de brazos, no respondió. Estaba ardiendo en celos. Y cómo no estarlo, si lo que acaba de ver pasó descaradamente frente a sus ojos, pero Chaeyoung, por su parte, se había quedado congelada. Realmente incómoda.

La mayor decidió darse la vuelta y empezar a caminar hacia el ascensor, las maletas debían estar esperando afuera de la puerta de su habitación. Chaeyoung, un poco nerviosa, la siguió.

Ingresaron en el ascensor. Era muy tarde, casi de madrugada, por lo cual no se esperaba ver personas fuera a esa hora, así que el ascensor tenía la vía libre hasta el décimo piso. Sin embargo, el ambiente se había convertido en uno demasiado tenso, con un silencio tan incómodo y abrumador.

Rosé sabía que debía hacer algo ahora si no quería que aquello siguiera así de incómodo hasta el piso que debían llegar.

Las puertas se cerraron y tomó camino hacia la castaña, quien se encontraba con su espalda apoyada en una de las paredes del ascensor, con su mirada perdida en el suelo del lugar. Tomó la mano que estaba libre entre la suya e hizo que la mirara recostando la cabeza sobre su hombro.

Jennie cerró sus ojos, negándose a observarla. Estaba celosa y no quería explotar con ella de algo que no tenía ni la mínima culpa.

—Jennie, mírame —pidió, jugando con sus manos, ésta negó con su cabeza—. Por favor. ¿Por qué te pones así?

La mencionada suspiró y decidió abrir sus ojos, notando que Rosé la miraba suplicante.

—Solo déjalo, es absurdo.

—Lo que sea que te molesta no es absurdo para mí.

—¿Por qué tenías que verte tan cómoda con ese chico? —soltó, provocando que inmediatamente Chaeyoung pusiera una expresión incrédula con su rostro—. ¿Lo ves? Es tonto, solo olvídalo.

—Jenn...

—¡Y le dijiste que somos amigas! Eso le daba más acceso a querer conocerte.

Chaeyoung lo pensó bien antes de decirlo, pero supo que debía hacerlo cuidadosamente.

—Pero, ¿no es eso lo que somos?

—Basta, Chaeyoung, no quiero hablar más de esto —se cruzó de brazos y bajó su rostro. Su expresión parecía la de un gatito enojado.

Rosé sonrió un poco divertida por la actitud que tomó la mayor ante la reciente conversación con Jiung. Se acercó a ella y su dedo índice hizo subir el mentón de la contraria, su rostro se inclinó para alcanzar sus labios y dejó un corto beso en ellos.

Jennie la tomó por la cintura e invirtió sus posiciones, causando así, que Chaeyoung quedara contra la pared del ascensor e inició de nuevo un beso que variaba entre lo cariñoso y lo intenso por la manera en la que sus manos se apretaban a su cintura y sus labios se acariciaban cálidamente.

—¿Sí sabes que hace años que no me gusta un chico, verdad? —dijo la menor, cuando se hubieron separado.

—Eso no quita la posibilidad de que haya uno que aún pueda hacerlo —musitó, insegura.

—Deja de decir tonterías —rodó sus ojos y volvió a acercarse—. Mejor sigue besándome que aún faltan dos pisos para llegar.

Jennie sonrió y volvió a reafirmarla contra la pared, juntando sus labios en un cándido beso que acalló todas sus inseguridades.

Sus manos se desplazaron hasta la espalda baja de la menor, para luego bajar hasta su trasero, en donde apretó suavemente. Su pierna derecha se coló entre las contrarias, haciendo que estas se abrieran, empezando a frotarla de arriba hacia abajo. Chaeyoung mordió el labio inferior de Jennie y en el transcurso volteó hacia la puerta del ascensor para observar en los botones situados al lado, ya solo faltaba un piso.

Segundos después, un leve ding se hizo escuchar dentro. Tomó la nuca de la rubia, impidiéndole apartarse, a la vez que su otra mano se aferró más a su cintura, y cuando escucharon el sonido de las puertas abriéndose, Jennie supo que debía parar.

Se separaron con sus respiraciones yendo rápido. La más baja tomó la mano de Park y le sonrió indicando que todo estaba bien.

—Vamos.

Al llegar a la habitación, sus maletas ya estaban puestas sobre su cama, una enorme al medio de la habitación. A un costado había un pequeño juego de sofás, y el baño ubicado atrás de la pared divisoria de la mini sala.

Al abrir las cortinas, pudieron observar una increíble versión nocturna de la isla, con algunos edificios y restaurantes resaltando por sus llamativas luces. En el agua también podían observarse algunos cruceros a lo lejos.

—Dime, ¿te gusta? —cuestionó, abrazando la cintura de Rosé por detrás.

—Me encanta —sonrió mientras seguía observando la preciosa vista nocturna—. Aunque creo que el hecho de estar aquí contigo es lo mejor de todo.

Jennie besó suavemente su cuello y sonrió en este.

—Me alegra escuchar eso. También me encanta estar aquí contigo.

Chaeyoung volteó su cuerpo entre los brazos de Jennie para quedar de frente a ella.

—Oye, Nini... Lo que dije acerca de que aún somos amigas, hmm... Creo que sonó muy grosero y-

La otra se acercó para juntar sus labios e impedir que siguiera hablando

—Y tienes razón, pero solo espera, no te preocupes por eso ahora —sonrió de lado y le guiñó un ojo—. ¿Tienes hambre?

Chaeyoung asintió con un puchero, por lo que Jennie se alejó para revisar la hora local en su celular y se dio cuenta que faltaba apenas una hora para que fuesen las doce.

—Adivina qué... —sonrió emocionada y se sentó a la orilla de la cama—. Aquí será pronto tu cumpleaños.

Chaeyoung caminó hacia donde estaba la mayor y se ubicó sobre sus piernas. Jennie la tomó por la cintura y estiró su cuello con una expresión que indicaba que quería un beso. La rubia sonrió y se inclinó para poder brindárselo.

Decidieron que aún no querían salir a comer a algún lugar fuera del hotel, así que llamaron desde el teléfono ubicado en la mesita de vidrio nocturna al lado de la enorme cama para que pudieran llevarles servicio de banquete a la habitación.

Ambas se vieron tentadas a pedir una deliciosa Paella, siendo uno de los cuantos platillos que aún quedaban disponibles en el menú. No obstante, tiempo después, también ordenaron helado como postre.

Aún se encontraban sentadas a la orilla de la cama, terminando lo último de sus postres en la mesa que tenían al frente. Jennie buscaba otra película que pudiese poner en la televisión frente a ellas, mientras Rosé terminaba con el glaseado de su helado, tomándolo con dos de sus dedos hacia su boca. Y en una ocasión, creó un sonido con sus labios para llamar la atención de Jennie, quien sonrió aún con su atención puesta en la pantalla de la televisión.

En lugar de poner otra película, se levantó de la cama y se dirigió a los aparatos de sonido bajo la televisión, lo encendió y conectó su celular. Puso a reproducir su lista de canciones favoritas, sonando como primera "Dangerous Woman", la cual era definitivamente la mejor para el momento.

Volteó hacia la chica que empezaba a provocarla y caminó hacia ella. Rosé, con un dedo en su boca aún, lo sacó lentamente mientras elevaba su mirada hacia la castaña que la miraba con el deseo casi escapando por sus ojos.

Jennie elevó su mentón con su índice y ladeó su rostro despacio, viéndola desde arriba con una expresión entre neutra y queriendo sonreír al ver a la menor con sus ojos brillando, expectante.

El brazo de la mayor buscó la mesa que la otra chica había apartado, pasó dos de sus dedos sobre el plato en el que estaba el pastel y luego los acercó a los labios de Chaeyoung, quien abrió estos para chuparlos, siendo detenida por la castaña.

—No —indicó—. Cierra.

Chaeyoung tragó con dificultad e hizo lo que se le pidió, unió sus labios de nuevo y sintió cómo los dedos de la mayor se presionaban contra ellos. Kim los deslizó de un lado a otro, llenando sus carnosos labios completamente de ese dulce blanco.

Rosé seguía simplemente observando, ansiosa. Ansiosa por querer lamer los dedos contrarios e incluso sus propios labios.

Jennie sonrió y tomó más de la mezcla, llevándola a sus labios también y limpiando todo de sus dedos.

Rosé removió y luego juntó sus piernas nerviosa, dejando que la mayor abriera las suyas y las dejara a su costado.

Tomó de nuevo, ahora la crema de color rosa y la mezcló con la que ya estaba en los labios de la menor, creando un tono rosado más suave. Su dedo descendió, manchando parte de su mentón. Siguió bajando hasta llegar a la mitad de su cuello, a la vez que Rosé solo le observaba y recibía las mil sensaciones que esto le generaba.

—Quítate la blusa —ordenó la castaña.

Cuando lo hubo hecho, ella misma se encargó de desabrochar el sostén también y dejarla sin nada que cubriera sus pechos. Sonrió ladinamente e hizo que la menor se recostara sobre la superficie fría y suave de la cama. Se posicionó sobre ella cuidadosamente, y se llevó el plato con mucha crema restante consigo también.

Sus dedos volvieron a recorrer el dulce y los bajó, fijando su mirada en los ojos de Chaeyoung cuando paseó estos por la parte de arriba de sus pechos, provocando que la contraria se estremeciera y apretara sus labios, probando un poco de la crema recién puesta sobre ellos.

Jennie bajó más, con sus ojos aún puestos ferozmente en ella, y deslizó esta vez por la mitad, entre medio de sus pechos sin tocarlos, solo embarrándola. Park gimió.

Volvió a tomar más y sus dedos se dirigieron hacia abajo de sus pechos. Luego, deslizó estos por el costado de su torso, sobre la zona de sus costillas, las cuales delineó delicadamente.

Finalmente, tomó un poco más de nuevo, y descendió hasta su pelvis apenas descubierta por los shorts que la chica había decidido vestir para su comodidad, trazando una línea recta por este sensible lugar.

La tensión podía sentirse, y debía ser liberada.

Jennie tomó la mitad de una fresa que estaba puesta a un lado del plato y bañó esta con la crema, sonriendo al ponerla en los labios de la otra.

Something 'bout you... —delineó la fruta por la entrada de su boca—, makes me feel... —su sonrisa se expandió al momento en que la más pequeña sonrió también y abrió sus labios para adentrar la fresa pero sin comerla—, like a dangerous woman.

Something 'bout you... —Chaeyoung siguió con la canción mientras levantaba su cuerpo en busca de la fresa que Jennie había apartado para dejarla hablar—, makes me wanna do things... —logró capturarla y sonrió—, that I shouldn't.

Jennie mordió su labio complacida y tumbó de nuevo el cuerpo de la chica. Se acercó peligrosamente a su rostro y la besó, quitando todo rastro del dulce que había puesto ahí anteriormente. Su lengua se guió hacia su mentón y limpió también lo que había dejado por ahí, yendo así hasta su cuello, en donde levemente succionó.

Su rostro se giró hacia el reloj puesto sobre la mesita de noche y vio la hora.

12:05 am

Regresó su atención hacia la menor, con las mejillas totalmente rojas y rogando por atención a su cuerpo con la mirada. Sonrió y siguió observándola.

—Feliz cumpleaños, nena.

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